XIII. CLON, CLON DE Mí MISMO
El 12 de diciembre de 1968 di una charla en una reunión de médicos y abogados en San José, California.[27] Naturalmente, me pidieron que hablase acerca de algún tema que interesase a ambos grupos. Algún instinto me dijo que el mal ejercicio de la Medicina se avendría al interés de ambos grupos; pero, sin embargo, no hubiera sido un tópico útil. Hablé sobre ingeniería genética más bien, y hacia el final discutí el asunto de la clonación.
En el auditorio se encontraba un buen amigo de tres décadas, el muy conocido escritor de ciencia ficción, bon vivant e ingenioso Randall Garrett. Con el rabillo del ojo me percaté de un trozo del papel situado en el podio mientras hablaba de la clonación. Eché un vistazo al papel, sin detener por ello mi discurso (no es fácil, pero puede hacerse, dada la experiencia de tres décadas de hablar en público), y vi al instante dos cosas. En primer lugar, que se trataba de una de las superlativas piezas de versos satíricos de Randall y, en segundo lugar, que se veía claro que iba ser cantado con la tonada de Home on the Range.
Para comprender el verso hay que fijarse en el factor de que, genéticamente, la distinción entre el ser humano masculino y femenino radica en que cada célula masculina tiene un cromosoma X y otro Y, Y que cada célula femenina tiene dos cromosomas X.[28] Por lo tanto, si, en el momento de la concepción, o bien poco después, un cromosoma Y puede cambiarse en un cromosoma X, un macho se convertirá ipso facto en una hembra.
He aquí, pues, la Canción de Randall, a la que me he tomado la libertad de añadir cuatro versos propios:
(primer verso)
Oh, dame un clon,
de mi propia carne y huesos,
con su cromosoma Y mudado en X,' y cuando crezca
entonces mi propio cloncito
será el sexo opuesto.
(coro)
Clon, clon de mí mismo,
con su cromosoma Y mudado en X;
y cuando estoy solo
con mi propio cloncito
ambos no pensaremos más que en sexo.
(segundo verso)
Oh, dadme un clon,
oíd a mi melancólica luna,
sólo un clon que sea del todo yo mismo;
y si es un X,
del sexo femenino,
oh, qué divertido cuando estemos pro nos.
(tercer verso)
Mi corazón no es de piedra, como frecuentemente mostré
a solas con mi querido pequeño X,' y después de haber cenado,
estoy seguro de que encontraremos mejor incesto que Edipo Rey.
(cuarto verso)
¿Por qué el sexo debe preocupar, perturbar o dejar perplejo
o inducir a un tono desesperanzado?
A fin de cuentas, no podéis ver,
dado que ambos somos yo,
que cuando hacemos el amor estoy solo.
(quinto verso)
y después de haberlo hecho,
ella aún tiene su diversión,
pues me clonaré a mí mismo dos veces antes de que muera.
y esta vez, sin el menor fracaso,
ambos de ellos serán machos,
y cada uno la encantará a su vez.
Cuando acabé con mi charla y con la sesión de preguntas y respuestas, canté la Canción de Randall con mi voz resonante de barítono y, de forma total, eché la casa abajo.
Tres semanas y media después, la canté de nuevo en el banquete anual de los «Baker Street Irregulars», ese fino grupo de fanáticos de Sherlock Holmes, ajustándola levemente a su nuevo cometido (Oh, dame algunos clones / del gran Sherlock Holmes / con sus cromosomas Y…), de nuevo eché la casa abajo.
Sin embargo, ahora deberá usted estar preguntándose: «¿Qué es un clon?»
Es algo de lo que últimamente se ha hablado mucho, pero reconocer una voz, y saber lo que representa, pueden ser dos cosas muy diferentes. Por lo tanto, entremos en materia…
La voz «clon» es griega, exactamente como está aquí, siempre y cuando la deletree en letras griegas, y significa «rama».
Un clon es cualquier organismo, o grupo de organismos, que sale de una célula o grupo de células por medios distintos a los de la reproducción sexual. Explicado de otro modo, es un organismo que constituye el producto de una reproducción asexual. Dicho de otro modo, es un organismo con un solo padre, mientras que un organismo que surge de una reproducción sexual (excepto cuando la auto-fertilización sea posible) tiene dos padres.
La reproducción asexual es cosa normal entre los organismos unicelulares (aunque la reproducción sexual puede tener lugar), y es muy común en el mundo de las plantas.
Una rama puede hincarse en el suelo, donde echará raíces y crecerá, produciendo un organismo completo de la clase del que fue sólo una ramita. Ahora bien, la rama puede ser injertada en la rama de otro árbol (incluso de una variedad diferente), donde crecerá y florecerá. En cualquiera de ambos casos, se trata de un organismo de un solo padre y sexo, que no tiene nada que ver con su producción. A causa de que los seres humanos averiguaron esta forma asexual de reproducción en conexión con los árboles frutales, probablemente un organismo semejante de un solo padre de origen no sexual se llama «vástago», es decir «clon».
¿Y qué son animales multicelulares?
La reproducción asexual puede tener lugar también entre ellos. Cuanto más primitivo sea el animal, es decir, cuanto menos diversificadas y especializadas sean las células, más probable es que tenga lugar esa reproducción asexual.
Una esponja, o una hidra de agua dulce, o un platelminto, o una estrella de mar, cualquiera de ellos, puede ser partido en trozos, yesos trozos, si se conservan en su medio ambiente, crecerán hasta dar origen a un organismo completo. Los nuevos organismos son clones.
Incluso organismos tan complejos como los insectos pueden, en algunos casos, dar a luz crías partenogenéticamente y, en el caso de los áfidos, por ejemplo, constituye algo normal. En esos supuestos, una célula ovular, que contiene una sola media parte de cromosomas, no requiere unión con una célula espermática para que suministre la otra mitad de la dotación. En vez de ello, la célula del huevo con su media dotación meramente se duplica a sí mismo, produciendo una dotación genética completa, toda del padre femenino y el huevo procede luego a dividirse y se convierte en un organismo independiente, de nuevo un tipo de clon.
No obstante, en general, los animales complejos y, en particular, los vertebrados, no clonan sino que se decantan, exclusivamente, por una reproducción sexual.
¿Por qué? Por dos razones.
En primer lugar, a medida que un organismo se hace más complejo y especializado, sus órganos, tejidos y células se hacen más y más complejos y especializados también. Las células se hallan tan bien adaptadas a llevar a cabo sus altamente especializadas funciones, que ya no pueden dividirse y diferenciarse como lo hacían las células del huevo.[29]
Esto parece una terrible desventaja. Los organismos que clonan, pueden reproducirse a sí mismos asexualmente, y salir adelante mejor que los otros organismos, que tienen que pasar por el trastorno de encontrar a unos compañeros y luego enzarzarse en todo el complejo fenómeno, tanto físico como químico, implicado en la reproducción sexual. Cabe pensar en todos los seres humanos que, por un leve defecto u otro, no pueden tener hijos, un problema que sería desconocido si nos arrancásemos un dedo de un pie, y éste creciese luego hasta convertirse en otro individuo, mientras a nosotros nos saliese un nuevo dedo en el mismo pie.
Aquí viene, pues, la segunda razón. Existe una ventaja evolucionada hacia la reproducción sexual, que supera todos los inconvenientes.[30] En la clonación, el contenido gen ético de un nuevo organismo sigue siendo idéntico respecto del organismo original, excepto ocasionales mutaciones. Si el organismo se halla muy eficientemente adaptado a lo que le rodea, esto es útil, pero se trata de un mecanismo en extremo conservador que reduce las posibilidades de cambio. Cualquier alteración en el medio ambiente puede llevar, con suma rapidez, a la extinción de una especie.
En el caso de la reproducción sexual, cada nuevo organismo tiene una combinación nueva de genes, la mitad de un padre y la mitad del otro. El cambio es inevitable, y cierta la variación de un individuo a otro. Una especie en donde la reproducción sexual sea la norma, posee la capacidad de reaccionar con rapidez a la más leve alteración de lo que lo rodea, puesto que algunas de sus variantes son favorecidas por encima de las otras. Incluso una especie puede, a través de la reproducción sexual, dividirse con relativa facilidad en dos o tres especies más, que tomarán ventaja de los nichos en cierto diferentes de su medio ambiente.
En resumen, una especie que se reproduzca sexualmente evoluciona con mucha mayor rapidez que una especie que clone, y con mucha dificultad para hacer evolucionar especializaciones, como la inteligencia, que no es muy probable que surja en toda la existencia de un planeta habitable, sin apelar a la reproducción sexual.
Sin embargo, una forma especializada de clonar puede tener lugar incluso en los animales más evolucionados, hasta en el ser humano.
Consideremos una célula ovular humana fertilizada por una célula espermática humana. Tenemos ahora una célula ovular fertilizada, que contiene una mitad de equipamiento de genes de su madre y otra mitad procedente de su padre.
Esta célula del huevo fertilizada no puede convertirse en un organismo vivo independiente durante nueve meses, porque debe dividirse y redividirse dentro del útero y ser nutrido a través del torrente sanguíneo de la madre. Puede desarrollarse, especializarse y crecer más y más, hasta que haya desarrollado la habilidad necesaria para vivir de una forma independiente. Incluso así, después de salir del útero necesita de unos cuidados constantes y sin remisiones durante un período de tiempo, antes de que pueda confiarse en que se cuidará por sí mismo.
Sin embargo, el asunto de la atención necesaria resulta, genéticamente, irrelevante. El huevo fertilizado es ya un organismo separado, con sus características genéticas fijadas y únicas.
El primer paso en su desarrollo del huevo fertilizado es que se divide en dos células, unidad entre sí. Cada una de esas dos células se divide de nuevo, y cada una de las cuatro resultantes se dividen una vez más, y así una y otra vez.
Si, después de la primera división celular, las dos células hijas, por alguna razón, llega a suceder que se separen, cada célula hija se desarrollará hasta un organismo completo por sí misma. El resultado es un par de gemelos idénticos, cada uno con la misma dotación genética y cada uno del mismo sexo, naturalmente. En cierto sentido, cada gemelo en un clon del otro.
No existe razón para suponer que esta separación de las células hijas no pueda tener lugar una y otra vez, de forma que tres o cuatro, o cualquier número de organismos, lleguen a desarrollarse desde el huevo fertilizado originario. Como asunto práctico, en general, no obstante, un útero materno sólo puede albergar un número determinado, y si hay muchos organismos que se desarrollan, lo más seguro es que sean más pequeños que un solo organismo. Cuanto más organismos se desarrollen, más pequeño será cada uno y, la final, serán demasiado pequeños para poder sobrevivir después del parto.
Existen cosas semejantes como trillizos y cuatrillizos idénticos, pero dudo que cualquier número superior de hijos sobreviviese mucho después del nacimiento sin las ventajas de las modernas técnicas médicas. Incluso así, resulta bastante difícil.
Los gemelos idénticos son muy parecidos el uno al otro y, a menudo, exhiben características del tipo mirarse en un espejo. (En una ocasión, tuve un profesor de Química cuya nariz se decantaba hacia la izquierda. Su idéntico hermano gemelo tenía una nariz, según me dijeron, que se inclinaba a la derecha.)
Sin embargo, es también posible, aunque no usual, para una mujer el expulsar dos células diferentes ovulares para que se fertilicen al mismo tiempo. Si ambas son fertilizadas, nacerán dos hijos que poseerá cada uno un equipo genético diferente entre sí. El resultado serán dos «gemelos fraternos», que no necesitarán tener el mismo sexo y cuyas necesidades de parecerse entre sí no serán mayores de lo que sucede en general.
Consideremos de nuevo el huevo fertilizado. Cada vez que se divide y vuelve a dividirse, las nuevas células que se formen heredarán la misma dotación gen ética poseída por el huevo fertilizado original.
En otras palabras, cada célula individual de su cuerpo, posee el equipo genético de cualquier otra célula y de la del huevo fertilizado original. Puesto que los genes dominan el funcionamiento químico de una célula, ¿por qué, en ese caso, las células de su huevo no pueden hacer el trabajo de las células del corazón; la célula de su hígado no puede hacer el mismo trabajo que una célula de los riñones; por qué ninguna célula puede hacer el trabajo de las células del huevo fertilizado y producir un nuevo organismo?
La respuesta es que, aunque todos los genes estén presentes en cada célula de su cuerpo, no funcionan de una forma igual. La célula es una reunión intrincada de reacciones químicas, bloques químicos de construcción, productos químicos y estructuras físicas, todas las cuales se influyen entre sí. Algunos genes son desinhibidos, otros estimulados, en una variedad de formas que dependen de factores sutiles, con el resultado de que las diferentes células del cuerpo poseen una dotación genética en donde sólo unas partes características funcionan en unos índices característicos.
Tal desarrollo especializado comienza en el embrión más temprano, puesto que unas células se encontrarán en el exterior del embrión, otras en el interior; algunas con más de la yema originaria y otras con menos; algunas con la primera posibilidad de absorber los nutrientes desde el torrente sanguíneo materno, otros con sólo una posibilidad posterior. Los detalles son, claramente, de la mayor importancia para la biología humana, y los biólogos aún no las conocen.
Naturalmente, las ordinarias «células somáticas» de un cuerpo adulto humano, con su dotación genética funcionando de forma altamente especializada, no pueden dividirse en un organismo total si se dejan a sí mismas. Numerosas células corporales, como las de los músculos o los nervios, se han vuelto tan especializadas que no pueden dividirse en absoluto. Sólo las células sexuales, óvulos y esperma, conservan la falta de especialización genética requerida para producir un nuevo organismo bajo las circunstancias apropiadas.
¿Existe alguna forma de dejar de especializar la estructura genética de algunas células somáticas, para permitirlas desarrollarse en un nuevo organismo?
Verán, los genes están contenidos en el núcleo de la célula, que constituye una pequeña porción del total y marcada por una membrana propia. En el exterior del núcleo se encuentra el citoplasma de una célula, y es el material del citoplasma el que provee de los diferentes productos químicos que servirán para inhibir o estimular la acción de los genes.
Supongamos, pues, que el núcleo de una célula somática estuviese rodeada por el citoplasma de una célula ovular. ¿Podría desbloquearse su dotación en el núcleo, y podría la célula ovular proceder a dividirse y volverse a dividir? ¿Continuaría hasta formarse un individuo con la dotación genética de la célula somática original, y por ello de la persona de la que se ha tomado esa célula somática? Y si es así, el nuevo organismo sería un clon de la persona que hubiese donado la célula somática.
La técnica ha sido intentada en diferentes animales. Se empieza por una célula ovular sin fertilidad y se trata de una forma que se extraiga su núcleo, ya sea seccionándolo de una forma delicada o empleando algún proceso químico. En el lugar del núcleo extraído de la célula del huevo se inserta el núcleo de una célula somática de la misma (o, posiblemente, incluso de otra) especie, y luego se deja que la Naturaleza obre por sí misma.
Esto se ha intentado con animales tan complejos como un renacuajo.
No obstante, deja de ser tan sencillo a partir de la rana. Los huevos de rana son desnudos y pueden manipularse con facilidad. Se desarrollan en el agua y es posible dejarlos allí después de la micro-operación.
Los huevos de los reptiles y aves, no obstante, están encerrados en cáscaras, lo cual añade dificultades técnicas. Los huevos de mamífero son muy pequeños, muy delicados y se dañan con facilidad. Además, incluso aunque se remplace el huevo de un mamífero, deberá ser implantado en el útero de una hembra y permitir que llegue allí a su término.
Los problemas prácticos de la clonación de los mamíferos son tales, que no existe posibilidad de que, durante algún tiempo aún, se llegue a alcanzar el éxito.[31] No obstante, los biólogos están tan ansiosos por llevar a cabo esta hazaña, que lo intentan con todas sus fuerzas. Llegado el momento, no existe la menor duda de que alcanzarán el éxito. ¿Y para qué propósito?
Si la clonación pudiese realizarse al por mayor, un biólogo podría tener todo un grupo de animales con idéntica dotación genética, una serie de diez mil ratones idénticos gemelos, por ejemplo. Habría numerosos animales experimentales que podían ser tratados con la esperanza de unos resultados más provechosos, siempre y cuando el asunto de la variación genética pudiese eliminarse.
Con la adición de otras técnicas de ingeniería genética, sería posible producir toda una serie de animales, con idéntico equipo genético, excepto que, en ese caso, un gen es quitado o alterado, tal vez un gen diferente en cada individuo. La ciencia de la genética podría avanzar entonces con botas de siete leguas.
También existirían usos prácticos. Un toro de mucho precio o una gallina campeona en poner huevos podrían ser clonados y las características genéticas, responsables de este aspecto del animal que le hace romper tantas marcas, podría preservarse sin la posibilidad de disminución por la actuación recíproca de los genes obtenidos de un segundo padre.
Además, las especies en peligro podrían aumentar sus posibilidades de supervivencia, si tanto los machos como las hembras fuesen clonados una y otra vez. Cuando el número de individuos hubiese aumentado lo suficiente, se permitiría la reproducción sexual de nuevo.
Podemos incluso soñar con encontrar un mamut helado y con algunos núcleos celulares no del todo muertos. Entonces sería posible clonar uno de ellos a través del útero de una elefanta. y si pudiésemos conseguir un macho y una hembra de mamut…
En realidad, si la clonación se exagera, la ventaja evolutiva de al reproducción sexual se encuentra en cierta medida neutralizada, y acabaríamos en una especie en la que la variabilidad genética sería demasiado estrecha para una supervivencia a largo término.
Resulta importante recordar que la más importante posesión genética de cualquier especie no es este o aquel gen, sino todo el saco mezclado. Cuando mayor sea la variedad de los genes disponibles en una especie, más segura está contra las vicisitudes de la fortuna. La existencia de desórdenes congénitos y deficiencias de genes es el precio pagado por la ventaja de la variedad y versatilidad.
¿Y qué hay acerca de los seres humanos clonados, lo cual es, a fin de cuentas, el tema principal de la Canción de Randall?
Todo esto tal vez no sea tan importante como usted piensa. La perspectiva de esa importancia descansa, principalmente, en ciertos malentendidos por parte del público. Por ejemplo, algunas personas jadean ante los clones porque piensan que se encuentran en el umbral de la inmortalidad personal. Están equivocados por completo.
Su clon no es usted. Su clon es su hermano gemelo (o hermana), y no es más usted que lo que puede serlo su ordinario e idéntico hermano gemelo. Su clon no tiene su conciencia, y si usted muere, usted está muerto. No puede vivir en su clon. Una vez se comprenda esto, sospecho que gran parte del interés sobre los clones desaparecerá.
Algunas personas temen a los clones, por otra parte, porque se imaginan que los retrasos mentales pueden ser clonados a fin de constituir con ellos un gran ejército de carne de cañón para los déspotas y que serían de gran utilidad para la conquista del mundo.
¿Por qué preocuparse? Nunca ha habido ninguna dificultad en encontrar personas para carne de cañón en ninguna parte del mundo, ni siquiera sin clonación, y el proceso ordinario de suministrar nuevos soldados para los déspotas es infinitamente más barato que la clonación.
De una forma más razonable, se puede argüir que el clon de un gran ser humano conservaría su equipamiento genético y, por lo tanto, podría haber otro ser humano de la misma clase. En este caso, el uso principal de la clonación sería el reproducir gemos.
Y eso, me parece, sería una pérdida de tiempo. No vamos, necesariamente, a tener que producir millares de genios trascendentales de un Einstein, o millares de villanos diabólicos como un Hitler.
A fin de cuentas, un ser humano es más que sus genes. Su clon es el resultado de su núcleo al ser colocado en una célula ovular extraña, y el citoplasma extraño en esa célula ovárica tendrá, seguramente, un efecto sobre el desarrollo del clon. El huevo deberá ser implantado en un útero extraño y eso, también, tendrá influencia sobre el desarrollo del organismo.
Aunque una mujer debiera tener uno de sus núcleos somáticos implantados en una de sus propias células ováricas, si hubiese que implantar luego la célula del huevo en el útero de su propia madre (que vamos a suponer que sea aún capaz de llevar a cabo el embarazo de un niño), el nuevo organismo nacerá en circunstancias diferentes y esto también tendría un efecto sobre la personalidad.
Por ejemplo, supongamos que usted desea un centenar de Isaac Asimov, para que el abastecimiento de ensayos a F SF nunca flaquee. Debería pedir lo que ha hecho de mí la clase de escritor que soy, o un escritor a secas. ¿Eran sólo mis genes?
Fui educado en una confitería bajo un padre de la escuela antigua que, aunque era judío, constituía la corporización viviente de la ética protestante. Me hicieron trabajar incesantemente hasta que ya no pude hacer otra cosa. Además fui criado durante la Gran Depresión y tenía que encontrar una forma de ganarme la vida, o bien heredar la confitería, lo cual era algo que yo no quería hacer. Al mismo tiempo, viví en un tiempo en que las revistas de ciencia ficción, y las revistas de poca categoría en general, se iban haciendo cada vez más fuertes, y cuando un hombre joven podía vender relatos escritos torpemente porque la demanda era mucho mayor que la oferta.
Todo esto en conjunto, se deletrea en realidad sólo como yo. Los clones de Isaac Asimov, una vez que creciesen, simplemente no vivirían en el mismo contexto social que yo, ni estarían sometidos a las mismas presiones, ni tendrían tampoco las mismas oportunidades. Y lo que es más, cuando escribo, simplemente escribo, no se espera nada particular de mí. Cuando mis clones escribiesen, sus productos serían siempre comparados con el Gran Oriental, yeso descorazonaría y lo estropearía todo.
El resultado final sería que, aunque mis clones, o algunos de ellos, pudiesen convertirse en ciudadanos valiosos de una clase u otra, sería muy improbable que cualquiera de ellos llegase a ser otro Isaac Asimov, y su producción carecería de valor. Lo bueno que podría conseguirse no valdría la reducción que representaría en la total variabilidad genética de la Humanidad.
Sin embargo, tampoco cabe decir que la clonación sea algo totalmente carente de valor. Podrían existir ventajas puramente teóricas al estudiar el desarrollo de los embriones, con variaciones conocidas en sus genes que, excepto para esas variaciones, tendrían idéntico equipamiento genético. (Esto alzaría serias cuestiones éticas, como sucede con todo tipo de experimentación humana, pero éste o es el tema principal en este momento.)
Luego, supongamos también que fuese posible aprender lo suficiente acerca del desarrollo embriónico humano, para guiar a los embriones por toda clase de veredas especializadas, que producirían una clase de monstruo que tuviese un corazón de tamaño enorme, mientras todo lo demás sería vestigial, o un riñón del tamaño de un hombre, o unos pulmones, o hígado, o piernas con iguales características. Con sólo un órgano desarrollándose, con técnicas de crecimiento forzado (en el laboratorio, naturalmente, y no en el útero humano), podrían lograrse desarrollos de semejante tamaño en cosa de sólo unos meses.
Podemos por ello imaginar que, en el nacimiento, cada ser humano individual fuese objeto de unas biopsias sacadas de un dedito del pie, hasta conseguir unos centenares de células vivientes, que podrían ser, al instante, congeladas y destinadas para un posible uso. (Esto se efectúa al nacer, porque cuanto más joven es la célula tanto más eficientemente es factible de clonar.)
Estas células servirían como eventuales bancos de órganos para el futuro. Si llegase el momento en que a un adulto empezase a fallarle el corazón, o tuviese un páncreas en declive, o cualquier otra cosa; o si se hubiese perdido una pierna en un accidente o hubiese habido que amputarla. En ese caso, todas esas células congeladas desde hacía tanto tiempo, se descongelarían y entrarían en función.
Entonces crecería un órgano de repuesto y, dado que poseería, exactamente, el mismo equipo genético que el viejo, el cuerpo no lo rechazaría. Seguramente, ésta sea la mejor aplicación posible de la clonación.