Faith tiene treinta y cinco años, unos kilos de más, un perro con un alto coeficiente intelectual, un hijo de doce años obsesionado por invertir en Bolsa y una hija que interpreta la vida a través de las teorías de Freud. Su trabajo en una cadena de televisión como la chica del tiempo le obliga a madrugar demasiado; por si no fuera suficiente, tiene un marido que además de roncar, no levantar la tapa del váter ni ponerle el tapón al dentífrico, últimamente se comporta de una forma un tanto extraña: viste mejor, está algo más delgado y trabaja a todas horas.
Las sospechas surgidas a raíz de un comentario de su peculiar amiga Lily, editora de una revista de moda y personaje habitual en las fiestas de la alta sociedad londinense, harán que Faith se obsesione por demostrar la infidelidad de su marido. Husmeará en los bolsillos, escrutará cualquier movimiento extraño, dudará de cualquier nombre de mujer hasta entonces nunca oído e incluso contratará los servicios de un detective. Pero esas investigaciones tan solo darán como fruto más dudas y dolores de cabeza, porque enfrentarse a la posible infidelidad de su marido es cuestionarse también la vida que ha llevado hasta ahora al lado del único hombre al que ha querido. Pero por otro lado, ¿no sería hora ya de afrontar una nueva vida y recuperar de ese modo el tiempo perdido?