XXVII ANIVERSARIO DE
LA MUERTE DE GENRARO
¡Silencio! ¡Mucho silencio!
Este acto así lo exige.
Yo lo pido y recomiendo
porque me apena y me aflige
el conmemorar la muerte
de un popular leonés
que tuvo la mala suerte
de dar un mortal traspiés.
Desde entonces, unos cuantos
leoneses de buen linaje,
la noche de Jueves Santo,
le rinden este homenaje.
Fija tengo en la pupila
la noche de Jueves Santo,
cuando replica la esquila
y el tambor va redoblando.
Y, mientras pasa la Ronda
despertando a los hermanos,
la noche se hace redonda
como la copa de un árbol.
En esta hora de ahora
estará Pérez Herrero
añorando más que añora
este homenaje postrero.
Retozan en mi memoria
muchos paseos nocturnos
cual cangilones de noria
alrededor de Neptuno,
desgranando alguna historia
de estas callejas añejas
blasonadas de hidalguía,
donde un Cristo en agonía
con guardia de candilejas
testifica gestas viejas
del León del alma mía.
Calle de la Sal, calle.
Calle de los treinta pasos.
Yo puedo medir tu talle
con sólo extender los brazos…
Antigua calle gremial.
Calle angosta y recoleta.
¡Qué bien te cantó el poeta,
vieja calle de la Sal!…
De la Sal y la solera.
Limitas con la Paloma,
que es calle más bullanguera
que a la catedral asoma.
¡Oh, catedral, catedral!
¡Oh, bella y pulcra leonina!
¡Oh, maravilla inmortal
de todas las maravillas!
Perdona la fantasía
de este que, en el bar Exprés,
trató de venderte un día
a un rico turista inglés.
Hace veintisiete años
que, junto a estos muros viejos,
murió el pobre Genarín
el mercader de pellejos.
Murió aquí, junto a los Cubos,
cuando con su mercancía
no andaba, que daba tumbos
del orujo que traía.
¡Paradojas de la vida!
¡Aquí vendió su pellejo!
Un conductor homicida
le cazó como a un conejo.
Murallas, viejas murallas.
Murallas de piedra y cal,
que sabéis de cien batallas
de la morisca infernal.
Murallas de viejos muros.
Muros de viejas murallas
que tenían a extramuros
las huertas de La Payana.
Murallas de canto y barro.
Murallas del siglo once,
del arco de Don Pelayo
hasta la torre de Ponce,
maltrechas y carcomidas
por estragos de los años
gritad conmigo, afligidas
por la muerte de Genaro.
¡Honor siempre en Jueves Santo!
¡Que Dios le tenga en la gloria
por haber bebido tanto!