LA INVASIÓN BENIMERÍ DE AL-ÁNDALUS

La dinastía beréber de los benimerines constituyó el último esfuerzo musulmán por reconquistar al-Ándalus. Nacidos como sus hermanos almorávides y almohades en los profundos desiertos magrebíes, heredaron el espíritu imperial de éstos, sobre todo, gracias al carisma de su gran líder Abu Yusuf Yaqub [1258-1286], quien envió los primeros expedicionarios a tierra hispana aprovechando las revueltas mudéjares y el peligro cristiano que amenazaba al reino nazarí de Granada; pronto las ayudas esporádicas se convirtieron en asentamientos de enormes contingentes bélicos.

A finales del siglo XIII las tropas benimerines controlaban importantes plazas andalusíes como Málaga o Algeciras con el propósito de ser utilizadas para el desembarco de los futuros ejércitos invasores norteafricanos.

A principios del siglo XIV fallecía el rey nazarí Muhammad II, aliado de los benimerines. Le sucedió Muhammad III, más preocupado en fomentar la cultura o construir la hermosa Mezquita de la Alhambra que de reforzar la unión con sus aliados sarracenos. En 1308 su belicoso hermano Nars le obligó a la abdicación en su favor ante el inminente ataque cristiano. En efecto, un año más tarde, las huestes de Fernando IV lanzan una ofensiva sobre las tierras gaditanas tomando la importante plaza de Gibraltar; los benimerines poco o nada pueden hacer ante esto. Perdidas Tarifa y Gibraltar, tan sólo disponían de Algeciras como presumible cabeza de puente para sus tropas.

En este período se libra una crucial batalla por el control del Estrecho; serán casi cien años de desigual fortuna para un bando y otro. Mientras tanto Nars cedía el mando nazarí a su sobrino Ismail I, quien seguirá apostando por el apoyo de sus hermanos norteafricanos para contener el impetuoso ataque cristiano. Su desgraciada muerte en 1325 a manos del gobernador de Algeciras coincidió con la mayoría de edad del rey castellano Alfonso XI. El nuevo rey Muhammad IV sobresalió por su ardor combativo al recuperar algunas plazas expugnadas anteriormente por los cristianos, destacando la toma de Gibraltar en 1333 con la inestimable aportación militar beminerí.

Pero sin duda el gobernante nazarí más representativo del siglo XIV fue Yusuf I Abul Hedjahd hombre cauteloso que protagonizó el capítulo final de la presencia benimerí en la península Ibérica. Yusuf combatió con decisión a los ejércitos cristianos, principalmente, a los castellanos de Alfonso XI. Durante sus veintiún años de gobierno mantuvo constantes algaras con la idea de menoscabar la potencia militar de sus enemigos peninsulares, a fin de establecer una situación propicia para la llegada de un gran ejército benimerí del que pensaba servirse para la reconquista total de al-Ándalus. En aquel tiempo la fuerza militar de Granada no era demasiado grande, sin embargo, el excelente entrenamiento y motivación de las reducidas tropas nazaríes llamaban la atención de esa época tan acostumbrada a tropas poco profesionalizadas.