OBSERVACIÓN PRELIMINAR
Comenzar la exposición de la filosofía contemporánea por el tiempo que se sigue inmediatamente a Hegel no ha de resultar tan extraño como a primera vista podría parecer. Hegel se sintió a sí mismo como final de una época, y estuvo en lo cierto. Lo que viene detrás de él tiene más afinidad con nuestro siglo XX que con el tiempo anterior a Hegel. Materialismo, Nietzsche y filosofía de la vida, Kierkegaard, metafísica inductiva, neokantismo y neoescolástica, que llenan los dos últimos tercios del siglo XIX, perduran aún en el siglo XX, y en muchos aspectos puede incluso afirmarse que es ahora cuando desarrollan su peculiar eficacia. Otros capítulos pertenecientes al haber espiritual de nuestro presente, como fenomenología, empirismo logístico y filosofía de la existencia, no están al menos desconectados de ese pasado inmediato.
El filósofo no puede limitarse a ver la actualidad simplemente en la generación en que vivimos. Filosofar es entender. Entender quiere decir calar hasta las raíces. En ellas tiene su punto de arranque nuestro tiempo. Por ello anteponemos a la filosofía del siglo XX un capítulo que nos adentrará en el XIX, como etapa previa del tiempo de hoy, y nos ayudará a entender más de raíz nuestro inmediato presente. Lo actual y emotivo que matiza necesariamente toda exposición de la filosofía del momento en que se vive encierra siempre el riesgo de una visión superficial. Para obviarlo, dirigimos antes la mirada a las raíces de este momento cultural, en la esperanza de que el pensamiento escrutador, una vez puesto en la pista, no perderá profundidad.
La filosofía actual ha de estudiarse en primera instancia en el pasado. Quien no lo hace así, tendrá en sus manos lo actual, pero sin filosofía.