III

Carmen Elena le despertó mirándolo con ojos extraños.

—¿No has oído el teléfono, papito?

—¿El teléfono? —le contestó Federico—. ¿Qué pasa?

—Tu mujer te llama.

—¿Mi mujer? Yo no tengo mujer.

—Pues ella dice mi marido, ¿qué si no?

Federico se levantó pesadamente de la cama. En el saloncito tomó el auricular. Era la voz de Clara. ¿Pero sabía ella la hora que era en Nueva York? Las dos de la madrugada.

—¿Qué culpa tengo yo? Te llamo cuando puedo. ¿Quién es esa chica? Parece una paleta. ¿Ahora te enrollas con paletas, Fede?

—A ti no te importa. ¿Qué quieres? ¿Me has llamado para charlar o me echas de menos? Dime qué quieres.

—No me hacen gracia tus bromas. Eres el tío más egoísta que he conocido en mi vida. Encima que me molesto en llamarte, me vienes con ésas.

—¿Para qué coño me has llamado?

—Por lo de las fotos que te hemos devuelto, hijo. Las hemos visto Ugalde y yo.

—¿Ugalde y tú? Espera un momento. ¿Qué significa eso de Ugalde y tú?

—Pues lo que has oído, Ugalde y yo. ¿No te ha dicho nadie que soy directora adjunta de la editorial? Yo también he cambiado de vida. He dejado el instituto, estaba hasta el moño de la enseñanza, era un muermo. Ahora soy directora adjunta. Y la llamada es profesional, la verdad es que no te echo nada, pero nada de menos.

—¡No puedo creerlo! ¿Es verdad eso? ¡Tú directora adjunta de la editorial!

—Pues sí, ya lo ves. No sé de qué te asombras.

—Me asombro, fíjate. Y ahora dime por qué me habéis devuelto las fotos. ¿Qué es lo que ha pasado?

—¿Tú sabes la cantidad de fotos que recibimos de Nueva York? Nueva York es la ciudad más fotografiada del mundo, no sé si lo sabías. Le pegas una patada a un farol y caen fotos de Nueva York. Estamos saturados.

—Dile a Ugalde que se ponga.

—Está ocupado.

—Dile que se ponga, Clara. Tengamos la fiesta en paz.

—No se puede poner.

—Dile que quiero hablar con él…, ahora.

—Yo soy la directora adjunta y hablarás conmigo.

—Me importa un comino lo que seas, yo quiero hablar con Ugalde. Dile que se ponga. Tengo que saber si ha recibido mi fax.

Silencio. La línea se llenó de interferencias. ¿Iba Clara a colgar? Era muy capaz de hacerlo.

—Bueno —dijo Clara de nuevo—: voy a ver si se puede poner.

Escuchó los tacones de Clara alejándose. ¿Estaban liados Clara y Ugalde? ¿Desde cuándo? A lo mejor siempre han estado liados y yo sin darme cuenta. ¿No dicen que el marido es el último en enterarse? Dios mío, liados a mis espaldas mi mejor amigo, el compañero del colegio, y mi mujer. Esto es una fotonovela.

Carmen Elena continuaba con los ojos abiertos como platos.

—¿Es tu mujer, papito? —le preguntó.

—¿Qué?

—Que si es tu señora.

—Oye, déjame tú también en paz. Te he dicho que no estoy casado. Es mi ex.

—Perdona, papito.

Un momento, oigo el vozarrón de Ugalde a lo lejos. Parece que no está tan ocupado. Está ahí al lado, en la mesa de Cecilia. Quizás escuchando nuestra conversación. ¿Por qué no quiere ponerse al teléfono mi mejor amigo?

Otra vez la voz de Clara:

—Ugalde no se puede poner. Ya te lo he dicho. Está reunido y no lo puede dejar. Dice que ha recibido el fax, pero que aún no lo ha podido mirar. Está muy ocupado. Te llamará enseguida, cuando pueda. ¿Crees que todo el mundo está a tu servicio? Muy típico de ti, Fede. Bueno, mira, las fotos te las hemos devuelto porque no tenemos previsto ningún libro de fotos sobre Nueva York. Eso no se vendería ahora.

—¿Pero qué dices, qué estás diciendo? ¿Tú has visto las fotos? ¡Seis meses trabajando, seis meses! ¡Y tengo la suficiente experiencia como para saber cuándo unas fotos son buenas o no!

—Como vuelvas a gritarme, te cuelgo. Yo no he dicho que fueran malas. He dicho…, mejor, hemos decidido que no las podemos publicar. En fin, las fotos no es que sean malas, no están mal. Pero… bueno, que no las publicamos, ¿vale? Hay millones de libros de fotos sobre Nueva York.

—Dile…, espera, dile a Ugalde… Mira, tengo aquí un pelotazo especial para Panorama. Es lo del fax, se trata del chico hispano ese que mataron a patadas. ¿Lo habéis leído?

—¿Crees que aquí no leemos el periódico?

—Está bien, pero yo vivo a un paso de la casa del chico. Conozco a un montón de gente que lo trataba. El lunes voy a entrevistar a su familia.

—Déjate de familia, Fede. Eso ha sido un ajuste de cuentas. Ya hemos publicado el reportaje en el número pasado. Si sabes algo más, mándanos medio folio por fax. Y ya veremos.

—¿Medio folio? ¿Pero tú estás bien de la cabeza? Esto es muy importante. El tercer chico del barrio que matan este año. Mira, voy a decirte lo que voy a hacer. Además de la entrevista a la familia, os puedo incluir en el reportaje la situación de los hispanos aquí en Alphabet City, entrevistas a drogadictos, camellos. ¿Qué te parece? El pretexto es la historia de los chavales asesinados. ¿Vale?

—Ya te he dicho que hemos publicado el reportaje del asesinato. O mandas algo nuevo o nada. Cuando sepas algo más, nos llamas.

—¿Quién os ha hecho el reportaje?

—Es de agencia.

—¡Joder, Ugalde sabe que vivo aquí, podía haberme llamado! Espera un momento. ¿Y lo de la novela? Le mandé una carta a Ugalde explicándole el plan de trabajo. Seguro que te lo ha comentado. Ahora que eres su adjunta os lo comentáis todo, ¿no?

—Oye, guapo, déjate de ironías.

—Le mandé el esquema. Todo eso sobre los hispanos en Nueva York. Mejor dicho, los de aquí de Alphabet City. Un tema que… Y no digas que hay libros así a punta de pala, porque no.

—Fede, esto es profesional, nada personal. Pero tú conoces la política editorial de esta casa. No eres ningún novato.

—Nece… necesito un adelanto, Clara. Aunque sea pequeño. Estoy jodido de pasta. Aquí todo es carísimo.

—No se dan adelantos sobre obras no contratadas.

—Entonces un préstamo. Que Ugalde me preste algo de dinero. Se lo devolveré enseguida. Pero dile que se ponga, anda.

—No seas pesado, te he dicho que no se puede poner. ¿Está contratada tu novela? No, ¿verdad? Además, ¿qué novela vas a hacer tú? ¿Es que eres novelista, Fede? Ésta si que es buena, vaya sorpresa. Ugalde también se ha quedado de piedra. Tú, novelista. De todas maneras cuando termines esa novela, la mandas. Y ahí vemos lo que pasa, aunque te aviso que ya tenemos programados dos años. Oye, ¿sigues ahí? Bueno, que llames a tu madre. ¿Cómo puedes ser tan egoísta? Tu madre sin recibir noticias tuyas y tú en Nueva York de cachondeo… escribiendo novelas. Aunque de todas maneras Nueva York debe de ser… No veas las ganas que tengo yo de ir. Pero en fin, hay que currar, qué se le va a hacer. Algunos no tenemos tanta suerte como tú. Oye, dale recuerdos a la paleta esa de mi parte. ¿Sabes que me ha llamado señora? Fíjate tú. ¿Quién es, Fede, tu asistenta? ¿Te has ligado a tu asistenta?

«La novela misma, en tanto qué género literario procede en parte del primitivo periodismo; hojas sueltas impresas, panfletos, confesiones de criminales, relatos de desastres y hechos extraordinarios que circulaban entre unos lectores ávidamente crédulos como historias verdaderas, aunque casi siempre… ¿No te puedes dormir, papito? No, pero no te preocupes, duérmete tú. ¿Quieres que te caliente una poquita de leche? No, gracias, no hace falta. Oye, discúlpame. He estado un poco brusco. Mi ex me saca de quicio. No te preocupes, papi. Fuentes me trataba peor, me insultaba y me pegaba…, contenían algún elemento inventado. Daniel Defoe comenzó su carrera de novelista imitando esas narraciones supuestamente documentales, en obras como La verdadera relación de la aparición de una tal Mrs Veal y Diario del año de la peste».

—No estés triste, papito. ¿De verdad no quieres que te caliente lechecita? No me cuesta trabajo.

—No, no. No hace falta, de verdad.

—Cuando Fuentes fue mi marido, yo tenía trece años. Me decía que yo era puta porque no quería hacerlo con él. Decía que yo me desahogaba con otros hombres. Fíjate tú.

—Duérmete, por favor.

«En su introducción a la Antología del Nuevo Periodismo, Tom Wolfe distinguía cuatro técnicas que el nuevo género había tomado prestadas de la novela: 1 - contar la historia utilizando escenas, más que resúmenes. 2 - preferir el diálogo al estilo indirecto. 3 - presentar los acontecimientos desde el punto de vista de alguien que participó en ellos y no desde una perspectiva impersonal. 4 - incorporar el tipo de detalles sobre la ropa, la apariencia, las posesiones, el lenguaje gestual, etc. de la gente».