Notas históricas

1. EL MENSAJERO DEL SANTO

[1] Este personaje es real y ha dejado su huella en la historia a través de una Biblia, maravillosamente manuscrita e iluminada, de la que se hace una descripción detallada en otro capítulo de la novela. La Biblia de Danila, confeccionada a comienzos del siglo IX con toda probabilidad en la misma Oviedo, es un monumento paleográfico y artístico sin parangón en la Hispania altomedieval, indisolublemente ligado a la figura del rey Alfonso II. Por razones que se desconocen, ese valioso códice fue trasladado en algún momento a la abadía de la Santísima Trinidad, en la ciudad italiana de Cava dei Tirreni, donde se conservó desde entonces. En 2010, coincidiendo con el Año Jacobeo, el Gobierno del principado de Asturias mandó hacer una edición facsímil, que es posible (y muy recomendable para los amantes de la historia) consultar en archivos y bibliotecas del Principado.

[2] La genealogía del apóstol Santiago, así como la detallada relación de sus milagros, destinada a alentar las peregrinaciones jacobeas, está recogida en el Códice Calixtino, atribuido al papa Calixto (1116-1124), aunque redactado en época de Diego Gelmírez (1068-1140), primer arzobispo de Santiago y máximo impulsor de la construcción de la catedral compostelana.

2. UN MAR DE DUDAS

[1] «Doncella en cabello» o «muchacha en cabello» es sinónimo de mujer soltera. Durante buena parte de la Edad Media únicamente ellas podían llevar la melena suelta. Casadas y viudas estaban obligadas a recogérsela.

[2] Las reliquias contenidas en el arca a la que se alude se conservan actualmente en la catedral de Oviedo, expuestas al público. El arca en sí está recubierta de plata ricamente labrada añadida con posterioridad a la época descrita. En cuanto a las piezas halladas en ella, la más valiosa es, según la tradición de los creyentes, el Santo Sudario que cubrió el rostro de Jesucristo inmediatamente después de su muerte en la cruz, durante el descendimiento y en los instantes previos a lavar su cuerpo. Ese paño aparece citado por primera vez en un documento del siglo XI y se venera desde hace más de un milenio. De acuerdo con las pruebas científicas realizadas sobre el lienzo a partir de 1989, las manchas que aparecen en él se corresponden con el sangrado de un hombre muerto por crucifixión. El grupo sanguíneo es el mismo que el de la Sábana Santa custodiada en Turín: AB positivo. Las pruebas de carbono 14, no obstante, remiten a una fecha próxima al año 700 d. C. Para quien desee saber más, las actas del II Congreso Internacional sobre el Sudario de Oviedo, celebrado en 2007, contienen información detallada sobre esta meticulosa y fascinante investigación.

[3] Tal como recoge la novela, la leyenda sobre el origen de esta cruz afirma que fue realizada por dos ángeles que tomaron la forma de peregrinos. ¿Qué relación guarda esta leyenda con la realidad? En opinión de diferentes expertos, la Cruz de los Ángeles no se corresponde, ni por la técnica con que fue elaborada, ni por su tipología, con las cruces elaboradas por los orfebres visigodos, pero sí se relaciona con los modelos de cruces lombardas, realizadas en el norte de Italia entre los siglos VII y IX. Según esta teoría, la cruz habría sido labrada por artistas de procedencia lombarda, que posiblemente habrían viajado al Reino de Asturias por voluntad del emperador Carlomagno. De ese modo quedaría explicada la repentina marcha de los ángeles, que desaparecieron tras haber realizado la cruz, con el fin de regresar a sus lugares de origen. Otros autores sostienen que «ángeles» podría ser una deformación de «anglos», lo que explicaría igualmente el origen foráneo de los orfebres autores de esta bella pieza. La autora ha optado en la novela por esta segunda opción.

[4] La leyenda del tributo de las cien doncellas, probablemente inventada en el siglo XII, ha dejado honda huella en todo el norte peninsular español. Según esta tradición, cuya veracidad descarta hoy unánimemente la historiografía, los llamados «reyes holgazanes» (partidarios de pactar el pago de tributos de sumisión en lugar de enfrentarse militarmente al invasor musulmán), y en particular Mauregato, habrían aceptado entregar cada año cien vírgenes cristianas a los harenes del emirato andalusí como reconocimiento de vasallaje. La historia de Alana en La visigoda comienza en el momento en que ella es arrancada de su castro natal, en Coaña, como parte de ese tributo.

3. EN MARCHA

[1] En las antiguas calzadas romanas, las «mansiones» eran lugares donde los viajeros podían pararse a descansar y pasar la noche. El equivalente a los actuales albergues. Las «mutaciones» prestaban servicio a los vehículos y a los animales, pues permitían cambiar de caballos y tomar otros de refresco o reparar carruajes dañados. Estaban localizadas cada 12-18 millas.

[2] Según el acta fundacional, los orígenes de este monasterio se remontan al año 781, tal como recoge la novela. Algunos autores contemporáneos han puesto en duda la autenticidad de este documento, mientras que otros lo dan por válido. Lo que sí es seguro es que en el siglo XI ya existía y era una institución de carácter familiar y dimensión mediana, sujeta a la regla descrita en estas páginas.

4. LAS MURALLAS DE DIOS

[1] Tomo prestada a don Claudio Sánchez Albornoz la frase «no tiene cada pueblo su paisaje; sino cada paisaje su pueblo». Aparece en su magistral obra: El Reino de Asturias. Orígenes de la Nación Española.

5. EL EREMITA

[1] Junto a ese embalse, situado en lo alto del puerto del Palo, se celebró el último aquelarre de «brujas» documentado en Asturias. No pocos antropólogos estiman que muchos de los ritos practicados por esas mujeres se inspiraban en la antigua tradición matriarcal astur.

[2] El códice que reproduce el itinerario de Egeria fue escrito en el siglo XI en el monasterio benedictino de Monte Casino, siguiendo el texto redactado siete siglos antes por la propia virgen durante su peregrinación a Tierra Santa. Lo que ha perdurado de él está incompleto. Le falta mucho del principio y parte del final. Aun así, nos permite saber que el manuscrito original o autógrafo contenía una descripción detallada de lugares visitados a lo largo de ese viaje, así como un minucioso relato de la experiencia vivida y dibujos de edificios singulares. Este último aspecto se deduce del hecho de que la misma Egeria se refiera a un templo levantado en honor del santo Job como «esta iglesia que veis». Siguiendo su ejemplo, el itinerario escrito por Alana en la ficción también se complementa con algún esbozo de objetos o enclaves que llaman especialmente su atención.

[3] En el siglo IX, en el Reino de Asturias, las aldeas disponían (como continúan disponiendo en la actualidad) de tierras de explotación y propiedad individual en los valles, y derechos de uso colectivo en el monte. Caza, pesca, tala o ganadería trashumante eran libres.

6. TENTACIONES DE UN REY CASTO

[1] Ninguna crónica contemporánea de Alfonso II menciona a Berta (o Bertolinda), hermana de Carlomagno, como esposa o prometida del Rey. La primera alusión a esta princesa es del siglo XIII y aparece en el Chronicon Mundi de Lucas, obispo de Tuy. Dice así: «Y había tomado por mujer a Berta, hermana de Carlos, rey de los franceses, la cual, que por no haberla visto y por quitarse de lujuria, fue llamado rey Casto». Otros manuscritos de ese tiempo se refieren igualmente a esa presunta esposa de origen franco, aunque todos subrayan que el matrimonio no llegó a consumarse pues Alfonso se mantuvo siempre casto.

[2] Tres fueron las embajadas enviadas por el Rey Casto a Carlomagno, fiel aliado en la guerra contra los musulmanes. La primera tuvo como destino Tolosa y se produjo en el año 795. La segunda, a la que alude el episodio narrado, fue en el 797 y llegó a Herstal. En el 798, después de la incursión de Alfonso II hasta Lisboa, los mismos embajadores repitieron viaje para llevar al emperador la grata noticia, acompañada de ricos presentes.

[3] Aunque no fue el primero en realizarse, el llamado Camino Francés de peregrinación a Santiago sí fue el primero del que quedó constancia documental, a través de diversos martirologios ya mencionados en la Nota de Autora que encabeza estas páginas. También es el más popular. Actualmente es el itinerario más transitado y surca el norte de la Península hasta el extremo occidental, siendo la ruta troncal a la que van afluyendo, a lo largo de su recorrido, los peregrinos que transitan por otras rutas jacobeas.

En sentido estricto, el Camino Francés comienza justo aguas arriba de Puente la Reina, en Navarra. En una acepción más amplia, incluiría el Camino Navarro y comenzaría a los pies del paso de los Pirineos, es decir en San Juan de Pie de Puerto. Por último, en una tercera interpretación, comenzaría aún más atrás, en tierras francesas, tras pasar el puerto de Roncesvalles, en Ostabat, en la confluencia de las tres rutas jacobeas francesas que llegan de Tours, de Vézelay y de Le Puy-en-Velay.

Desde 1993, esta ruta está inscrita como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

7. LUNA NEGRA

[1] En Europa existieron magos, augures y tempestiarios hasta bien entrada la época en que discurre esta novela, e incluso después. En el 816, el obispo de Lyon, san Agobardo, condenaba a los reos de estos delitos a la pena capital. En la legislación franca, Capitularia Regum Francorum, se les castigaba con doscientos azotes, la marca del hierro candente en la frente y la reclusión a perpetuidad. En el Reino de Asturias, el rey Ramiro I (842-850) mandó quemar a los «magos», probablemente oficiantes de ambos sexos de la antigua religión pagana.

8. PARADA Y FONDA

[1] Ese poeta existió en la realidad. Se llamaba Abulmajxí. Lo mandó cegar el futuro emir Hixam por escribir unos versos que enaltecían el nombre de su medio hermano, Suleiman, hijo de la primera esposa de Abd al Rahman I y, como tal, rival en la carrera sucesoria al trono de Al-Ándalus.

9. ENTRE FANTASMAS

[1] La historia de esa profecía y de esa familia se cuenta en la novela Astur.

[2] Ese ciprés milenario, situado frente a la entrada de la pequeña capilla, seguía vivo en el verano de 2017.

[3] Los musulmanes prohibieron la presencia de campanas de metal en las iglesias cristianas que sobrevivieron a la conquista de Hispania en el 711. Mandaron retirarlas y, a lo sumo, permitieron sustituirlas por otras de madera, con el fin de que no pudiera llegar lejos su llamada a la oración. Fue su modo de enmudecer a quienes ellos consideraban «politeístas» por adorar a un único dios manifestado en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

10. YO CONFIESO…

[1] Las primeras donaciones de reyes asturianos a la comunidad monástica encargada de custodiar el sepulcro de Santiago, específicamente destinadas a la acogida de pobres y enfermos, están documentadas en los años 886 y 911. Todas las rutas jacobeas están jalonadas de hospitales, sufragados por la Corona y/o por distintas órdenes monásticas, muchos de los cuales se mantuvieron operativos hasta época muy reciente.

11. CAMINO DE SALVACIÓN

[1] Los pioneros que reabrieron el Camino Primitivo tras décadas o siglos de abandono se encontraron con una ausencia absoluta de hospederías o albergues. Tanto ellos como quienes habían transitado hasta entonces por esas sendas sin señalizar, repletas de maleza y peligros, se vieron obligados a pernoctar muy a menudo en los atrios de viejas ermitas, como la descrita, o incluso en las cárceles de Tineo o Salas, pueblos por los que pasa el Camino. Hoy en día, afortunadamente, no faltan alojamientos en los que descansar la fatiga, darse una ducha y disfrutar de la impagable hospitalidad local.

[2] En el Códice Calixtino, escrito unos trescientos años después de la escena narrada, se lee textualmente: «¿Quién puede haber en todo el mundo, sin merecer el reproche de obstinado desprecio de los favores divinos, que no desee ampararse en el patrimonio de Santiago? Para visitarlo, pues, desde todas las partes del mundo, a través de las breñas de los montes, por delante de las guaridas de los ladrones, a pesar de los frecuentes asaltos de los bandidos y de las estafas de que son víctimas en los albergues, gran cantidad de peregrinos afluye incesantemente a Galicia».

[3] Este texto es un fragmento literal del sermón que el Códice Calixtino atribuye al santo papa Calixto (1050-1124) en la solemnidad de la Elección y de la Traslación de Santiago Apóstol, que se celebra el 30 de diciembre.

12. UN SUEÑO ATORMENTADO

[1] La Crónica de Alfonso III (866-910), en su versión Rotense, describe así este episodio: «Tuvo un combate con la hueste cordobesa en el lugar de Pontubio, en la provincia de Galicia, y allí aniquiló a 54 000 musulmanes; y cogió vivo al general de la caballería, llamado Umar, y en el propio lugar lo decapitó… A los pueblos de Galicia que contra él se rebelaron los venció, y sometió a toda la provincia a fuerte devastación».

[2] La misma crónica Rotense dice escuetamente: «Con sus propias manos mató a su hermano Vímara por haber ambicionado el trono».

[3] Los conocidos como mapamundis (del latín mappa —mantel o servilleta— y mundus —mundo—) de los beatos, a los que alude Danila en este diálogo, se inspiran en la concepción cartográfica de los diagramas de Isidoro de Sevilla, que describe una tierra plana, tripartita y circular. Representan el mundo conocido en la época dividido en tres continentes cruzados por cursos de agua en forma de T (asociada a la cruz de Cristo) y rodeados por un anillo oceánico. Proporcionan una visión del mundo, pero carecen de interés como instrumentos de guía, ya que en ellos predominan las ideas basadas en arquetipos bíblicos, ajenas a la realidad geográfica. Su principal objetivo es la instrucción en la fe y no la localización precisa de lugares.

13. SANTIAGO, PATRÓN DE HISPANIA

[1] La primera vez que se menciona a Santiago como «defensor de España» es en el himno O Dei Verbum, atribuido al Beato de Liébana, escrito durante el reinado de Mauregato y citado en varias ocasiones en la novela. Ese calificativo se repetirá en boca de varios reyes a lo largo de los siglos siguientes: «Patrón y señor de toda España» (Alfonso II en 834); «patrón nuestro y de toda España» (Ordoño I en 858); «nuestro fuertísimo patrón después de Dios» (Alfonso III en 886), y «nuestro patrón y del mundo entero» (Ordoño III en 954).

[2] De acuerdo con la tradición cristiana, la Virgen María se apareció a Santiago Apóstol en Caesaraugusta, hoy llamada Zaragoza, aproximadamente en el año 40. María llegó allí «en carne mortal» antes de su Asunción y, como testimonio de su visita, habría dejado una columna de jaspe. Según la leyenda, Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de adobe a orillas del Ebro, destinada a custodiar ese pilar.

[3] En el verano de 997, el ejército del caudillo sarraceno Al Mansur, a quien los cristianos llamaban Almanzor, asoló la ciudad de Santiago de Compostela. Quemó templos y destruyó todo a su paso, respetando solo la tumba del apóstol Santiago. Según la leyenda, los prisioneros cristianos fueron obligados a cargar con las campanas del templo de Santiago hasta Córdoba, donde fueron empleadas como lámparas de la nueva ampliación de la Mezquita. También entre el mito y la realidad, se dice que las campanas regresaron de forma idéntica a Santiago, dos siglos y medio después, esta vez a manos de prisioneros musulmanes capturados por Fernando III el Santo.