E P I L O G O
Cuando Brigitte Coster despertó, Gastón Drut le contó todo lo que había pasado sin omitir nada.
—Ya puedes estar tranquila, Brigitte. El hijo de Satán ha sido destruido, y tú te encuentras perfectamente. El doctor Moreau asegura que todo está normal. Podrás tener hijos, si lo deseas. Todos los que quieras.
La muchacha, muy asustada, recordó:
—Satán me eligió a mí para darle un hijo. ¡Puede intentarlo de nuevo, doctor Drut!
¡Volverá a poseerme!
Gastón la cogió por los hombros con suavidad, aunque con firmeza.
—Tranquilízate, Brigitte. Eso no sucederá, y voy a explicarte por qué. No fue Satán quien te eligió, sino Jean-Marc, el jefe del grupo satánico.
—¿Qué?
—Sí, fue él, Brigitte. Los adoradores de Satán buscaban una mujer joven y atractiva.
Sophie Bodet, tu vecina, le habló a Jean-Marc de ti, de tu trabajo, de tus estudios... Y
Jean-Marc decidió que eras la mujer ideal para invocar a Satán y pedirle que te poseyera.
Eres soltera, no tienes novio, no sales con amigos, no mantienes relaciones sexuales con nadie desde hace más tres años, como tú misma me confesaste... Sophie se enteró de que ibas a pasar el fin de semana en Orleáns, con tu tía, y lo prepararon todo para atraparte a tu vuelta. Sophie se apoderó de un objeto tuyo. Lo necesitaban para invocar a Satán y pedirle que desviara tu coche de la carretera y lo guiara hasta el caserón que ellos ocupaban. Satán lo hizo, y... Bueno, lo demás ya lo sabes.
Brigitte Coster esbozó una leve sonrisa.
—Me tranquiliza un poco el saber que no fui elegida por Satán.
—Ni lo fuiste, ni lo serás nunca. Serás elegida, pero por un hombre normal y corriente, de carne y hueso, que te quiera, que desee casarse contigo, formar un hogar, tener hijos... Y me parece que ya has sido elegida por él.
Brigitte Coster sintió que el corazón se le ensanchaba.
—¿Se me está declarando, doctor Drut...?
—En toda la regla.
—¿Se refiere a la de cálculo?
Gastón rompió a reír.
—¡Me has devuelto la pelota, Brigitte!
La muchacha también rió.
Poco después, unían sus bocas en un largo y profundo beso.
Brigitte Coster se había enamorado de Gastón Drut y se sentía muy feliz de que él la hubiera elegido por esposa. La pesadilla había terminado.
F I N