Capítulo VI

En el acto de Valvanera, el Carlismo declara oficialmente
la Rioja como región autónoma

 

 

 

Franco expulsa de España a toda la familia Borbón Parma

 

La excusa sería el acto del 15 de diciembre celebrado Valvanera (La Rioja), en el que don Javier declararía a esa región con personalidad propia, dentro del esquema organizativo del Carlismo. El Gobierno entendió que esa medida era una incitación al separatismo. En el mismo acto, don Carlos Hugo diría que: “No hay justicia si no se escucha a la gente, no había justicia si se decidía sin escuchar. El Carlismo aporta una nueva estructura. Y esa es la verdadera democracia. Somos 100.000 veces más demócratas que cualquiera, porque nosotros no hemos inventado la palabra, pero vamos a inventar la realidad. Tampoco se puede fabricar una Monarquía. Una Monarquía no es obra de un comité. Una Monarquía necesita hombres que la respalden, unos hombres que, como los carlistas, se sientan capaces de cambiar el mundo y sus estructuras injustas”.

 

El 15 de diciembre de 1968, el Partido Carlista iba a celebrar en Valvanera un acto político que iba a ser trascendente, tanto para el carlismo como para la propia dinastía carlista. Después de los discursos de los jefes locales, presididos por Alejandro Purón, tomó la palabra don Carlos Hugo, que estaba acompañado de su padre don Javier de Borbón Parma.

 

El acto tuvo una nutrida asistencia de carlistas de otras regiones, a pesar de las inclemencias del tiempo en ese día. También asistió la princesa doña María Teresa de Borbón Parma, la conocida como “la princesa roja”.

 

El monasterio de Valvanera, además, contó con la presencia de la Junta Suprema del Carlismo al completo. Se celebró un solemne Te Deum, Misa y Salve, oficiados por el padre Casiano Martínez, benedictino. A continuación dio comienzo el acto político en que tras breves palabras de don Javier, hablaron Santiago Coello y Elías Querejeta, dando lectura por el secretario general del Carlismo, José María de Zavala y Castella, a los tres decretos carlistas promulgados en esta fecha. El más importante fue el siguiente.

 

 

Decreto de Don Javier

 

“Es principio fundamental del ideario tradicionalista el reconocimiento y el respeto de la personalidad de las Regiones históricas, creaciones vivas y naturales de la Nación española, que a pesar de las imposiciones centralistas de los dos últimos siglos han mantenido su vigencia en el pueblo y en la organización política de la Comunión Tradicionalista.

 

Por ello es nuestro deseo de recoger esta realidad nacional y aceptando las peticiones que nos han sido elevadas respecto al reconocimiento de la personalidad de Región de La Rioja, venimos a disponer:

 

Primero.- A efectos de la división territorial por Regiones, característica de la organización política carlista, se reconoce como Región distinta y diferenciada la denominada históricamente de La Rioja, que queda integrada por razones de conveniencia y de vinculación, dentro de la actual Delegación Regia del País Vasco-Navarro.

 

Segundo.- Con objeto de simplificar la dificultades de orden interno y administrativo que supondría el reconstruir íntegramente los territorios que forman históricamente la Región Riojana, pero que hoy pertenecen a provincias civiles limítrofes, y sin perjuicio de que en el futuro se proceda a su total integración, la Región de La Rioja en la organización actual de la Comunión Tradicionalista comprenderá provisionalmente el territorio de la actual provincia de Logroño.

 

Dado en mi residencia del castillo de Bosta, a tres de diciembre de mil novecientos sesenta y ocho.

 

Francisco Javier

 

A mi Junta Suprema Tradicionalista.

Madrid

 

 

A continuación habló el jefe provincial carlista de Logroño, el abogado Alejandro Purón. También habló el marqués de Marcelina, presidente de la Hermandad Nacional de Antiguos Combatientes en Tercios de Requetés, que dijo entre otras cosas:

 

“Nuestro Gobierno habla con la espada en la mano, esto causa temor e irritación, por esta razón hay este silencio en la Patria (…) Hace unos días se, aprobó el Estatuto Orgánico del Movimiento, que es un paso atrás, pese a lo que diga la Prensa del Movimiento”.

 

Cerró el acto político el príncipe don Carlos Hugo, por delegación de su padre, que se expresó en los siguientes términos.

 

 

 

Discurso de Don Carlos Hugo

 

“Su Majestad el Rey de ha pedido que yo hablara en su nombre y fuera un poco alegre después de estos discursos tan profundos antes pronunciados. Y lo hago así, porque el rey tiene un catarro que le afecta a la garganta. En segundo lugar quiero deciros una cosa: mi padre ha hecho aquí un acto muy importante, mejor dicho dos:

En primer lugar, a petición de don Ricardo Ruiz de Gauna, le ha relevado de una parte muy concreta de sus habituales funciones, dejando las más importantes de las que tenía delegadas, por miembro de la Junta Suprema.

Este es un acto de tal importancia que mi padre ha querido estar entre vosotros. Pero ha querido aprovechar la ocasión para por su voz, decir: “estos dos hombres que han llevado y siguen llevando cargos de responsabilidad en el Carlismo son hombres que tienen una gran suerte. Porque Dios no da en la vida un tiempo breve para hacer grandes cosas” y a través del rey ha dado a dos hombres una responsabilidad máxima en el Carlismo, la de ser los hombres sobre los cuales se apoya directamente la autoridad de Su Majestad, para poder gobernar el Carlismo con conocimiento de causa y con acierto y esta suerte que se tiene; es algo que hay que agradecer a Dios.

 

Por eso ha querido mi padre que el primer acto –como en el Carlismo– sea un acto religioso. Un acto para decir: el primer servicio es para Dios; el segundo es para la Patria. Señores, el segundo servicio para la Patria es también un servicio a Dios, el primero porque lo iluminamos bajo este aspecto, el segundo porque nuestro trabajo es para hacer un mundo más feliz, más justo y mucho más cristiano.

 

Este mundo más cristiano que está basado en la justicia, pero Señores, no hay justicia si no se escucha a la gente, no hay justicia cuando el que decide solamente tiene la espada en la mano. Entonces en vez de justicia es opresión.

 

La justicia escucha y después decide, y por eso el Carlismo aporta una nueva estructura a la vida pública española y, probablemente, de todo el mundo cristiano, porque aporta una postura humana que permite la justicia, porque permite el escuchar, es decir, que permite y es la única estructura que permite lo que se llama de verdad una democracia, porque señores somos cien veces más demócratas que todos los pueblos y que todos los Gobiernos que se dicen democráticos, porque nosotros no hemos inventado la palabra pero vamos a inventarla realidad, ya que tenemos una estructura política que está basada en la libertad y por eso mi padre me encargó deciros que él no ha creado la Región de la Rioja: la ha reconocido.

 

Los Reyes carlistas no fabrican cosas, reconocen las libertades no las pintan, las respetan, y solamente así, se puede crear una estructura humana que sea una estructura de libertad.

 

Señores, como tengo el encargo de ser alegre, quisiera decir a algunos de nuestros gobernantes que quieren pintar una Monarquía, les quisiera contar, lo que me contaron hace poco en Estados Unidos. Me preguntaron ¿qué es un camello? Pues, yo me quedé con la boca abierta y dije que era un animal con dos jorobas y un cuello y un cuello muy largo. ¿Cómo un caballo? contesté: era un caballo hecho por un comité. Entonces quiero preguntar a nuestros gobernantes si lo que quieren hacer con la Monarquía no es algo parecido: una monarquía hecha por un comité. Y mucho me temo que esa monarquía hecha por un comité no sea un camelo.

 

Pero señores, la Monarquía que nosotros vamos a hacer no es la monarquía que quieren hacer ellos y no tienen hombres para soportarla, para aguantarla; para hacer ellos una monarquía no tienen ni siquiera el número de hombres que están aquí reunidos y, desde luego, no tienen ni mucho menos la posibilidad de contar con hombres decididos como los carlistas, para cambiar el mundo.

 

Señores, una última palabra para la nueva región que mi padre acaba de reconocer, la Rioja, es tradicionalmente uno de los pilares del Carlismo. Si mi padre hace esta distinción no es meramente para dar una satisfacción, sino para empujarnos a trabajar y ayudarnos todos juntos a conquistar lo que es nuestro derecho y dar a España lo que España necesita y lo que el mundo cristiano necesita, una monarquía que sea de verdad católica, social, democrática y de verdad representativa.

 

 

 

Consecuencias del acto, reacciones de la prensa y de la Junta Suprema del Carlismo

 

Después del acto, don Carlos Hugo se trasladaría a Zaragoza, donde se entrevistaría con grupos universitarios y obreros. En la mañana del día 20, el hotel donde se hospedaba se vio rodeado por fuertes contingentes de la policía y el teléfono con la comunicación cortada. El jefe de la policía se entrevista con don Carlos Hugo y le entrega una nota por la cual el Gobierno de Franco le comunica su expulsión del territorio nacional por “su participación en actividades de carácter político”.

 

“El Pensamiento Navarro” narró en sus páginas la salida forzada del líder carlista: “Salió Don Carlos de Zaragoza en un coche de la policía y así hizo un trayecto jalonado de guardias civiles –Tudela, Pamplona, San Sebastián, Irún– hasta que, siempre acompañado por la policía, dejó la Patria y traspasó la frontera, donde, por cierto, un oficial de la gendarmería de la República Francesa se le cuadró militarmente. Al tener noticia de lo que estaba ocurriendo, se dirigieron a Zaragoza los dos Procuradores de elección popular, de Navarra, señores Goñi y Zubiaur. En Irún esperaba el Procurador de elección popular de Guipúzcoa, señor Escudero Rueda. Su compañero, señor Arrúe, estaba en Madrid. En el Hotel Corona de Aragón, que es donde el príncipe se hospedaba, los señores Goñi y Zubiaur convocaron una rueda de prensa –que se vio muy asistida– en la que anunciaron su propósito de formular una interpelación al Gobierno. Don Carlos Hugo fue aclamado con violencia y acompañado por todos hasta Hendaya”.

 

La Junta Suprema del Carlismo envió una nota a la prensa en que decía que don Carlos Hugo: “nunca había hecho promesa formal alguna en el sentido de no desarrollar actividad política” y que la “presencia y actividad del príncipe nunca ha vulnerado las leyes vigentes”.

 

El 26 de diciembre, la misma operación se repetía en Madrid: don Javier y sus hijas doña María Teresa y doña María de las Nieves recibirían individualmente un oficio similar del jefe de la policía de Madrid. Antes de abandonar el territorio nacional, don Javier realizó la siguiente declaración, que fue enviada a la prensa:

 

“Mi hijo y yo acabamos de vernos expulsados de España, sin que el Gobierno haya intentado establecer un diálogo, ni siquiera haya manifestado, en el curso de los últimos diez años, un desacuerdo con nuestra acción política en España: lamento esta demostración de autoridad hacia mi hijo, como demostración y prueba de fuerza, porque daña el provenir del país en su desarrollo sereno y constructivo, tanto en el plano político como en el social.

El respeto a las leyes y la autoridad ha sido siempre mi norma de conducta, pero estimo que la autoridad debe, en primer lugar, respetar los principios generales de la libertad de expresión y de asociación, condición de la paz política y base de todo movimiento democrático”.

El 4 de enero de 1969, como habían prometido los Procuradores carlistas, interpelan al Gobierno sobre la expulsión de la familia Borbón Parma.

 

El Gobierno respondió que “no era posible ignorar el acto político que tuvo lugar en el Monasterio de Valvanera el día 15 de diciembre, presidido por el Príncipe don Javier y sus hijos don Carlos Hugo y doña María Teresa, en el que los dos primeros incurrieron en manifestaciones contrarias al orden público, que rozaban facultades potestativas del Poder estatal”.

 

Otra hija de don Javier, doña Cecilia, también sería expulsada del país en marzo de 1971, mediante nota de la jefatura superior de policía de Madrid.

 

Con estos hechos, el Gobierno aceptaba públicamente la ruptura con el Carlismo. Hecho que, evidentemente, ya habían realizado los carlistas años atrás. Don Carlos Hugo se había liberado de una vez de la etiqueta de pretendiente y dirigía, con todas sus consecuencias, el liderazgo de un partido socialista y popular que, como el carlista, ya había realizado su propia evolución ideológica y política interna, con la huida de su seno de integristas, tradicionalistas y franco-juanistas. Libre de castas, el Partido Carlista iniciaría el camino de la autenticidad.