-Invítame a entrar, -dijo- Mickey, justo fuera de la ventana. Su cara, blanca y furiosa, brillaba en la lluvia. Su pelo negro estaba aplastado sobre su cráneo..
-Desde luego que no, -dije, arrodillándome al lado de Eric-, quien parpadeó para mi alivio. No, que él pudiera estar muerto, desde luego, pero de todos modos, cuando ves a alguien recibir un golpe así, sea vampiro o no, es simplemente aterrador. Eric había caído frente al sillón, que estaba de espaldas a la ventana, así que Mickey no podía verlo.
Pero ahora yo podía ver lo que Mickey estaba sujetando con una mano: Tara. Ella estaba casi tan pálida como él, y había sido golpeada hasta que su rostro parecía una masa sanguinolenta. La sangre estaba saliendo por las comisuras de su boca. El flaco vampiro apretaba su brazo despiadadamente.
-La mataré si no me dejas entrar, -dijo-, y para demostrar su punto, puso ambas manos alrededor de su cuello y comenzó a apretar. El golpe de un relámpago alumbró encima de la cara desesperada de Tara mientras luchaba débilmente entre sus brazos. Sonrió con los colmillos completamente expuestos.
Si lo dejaba entrar, nos mataría a todos. Si lo dejaba afuera tendría que mirarlo matar Tara. Sentí las manos de Eric tomar mi brazo.
-Hazlo, -dije-, sin apartar la mirada de Mickey. Eric me mordió y dolió como el infierno. No me preparó en absoluto. Estaba desesperado por curarse de prisa.
Solo tenía que soportar el dolor. Intenté con fuerza mantener mi cara tranquila, pero entonces comprendí que tenía una gran razón para parecer trastornada.
-¡Déjala ir! -le grité a Mickey, tratando de ganar algunos segundos. Me pregunté si algunos de los vecinos estarían levantados y podían escuchar el alboroto, y recé por que no salieran a averiguar que es lo que estaba pasando. Incluso tuve miedo por la policía, si venían. No teníamos ningún vampiro policía para manejar a transgresores de la ley vampiros, como en otras ciudades.
-La dejaré ir cuando me dejes entrar, -gritó Mickey-. Parecía un demonio ahí en la lluvia. ¿Cómo se encuentra tu domesticado vampiro?
-Todavía esta inconsciente, -mentí-. Lo lastimaste mucho. No me tomó ningún esfuerzo en absoluto hacer como si estuviese al borde de las lágrimas.
-Puedo ver su cráneo, -lloré-, mirando hacia abajo a Eric para ver que todavía se alimentaba, con tanta gula como un bebé hambriento. Su cabeza se reponía cuando lo miré. Yo había visto a vampiros curarse antes, pero todavía era asombroso.
-Incluso no puede abrir sus ojos, -añadí de modo afligido-, y en este mismo momento los ardientes ojos azules de Eric se abrieron. No sabía si estaba en condiciones de pelear aún, pero no podía ver si Tara se estaba asfixiando. No aún, -dijo Eric urgentemente-, pero yo ya le había dicho Mickey que entrara.
-Oops, -dije-, y luego Mickey se deslizó por la ventana en un movimiento curiosamente incorpóreo. Eliminó el vidrio roto de la ventana sin cuidado, no vi que le doliera el corte. Arrastró a Tara tras de él, aunque al menos había cambiado su sostén del cuello a su brazo. Luego la dejó caer en el suelo, y la lluvia que entraba en la ventana la cubrió por completo, aunque no podría estar mas mojada de lo que ya estaba. No estuve segura que estuviera consciente. Sus ojos estaban cerrados sobre su cara ensangrentada, y sus contusiones se estaban poniendo oscuras. Me puse de pie, tambaleándome con la pérdida de sangre, pero manteniendo mi muñeca oculta descansándola en la parte trasera del sillón. Yo había sentido a Eric lamerla, pero tomaría unos minutos para curarse.
-¿Qué quieres? -Pregunté a Mickey-. Como si yo no lo supiera.
-Tu cabeza, perra, -dijo-, sus facciones enjutas retorcidas con el odio, sus colmillos completamente expuestos, se veían blancos, afilados y agudos bajo la luz brillante de la lámpara del techo.
-¡Ponte de rodillas ante tus superiores! Antes de que pudiera reaccionar, mejor dicho antes que siquiera pudiera parpadear, el vampiro me golpeó con el dorso de la mano y tropecé a través de la pequeña habitación, consiguiendo caer en medio del sofá antes de deslizarme al piso. El aire se escapó de mi pecho ante el golpe, y simplemente no me pude mover, incluso por un agonizante minuto no pude respirar siquiera. Mientras tanto, Mickey estaba encima de mí, sus intenciones completamente claras cuando comenzó a desabrochar sus pantalones. - ¡Esto es para lo único que sirves! -dijo, con su odiosa voz llena de desprecio. Él intentó entrar en mi cabeza, también, obligándome a que sintiera miedo contra el.
Y mis pulmones se inflaron. El alivio de respirar era exquisito, incluso dadas las circunstancias. Con el aire vino la rabia, como si yo lo hubiera inhalado con el oxígeno. Esta era la tarjeta de triunfo que los machos bravucones jugaban siempre. Me enfermaba, que tratara de asustarme con su pene como si fuera el coco.
-¡No! -Grité encima de el-. ¡No! Y finalmente puede pensar otra vez; finalmente el miedo se alejó de mí. ¡Tu invitación es rescindida! -Grité-, y fue su turno de entrar en pánico. Se levantó en frente de mí, viéndose ridículo con sus pantalones abiertos, y de regreso a la ventana, pisoteando a la pobre Tara cuando salía. Trató de doblarse para sostenerla y así salir junto con ella, pero yo gateé a través de la pequeña habitación para agarrar sus tobillos, y los brazos de Tara estaban demasiado resbaladizos con la lluvia para poder sostenerlos y la magia que lo tenía atrapado era demasiado fuerte. Un segundo después estuvo de pie afuera gritando de rabia. Entonces él miró hacia el este, como si oyera que alguien lo estaba llamando, y desapareció en la oscuridad.
Eric se sentó casi tan asustado como Mickey.
-Ese fue el pensamiento más claro que la mayoría de los humanos pueden manejar -dijo suavemente ante el repentino silencio-. ¿Como estas Sookie? Extendió una mano y me jaló a su lado. Yo mismo me siento mucho mejor. He tenido tu sangre sin tener que persuadirte para que me la dieras, y no tuve que luchar contra Mickey. Tu misma hiciste todo el trabajo.
-Fuiste golpeado en la cabeza con una roca, -señalé-, contenta de que me sostuviera aunque fuera solo por un minuto, aunque sabía que tenía que llamar una ambulancia para Tara. Yo misma me sentía un poco débil.
-Un pequeño precio que pagar, - dijo Eric-. Sacó su teléfono celular, lo abrió, y presionó el botón de redial. Salome, -dijo Eric- me alegra que tu me hayas contestado la llamada. Esta tratando de huir…
Escuche la escalofriante sonrisa al otro lado de la línea. Se escuchaba glacial. Ni por un segundo sentí lástima por Mickey, pero me alegré no tener que presenciar su castigo.
-¿Salome lo atrapará? -Pregunté-.
Eric asintió feliz, mientras devolvía el teléfono a su bolsillo. -Y puede hacer las cosas para el, mucho más dolorosas que cualquier cosa que puedas imaginar, -dijo-. -Aunque puedo imaginar muchas cosas ahora mismo.
-¿Ella es, ahh, es creativa?
-Él es suyo. Ella es su señora. Puede hacer lo que desea con el. No puede desobedecerla y salir impune. Tiene que ir hacia ella cuando ella lo llama, y lo esta llamando.
-No por el teléfono, supongo, -aventuré-.
Sus ojos destellaron mirándome.
-No, ella no necesita un teléfono. Esta tratando de escaparse, pero irá con ella eventualmente. Mientras mas tiempo aguante, más grave será su tortura. Por supuesto, -añadió, en caso de yo perdiera el punto-, así es como debe de ser.
-¿Pam es tuya, verdad? -Pregunté-, cayendo sobre las rodillas y poniendo mis dedos en el frío cuello de Tara. No quería mirarla.
-Sí, -dijo Eric-. Ella es libre de marcharse cuando quiera, pero tiene que volver cuando le avise que necesito su ayuda.
No sabría decir como sentía sobre eso, pero esto realmente no hacia mucha diferencia. Tara jadeó y gimió. -Despierta, chica, -dije-. - ¡Tara! Voy a llamar una ambulancia para ti.
-No, -dijo bruscamente-. No. Esa palabra había circulado mucho esta noche.
-Pero estas malherida-
-No puedo ir al hospital. Todos lo sabrían.
-Todos sabrían que alguien te golpeó cuando no puedas ir a trabajar durante un par de semanas, idiota.
-Puede tomar un poco de mi sangre, -ofreció Eric-. Estaba mirando a Tara sin ninguna emoción.
-No, -dijo-. -Preferiría morir.
-Podrías morir, -dije, revisándola-. Oh, pero tú has tenido la sangre de Franklin o Mickey. Yo asumía que había algún tipo de toma y daca en sus relaciones sexuales.
-Desde luego que no, -dijo impresionada-. El horror en su voz me desconcertó. Yo había tomado sangre de vampiro cuando la había necesitado. La primera vez, habría muerto sin ella.
-Entonces tienes que ir al hospital. Realmente era urgente que lo hiciera ya que podría tener heridas internas.
-Me asusta que no puedas moverte, -protesté-, cuando ella intentó sentarse. El Sr Súper fueza no ayudó, cosa que me irritó, ya que él podría haberla levantado fácilmente.
Pero por fin Tara se las arregló para sentarse con la espalda contra la pared, por la ventana entraban ráfagas de aire frío que hacia que las cortinas se movieran de un lado a otro. La lluvia había disminuido hasta que sólo una gota o dos nos seguía salpicando. El linóleo frente a la ventana estaba húmedo por el agua y la sangre, y los vidrios estaban tirados en filosos y brillantes fragmentos, algunos de ellos estaban pegados en la piel y la ropa húmeda de Tara.
-Tara, escúchame, -dijo Eric-. Ella alzó la vista hacia él. Debido a que estaba cerca de la lámpara fluorescente, tuvo que entrecerrar los ojos. Pensé que su estado daba lástima, pero Eric no parecía ver a la misma persona que yo veía.
-Tu codicia y tu egoísmo - nos pusieron a mí y a tu amiga Sookie en peligro. Dices que eres su amiga, también, pero no actúas como tal.
¿No me había prestado un traje cuándo lo necesitaba? ¿No me había prestado su coche cuándo el mío se había quemado? ¿No me había ayudado en otras ocasiones cuándo la necesité?
-Eric, esto no es de tu incumbencia, -dije-.
-Tú me llamaste y pediste mi ayuda. Esto lo hace de mi incumbencia. Llamé a Salome y le dije lo que estaba haciendo su hijo, y se lo ha llevado para castigarlo por ello. ¿Esto no es lo que tú querías?
-Sí, -dije-, y me avergüenza decir que parecía hosca.
-Entonces voy a hacerle comprender a Tara las cosas. -La miró fijamente-. ¿Me comprendes?
Tara asintió dolorosamente. Los moretones sobre su cara y garganta parecían estar oscureciéndose conforme transcurrían los minutos.
-Conseguiré algo de hielo para tu garganta, -le dije-, y entré corriendo a la cocina para verter el hielo de las bandejas plásticas en una bolsa. No quería escuchar a Eric regañando a Tara; ella lucía muy lastimada.
Cuando volví menos de un minuto más tarde, Eric había terminado lo que tenía que decirle a Tara. Ella tocaba su cuello con cautela, y tomó la bolsa que le di y la sostuvo contra su garganta. Mientras yo me inclinaba sobre ella, ansiosa y preocupada, Eric estaba de vuelta con su teléfono celular.
Temblé de preocupación.
-Necesitas a un doctor, -la urgí-.
-No, -dijo-.
Alcé la vista hacia Eric, que justamente terminaba su llamada telefónica. Él era el experto en lesiones.
-Se curará sin ir al hospital, -dijo brevemente-. Su indiferencia hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Justo cuando pensaba que me había acostumbrado, los vampiros me mostraban su verdadero rostro, su cara verdadera, y yo tenía que recordarme nuevamente, que ellos eran una raza diferente. O tal vez era el resultado de los siglos de acondicionamiento lo que hacia la diferencia; las décadas de eliminar a la gente que ellos escogían, tomando de ellos lo que querían, soportando la dualidad de ser los seres más poderosos sobre la tierra en la oscuridad, y con todo completamente indefensos y vulnerables durante las horas de luz.
-¿Pero no tendrá ella daño permanente? ¿Algo que los doctores pudieran arreglar si la atienden más rápidamente?
-Estoy bastante seguro de que su garganta esta ligeramente lastimada, y solo tendrá moretones. Tiene algunas costillas fracturadas por la paliza, posiblemente algunos dientes flojos. Mickey podría haberle roto la mandíbula y su cuello muy fácilmente, lo sabes. Probablemente el quería que ella fuera capaz de hablar contigo cuando la trajera aquí, así que se contuvo un poco. Contaba con que tú entraras en pánico dejándolo entrar. No creyó que pudieras recuperar tus ideas tan rápidamente. Si yo hubiera sido él, mi primer movimiento habría sido dañar tu boca o cuello, así no habrías podido rescindir mi entrada.
Aquella posibilidad no se me había ocurrido, y palidecí.
-Cuando te golpeó con el dorso de su mano, creo que eso era lo que quería, -siguió Eric desapasionadamente-.
Había escuchado bastante. Empujé una escoba y el recogedor en sus manos. Él los miró como si fueran artefactos antiguos y no pudiera comprender su uso.
-Barre, -dije-, usando una toallita húmeda para limpiar la sangre y la tierra de mi amiga. No sabía cuanto estaba absorbiendo Tara de esta conversación, pero sus ojos estaban abiertos y su boca cerrada, así que tal vez estaba escuchando. Tal vez solo estaba soportando el dolor.
Eric movió la escoba experimentalmente e hizo un intento de barrer los vidrios al recogedor que estaba en el piso. Desde luego, el recogedor se movió. Eric frunció el ceño.
Finalmente había encontrado algo que Eric hacia mal.
-¿Puedes ponerte de pie? -Le pregunté a Tara-. Ella enfocó mi cara y asintió ligeramente. Me agaché y tomé sus manos. Despacio y dolorosamente, se sostuvo sobre sus rodillas, y luego empujó cuando tiré de ella. Aunque la ventana se hubiera roto sobre todo en pedazos grandes, unos pedazos de vidrio se cayeron de ella cuando se elevó, y le eche una mirada a Eric para asegurarme que él entendía que debería limpiarlos. Tenía una mueca agresiva en su boca.
Intenté poner mi brazo alrededor de Tara para ayudarla a llegar a mi dormitorio, pero mi hombro herido dio un fuerte latido de dolor tan inesperado que me estremecí. Eric dejó caer el recogedor. Recogió a Tara en un ademán suave y la puso sobre el sofá en lugar de en mi cama. Abrí la boca para protestar y él me miró. Cerré la boca. Entré en la cocina y traje una de mis píldoras del dolor, y conseguí persuadir a Tara para que tragara una. La medicina pareció dejarla pasmada, o tal vez solamente no quería volver a ver a Eric. De todos modos, mantuvo sus ojos cerrados y fue aflojando el cuerpo y gradualmente su respiración se estabilizó.
Eric me pasó la escoba con una sonrisa triunfante. Debido a que él había levantado a Tara, evidentemente estaba obligada a cargar con su tarea. Era incómodo debido a mi hombro herido, pero terminé de barrer los vidrios y deshacerme de ellos en una bolsa de basura. Eric se volvió hacia la puerta. Yo no había oído a nadie llegar, pero Eric abrió la puerta a Bill, antes de que este hubiera tocado siquiera. La llamada que hizo Eric, debía haber sido a Bill. En cierto modo esto tenía sentido; Bill vivía en el feudo de Eric, o como quiera que ellos lo llamaran. Eric necesitaba ayuda, así que Bill estaba obligado a proporcionarla. Mi ex iba cargado con una caja de madera, un martillo, y una caja de clavos.
-Entra, -dije cuando Bill se detuvo en la entrada, y sin decir una palabra el uno al otro, los dos vampiros clavaron la madera tapiando la ventana. Decir que me sentía incómoda sería un eufemismo, aunque gracias a los acontecimientos de la tarde no fui tan susceptible como lo habría estado en otra ocasión. Sobre todo estaba preocupada por el dolor de mi hombro, la recuperación de Tara, y el paradero de Mickey. En el espacio adicional que había dejado después de esas preocupaciones, agregue alguna ansiedad sobre reemplazar la ventana de Sam, y si los vecinos habían escuchado lo suficiente de este altercado para llamar a la policía. Al final, pensé que no habían escuchado nada; si fuera lo contrario alguien estaría ya aquí ahora.
Después de que Bill y Eric terminaron la reparación temporal de la ventana, me observaron trapear el agua y la sangre sobre el linóleo. El silencio comenzó a pesar en exceso sobres los tres: al menos, sobre el tercio que me tocaba. La ternura y la preocupación de Bill hacia mí la noche anterior me habían sensibilizado. Pero el reciente conocimiento que Eric tenía de nuestra intimidad levantó mi cohibición a un nivel completamente nuevo. Estaba en la misma habitación con dos tipos que sabían que yo había dormido con ambos.
Quería cavar un agujero, echarme dentro y cerrar la entrada, igual que en una tira cómica. No podía mirar a ninguno de los dos a la cara.
Si rescindiera sus invitaciones, ambos tendrían que salir sin una palabra; pero en vista del hecho de que ambos me habían ayudado, tal procedimiento sería grosero. Anteriormente había resuelto mis problemas con ellos de ese modo. Aunque me tentara repetirlo para aliviar mi vergüenza personal, simplemente no podía hacerlo. ¿Así que, que haríamos después?
¿Debería provocar una disputa? Los gritos podrían limpiar el aire. O tal vez un franco reconocimiento de la situación… no.
Tuve una repentina imagen mental de nosotros tres amontonados en la cama matrimonial del pequeño dormitorio. En vez de pelear para resolver nuestros conflictos, o hablar abiertamente de nuestros problemas, podríamos… no. Podía sentir como mi cara enrojecía, mientras estaba dividida entre la diversión histérica y una gran vergüenza, incluso aunque solo fueran pensamientos dentro de mi cabeza. Jason y su amigo Hoyt a menudo hablaban en mi presencia de que la fantasía de cada hombre era estar en la cama con dos mujeres. Y los hombres que entraban en el bar hacían eco a esas ideas, como yo había podido comprobar la teoría de Jason leyendo una muestra arbitraria de mentes masculinas. ¿Seguramente a mi también me era permitido entretenerme con la misma clase de fantasía? Sonreí, un poco histérica, cosa que definitivamente asustó a ambos vampiros.
-¿Esto es divertido? -preguntó Bill, señalando la ventana tapiada, a Tara recostada, y a la venda sobre mi hombro. Él omitió señalar con el dedo a Eric o a el mismo. Me reí a carcajadas.
Eric inclinó una rubia ceja.
-¿Somos divertidos?
Asentí mudamente. Seguí pensando tonterías.
Al menos en parte porque estaba cansada, y tensa, y débil por la pérdida de sangre, entré en el terreno de lo absurdo. Me reí aún más fuerte cuando vi las caras de Eric y Bill. Tenían expresiones casi idénticas de exasperación.
Eric dijo:
-Sookie, no hemos terminado nuestra discusión.
-Por supuesto, que lo hemos hecho, -dije-, aunque todavía estuviera riendo. Te pedí un favor: liberar a Tara de su esclavitud de Mickey. Me pediste un pago por ese favor: que te contara lo que pasó cuando perdiste la memoria. Tú cumpliste tu parte del trato, y yo también. Comprar y pagar. Fin del tema.
Bill miraba de Eric a mí. Ahora que sabía que Eric conocía lo que yo sabía… me reí tontamente otra vez. Entonces el vértigo me inundó, desinflándome, seguro.
-Buenas noches a ambos, -dije-. -Gracias, Eric, por recibir esa roca en la cabeza, y por estar pegado a tu teléfono toda la tarde. Gracias, Bill por venir tan tarde a reparar la ventana. Te lo agradezco, incluso si viniste porque Eric te llamó. En circunstancias ordinarias - si hubiera tales cosas como circunstancias ordinarias con vampiros alrededor- les habría dado a cada un abrazo, pero ahora eso me parecía demasiado extraño.
-Shoo, -dije-. -Tengo que acostarme. Estoy extenuada.
-¿Uno de nosotros no debería quedarse aquí contigo esta noche? -Preguntó Bill-.
Si yo hubiera tenido que decir sí a eso, tendría que escoger a uno de ellos para que se quedara conmigo esa noche, y al que habría escogido sería a Bill - Si yo pudiera estar segura de que el fuera apacible y tan poco exigente como la noche anterior. Cuando estas deprimida y en problemas la cosa mas estupenda del mundo es sentirse apreciado. Pero aun eso, era demasiado para esta noche.
-Creo que estaré bien, -dije-. Eric me asegura que Salome va a arreglar el problema de Mickey en seguida, y necesito dormir más que nada. Apreciaría que ambos se fueran esta noche.
Durante un largo momento pensé que ellos dirían: "No" e intentarían convencerme. Pero Eric me besó la frente y se marchó, y Bill para no ser superado, rozó mis labios con los suyos y también se marchó. Cuando los dos vampiros se fueron, me sentí feliz de estar sola.
Desde luego, yo no estaba exactamente sola. Tara estaba acostada sobre el sofá. Me aseguré que estuviera cómoda, le quité sus zapatos, conseguí la manta de mi cama para cubrirla y luego caí en mi propia cama.
CAPITULO 14
Dormí por muchas horas. Cuando me desperté, Tara se había ido. Sentí una puñalada de pánico, hasta que me di cuenta que había doblado la manta, se había lavado la cara en el cuarto de baño (la toalla estaba mojada), y se había puesto sus zapatos. Me había dejado una pequeña nota, también en un viejo sobre que tenía escrito el principio de mi lista de compras. La nota decía, te llamaré más tarde. T. Breve y concisa, y no evocaba precisamente el amor de una hermana.
Me sentí un poco triste. Pensé que yo no sería la persona favorita de Tara por un tiempo. Había tenido que mirar más estrechamente dentro de ella misma más de lo que deseaba.
Hay tiempo para pensar, y tiempo para estar improductivo. Hoy sería un día inactivo. Mi hombro se sentía mucho mejor, y decidí que iría al Wal-Mart en Clarice y compraría todo lo que necesitaba en un solo viaje. También, allá no vería a tantas personas conocidas, y no tendría que hablar del atentado que sufrí.
Era muy tranquilo el anonimato en una tienda de esas dimensiones. Me moví despacio y leí etiquetas, incluso escogí una cortina de baño para el cuarto de baño del duplex. Me tomé mi tiempo para completar mi lista. Cuando transferí los bolsos del carrito de supermercado al auto, traté de cargarlas todas con el brazo derecho. Prácticamente apestaba a virtud (por mi buen comportamiento), cuando regresé a la casa de Berry Street.
La furgoneta de la floristería de Bon Temps estaba en la entrada. Cada mujer siente un pequeño salto en su corazón cuando ve el camión de la floristería en su puerta, y yo no era ninguna excepción.
-Tengo una entrega múltiple aquí, -dijo la esposa de Bud Dearborn, Greta. Greta era sosa y regordeta como el sheriff, pero su naturaleza era feliz y abierta. -Eres una chica afortunada, Sookie.
-Sí, señora, lo soy, -acordé un poco irónica-. Después de que Greta me hubo ayudado a entrar con mis bolsas, empezó a entrar con las flores.
Tara me había enviado un pequeño florero de margaritas y claveles. Estoy muy encariñada con las margaritas, y el amarillo y el blanco se veían bastante bien en mi pequeña cocina. La tarjeta solo decía “de Tara.”
Calvin había enviado un pequeño arbusto de gardenia envuelto en papel de seda y un gran moño. Estaba lista para salir del bote de plástico y ser plantada en cuanto el peligro de una helada estuviera finalizado. Estaba asombrada por la consideración del obsequio, ya que el arbusto de gardenia perfumaría mi jardín por años. Como él había tenido que llamar por teléfono para hacer el pedido, la tarjeta solo decía “Pensando en ti, Calvin.”
Pam me había enviado un bouquet, y la tarjeta decía, “Que no te disparen más”. De la pandilla de Fangtasia. Esto me hizo reír un poco. Automáticamente pensé escribir notas de agradecimiento, pero por supuesto no tenía mis artículos de escritorio conmigo. Pasaría por la farmacia y conseguiría algunos. La farmacia del centro de la ciudad tenía una esquina que en donde estaba una tienda de tarjetas, y también aceptaba paquetes de UPS. Tenías que diversificarte en Bon Temps.
Guardé en su sitio mis compras, colgué torpemente la cortina de baño, y me empecé a arreglar para ir a trabajar.
Sweetie Des Artes fue la primera persona que vi cuando atravesé la entrada de los empleados. Tenía los brazos llenos de toallas de cocina, y traía puesto su delantal.
-Eres una mujer dura de matar, -comentó-. ¿Cómo te has sentido?
-Estoy bien, -dije-. Parecía que Sweetie había estado esperándome, y aprecié el gesto.
-Escuché que te agachaste justo a tiempo, -dijo-. ¿Cómo fue eso? ¿Escuchaste algo?
-No exactamente, -dije-. Sam cojeó afuera de su oficina entonces, usando su bastón. Estaba frunciendo el ceño. No quería explicar mi pequeña peculiaridad a Sweetie al mismo tiempo que a Sam. Así que dije, - solo tuve un presentimiento, y me encogí de hombros, lo cual fue inesperadamente doloroso.
Sweetie agitó la cabeza ante mi milagrosa recuperación y dio la vuelta para irse por el bar de regreso a la cocina.
Sam me indicó con la cabeza que lo siguiera a su oficina, y aprensivamente lo seguí. Él cerró la puerta detrás de nosotros.
-¿Qué estabas haciendo cuando te dispararon? -preguntó-. Sus ojos estaban brillantes de cólera.
No iba a ser culpada por lo que me había pasado. Me quedé de pie delante de Sam, al nivel de su cara.
-Solamente fui por unos libros a la biblioteca, -dije entredientes.
-¿Así, que por qué pensarían que eras un cambia-formas?
-No tengo idea.
-¿Que habías estado haciendo?
-Había ido a ver a Calvin, y… mi voz fue desapareciendo, conforme captaba la idea.
-¿Así que, quien puede saber que hueles como un cambia-formas? -Pregunté despacio-. ¿Nadie como otro cambia-formas, correcto? O alguien con sangre de cambia-formas. O un vampiro. Alguna cosa sobrenatural.
-Pero no hemos tenido ningún cambia-formas extraño por aquí últimamente.
¿Has ido al lugar desde donde te dispararon para captar algún olor?
-No, la única vez que estuve en la escena de los disparos, estaba demasiado ocupado con la sangre que salía de mi pierna.
-Pero tal vez ahora podrías captar algo.
Sam miró hacia su pierna desconfiadamente. -Ha llovido, pero supongo que esto merece un intento, -concedió-. Debería haber pensado en ello yo mismo. Bien, esta noche, después de trabajo.
-Es una cita, -dije impertinente- cuando Sam se sentó en su chirriante silla. Puse mi bolso en el cajón del escritorio que Sam mantenía vacío y salí para comprobar mis mesas.
Charles trabajaba duro, y me dirigió una sonrisa e inclinó la cabeza antes de seguir con lo que estaba haciendo (sirviendo una cerveza). Una de nuestras borrachas constantes, Jane Bodehouse, estaba sentada en la barra con la mirada fija en los movimientos de Charles. No parecía que el vampiro estuviera incómodo. Vi que el ritmo del bar había regresado a la normalidad, el nuevo Barman había absorbido las tareas a fondo.
Después de que hube trabajado aproximadamente una hora, Jason entró. Tenía a Crystal abrazada. Y estaba tan feliz como nunca lo había visto. Estaba excitado por su nueva vida y muy feliz con la compañía de Crystal. Me pregunté cuanto duraría. Pero la misma Crystal parecía estar pensando lo mismo.
Ella me dijo que Calvin saldría del hospital al día siguiente e iría a casa, a Hotshot. Me aseguré de mencionar las flores que me había enviado y le dije que le prepararía algo de comer para celebrar el regreso de Calvin a su hogar.
Crystal estaba bastante segura de estar embarazada. Incluso a través de su enredado cerebro de cambia-formas, podía leer lo que pensaba tan claro como el sonido de una campana. No era la primera vez que me había enterado que alguna chica que salía con Jason estaba segura que lo iba a hacer padre y esperé que esta vez fuera tan falso como la última vez. No era que yo tuviera algo en contra de Crystal… bien, era una mentira la que me decía a mi misma. Realmente tenía algo contra Crystal. Crystal era parte de Hotshot, y nunca lo dejaría. No quería que ningún sobrina o sobrino mió fuera criado en aquella pequeña comunidad extraña, en el centro mismo de la palpitante influencia mágica del cruce de caminos.
Crystal mantenía el retraso de su último período en secreto para Jason, determinada a guardar silencio hasta estar segura de que fuera positivo. Lo aprobé. Tomó una cerveza mientras Jason derribó dos, y luego decidieron ir al cine a Clarice. Jason me dio un abrazo al salir mientras yo distribuía bebidas a un grupo de agentes de la ley. Alcee Beck, Bud Dearborn, Andy Bellefleur, Kevin Pryor, y Kenia Jones, más la nueva adquisición de Arlene, el investigador de incendios intencionados Dennis Pettibone, estaban todos agrupados alrededor de dos mesas juntas en una esquina del Bar. Había dos forasteros con ellos, pero adiviné bastante fácilmente que los dos hombres eran policías también, parte de algún destacamento de fuerzas especiales.
A Arlene le hubiera gustado atenderlos, pero claramente estaban en mi territorio, y claramente estaban hablando de algo grande. Cuando les estaba tomando su orden todos se callaron, y cuando me alejaba, volverían a seguir conversando de lo mismo. Por supuesto lo que ellos dijeran con sus bocas no hacía ninguna diferencia, ya que yo sabía lo que todos y cada uno de ellos estaba pensando.
Y todos ellos lo sabían bastante bien; y lo olvidaban. Alcee Beck, en particular, le asustaba a muerte, pero incluso el estaba muy ajeno mi capacidad, aunque yo lo hubiera hecho una demostración antes. Lo mismo podría ser dicho de Andy Bellefleur.
-¿De que se trata la convención de los agentes de la ley, y que es lo que estarán maquinando? -preguntó Charles-. Jane se había ido tambaleando al baño de damas, y él estaba temporalmente solo en la barra.
-Déjame ver, -dije, cerrando los ojos, así podría concentrarme mejor.
-Bien, están pensando en cambiar de lugar la vigilancia a otro estacionamiento esta noche, y están convencidos que el incendio esta conectado a los atentados y que la muerte de Jeff Marriot esta relacionada con todo, de algún modo. Ellos incluso se preguntan si la desaparición de Debbie Pelt es incluida en esta serie de crímenes, ya que ella fue vista por última vez cargando gasolina en una gasolinera cercana a Bon Temps. Y mi hermano, Jason, desapareció durante un tiempo un par de semanas; tal vez eso sea parte de la trama también. -Sacudí la cabeza y abrí los ojos para encontrar que Charles estaba inquietantemente cerca. Su ojo bueno, el derecho, miraba fijamente los míos.
-Tienes unos dones muy inusuales, jovencita, -dijo después de un momento. -Mi último patrón coleccionaba cosas inusuales.
-¿Con quien trabajabas antes de que entraras en territorio de Eric? -Pregunté-. Él dio la vuelta para preparar un Jack Daniel.
-El Rey de Mississippi, -dijo-.
Sentí como si alguien hubiera retirado una alfombra bajo mis pies.
-¿Porque dejaste Mississippi y viniste aquí? -Pregunté,- haciendo caso omiso de las risotadas de la mesa que estaba a metro y medio de distancia.
El Rey de Mississippi, Russell Edgington, me conocía como la novia de Alcide, pero él no sabía que era una telépata, que de vez en cuando trabajaba con vampiros. Era posible que Edgington pudiera tener algo de resentimiento en contra mía, ya que Bill había sido mantenido prisionero en el antiguo establo detrás de su mansión y torturado por Lorena, la criatura que había convertido a Bill en un vampiro ciento cuarenta años atrás. Bill se había escapado. Lorena había muerto. Russell Edgington no necesariamente sabía que yo había sido responsable de estos acontecimientos. Pero ahora quizás podría saberlo.
-Me harté de la tiranía de Russell, -dijo Charles. -No soy de su orientación sexual, y estar rodeado de esas perversiones se hizo pesado.
Edgington disfrutaba de la compañía de los hombres, esto era verdad. Él tenía una casa llena de ellos, así como un compañero humano, Talbot.
Era posible que Charles hubiera estado allí mientras yo estaba de visita, aunque no lo hubiera notado. Había estado seriamente lastimada la noche en que fui llevada a la mansión. No había visto a todos sus habitantes, y no necesariamente recordaba a quienes había visto.
Me di cuenta que el pirata y yo manteníamos nuestro contacto visual. Si ha estado vivo el tiempo suficiente, los vampiros pueden leer muy bien las emociones humanas, y me pregunté que estaría viendo Charles Twining en mi cara y comportamiento. Esta era una de las pocas veces en las que yo sentía no poder leer la mente de un vampiro. Me pregunté, si Eric era consciente de los antecedentes de Charles. ¿Seguramente Eric no lo habría tomado sobre sin una comprobación a fondo de sus antecedentes, verdad? Eric era un vampiro cauteloso. Había visto historia que yo no podía imaginar, y había sobrevivido porque era cuidadoso.
Finalmente di la vuelta para contestar la llamada de clientes impacientes que habían estado tratando de que les llenara sus vasos de cerveza durante varios minutos.
Evité hablar con nuestro nuevo Barman el resto de la tarde. Me pregunté porque me había contado tanto, o Charles quería que supiera que me estaba vigilando o realmente no tenía idea de que yo había estado en Mississippi recientemente.
Tenía mucho en que pensar.
La parte pesada de la noche finalmente terminó. Tuvimos que llamar al hijo de Jane para que viniera por su madre borracha, pero esto no era nada nuevo. El barman pirata había estado trabajando muy bien, sin cometer ningún error, asegurándose de que cada cliente se llevara una buena impresión cuando le servia sus órdenes. Su tarro de propinas lucía muy saludable.
Bill llegó para recoger a su huésped cuando estábamos cerrando. Quería tener una charla tranquila con él, pero Charles estuvo junto a Bill en un instante, así que yo no tuve oportunidad. Bill me dirigió una mirada extraña, pero se fueron antes de que pudiera hablar con él. No estaba segura de lo que yo diría, de todos modos. Me tranquilicé cuando comprendí que Bill había visto a los peores empleados de Russell Edgington, porque esos empleados lo habían torturado. Si Charles Twining le era desconocido a Bill, todo podría estar bien.
Sam estaba listo para ir a nuestra misión de olfateo. La noche era fría y las estrellas brillaban emitiendo destellos en el cielo de la noche. Sam se puso su abrigo, y yo me puse el mío rojo. Tenía un juego de guantes y un sombrero y los necesitaría esta noche. Aunque la primavera estuviera cada vez más cerca, el invierno no había terminado con nosotros aún.
Nadie estaba en el bar, excepto nosotros. El estacionamiento entero estaba vacío, excepto por el coche de Jane. La intensidad de las luces de seguridad hacia que las sombras se hicieran más profundas. Escuché el ladrido de un perro en la distancia. Sam se movía con cuidado sobre sus muletas, intentando conservar el equilibrio en el piso irregular del estacionamiento.
Sam dijo:
-Voy a cambiar. -No pensaba en su ropa-.
-¿Que le pasará a tu pierna si lo haces?
-Averigüémoslo.
Sam era sangre cambia-formas por ambos lados. Él podía cambiar aun cuando no fuera luna llena, aunque las experiencias fueran muy diferentes, me lo había dicho en una ocasión. Sam podía cambiarse en más de un animal, aunque los perros eran de su preferencia, y un collie era su opción entre los perros.
Se retiró detrás del seto delante de su remolque para quitarse su ropa. Incluso en medio de la noche, vi la perturbación en el aire que señalaba que la magia trabajaba alrededor de él. Él cayó sobre sus rodillas y jadeó, y luego ya no pude verlo más entre los densos arbustos. Después de un minuto, un bloodhound [16] salió a relucir, era rojo con las orejas balanceándose de un lado a otro. No estaba acostumbrada a ver a Sam de esa manera, y me tomó un segundo estar segura de que era él. Pero cuando el perro me miró, supe que mi jefe estaba dentro.
-Vamos Dean, -dije-. Había llamado a Sam por ese nombre en su aspecto de animal, en ocasiones anteriores, incluso antes de haber comprendido que el hombre y el perro eran la misma persona. El bloodhound trotó delante de mí a través del estacionamiento y entramos a los bosques donde el tirador había esperado a que Sam saliera del club. Miré el modo el que el perro se movía. Estaba apoyando su pierna trasera a la derecha, pero no drásticamente.
En el frío bosque, el cielo fue parcialmente bloqueado. Tenía una linterna, y la encendí, pero de algún modo eso hizo que los árboles se vieran más escalofriantes. El bloodhound-Sam alcanzó el lugar en donde la policía había decidido que era el lugar desde donde le habían disparado. Sacudiendo las orejas, el perro pegó la cabeza al suelo y se movió alrededor, clasificando todo el aroma que recibía. Me quedé fuera de su camino, sintiéndome inútil. Entonces Dean alzó la vista hacia mí y dijo, "Rowf", e inició el regreso al estacionamiento. Adiviné que había reunido toda la información que podía.
Cuando nos hubimos organizado, subí a Dean en el Malibu para llevarlo a otro sitio donde también había atacado el francotirador, detrás de algunos edificios viejos frente al Sonic donde se había ocultado el asesino que había matado a la pobre de Heather Kinman. Entré en el callejón de servicio detrás de las viejas tiendas y aparqué detrás de la tintorería de Patsy, que se había trasladado a una ubicación mas nueva y más conveniente hacía quince años. Entre la tintorería y la ruinosa tienda de pienso y semillas de Louisiana, había un estrecho hueco que proporcionaba una vista fenomenal del Sonic. El restaurante con servicio para automóviles, estaba cerrado durante la noche, debido a que el Sonic estaba sobre la calle principal del pueblo, había luz sobre toda la calle y yo en realidad podía ver bastante bien lo que se encontraba debajo de los postes de luz; lamentablemente, eso mismo hacía que las sombras fueran impenetrables.
Otra vez, el sabueso trabajó el área, prestando principal interés sobre la tira de hierbajos entre las dos viejas tiendas, una tira tan angosta que solo tenia el suficiente espacio para una persona. Pareció muy excitado con algún olor particular que encontró. Me emocioné, también, esperando que él hubiera encontrado algo que nosotros podríamos convertir en evidencia para la policía.
¡De repente el Dean soltó un Whoof! Y al levantar su cabeza para mirar delante de mí. Se concentró en algo, o en alguien indudablemente. Casi de mala gana, doble para ver. Andy Bellefleur estaba de pie en el punto donde el callejón de servicio cruzaba la brecha entre los edificios. Sólo su cara y el torso superior estaban a la luz.
¡Jesucristo, Pastor de Judea! ¡Andy, me diste un susto infernal! Si no hubiera estado mirando tan atentamente al perro, lo habría sentido llegar. Vigilancia, ¡maldición! Debí haberlo recordado.
-¿Qué haces aquí, Sookie? ¿Donde conseguiste al perro?
No podía pensar en una sola respuesta que pareciera plausible.
-Sentí que podía hacer el intento de ver si un perro entrenado pudiera recoger un solo olor de los diferentes sitios en donde fueron los atentados, -dije-. Dean se apoyó contra mis piernas, jadeando y babeando.
-¿Así, que cuando entraste tu a la nómina de Parish? - preguntó Andy. No me había dado cuenta que habías sido como investigador.”
Bien, esto no iba nada bien.
-Andy, si te apartas de mi camino, el perro y yo regresaremos a mi auto y nos iremos, y no tendrás que seguir enojado conmigo. Estaba bastante enojado, y estaba determinado a desquitarse conmigo, independientemente de lo que esto implicaba. Andy quería que el mundo estuviera alineado con lo hechos que él conocía, las pistas que el pudiera seguir y reconocer. No cabía en aquel mundo. Yo no entraba dentro de ese molde. Yo podía leer su mente, y no me gustó lo que estaba escuchando.
Demasiado tarde comprendí, que Andy había bebido demasiado durante la conferencia en el bar. Lo suficiente para remover sus restricciones habituales.
-Tú no deberías estar en nuestra ciudad, Sookie, -dijo-.
-Tengo tanto de derecho de estar aquí como tu, Andy Bellefleur.
-Tú eres una chiripa genética o algo así. Tu abuela era una mujer verdaderamente agradable, y la gente me dice que tu papá y tu mamá eran buenas personas. ¿Qué les pasó a ti y a Jason?
-No pienso haya nada equivocado conmigo ni con Jason, Andy, -dije con calma, pero sus palabras me picaron de la misma forma que hormigas rojas. Creo que somos personas normales, ni mejor ni peor que Portia y tú.
Andy en realidad resopló.
Repentinamente el cuerpo del bloodhound presionado contra mis piernas, empezó a vibrar. Dean estaba gruñendo casi imperceptiblemente. Pero él no miraba a Andy. La pesada cabeza del sabueso veía en otra dirección, hacia las sombras oscuras al final del otro callejón. Otra mente viva: un humano. No un humano regular, sin embargo
-Andy, -dije-. Mi susurro perforó su ensimismamiento. ¿Estas armado?
No supe si sentirme mucho mejor cuando sacó su pistola.
-Déjala caer, Bellefleur, -dijo una voz práctica que se escuchaba familiar-.
-Sandeces, -se mofó Andy. ¿Por qué debería hacerlo?
-Porque tengo un arma más grande, -dijo la voz fría y sarcástica-. Sweetie Des Artes dio un paso saliendo de las sombras, llevando un rifle. Estaba apuntando a Andy, y no tenía ninguna duda de que estaba lista para disparar. Parecía que mis tripas se habían convertido en gelatina.
-¿Por qué no simplemente se marcha, Andy Bellefleur? -preguntó Sweetie. Ella llevaba un overol de mecánico y una chaqueta, y sus manos estaban enguantadas. En realidad no se veía para nada como una cocinera de comida rápida. No tengo nada contra usted. Eres solamente una persona.
Andy sacudía su cabeza, intentando despejarse. Noté que no había dejado caer su arma aún.
-¿Usted es la cocinera del Bar, es correcto? ¿Por qué hace usted esto?
-Usted debería saberlo, Bellefleur. Escuché su pequeña conversación con la cambia-formas. Tal vez ese perro sea un humano, alguien que usted conoce. Ella no esperó que Andy respondiera. Y Heather Kinman era igual de mala. Se convirtió en un zorro. ¿Y el tipo que trabaja en Norcross, Calvin Norris? Es una maldita pantera.
-¿Y les disparaste a todos? ¿Me disparaste a mí, también? Quería asegurarme que Andy registraba esto. Hay solamente una cosa equivocada con tu pequeña vendetta, Sweetie. No soy un cambia-formas
-Hueles como uno, -dijo Sweetie, claramente segura que tenía razón.
-Algunos de mis amigos son cambia-formas, y aquel día yo había abrazado a algunos de ellos. Pero yo no soy una cambia-formas de ninguna clase.
-Culpable por asociación, -dijo Sweetie-. Apuesto que conseguirás un pequeño cambia-formas en algún momento.
-¿Que hay contigo? -Pregunté-. No quería que me dispararan otra vez. La evidencia sugería que Sweetie no era un tirador de primera: Sam, Calvin, y yo habíamos sobrevivido. Sabía que un blanco nocturno era difícil, pero de todos modos, se podría pensar que ella hubiera podido hacerlo mejor. ¿De que se trata tu pequeña venganza?
-Soy solamente una fracción de un cambia-formas, -dijo-, gruñendo tanto como Dean. Me mordió cuando tuve aquel accidente automovilístico. Este medio-lobo, medio-hombre… esa cosa… se acercó desde el bosque a la carretera donde yo estaba sangrando, y el maldito me mordió… y luego otro auto dio la vuelta por la curva y se escapó. ¡Pero la primera luna llena después de eso, mis manos cambiaron! Mis padres vomitaron.
-¿Y que pasó con tu novio? ¿Tenías novio? -Seguí hablando, intentando distraerla-. Andy se movía tan lejos de mí como podía, así ella no podría dispararnos a los dos rápidamente. Ella pensaba dispararme a mi primero, lo sabía. Quise que el bloodhound se alejara de mí, pero él se quedó lealmente presionado contra mis piernas. Ella no estaba segura de que el perro fuera un cambia-formas. Y, de una manera extraña, ella no había mencionado haberle disparado a Sam.
-Era bailarina de strip-tease, y vivía con un tipo fenomenal, -dijo- con la rabia burbujeando en su voz. Vio mis manos y el abundante pelo y me aborreció. Se marchó cuando la luna estaba llena. Haría viajes de negocios. Iría a jugar golf con sus amigos. Estaba retrasado para una reunión…solo excusas.
-¿Entonces, por cuánto tiempo les has estado disparando a los cambia-formas?
-Tres años, -dijo con orgullo-. He matado a veintidós y herido cuarenta y uno.
-Eso es horrible, -dije-.
-Estoy orgullosa de ello, -dijo-. Limpiar la plaga de la faz de la tierra.
-¿Siempre buscas trabajo en los bares?
-Me da una posibilidad para ver quienes son los hermanos, -dijo sonriendo-. Verifico en las iglesias y restaurantes, también. Y en las guarderías.
-Oh, no. -Pensé que iba a vomitar.
Mis sentidos estaban hiperalertas, así que se pueden imaginar entonces que yo sabía que había alguien en el callejón atrás de Sweetie. Podía sentir la cólera rumiando en una cabeza dos naturalezas. No miré, intentando mantener la atención de Sweetie tanto tiempo como pudiera. Pero hubo un poco de ruido, tal vez el sonido de una hoja de papel crujiendo en el suelo, y eso fue suficiente para Sweetie. Se dio la vuelta con el rifle sobre su hombro, y disparó. Hubo un chillido en la oscuridad en el fondo del callejón, y luego alguien gimiendo.
Andy aprovechó el momento y le disparó a Sweetie Des Artes mientras ella estaba volteada. Me presioné contra los ladrillos irregulares de la tienda de Semillas Louisiana, y cuando el rifle cayó de su mano, vi sangre salir de su boca, negra en la luz de las estrellas. Luego cayó.
Mientras Andy estaba de pie sobre ella, con su arma colgando de su mano, pase por delante de ellos para averiguar quien había venido en nuestra ayuda. Encendí mi linterna para descubrir a un hombre lobo, gravemente herido. ¡La bala de Sweetie lo había golpeado en medio del pecho, hasta donde yo podía ver por entre la gruesa piel, grité a Andy.
-¡Usa el teléfono celular! ¡Pide ayuda! -Yo hacía presión sobre la burbujeante herida con tanta fuerza como podía, esperando estar haciendo lo correcto. La herida empezó a moverse de una manera desconcertante, ya que el lobo estaba en proceso de cambiarse de regreso en un humano. Eché un vistazo atrás para ver que Andy todavía estaba perdido en su propio pequeño valle de horror que había provocado. Muérdelo Dean -dije-, y Dean caminó cautelosamente hacia el policía y mordió su mano.
Andy gritó, por supuesto, y levantó su arma como si le fuera a disparar al sabueso.
-¡No! -Grité-, levantándome de un salto del lobo moribundo. Usa tu teléfono, idiota. Llama una ambulancia.
Entonces el arma de se balanceo de un lado a otro apuntándome.
Durante un largo y tenso momento, pensé con certeza que el final de mi vida había llegado. Nos gustaría acabar con todo lo que no entendemos, lo que nos asusta, y yo asustaba poderosamente a Andy Bellefleur.
Pero entonces el arma vaciló y el brazo cayó a su costado. Su cara me miró fijamente con la comprensión abriendo camino en su cerebro. Hurgó en su bolsillo y sacó su teléfono. Y para mi profundo alivio, enfundó el arma después de que presionó un número de teléfono.
Volví mi atención al lobo, ahora totalmente humano y desnudo, mientras que Andy decía, ha habido múltiples disparos en el callejón detrás de la Vieja tienda de semillas y la tintorería de Patsy, enfrente de Magnolia Street, donde esta el Sonic, correcto, necesito 2 ambulancias, dos heridos de bala. No, yo estoy bien.
El lobo herido resultó ser Dawson. Sus ojos parpadearon abiertos, e intentó jadear. No podía imaginar el dolor que él debía estar sufriendo. -Calvin, -intentó decir-.
-No te preocupes ahora. La ayuda esta en camino, -dije al inmenso hombre-. Mi linterna estaba en el suelo al lado mío y por su luz curiosamente distorsionada, podía ver sus inmensos músculos y el pecho peludo desnudo. Parecía que tenía frío, desde luego, y me pregunté donde estaba su ropa. Me habría alegrado tener su camisa para ponerla sobre la herida, sobre la que se estaba filtrando la sangre. Mis manos estaban cubiertas de sangre.
-Me dijo que mi último día de trabajo la pasara cuidándola -dijo Dawson-. Mientras decía eso se estremeció. Trató de sonreír. Yo le respondí que sería fácil. Y luego no dijo más, pero perdió el conocimiento.
Los pesados zapatos negros de Andy de pronto estuvieron dentro de mi campo visual. Pensé que Dawson iba a morir. Ni siquiera conocía su nombre de pila. Yo no tenía ninguna idea de como íbamos a explicar a un tipo desnudo a la policía. ¿Espera…y yo porqué? ¿Seguramente era Andy el que tenía una difícil explicación por delante o no?
¿Como si él hubiera estado leyendo mi mente -para variar- Andy dijo,
-Conoces a este tipo, verdad?
-Ligeramente.
-Bien, vas a tener que decir que lo conocías en vez de explicar su carencia de ropa.
Tragué saliva.
-Bien, -dije-, después de una horrorosa y breve pausa.
-Ustedes dos estaban aquí buscando a su perro. Tu, -dijo Andy a Dean. ¿No sé que es lo que eres, pero te quedas como perro, me entiendes? Andy caminó nerviosamente. Y yo volví aquí porque estaba siguiendo a la mujer - ella actuaba sospechosa-.
Asentí, escuchando la respiración agitada pasando por la garganta de Dawson. Si sólo pudiera darle sangre para curarlo, como un vampiro. Si solamente conociera algún procedimiento médico… pero ya podía escuchar las patrullas y las ambulancias que se acercaban. Nada en Bon Temps estaba muy lejos de algo, y sobre este lado de la ciudad, el lado sur, el hospital Grainger sería el más cercano.
-La escuché confesar, -dije-. La escuché decir que ella disparó a los demás.
-Dime algo, Sookie, -dijo Andy- con prisa. Antes de que todos lleguen. ¿No hay nada extraño sobre Halleigh, correcto?
Le miré fijamente, asombrada de que él pudiera pensar en tal cosa en este momento. -Nada aparte del estúpido modo que ella deletrea tu nombre-. Entonces recordé quien había disparado a la bruja que yacía 10 metros bajo tierra.
-No, ninguna cosa, -dije-. Halleigh es solamente alguien normal.
-Gracias a Dios, -dijo-. Gracias a Dios
Y luego Alcee Beck corrió dentro del callejón y caminó con cuidado tratando de comprender la escena que tenía ante el. Justo detrás de él estaba Kevin Pryor, y la compañera de Kevin, Kenia caminó aplastada contra la pared con su arma en la mano. Los equipos de ambulancia se quedaron atrás hasta que estuvieron seguros de que la escena estuviera a salvo. Estaba de pie y contra la pared antes de saber lo que pasaba. Kenia solo dijo, lo lamento, Sookie, tengo que hacer esto, y yo le respondí, no hay problema.
-¿Dónde está mi perro?
-Se escapó, -dijo-. Supongo que las luces lo asustaron. ¿Él es un sabueso, eh? Regresará a casa. Cuándo hubo hecho su minucioso trabajo acostumbrado, Kenia dijo,
-Sookie? ¿Cómo es que este tipo esta desnudo?
Esto era solamente el principio. Mi historia era sumamente elaborada. Leí la incredulidad escrita sobre casi cada rostro de los presentes. No era la temperatura para tener sexo al aire libre y menos estando yo completamente vestida. Pero Andy me apoyó en todo momento, y no había nadie para decir que esto no había ocurrido del modo en que lo conté.
Aproximadamente dos horas más tarde, me dejaron recuperar mi automóvil y volver al duplex. La primera cosa que hice cuando entré fue llamar al hospital para averiguar como estaba Dawson. De algún modo, Calvin consiguió estar al otro lado del teléfono.
-Él está vivo, -dijo conciso.
-Dios te bendiga por enviarlo tras de mí, -dije-. Mi voz era tan suave como una cortina en un día de verano. Estaría muerta si no hubiera sido por él.
-Escuché que el policía le disparó a ella.
-Sí, lo hizo.
-Escuché muchas otras cosas
-Fue complicado.
-Te veré esta semana.
-Sí, por supuesto
-Ve a dormir un poco.
-Muchas gracias, Calvin.
Mi deuda con el hombre-pantera se había acumulado a una tarifa alarmante. Sabía que tendría que pensar en ello más tarde. Estaba cansada y adolorida. Me sentía sucia después de haber estado en el callejón con Sweetie, y luego de rodillas, ayudando al ensangrentado lobo. Dejé caer mi ropa en el suelo del dormitorio, entre en el cuarto de baño, y me quedé de pie bajo la ducha, intentando mantener mi vendaje seco con un gorro de baño, del modo en que una de las enfermeras me había mostrado.
Cuando el timbre de la puerta sonó a la mañana siguiente, maldije la vida de la ciudad. Pero como esto resultó, no era ningún vecino que quería que le prestara una taza de harina. Alcide Herveaux estaba de pie sobre la puerta sujetando un sobre.
Lo miré furiosa a través de mis ojos que todavía se sentían pegajosos de sueño. Sin decir una palabra, regresé con paso lento a mi dormitorio y gatee sobre la cama. Esto no fue suficiente para disuadir a Alcide, quien entró a zancadas después de mí.
-Ahora eres doblemente amiga de la manada, -dijo-, como si estuviera seguro que eso era lo que mas me preocupaba. Le di la espalda y me acurruqué bajo las mantas. -Dawson dice que le salvaste la vida.
-Me alegro de que Dawson este lo suficientemente bien para hablar, -refunfuñé-, cerrando fuertemente los ojos y deseando que Alcide se marchara. Debido a que le dispararon en mi lugar, no me debe una maldita cosa.
Por el movimiento del aire, pude deducir que Alcide se arrodillaba al lado de la cama.
-Eso no lo decides tu, solo nosotros, -dijo reprensivo. -Estas convocada a la competición para elegir al líder de la manada
-¿Qué? ¿Qué tengo que hacer?
-Solamente ver el proceso y felicitar al ganador, no importa quien sea.
Por supuesto, para Alcide, esta lucha por la sucesión era la cosa más importante. Era difícil para él entender que yo no tenía las mismas prioridades. Estaba abrumada por una ola de obligaciones sobrenaturales.
La manada de Shreveport decía que estaban en deuda conmigo. Yo le debía a Calvin. Andy Bellefleur le debía a Dawson a Sam y a mí por solucionar su caso. Yo le debía a Andy el haber salvado mi vida. Aunque le borré a Andy su preocupación sobre la completa normalidad de Halleigh, tal vez eso cancelaba mi deuda por haberle disparado a Sweetie.
Sweetie había pagado por sus crímenes.
Eric y yo estábamos parejos, -pensé-.
Debía algo a Bill.
Sam y yo más o menos estábamos al corriente.
Alcide personalmente me debía a mi, en lo que a mi concernía. Me había arrastrado a esta porquería de lucha de la manada y había tratado de que rompiera las reglas por ayudarlo
En el mundo en que vivía, el mundo de los humanos, había lazos y deudas, consecuencias y buenas acciones. Eso era lo que obligaba a la gente en sociedad; tal vez en eso consistía la sociedad. Yo intentaba vivir en mi propio segmento de la sociedad de la mejor manera que podía.
Introducirme en las sociedades secretas de los dos naturalezas y no muertos, hacia que mi vida en la sociedad humana fuera mucho más difícil y complicada.
E interesante.
Y a veces… divertida.
Alcide había estado hablando unos momentos en los que yo había estado pensando, por tanto había dejado de captar mucho de su conversación. Él se dio cuenta de esto, - y dijo-:
-Siento ser tan aburrido para ti Sookie, - dijo con voz forzada-.
Di vuelta para verlo. Sus ojos verdes estaban llenos de disgusto.
-No eres aburrido. Solo que tengo mucho en que pensar. Deja la invitación, ¿esta bien? Te acompañaré. -Me pregunté que acontecimientos habían llevado a una lucha cuerpo a cuerpo por el liderazgo de la manada. Me pregunté si el Sr. Herveaux y el rechoncho dueño de la distribuidora de motocicletas en realidad lucharían-.
Los ojos verdes de Alcide estaban perplejos. Estas actuando muy extraño, Sookie. Me sentía tan cómodo contigo antes. Ahora parece que no te conozco.
Válido, había sido una de mis palabras del Día, la semana pasada.
-Esa es una observación válida, -dije-, intentando parecer normal. Me sentía tan cómoda contigo cuando creí que te conocía. Luego comencé a averiguar cosas. Como cosas sobre Debbie y tú, y la política de los cambia-formas, y la esclavitud de algunos cambia-formas a los vampiros.
-Ninguna sociedad es perfecta, dijo Alcide a la defensiva. -En cuanto a Debbie, no quiero oír su nombre otra vez.
-Entonces así será, -dije-. Dios sabía que no podía sentirme un poco más enferma de escuchar su nombre.
Dejando el sobre color crema sobre la mesita de noche, Alcide tomó mi mano, y puso un beso en el dorso de ella. Era un ademán ceremonial, y yo sentía no conocer su importancia. Pero en el momento en que iba a preguntar, Alcide se había ido.
-Cierra la puerta tras de ti, - grité. -Solamente aprieta el pequeño botón sobre el pomo de la puerta. -Supongo que lo hizo, porque regresé a dormir, y nadie me despertó hasta que fue casi hora de ir a trabajar. Excepto por una nota sobre la puerta principal, que decía, “Conseguí a Linda T. para reemplazarte. Tomate la noche libre. Sam.” Volví dentro y me quité mi ropa de camarera y me puse unos vaqueros. Había estado lista para ir a trabajar, y ahora me sentía curiosamente perdida.
Casi me había olvidado que tenía otra obligación, y entré en la cocina para empezar a cumplirla.
Después de una hora y media de luchar por cocinar en una cocina poco familiar con aproximadamente la mitad de los instrumentos de cocina habituales, estaba de camino a la casa de Calvin en Hotshot con un plato de pechugas de pollo al horno con arroz en una salsa crema ácida, y algunos bollos. No llamé con anticipación. Planeaba dejar la comida e irme. Pero cuando llegué a la pequeña comunidad, vi que había varios autos aparcados sobre el camino delante de la pequeña casa de Calvin. Caramba, -dije-. No quería involucrarme más en la vida de Hotshot de lo que ya estaba. La nueva naturaleza de mi hermano y el cortejo de Calvin ya me habían arrastrado demasiado lejos.
Con el corazón hundido, aparqué y pasé mi brazo por el asa de la cesta llena de bollos. Tomé el plato caliente de pollo y arroz horneado en las manos, y apretando los dientes por el dolor en mi hombro, caminé hasta la puerta principal de Calvin. Los Stackhouses hacían lo correcto.
Crystal abrió la puerta. La sorpresa y el placer sobre su cara me avergonzaron.
-Estoy tan feliz de que estés aquí, -dijo-, haciendo todo lo posible por improvisar. -Por favor entra. Se apartó a un lado, y pude ver que la pequeña sala estaba llena de gente, incluyendo a mi hermano. La mayor parte de ellos eran panteras, desde luego. Los lobos de Shreveport habían enviado a un representante; para mi asombro, era Patrick Furnan, el contendiente del trono y vendedor de Harley-Davidson.
Crystal me presentó a la mujer que parecía estar actuando como anfitriona, Maryelizabeth Norris. Maryelizabeth se movía como si no tuviera ningún hueso. Estaba dispuesta a apostar que Maryelizabeth no dejaba Hotshot a menudo. La cambia-formas me presentó alrededor de la habitación, asegurándose de que entendiera la relación que Calvin llevaba con cada individuo con mucho cuidado. Todos comenzaron a enturbiarse después de un tiempo. Pero pude notar que (con algunas excepciones) los habitantes de Hotshot eran más o menos de dos tipos: los pequeños de cabellos negros como Crystal, y los claros y robustos con hermosos ojos color verde o café-dorados, como Calvin. Los apellidos eran principalmente Norris o Hart.
Patrick Furnan fue la última persona que Crystal me presentó. Bueno, por supuesto que te conozco, -dijo calurosamente-, sonriendo radiante como si hubiésemos bailado en una boda juntos. -Eres la novia de Alcide, -dijo, asegurándose de ser oído por cada persona en la habitación. Alcide el hijo del otro candidato al jefe de la manada.
Hubo un largo silencio, que definitivamente se podría calificar como “cargado”.
-Esta en un error, -dije en tono normal- Alcide y yo somos amigos. Le sonreí, como dejándole saber que era mejor que no estuviera a solas conmigo en ningún momento.
-Me equivoqué, entonces, -dijo-, suave como la seda.
Calvin fue recibido en su casa como un héroe. Había globos y pancartas, flores y plantas, y su casa estaba meticulosamente limpia. La cocina estaba llena de comida. Ahora Maryelizabeth dio un paso al frente, y dio la espalda a Patrick que estaba de pie, y dijo, Ven conmigo cariño. Calvin esta listo para verte. Si hubiera tenido una trompeta, la habría usado. Maryelizabeth no era una mujer sutil, aunque tenía un aire engañoso de misterio debido a sus inmensos ojos dorados.
Supongo que podría haber sido más incómodo, si hubiera una cama de carbones al rojo vivo sobre que caminar.
Maryelizabeth me introdujo en el dormitorio de Calvin. Su mobiliario era muy bonito, sin imperfecciones ni defectos. Parecía escandinavo, aunque yo conociera poco sobre muebles -o de estilos-, en realidad. Tenía una cama alta, y grande, y estaba recostado sobre sábanas que tenían un motivo de leopardos africanos cazando. (Alguien tenía sentido del humor, de cualquier forma.) Contra los oscuros colores de las sábanas y el oscuro naranja de la colcha, Calvin se veía pálido. Llevaba un pijama café, y lucía exactamente como un hombre que justo acababa de ser dado de alta en el hospital. Pero se alegró de verme. Me encontré pensando que había algo un poco triste sobre Calvin Norris, algo que me tocaba a pesar de mí.
-Ven siéntate, -dijo-, indicando la cama. Se corrió un poco, así tendría yo espacio para sentarme. Creo que él hizo alguna seña, porque el hombre y la mujer que habían estado en la habitación-Dixie y Dixon-salieron en silencio, cerrando la puerta detrás de ellos.
Me senté, algo inquieta, sobre la cama al lado de él. Tenía una de esas mesas que a menudo se ve en los hospitales, la clase que puede hacerse rodar de un lado a otro. Había un vaso de te con hielo y un plato al lado del vaso, el vapor se elevaba del alimento. Le indique que debería comenzar a comer. Él inclinó la cabeza y dijo una oración quedamente, mientras yo me quedé en silencio Me pregunté a quien iba dirigido el rezo.
-Cuéntamelo todo, -dijo Calvin cuando desdobló su servilleta-, esto me hizo sentir mucho más cómoda. Comió mientras le contaba lo que había pasado en el callejón. Noté que la comida sobre la bandeja era el guiso de pollo y arroz que yo había traído, junto con una mezcla surtida de verduras y dos de mis bollos. Él quería que yo viera que comía el alimento que había preparado para él. Me sentí conmovida, aunque sentí una campana de advertencia en mi cerebro.
-Así que, sin Dawson, no habría nadie para contar lo que había ocurrido -concluí-. -Te agradezco por enviarlo. ¿Cómo esta él?
Calvin dijo, -Soportando. Lo transportaron por avión de Grainger a Baton Rouge. Estaría muerto, si no fuera lobo. Ha soportado hasta ahora; creo que lo logrará.
Me sentí terrible.
-No te culpes por esto, -dijo Calvin-, con la voz mas profunda repentinamente. Esto fue lo que Dawson eligió.
¿Eh? ¿Habría parecido ignorante, así que dije:
-¿A que te refieres?
-Su opción al escoger su profesión. Su opción de sus acciones. Tal vez debería de haber saltado unos segundos antes. ¿Porque esperaría? No lo se. ¿Como supo ella donde apuntar, considerando la luz tan deficiente? No lo se. Las opciones conducen a las consecuencias. Calvin luchaba por expresar algo. No era de naturaleza elocuente, e intentaba expresar una idea importante y abstracta. No existe la culpa, -dijo finalmente-.
Sería agradable creer eso, y espero un día poder hacerlo, -dije-. Tal vez estaba a mi propia manera a punto de creer eso. Era verdad que estaba harta de la auto-culpa y de seguirme culpando día a día.
-Sospecho que los lobos van a invitarte a su pequeña juerga para escoger al líder de la manada, -dijo Calvin-. Tomó mi mano. La suya estaba tibia y seca.
Asentí.
-Apuesto a que irás, -dijo-.
-Creo que tengo que hacerlo, -dije con inquietud-, preguntándome cual era el objetivo de esos comentarios
-No voy a decirte lo que tienes que hacer, -dijo Calvin-. -No tengo ninguna autoridad sobre ti. -No parecía demasiado feliz sobre eso-. Pero si vas, por favor, cuida tus espaldas. No por consideración mía; eso no significa nada, aún. Sino por ti misma.
-Puedo prometerte eso, -dije- después de una cuidadosa pausa. Calvin no era un tipo que soltaba la primera idea que rondaba en su cabeza. Era un hombre serio.
Calvin me dirigió una de sus raras sonrisas.
-Eres una excelente cocinera. -dijo-. Le sonreí en respuesta.
-Gracias, señor, -dije-, y se incorporó sobre la cama. Su mano apretó la mía y me jaló sobre el. No se debe luchar contra un hombre que acaba de salir del hospital, entonces me doblé hacia él y puse mi mejilla en sus labios.
-No, -dijo-, y cuando volteé un poco el rostro para averiguar que estaba equivocado, me besó en los labios.
Sinceramente, no esperaba sentir nada. Pero sus labios eran tan tibios y secos como sus manos, y olía como mi cocina, familiar y hogareña. Era sorprendente, y asombrosamente cómodo, estar así cerca de Calvin Norris. Me eché hacia atrás un poco, y estoy segura que mi cara mostró la ligera conmoción que sentí. El hombre-pantera sonrió y liberó mi mano.
-Lo bueno de estar en el hospital eran tus visitas, -dijo-. No te alejes, ahora que estoy en casa.
-Desde luego que no, -dije-, lista para salir de la habitación para así poder recuperar mi calma.
La sala se había vaciado de la mayor parte de la multitud mientras hablaba con Calvin. Crystal y Jason habían desaparecido, y Maryelizabeth recogía platos con la ayuda de una chica-pantera adolescente. Terry, -dijo Maryelizabeth dijo con una inclinación de su cabeza. -Es mi hija. Vivimos al lado.
Saludé a la chica, quien me dirigió una mirada precipitada antes de darme la espalda. No era una admiradora mía. Ella era de las claras purasangre, como Maryelizabeth y Calvin, y era inteligente.
-¿Va a casarse con mi padre? -Me preguntó-.
-No pienso casarme con nadie, -dije cautelosamente-. ¿Quien es tu padre?
Maryelizabeth dirigió a Terry una mirada oblicua que prometió que Terry lo sentiría después. -Terry es de Calvin, -dijo-.
Yo todavía estuve perpleja durante un segundo o dos, pero de pronto, la postura tanto de la joven como de la mujer mayor, sus tareas, su aire de comodidad en esta casa, armó el rompecabezas.
No dije una palabra. Mi cara debe haber mostrado algo, porque Maryelizabeth parecía alarmada, y luego enfadada.
-No se atreva a juzgar como vivimos nuestra vida, -dijo-. -No somos como usted.
-Eso es verdad, -dije, tragando mi repulsión. Forcé una sonrisa en mis labios. Gracias por presentarme a todos. Se lo agradezco. ¿Hay algo en que pueda ayudarle?
-Nos la podremos arreglar solas -dijo Terry-, echándome otra mirada que era una extraña combinación de respeto y hostilidad.
-Nunca deberíamos haberte enviado a la escuela, -dijo Maryelizabeth a la muchacha-. Sus grandes y amorosos ojos dorados se veían arrepentidos.
-¡Adiós!, -dije-, y después de que recuperé mi abrigo, abandoné la casa, intentando no apresurarme. Para mi consternación, Patrick Furnan me esperaba al lado de mi auto. Él sostenía un casco de motocicleta bajo su brazo, y descubrí una Harley un poco más lejos en el camino.
-¿Estas interesada en escuchar lo qué tengo que decir? -preguntó el barbudo lobo
-No, en realidad no, -dije-.
-Él no va a seguir ayudándote por nada-, dijo Furnan-, y giré la cabeza, para así poder mirar a este hombre.
-¿De qué esta hablando?
Las palabras de gratitud y un beso no van a ser suficientes. Él va a exigir el pago tarde o temprano. No será capaz de ayudarte.
No recuerdo haber pedido su consejo, -dije-. Él dio un paso más cerca.
-Y guarde su distancia. -Dejé que mi mirada vagara sobre las casas que nos rodeaban. La mirada vigilante de la comunidad estaba sobre nosotros; yo podría sentir su peso.
-Tarde o temprano,-repitió Furnan-. De pronto, me sonrió abiertamente. Espero que sea pronto. Usted no puede engañar a un lobo. O a una pantera. Serás destrozada entre ambos.
-No le soy infiel a nadie, -dije-, frustrada, ante su insistencia de que el conocía mejor que yo mi vida amorosa. No salgo con ninguno de ellos.
-Entonces no tiene ninguna protección, -dijo triunfalmente-.
Yo no podía ganar.
-Vete al infierno, -dije-, completamente exasperada. Subí a mi auto y me fui, dejando a mis ojos deslizarme sobre el lobo como si no estuviera allí. (Este concepto de "abjurar" podía ser práctico cuando lo necesitabas.) La última cosa que vi en el espejo retrovisor fue a Patrick Furnan deslizando su casco sobre su cabeza, todavía mirando mi auto alejándose del lugar.
Si hasta ahora no me había importado quien ganaría el concurso de Rey de la montaña entre Jackson Herveaux y Patrick Furnan, me empecé a preocupar ahora.
CAPITULO 15
Estaba lavando los platos que había usado cuando cociné para Calvin. Mi pequeño duplex estaba tranquilo. Si Halleigh estaba en casa, era tan silenciosa como un ratón. No me molestaba lavar platos a decir verdad, era una buena manera para dejar que mi mente vagara en derredor y a menudo llegaba a buenas decisiones mientras hacía algo completamente mundano. No demasiado sorprendentemente, pensaba en la noche anterior. Intentaba recordar exactamente lo que Sweetie había dicho. Algo me había impresionado, pero en ese momento no había estado exactamente en posición para levantar la mano y hacer una pregunta. Tenía algo que ver con Sam.
Finalmente recordé que aunque ella le había dicho a Andy Bellefleur que el perro en el callejón era un cambia-formas, no sabía que era Sam. No había nada extraño sobre esto, ya que Sam había estado en forma de bloodhound, no en su forma de collie habitual.
Después de que hube comprendido lo que había estado molestándome, pensé que mi mente estaría en paz. Eso no sucedió. Había algo más, algo más que Sweetie había dicho. Pensé y pensé, pero no hubo un clic en mi cerebro.
Ante mi sorpresa, me encontré llamando a Andy Bellefleur a su casa. Su hermana Portia estaba tan sorprendida como yo cuando respondió, y dijo más bien fríamente que llamaría a Andy.
-¿Sí, Sookie? -dijo Andy con voz neutra.
-Déjame hacerte una pregunta, Andy.
-Te escucho.
-Cuando le dispararon a Sam, -dije-, e hice una pausa, tratando de pensar que decir.
-Bien, -dijo Andy. ¿Que hay con eso?
-¿Es verdad que la bala no coincidía con las demás?
-No recuperamos una bala en cada caso. No era una respuesta directa, pero probablemente era la mejor que iba a conseguir.
-Hmmm. Bien, -dije-, le agradecí y colgué, sin la certeza de haber entendido lo que había querido decir. Tuve que empujarlo fuera de mi mente y hacer algo más. Si había algo ahí, encontraría su camino en la fila de los asuntos pendientes que estaban en mis pensamientos.
El resto de la tarde estuvo tranquilo, lo que resultaba ser un placer infrecuente. Con tan pequeña casa para limpiar, y tan pequeño jardín por cuidar, había muchas horas libres. Leí durante una hora, hice un crucigrama, y me fui a la cama aproximadamente a las once.
Increíblemente, nadie me despertó en toda la noche. Nadie murió, no hubo ningún fuego, y nadie tuvo que alertarme sobre ninguna emergencia.
A la mañana siguiente me levanté sintiéndome mejor de lo que me había sentido en una semana. Un vistazo al reloj me dijo que había dormido de corrido hasta las diez de la mañana. Bien, eso no era tan sorprendente. Mi hombro se sentía casi curado; mi conciencia se había tranquilizado. No pensé que tuviera muchos secretos que guardar, y esto fue un enorme alivio. Estaba acostumbrada a mantener los secretos de otras personas, pero no los míos.
El teléfono sonó cuando estaba tomando el último trago de mi taza de café matutino. Puse mi libro sobre la mesa de la cocina marqué la página en la que iba y levanté el teléfono.
-¡Hola! -dije alegremente-.
-Es hoy, -dijo Alcide-, con la voz vibrando de emoción. -Tienes que venir.
Treinta minutos, mi paz había durado treinta minutos.
-Supongo que te refieres a la competición para elegir la posición de jefe de la manada.
-Por supuesto.
-¿Y por que tengo que estar allí?
-Tienes que estar allí porque la manada entera y todos los amigos de la manada tienen que estar allí, -dijo Alcide-, con voz que no toleraba ningún desacuerdo. -Christine, sobre todo pensó que deberías ser testigo.
Yo podría haber discutido si no hubiera agregado el comentario sobre Christine. La esposa del antiguo jefe de manada me había impresionado como una mujer muy inteligente, con una cabeza fría.
-Bien, -dije-, intentando no sonar gruñona. ¿Dónde y cuando?
-A mediodía, en el edificio vacío de la 2005 Clairemont. Solía ser David Van Such, la empresa de impresión.
Recibí algunas instrucciones y colgué. Mientras me duchaba, razoné que esto sería un evento deportivo, así que me vestí en mi vieja falda de mezclilla con una camiseta roja. Me puse unos leotardos rojos (la falda era bastante corta) y unos zapatos negros. Estaban un poco desgastados, así que esperé que Christine no mirara mis zapatos. Metí mi cruz de plata dentro de mi camiseta; la trascendencia religiosa no molestaría a los lobos en absoluto, pero la plata si podría.
La desaparecida empresa de impresión David Van Such, había sido un edificio muy moderno, en una zona industrial, igualmente moderna, en gran parte desolada este sábado. Todas las empresas habían sido construidas para hacer que combinaran entre si: edificios de piedra gris y vidrios oscuros, con arbustos de mirto alrededor y delimitadas áreas verdes. David Van Such destacaba por un puente ornamental sobre una laguna ornamental también y su puerta principal era roja. En primavera y después de algo de mantenimiento, sería tan bonito como cualquier edificio moderno. Hoy, en la fase final del invierno, las malas hierbas que habían crecido el verano anterior, se agitaban muertas ante una fría brisa. Los esqueléticos arbustos de mirtos necesitaban urgentemente una poda, y el agua en la laguna se veía estancada, con la basura flotando de manera sombría por aquí y por allá. El David Van Such, tenía un estacionamiento que contenía aproximadamente treinta automóviles, incluyendo -siniestramente- una ambulancia
Aunque llevaba una chaqueta el día pareció inusualmente más frío cuando salí del estacionamiento y me dirigí a través del puente a la puerta principal. Me arrepentí de haber dejado mi abrigo más caliente en casa, pero no había parecido necesario ya que del estacionamiento al edificio solo había unos cuantos metros y dentro no haría tanto frío. El vidrio de David Van Such, roto solo en la puerta roja, reflejaba el pálido cielo azul y los hierbajos muertos.
No parecía correcto golpear en una puerta de una empresa, así que me deslicé dentro. Dos personas estaban delante de mí, cuando crucé el área de recepción vacía. Entraron por dos grises puertas dobles. Los seguí, preguntándome a donde estaba entrando.
Entramos en lo que había sido el área de fabricación, supongo; las enormes prensas hacía mucho tiempo que no estaban. O tal vez este gran espacio había estado lleno de escritorios utilizados por empleados que tomaban ordenes o haciendo el trabajo contable. Los tragaluces en el techo dejaban entrar un poco de iluminación. Había un grupo de personas en medio del área.
Bien, no había conseguido vestirme correctamente. Las mujeres sobre todo llevaban conjuntos de saco y pantalón muy elegantes, y vislumbré un vestido aquí y allí. Me encogí de hombros. ¿Quien podría haberlo sabido?
Había algunas personas en la muchedumbre que yo no había visto en el entierro. Salude en dirección a una pelirroja llamada Amanda (yo la conocía de la Guerra de las Brujas), y ella me saludó en respuesta. Me sorprendió descubrir a Claudine y Claude. Los gemelos lucían maravillosos, como siempre. Claudine llevaba un suéter verde oscuro y pantalones negros, y Claude llevaba un suéter negro y pantalones verde oscuro. El efecto era asombroso. Ya que las dos hadas eran los únicos que estaba segura que no eran lobos entre la concurrencia, me fui a parar al lado de ellos.
Claudine se giró y me besó sobre la mejilla, y Claude también. Sus besos se sintieron exactamente igual.
-¿Qué va a pasar? -Susurré la pregunta porque el grupo estaba excepcionalmente tranquilo-. Podía ver cosas colgando del techo, pero en la sombría luz no podía imaginarme que eran.
-Habrá varias pruebas, -murmuró Claudine-. ¿Tú no acostumbras a gritar mucho, verdad?
Nunca lo había hecho, pero me pregunté si no iniciaría el día de hoy.
Una puerta se abrió sobre en el lado opuesto de donde habíamos entrado, y Jackson Herveaux y Patrick Furnan entraron. Estaban desnudos. Habiendo visto a muy pocos hombres desnudos, no tenía mucha base para la comparación, pero tengo que decir que estos dos lobos no eran mi ideal. Jackson, aunque indudablemente en forma, era un hombre viejo con piernas flacas, y Patrick (aunque también se veía fuerte y musculoso), tenía forma de barril.
Después de que me hube adaptado a la desnudez de los hombres, noté que cada uno de ellos estaba acompañado por otro lobo. Alcide seguía a su padre, y un joven rubio seguía el paso a Patrick.Alcide y el rubio permanecieron totalmente vestidos.
-¿Habría sido agradable si ellos hubieran estado desnudos, ehhh? -susurró Claudine- señalando en dirección a los hombres más jóvenes. Son los padrinos.
Como en un duelo. Busqué para ver si llevaban pistolas o espadas, pero sus manos estaban vacías.
Noté a Christine sólo cuando ella se puso al frente de la multitud. Extendió la mano encima de su cabeza y aplaudió con sus manos una vez. No había habido mucha charla antes de eso, pero ahora el inmenso espacio se llenó completamente de silencio. La delicada mujer de cabello cano disponía de toda la atención.
Consultó un folleto antes de comenzar.
-Nos hemos reunido para elegir al próximo líder de la manada de Shreveport, también llamado Manada de Diente Largo. Para ser líderes de la manada, estos lobos deben competir en tres pruebas. -Christine hizo una pausa para mirar el libro-.
Tres era un buen número místico. Había esperado tres.
Esperé que ninguna de estas pruebas involucrara sangre. Pocas probabilidades.
-La primera prueba es la prueba de agilidad. -Christine señaló detrás de ella un área acordonada-. Parecía un patio de recreo gigante en la débil luz.
-Después será la prueba de resistencia. -Señaló un área cubierta a la izquierda-. Después será la prueba por la lucha del poderío. -Y al tiempo agitó una mano hacia una estructura detrás de ella-.
Mucho para que no hubiera sangre.
-Después el ganador debe emparejarse con otro lobo, para asegurar la supervivencia de la manada.
Esperé que la parte cuatro fuera simbólica. Después de todo, Patrick Furnan tenía esposa, que estaba de pie cerca de un grupo que era definitivamente Pro Patrick.
Esto me parecían cuatro pruebas, no tres, a no ser que la parte de acoplamiento fuera solamente algo parecido a entregar el trofeo al ganador.
Claude y Claudine tomaron mis manos y le dieron un apretón simultáneo.
-Esto va a ser realmente malo, -susurré-, y ellos asintieron al unísono.
Vi a dos paramédicos uniformados de pie, al final de la multitud. Ambos eran cambia-formas de alguna clase, su modelo cerebral me lo dijo. Con ellos estaba una persona, más bien una criatura, que yo no había visto durante meses: La Doctora Ludwig. Ella captó mi mirada y se inclinó hacia mí. Debido a que medía alrededor de un metro, no tuvo que inclinarse demasiado. Me incliné en respuesta. La Doctora Ludwig tenía una nariz grande, la piel olivácea, y el grueso cabello castaño y ondulado. Me alegré de que estuviera allí. No tenía idea de que tipo era la Doctora Ludwig aparte de animal, pero era una buena doctora. Mi espalda habría quedado llena de cicatrices -asumiendo que hubiera vivido - si la Doctora Ludwig no me hubiera tratado después de un ataque de menade Había escapado con un par de días malos y una pequeña cicatriz blanca recorriendo mis omóplatos, gracias a la diminuta doctora.
Los concursantes entraron en "el círculo”, en realidad un cuadrado grande delimitado por cuerdas de terciopelo y postes de metal parecido a los que usan en las filas de los bancos. Había pensado que el área cercada parecía un patio de recreo, pero ahora, cuando las luces se encendieron, comprendí que veía algo más bien parecido a una arena de competición de saltos de caballos, o un espacio para una competencia de agilidad para perros gigantescos.
Christine dijo:
-Pueden cambiar. Christine se alejó para perderse entre la multitud. Ambos candidatos cayeron al piso, y el aire alrededor de ellos comenzó a brillar y distorsionarse. Cambiar rápidamente cuando uno lo desea es una fuente de orgullo entre los cambia-formas. Los dos lobos alcanzaron su cambio casi al mismo instante. Jackson Herveaux se convirtió en un enorme lobo negro, como su hijo. Patrick Furnan era de color gris pálido, ancho de pecho, pero un poco mas bajo de estatura.
Cuando la pequeña multitud se acercó mas, casi tocando las cuerdas de terciopelo, uno de los hombres más grandes que yo alguna vez había visto salió de las oscuras sombras para caminar en la arena. Lo reconocí como el hombre que había visto en el entierro del Coronel Flood. Al menos de 1.98 mts de altura, hoy él estaba con el musculoso pecho descubierto y descalzo. Era extraordinariamente musculoso, y su pecho estaba tan calvo como su cabeza. Parecía un Genio; se habría visto bastante natural con una faja y pantalones de seda. En cambio, llevaba unos viejos vaqueros azules. Sus ojos eran profundos y líquidos. Desde luego, era un cambia-formas de alguna clase, pero no podía imaginarme que era.
-¡Guau!, - suspiró Claude-.
-Ohhh cielos, -susurró Claudine.
-Mmmm… -refunfuñé-.
De pie entre los contendientes, el alto hombre los dirigió al comienzo de la prueba.
-Una vez que la prueba ha comenzado, ningún miembro de la manada puede interrumpir, - dijo-, mirando de un lobo a otro.
-El primer concursante es Patrick, lobo de esta manado, -dijo el hombre alto-. Su voz de bajo era tan dramática como el distante retumbar de tambores.
Entendí entonces que él era el árbitro. -Patrick va primero, de acuerdo al lanzamiento de moneda, -dijo el hombre alto-.
Antes de pensar que era bastante gracioso que toda esta ceremonia incluyera un lanzamiento de moneda, el lobo pálido se movió, tan rápido que apenas pude mantener la vista en él. Voló encima de una rampa, saltó tres barriles, golpeó el suelo al aterrizar, y voló encima de otra rampa y a través de un anillo pendiente del techo (que se meció violentamente después de que atravesó por el), cayó de nuevo al suelo, gateando a cuatro patas por un túnel claro que era muy estrecho y torcido a intervalos. Era parecido a los que venden en las tiendas de animales para hurones o roedores, solo que más grande. Una vez fuera del túnel, el lobo, con la boca abierta jadeante, llegó a un área plana cubierta de césped artificial. Aquí, hizo una pausa y se detuvo antes de poner un pie. Cada paso fue como el anterior, mientras el lobo continuaba su camino a través de veinte metros o más de esa área especial. De pronto una sección del césped saltó cuando una trampa se cerró salvándose por poco la pierna del lobo. El lobo gimió consternado, congelado en el lugar. Debe haber estado angustiado, intentando contenerse de correr a la seguridad de la plataforma que estaba ahora a sólo un metro de distancia.
Estaba temblando, aunque esta competición tuviera poco que ver conmigo. La tensión se mostraba claramente entre los lobos. Ellos no parecían comportarse como seres humanos ya. Incluso la excesivamente maquillada Sra. Furnan tenía los ojos completamente abiertos, ojos que no parecían de mujer, incluso bajo todo aquel maquillaje.
Cuando el lobo gris completó su prueba final, un solo salto de una longitud de quizás dos autos, un aullido de triunfo estalló en la garganta del compañero de Patrick. El lobo gris cayó de pie sin peligro sobre la plataforma. El árbitro verificó un cronómetro en su mano.
-Segundo candidato, -dijo el hombre grande, -Jackson Herveaux, lobo de esta manada. Un cerebro cerca de mí me suministró el nombre del hombre grande.
-Quinn, -le susurré a Claudine. Sus ojos se abrieron de par en par. El nombre era significativo para ella de un modo que yo no podía adivinar.
Jackson Herveaux comenzó la misma prueba de destreza que Patrick ya había completado. Fue más garboso en la argolla suspendida; apenas se movió cuando pasó sin ningún problema. Le tomó un poco más de tiempo, -pensé- pasar por el túnel. Él pareció comprenderlo también, porque caminó apresuradamente al campo de trampas, mas aprisa de lo que era conveniente. Él se detuvo en seco, tal vez llegando a la misma conclusión. Se inclinó para usar su nariz con más cuidado. La información que percibió lo hizo estremecer. Con exquisito cuidado, el lobo levantó una pata delantera negra y la movió unos centímetros. Estábamos conteniendo la respiración cuando caminó de manera diferente a como lo había hecho su predecesor. Patrick Furnan se había movido a grandes zancadas, con pausas largas, y olfateando entre ellas, una especie de estilo " aprisa, espera-aprisa”. Jackson Herveaux se movió regularmente en pasos cortos, su nariz siempre ocupada, sus movimientos astutamente estudiados. Ante mi alivio, el padre de Alcide cruzó el campo ileso, sin saltar ninguna de las trampas.
El lobo negro se preparó para el salto final, lanzándose al aire con todo su poder. Su aterrizaje fue menos elegante, ya que sus patas traseras tuvieron que escarbar para adherirse al borde del lugar de aterrizaje. Pero lo hizo, y algunas felicitaciones hicieron eco en el espacio vacío.
-Ambos candidatos pasaron la prueba de agilidad, -dijo Quinn-. Sus ojos vagaron por la muchedumbre. Cuando pasaron por nuestro extraño trío dos altos hadas gemelos de cabello negro y un humano mucho más bajo rubio. su mirada podría haberse quedado fija por algunos momentos, pero era difícil decirlo.
Christine intentaba conseguir mi atención. Cuando vio que la miraba, inclinó ligeramente la cabeza, señalando que me le reuniera a un lado de la prueba de resistencia. Perpleja pero obediente, caminé a través de la multitud. No sabía que los gemelos me habían seguido hasta que se acomodaron uno a cada lado de mí. Había algo sobre esto que Christine quería que yo viera,… Desde luego. Quería que yo usara mi talento aquí. Ella sospechaba de alguna artimaña. Cuando Alcide y su colega rubio tomaron sus sitios en el redil, noté que ambos tenían puestos guantes. Su atención estaba completamente absorbida por esta competición; dejándome por completo libre de pensamientos provenientes de esos dos. Esto dejaba a los dos lobos. Nunca había intentado mirar dentro de la mente de una persona cambiada.
Con considerable preocupación, me concentré en abrirme paso entre sus pensamientos. Como se podría esperar, la mezcla de humano y perro, conseguían un modelo de pensamiento bastante provocativo. Al principio de la exploración yo sólo podría recoger la misma clase enfoque, pero luego detecté una diferencia.
Cuando Alcide levantó una barra de 50 cms de largo de plata, en mi estómago se instaló el frió y me estremecí. Entonces miré al rubio, estaba al lado de él repitiendo el gesto, sentí que mis labios se retorcían de aversión. Los guantes no eran totalmente necesarios, porque en la forma humana, la piel de lobo no sería dañada por la plata. En la forma de lobo, la plata era terriblemente dolorosa.
El padrino de Furnan comprobó con sus manos cubiertas la plata, para comprobar si no tendría alguna trampa escondida.
Yo no tenía idea por qué la plata debilitaba a los vampiros y los quemaba, y por qué podría ser fatal para los lobos, mientras que esta no tenía ningún efecto sobre las hadas - las que, sin embargo, no podía soportar una larga exposición al hierro-. Pero sabía que estas cosas eran verdad, y sabía que la próxima prueba sería horrible de ver.
Sin embargo, estaba ahí para presenciarlo. Algo iba a pasar que necesitaba mi atención. Sintonicé mi mente de regreso a la pequeña diferencia que yo había leído en los pensamientos de Patrick. En su forma de lobo, estos eran tan primitivos que apenas merecían llamarse "pensamientos".
Quinn se quedó de pie entre los dos algunos segundos, su cuero cabelludo liso recogía un destello de luz. Tenía un reloj de cronometraje en sus manos.
-Los candidatos tomarán la plata ahora, -dijo-, y con su mano enguantada Alcide puso la barra en la boca de su padre. El lobo negro la sujetó y se sentó, justo como el lobo gris lo hizo con su respectiva barra de plata. Los dos padrinos retrocedieron. Un alto gemido de dolor salió del hocico de Jackson Herveaux, mientras Patrick Furnan no mostraba ningún signo de tensión excepto un pesado jadeo. Cuando la piel delicada de sus encías y labios comenzó echar humo y oler un poco, el gemido de Jackson se hizo más fuerte. La piel de Patrick mostró los mismos dolorosos síntomas, pero Patrick estaba silencioso.
-Son tan valientes, -susurró Claude, mirando con fascinado horror el tormento que los dos lobos estaban tolerando. Se hacía evidente que el lobo más viejo no ganaría esta competición. Las señales visibles de dolor se incrementaban cada segundo, y aunque Alcide estaba de pie allí concentrado únicamente en su padre para darle su apoyo, en cualquier momento esto se terminaría. Excepto…
-Esta haciendo trampa, -dije claramente-, señalando al lobo gris.
-Ningún miembro de la manada puede hablar. -La voz profunda de Quinn no estaba enfadada-, simplemente señalaba los hechos.
-No soy un miembro de la manada
-¿Esta desafiando la competición? Quinn me estaba mirando ahora. Todos los miembros de la manada que habían estado de pie cerca alrededor mío se retiraron hasta que yo me quedé de pie sola con los dos hadas, que me estaban miraban con algo de sorpresa y consternación.
-Apueste su trasero a que lo hago. Huela los guantes que lleva el padrino de Patrick.
El padrino rubio se veía completamente aturdido. Y culpable.
-Dejen caer las barras, -ordenó Quinn, y los dos lobos obedecieron, Jackson Herveaux con un gemido. Alcide cayó de rodillas frente a su padre, poniendo sus brazos alrededor del lobo más viejo.
Quinn, moviéndose tan suavemente como si sus articulaciones estuvieran engrasadas, se arrodilló para recuperar los guantes que el padrino de Patrick había dejado caer al piso. La mano de Libby Furnan se lanzó sobre la cuerda de terciopelo para tomarlos rápidamente, pero un profundo gruñido de Quinn le hizo detenerse. Este sonido hizo que mi propia espalda se estremeciera y eso que estaba mucho más lejos que Libby.
Quinn recogió los guantes y los olió.
Él miró a Patrick Furnan con un desprecio tan fuerte que fue sorprendente que el lobo no se desplomara bajo su peso.
Se dio vuelta la para enfrentar al resto de la multitud.
-La mujer tiene razón. -La voz profunda de Quinn tuvo el peso de una piedra-. Hay una droga sobre los guantes. Esto hizo que la piel de Furnan se entumeciera cuando la plata fue colocada en su boca, así el podría durar más tiempo. Lo declaro perdedor de esta parte de la competición. La manada tendrá que decidir si debería perder el derecho a continuar, y si su padrino todavía debería ser un miembro de la manada. El lobo rubio se encogía como si esperara que alguien lo golpeara. No comprendía por qué su castigo debería ser peor que Patrick; ¿tal vez entre mas bajo el rango, el castigo era peor? No era exactamente justo; pero por supuesto, yo no era lobo.
-La manada votará, -gritó Christine-. Ella encontró mis ojos y supe que era por esto, por lo que me había querido aquí. ¿Si pudieran el resto de ustedes retirarse a otro lugar?
Quinn, Claude, Claudine, y tres cambia-formas se movieron conmigo cruzando las puertas que conducían a otras oficinas. Había luz más natural allí, lo que era un placer. Menos placer fue la curiosidad que se reunió alrededor mío. Mis escudos estaban todavía abajo, y sentí la sospecha y conjeturas fluir del cerebro de mis compañeros, excepto, por supuesto, de los dos hadas. Para Claude y Claudine, mi particularidad era un don raro, y sentían que era una mujer afortunada.
-Venga aquí, -retumbó la voz de Quinn, y pensé en decirle que tomara sus órdenes y las empujara donde el sol no brillara. Pero esto sería infantil, y yo no tenía nada que temer. (Al menos esto es lo que me dije aproximadamente siete veces en rápida sucesión.) Enderece mi espalda hasta ponerla rígida, me acerqué al él en un santiamén y alcé la vista a su cara.
-No tiene por que fruncir el ceño de esa manera, -dijo con calma-. No voy a golpearle.
Nunca pensé que lo haría, -dije con voz calmada-, de la que estuve orgullosa. Descubrí que sus redondos ojos, eran muy oscuros con un rico tono café púrpura en su iris como la flor llamada pensamientos. ¡Wow, eran hermosos! Sonreí con absoluto placer… y una porción de alivio.
Inesperadamente, el sonrió en respuesta. Tenía labios llenos, dientes muy blancos, y una columna robusta por cuello.
¿Cuan a menudo tiene que afeitarse? -Pregunté-, fascinada con su suavidad.
Rió fuertemente.
-¿Le asusta algo? -preguntó-.
-Tantas cosas, -dije con pesar-.
Consideró eso por un momento.
-¿Usted tiene un sentido extrasensitivo para el olor?
-No.
-¿Conocía al rubio?
-Nunca lo vi antes.
-¿Entonces cómo lo supo?
-Sookie es una telépata, -dijo Claude-. Cuando consiguió el peso lleno de la mirada del hombre grande, pareció arrepentido de haberlo interrumpido.
-Mi hermana es ella, ah, su guardián, -concluyó Claude con prisa.
-Entonces usted hace un trabajo terrible, -dijo Quinn a Claudine.
-No le diga eso a Claudine, -dije con indignación-. Claudine ha salvado mi vida varias veces.
Quinn parecía exasperado. "Hadas", -refunfuñó-. Los lobos no van a estar felices con su información, -me dijo-. Al menos la mitad de ellos van a desear que usted estuviera muerta. Si su seguridad es la prioridad de Claudine, debería haberle mantenido la boca cerrada.
Claudine parecía aplastada.
-¡Hey!, -dije-, corta el rollo. Sé que tienes amigos allí por los que estas preocupado, pero no te desquites con Claudine. O conmigo, -añadí a toda prisa-, cuando sus ojos se fijaron en los míos.
-No tengo ningún amigo allí. Y me afeito cada mañana, -dijo-.
-Esta bien, entonces. -asentí confusa.
-O si salgo por la tarde.
-Te atrapé.
-Para hacer algo especial.
¿Qué consideraría especial Quinn?
Las puertas se abrieron, interrumpiendo una de las conversaciones más extrañas que yo alguna vez había tenido.
-Pueden regresar, -dijo una joven lobo, con zapatos cuyos tacones eran de 10 centímetros. Ella llevaba un vestido entubado color Borgoña, y cuando la seguimos, salió balanceando excesivamente las caderas. Me pregunté a quien intentaba atraer, a Quinn o a Claude. ¿O tal vez a Claudine?
-Esto es nuestro juicio, -dijo Christine a Quinn. Reanudaremos la competición donde terminó. Según los votos, ya que Patrick hizo trampa en la segunda prueba, es declarado el perdedor de esa prueba. De la prueba de agilidad, también. Sin embargo, le permiten seguir en la competencia. Pero para ganar, tiene que ganar la última prueba en forma contundente. -No estuve segura de que significaba "en forma contundente" en este contexto-. Por la cara de Christine, estuve segura que esto no era de buen agüero. Por primera vez, comprendí que la justicia podría no prevalecer.
Alcide se veía mal, cuando encontré su cara entre la multitud. Este juicio parecía claramente parcial a favor del opositor de su padre. No me había dado cuenta de que había más lobos en el lado de Furnan que en el lado de Herveaux, y me preguntaba cuando había ocurrido ese cambio. El equilibrio había parecido más parejo en el funeral.
Debido a que ya había interferido, me sentí libre de interferir un poco más. Comencé a vagar entre los miembros de la manada, escuchando a sus cerebros. Aunque los cerebros revueltos de todos los lobos y cambia-formas sean difíciles de descifrar, comencé a recoger una pista aquí y allí. Los Furnans, entendí, habían conseguido su plan de filtrar historias sobre los hábitos de juego de Jackson Herveaux, diciéndoles que Jackson no sería confiable como líder.
Yo sabía por Alcide que las historias sobre el juego de su padre eran verdaderas. Aunque yo no admirara a los Furnans por jugar esta tarjeta, no lo consideré mal, tampoco.
Los dos competidores estaban todavía en forma de lobo. Si yo había entendido correctamente, seguían programados para luchar de cualquier manera. Estaba de pie cerca de Amanda.
-¿Qué ha cambiado sobre la última prueba? -Pregunté-. La pelirroja cuchicheó que ahora la lucha no sería una lucha normal, con el concursante de pie sobre el perdedor durante cinco minutos declarado ganador. Ahora, para ganar la lucha "contundentemente", el perdedor tenía que estar muerto o incapacitado.
Esto era más de lo que había prometido quedarme, pero sabía, que aun si no me lo pidieran nuevamente no podría marcharme.
El grupo se reunió alrededor de un domo de metal que me recordó irresistiblemente la película de Mel Gibson, Mad Max -Recuerden- “Dos hombres entran, un solo hombre sale. “ Supongo que esto era el equivalente entre los lobos. Quinn abrió la puerta, y los dos grandes lobos se introdujeron, girando sus cabezas de un lado a otro como si contaran a sus partidarios. O al menos, supuse que eso hacía.
Quinn se giró y me hizo señas.
Oh, oh. Fruncí el ceño. Los oscuros ojos café púrpura, eran intensos. El hombre representaba a la empresa. Me acerqué a él de mala gana.
-Va a leer sus mentes otra vez, -me dijo-. Puso una mano enorme sobre mi hombro. Me giró para afrontarlo, por lo que quedé " cara a cara ", con sus oscuros pezones. Desconcertada, alcé la vista.
-Escucha, rubia, todo lo que tienes que hacer es entrar allí y hacer lo que sea que haces, -dijo de modo tranquilizador-.
¿No podía haber tenido esta idea mientras los lobos estaban fuera de la jaula? ¿Qué si cerraba la puerta tras de mí? Volteé sobre mi hombro en busca de Claudine, que sacudía frenéticamente su cabeza.
-¿Por qué necesito hacerlo? ¿Cual sería el objetivo? -Pregunté-, para no parecer una idiota total.
-¿Va a hacer trampa otra vez? -Preguntó tan suavemente que supe que nadie más podría oírlo. ¿Tiene Furnan alguna forma de hacer trampa que no puedo ver?
-¿Garantiza mi seguridad?
Él encontró mis ojos.
-Sí, -dijo sin titubear-. Abrió la puerta de la jaula. Aunque tuvo que inclinarse, entró detrás de mí.
Los dos lobos se acercaron a mí cautelosamente. Su olor era fuerte; como perro, pero mas almizclado y salvaje. Nerviosamente, puse mi mano sobre la cabeza de Patrick Furnan. Miré en su cabeza tan fuerte como pude, y solo distinguí la rabia que sentía contra mí por haberle echado a perder su triunfo en la prueba de resistencia. Había una dura determinación sobre la lucha próxima, que tenía la intención de acabar con crueldad absoluta.
Suspiré, sacudí la cabeza y alejé mi mano. Para ser justa, puse mi mano sobre los hombros de Jackson, que eran tan altos que todo mi cuerpo tembló. El lobo literalmente vibraba, un leve escalofrío hizo que su pelaje se estremeciera bajo mi contacto. Su resolución entera estaba determinada a desgarrar a su rival miembro por miembro. Pero Jackson estaba asustado del lobo más joven.
-Todo claro, -dije-, y Quinn se giró para abrir la puerta. Él se agachó para pasar, y estuve a punto de seguirlo cuando la muchacha del vestido borgoña chilló. Moviéndose más rápido de lo que pensé que un hombre tan grande podría moverse, Quinn giro sobre sus pies, agarró mi brazo con una mano, y dio un tirón con toda su fuerza. Con su otra mano cerró de golpe la puerta, y oí algo estrellarse contra ella.
Los ruidos detrás de mí me dijeron que la batalla ya había comenzado, pero fui fijada contra una enorme extensión de piel bronceada y lisa.
Con mi oído en el pecho de Quinn, pude escuchar el estruendo de su voz tanto fuera como dentro de su cuerpo:
-¿La lastimó?
Yo estaba temblorosa y estremecida. Mi pierna estaba mojada, y vi que mis leotardos estaban rasgados, y la sangre corría de un rasguño en mi pantorrilla derecha. ¿Mi pierna había raspado la puerta cuándo Quinn la había cerrado tan rápidamente, o yo había sido mordida? Oh mi Dios, si yo había sido mordida…
Todos los demás se apretaron contra la jaula, mirando los giros y vueltas de los lobos. Su baba y su sangre volaban en finos rocíos, salpicando a los espectadores. Miré para ver atrás el hocico de Jackson sobre la pierna trasera de Patrick, mientras Patrick se dobló hacia atrás para morder el hocico de Jackson. Vislumbre la cara de Alcide, concentrado y angustiado.
No quise mirar esto. Yo preferiría mirar el cuerpo del extraño que observar que dos hombres se mataban uno al otro.
-Estoy sangrando, -dije a Quinn-. No es tan malo.
Un aullido en lo alto de la jaula indicó que uno de los lobos había anotado un golpe. Me abatí.
El hombre grande me llevó hacia la pared. Era una buena distancia de la pelea. Me ayudó a doblarme y a sentarme en el piso.
Quinn se sentó también en el piso. Era tan elegante para ser alguien tan grande que me quede absorta observando sus movimientos. Se arrodilló ante mi para quitarme mis zapatos, y luego mis leotardos, que estaban rasgados y mojados de sangre. Yo estaba en silencio y temblando cuando el se agachó y se acomodó sobre su estómago. Agarró mi rodilla y mi tobillo entre sus enormes manos como si mi pierna fuera una gran pata de pollo. Sin decir una palabra, Quinn comenzó a lamer la sangre de mi herida. Tuve miedo que esto fuera una preparación para morderme, pero la Doctora Ludwig se acercó, me miró y asintió. -Estará bien, -dijo despectivamente. Después de acariciarme la cabeza como si fuera un perro herido, la diminuta doctora regresó con los asistentes.
Mientras tanto, aunque no hubiera creído que fuera posible que algo me distrajera de estar al filo del suspenso, la cosa esa que me estaba haciendo de lamer la pierna me proporcionaba una diversión completamente inesperada. Me moví agitadamente, sofocando un jadeo. ¿Tal vez debería alejar mi pierna de Quinn? Observar la brillosa y calva cabeza moviéndose de arriba hacia abajo mientras me lamía, hacia que me sintiera a mundos de distancia de la lucha a muerte que tenía lugar al otro lado de la habitación. Quinn trabajaba cada vez más despacio, su lengua tibia y un poco áspera mientras limpiaba mi pierna. Aunque su cerebro fuera el cerebro más opaco de un cambia-formas que yo alguna vez hubiese encontrado, supe que el estaba teniendo la misma reacción que yo.
Cuando terminó, colocó su cabeza sobre mi muslo. Él respiraba pesadamente, y yo intentaba no hacerlo igual. Sus manos liberaron su sujeción, pero acariciaron mi pierna deliberadamente. Alzó la vista hacia mí. Sus ojos habían cambiado. Eran dorados, de oro sólido. El color llenaba sus ojos. ¡Guau…!.
Supongo que pudo distinguir en mi rostro, lo que nuestro pequeño interludio -por decirlo suavemente-, había provocado en mí.
-No es el momento ni el lugar, bebe. -dijo-.
-Dios, eso fue…grandioso. Se estiró, y eso no fue una extensión de sus brazos y pecho de la manera en que lo hacen los seres humanos. Él realmente onduló desde la base de su espina hasta sus hombros. Esta era una de las cosas mas extrañas que yo alguna vez hubiera visto, y yo había visto muchas cosas extrañas.
-¿Sabes quien soy? - preguntó-.
Asentí.
-¿Quinn? -Dije-, sintiendo enrojecer mis mejillas.
-He oído que tu nombre es Sookie, -dijo-, levantándose hasta quedar de rodillas.
-Sookie Stackhouse, -dije-.
Puso su mano bajo mi barbilla, para poder que pudiera mirarlo. Miré fijamente sus ojos tan fuerte como pude. Él no parpadeó.
-Me pregunto que es lo que estas viendo, -dijo finalmente, y retiró su mano-.
Eché un vistazo a mi pierna. La marca sobre ella, ahora libre de sangre, era casi seguramente un rasguño del metal de la puerta.
-No es un mordisco, -dije-, con voz entrecortada. La tensión se alejó de mí rápidamente.
-No. Ninguna loba en tu futuro, -acordó-, y fluyó sobre sus pies. Me ofreció su mano. La tomé, y me levantó en un segundo. Un gruñido penetrante proveniente de la jaula me sacudió de regreso al aquí y al ahora.
-Dime algo. ¿Por qué demonios no votan mejor? -pregunté-.
Los ojos redondos de Quinn, regresaron a su color café púrpura y correctamente rodeados de blanco, arrugando las comisuras con diversión.
-No es la manera de los cambia-formas, bebé. Me verás después, -prometió Quinn-. Sin otra palabra regresó a zancadas a la jaula, y mi pequeño viaje a otro mundo terminó. Tuve que regresar mi atención al asunto realmente importante que estaba sucediendo en este edificio.
Claudine y Claude miraban con inquietud sobre sus hombros cuando los encontré. Hicieron un pequeño espacio para facilitar mi acomodo entre ellos, y envolvieron sus brazos a mí alrededor. Parecían muy trastornados, y Claudine tenía dos lágrimas deslizándose por sus mejillas. Cuando vi la situación en la jaula, entendí por qué.
El lobo más ligero estaba ganando. El pelaje del lobo negro estaba cubierto de sangre. Todavía estaba sobre sus pies, todavía gruñía, pero una de sus piernas traseras cedía bajo su peso de vez en cuando. Se las arregló para sostenerse dos veces, pero la tercera vez la pierna se derrumbó, el lobo más joven estuvo sobre él, mordiéndolo una y otra vez, en un borrón espantoso de dientes, carne rasgada, y piel.
Olvidando las reglas de silencio, todos los lobos gritaban su apoyo de un concursante al otro, o solamente aullaban. La violencia y el ruido se mezclaban armonizando en un caótico collage. Finalmente descubrí que Alcide aporreaba sus manos contra el metal en vana agitación. Nunca había sentido tanta pena por alguien como ese día. Me pregunté si trataría de entrar por la fuerza en la jaula de combate. Pero otra mirada me dijo que incluso el respeto de Alcide por las reglas de la manada se debilitó e intentó ir a la ayuda de su padre, Quinn bloqueaba la puerta. Por esto era por lo que la manada había contratado un forastero, por supuesto.
Bruscamente, la pelea terminó. El lobo gris tenía al más oscuro por la garganta. Lo sostenía, pero no lo mordía. Tal vez Jackson habría continuado luchando si no hubiera estado tan gravemente herido, pero su fuerza estaba agotada. Él se quedó gimoteante incapaz de defenderse. El espacio quedó completamente silencioso.
-Patrick Furnan es declarado el ganador, -dijo Quinn- con voz neutra.
Y luego Patrick Furnan mordió la garganta de Jackson Herveaux y lo mató.
CAPITULO 16
Quinn se encargó de la limpieza con la autoridad segura de quien ha supervisado tales cosas antes. Aunque yo estuviera embotada y estúpida con la conmoción, noté que dio instrucciones claras y concisas en cuanto a la dispersión de los materiales de las pruebas. Miembros de la manada desmontaron la jaula en secciones y desarmaron la arena con agilidad y eficiencia. Un equipo de limpieza tuvo cuidado de lavar los suelos de la sangre y otros fluidos.
Pronto el edificio estuvo vacío de todo excepto de la gente. Patrick Furnan había vuelto a su forma humana, y la Doctora Ludwig asistía sus muchas heridas. Me alegré de que tuviera cada una de ellas Solamente lamenté que no fueran peores. Pero la manada había aceptado a Furnan. Si ellos no protestaron contra tal brutalidad innecesaria, yo no lo haría.
Alcide era consolado por Maria-Star Cooper una joven lobo que yo solo conocía ligeramente
María lo sostuvo y acarició su espalda, proporcionándole apoyo con el simple hecho de su compañía. No tuvo que decirme que en esta ocasión, prefería la compañía de alguien de su misma especie a la mía. Me había acercado a abrazarlo, y había visto sus ojos, lo había sabido. Eso me dolió, y mucho; pero el día de hoy no era sobre mí y mis sentimientos.
Claudine lloraba en los brazos de su hermano.
-Es tan bondadosa, -susurré a Claude-, sintiéndome un poco avergonzada de no estar llorando yo misma. Mi preocupación era por Alcide; apenas había conocido a Jackson Herveaux.
-Atravesó la segunda guerra de los elfos en Iowa luchando como la mejor, -dijo Claude-, agitando la cabeza. Ha visto a un duende decapitado sacar la lengua ante sus ojos en convulsiones mortales, y solo sonrió. Pero cuando se acerca a la luz, se vuelve más susceptible.
Esto me callo con eficacia. No quería preguntar ninguna otra explicación de cualquier otra regla sobrenatural misteriosa. Había tenido un montón ese día.
Ahora que todo el desorden había sido borrado (ese desorden incluía el cuerpo de Jackson, que la Doctora Ludwig había tomado para llevárselo a algún sitio para modificarlo, y hacer que la historia de como había encontrado su muerte fuera más plausible), todo los miembros de la manada se reunieron delante de Patrick Furnan, que no se había vestido. Según su cuerpo, la victoria lo había hecho sentir varonil. Puaffff…
Estaba de pie sobre una manta a cuadros roja, como la que utilizarías para un juego de fútbol. Sentí que mis labios temblaban, pero me puse totalmente seria cuando la esposa del nuevo jefe de manada le llevó a una joven, una chica de cabello castaño que parecía estar a fines de su adolescencia. La chica estaba tan desnuda como el jefe de la manada, aunque se veía mejor que el en aquel estado.
¿Qué diablos?
Repentinamente recordé la última parte de la ceremonia, y comprendí que Patrick Furnan iba a joder a esta muchacha enfrente de nosotros. De ninguna manera iba a mirar esto. Intenté volverme para marcharme. Pero Claude susurró:
-No puedes marcharte. Me cubrió la boca y me movió para acomodarme tras la multitud. Claudine se movió con nosotros y se quedo de pie delante de mí, pero con su espalda vuelta hacia mi, así yo no tendría que ver. Hice un sonido furioso en la mano de Claude.
-Cállate, -dijo el hada con gravedad-, su voz tan llena de sinceridad como pudo manejar, o nos meterás en problemas. Si esto te hace sentir mejor, es la tradición. La muchacha se ofreció. Después de esto, Patrick será un marido fiel una vez más. Pero él ya ha criado a su cachorro con su esposa, y tiene que hacer el rito ceremonial de criar otro. Puede funcionar o no, pero tiene que hacerse.
Mantuve mis ojos cerrados y agradecí cuando Claudine se volteó y colocó sus manos mojadas de lágrimas sobre mis oídos. Un grito se elevó de la multitud cuando la cosa fue completada. Los dos hadas se relajaron y me dieron un poco de espacio. Yo no vi que pasó con la chica, pero Furnan permaneció desnudo, pero mientras estuviera en estado de calma, yo podría manejar esto.
Para sellar su posición, el nuevo jefe de manada comenzó a recibir las promesas de sus lobos. Se formaron por turnos del más viejo al más joven, -comprendí después de observarlo un momento-. Cada uno lamía el dorso de la mano de Patrick Furnan y exponían su cuello durante un momento ritual. Cuando fue el turno de Alcide, repentinamente comprendí que había suficiente potencial para el desastre.
Descubrí que estaba conteniendo la respiración.
Por el profundo silencio, sabía que no era la única.
Después de un largo titubeo, Furnan se inclinó y colocó sus dientes sobre el cuello de Alcide; abrí mi boca para protestar, pero Claudine aplastó su mano sobre mis labios. Los dientes de Furnan se apartaron de la carne de Alcide, dejándolo intacto.
El jefe de la manada había enviado una clara señal.
Cuando el último lobo realizó el ritual, estaba exhausta de tanta emoción. ¿Seguramente esto era el fin? Sí, la manada se dispersaba, algunos miembros daban abrazos de felicitación a Furnan, y algunos se iban en silencio.
Hice lo mismo y fui directo hacia la puerta. La próxima vez que alguien me dijera que tenía ver un ritual sobrenatural, le diría que me tenía que lavar el pelo.
Una vez al aire libre, caminé despacio, arrastrando los pies. Tenía que pensar en cosas que había dejado de lado, como lo que había visto en la cabeza de Alcide después de que la pelea estuvo terminada. Alcide pensó que yo le había fallado. Él me había dicho que tenía que venir, y lo había hecho; debería haber sabido que tenía algún propósito antes su insistencia de que estuviera presente.
Ahora sabía que él había sospechado que Furnan tenía algún truco solapado en mente. Alcide había preparado a Christine la aliada de su padre, por adelantado. Ella se aseguró de que usará mi telepatía sobre Patrick Furnan. Y, por supuesto yo había descubierto que el adversario de Jackson estaba haciendo trampa. Esa revelación debería haber asegurado la victoria de Jackson.
En cambio, la voluntad de la manada había sido contra Jackson, y la competición había seguido con los riesgos incluso más altos. No habría podido hacer nada contra esa decisión. Pero ahora mismo Alcide, en su pena y rabia, me culpaba.
Intenté estar enfadada, pero estaba demasiado triste.
Claude y Claudine dijeron ¡adiós!, y subieron al Cadillac de Claudine y se largaron del estacionamiento como si no pudieran esperar para regresar a Monroe. Yo pensaba lo mismo, pero tenía mucho menos capacidad de recuperación que las hadas. Tuve que sentarme detrás del volante del Malibu prestado durante cinco o diez minutos, tranquilizándome, para poder ser capaz de conducir de regreso a casa.
Me encontré pensando en Quinn. Esto era un alivio bienvenido, en lugar de pensar en carne rasgada sangre y muerte. Cuando había examinado su cabeza, había visto a un hombre que sabía lo que quería. Y yo todavía no tenía una pista respecto a que es lo que era el.
Conducir de regreso a casa fue horroroso.
*****
También acudí a Merlotte's esa noche. Oh, si sufrí, todos los llamados y pedidos y los lleve a las mesas correctas, rellenando las jarras de cerveza, acumulando rápidamente propinas que llenaban mi jarro, limpiando mesas y asegurándome que el cocinero temporal (un vampiro llamado Antonio Bolivar; que ya nos había ayudado antes) recordara que el ayudante de camarero estaba prohibido. Pero no obtenía ninguna satisfacción ni placer, con mi trabajo.
Me di cuenta de que Sam parecía estar mejor. Estaba obviamente intranquilo, sentado en su esquina observando a Charles trabajar. Posiblemente Sam estaba también un poco molesto, ya que Charles parecía hacerse cada vez más popular entre la clientela. El vampiro era encantador, eso seguro. Lucía un parche con lentejuelas rojo esta noche y su camisa pirata habitual bajo un chaleco negro de lentejuelas -llamativo en extremo -, pero divertido, también.
-Pareces deprimida, hermosa dama, -dijo- cuando me acerqué a recoger un Tom Collins y un ron con coca.
-Ha sido un largo día, -dije-, haciendo un esfuerzo por sonreír. Tenía tantas otras cosas que digerir emocionalmente que ni siquiera me molesté cuando Bill trajo Selah Pumphrey otra vez. Incluso cuando se sentaron en mi sección, no me preocupé. Pero cuando Bill tomó mi mano cuando daba la vuelta para ir por su orden, lo alejé como si hubiera tratado de prenderme fuego.
-Sólo quiero saber que esta mal, -dijo-, y durante un segundo recordé que bien se había sentido aquella noche en el hospital cuando se había acostado conmigo. Mi boca en realidad comenzó a abrirse, pero entonces vislumbré la cara indignada de Selah, y apagué mi caudal emocional.
-Vuelvo en seguida con la sangre, -dije- alegremente, sonriendo hasta mostrar cada diente de mi boca.
Al diablo con él, -pensé justificadamente.-. Él y el caballo con el que apareció.
Después de esto fue estrictamente trabajo. Reí y trabajé, trabajé y reí. Me alejé de Sam, porque no quería tener una larga conversación con otro cambia-formas esa noche. Temí, que ya no que no tenía ninguna razón para estar enojada con Sam, el me preguntara que era lo que era lo que estaba mal, yo le diría; y no quería hablar sobre eso. ¿Alguna vez se ha sentido con ganas de descargar el mal humor con alguien y sentirse miserable por un tiempo? Esa era la clase de humor en el que yo estaba.
Pero tuve que acercarme a Sam, después de todo, cuando Bagre preguntó si podía pagar con un cheque los festejos de esa noche. Era la regla de Sam: él tenía que aprobar los cheques. Y tuve que estar de pie cerca de Sam, porque la barra era muy ruidosa.
No pensé en ello, aparte de mi deseo de no explicarle mi mal humor, pero cuando me incliné para explicarle el problema del flujo de fondos de bagres, los ojos de Sam se abrieron de par en par
-¿Mi Dios, Sookie, -dijo-, ¿donde has estado?
Me eché atrás, muda. Él estaba sobresaltado y horrorizado por un olor que incluso yo no sabía que traía. Estaba cansada de estar sobresaltada.
-¿Donde conociste a un tigre? -preguntó-.
-Un tigre, -repetí anonadada-.
Ahora yo sabía en que se convertiría en la luna llena mi nuevo conocido Quinn.
-Dime, -exigió Sam-.
-No, -dije seca- no te lo diré. ¿Que hay con bagre?
-Puede pagar con cheque esta vez. Si hay algún problema, nunca se le aceptará aqui otro cheque.
No transmití esta última oración. Tomé el cheque de Bagre, le serví lo que pidió y dejé el cheque donde correspondía.
Para empeorar mi humor, enganché mi cadena de plata sobre una esquina de la barra cuando me incliné para recoger una servilleta que alguien había dejado caer al piso. La cadena se rompió, la atrapé y la dejé caer en mi bolsillo. ¡Demonios!. Este había sido un pésimo día, seguido de una noche pésima.
Me aseguré de despedirme de Selah cuando ella y Bill partieron. Él me había dejado una buena propina, y la guardé en mi otro bolsillo con tanta fuerza que casi rasgué la tela. Dos o tres veces durante la noche, había escuchado el timbre del teléfono del bar, y cuando llevé algunos vasos sucios a la escotilla de la cocina, Charles dijo:
-Alguien esta llamando y colgando. Muy irritante.
-Se cansarán y te dejaran en paz -dije con dulzura-.
Aproximadamente una hora más tarde, cuando puse una Coca delante de Sam, el ayudante de camarero vino para decirme que había alguien en la entrada de los empleados, preguntando por mí.
-¿Qué estabas haciendo afuera? -preguntó Sam bruscamente-.
El muchacho lo miró avergonzado.
-Fumando, Sr. Merlotte, -dijo-. Estaba afuera tomando un descanso, porque el vampiro me dijo que me drenaría si encendía el cigarrillo adentro, cuando este hombre se acercó salido de ninguna parte.
-¿Como es? -Pregunté-.
-Oh, él es viejo, con el pelo negro, -dijo el muchacho-, encogiéndose de hombros. No fue muy descriptivo que digamos.
-Bien, -dije-. Me alegré de tomar un descanso. Sospechaba quien podría ser el visitante, y si hubiera entrado en el bar habría causado un disturbio. Sam encontró una excusa para seguirme diciendo que necesitaba ir al baño, así que recogió su bastón y lo usó para renquear con dificultad por el pasillo después de mí. Él tenía su propio cuarto de baño diminuto en su oficina, y entro cojeando mientras yo pasaba por el baño de los hombres y luego el de las mujeres hasta llegar a la puerta trasera. La abrí cautelosamente y miré con atención afuera. Pero entonces comencé a sonreír. El hombre que me esperaba tenía una de las caras más famosas en el mundo -excepto, al parecer, para ayudantes de camarero adolescentes-.
-Bubba, -dije-, feliz de ver al vampiro. No podía llamarlo por su antiguo nombre, o se pondría nervioso y agitado. Bubba era antes conocido como… bien, déjeme exponerlo de esta manera. ¿Se preguntaba por todas esas misteriosas apariciones después de su muerte? Esta era la explicación.
La conversión no había sido un éxito completo porque su sistema había estado aturdido por las drogas; pero aparte de su predilección por la sangre de gato, Bubba se las arreglaba bastante bien. La comunidad vampiro cuidaba bien de él. Eric mantenía a Bubba como un chico de los recados personal. El pelo negro brillante de Bubba siempre iba peinado y estilizado, sus largas patillas marcadamente recortadas. Esta noche lucía una chaqueta negra de cuero, jeans azules nuevos, y una camisa de cuadros negra y plata.
-Te ves bien, Bubba, -dije con admiración-.
-Usted también, señorita Sookie. -me sonrió radiante.
-¿Querías decirme algo?
-Sip. El Sr. Eric me envió aquí para decirle que él no es lo que parece.
Parpadeé.
-¿Quien, Bubba? -Pregunté-, intentando mantener mi voz apacible.
-Él es un asesino a sueldo.
Miré fijamente a la cara de Bubba no porque pensara que mirarlo con fijeza me conseguiría alguna respuesta, si no porque intentaba entender el mensaje. Esto fue un error; los ojos de Bubba comenzaron a moverse de un lado a otro, y su cara perdió su sonrisa. Yo debería haber dado la vuelta para mirar fijamente a la pared, esta me habría dado la misma información, y Bubba no se habría puesto nervioso.
-Gracias, Bubba, -dije, acariciando su hombro fuerte-. Lo hiciste bien.
-¿Puedo irme ahora? ¿De regreso a Shreveport?
-Seguro dije. Yo solamente tendría que llamar a Eric. ¿Por qué no había usado el teléfono para un mensaje tan urgente e importante como éste parecía ser?
-Encontré una puerta trasera en el refugio de animales, -confió Bubba con orgullo-.
Tragué saliva. -Oh, pues grandioso, -dije-, intentando no sentirme mareada.
-Hasta la vista cocodrilo[17], -gritó desde el borde del estacionamiento. Justo cuando pensabas que Bubba era el peor vampiro del mundo, él hacia algo asombroso como moverse a una asombrosa velocidad que simplemente no podías seguir con la mirada.
-Hasta dentro de un tiempo, cocodrilo[18] -dije obediente.
-¿Es quien creo que es? -La voz estaba justo detrás de mí-.
Salté. Di media vuelta para descubrí que Charles había abandonado su puesto en la barra.
-Me asustaste, -dije-, como si él no lo hubiera notado.
-Lo lamento.
-Sí, ese era él.
-Así lo creí. Nunca lo he oído cantar en persona. Debe ser asombroso. Charles miró fijamente el estacionamiento como si estuviera pensando con fuerza en algo más. Tenía la impresión que no estaba escuchando sus propias palabras.
Abrí mi boca para hacer una pregunta, pero antes de que mis palabras alcanzaran mis labios pensé en lo que acababa de decir el pirata inglés, y las palabras se congelaron en mi garganta. Después de un largo titubeo, sabía que tenía que hablar, o él sabría que se equivocó en algo.
-Bien, supongo que más vale que regrese a trabajar, -dije-, con una sonrisa tan brillante que aparece en mi cara cuando estoy nerviosa. Y, cielos, si que estaba nerviosa ahora. La cegadora revelación que había tenido hizo que todo comenzara a armarse en mi cabeza. Cada pequeño vello sobre mis brazos y cuello estaba erizado. Mi reacción automática de “pelear o escapar”[19] fue fijada firmemente en escapar. Charles estaba entre la puerta exterior y yo. Comencé a retroceder por el pasillo hacia la barra.
La puerta de la barra en el pasillo por lo general estaba abierta, porque la gente tenía que pasar por el pasillo constantemente para usar los cuartos de baño. Pero ahora estaba cerrada. Había estado abierta cuando había entrado al pasillo para hablar con Bubba.
Esto era malo.
-Sookie, -dijo Charles, detrás de mí. Realmente lamento esto.
-¿Fuiste tu quién le disparó a Sam, verdad? Extendí la mano detrás de mí, buscando a tientas la manija que abriría aquella puerta. Él no me mataría delante de todas esas personas, ¿verdad? Entonces recordé la noche que Eric y Bill habían despachado una habitación llena de hombres en mi casa. Recordé que eso les había tomado sólo tres o cuatro minutos. Recordé como habían quedado los hombres después.
-Sí. Fue un golpe de suerte cuando atrapaste a la cocinera, y ella confesó. ¿Pero ella no confesó haberle disparado a Sam, verdad?
-No, ella no lo hizo, -dije anonadada-. A todos los demás, pero no a Sam, y la bala no coincidía con las otras.
Mis dedos encontraron la perilla. Si la girara, podría vivir, o tal vez no. ¿Cuánto valoraba Charles su propia vida?
-Querías trabajar aquí, -dije-.
-Pensé que habría una buena posibilidad de entrar cuando Sam estuviera fuera de combate.
-¿Como sabías que yo iría con Eric en busca de ayuda?
-No lo sabía. Pero sabía que alguien le diría que el bar estaba en problemas. Debido a que eso implicaría ayudarte, él lo haría. Yo era el más lógico para enviar.
-¿Por qué estas haciendo todo esto?
-Eric tiene una deuda.
Se estaba acercando, aunque no muy rápidamente. Tal vez estaba poco dispuesto a hacer el acto. Tal vez estaba esperando un momento más ventajoso, para poder llevarme en silencio.
-Parece que Eric ha descubierto que no soy del nido de Jackson, como le había dicho.
-Sí. Escogiste el equivocado.
-¿Por qué? Me parecía ideal. Hay muchos hombres ahí; tu no los habrías visto todos. Nadie puede recordar a todos los hombres que han pasado por esa mansión.
-Pero ellos han oído a Bubba cantar, -dije suavemente-. Él cantó para ellos una noche. Nunca habrías olvidado eso. No sé como se enteró Eric, pero yo lo supe en cuanto dijiste que tu nunca…
Él saltó.
Estaba sobre mi trasero en el suelo en una fracción de segundo, pero mi mano estaba ya en mi bolsillo, y él abrió su boca para morder. Él se apoyaba sobre sus brazos, con cortesía tratando de no aplastarme. Sus colmillos estaban totalmente expuestos, y brillaban en la luz.
-Tengo que hacer esto, -dijo-. Lo prometí. Lo siento.
-Yo no, -dije-, y empujé la cadena de plata en su boca, usando el dorso de mi mano para romper su mandíbula.
Él gritó y me golpeó, y sentí una costilla romperse, y el humo salía de su boca. Me alejé a gatas y grité. La puerta se abrió, y una ola de clientes del bar entró en el pequeño vestíbulo. Sam salió disparado de la puerta de su oficina como si hubiera sido despedido por un cañón, moviéndose muy bien para ser un hombre con una pierna quebrada, y ante mi asombro tenía una estaca en su mano. A aquellas alturas, el vampiro gritaba mientras era aplastado por tantos hombres fuertes en jeans que incluso no se podía ver. Charles intentaba morder a quien podía, pero su boca quemada era tan dolorosa que sus esfuerzos eran débiles.
El Bagre parecía estar abajo del montón, en contacto directo.
-¡Pásame la estaca muchacho! -le dijo a Sam-. Sam la pasó a Hoyt Fortenberry, quien la pasó a Dago Guglielmi, quien la transfirió a la mano peluda de Bagre.
¿Esperamos a la policía de vampiros, o nos encargamos de el nosotros mismos? -Preguntó Bagre-… ¿Sookie?
Después de un horrorizado segundo de tentación, abrí mi boca para decir:
-Llama a la policía. La policía de Shreveport tenía una escuadra de policías vampiro, así como el vehículo de transporte necesario especial y celdas especiales.
-Termínalo, -dijo Charles-, en algún lugar debajo de la pila repleta de hombres. Fallé en mi misión, y no puedo tolerar la cárcel.
-Muy bien, -dijo Bagre-, y lo estacó.
Después de que estuvo terminado y el cuerpo se desintegró, los hombres regresaron al bar y se instalaron en las mesas donde habían estado antes de que escucharan la pelea en el pasillo. Era muy extraño. No había muchas sonrisas, y no había mucho por que reír, y nadie que se había quedado en el bar preguntó a nadie que había ido al pasillo lo que había ocurrido.
Desde luego, era tentador pensar que esto era un eco de los terribles y viejos días, cuando habían linchado a hombres negros si hubieran escuchado incluso un rumor de que habían guiñado el ojo a una mujer blanca.
Pero, ¿saben?, las similitudes no resistieron. Charles era de una raza diferente, era verdad. Pero había sido culpable como el infierno de tratar de matarme. Habría sido una mujer muerta en treinta segundos más, a pesar de mi táctica de distracción, si los hombres de Bon Temps no hubieran intervenido.
Tuvimos mucha suerte de todos modos. No había ningún representante de la ley en el bar aquella noche. Cinco minutos después de que cada uno reasumió su lugar en las mesas, Dennis Pettibone, el investigador de incendios intencionados, entró para visitar a Arlene. (El ayudante de camarero todavía fregaba el pasillo, de hecho.) Sam había atado mis costillas con algunas vendas en su oficina, y regresé despacio y con cuidado a preguntar a Dennis que quería beber.
Tuvimos suerte de que no hubiera ningún forastero. Ningún tipo del colegio de Ruston, ningún camionero de Shreveport, ningún pariente que hubiera visitando el bar con un primo o tío.
Tuvimos suerte que no hubiera muchas mujeres. No sé por qué, pero me imaginé que una mujer se impresionaría muy probablemente con la ejecución de Charles. A decir verdad, me sentía muy impresionada sobre ello, cuando no estaba agradeciendo a las estrellas de la suerte por seguir viva.
Y Eric tuvo suerte cuando entró en el bar aproximadamente treinta minutos más tarde, porque Sam no tenía mas prácticas estacas, tan nerviosos como estábamos todos, alguna alma temeraria se habría ofrecido para sacar a Eric, pero no habría salido de ello relativamente indemne, como aquellos que habían enfrentado a Charles.
¿Y Eric también fue afortunado de que las primeras palabras que salieron de su boca fueran:
-Sookie, ¿estas bien? En su ansiedad, me abrazó por la cintura, y grité.
-Estas lastimada, -dijo-, y luego se dio cuenta de que cinco o seis hombres habían saltado a sus pies.
-Solo estoy adolorida, -dije-, haciendo un esfuerzo enorme para decirlo. Todo esta bien. El es mi amigo Eric, -dije un poco fuerte-. Ha estado intentando ponerse en contacto conmigo, y ahora sé por qué era tan urgente. Miré fijamente a los ojos de cada hombre, y uno por uno, regresaron a sus asientos.
-Vamos a sentarnos y a hablar, -dije quedamente.
-¿Dónde está Charles? Estacaré al bastardo yo mismo, no importa lo que envié Hot Rain contra mí. Eric estaba furioso.
-Han cuidado de mí, -musité. ¿Te calmarás?
Con el permiso de Sam, fuimos a su oficina, el único lugar en el edificio que ofrecía sillas y aislamiento. Sam regresó detrás de la barra, se sentó sobre un taburete alto con su pierna sobre un taburete inferior, atendiendo el mismo.
-Bill buscó en su base de datos, -dijo Eric con orgullo-. El bastardo me dijo que venía de Mississippi, entonces le escribí a uno de los bonitos muchachos desechados de Russell. Incluso llamé a Russell, para preguntarle si Twining había trabajado para él. Russell dijo que tenía tantos nuevos vampiros en la mansión, que no lo sabía, tenía sólo un vago recuerdo de Twining. Pero Russell, como observé en el bar de Josephine, no es la clase de gerente que yo soy.
Sonreí. Esto era definitivamente verdad.
-Así que cuando no encontré respuestas, pedí a Bill que se pusiera a trabajar, y Bill remontó a Twining desde su nacimiento como un vampiro comprometido a Hot Rain.
-¿Este Hot Rain fue quien lo convirtió en vampiro?
-No, no, -dijo Eric con impaciencia-. Hot Rain hizo al padre del pirata un vampiro. Y cuando el padre de Charles fue muerto durante la Guerra francesa e india, Charles se prometió a Hot Rain. Cuando Hot Rain estuvo insatisfecho con la muerte de Long Shadow, envió a Charles por el pago exacto por la deuda que el sentía que le debían.
-¿Por qué cancelaría la deuda con mi muerte?
-Porque decidió, después de escuchar algunos cuantos comentarios que eras importante para mí, y que tu muerte me heriría de la misma forma en la que a el le había herido la de Long Shadow
-Oh. No podía pensar en ninguna cosa que decir. Ni una sola.
Por fin pregunté, ¿Entonces Hot Rain y Long Shadow tuvieron relaciones, alguna vez?
Eric dijo,
-Sí, pero no era conexión sexual, era afecto. Esa era la parte valiosa del vínculo.
-Así que porque este Hot Rain decidió que la multa que le pagaste por la muerte de Long Shadow, no fue suficiente, él envió a Charles para hacerte algo igualmente doloroso.
-Sí.
-Y Charles llegó a Shreveport, mantuvo sus oídos abiertos, averiguó sobre mí, y decidió que mi muerte pagaría la factura.
-Aparentemente.
-Entonces él se enteró de los atentados, sabía que Sam es un cambia-formas, y le disparó a Sam, así habría una buena posibilidad para que el viniera a Bon Temps.
-Sí.
-Esto es real, realmente complicado. ¿Por qué Charles no me atacó solamente alguna noche?
-Porque él quiso que pareciera un accidente. No quería que la culpa le fuera achacada a un vampiro en absoluto, porque no sólo él no quería que lo atraparan, si no que no quería que Hot Rain, incurriera en ninguna penalidad
Cerré los ojos.
-Prendió fuego a mi casa, -dije-. No fue aquel tipo Marriot. Apuesto a que Charles lo mató antes de que el bar cerrara aquella noche y lo llevó a mi casa para hacerlo aparecer culpable. Después de todo, el tipo era un forastero en Bon Temps. Nadie lo echaría de menos. ¡Oh mi Dios! ¡Charles tomó prestadas mis llaves! ¡Apuesto a que el hombre estaba en mi cajuela! No muerto, pero si hipnotizado. Charles plantó aquella tarjeta en el bolsillo del tipo. El pobre no era un miembro de la confraternidad del Sol más de lo que yo soy.
-Debe haber sido frustrante para Charles, cuando encontró que estabas rodeada de amigos, -dijo Eric un poco fríamente-, ya que un par de aquellos "amigos" acababan de caminar ruidosamente por el pasillo, usando un viaje al baño, como un pretexto para vigilarlo.
-Sí, debe haber sido así. -Reí-.
-Pareces estar mejor de lo que esperé, -dijo Eric un poco indeciso-. Menos traumatizada, como dicen ahora.
-Eric, soy una mujer afortunada, -dije-. Hoy he visto cosas más malas de las que puedes imaginar. Todo lo que puedo pensar es, me escapé. A propósito, Shreveport ahora tiene un nuevo jefe de manada, y es un mentiroso, bastardo tramposo.
-Entonces supongo que Jackson Herveaux perdió su oportunidad de trabajo.
-Perdió más que eso.
Los ojos de Eric se abrieron de par en par.
-Entonces la competición era hoy. Había oído que Quinn estaba en la ciudad. Por lo general, él mantiene las transgresiones al mínimo.
-No fue su elección -dije-. Un voto fue contra Jackson; esto debería haberlo ayudado, pero… no lo hizo.
-¿Por qué estabas allí? ¿El maldito de Alcide intentaba usarte para algún propósito en la competición?
-Deberías saber lo que es utilizar a alguien.
-Sí, pero soy franco sobre eso, -dijo Eric,- sus ojos azules amplios y cándidos.
Tuve que reírme. No había esperado reír durante días, o semanas, y aún con todo lo que había pasado aquí yo estaba, riendo.
-Es verdad, -admití.-
-¿Así que debo entender que Charles Twining no esta más? -Preguntó Erick bastante moderadamente-.
-Es correcto.
-Bien, bien. Las personas aquí son inesperadamente emprendedoras. ¿Qué daño has sufrido?
-Costilla fracturada.
-Una costilla fracturada no es mucho cuando un vampiro lucha por su vida.
-Correcto, de nuevo.
-Cuando Bubba regresó y encontré que no había entregado el mensaje correctamente, me precipité aquí galantemente para rescatarte. Había intentado llamar al bar esta noche para decirte que tuvieras cuidado, pero Charles contestaba siempre las llamadas.
-Fue muy galante de tu parte, en extremo, -admití-. Pero, como esto resultó, fue innecesario.
-Bien, entonces… Volveré a mi propio bar y observaré a mis propios clientes del bar en mi propia oficina. Estamos ampliando nuestra línea de productos de Fangtasia.
-¿Oh, si?
-Sí. ¿Qué pensarías de posar para un calendario desnuda? “ La Fangtasia de un vampiro “es lo que Pam piensa que debería llamarse.
-¿Tu también posaras?
Oh, supuesto. Sr. Enero.
-Bien, te encargo tres. Daré uno a Arlene y uno a Tara. Y pondré el mío sobre mi propia pared.
-Si prometes mantenerlo abierto en mi fotografía, te daré uno gratis, -prometió Eric-.
-Es un trato.
Se puso de pie.
-Una cosa más, antes de que me vaya.
Me puse de pie, también, pero mucho más despacio.
-Puedo necesitar contratarte a principios de marzo.
-Comprobaré mi calendario. ¿Qué hay?
-Va a haber una pequeña cumbre. Una reunión de los reyes y las reinas de algunos estados del sur. La ubicación no ha sido establecida, pero cuando lo sea, me pregunto si puedes conseguir tiempo en tu trabajo aquí para acompañarme a mí y mi gente.
-No puedo pensar en eso, justamente en este momento, Eric, -dije-. Me estremecí de dolor cuando iba a salir de la oficina.
-Espera un momento, -dijo repentinamente-, y en ese momento estuvo frente a mí.
Alcé la vista, sintiéndome enormemente cansada.
Se dobló y me besó en la boca, tan suavemente como el revoloteo de una mariposa.
-Me dijiste que te había dicho que eras la mejor amante que yo alguna vez había tenido, -dijo-. ¿Pero que respondiste tu?
¿No desearías saberlo? -Dije-, y regresé a trabajar.
[1] Wal-Mart.-Famosa tienda estadounidense donde se puede comprar de todo a precios módicos.
[2] Bebida preparada de whisky con refresco 7up.
[3] Bad Moon Rising: The Best of Creedence Clearwater Revival (2003)
[4] Creedence Clearwater Revival, generalmente referenciado como CCR o simplemente Creedence, es el nombre de una banda de rock norteamericana de fines de los 60, liderada por John Fogerty.
[5] Sonic.-Restaurant de comida rápida para llevar, servida en tu propio auto. Famoso en Estados Unidos.
[6] Bob Seger - El legendario barbado del Rock y Soul comenzó su irrupción multiplatino en 1975, seguido por una década de cerca de 20 consecutivos sencillos en él top 40, De los cuales todos hablan de problemas amorosos de Bob Seger, además de una música que toca de su infancia empobrecida…
[7] JCPenney.-Famosa tienda departamental al estilo El Corte Inglés, en Estados Unidos.
[8] Here Comes the Night, una balada escrita por el productor de la banda británica “Them” (Bert Berns), alcanzó la segunda posición en las listas británicas y se convertiría en el mayor (y último) hit de la banda en 1965.
[9] Dr Pepper, comercializada por primera vez en 1885 e introducida en los EE.UU. en la Exposición Universal de 1904, es una bebida suave carbonatada de coloración caramelo. La bebida se llama según el nombre de un antiguo empleado del droguero Wade Morrison, que la formuló. A diferencia de Coca-Cola y Pepsi, Dr Pepper no es un refresco de "cola".
[10] El chili es un alimento popular que se encontrar en todas partes en los EEUU, en restaurantes, establecimientos de comida rápida y en los hogares desde la costa este hasta California. Es una comida barata, fácil de preparar y con gran gusto. El chili empezó con los mexicanos; raíces hispanas, pero es ahora un favorito americano. que simplemente significa carne con pimientos de chile.
[11] Discovery Channel es un canal que ofrece entretenimiento que estimula, informa y enriquece, es el canal de documentales basado en la vida real más reconocido y galardonado del planeta, llega a 450 millones de hogares, en 155 países y en 33 idiomas.
Learning Channel, televisora dedicado a brindar servicios de información sobre educación a distancia en Estados Unidos. Contiene enlaces a universidades que ofrecen cursos a distancia.
[12] Autora de libros de misterio su serie se llama, The Bones Series, la protagonista de esa serie es Sarah Booth Delaney.
[13] Tammy Faye.- Esposa de un predicador televisivo, norteamericano que aparecía excesivamente maquillada en sus presentaciones.
[14] Payless ShoeSource (la cadena de zapaterías económicas más grande de Estados Unidos).
[15].-La autora se refiere supongo al restaurante de hamburguesas.- McDonald
[16] El Bloodhound es el rastreador sin par. Su olfato es prodigioso, siendo el preferido en la búsqueda de personas. Desde el siglo XIV ya era empleado con tal propósito. Hoy en día se usa tanto para perseguir criminales como para encontrar personas perdidas en los bosques y otros lugares.
[17] Referente al original en inglés.- See you later Alligator, solo es una palabra que significa hasta luego pero las dos últimas frases riman. Canción de los 50s de Bill Haley.
[18] En inglés original.-After a while, crocodile.
[19] Pelear o escapar
Ante una amenaza, se desencadena automáticamente en el organismo una respuesta de “lucha o huída”. La descarga de adrenalina lleva sangre al cerebro, al corazón y a los músculos, lejos del sistema digestivo, para preparar nuestro cuerpo a escapar o pelear. Se cree que experimentamos este tipo de reacción incluso si la amenaza o agente estresante es psicológico o emocional, en lugar de físico.