No demos por sentado que enfrentar la idea de la muerte es demasiado doloroso, que pensar en ella nos destruirá, que debemos negar la transitoriedad para que esa verdad no vuelva insoportable nuestras vidas.

Tal negación no es gratuita: empobrece nuestra Vida interior, nubla nuestra visión, embota nuestra racionalidad (…). Mirar a la muerte a la cara, acompañados por alguien que nos oriente, no sólo aplaca el terror sino que vuelve a la existencia más rica, intensa y vital. Trabajar con la muerte nos enseña sobre la vida.

IRVIN D. YALOM.