Sabía que mi hermano se convertiría en una pantera antes que él se diera cuenta. Mientras conducía a la remota comunidad del cruce de caminos de Hotshot, mi hermano observó la puesta del sol en silencio. Jason iba vestido con ropa vieja, y tenía una bolsa de plástico de Wal-Mart[1] conteniendo unas cuantas cosas que él podría necesitar, cepillo de dientes y ropa interior limpia. Se acomodó dentro de su abultada chaqueta de camuflaje, luciendo erguido. Su cara estaba tensa con la necesidad de controlar su miedo y su entusiasmo.
-¿Tienes el celular en tu bolsillo? -Pregunté, sabiendo que ya le había hecho esa pregunta, en cuanto las palabras abandonaron mi boca. Pero Jason solo asintió en vez de intentar golpearme. Era todavía temprano, pero a fines del mes de enero la oscuridad llega pronto.
Esta noche sería la primera luna llena del año nuevo.
Cuando detuve el coche, Jason dio vuelta para mirarme, incluso en la débil luz, vi el cambio en sus ojos. Ya no eran azules como los míos. Estaban amarillentos. La forma había cambiado.
-Mi cara siente graciosa, -dijo.- Pero él todavía no se daba cuenta de su cambio.
Tiny Hotshot estaba silencioso y todavía había una ligera luz. Un viento frío soplaba a través de los campos desnudos, y los pinos y los robles temblaban ante las ráfagas de aire gélido. Sólo un hombre era visible. Estaba de pie fuera de una de las pequeñas casas, una que había sido pintada recientemente. Los ojos de este hombre estaban cerrados, y su cara barbuda levantada al cielo que oscurecía. Calvin Norris esperó hasta que Jason salió de la puerta del pasajero de mi viejo Nova antes de caminar hacia el auto. Baje la ventanilla.
Sus ojos verde-oro eran tan alarmantes como recordaba, y el resto de él era ordinario. Fornido, rechoncho, robusto, parecía uno de los cientos de hombres que yo había visto en el Bar de Merlotte´s, excepto por aquellos ojos.
Lo cuidaré bien. -dijo Calvin Norris.- Detrás de él, Jason me daba la espalda. El aire alrededor de mi hermano tenía una cualidad peculiar; parecía vibrar.
Nada de esto era culpa de Calvin Norris. Él no había sido el que había mordido a mi hermano y lo había cambiado para siempre.
Calvin, era un hombre pantera, había nacido así; esta era su naturaleza. Me obligué a decir, -Gracias.
-Le llevaré a su casa por la mañana.
-A mi casa, por favor. Su camioneta está en mi casa.
-Bien, entonces. Que tengas buenas noches.
Él levantó su cara al viento otra vez, y sentí que la comunidad entera esperaba, detrás de sus ventanas y puertas, a que me marchara.
Así que lo hice.
*****
Jason llamó a mi puerta a la siete de la mañana siguiente. Todavía tenía su pequeña bolsa de plástico de Wal-Mart, pero no había usado nada de eso. Su cara estaba llena de moretones, y sus manos cubiertas de rasguños. No dijo una palabra. Solo me miró fijamente cuando lo pregunté como estaba, y pasó a mí lado desde la estancia hacia el pasillo. Cerró la puerta del cuarto de baño del pasillo con un chasquido decisivo. Escuché el agua correr después de un segundo, y suspire cansada, harta de todo. Aunque había ido a trabajar y regresado cansada, aproximadamente a las dos de la mañana, no había conseguido dormir.
Cuando Jason regresó, yo le había preparado huevos con tocino. Él se sentó en la vieja mesa de la cocina con aire de placer: un hombre haciendo una cosa familiar y agradable. Pero después de un segundo de mirar fijamente el plato, se levantó rápidamente y volvió corriendo hacia el cuarto de baño, cerrando la puerta con una patada detrás de él. Le escuché devolver, una y otra vez.
Estuve de pie fuera de la puerta sin poder hacer nada, sabiendo que el no querría que yo entrara. Después de un momento, regresé a la cocina a tirar la comida en el cubo de la basura, lamentando el desperdicio, pero completamente incapaz de obligarme a comer.
¿Cuándo Jason volvió, solo dijo,
-¿Café?
Su cara tenía un tono verde, y caminaba como si estuviera dolorido.
-¿Estas bien? -Pregunté, sin estar segura de que él fuera capaz de contestar.- Vertí el café en una taza.
-Sí, -dijo el después de un momento, como si hubiera tenido que pensar en ello-.
-Fue la experiencia más increíble de mi vida.
Durante un segundo, pensé que él se refería a lo que había pasado en el cuarto de baño, pero seguro que esa no era ninguna experiencia nueva para Jason. Había sido un gran bebedor desde su adolescencia, hasta que había llegado a la conclusión de que no había nada encantador o atractivo en devolver el contenido de sus intestinos en una taza de baño.
-El cambio -dije tentativamente.-
Él asintió, acunando la taza de café en sus manos. Sostuvo su cara sobre el vapor que se elevaba del líquido caliente y fuerte. Me miró a los ojos. Los suyos eran nuevamente de un ordinario azul.
-Es de lo más increíble, -dijo.-
-Debido a que fui mordido, y no nací así, no consigo ser una verdadera pantera como los demás.
Se podía escuchar la envidia en su voz.
-Pero incluso así, fue asombroso. Sientes la magia dentro de ti, y sientes tus huesos moviéndose y adaptándose, y tu visión cambia. Entonces estas en el suelo y caminas de un modo enteramente diferente, y en cuanto a la velocidad, demonios, puedes correr. Puedes perseguir… Y su voz se desvaneció.
Yo no sabría esa parte pronto, de todos modos.
-¿Entonces esto no estuvo tan mal? -Pregunté, con mis manos apretadas una sobre la otra. Jason era toda la familia que tenía, excepto un primo que había perdido en las drogas años antes-.
-No es tan malo, -acordó Jason, ofreciéndome una áspera sonrisa.-
-Es grandioso mientras tú eres en realidad el animal. Todas las cosas son simples. Es cuando regresas a ser humano, es cuando empiezas a preocuparte por las cosas.
No era suicida. No estaba ni siquiera abatido. No había sido consciente de que había estado conteniendo el aliento hasta que lo solté. Jason iba a ser capaz de vivir con las cartas que le habían tocado. Él iba a estar bien.
El alivio fue increíble, como si me hubieran quitado algo atascado dolorosamente entre mis dientes o sacado una filosa piedra dentro del zapato. Durante días, semanas incluso, había estado preocupada, y ahora la ansiedad se había ido. Esto no significaba que la vida de Jason como un cambia-formas sería libre de preocupación, al menos desde mi punto de vista. Si él se casara con una mujer humana normal, sus hijos serían normales. Pero si él se casara en la comunidad cambia formas en Hotshot, yo tendría sobrinas o sobrinos que se convertirían en animales una vez al mes. Al menos, después de la pubertad; eso le daría a su tía Sook, algún tiempo de preparación.
Por suerte para Jason, él tenía muchos días libres, así que no tenía que ir a su trabajo de la calle Parish. Pero yo tenía que trabajar esta noche. Tan pronto como Jason se marchó en su llamativa furgoneta, regresé a la cama con vaqueros y todo, y en aproximadamente cinco minutos estaba rápidamente dormida. El alivio actuó como una especie de sedante.
Cuando me desperté, eran casi las tres y el tiempo justo para prepararme para mi turno en Merlotte´s. El sol afuera era brillante y claro, y la temperatura era de 11 grados centígrados, al menos es lo que decía mi termómetro. Esto no era demasiado insólito en Luisiana del Norte en el mes de enero. La temperatura caería después de que el sol bajara, y Jason cambiara. Pero él tendría algún tipo de piel para cubrirlo, no un abrigo, ya que él se había convertido en medio-hombre, y medio gato y estaría con otras panteras. Irían a cazar. Los bosques alrededor de Hotshot, que se extendían hasta un remoto rincón de Renard Parish, serían peligrosos otra vez esta noche.
Así que comí, me duché, me ocupé de la ropa sucia, y pensé en una docena de cosas que me gustaría saber. Me pregunté si los cambia-formas matarían a un ser humano si se cruzaran con uno en los bosques. Me pregunté cuanto de su conocimiento humano conservarían en su forma de animal. ¿Si se emparejaran en forma de pantera, tendrían un gatito o un bebé? ¿Qué pasaba cuando un cambia-formas pantera embarazada veía la luna llena? Me pregunté si Jason conocería la respuesta a todas estas preguntas aún, si Calvin le había dado alguna especie de sesión informativa.
Pero me alegré de no habérselo preguntado a Jason esta mañana mientras todo era tan nuevo para el. Tendría muchas oportunidades para preguntárselo más tarde.
Por primera vez desde el día del año nuevo, pensaba en el futuro. El símbolo de la luna llena en mi calendario, ya no parecía ser un periodo marcando el final de algo, si no solamente otra forma de contar el tiempo. Cuando me puse mi uniforme de camarera (pantalones negros y una camiseta de cuello blanco y Reeboks negros), sentí casi vértigo de felicidad. Por una vez, dejé mi pelo suelto en vez de estirarlo en una cola de caballo. Me puse unos brillantes pendientes rojos pegados y los combine con lápiz de labios al color. Un pequeño maquillaje en los ojos y algo de rubor, y estuve lista para marcharme.
Había aparcado en la parte trasera de la casa anoche, así que verifiqué el porche trasero cuidadosamente para asegurarme que no hubiera ningún vampiro que estuviera al acecho antes de cerrar la puerta tras de mi. Había sido sorprendida antes, y no era un sentimiento agradable. Aunque apenas estaba oscuro, podría haber algunos madrugadores alrededor. Probablemente la última cosa que los japoneses habían esperado cuando desarrollaron sangre sintética, había sido que su disponibilidad traería a vampiros del reino de leyenda, a la luz pública, de hecho, los japoneses solo intentaban ganar algunos miles de dólares vendiendo sangre a ambulancias y salas de urgencias de hospitales. En vez de eso, el modo en el que veíamos el mundo, había cambiado para siempre.
Hablando de vampiros (solamente conmigo misma), me pregunté si Bill Compton estaba en casa. El vampiro Bill había sido mi primer amor, y él vivía directamente cruzando el cementerio. Nuestras casas se encontraban sobre Parish road, fuera de la pequeña ciudad de Bon Temps y al sur del Bar donde trabajaba. Últimamente, Bill había estado viajando mucho. Sólo sabía que estaba en casa si pasaba por Merlotte´s, el lo hacia de tanto en tanto para mezclarse con los lugareños y tomar un poco del tibio liquido O positivo. Él prefería TrueBlood, la más fina bebida japonesa. Me había dicho que esta bebida satisfacía casi completamente sus ansias de sangre fresca, bebida directamente de la fuente. Debido a que yo había presenciado algunos momentos de terrible necesidad de Bill por sangre fresca, sólo podría agradecer a Dios por TrueBlood. Algunas veces extrañaba a Bill terriblemente.
Me di una sacudida mental. Rompiendo con mi depresión, no había más que hacer, no más preocupaciones ¡No más miedo! ¡Libre y con veintiséis años! ¡Con trabajo! ¡Casa pagada! ¡Dinero en el banco! Esas eran todas cosas buenas y positivas.
El estacionamiento estaba lleno cuando llegué al bar. Supe que estaría ocupada esta noche. Me dirigí hacia la puerta trasera que era la entrada de los empleados. Sam Merlotte, el dueño y mi jefe, vivía en la parte de atrás, en una casa móvil muy agradable, incluso tenía un pequeño jardín rodeado por un seto, el equivalente de Sam de una valla blanca. Cerré mi coche y entré por la puerta de los empleados, que daba al vestíbulo donde se encontraban los baños de hombres y mujeres y la oficina de Sam. Guardé mi bolsa y mi abrigo en un cajón vacío del escritorio, estiré mis calcetines rojos, sacudí la cabeza, para que mi pelo se acomodara, y pase por la entrada, (esta puerta siempre permanecía abierta), que conducía al Restaurante-Bar No que la cocina produjera nada mas que las cosas mas básicas: hamburguesas, tiras de pollo, papas y anillos de cebolla fritos, ensaladas en el verano y chili en el invierno.
Sam era el barman, el gorila y en ocasiones el cocinero, pero últimamente habíamos tenido la suerte de tener los puestos llenos: las alergias estacionales de Sam lo habían golpeado duro, haciéndolo menos que el ideal como preparador de alimentos. El cocinero nuevo había sido resultado del anuncio de Sam justo la semana anterior. Los cocineros no parecían quedarse mucho tiempo en Merlotte´s, pero yo esperaba que Sweetie Des Arts se quedara una temporada. Llegaba a tiempo, hacia bien su trabajo, y nunca daba al resto del personal ningún problema. Realmente, eso esa todo lo que podías pedir. Nuestro último cocinero, un tipo que había dado a mi amiga Arlene grandes esperanzas de que él sería el número uno -En este caso, habría sido el cuarto o el quinto uno- Hasta que se hubo esfumado de la noche a la mañana con sus platos y tenedores y un reproductor de CD. Sus niños habían estado devastados; no porque hubieran amado al tipo, sino porque extrañaban a su reproductor de Cds.
Caminé dentro de una pared de ruidos y humo de cigarrillos que hizo parecer que me adentraba en otro universo. Todos los fumadores se sentaban en el lado oeste del bar, pero el humo del cigarro parece ignorar que debería quedarse allí. Puse una sonrisa sobre mi cara y di un paso detrás de la barra para dar una palmadita a Sam sobre el brazo. Después de que él expertamente llenó un vaso de cerveza y lo deslizó a un cliente, puso otro vaso bajo la llave y comenzó el proceso una vez más.
-¿Cómo están las cosas? -Preguntó Sam cuidadosamente.- Él sabía todo sobre los problemas de Jason, ya que había estado conmigo la noche que encontré a Jason prisionero en un cobertizo de herramientas en Hotshot. Pero teníamos que ser discretos en nuestra conversación; los vampiros habían salido a la luz pública, pero los cambia-formas y los hombres-pantera todavía eran un secreto. El mundo subterráneo de seres sobrenaturales esperaba para ver como les resultaba a los vampiros, antes de que siguieran su ejemplo y salieran a la luz pública.
-Mejor de lo que esperaba. Le sonreí, levantando la cabeza, aunque no demasiado, San no era un hombre grande. Es delgado, pero mucho más fuerte de lo que parece. Sam está en sus treinta -al menos, pienso que lo esta- y tiene el pelo dorado rojizo como halo sobre su cabeza. Es un buen hombre, y un gran jefe. Es un cambia-formas también, así que él puede cambiarse en cualquier animal, a menudo Sam se convierte en un collie muy lindo con una magnifica piel. A veces viene a mi casa y le dejo dormir sobre la manta en la sala de estar.
-Él va a estar bien.
-Me alegra, -dijo.- No puedo leer las mentes de los cambia-formas tan fácilmente como leo las de los humanos, pero puedo saber si un sentimiento es verdadero o no. Sam es feliz porque yo estoy feliz.
-¿A que hora sales? -Pregunté.- Él tenía aquella mirada lejana en sus ojos, la mirada que decía que mentalmente atravesaba corriendo los bosques, rastreando comadrejas.
-En cuanto Terry llegue. -Él sonrió otra vez,- pero esta vez la sonrisa fue un poco tensa. Sam se estaba poniendo inquieto.
La puerta de la cocina estaba justo fuera del área de la barra, en el lado izquierdo, así que volteé hacia la puerta para decir hola a Sweetie. Sweetie era huesuda y morena, de unos cuarenta años, y llevaba demasiado maquillaje para alguien que iba a estar fuera de la vista de todos, en la cocina toda la tarde. También parecía un poco más lista, quizás algo más culta, que cualquiera de los cocineros anteriores de Merlotte´s.
-¿Esta todo bien, Sookie? -preguntó, dando vuelta a una hamburguesa mientras hablaba.- Sweetie estaba en constante movimiento en la cocina, y no le gustaba que nadie se le atravesara en su camino. El adolescente que atendía y limpiaba mesas, estaba aterrorizado de Sweetie, tenía cuidado de esquivarla cuando ella se movía de la plancha a la freidora. El chico tuvo listos los platillos, hizo las ensaladas, y fue a la ventana a decir a las camareras que el pedido estaba listo. Fuera de la cocina, Holly Cleary y su mejor amiga, Danielle, trabajaban duro. Ambas me miraron aliviadas cuando me vieron entrar. Danielle servía en la sección de fumadores al oeste, Holly por lo general trabajaba en el medio delante de la barra, y yo trabajaba en el este cuando las tres estábamos de turno.
-Será mejor que me ponga en movimiento, -le dije a Sweetie.-
Ella me dirigió una rápida sonrisa y volvió a la plancha. El adolescente intimidado, cuyo nombre aun me tenía que aprender, me esquivó - pasó a mi lado y se dirigió al lavaplatos.-
Deseaba que Sam me hubiera llamado antes de que las cosas se pusieran tan ocupadas, no me hubiera molestado entrar un poco antes. Desde luego, él no era exactamente él mismo esta noche. Comencé a revisar las mesas en mi sección, consiguiendo refrescos y quitando los restos de comida, cobrando y llevando el cambio.
-¡Mesera! ¡Tráigame una Red Stuff! -La voz era desconocida, y la orden, insólita.- La Red Stuff era la sangre artificial más barata, y sólo los vampiros más nuevos la pedían. Saqué una botella del frigorífico y la puse en el microondas. Mientras se calentaba, busqué entre la multitud al vampiro. Se sentaba con mi amiga Tara Thornton. Yo nunca lo había visto antes, lo cual era inquietante. Tara había estado saliendo con un vampiro más viejo (mucho más viejo: Franklin Mott había sido más viejo que Tara en años humanos antes de que muriera, y él había sido un vampiro durante más de trescientos años), además le había estado dando pródigos regalos - como un Camaro.- ¿Qué hacía ella con este vampiro nuevo? Al menos Franklin tenía modales agradables.
Puse la botella caliente sobre una bandeja y la llevé a la pareja. La iluminación en Merlotte´s de noche no es particularmente brillante, que es lo que a los clientes les agrada, y no fue hasta que conseguí estar lo bastante cerca, que pude apreciar al compañero de Tara. Era delgado y angosto, con el cabello largo estirado hacia atrás. Tenía largas uñas y una cara afilada. Supuse que, de forma singular, era atractivo - si te gusta una cierta dosis de peligro en tus relaciones.-
Dejé la botella delante de él y eché un incierto vistazo a Tara. Ella lucía grandiosa, como siempre. Tara es alta, delgada, con el cabello oscuro, y tiene un guardarropa maravilloso. Había superado una niñez realmente horrible, hasta poseer su propio negocio y actualmente era miembro de la cámara de comercio. Entonces ella comenzó a salir con el adinerado vampiro, Franklin Mott, y dejó de compartir su vida conmigo.
-Sookie, -dijo,-quiero que conozcas al amigo de Franklin, Mickey. -No se escuchaba, como si quisiera que nos conociéramos. Se oía como si deseara que nunca hubiera venido a traerle la bebida a Mickey. Su propio vaso estaba casi vacío, pero ella dijo, -no, cuando le pregunté si estaba lista para el otro.
Intercambie un saludo con el vampiro; ellos no dan la mano, no normalmente. Él me miraba mientras tomaba un trago de la sangre embotellada, sus ojos eran fríos y hostiles como una serpiente. Si él fuera un amigo del ultra-civilizado Franklin, yo era un monedero de seda. Mano alquilada, más bien. ¿Tal vez un guardaespaldas? ¿Por qué Franklin daría un guardaespaldas a Tara?
Ella obviamente no iba a hablar abiertamente delante de ese baboso, entonces le dije, -te veré más tarde, y llevé el dinero de Mickey a la caja-.
Estuve ocupada toda la noche, pero en los momentos libres que tenía, pensaba en mi hermano. Por segunda noche consecutiva, estaría retozando bajo la luna con otras bestias. Sam se había largado rápidamente en el momento en que Terry Bellefleur llegó, aunque su papelera en la oficina estuviera llena de papeles arrugados. Su cara había estado tensa de anticipación.
Fue una de aquellas noches que me hicieron preguntarme como la gente a mí alrededor, podían estar tan ajenos a ese otro mundo operando justo al lado del nuestro. Solamente la ignorancia voluntaria podría hacer caso omiso a la carga de la magia en el aire. Sólo una carencia grupal de imaginación podría explicar que la gente no se preguntara que ocurría en la oscuridad alrededor de ellos.
Pero no hacía mucho, recordé, yo había sido voluntariamente ciega, como cualquiera de la clientela del Merlotte´s. Incluso cuando los vampiros habían hecho su anuncio, cuidadosamente coordinado para que el mundo supiera de su existencia, pocas autoridades o incluso los ciudadanos parecieron seguir el siguiente paso mental: ¿Si los vampiros existen, qué mas podría estar oculto en los límites de la oscuridad?
Por curiosidad, comencé a bucear en los cerebros a mi alrededor, probando para ver sus miedos. La mayoría de las personas en el bar pensaba en Mickey. Las mujeres, y algunos hombres, se preguntaban que se sentiría estar con él. Incluso la anticuada Portia Bellefleur, echaba una miradita furtiva por encima de su correcto pretendiente, para estudiar a Mickey. Yo sólo podía maravillarme ante estas especulaciones. Mickey era aterrador. Esto anulaba cualquier atracción física que yo pudiera haber sentido hacia él. Pero tenía muchas evidencias de que otros humanos en el bar no sentían de la misma manera.
He sido capaz de leer las mentes toda mi vida. La habilidad no es un grandioso don. La mente de la mayoría de las personas no merecen ser leídas. Sus pensamientos son aburridos, asquerosos, una desilusión, pero muy raras veces divertidos. Al menos Bill me había ayudado a aprender como recortar un poco el zumbido. Antes de que él me hubiera dado algunas pistas, había parecido como si sintonizara con cien emisoras de radio simultáneamente. Algunos de ellos habían entrado claramente, algunos habían sido remotos, y algunos, como los pensamientos de los cambia- formas, había estado llenos de interferencias y oscuridad. Pero incluso ellos se habían añadido a la cacofonía de sonidos. No era asombroso entonces que mucha gente me hubiera tratado como si fuera medio tonta.
Los vampiros eran silenciosos. Esto era lo grandioso con los vampiros, al menos desde mi punto de vista: Estaban muertos. Sus mentes estaban muertas, también. Sólo una vez hacia tiempo había conseguido algún tipo de destello de la mente de un vampiro.
Shirley Hunter, el jefe de mi hermano en su trabajo en la calzada de Parish, me preguntó donde estaba Jason, -cuando le llevé una jarra de cerveza a su mesa.- Shirley era mundialmente conocido como "Bagre".
-Tu suposición es tan buena como la mía, -dije mintiendo,- y él me guiño un ojo. La primera suposición en cuanto a donde estaba Jason siempre era que estaba con una mujer, y la segunda por lo general incluía a otra mujer. La mesa estaba llena de hombres, todavía en ropa de trabajo, así que la respuesta estaba de sobra, pero bueno, ellos habían tomado mucha cerveza.
Regresé de prisa a la barra por otros tres whiskies con soda que servía Terry Bellefleur, -el primo de Portia,- que trabajaba bajo presión. Terry, un veterano de Vietnam con muchas cicatrices físicas y emocionales, parecía estarlo llevando muy bien, en esta noche tan ocupada. Le gustaban los empleos simples que no requirieran concentración. Su grisáceo cabello otrora castaño estaba sujeto en una cola de caballo y su cara estaba concentrada, mientras maniobraba con las botellas. Las bebidas estuvieron listas en seguida, y Terry me sonrió cuando las puso sobre mi bandeja. Una sonrisa de Terry era algo muy raro, y esto entibió mi corazón.
Justo cuando daba la vuelta con mi bandeja en la mano derecha, los problemas estallaron. Un estudiante del Colegio Técnico de Luisiana, de Ruston entró en una guerra de clases, con Jeff LaBeff, un campesino blanco que tenía muchos hijos, y vivía de conducir un camión de basura. Tal vez esto era solo un caso de dos tipos obstinados que chocaban entre si y realmente no tenía mucho que ver con un pueblo contra otro (no que nosotros estuviéramos tan cerca de Ruston). Independientemente de la razón de la pelea original, me tomó unos segundos comprender que la pelea iba a ser más que unos cuantos gritos.
En aquellos pocos segundos, Terry intentó intervenir. Moviéndose rápidamente, se puso entre Jeff y el estudiante y los asió firmemente por sus muñecas. Durante un minuto pensé que funcionaría, pero Terry no era tan joven o tan activo como había sido, y se desató el follón.
-Podría detener esto, -le dije furiosamente a Mickey-, yendo apresuradamente a la mesa de el y Tara, intentando a mi manera hacer la paz.
Él se reclinó en su silla y bebió a sorbos su bebida. -No es mi trabajo, dijo con calma.
Entendí esto, pero no me hizo apreciar al vampiro, especialmente cuando el estudiante me hizo girar, y trató de golpearme cuando me le acerque por detrás. Erró, y lo golpeé sobre la cabeza con mi bandeja. Él se tambaleó a un lado, tal vez sangrando un poco, y Terry fue capaz de someter a Jeff LaBeff, que buscaba una excusa para marcharse.
Incidentes como este, habían estado ocurriendo con más frecuencia, especialmente cuando Sam se iba. Era evidente para mí que necesitamos a un gorila, al menos en las noches de fin de semana… y noches de luna llena.
El estudiante amenazó con entablar una demanda
-¿Cual es tu nombre? -Pregunté.-
-Mark Duffy, -dijo el joven, agarrando su cabeza.-
-¿Mark, de donde eres?
-De Minden.
Evalúe rápidamente su ropa, su comportamiento, y el contenido de su cabeza. -Voy a disfrutar llamando a tu madre y diciéndole que trataste de golpear a una mujer, -dije. Palideció y no dijo más sobre la demanda, y él y sus amigos se fueron poco después. Siempre ayudaba saber cual era la amenaza más eficaz.
Hicimos partir a Jeff, también.
Terry reasumió su lugar detrás de la barra y comenzó a distribuir bebidas, pero estaba cojeando ligeramente y tenía una mirada tensa en su cara, que me preocupó. Las experiencias de guerra de Terry no lo habían dejado verdaderamente estable. Y yo había tenido suficientes problemas por una noche.
Pero desde luego la noche no había terminada aún.
Aproximadamente una hora después de la pelea, una mujer entró en Merlotte´s. Era común y corriente y vestía en forma sencilla con unos viejos vaqueros y un abrigo de camuflaje. Llevaba unas botas que habían sido maravillosas cuando eran nuevas, pero esto había sido, mucho tiempo atrás.
No llevaba bolso, y tenía las manos metidas en los bolsillos.
Hubo varios indicadores que hicieron a mis antenas mentales moverse nerviosas. Antes que nada esta chica no parecía normal. Una mujer local podría vestirse así, si fuera a ir de caza o trabajar en la granja, pero no para venir a Merlotte´s. Para una tarde de en el bar, la mayoría de las mujeres se acicalaban. Así que esta mujer estaba trabajando; pero siguiendo el mismo razonamiento tampoco era una puta.
Esto significaba drogas.
Para proteger el bar en ausencia de Sam, sintonicé sus pensamientos. La gente no piensa con oraciones completas, por supuesto, así que acomodé sus ideas en mi cabeza, pero los pensamientos que atravesaban corriendo por su cerebro estaba en el orden de: Tres de los frascos que tengo se están poniendo viejos, tengo que venderlos esta noche, así puedo regresar a Baton Rouge y comprar algo más. El vampiro en el bar, si él me atrapa con la sangre de vampiro, estaré muerta. Este pueblo es un basurero. Regresaré a la ciudad en la primera oportunidad que tenga.
Ella era un Drenador, o tal vez, solo era un distribuidor. La sangre de vampiro era la droga más embriagadora en el mercado, pero desde luego los vampiros no la daban de buen grado. Drenar a un vampiro era una operación arriesgada, aumentando los precios de los diminutos frascos de sangre a sumas asombrosas.
¿Qué hacía que un drogadicto se desprendiera de tanto dinero? Según la edad de la sangre, -es decir el tiempo desde que le había sido extraída a su dueño -y la edad del vampiro de quien la sangre había sido sustraída, y las propiedades individuales del consumidor de droga, podrían ser muchas cosas. Había un sentimiento de omnipotencia, el incremento de la fuerza, la visión y el oído agudizado. Y lo más importante de todo para los norteamericanos, un aspecto físico realzado.
De todos modos sólo un idiota bebería sangre de vampiro del mercado negro. En primer lugar, los resultados eran notoriamente imprevisibles. No sólo los efectos variaban, si no que dichos efectos podrían durar de dos semanas a dos meses. Por otra parte, algunas personas simplemente se volvían locas cuando la sangre entraba a su sistema, a veces se volvían homicidamente locos. Había escuchado que los distribuidores vendían sangre de cerdo a usuarios crédulos o contaminaban la sangre humana. Pero la razón más importante de evitar el mercado negro al comprar la sangre de los vampiros, era esta: los Vampiros odiaban a los drenadores, y también odiaban a los usuarios de la sangre drenada (comúnmente conocidos como bloodheads). Tú, solamente no querrías a un vampiro enfadado detrás de ti.
No había ningún policía fuera de servicio en Merlotte´s aquella noche. Sam estaba fuera meneando su cola en algún sitio. Odiaría advertir a Terry, porque no sabía como reaccionaría. Tenía que hacer algo sobre esta mujer.
Realmente, trato de no intervenir en acontecimientos cuando mi única conexión es a través de mi telepatía. Si me entrometiera siempre que supiera algo que afectara las vidas alrededor de mí (como el saber que algún oficinista de Parish desfalcaba, o que uno de los detectives locales aceptaba sobornos), no sería capaz de vivir en Bon Temps, y era mi hogar. Pero yo no podía permitir a esta flacucha vender su veneno en el bar de Sam.
Se sentó sobre un taburete vacío y pidió una cerveza a Terry. Este la miró fijamente. Terry, también, comprendía que había algo malo con la extraña mujer.
Fui a recoger mi próximo pedido y me detuve a su lado. Necesitaba un baño, y había estado en una casa calentada por una chimenea de madera. Me obligué a tocarla, ya que eso siempre mejoraba mi recepción. ¿Dónde estaba la sangre? Estaba en su bolsillo de abrigo. Bien.
Sin más preámbulos, vertí un vaso de vino encima de ella
-¡Demonios! -Dijo,- saltando del taburete y tratando de limpiar inútilmente su pecho. ¡Eres la mujer más torpe que alguna vez vi!
-Disculpe, -dije humildemente, poniendo mi bandeja sobre la barra y encontrando los ojos de Terry brevemente. Déjeme poner algo de soda sobre esto. Sin esperar su permiso, le saqué su abrigo por sus brazos. Cuando ella comprendió lo que yo hacía y comenzó a luchar, ya me había encargado del abrigo. Lo sacudí sobre la barra y se lo pasé a Terry. Pon algo de soda sobre esto, por favor, -dije.-
-Asegúrate de que las cosas en sus bolsillos no se mojaron, también. Había usado ese truco antes. Tuve suerte de que el tiempo estuviera frío y ella hubiera tenido la sangre en su abrigo, no en el bolsillo de sus vaqueros. Esto me habría dificultado las cosas.
Bajo el abrigo, la mujer llevaba una camiseta de los Vaqueros de Dallas muy vieja. Comenzó a temblar, y me pregunté si había estado consumiendo drogas más convencionales. Terry hizo un espectáculo de pasar la soda sobre la mancha de vino. Después de mi indirecta, él introdujo la mano en los bolsillos. Miro hacia abajo a su mano con repugnancia, y oí un tintineo cuando lanzó los frascos en el cubo de la basura detrás de la barra. Él devolvió todo lo demás a sus bolsillos.
La mujer había abierto la boca para gritarle a Terry cuando comprendió que realmente no podría hacerlo. Terry le miró fijo y directamente, desafiándola para que mencionara la sangre. Las personas alrededor de nosotros miraban con interés. Sabían que algo pasaba, pero no que, porque todo había pasado muy rápidamente. Cuando Terry estuvo seguro de que ella no iba a comenzar a gritar, me dio el abrigo. Así que lo sostuve frente a ella para que deslizara sus brazos en el, Terry le dijo, -No regrese aquí nunca más.
Si seguíamos lanzando a las personas de esa manera, no tendríamos muchos clientes.
-Eres un bastardo hijo de perra, -dijo.- Los parroquianos alrededor contuvieron el aliento colectivamente (Terry era casi tan imprevisible como un bloodhead.)
-No me importa como me llames, -dijo.-
-Creo que un insulto que proviene de ti no es ningún insulto en absoluto. Solamente aléjate de aquí. -Exhalé un largo suspiro de alivio.-
Ella caminó de prisa entre la multitud. Cada uno en el bar observó su progreso hacia la puerta, incluso Mickey el vampiro. De hecho, él hacía algo con un dispositivo en sus manos. Parecía uno de aquellos teléfonos celulares que podían tomar fotografías. Me pregunté a quien enviaría la fotografía. Me pregunté si ella lograría llegar a su casa.
Terry no preguntó como había yo sabido que la desaliñada mujer tenía algo ilegal en sus bolsillos. Esto era otra cosa extraña sobre la gente de Bon Temps. Los rumores sobre mí habían estado flotando a mi alrededor desde que yo podía recordar, cuando era pequeña y la gente ponía en duda mi salud mental. Y ahora, a pesar de la evidencia a su disposición, casi cada uno de los que conocía, les era más fácil reconocerme como una joven débil y peculiar que aceptar mi extraña capacidad. Por supuesto, procuré no clavar la mirada en sus caras. Y mantuve mi boca cerrada.
De todos modos, Terry tenía sus propios demonios para luchar. Terry subsistía con alguna especie de pensión del gobierno, y limpiaba Merlotte´s temprano por las mañanas, así como un par de otros negocios. Él suplía a Sam tres o cuatro veces por mes. El resto de su tiempo era suyo, y nadie parecía saber lo que hacía con el. Tratar con la gente agotaba a Terry, y las noches como esta, simplemente no eran buenas para él.
Fue una suerte que no estuviera en Merlotte´s la siguiente noche, cuando todo el infierno se desató.
CAPITULO 2
Al principio, pensé que todo había vuelto a la normalidad. El bar parecía un poco más tranquilo la noche siguiente. Sam estaba de vuelta en su lugar, relajado y alegre. Nada parecía irritarlo, y cuando le dije lo que había pasado con la distribuidora la noche anterior, me elogió por mí delicadeza.
Tara no había venido, así que no pude preguntarle sobre Mickey. ¿Pero era realmente mi problema? Probablemente no mi problema -pero si mi preocupación, definitivamente-.
Jeff LaBeff estaba de regreso, avergonzado de haber peleado con el estudiante la noche anterior. Sam había recibido una llamada telefónica de Terry contándole el incidente, y le dio a Jeff unas palabras de advertencia.
Andy Bellefleur, un detective de la fuerza de Renard, Parish y hermano de Portia, entró con la joven con quién salía, Halleigh Robinson. Andy era más grande que yo, que tengo veintiséis años. Halleigh tenía veintiuno solamente, la edad justa para entrar en Merlotte. Halleigh enseñaba en la escuela primaria, apenas había salido de la universidad, y era verdaderamente atractiva, con el pelo castaño corto a la altura del lóbulo de sus orejas, enormes ojos negros y una figura agradablemente redondeada. Andy había estado saliendo con Halleigh durante aproximadamente dos meses, y de lo poco que yo veía a la pareja, parecían estar progresando en su relación.
Los verdaderos pensamientos de Andy en realidad eran, que Halleigh le gustaba muchísimo (aunque era un poco aburrida), y él estaba realmente listo para dejarla. Halleigh pensaba que Andy era sexy y un verdadero hombre de mundo, además realmente le gustaba la recién restaurada mansión de los Bellefleur, pero no creía que él siguiera con ella después de haber dormido juntos. Odio el saber más sobre las relaciones de lo que la misma gente sabe, pero no importa como me contenga soy una antena que recoge un montón de cosas.
Claudine vino al bar aquella noche, a la hora de cerrar. Claudine mide 1.83 mts, con el pelo negro ondulado sobre su espalda, piel blanca que luce fina y brillante como un ciruelo. Se viste para llamar la atención. Esta noche llevaba un traje pantalón color terracota, muy ceñido sobre su cuerpo de amazona. Trabaja en el departamento de quejas de una gran tienda ubicada en la alameda de Ruston durante el día. Deseaba que hubiera traído a su hermano, Claude, con ella. No juega en mi equipo, pero es un banquete para los ojos.
Ella es un hada. Me refiero a que lo es, literalmente. Claudine, por supuesto.
Me saludó a través de la muchedumbre. Le regresé el saludo con una sonrisa. Todo el mundo es feliz alrededor de Claudine, la cual esta siempre alegre siempre y cuando no haya ningún vampiro en sus inmediaciones. Claudine es imprevisible y muy divertida, aunque como todas las hadas, es tan peligrosa como un tigre cuando está enfadada. Afortunadamente esto no ocurre a menudo.
Las hadas ocupan un lugar especial en la jerarquía de criaturas mágicas. No he entendido cual es exactamente aún, pero tarde o temprano voy a reunir todas las piezas.
Cada hombre en la barra se le caía la baba sobre Claudine, y ella lo absorbía por completo. Le dirigió una larga mirada a Andy Bellefleur y a Halleigh Robinson la fulminó con la mirada, bastante enojada, hasta que recordó que era una dulce chica del sur. Pero Claudine abandonó todo interés por Andy cuando vio que él bebía té de hielo con limón. Las hadas son más violentamente alérgicas al limón que los vampiros al ajo.
Claudine caminó hacia mí, y me dio un gran abrazo, ante la envidia de cada hombre en el bar. Tomó mi mano para jalarme a la oficina de Sam. Fui con ella con absoluta curiosidad.
-Querida amiga, -dijo Claudine-
-Tengo malas noticias para ti.
-¿Qué? Había pasado de perpleja a asustada en un instante.
-Hubo un tiroteo temprano esta mañana. Uno de los hombres pantera fue alcanzado.
-¡Oh, no! ¡Jason! -Pero seguramente uno de sus amigos me habría llamado si no hubiera llegado al trabajo hoy.
-No, tu hermano esta bien, Sookie. Pero Calvin Norris no.
Quedé atontada. ¿Jason no me había llamado para decirme eso? ¿Tuve que enterarme por otra persona?
-¿Esta muerto? -Pregunté,- escuchando mi voz temblar-. No, que Calvin y yo fuéramos tan cercanos, lejos de eso, pero estaba escandalizada. Heather Kinman, una adolescente, había sido herida mortalmente la semana pasada. ¿Qué estaba ocurriendo en Bon Temps?
-Le dispararon en el pecho. Está vivo, pero muy grave.
-¿Esta en el hospital?
-Sí, sus sobrinas lo llevaron al Memorial Grainger.
Grainger era un pueblo mas lejos, al sudeste de Hotshot, y un poco mas cerca conduciendo desde allí que el hospital de Parish en Clarice.
-¿Quien lo hizo?
-Nadie lo sabe. Alguien le pegó un tiro temprano esta mañana, cuando iba a su trabajo. Él había venido a su casa,…Umm…Para el cambio, y ahora regresaba a la ciudad, -Calvin trabajaba en Norcross-.
-¿Como supiste todo esto?
-Uno de sus primos entró en la tienda para comprar algunos pijamas, ya que Calvin no tenía ninguna. Creo que el duerme desnudo, -dijo Claudette-. No sé como piensan que van conseguirán ponerle un pijama sobre las vendas. Quizá solamente necesite los pantalones. A Calvin no le gustaría arrastrar los pies alrededor del hospital, vestido solo con esas repugnantes batas entre él y el mundo.
Claudine a menudo se desviaba enormemente de la conversación.
-Gracias por decírmelo -dije.- Me pregunté como el primo de Calvin conocía a Claudine, pero no iba a preguntar.
-Está bien. Sabía que querrías enterarte. Heather Kinman es una cambia-formas, también. Apuesto que no sabías eso. Piensa en ello.
Claudine me dio un beso en la frente, -las hadas son muy confianzudas- y regresamos al bar. Me había dejado muda. Claudine volvió a su negocio como siempre. El hada pidió un 7 and 7[2], y de inmediato fue rodeada por pretendientes en aproximadamente dos minutos. Ella nunca se marchaba con nadie, pero los hombres parecían disfrutar intentándolo. Yo había decidido que Claudine se alimentaba de esa atención y admiración.
Incluso Sam le sonreía radiante, y eso que ella no le dio propina.
Cuando cerramos el bar, Claudine se había marchado para volver a Monroe, y yo le había dado las noticias a Sam. Estaba tan consternado por la historia como yo. Aunque Calvin Norris era el líder de la pequeña comunidad de panteras de Hotshot, el resto del mundo lo conocía como un soltero estable, tranquilo, que poseía su propia casa y tenía un buen trabajo como capataz en el molino de leña local. Era difícil imaginar quien de todas las personas que conocía hubiera intentado asesinarlo. Sam decidió enviar algunas flores de parte del personal del bar.
Me puse mi abrigo y salí por la puerta trasera justo delante de Sam. Lo oí cerrando la puerta detrás de mí. Repentinamente recordé que nos estábamos quedando escasos de sangre embotellada, y di vuelta para decírselo a Sam. Él se dio cuenta de mi movimiento y esperó a que hablara, su cara expectante. En el tiempo que toma un parpadeo, su expresión cambió de expectante a sobresaltado, un rojo oscuro comenzó a extenderse sobre su pierna izquierda, y escuché el sonido de un disparo.
Entonces la sangre estuvo por todos lados, Sam se desplomó al suelo, y comencé a gritar.
CAPITULO 3
Nunca había tenido que pagar la entrada en Fangtasia antes. Las pocas veces en que había entrado por la puerta principal, había sido con un vampiro. Pero ahora venía por mi cuenta y me sentía algo rara. Estaba exhausta después de una noche especialmente larga. Había estado en el hospital hasta las seis de la mañana, y había dormido poco, con un sueño intranquilo de pocas horas después de que regresé a casa.
Pam cobraba y llevaba a los clientes a sus mesas. Vestía un largo y vaporoso conjunto negro, que generalmente usaba cuando tenía que estar en la puerta. Pam nunca parecía feliz cuando vestía como un vampiro ficticio. Era auténtica y estaba orgullosa de ello. Su gusto personal se inclinaba mas hacia conjuntos sueltos en colores pastel y mocasines del montón. Parecía sorprendida, tanto como un vampiro puede estarlo, cuando me vio.
-Sookie, -dijo-, -¿Tienes cita con Eric?- Tomó mi dinero sin un parpadeo.
En realidad estaba feliz de verla: patético, ¿no? No tengo muchos amigos, y valoro los que tengo, incluso si sospecho que sueñan con atraparme en un callejón oscuro y tener su fiestecita ensangrentada conmigo.
-No, pero necesito hablarle. Negocios, -añadí apresuradamente-. No quería que nadie pensara que estaba buscando atención romántica del líder de los no muertos de Shreveport, una posición llamada Sheriff por los vampiros. Me desprendí de mi nuevo abrigo color arándano y lo doblé cuidadosamente sobre mi brazo. WDED, la emisora de radio basada en -todo sobre vampiros- de Baton Rouge, se estaba escuchando a todo volumen en el sistema de sonido. La voz suave del disc-jockey de la noche, Connie “el cadáver”, decía:
-Y aquí una canción para todos los de los bajos fondos, que estuvieron aullando esta semana… -Bad Moon Rising[3]-, un viejo hit de Creedence Clearwater Revival[4]. Connie “el cadáver” les enviaba un mensaje privado a los cambia-formas…
-Espera en la barra mientras le digo que tú estás aquí, -dijo Pam-.
-Te encantará el nuevo barman.
Los barmans en Fangtasia no duraban mucho tiempo. Eric y Pam siempre intentaban contratar a alguien exótico, para que los turistas humanos que llegaban en masa, tuvieran su paseo en el lado oscuro y salvaje, en esto habían tenido éxito. Pero de algún modo el trabajo había adquirido una tasa de desgaste muy alta.
El Barman nuevo, me dirigió una blanca sonrisa, cuando me senté sobre uno de los altos taburetes. Estaba buenísimo. Tenía una cabellera larga y sumamente rizada, color castaño. Fuertes y anchos hombros. También lucia un bigote y una barba. Cubriendo su ojo izquierdo, tenía un parche negro. Debido a que su rostro era delgado y con todas esas considerables cosas sobre él, su cara parecía atestada. Era de mi estatura, 1.70 mts, y vestía una camisa de pirata, pantalones negros y altas botas negras también. Lo único que le faltaba para completar su atuendo era un pañuelo atado alrededor de su cabeza y una pistola.
-¿Quizás un loro sobre tu hombro también? -Dije-.
-Aaargh… querida señora, usted no es la primera en sugerir tal cosa. Tenía una estupenda voz de barítono. Pero tengo entendido que hay reglas del Departamento de Salud en contra de tener un ave en libertad en un establecimiento que sirve bebidas. Se acercó a mí tan cerca como la angosta zona detrás de la barra le permitía.
-¿Puedo ofrecerte algo de beber y tener el honor de conocer tu nombre?
Tuve que sonreír.
-Seguramente, señor. Soy Sookie Stackhouse. Había captado el olorcillo de anormalidad en mí. Los vampiros casi siempre lo notan. Los no muertos generalmente lo saben; los seres humanos no. Es un poco irónico que mi mente no lea a las únicas criaturas que son capaces de distinguirme de entre el resto de la raza humana, mientras que los seres humanos prefieren creer que estoy mentalmente incapacitada, que atribuirme una inusual habilidad.
La mujer que estaba en un banco junto a mí (con las tarjetas de crédito al tope, conjuntamente con el síndrome de déficit de atención) se giró para escuchar. Estaba celosa, ya que había estado tratando de tentar al barman a que le mostrara un poco de atención durante los treinta minutos anteriores. Me echó el ojo, tratando de calcular qué había causado que el vampiro decidiera iniciar una conversación conmigo. No estuvo en absoluto asombrada con lo que vio.
-Estoy encantado de conocerte hermosa doncella, -dijo suavemente el nuevo vampiro-, y sonreí abiertamente. Bien, por lo menos, a sus ojos, -si te gustaban los ojos azules y el cabello rubio-. Su mirada recorría todo mi cuerpo, pero si eres una mujer que trabaja en un bar, estas acostumbrada a eso. Por lo menos no me miró en forma ofensiva; y créanme, en un bar, puedes notar la diferencia entre una mirada apreciativa y una mirada de quien quiere joderte.
-Apuesto una buena suma a que no es ninguna doncella, -dijo la mujer sentada junto a mí-.
Tenía razón, pero eso era irrelevante.
-Debe ser cortes con los otros invitados, -le dijo el vampiro, con una alterada versión de su sonrisa-. No sólo sus colmillos se extendieron ligeramente, si no que también noté una sinuosa sonrisa en sus (maravillosamente blancos) dientes. Los estándares dentales americanos son muy modernos.
-Nadie me dice cómo actuar, -dijo la mujer combativa-. Se comportaba hostil porque la noche no le iba como la había planeado. Había pensado que sería fácil atraer a un vampiro, que cualquier vampiro pensaría que era una suerte conseguirla. Había planeado dejar que uno le mordiera el cuello, si tan solo pagara sus facturas de tarjeta de crédito.
Se estaba sobreestimando y subestimando a los vampiros.
-Discúlpeme, señora, pero mientras este en Fangtasia, definitivamente le diré cómo actuar, -dijo el barman-.
Ella se hundió después de de que el le dirigió una mirada dominante, y me pregunté si no le había aplicado una dosis de encanto.
-Mi nombre, es Charles Twining. -Dijo, devolviéndome su atención-.
-Encantada de conocerte. -dije-.
-Y la bebida?
-Sí, por favor. Un ginger ale. Tenía que regresar conduciendo de regreso a Bon Temps, después de que hubiera visto a Eric.
Arqueó levemente las cejas, pero me sirvió la bebida y la puso sobre una servilleta en frente de mí. Le pagué y deposité una buena propina en la barra. La pequeña servilleta blanca tenía algunos colmillos perfilados en negro, con una sola gota de color rojo deslizándose de los colmillos, servilletas hechas a encargo para el bar de vampiros, el nombre de Fangtasia, estaba impreso con llamativas letras rojas en la esquina opuesta de la servilleta, igual que el símbolo en la entrada del establecimiento. Era lindo. Había también camisetas en venta en una caja en la esquina, igual que lentes decorados con el mismo logotipo. Debajo se leía, “Fangtasia”. El bar con una mordida. La experiencia en mercadotecnia de Eric había hecho grandes progresos en los últimos meses.
Así que esperé mi turno para que Eric me atendiera, observé a Charles Twining trabajar. Era educado con todos, servía las bebidas rápidamente, y nunca se veía atareado. Me encantaba su técnica más que la de Chow, el anterior barman, quien siempre parecía que les hacía un favor sirviéndoles de beber a los clientes. Long Shadow, el barman antes que Chow, había tenido mucha preferencia por los clientes femeninos, eso causaba multitud de problemas en un Bar.
Absorta en mis pensamientos, no advertí que Charles Twining había cruzado la barra y estaba justo frente a mí hasta que dijo, -Señorita Stackhouse, ¿puedo decirte qué encantadora luces esta noche?
-Gracias, Sr. Twining-, dije, entrando en el espíritu del juego. La mirada en el único ojo visible marrón de Charles Twining me dejó saber que era un bribón de primera clase, y no confiaría en el, mas lejos de lo que yo pudiera confiar que pudiera alejarlo, que tal vez solo fueran unos centímetros. (Los efectos de mi última infusión de sangre vampiríca habían caducado y ahora solo era un humano regular. Hey, no soy ninguna drogadicta; había sido una situación de emergencia que requería de fuerza suplementaria)
No sólo era que hubiera regresado a la fuerza normal de una mujer en sus veintes, mi apariencia había regresado a la normalidad; nada de realce vampirico, ni siquiera me había vestido de forma elegante, ya que no quería que Eric pensara que me arreglaba para él, pero tampoco había querido venir por completo desarreglada. Así que lucia unos blue jeans a la cadera y un suéter blanco corto y escotado. Me llegaba hasta la cintura así que se veía algo de mi vientre cuando caminaba. Mi estomago no estaba completamente descolorido, gracias a la cama de bronceado, que rentaban en donde alquilaba mis películas.
-Por favor querida dama, llámame Charles, -dijo el barman-, posando su mano en su corazón.
Me reí a carcajadas, a pesar de mi cansancio. La teatralidad del ademán no disminuía por el hecho de que el corazón de Charles no estaba latiendo.
-Por supuesto-, -dije agradable-.
-Solo si tú me llamas Sookie.
Puso los ojos en blanco, como si la emoción fuera demasiado para él, y me reí otra vez. Pam me tocó el hombro.
-Si puedes alejarte un momento de tu nuevo amigo, Eric esta libre.
Incliné la cabeza hacia Charles y salté del taburete para seguir a Pam. Para mi sorpresa, no me llevó de regreso a la oficina de Eric, si no a uno de los reservados. Evidentemente, esta noche Eric estaba cumpliendo con su deber en el bar. Todos los vampiros en el área de Shreveport tenían que mostrarse en Fangtasia un cierto número de horas todas las semanas así los turistas seguirían viniendo; un bar de vampiros sin clientes reales, era un establecimiento arruinado. Eric ponía buen ejemplo a sus subordinados mostrándose en el bar a intervalos regulares.
Generalmente el sheriff de la zona cinco se sentaba en el centro del establecimiento, pero esta noche estaba en un discreto reservado. Me observó mientras me acercaba. Sabía que estaba admirando mis ajustados vaqueros, y mi vientre plano, así como el suéter blanco, que marcaba generosamente mis formas. Debí haber llevado ropa más desaliñada. (Créanme, tengo multitud de esa en mi ropero.) No debí haber llevado el abrigo color arándano, que Eric me había dado. No debí haber hecho nada para atraer su atención, y tenía que admitir, que ése había sido mi objetivo. Me había engañado a mi misma.
Eric se deslizó fuera del reservado y se elevó desde su considerable altura de 1.95 mts. Su melena rubia se rizó sobre su espalda, y sus ojos azules centellearon sobre su blanca cara. Eric tiene rasgos llamativos, pómulos altos, y una mandíbula cuadrada. Parece un ingobernable vikingo, del tipo que podría saquear un pueblo en seguida; lo cual es exactamente lo que había sido.
Los vampiros no se dan la mano excepto bajo extraordinarias circunstancias, así que no esperé ningún saludo de Eric. Pero se dobló para darme un beso sobre la mejilla, y lo hizo lentamente, como si quisiera que yo supiera que le gustaría seducirme.
No recordaba que ya había besado, más o menos cada pulgada de Sookie Stackhouse. Habíamos estado tan íntimamente cerca, como solo un hombre y una mujer pudieran estar.
Solo que Eric no podía recordar nada de eso. Quise que eso se quedara así. Bien, no que exactamente lo quisiera; pero sabía que era mejor que Eric no recordara nada de nuestra pequeña aventura.
-¡Que bonito esmalte de uñas, -Dijo Eric sonriendo-. Tenía un leve acento. El inglés no era su segunda lengua, desde luego; era tal vez su lengua número veinticinco.
Intenté no corresponder a su sonrisa, pero estaba feliz por el cumplido. Confía en que Eric se de cuenta de la única cosa nueva y diferente sobre mí. Nunca había tenido las uñas largas hasta hacía poco, y ahora estaban pintadas de un profundo y estupendo rojo arándano, de hecho, combinaban con el abrigo.
-Gracias, -murmuré-.
-¿Como has estado?
-Muy bien. -Levantó una rubia ceja.- Los vampiros no tenían una salud variable. Agitó la mano, señalando el asiento vacío en el reservado, y me deslicé en el.
-¿Tuviste algún problema para volver a tomar las riendas? -Pregunté, para ponerme al día-.
Un par de semanas antes, una bruja había hechizado a Eric, causándole amnesia, y le había tomado varios días restituir su sentido de identidad. Durante ese tiempo, Pam lo había dejado conmigo para mantenerlo oculto de la bruja que lo había maldecido. La lujuria había tomado su curso. Muchas veces.
-Es como montar en bicicleta, -dijo Eric-, y aunque me obligué a enfocarme, (me pregunté cuándo habían sido inventadas las bicicletas, y si Eric había tenido algo que ver en eso).
-Recibí una llamada del amo de Long Shadow, un indio americano cuyo nombre parece ser Hot Rain. Estoy seguro de que recuerdas a Long Shadow.
-Justo estaba pensando en el. -dije-.
Long Shadow había sido el primer barman de Fangtasia. Había estado malversando fondos de Eric, el cual me había coaccionado para que interrogara a las meseras y a los demás empleados humanos, hasta que descubrí al culpable. Aproximadamente dos segundos después de que Long Shadow hubiera rasgado mi garganta, Eric había ejecutado al barman con la tradicional estaca de madera. Matar otro vampiro es una cosa muy seria, yo me recuperé, y Eric había tenido que pagar una buena multa -a alguien que yo nunca conocí- Si Eric hubiera matado a Long Shadow sin ninguna justificación, otras penalidades habrían entrado en juego. Estaba feliz de que dichas penalidades permanecieran siendo un misterio.
-¿Qué quería Hot Rain? -Pregunté-.
-Dejarme saber que aunque había pagado el precio fijado por el árbitro, el no se consideraba satisfecho.
-¿Quería más dinero?
-No creo que fuera eso. Parece pensar que la recompensa financiera no era todo lo que el requería. -Eric se encogió de hombros-.
-En lo que a mi concierne, el tema esta resuelto. -Eric tomó un trago de sangre sintética, se reclinó en su silla, y me miró con sus desconcertantes ojos azules-.
-Y ya que mi pequeño episodio de amnesia esta terminado. La crisis terminó, las brujas están muertas, y el orden fue restituido en mi pequeño trocito de Luisiana. ¿Cómo han sido las cosas para ti?
-Bien, estoy aquí por asuntos de negocios, -dije, y puse mi mejor cara de negocios-.
-¿Qué puedo hacer por ti, Sookie? -Preguntó-.
-Sam quiere preguntarte algo, -dije-.
-Y te envía a ti para preguntarlo. ¿Es muy inteligente o muy estúpido? -Se preguntó a si mismo en voz alta-.
-Ninguna de las dos cosas, -dije, tratando de no parecer irritada-.
-Es su pierna, -esta rota-. Es decir se rompió la pierna anoche. Le dispararon.
-¿Cómo sucedió eso? -La atención de Eric se agudizó-.
Le expliqué. Temblé un poco cuando le dije que Sam y yo habíamos estado solos, cuan silenciosa había estado la noche.
-Arlene acababa de irse. Llegó a su casa sin saber nada. La nueva cocinera, Sweetie, acababa de irse también. Alguien le disparó desde los árboles que están al norte del estacionamiento. -Temblé nuevamente, esta vez de miedo-.
-¿Qué tan cerca te encontrabas?
-Oh, -dije, y mi voz tembló. -Estaba realmente cerca. Acababa de volverme.. Entonces fue cuando me di cuenta… había sangre por todas partes.
La cara de Eric se volvió dura como el mármol. - ¿Qué hiciste después?
-Sam tenía el teléfono en su bolsillo, -gracias a Dios por eso-, presioné la mano sobre el agujero en su pierna y marqué el 911 con la otra mano.
-¿Cómo está el?
-Bien. -Inspiré profundamente y traté de mantenerme calmada-.
-Esta muy bien, considerando lo que pudo pasarle. Esta muy calmado. Es orgulloso. Pero por supuesto, estuvo deprimido por un tiempo, y además de eso… tantas cosas raras han estado ocurriendo en el bar últimamente. Nuestro barman sustituto sólo puede cubrirlo por par de noches. Terry está un poco dañado.
-¿Entonces cual es la petición de Sam?
-Sam quiere que le prestes un barman, hasta que su pierna cure.
-¿Por qué me esta pidiendo eso a mí, en lugar de hacérselo al jefe de la manada de Shreveport?- Los cambia-formas raras veces se organizan, pero los licántropos de la ciudad si lo hacían. Eric tenía razón: debería haber sido más lógico que Sam hiciera esa petición al Coronel Flood.
Baje la vista, para ver mis manos, que sostenían el vaso de ginger ale.
-Alguien está a la caza de los cambia-formas y licántropos en Bon Temps-, -dije-. Lo dije en voz baja. Sabía que me escucharía a través de la música y la charla del bar.
Justo en ese momento un hombre se tambaleó hasta el reservado, un joven militar de la Base de la Fuerza Aérea de Barksdale, que es parte también del área de Shreveport. (Lo clasifiqué al instante por el corte de pelo, buena salud, y sus amigos.) Se meció sobre sus talones por un largo momento, paseando su mirada de Eric hacia mi.
-Hey, tu, -me dijo el joven, tocando mi hombro-. Lo miré, resignada a lo inevitable. Algunas personas buscan su propio desastre, especialmente cuando beben. Este joven, con su corte de cabello al ras y cuerpo robusto, estaba lejos de casa y determinado a probarse a si mismo.
-No me agrada mucho que me llamen “hey, tú”, y tampoco ser empujada con un dedo. Pero traté de mantener una actitud agradable con el joven. Tenía la cara y los oscuros ojos redondos, boca pequeña y gruesas cejas color café. Vestía un limpio yérsey y pantalones color caqui. También venía preparado para dar pelea.
-No creo conocerte, -le dije suavemente-, tratando de reducir la situación.
-No deberías sentarte con vampiros, -dijo-. -Las chicas humanas no deberían estar con tipos muertos.
¿Cuán a menudo había escuchado eso? Había recibido multitud de comentarios de esta porquería cuando había estado saliendo con Bill Compton.
-Deberías volver con tus amigos Dave. No quisieras que tu mami reciba una llamada telefónica en la que le digan que moriste en una pelea en un bar en Luisiana. Especialmente no en un bar de Vampiros, ¿Correcto?
-¿Cómo sabes mi nombre? -Preguntó despacio-.
-Eso no hace ninguna diferencia, ¿O si?
De reojo, podía ver que Eric estaba moviendo la cabeza. Desviar la conversación no era su manera de arreglar las intromisiones.
Repentinamente, Dave empezó a calmarse.
-¿Cómo sabes sobre mi?- Preguntó esta vez mas calmado.
-Tengo visión de rayos x, -dije seriamente-. -Puedo leer tu carné de conducir en tus pantalones.
Empezó a sonreír. -Hey, ¿tú puedes ver otras cosas a través de mis pantalones?
Le sonreí en respuesta. -Eres un hombre con suerte, Dave, -dije ambiguamente-. -Ahora, estoy aquí en realidad, para hablar de negocios con este tipo, así que si nos disculpas…
-Está bien. Lo siento, yo…
-No hay problema en absoluto, -le aseguré-. Se fue con sus amigos, caminando arrogante. Estaba segura de que les haría un cuento muy adornado de la conversación.
Aunque todos en el bar habían tratado de fingir que no estaban mirando el incidente, que tenía potencial para una poca de jugosa violencia, tuvieron que apresurarse a parecer ocupados cuando los ojos de Eric recorrieron las mesas circundantes.
-Intentabas decirme algo cuando fuimos interrumpidos tan groseramente, -dijo-. Sin haber ordenado nada, una camarera se acercó y depositó una bebida fresca frente a mí, llevándose el vaso vacío. Alguien sentado con Eric conseguía tratamiento de lujo.
-Sí. Sam no es el único cambia-formas al que le han disparado en Bon Temps últimamente. A Calvin Norris le dispararon en el pecho hace algunos días. Es un hombre pantera. Y Heather Kinman fue baleada antes que el. Heather tenía sólo diecinueve años, una mujer zorro.
Eric dijo, -Todavía no veo por qué eso podría ser interesante para mí.
-Eric, ¡fue asesinada!
El todavía me miraba inquisidor.
Rechiné los dientes, así no le diría, qué niña tan linda había sido Heather Kinman: acababa de titularse de la escuela secundaria y había conseguido su primer empleo como dependiente en una tienda de artículos de oficina en Bon Temps. Bebía una malteada en el Sonic[5], cuando le dispararon. Ahora, el laboratorio de ciencias forenses estaría comparando la bala que le habían disparado a Sam con la bala que había matado a Heather, y las dos con la del pecho de Calvin. Supuse que las balas coincidirían.
-Estoy tratando de explicarte por qué Sam no quiere pedirle ayuda a otro cambia-formas, o licántropo, le dije con los dientes apretados.
-Piensa que con eso podría estar poniéndolos en peligro. Y no hay ningún humano local que tenga los requisitos para el trabajo. Así que me pidió que viniera a verte.
-Cuando me quedé en tu casa, Sookie…
Gemí. -Oh, Eric, déjalo estar.
A Eric le molestaba sobremanera no poder recordar qué había ocurrido mientras estaba maldito.
-Algún día recordaré, -dijo casi ásperamente-.
Cuando recordara todo, ojala no recordara el sexo.
El también recordaría a la mujer que había estado esperando en mi cocina con un arma. Recordaría que había salvado mi vida recibiendo la bala por mí. Recordaría que le había disparado. Recordaría que se había deshecho del cuerpo.
Se daría cuenta de que tendría poder sobre mí para siempre.
También podría recordar que se había humillado lo bastante para ofrecerse a abandonar todos sus negocios y venir a vivir conmigo.
Disfrutaría recordar el sexo. Disfrutaría recordar que tenía poder sobre mí, le encantaría recordar eso. Pero de algún modo no creía que Eric, disfrutara recordando ese último detalle.
-Sí, -dije quedamente, mirando mis manos. -Algún día, espero que recuerdes. WDED estaba tocando una vieja canción de Bob Seger[6], “Night Moves”. Me di cuenta de que Pam giraba sobre si misma bailando, su cuerpo anormalmente fuerte y flexible se doblaba y enroscaba de maneras que los cuerpos humanos nunca podrían hacer
Me gustaría verla bailar en vivo música de vampiros. Deberías escuchar una banda vampiro. Nunca olvidarás eso. Sobre todo tocan en Nueva Orleáns y San Francisco, a veces en Savannah o en Miami. Pero cuando había estado saliendo con Bill, me había traído a Fantagsia para que yo escuchara a un grupo que tocaría por una noche solamente en su camino hacia el sur de Nueva Orleáns. El vocalista principal de la banda de vampiros que se llamaban a si mismos, “Renfields Masters”, lloró lágrimas de sangre cuando cantó una balada.
-Sam fue inteligente al enviarte, -dijo Eric después de una larga pausa-. No tenía nada que decir a eso.
-Conseguiré a alguien. Pude sentir que mis hombros se relajaban aliviados. Me concentré en mis manos e inspiré profundo. Cuando le eché un vistazo, Eric estaba mirando la barra, considerando a los vampiros presentes.
Había conocido la mayoría de ellos de pasada. Thalia tenía largos cabellos negros rizados sobre su espalda y un perfil que en el mejor de los casos podría ser descrito como clásico. Tenía un duro acento - griego, pensé - y también tenía mal carácter. Indira era una vampira india diminuta, con misteriosos ojos de gacela; nadie la tomaba en serio hasta que cosas se ponían fuera de control. Maxwell Lee era un banquero afroamericano. Aunque era fuerte como cualquier vampiro, Maxwell tendía más a disfrutar pasatiempos más cerebrales que ser un gorila.
-¿Te importaría si envío a Charles? -Eric parecía casual, pero lo conocía lo suficiente como para sospechar que no lo era-.
-O Pam, -dije-. -O alguien más que pueda contener su carácter. Observé a Thalia aplastar una taza metálica con sus dedos para impresionar a un macho humano que trataba de ponerle las manos encima. Este palideció y se escurrió de regreso a su mesa. Algunos vampiros disfrutaban de la compañía humana, pero Thalia no era uno de ellos.
-Charles es el vampiro menos temperamental que alguna vez he conocido, aunque confieso que no lo conozco bien. Ha estado trabajando aquí solamente dos semanas.
-Pareces necesitarlo aquí.
-Puedo prescindir de él. -Eric me dirigió una mirada arrogante que decía muy claramente que era su elección determinar qué tan ocupado quería mantener a su empleado-.
-Um… Muy bien. A los clientes de Merlotte's les gustará un pirata tan bueno, y las utilidades de Sam aumentaran en consecuencia.
-He aquí los términos, -dijo Eric, mirándome fijamente-.
-Sam debe de proporcionarle sangre ilimitada a Charles y un lugar seguro para quedarse. Tú podrías querer tenerlo en tu casa, como lo hiciste conmigo.
-Ciertamente que no, -dije indignada-. -No regenteo ninguna hostería para vampiros viajeros. Frank Sinatra empezó a canturrear “Strangers in the Night”, en el fondo del bar.
-Oh, por supuesto, lo olvidé. Pero te recompensamos generosamente por mi estadía.
Había tocado un tema espinoso. A decir verdad, me había herido con un afilado pico. Me estremecí.
-Ésa fue idea de mi hermano, -dije… vi que los ojos de Eric brillaron, y enrojecí. Acababa de confirmar sus sospechas. -Pero el actuó correctamente, -dije con convicción-.
-¿Por qué debería de haber hospedado a un vampiro en mi casa sin que este pagara por su estancia? Después de todo, necesitaba el dinero.
-¿Los cincuenta mil se terminaron ya? -Preguntó Eric suavemente-. ¿Jason se quedó con una parte de eso?
-Eso no es asunto tuyo, -dije-, con voz aguda e indignada. Había dado solamente la quinta parte de eso a Jason. No me los había pedido expresamente, aunque, tenía que confesarlo, el había esperado que yo le diera algo. Debido a que yo lo necesitaba más, había conservado más de lo que inicialmente había planeado.
No tenía seguro médico. Jason, por supuesto, estaba cubierto con el plan de servicios médicos del condado de Parish. Había empezado a pensar, ¿que tal si hubiera quedado incapacitada? ¿Que si me rompía el brazo o tenía que sacar mi apéndice? No sólo no ganaría nada en mi trabajo, si no que además tendría facturas del hospital por pagar. Y cualquier estancia en un hospital, hoy en día, es costosa. Había incurrido en algunas facturas médicas durante el año anterior, y me había tardado un tiempo largo y doloroso en pagarlas.
Ahora estaba profundamente agradecida de haber tenido esa precaución. La mayoría de las veces, no me preocupo demasiado por el futuro, porque estoy acostumbrada a vivir día a día. Pero la herida de Sam me había abierto los ojos. Había estado pensando en cuan gravemente necesitaba un nuevo automóvil - o al menos uno usado más nuevo-. Había estado pensando qué sucias estaban las cortinas de la sala, y qué agradable sería pedir una nuevas en JCPenney[7]. Había cruzado por mi mente que podría ser muy divertido comprar un vestido que no estuviera en oferta. Pero me había escandalizado de tal frivolidad cuando Sam fue herido.
Cuando Connie “el cadáver” introdujo la próxima canción (Una de estas noches), Eric examinó mi cara.
-Desearía poder leer tu mente de la misma manera que tu puedes leer las mentes de los demás, -dijo-. Desearía mucho poder saber qué esta ocurriendo en tu cabeza. Desearía que supieras por qué me importa saber que puede estar ocurriendo en esa cabeza.
Le dirigí una ladeada sonrisa.
-Estoy de acuerdo con los términos: sangre y alojamiento, aunque el alojamiento no será conmigo necesariamente. ¿Y el dinero?
Eric sonrío.
-Tomaré mi pago en especie. Me agrada que Sam me deba un favor.
Llamé a Sam con el teléfono celular que me había prestado. Le expliqué.
Sam parecía resignado.
-Hay un lugar en el bar en el que el vampiro puede dormir. Muy bien. Pensión completa, y un favor. ¿Cuándo puede venir?
Transmití la pregunta a Eric.
-Ahora mismo. -Eric hizo señas a una camarera humana, que lucía un largo y escotado vestido negro, el mismo que todos los empleados humanos llevaban. (Te diré algo sobre vampiros: no les gusta trabajar como camareros. Y ellos están muy escasos de meseras, también. Nunca encontrarás a un vampiro limpiando mesas, tampoco. Los vampiros casi siempre contratan a seres humanos para hacer los trabajos más repugnantes en sus establecimientos.) Eric le ordeno que fuera por Charles. Hizo una reverencia, golpeó el puño sobre su pecho, y dijo, -Sí, amo.
Honestamente, su actitud me molestó sobremanera.
De cualquier forma, Charles saltó sobre la barra en forma por demás teatral, y mientras los clientes aplaudían, se abrió paso al reservado de Eric.
Inclinándose ante mí, se volvió a Eric con un aire de atención que podría haber parecido servil, pero en vez de eso parecía práctico.
-Esta mujer te dirá qué debes hacer. Mientras ella te necesite, es tu amo. -No pude descifrar la expresión de Charles Twining cuando escuchó la orden de Eric-. Muchos vampiros simplemente estarían en desacuerdo con estar siempre a la disposición de un ser humano, sin importar qué su jefe se los ordenara.
-No, Eric -Estaba sobresaltada-. -Si tú lo haces responsable ante alguien, debe ser ante Sam.
-Sam te envió. Te confío a ti la dirección de Charles. -La expresión de Eric fue firme. Sabía por experiencia que cuando Eric tenía esa expresión, no había manera de discutir con él.
No sabía en que dirección estaba yendo, pero sabía que no era buena.
-Iré por mi abrigo, y estaré listo en cualquier momento que desee partir, -dijo Charles Twining-, haciendo una gentil reverencia que me hizo se sentir como una idiota. Hice un ruido estrangulado, y aunque todavía estaba inclinado, su ojo que no estaba oculto bajo el parche se cerró en un guiño. Sonreí involuntariamente y me sentí mejor.
En el equipo de sonido, -Connie “el cadáver” -dijo-, Escuchen oyentes de la noche. Continuando con los diez éxitos consecutivos para ustedes las genuinas cabezas muertas, he aquí un favorito. -Connie empezó a tocar -Here Comes the Night[8], y Eric dijo, ¿deseas bailar?
Miré la pequeña pista de baile. Estaba vacía. Sin embargo, Eric había conseguido un barman y un gorila al mismo tiempo para Sam cuando este se lo había pedido. Debía ser gentil.
-Gracias, -dije cortésmente-, y me deslicé fuera del reservado. Eric me ofreció su mano, la tomé, y puso su otra mano sobre mi cintura.
A pesar de la diferencia de estatura, nos las arreglamos muy bien. Fingí que no sabía que todos en el bar nos estaban mirando, y nos deslizamos por la pista como si supiera lo qué estaba haciendo. Me concentré en la garganta de Eric así no estaría mirando a sus ojos.
Cuando el baile había terminó -dijo-, Sostenerte me pareció muy familiar, Sookie.
Con un tremendo esfuerzo, dejé mis ojos fijos en la nuez de su garganta. Tuve el terrible impulso de decirle, -Me dijiste que me amabas y prometiste que te quedarías conmigo para siempre-.
-Quisieras, -dije enérgicamente en vez de eso-. Solté su mano tan rápidamente como pude y me deshice de su abrazo.
-¿A propósito, alguna vez has tropezado con un vampiro poco amable llamado Mickey?
Eric agarró mi mano otra vez y la apretó. -Dije,- ¡Ow! Y la soltó.
-Estaba aquí la semana pasada. ¿Dónde has visto a Mickey? -Demandó-.
-En Merlotte's. -Estaba asombrada del efecto que mi pregunta de último minuto había tenido sobre Eric-. ¿Qué tiene de malo?
-¿Qué estaba haciendo?
-Bebiendo Red Stuff, sentado en una mesa con mi amiga Tara. Ya sabes, tú la viste. En el club muerto, en Jackson.
-Cuando la vi estaba bajo la protección de Franklin Mott.
-Bien, estaban saliendo. No puedo comprender por qué la dejaría ir con Mickey. Espero que tal vez Mickey sólo estuviera ahí como su guardaespaldas o algo así. -Recuperé mi abrigo del reservado-.
-Así que, ¿cual es el misterio sobre este tipo? -Pregunté-.
-Aléjate de él. No hables con el, no te cruces con el, y no intentes ayudar a tu amiga Tara. Cuando estuvo aquí, Mickey habló principalmente con Charles. Charles me dijo que es un granuja. Es capaz de… las cosas mas crueles. No te acerques a Tara.
Abrí las manos, pidiendo a Eric que se explicara.
-Haría las cosas que el resto de nosotros no haría, -Dijo Eric-.
Miré fijamente a Eric, escandalizada y profundamente preocupada.
-Es que no puedo hacer caso omiso de su situación. No tengo tantos amigos para que pueda permitirme dejar que uno se vaya por el drenaje.
-Si esta involucrada con Mickey, es sólo carne, -Dijo Eric con brutal sencillez-. Me quitó el abrigo y lo sostuvo mientras me deslizaba dentro de el. Sus manos masajearon mis hombros después de que lo hubo abotonado.
-Que estés bien, dijo. No se necesitaba un adivino para suponer que no quería hablar más sobre Mickey.
-¿Recibiste mi nota de agradecimiento?
-Por supuesto. Muy, ah, correcto.
Asentí, esperando indicar que éste era el final del tema. Pero, por supuesto, no lo fue.
-Todavía me pregunto por qué tu viejo abrigo tenía manchas de sangre, -murmuró Eric-, y mis ojos se encontraron con los suyos. Maldije nuevamente mi descuido. Cuando volvió para agradecerme que lo hubiera hospedado, había vagado por la casa mientras yo estaba ocupada hasta que encontró el abrigo.
-¿Qué hicimos, Sookie? ¿Y a quién?
-Era sangre de pollo. Maté un pollo y lo cociné, -mentí-. Había visto a mi abuela hacer eso cuando yo era niña, muchas veces, pero nunca lo había hecho yo misma.
-Sookie, Sookie. Mi medidor de tonterías está leyendo eso como un “falso”, -dijo Eric, moviendo la cabeza en forma reprensiva-.
Estaba tan asustada que me reí. Era un buen momento para partir. Podía ver que Charles Twining estaba junto a la puerta principal con su moderna chaqueta acolchada puesta.
-Adiós, Eric, y gracias por el barman-, dije, como si Eric me hubiera prestado algunas baterías doble AA o una taza de arroz. Se inclinó y besó mi mejilla con sus fríos labios.
-Conduce con precaución, -dijo-. Y aléjate de Mickey. Tengo que descubrir por qué está en mi territorio. Llámame si tienes algún problema con Charles. (Si las baterías están defectuosas, o si el arroz está lleno de gusanos.) Más allá de él, pude ver que la misma mujer todavía estaba sentada en la barra, aquella que había comentado que yo no era ninguna doncella. Se estaba preguntando qué había hecho para asegurar la atención de un vampiro tan antiguo y atractivo como Eric obviamente.
A menudo me preguntaba la misma cosa.
CAPITULO 4
Conducir de regreso a Bon Temps fue agradable. Los vampiros no huelen o actúan como los humanos, pero es seguro que relajan mi cerebro. Estar con un vampiro es estar casi libre de tensión, como si estuvieras solo, excepto, desde luego, por la posibilidad de que chupen tu sangre.
Charles Twining hizo unas preguntas sobre el trabajo para el que había sido contratado y sobre el bar. Mi manera de conducir, pareció ponerle algo incómodo -aunque posiblemente su inquietud fuera debida simplemente a estar en un automóvil-. Algunos vampiros anteriores a la Revolución Industrial aborrecen el transporte moderno. El parche de su ojo estaba sobre el izquierdo, de mi lado, lo que me dio la curiosa sensación de ser invisible.
Había acompañado al vampiro al lugar donde vivía, a recoger algunas cosas. Él tenía un bolso deportivo consigo, lo suficientemente grande para contener tal vez ropa para unos 3 días. Acababa de mudarse a Shreveport, me dijo, y no había tenido el tiempo para decidir donde establecerse.
Después de haber estado conduciendo durante aproximadamente cuarenta minutos, el vampiro me pregunto:
-¿Y usted, señorita Sookie? ¿Vive con su padre y su madre?
-No, ellos murieron cuando yo tenía siete años, -dije-. De reojo, alcance a cazar un gesto de su mano que me invitaba a seguir. Hubo una gran tormenta en un corto período de tiempo una noche de aquella primavera, y mi padre intentó cruzar un pequeño puente que estaba cubierto de agua. Fueron arrastrados por la corriente.
Eché un vistazo a mi derecha para ver que él asentía. La gente moría, a veces repentina e inesperadamente y a veces también por una razón tan vana. Un vampiro lo sabía que mejor que nadie.
-Mi hermano y yo crecimos con mi abuela, -dije-. Ella murió el año pasado. Mi hermano vive en la vieja casa de mis padres, y yo en la de mi abuela.
-Eres afortunada de tener un lugar para vivir, -comentó-.
De perfil, su nariz aguileña era una elegante miniatura. Me pregunté si a el le preocupaba que los humanos evolucionaran, mientras el se quedaba de la misma manera.
-Ah, sí, -acordé-. Tengo suerte. Tengo un trabajo, tengo a mi hermano, una casa, amigos. Y estoy sana.
Él dio vuelta para observar mi rostro, creo, pero yo rebasaba una estropeada furgoneta Ford, así que no pude comprobarlo.
-Es interesante. Perdóname, pero tuve la impresión por Pam, de que tenías alguna especie de incapacidad.
-Ah, pues sí.
-¿Y esta sería…? Luces muy, ah, robusta.
-Soy una telépata.
Consideró eso.
-¿Y eso que significa?
-Puedo leer las mentes de otras personas.
-Pero no la de los vampiros
-No la de los vampiros no.
-Muy bien.
-Si, eso creo, si yo pudiera leer la mente de los vampiros, habría muerto desde hace tiempo, los vampiros valoran con mucho su privacidad.
-¿Conociste a Chow? -Preguntó-.
-Si, -fue mi turno para contestar secamente.
-¿Y a Long Shadow?
-Si.
-Como el nuevo barman de Fantagsia, creo que tengo un interés muy comprensible por sus muertes.
Comprensible, pero no tenía idea de como responder.
-Muy bien -dije cautelosa-.
-¿Estabas ahí, cuando Chow murió nuevamente? -Esa era el modo en el que algunos vampiros se referían a la muerte final-.
-Umm…si…
-Y cuando lo hizo Long Shadow?
-Bueno…si.
-Me interesaría escuchar lo que tienes que contar sobre eso.
-Chow murió en lo que ellos llaman la Guerra de las Brujas. Long Shadow intentaba matarme cuando Eric lo estacó, porque lo había estado desfalcando.
-¿Estas segura de que es por eso que Eric lo estacó? ¿Por desfalco?
-Yo estaba allí. Lo sé. Fin del tema.
-Supongo que tu vida ha sido complicada, -dijo Charles después de una pausa-.
-Sí.
-¿Dónde me quedaré durante las horas de sol?
-Mi jefe tiene un lugar para ti.
-¿Hay muchos problema en ese bar?
-No hasta hace poco. -Vacilé-.
-¿El gorila que normalmente trabaja ahí, no puede controlar a los cambia formas?
-Nuestro gorila, es el dueño, Sam Merlotte. Es un cambia-formas. Ahora mismo, es un cambia-formas con la pierna rota. Le han disparado. Y no es el único al que lo han hecho.
Esto no pareció asombrar al vampiro.
-¿A cuántos mas?
-Tres por lo que se. Un hombre pantera llamado Calvin Norris, el cual esta en el hospital, y antes de eso una chica cambia-formas llamada Heather Kinman, que ahora está muerta. A ella le dispararon en el Sonic, ¿sabes a que restaurante me refiero? -Los vampiros no siempre prestaban atención a los restaurantes de comida rápida, porque ellos no comían-. ¿(Hey, cuantos bancos de sangre podríamos localizar en este momento?).
Charles asintió, su castaño cabello ondulaba sobre sus hombros.
-¿Es ese en donde se come en el auto?
-Sí, correcto, -dije-. - Heather había estado en el auto de un amigo, conversando, después salió del auto, para dirigirse al suyo que estaba a un par de lugares de distancia. El disparo provino desde el fondo de la calle. Ella tenía una malteada en su mano. -El helado de chocolate derritiéndose se había mezclado con la sangre sobre el pavimento-. Yo lo había visto en la mente de Andy Bellefleur-. Era muy noche, y todos los negocios al otro lado de la calle había estado cerrados durante horas. Así que el asesino escapó.
-¿Los tres asaltos fueron de noche?
-Sí.
-Me pregunto si esto significa algo.
-Podría ser; pero tal vez es que se puede ocultar mejor de noche.
Charles asintió.
-Desde que Sam fue herido, existe mucha ansiedad entre los cambia-formas porque es difícil creer que tres agresiones de ese tipo puedan ser coincidencias. Y los seres humanos normales, están preocupados porque en su opinión tres personas han sido agredidas por disparos al azar, personas con nada en común y pocos enemigos. Así que todo el mundo esta tenso, y por consiguiente hay más peleas en el bar.
-Nunca he sido un gorila antes, -dijo Charles-. Fui el hijo más joven de un baronet, así que he salido adelante por mi mismo, y he hecho muchas cosas. He trabajado como barman antes, y hace mucho fui socio de una casa de citas. En la puerta, anunciaba la mercancía, ¿es una forma de decirlo no crees? - expulsaba a los hombres que se ponían demasiado duros con las putas. Supongo que es lo mismo que ser un gorila.
Yo estaba muda ante esas inesperadas confidencias.
-Desde luego, eso fue después de que perdiera mi ojo, pero antes de que me convirtiera en vampiro, -dijo el vampiro-.
-Desde luego, -repetí débilmente-.
-Que fue mientras era un pirata, -prosiguió-. Él sonreía. Lo comprobé echándole un vistazo lateral.
-¿Que pirateabas? -Yo no sabía si esto era un verbo o no, pero él entendió claramente lo que yo quería decir-.
-Ah, intentábamos atrapar, a cualquiera, -dijo alegremente-. - De arriba hacia abajo, por toda la costa de América, bajando cerca de New Orleáns, donde tomábamos pequeños cargueros y cosas por el estilo. Navegábamos en un barco pequeño, así que no podíamos tomar navíos demasiado grandes, ni tampoco defendernos de ellos. ¡Pero cuándo atrapábamos algo, entonces si que luchábamos! Suspiró, -recordando la felicidad de golpear a las personas con una espada, supongo-.
-¿Y lo qué te pasó? - Pregunté cortésmente, refiriéndome a como había terminado su maravillosa vida de rapiña y muerte, para convertirse en un vampiro haciendo las mismas cosas.
-Una tarde, abordamos un galeón que no tenía ningún signo de vida, -dijo-. Noté que sus manos se convertían en puños. Su voz se volvió mas fría. Habíamos navegado a las Tortugas. Estaba anocheciendo. Yo fui el primer hombre en abordar… así que me atraparon primero.
Después de aquella pequeña historia, nos quedamos en silencio de mutuo acuerdo.
*****
Sam estaba sobre el sofá en la sala de estar de su remolque. Había tenido la casa móvil en la parte trasera del bar, ahora estaba en el estacionamiento. Así, al menos abría su puerta a una parte del estacionamiento, lo que era mejor que mirar la parte trasera del bar, con el gran bote de basura entre la puerta de la cocina y la entrada de los empleados.
-Bien, estas aquí, -dijo Sam-, y su tono era gruñón. Sam nunca podía estar quieto. Ahora que su pierna estaba enyesada, se preocupaba de la inactividad. ¿Qué haría durante la próxima luna llena? ¿Estaría la pierna lo bastante curada como para que pudiera cambiar? ¿Si él cambiara, qué pasaría con el yeso? Había conocido a otros cambia-formas heridos antes, pero no había estado cerca en su recuperación, así que esto era territorio nuevo para mí.
-Comenzaba a pensar que habías perdido el camino de regreso. -La voz de Sam me devolvió al aquí y ahora-. Tenía un tono diferente.
-Ohh, gracias, Sookie, veo que regresaste con alguien que se haga cargo del bar, -dije-. Siento tanto que hayas tenido que pasar por la humillante experiencia de pedir a Eric un favor en mi nombre. En aquel momento, no me preocupaba, si el era mi jefe o no.
Sam me miró avergonzado.
-Eric aceptó, entonces, -dijo-. Señalando al pirata.
-Charles Twining, a su servicio, -dijo el vampiro-.
Los ojos de Sam se ensancharon.
-Bien. Soy Sam Merlotte, el dueño del bar. Aprecio que haya venido para ayudarnos.
-Me ordenaron hacerlo, -dijo el vampiro con serenidad-.
-Entonces el trato es que le de alojamiento, comida y, que le deberé un favor, -dijo Sam-.
-Debo a Eric un favor. -Esto fue dicho en un tono en el que incluso una persona amable describiría como gruñón-.
-Sí. -Estaba enojada ahora-. Me enviaste a hacer un trato. ¡Comprobé los términos contigo! Ese fue el trato que hice. Pediste a Eric un favor; ahora él consigue un favor a cambio. No importa lo que tú hayas entendido, a eso se reduce todo.
Sam asintió, aunque no parecía feliz.
-De hecho, cambie de opinión. Creo que el Sr. Twining, debería quedarse contigo.
-¿Y por que crees eso?
-El lugar aquí es un poco estrecho. ¿Tú tienes un lugar oscuro que puede servir para los vampiros o no?
-No me consultaste sobre eso.
-¿Te rehúsas a hacerlo?
-¡Sí! ¡No soy encargada de un hotel de vampiros!
-Pero trabajas para mí, y él trabaja para mí…
-Ah si… ¿Y se lo impondrías a Arlene o a Holly?
Sam me miró asombrado.
-Bien, no, pero es porque, -el se detuvo entonces-.
-¿No puedes pensar como terminar la oración, verdad? -gruñí-. Bien, amigo, me largo de aquí. Pase una noche que me colocó en una situación embarazosa por ti. ¿Y qué consigo a cambio? ¡Ni siquiera las gracias!
Di una patada al piso de la casa móvil. No cerré de golpe la puerta porque no quise ser infantil. Azotar la puerta no es de adultos. Ni gritar tampoco. Bien, tal vez patear el piso no lo es, tampoco. Pero era una elección entre hacer una enfática salida verbal o golpear a Sam. Normalmente Sam era una de mis personas favoritas, pero esta noche… no.
*****
Yo tenía el turno de día, durante los tres próximos días - no es que estuviese segura de que todavía conservaría mi trabajo-. Cuando entré en Merlotte’s a las once de la mañana siguiente, corriendo hacia la puerta de los empleados, con mi feo y sin embargo útil impermeable, ya que llovía a cántaros, estaba casi segura que Sam me diría que recogiera mi último pago y me fuera. Pero él no estaba allí. Por un momento tuve un sentimiento que reconocí como decepción. Tal vez me había estado preparando para otra pelea, lo cual era extraño.
Terry Bellefleur estaba en la barra, supliendo a Sam otra vez, y se notaba que tenía un mal día. Así que no era una buena idea hacerle preguntas o incluso dirigirse a él más allá del necesario.
Terry en particular odiaba el tiempo lluvioso, yo había notado también que no le agradaba el Sheriff Bud Dearborn. No conocía la razón de uno u otro prejuicio. Hoy, grises cortinas de lluvia golpeaban el techo y las paredes, y Bud Dearborn estaba pavoneándose con cinco de sus camaradas en el área de fumar. Arlene me miro y me hizo un guiño de advertencia.
Aunque Terry estuviera pálido, y sudoroso, mantenía cerrada la ligera chamarra que a menudo llevaba sobre la camiseta que era el uniforme de Merlotte’s. Noté que sus manos temblaban cuando sirvió una cerveza. Me pregunté si duraría hasta el anochecer.
Al menos no había muchos clientes, si pasaba algo malo. Arlene se dirigió hacia la puerta para recibir a un matrimonio de amigos que entraban en esos momentos. Mi sección estaba casi vacía, a excepción de mi hermano, Jason, y su amigo Hoyt.
Hoyt era el compañero de Jason. Si ellos no fueran definitivamente heterosexuales, les habría recomendado que se casaran, ya que se complementaban el uno al otro tan bien, Hoyt disfrutaba los chistes, y a Jason le encantaba contarlos. Hoyt no sabía que hacer en su tiempo libre, y Jason siempre estaba pensando en algo. La madre de Hoyt era un poco abrumadora, y Jason era co-dependiente. Hoyt estaba firmemente anclado en el aquí y el ahora, y tenía un sexto sentido de lo que la comunidad toleraría y de lo que no. Jason no.
Pensé que ahora Jason tenía un gran secreto, y me pregunté si le tentaría compartirlo con Hoyt.
-¿Cómo has estado hermanita? -Pregunto Jason-. Sostuvo su vaso frente a mí, indicando que le gustaría que le sirviera mas refresco Dr. Pepper[9]. Jason nunca bebía alcohol, hasta que su día de trabajo estuviera terminado, un gran punto a su favor.
-Bien, hermano. ¿Quieres algo más, Hoyt? -Pregunté-.
-Por favor, Sookie. Té helado, -dijo Hoyt-.
En un segundo volví con sus bebidas. Terry me miró furioso cuando las serví detrás de la barra, pero no habló. Puedo hacer caso omiso de una mirada furiosa.
-¿Sook, quieres ir conmigo al hospital en Grainger esta tarde después de que termine tu turno? -Pregunto Jason-.
-Sí, seguro. -Calvin siempre es agradable conmigo-.
Hoyt dijo:
-Esto es de locos, Sam, Calvin y Heather consiguieron que les dispararan. ¿A que conclusión has llegado? -Hoyt ha decidido que soy un oráculo-.
-Hoyt, tu sabes tanto como yo, -le dije-. Creo que todos deberíamos tener cuidado. Esperé que la trascendencia de esto no fuera ignorada por mi hermano. Él se encogió de hombros.
Cuando alcé la vista, vi a un desconocido que estaba esperando que le atendieran y me di prisa en hacerlo. Su pelo negro, mojado por la lluvia, estaba sujeto en una cola de caballo. Su cara estaba marcada con una línea larga blanca y delgada que surcaba a lo largo de su mejilla. Cuando se quitó la chaqueta, pude observar que era fisiculturista.
-¿Área de fumar o no fumar? -Pregunté-, con un menú ya en mi mano.
-No, fumar, -dijo-, y me siguió a una mesa. Él con cuidado colgó su chaqueta mojada en el respaldo de una silla y tomó el menú después de que se sentó. Mi esposa estará aquí en unos minutos, -dijo-. Nos reuniremos aquí.
Puse otro menú en el lugar adyacente.
-¿Quiere ordenar ahora o esperarla?
-Me gustaría algún té caliente, -pidió-. Esperaré hasta que ella venga para ordenar de comer. ¿Tienen un menú limitado aquí, eh…? Él echó un vistazo a Arlene y luego otra vez me observó. Comencé a sentirme incómoda. Sabía que él no estaba aquí porque el lugar era conveniente para el almuerzo.
-Esto es todo lo que servimos, -dije-, teniendo cuidado de parecer relajada. Pero lo que tenemos esta muy bueno.
Fui a la barra a preparar el te, puse una taza de agua caliente y una bolsa de té, sobre un plato, agregué un par de rebanadas de limón, también. No había hadas alrededor que ofender.
-¿Usted es Sookie Stackhouse? -Preguntó cuando regresé con su té-.
-Sí, lo soy. -Puse el plato con cuidado sobre la mesa, directamente al lado de la taza-. ¿Por qué quiere saberlo? -Yo ya sabía por qué, pero con la gente regular, tenía que preguntar-.
-Soy Jack Leeds, investigador privado, -dijo-. Él puso una tarjeta de visita sobre la mesa, girada hacia mí para que pudiera leerla. Esperó un momento, como si por lo general consiguiera una reacción dramática ante aquella declaración. He sido contratado por una familia en Jackson, Mississippi, los Pelt, -prosiguió, cuando vio que yo no iba a hablar-.
Mi corazón se hundió hasta mis zapatos antes de que comenzara a palpitar aceleradamente. Este hombre creía que Debbie estaba muerta. Y pensaba que había una buena posibilidad de que yo pudiera saber algo sobre ello.
Él estaba absolutamente en lo correcto.
Yo le había disparado a Debbie Pelt un par de semanas antes, en defensa propia. El suyo era el cuerpo que Eric había ocultado. Suya era la bala que Eric había tomado para mí.
La desaparición de Debbie después de salir de una “fiesta” en Shreveport, Luisiana (de hecho una vital e importante guerra entre brujas, vampiros, y licántropos), había sido la comidilla durante nueve días. Había esperado que ese fuera el final de aquello.
-¿Entonces los Pelt no están satisfechos con la investigación policíaca? -Pregunté-. La cual era una pregunta estúpida, una que escogí al azar. Tuve que decir algo para romper el creciente silencio.
-Eso no fue realmente una investigación, -dijo Jack Leeds-. La policía en Jackson decidió que ella probablemente había desaparecido voluntariamente. Ellos no creyeron eso, sin embargo.
Su cara cambió entonces; parecía que alguien había encendido una luz detrás de sus ojos. Di vuelta para mirar lo que veía, y observé a una rubia de estatura media agitar su paraguas en la puerta. Tenía el pelo corto y la piel pálida, y cuando dio la vuelta, observé que era muy bonita; al menos, lo habría sido si hubiera estado más animada.
Pero esto no era un factor que le importara a Jack Leeds. Él miraba a la mujer que amaba, y cuando ella lo vio, la misma luz se encendió tras sus ojos, también. Se dirigió a su mesa tan suavemente como si estuviera bailando, y cuando se deshizo de su propia chaqueta mojada, vi que sus brazos eran tan musculosos como los suyos. No se besaron, pero sus manos se unieron y se apretaron brevemente. Después de que ella se hubo sentado y hubiera pedido coca cola de dieta, sus ojos fueron al menú. Ella pensaba que todo el alimento ofrecido en Merlotte era insano. Tenía razón.
-¿Ensalada? -Preguntó Jack Leeds-.
-Tengo que tener algo caliente, -dijo-. ¿Chili?[10]
-Bien. Dos chilis, -me dijo-. Lily, ella es Sookie Stackhouse. Srita. Stackhouse, ella es Lily Bard Leeds.
-¡Hola! -dijo-. - Estaba buscando su casa.
Sus ojos eran azul claro, y miraba fijamente como la línea de un láser.
-¡Fuiste tu la que viste a Debbie Pelt la noche que ella desapareció! -Su mente agregó, tus eres la que ella odiaba tanto-.
Ellos no conocían la verdadera naturaleza de Debbie Pelt, y me alivió saber que los Pelt no habían sido capaces de encontrar a un investigador licántropo. Ellos no podrían encontrar a su hija por medio de detectives regulares. Ya que ella mantenía dos personalidades una de las cuales había que mantener en secreto, sería mejor que no lo supieran, en lo que a ellos concernía.
-Sí, -dije-. - Yo la vi aquella noche.
-¿Podemos a hablar contigo sobre esto? ¿Después de que salgas del trabajo?
-Tengo que ir ver a un amigo en el hospital después del trabajo, -dije-.
-¿Enfermo? -Preguntó Jack Leeds-.
-Le dispararon, -dije-.
Su interés se acrecentó.
-¿Por alguien local? -Preguntó la rubia-.
Entonces vi como podría manejar todo.
-Por un francotirador, -dije-. Les han estado disparando a las personas al azar en esta área.
-¿Algunas de esas personas desaparecieron? -Preguntó Jack Leeds-.
-No, -admití-. Los han dejado en el mismo lugar que les disparan. Desde luego, ha habido testigos en todos los tiroteos. Tal vez por eso los dejan ahí. -Yo no me había enterado de que nadie en realidad hubiera visto cuando le dispararon a Calvin, pero alguien había avisado al 911-.
Lily Leeds me preguntó si podían ir a verme al día siguiente antes de que yo fuera a trabajar. Les di la dirección de mi casa y les indique que fueran a las diez. No pensé que hablar con ellos fuera una buena idea, pero también creí que no tenía otra opción tampoco. Me volvería más sospechosa, si rechazaba hablar sobre Debbie.
Me encontré deseando poder llamar a Eric esta noche y contarle sobre Jack y Lily Leeds; las preocupaciones compartidas son preocupaciones a la mitad. Pero Eric no recordaba nada de eso. Yo desearía olvidar la muerte de Debbie, también. Era horrible saber algo tan pesado y terrible, y ser incapaz de compartirlo con alguien.
Yo sabía tantos secretos, pero casi ninguno de ellos era propio. Este secreto propio, era una carga oscura y sangrienta.
Charles Twining iba a relevar a Terry en cuanto estuviera oscuro. Arlene trabajaba tarde, ya que Danielle asistía al recital de baile de su hija, y fui capaz de aligerar mi humor un poco, informando a Arlene sobre el nuevo barman/gorila. Ella estaba cautivada. Nunca habíamos tenido un caballero inglés de visita en el bar, muchísimo menos un inglés con un parche en el ojo.
-Dale mis saludos a Charles, -le dije mientras me ponía el impermeable-. Después unas dos horas de llovizna, la lluvia había comenzaban a arreciar más rápido nuevamente.
Chapoteé hasta mi auto, con la capucha bien estirada sobre mi cara. Justo cuanto le quitaba el seguro y abría la puerta del conductor, escuche una voz diciendo mi nombre. Sam estaba de pie sobre sus muletas en la puerta de su remolque. Él había agregado un pórtico techado un par de años antes, así que no se estaba mojando, pero no tenía que estar de pie allí, tampoco. Cerré de un golpe la puerta del auto, salté sobre los charcos y a través de las piedras. En un par de segundos, estuve de pie sobre su pórtico escurriendo agua.
-Lo siento, -dijo-.
Le miré fijamente.
-Deberías sentirlo, -le dije bruscamente.
-Bien, lo siento
-Bueno. Esta bien. -Resuelta, no lo pregunté que había hecho con el vampiro-.
-¿Pasó algo en el bar hoy?
Vacilé. - Bien, la multitud fue escasa, por decirlo de alguna manera. Pero… comencé a contarle sobre los detectives privados, pero entonces me di cuenta de que él preguntaría. Y yo podría terminar por contarle entera la lamentable historia solo por el alivio de confesárselo a alguien.
-Tengo que irme, Sam. Quedé con Jason que iríamos a visitar a Calvin Norris en el hospital en Grainger.
Él me miró. Entrecerrando los ojos. Sus pestañas era del mismo tono dorado-rojizo de su pelo, así que solo se apreciaban si te acercabas a el lo suficiente. Y no era de mi incumbencia estar pensando en las pestañas de Sam, o en cualquier otra parte de él, en realidad.
-Yo estaba de mal humor ayer, -dijo-. No tengo que decirte por qué.
-Bien, supongo que si, -dije, desconcertada-. Porque seguramente no entiendo…
-El punto es, que sabes que puedes contar conmigo.
¿Ponerse furioso conmigo sin razón? ¿Pedir disculpas después?
-Realmente me has confundido mucho últimamente, -dije-. Pero has sido mi amigo por años, y tengo muy alta opinión de ti. Aquello pareció haberlo afectado, así que intenté sonreír. Él me sonrió en respuesta, y una gota de lluvia cayó desde mi capucha y se esparció sobre mi nariz, y el momento terminó. -Pregunté-, ¿cuándo crees que podrás regresar al bar?
-Intentaré ir mañana por un rato, -dijo-. - Al menos puedo sentarme en la oficina y trabajar con los libros, conseguir terminar algo de papeleo.
-Te veré ahí.
-Seguro.
Y corrí de regreso a mi automóvil, sintiendo que mi corazón era mucho mas ligero de lo que había sido antes. Estar enojada con Sam me había parecido incorrecto. No me había dado cuenta de cuanto me pesaba, hasta que volví a estar bien con el nuevamente.
CAPITULO 5
Estaba lloviendo a cántaros, cuando llegamos al estacionamiento del hospital Grainger. Este hospital era tan pequeño como el que teníamos en Clarice, la mayor parte de las personas de Renard Parish, eran llevadas a aquel. Pero el hospital Grainger era más nuevo y tenía mayor cantidad de modernas máquinas de diagnóstico que los hospitales modernos parecían requerir.
Yo me había cambiado por unos vaqueros y un suéter, pero continuaba llevando mi impermeable forrado. Cuando Jason y yo nos apresuramos a las puertas corredizas, me felicité a mi misma por llevar botas. El clima por la tarde demostraba ser tan repugnante como había sido por la mañana.
El hospital estaba bullendo de cambia-formas. Pude sentir su cólera en cuanto estuve dentro. Dos de los panteras de Hotshot estaban en el vestíbulo; me figuré que actuaban como guardias. Jason fue hacia ellos y tomó sus manos firmemente. Tal vez intercambió alguna especie de temblor secreto o algo; no lo se. Por lo menos no se frotaron las piernas unos contra otros. Ellos no parecían demasiado felices de ver a Jason como él de verlos a ellos, y noté que Jason se alejó con el ceño fruncido. Los dos me miraron atentamente. El hombre era rechoncho y de mediana estatura, tenía el pelo rubio oscuro y espeso. Sus ojos estaban llenos de curiosidad.
-Sook, este es Dixon Mayhew, -dijo Jason. -Y esta es Dixie Mayhew, su hermana gemela. Dixie tenía el mismo color de cabello que su hermano, casi tan corto como Dixon, pero ella tenía los ojos oscuros, casi negros. Ciertamente no eran gemelos idénticos.
-¿Ha estado todo tranquilo por aquí? -pregunté cautelosa-.
-Ningún problema hasta ahora, -dijo Dixie-, manteniendo la voz baja. La mirada de Dixon estaba fija en Jason.
-¿Cómo esta su jefe?
-Esta delicado, pero se curará.
-A Calvin le dieron un mal tiro. -Dixie me miró durante un minuto-. Esta en la habitación 214.
Habiendo sido dado el sello de aprobación, Jason y yo fuimos a la escalera. Los gemelos nos miraron durante todo el trayecto. Pasamos el escritorio auxiliar donde “la señora rosada “de turno registraba a los visitantes Me sentía un poco preocupada sobre ella: cabello canoso, anteojos pesados, cara dulce, complementado con un rostro lleno de arrugas. Esperé que no pasara ningún desastre durante su vigilancia.
Era fácil escoger cual habitación era la de Calvin. Una plancha de músculos se apoyaba contra la pared fuera del cuarto, un hombre en forma de barril que yo nunca había visto. Era un hombre lobo, los licántropos son buenos guardaespaldas según la sabiduría popular de las dos naturalezas, porque son despiadados y tenaces. Por lo que he visto esa es la imagen de chico malo que tienen los lobos. Pero es verdad que, por lo general, ellos son el elemento más áspero de la comunidad dos naturalezas. No se encontraran demasiados lobos- doctores, por ejemplo, pero si se encontrarán muchos lobos en el trabajo de construcción. Los trabajos que se relacionan con motocicletas y cualquier clase de empleos duros, son dominados por los licántropos. Algunas de esas pandillas hacen más que beber cerveza las noches de luna llena.
Ver a un licántropo me perturbaba. Me sorprendí al ver que las panteras de Hotshot habían contratado a un forastero. -Jason murmuró-, este es Dawson. Posee un pequeño taller de reparaciones de motores entre Hotshot y Grainger.
Dawson estaba alerta cuando cruzamos el pasillo.
-Jason Stackhouse, -dijo-, identificando a mi hermano después de un minuto. Dawson llevaba una camisa de mezclilla y vaqueros, pero sus bíceps estaban a punto de reventar a través de la tela. Sus botas negras de cuero estaban llenas de cicatrices de guerra.
-Hemos venido para ver como esta Calvin, -dijo Jason-. -Esta es mi hermana, Sookie.
-Señora, -gruño Dawson-. Me recorrió despacio con la mirada, y en eso no hubo nada lascivo. Me alegré de haber dejado mi bolso en la camioneta. Él lo habría examinado, estuve segura.
-¿Quieres quitarte el abrigo y girar hacia mi?
No me ofendí; Dawson hacía su trabajo. No quería que Calvin saliera lastimado nuevamente. Me quité mi impermeable, se lo pase a Jason, y giré. Una enfermera que había entrado con algo en un tablero, miró este procedimiento con abierta curiosidad. Sostuve la chaqueta de Jason cuando le tocó su turno. Satisfecho, Dawson llamó la puerta. Aunque yo no escuché ninguna respuesta, él debió haberla escuchado, porque abrió la puerta y dijo, los Stackhouses.
Solamente un susurro provino de la habitación. Dawson asintió.
-Señorita Stackhouse, usted puede entrar, -dijo-. Jason comenzó a seguirme, pero Dawson puso un musculoso brazo delante de él. -Sólo su hermana, -dijo-.
Jason y yo comenzamos a protestar al mismo tiempo, pero entonces Jason se encogió de hombros.
-Adelante, Sook, -dijo-. Obviamente no había ninguna posibilidad de hacer que Dawson se moviese, y no había ninguna razón para molestar a un hombre herido, en realidad. Empujé la pesada puerta abriéndola de par en par.
Calvin estaba solo, aunque hubiera otra cama en el cuarto. El Jefe pantera lucía horrible. Estaba pálido y demacrado. Su pelo estaba sucio, aunque sus mejillas habían sido afeitadas. Tenía puesta una bata de hospital, y estaba conectado a muchos aparatos.
-Lo siento tanto, -exclamé-. Estaba horrorizada. Aunque no hubiera tenido mucho cerebro, se veía a las claras que si Calvin no hubiera sido dos-naturalezas, la herida lo habría matado al instante. Quienquiera que le hubiera disparado había querido su muerte.
Calvin giró su cabeza, despacio y con esfuerzo. -Esto no esta tan mal como se ve, -dijo secamente-, con la voz en un hilo. Van a quitarme alguna de estas cosas en la mañana.
-¿Dónde te dispararon? -Pregunté-.
Calvin movió una mano para tocar su pecho superior izquierdo. Sus ojos café-oro capturaron los míos. Me acerqué más y cubrí su mano con la mía. Lo siento tanto, -dije nuevamente… Sus dedos se deslizaron sobre los míos hasta que sujetaron mi mano.
-Ha habido otros, -dijo en un susurro de voz-.
-Sí.
-Tu jefe.
Asentí.
-Aquella pobre chica.
Asentí otra vez.
-Cualquiera que haga esto, tiene que ser detenido.
-Sí.
-Tiene que ser alguien que odia a los cambia-formas. La policía nunca averiguará quien hace esto. No podemos decirles que buscar.
Bien, esto era parte del problema, guardar su condición en secreto. Será más difícil para ellos encontrar a la persona, -reconocí-. -Pero tal vez lo logren.
-Algunas de mis gentes se preguntan si el francotirador es un cambia-formas, -dijo Calvin-. Sus dedos se apretaron alrededor de los míos. Alguien que no quería convertirse en un cambia-formas en primer lugar. Alguien que fue mordido.
Tardó un segundo para hacer que la luz hiciera clic en mi cabeza. Soy tan idiota.
-Ah, no, Calvin, no, no, -dije-, mis palabras tropezando las unas con las otras por mi prisa-. Ah, Calvin, por favor no, no dejes que vayan tras Jason. Por favor, él es todo lo que tengo. Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas como si alguien hubiera abierto un grifo en mi cabeza. Él me contó cuanto había disfrutado ser uno de ustedes, incluso aunque el no hubiese podido ser exactamente como los que han nacido panteras. Es tan nuevo, no ha tenido tiempo para entender que es todo eso de las dos naturalezas. No creo que se diera cuenta de que Sam y Heather lo eran…
-Nadie ira tras el, hasta que sepamos la verdad, -dijo Calvin-. Aunque yo este en esta cama, soy todavía el líder. Pero podía sentir que había tenido que argumentar en contra de eso, y también me di cuenta (de oírlo directamente del cerebro de Calvin) que algunas panteras estaban todavía a favor de la ejecución de Jason. Calvin no podía prevenir esto. Él podría enfadarse después, pero si Jason estuviera muerto, no haría ni una mínima diferencia. Los dedos de Calvin liberaron los míos, y su mano se elevó en un esfuerzo por limpiar las lágrimas de mi mejilla.
-Eres una mujer dulce, -dijo-. Desearía que pudieras amarme.
-Desearía haber podido, también, -dije-. Cuantos de mis problemas se resolverían si amara a Calvin Norris. Yo me mudaría a Hotshot, me haría miembro de la pequeña comunidad reservada. Dos o tres noches por mes, tendría que quedarme dentro de la casa, pero aparte de eso, estaría segura. No sólo Calvin me defendería a muerte, si no también los otros miembros del clan Hotshot.
Pero el solo pensarlo me hizo estremecer. Los abiertos campos azotados por el viento, el poderoso y antiguo cruce de caminos alrededor del cual las pequeñas casas se agrupaban, no pensé que pudiera manejar el perpetuo aislamiento del resto del mundo. Mi abuela me habría impulsado a aceptar la oferta de Calvin. Él era un hombre estable, era el líder de los cambia-formas en Norcross, un trabajo que venía con beneficios incluidos. Se podría pensar que esto era ridículo, pero espera a que tengas que pagar tu propio seguro; y luego puedes reír.
Se me ocurrió (como debió haber sido enseguida) que Calvin estaba en perfecta posición para obligarme a aceptar su oferta a cambio de la vida de Jason - y él no lo había aprovechado-.
Me incliné y di un beso a Calvin sobre la mejilla. - Rezaré para tu pronta recuperación, -dije-.
-Gracias por dar a Jason una posibilidad. Tal vez la nobleza de Calvin era en parte debido al hecho de que no estaba en forma para aprovecharse de eso, pero al final de cuentas eso era noble, y yo lo notaba y lo apreciaba. Eres un buen hombre, -dije-, y toqué su cara. El pelo de su pulcra barba se sintió suave.
Sus ojos eran firmes cuando dijo ¡adiós!
-Ten cuidado con tu hermano, Sookie, -dijo-. Ah, y dile Dawson que no quiero más compañía esta noche.
-No aceptará que yo se lo diga, -dije-.
Calvin logró sonreír. No sería un verdadero guardaespaldas si lo hiciera, supongo.
Retransmití el mensaje al licántropo. Pero estuve bastante segura, de que cuando Jason y salíamos, Dawson entró en el cuarto para comprobar lo que yo le había dicho.
Debatí por un par de minutos antes de decidir si sería mejor que Jason supiera a que atenerse. En la camioneta, mientras el conducía de regreso a casa, le conté la conversación que sostuve con Calvin.
Se horrorizó al saber que sus nuevos amigos en el mundo de los panteras pudieran creer tal cosa de él. Si yo hubiera sabido esto antes de mi primer cambio, no puedo decir que esto no hubiera sido tentador, -dijo Jason-, mientras conducía de regreso a Bon Temps a través de la lluvia. -Estaba enojado. No tan solo enojado sino también furioso. Pero ahora que me he cambiado, veo las cosas de manera diferente. Siguió conduciendo mientras mis pensamientos circulaban alrededor de mi cabeza, intentando pensar en una salida para este lío.
El caso del ser o persona que disparaba tenía que ser solucionado antes de la próxima luna llena. Si esto no fuera así, los demás podrían destrozar a Jason cuando cambiaran nuevamente. Tal vez él podría vagar por los bosques alrededor de su casa cuando se convirtiera en pantera, o tal vez podría incluso cazar en los bosques alrededor de mi propia casa, pero no estaría a salvo en Hotshot. Y ellos podrían venir a buscarlo. Yo no podía defenderlo contra todos ellos.
Para la próxima luna llena, el tirador tenía que estar en custodia.
Hasta que estuve lavando mis pocos platos aquella noche, no me di cuenta de lo extraño que era, que aunque Jason era acusado por la comunidad de panteras de ser a un asesino, yo era quien en realidad había pegado un tiro a un cambia-formas. Había estado pensando en la cita que tenía con los detectives privados por la mañana. Y, por hábito me encontré, revisando la cocina, buscando señales de la muerte de Debbie Pelt. De ver el Discovery Channel y el Learning Channel[11] sabía que no había ningún modo en el que yo pudiera borrar por completo los rastros de sangre y tejido que había salpicado mi cocina, aún habiendo fregado y limpiado una y otra vez. Pero estaba segura de que ningún vistazo casual, ni tampoco una cuidadosa inspección a simple vista podría revelar que algo estaba mal en esta habitación.
Había hecho lo único que podía hacer, excepto ser asesinada en mi propia cocina. ¿Esto era lo qué Jesús había querido decir, cuando nos enseño a poner la otra mejilla? Esperé que no, porque cada instinto en mí me había impulsado a defenderme, y el único medio al alcance de mi mano había sido una escopeta.
Desde luego, inmediatamente debería haber informado a las autoridades. Pero para entonces, la herida de Eric se había curado, la única que le había hecho Debbie cuando esta intentaba pegarme un tiro. Aparte del testimonio de un vampiro y del mío, no había ninguna prueba, de que ella hubiera disparado primero, y el cuerpo de Debbie habría sido una poderosa muestra de nuestra culpabilidad. Mi primer instinto había sido cubrir su visita a mi casa. Eric no me había dado ningún otro consejo, lo cual supongo podría haber cambiado las cosas también.
No, yo no estaba culpando de mis aprietos a Eric. Él no había estado bien de su mente por aquel entonces. Era mi propia falta, ya que yo no me había sentado a pensar detenidamente. Habría residuos de disparos en la mano de Debbie. Su arma había sido disparada. Un poco de la sangre seca de Eric estaba en el suelo. Ella había entrado por la fuerza por la puerta delantera, y la puerta mostraba claros indicios de su intrusión. Su automóvil estaba oculto fuera de la carretera, y solamente sus huellas digitales habrían estado en el.
Había entrado en pánico y la había montado.
Solamente tendría que vivir con ello.
Pero en verdad sentía mucho la incertidumbre que su familia debía de sufrir. Les debía la certeza de saber que su hija estaba muerta - la cual yo no les podía dar-.
Retorcí la toallita y la colgué prolijamente sobre el fregadero. Sequé mis manos y guardé el mantel sobre el que había comido. Bien, ahora había conseguido llenarme de culpa. ¡Esto se estaba poniendo mejor! No. Enfadada conmigo misma, entré a la sala, caminando pesadamente y conecté la televisión: otro error. Había una historia sobre el funeral de Heather; un equipo de noticias de Shreveport había llegado para cubrir el modesto servicio esta tarde. ¡Solo piensa en la sensación que causaría si los medios de comunicación comprendieran la forma en que el francotirador seleccionaba a sus víctimas! El presentador de noticias, un solemne afroamericano, estaba diciendo que la policía de Renard Parish había descubierto, similares acontecimientos, al parecer arbitrarios en pequeños pueblos de Tennessee y Mississippi. Me sobresalté. ¿Un asesino en serie, aquí?
El teléfono sonó.
-¡Hola! dije, sin esperar nada bueno.
-Sookie, hola, es Alcide.
Me encontré sonriendo. Alcide Herveaux, que trabajaba en una empresa dedicada a la construcción propiedad de su padre en Shreveport, era una de mis personas favoritas. Era un licántropo también, pero era tan atractivo como trabajador, y me gustaba muchísimo. También había sido el novio de Debbie Pelt. Pero Alcide había renegado de ella, antes de que esta desapareciera, en un rito que la hizo invisible e inaudible - no literalmente-, pero si efectivo.
-Sookie, estoy en Merlotte. Pensé que trabajarías esta noche, así que me vine directo hacia acá. ¿Puedo ir a tu casa? Tengo que hablar contigo.
-¿Sabías que peligras al venir a Bon Temps?
-¿No, por qué?
-Por el francotirador. -Podía escuchar los sonidos del bar en el fondo. Las carcajadas de Arlene eran inconfundibles. Apostaba a que el nuevo barman era absolutamente encantador con todos.
-¿Por qué tendría eso que preocuparme? Alcide no le había puesto mucha atención a las noticias, decidí.
-Todas las personas a las que les dispararon, eran dos-naturalezas, -dije-
-Ahora en las noticias dicen que ha habido varios atentados en el sur. Disparos arbitrarios en pequeños poblados. Las balas coinciden con las que se recuperaron de Heather Kinman aquí. Y apuesto a que todas las demás víctimas eran cambia-formas, también.
Hubo un atento silencio al otro lado de la línea, si es que el silencio puede ser interpretado.
-No me había dado cuenta -dijo Alcide-. Su voz ronca y profunda era más pausada que lo normal.
-¿Ah, y has hablado con los detectives privados?
-¿Qué? ¿De qué estas hablando?
-Si ellos nos ven juntos, le parecerá muy sospechoso a la familia de Debbie.
-¿La familia de Debbie ha alquilado a detectives privados para buscarla?
-Es lo que te estoy diciendo.
-Escucha voy ahora mismo a tu casa. -Dijo colgando el teléfono-.
No sabía que demonios estarían haciendo ahora los detectives, vigilando mi casa, o lo que estuvieran haciendo ahora, pero si ellos veían al antiguo prometido de Debbie entrando por la carretera a mi casa, sería fácil atar cabos y obtener una imagen totalmente errónea. Pensarían que Alcide mató a Debbie para allanarme el camino, y nada podría ser más equivocado. Esperé encarecidamente que Jack Leeds y Lily Bard Leeds estuvieran profundamente dormidos en vez de estar en algún lugar del bosque con un par de prismáticos.
Alcide me abrazó. Lo hacía siempre. Y otra vez me sentí abrumada por su tamaño, su masculinidad, su familiar aroma. A pesar de las campanas de advertencia que resonaban en mi cabeza, lo abracé también.
Nos sentamos los dos sobre el sofá y nos giramos para vernos de frente. Alcide llevaba ropa de trabajo, que en este clima consistía en una camisa de franela abierta sobre una camiseta, vaqueros, y gruesos calcetines bajo sus botas de trabajo. Tenía una línea en su cabello negro, marcada por su casco supongo, y comenzaba a tener un poco levantadas las puntas.
-Cuéntame sobre los detectives, -dijo-, y describí a la pareja y lo que ellos me habían dicho.
-La familia de Debbie no me dijo nada sobre ello, -dijo Alcide-. Inclinó la cabeza por un minuto. Yo pude seguir su razonamiento. Creo que eso quiere decir que están seguros de que la hice desaparecer.
-Tal vez no. Tal vez piensan que estas afligido, por eso no te lo dicen.
-Afligido. -murmuró Alcide durante un minuto-. No. Pasé todo el… hizo una pausa, luchando por encontrar las palabras. Usé toda la energía que tenía para perdonarla, -dijo finalmente. Estaba tan ciego, casi pienso que ella usó alguna especie de magia sobre mí. Su madre es mitad hechicera y mitad cambia-formas. Su padre es un cambia-formas de pura sangre.
-¿Crees que es posible? ¿Magia? Mi pregunta no era, acerca de si la magia existía o no, sino de si Debbie la había usado.
-¿Por qué otra cosa estaría yo con ella por tanto tiempo? Después de que desapareció, parece como si me hubieran quitado unos anteojos oscuros de mis ojos. Estaba dispuesto a perdonarle todo, incluso que te hubiera dejado atrapada en la cajuela del auto.
Debbie había aprovechado la oportunidad de empujarme en la cajuela de un auto con mi novio vampiro, Bill, quien a su vez, había estado privado de sangre por días. Y se había ido dejándome sola en la cajuela con el, quién estaba a punto de despertar.
Eché un vistazo a mis pies, apartando el recuerdo de la desesperación y el dolor.
-Te dejó para que te violara, -dijo Alcide severamente-.
Él que lo dijera así, me impresionó.
-¡Hey, Bill no sabía que era yo, -dije-. No había comido por varios días, y los impulsos están estrechamente relacionados. Quiero decir que el se detuvo, ¿sabes? Él se detuvo, cuando supo que era yo. Yo no podía decirlo; no pude decir esas palabras. Yo sabía más allá de cualquier duda que Bill hubiese preferido morder su propia mano que habérmelo hecho a mí, si hubiera estado completamente consciente. En aquel tiempo, él había sido el único compañero sexual que yo alguna vez había tenido. Mis sentimientos sobre el incidente eran tan confusos que no podía siquiera volver a pensar en ellos. Antes cuando yo pensaba en violación, o cuando alguna chica me había contado lo que le había pasado o yo le había leído el pensamiento, no había tenido la ambigüedad que sentí a lo largo de mi propio y corto período de tiempo en la cajuela del auto.
-Él hizo algo que tu no querías, -dijo Alcide simplemente-.
-No fue así, -dije-.
-Pero lo hizo.
-Sí, lo hizo, y yo estaba terriblemente asustada. -Mi voz comenzó a temblar-. Pero recobró el juicio, y se detuvo, y estuve bien, y él estaba realmente arrepentido. Él no ha puesto un dedo sobre mí desde entonces, nunca me pregunté, si fue por eso por lo que nunca pudimos volver a hacer el amor… -Mi voz se quebró-. Fijé la vista en mis manos.
-Sí, Debbie fue responsable de eso. -De algún modo, decirlo en voz alta me hizo sentir mejor. Ella sabía lo que pasaría, o al menos ella no se preocupó por lo que pasaría.
-E incluso entonces, -dijo Alcide-, volviendo a su razonamiento, volví con ella y seguí intentando justificar su comportamiento. No puedo creer que yo hiciera esto si no hubiera estado bajo una especie de mágica influencia.
Yo no trataría de intentar hacer sentir a Alcide más culpable. Yo tenía mi propia carga de culpa por llevar.
-¡Hey!, eso está terminado.
-Pareces estar segura de eso.
Miré a Alcide directamente a los ojos. Los suyos eran angostos y verdes.
-¿Crees que exista alguna pequeña posibilidad de que Debbie este viva? -Pregunté-.
-Su familia… Alcide se detuvo. No, no lo creo.
No podía deshacerme de Debbie Pelt, viva o muerta.
-¿Y a todo esto, porque querías hablar conmigo? -Pregunté-. Me dijiste por teléfono que tenías algo que decirme.
-El Coronel Flood murió ayer.
-¡Oh, lo siento tanto! ¿Qué pasó?
-Iba a la tienda cuando otro conductor lo golpeó de costado.
-Eso es horrible. ¿Estaba alguien en el automóvil con él?
-No, estaba solo. Sus hijos vuelven a Shreveport para el funeral. Me pregunté si querrías venir al funeral conmigo.
-Desde luego. ¿No es privado?
-No. Él conocía a muchas personas de la Fuerza Aérea, además era cabeza de grupo de su vecindario y tesorero de su iglesia, y, desde luego era el jefe de la manada.
-Tenía una gran vida, -dije-. Mucha responsabilidad.
-Será mañana a la una de la tarde. ¿Cuál es tu horario de trabajo?
-Si puedo intercambiar turno con alguien, tendría que estar de regreso aquí a las cuatro y treinta para cambiarme e ir a trabajar.
-Esto no sería ningún problema.
-¿Quien será el jefe de la manada ahora?
-No lo sé, -dijo Alcide-, pero su voz no era tan neutra como yo había esperado.
-¿Tu quieres esa posición?
-No. -Él parecía un poco inseguro, pensé, y sentí el conflicto en su cabeza-. Pero mi padre si. -Él no había terminado-. Esperé.
-Los funerales de los licántropos son bastante ceremoniales, -dijo-, y comprendí que él intentaba decirme algo. Solo que no estaba segura de lo que era.
-Escúpelo. Hablar francamente es lo mejor, por lo menos en lo que a mi concernía.
-Si crees que no debes vestir en forma elegante para esto, estas equivocada, -dijo-. Sé que el resto de los cambia-formas piensan que a los licántropos sólo les va el cuero y las cadenas, pero esto no es verdad. Para los funerales, nos vestimos muy formales. Quería darme aún más consejos sobre como vestirme, pero se detuvo allí. Yo podía ver sus pensamientos amontonarse directamente detrás de sus ojos, queriendo ser liberados.
-Todas las mujeres sabemos lo que es apropiado vestir en cada caso, -dije-. Gracias. No llevaré pantalones.
Agitó su cabeza.
-Sé que lo sabes, pero creí que era mejor advertírtelo. Pude ver que parecía desconcertado. Te recogeré a las once treinta, -dijo-.
-Déjame ver quien puede cubrirme.
Llamé a Holly y encontré que le convenía intercambiar turnos conmigo. Si quieres puedo conducir y encontrarnos allí.-ofrecí-.
-No, -dijo-. -Vendré por ti y te traeré de vuelta.
Bien, si él quería venir por mi, que lo hiciera. Ahorraría el kilometraje de mi auto, -pensé-. De cualquier manera mi viejo Nova no era demasiado confiable.
-Bien. Estaré lista.
-Es mejor que me vaya, -dijo-. El silencio se alargó. Yo sabía que Alcide pensaba besarme. Se inclinó y me besó ligeramente en los labios. Nos miramos a solo unas pulgadas de distancia.
-Bien, tengo algunas cosas que hacer, y tú deberías estar volviendo a Shreveport. Estaré lista a las once treinta mañana.
Después de que Alcide se marchó, tomé un libro de la biblioteca, el último de Carolyn Haines[12], e intenté olvidar mis preocupaciones. Pero por una vez, un libro no pudo conseguirlo. Intenté un largo baño caliente en la bañera, y afeité mis piernas hasta que estuvieron perfectamente suaves. Me pinté las uñas de los pies y las manos de un profundo tono rosado y luego me depile las cejas. Finalmente, me sentí relajada, para cuando me acosté lentamente en mi cama, había conseguido sentirme a gusto conmigo misma. El sueño cayó sobre mí, con tal velocidad que no terminé mis oraciones.
CAPITULO 6
Tienes que escoger muy bien lo que hay que llevar puesto a un funeral, de la misma forma que cualquier otra ocasión social, incluso si pareciera que la ropa debería ser la última cosa que pasara por tu mente. Me había gustado y había admirado al Coronel Flood durante nuestra breve relación, así que quería lucir apropiada en su servicio funerario, sobre todo después de los comentarios de Alcide.
Solo que no podía encontrar nada en mi armario que pareciera correcto. Aproximadamente a las 8 de la mañana siguiente, telefoneé a Tara, quien me dijo donde estaba su llave de emergencia.
-Toma cualquier cosa que necesites de mi armario, -dijo Tara-. Solo asegúrate de no entrar en los otros dormitorios, ¿correcto? Ve directamente por la puerta trasera a mi habitación y de regreso.
-Eso es lo que yo haría de todos modos, -dije-, intentando no parecer ofendida. ¿Pensaba Tara acaso que yo revolvería por toda su casa solamente para curiosear?
-Se que lo harás, pero de cualquier modo me siento responsable. De repente, entendí que Tara me estaba tratando de decir que había un vampiro que dormía en su casa. Tal vez era el guardaespaldas Mickey, tal vez Franklin Mott. Después de la advertencia de Eric, quería estar tan lejos como fuera posible de Mickey. Solamente los vampiros mas antiguos podrían levantarse antes del anochecer, pero encontrar por casualidad a un vampiro durmiendo podría ser desagradable.
-Bien, te entiendo, -dije a toda prisa-. La idea de estar a solas con Mickey me hizo temblar, y no con feliz expectación. Entraré directamente a tu habitación y saldré inmediatamente después de conseguir lo que necesito. Dado que no tenía tiempo que perder, salté a mi automóvil y conduje a la ciudad, a la pequeña casa de Tara. Era un lugar modesto en una parte modesta de la ciudad, pero que Tara poseyera su propio hogar era un milagro, si uno recordaba el lugar donde había crecido.
Algunas personas nunca deberían reproducirse; si tienen la desgracia de haber tenido hijos, estos les deben de ser retirados inmediatamente. No esta permitido en nuestro país, o en ningún país que conozca, y estoy segura en mis momentos mas inteligentes que esto sería algo bueno. Pero los Thorntons, ambos alcohólicos, habían sido personas crueles que deberían de haber muerto, muchísimo antes de lo que lo hicieron. (Olvido mi religión cuando pienso en ellos.) Recuerdo a Myrna Thornton entrando como loca en casa de mi abuela, buscando a Tara, sin hacer caso de las protestas de mi abuela, hasta que esta tuvo que llamar a la oficina del sheriff para que vinieran por ella. Tara había salido corriendo por nuestra puerta trasera para ocultarse en los bosques detrás de nuestra casa cuando había visto a su madre, que se tambaleaba borracha ante nuestra puerta, Gracias a dios. Tara y yo habíamos tenido trece años entonces.
Todavía puedo ver la mirada en la cara de mi abuela mientras hablaba con el policía que acababa de poner a Myrna Thornton en la parte trasera del coche patrulla, y la tenía esposada gritando.
-Lástima que no puedo dejarla en el pantano en el camino de vuelta, -había dicho el policía-. No podía recordar su nombre, pero sus palabras me habían impresionado. Me había tomado un minuto comprender lo que había querido decir, pero una vez que lo hice, me di cuenta de que otra gente sabía lo que estaban sufriendo Tara y sus hermanos. Estas personas eran adultos omnipotentes. ¿Si lo sabían, por qué no resolvían el problema?
Ahora entendía que esto no había sido tan simple; pero yo todavía pensaba que los niños Thornton, podrían haberse ahorrado algunos años de miseria.
Al menos Tara tenía esta pequeña casa ordenada con aparatos completamente nuevos, un armario lleno de ropa, y un novio rico. Tenía el incómodo presentimiento que yo no conocía todo lo que pasaba en la vida de Tara, pero aparentemente, ella estaba todavía muy adelante de los pronósticos.
Cuando llegué, entré por la limpia cocina, doblé a la derecha, y crucé por la sala hasta llegar a la entrada del dormitorio de Tara. Tara no había tenido tiempo de hacer su cama aquella mañana. Acomodé las sábanas, y en un instante quedaron acomodadas y bonitas. (No debía tocar nada.) No podía decidir si le estaba haciendo un favor o no, ya que ahora ella sabría que no le había hecho caso de entrar directamente y directo a su ropero, pero por la vida, juro que no pude desarreglarlas otra vez.
Abrí su armario. Descubrí exactamente lo que necesitaba enseguida. Colgaba en medio del estante, era un traje. La chaqueta era negra con vistas rosadas sobre las solapas, lo que significaba que la blusa a juego también era rosada. La falda negra era plisada. Tara le había mandado a hacer una bastilla, ya que la etiqueta de la alteración estaba todavía sobre la bolsa de plástico que cubría la ropa. Sostuve la falda contra mí y me miré en el espejo de cuerpo entero de Tara. Tara era dos o tres pulgadas más alta que yo, así que la falda me quedaba solamente unos centímetros encima de las rodillas, un buen largo para un funeral. Las mangas de la chaqueta eran un poco largas, pero esto no era tan obvio. Yo tenía zapatillas y bolso negros, e incluso unos guantes negros muy bonitos.
La misión se completó, en tiempo récord.
Deslicé la chaqueta y la blusa en la bolsa de plástico conjuntamente con la falda y salí directamente de la casa. Había estado en la casa de Tara menos de diez minutos. Apresurada, debido a mi cita de las diez, comencé a prepararme. Hice una trenza francesa en mi pelo, asegurando todo con algunas horquillas antiguas que mi abuela tenía guardadas por ahí; habían sido de su abuela. Tenía también medias negras afortunadamente, y un conjunto íntimo negro también, y el rosado de mis uñas por lo menos combinaba con el rosado de la chaqueta y la blusa. Cuando escuché una llamada en la puerta principal a las diez, estaba lista, excepto por mis zapatos. Los calcé de camino a la puerta.
Jack Leeds parecía abiertamente asombrado ante mi transformación, mientras que las cejas de Lily se alzaron.
-Por favor entren, -dije-. Estoy vestida para un funeral.
-Espero que no haya sido un amigo, dijo Jack Leeds. La cara de su compañera podría haber sido esculpida en mármol. ¿La mujer nunca había oído hablar de una cama de bronceado?
-No tan cercano. ¿Quieren tomar asiento? ¿Puedo ofrecerles algo? ¿Café?
-No, gracias, -dijo-, su sonrisa transformó su cara.
Los detectives se sentaron sobre el sofá, al mismo tiempo que yo me sentaba en el reposed. De alguna manera, mis desacostumbradas galas me hicieron sentir más valiente.
-Acerca de la tarde en que la señorita Pelt desapareció, -comenzó Leeds-. ¿La vio en Shreveport?
-Sí, fui invitada a la misma fiesta que ella. En la casa de Pam. Todos los que habíamos sobrevivido a la guerra de las Brujas, Pam, Eric, Clancy, tres brujas, y los lobos que habían sobrevivido habíamos coincidido en nuestra historia: En vez de decir a la policía que Debbie había partido desde la tienda ruinosa y abandonada donde las brujas habían establecido su guarida, habíamos dicho que nos habíamos quedado la tarde entera en la casa de Pam, y Debbie se había marchado en su coche desde ahí. Los vecinos podrían haber declarado que todos nos habíamos marchado juntos si las brujas no hubieran hecho un poco de magia, que los hiciera olvidarlo.
-El Coronel Flood estaba allí, -dije-. -En realidad, es su funeral al que voy.
¡Lily me miró incrédula, lo que para ella era el equivalente a decir: ¡Oh, no, tienes que estar bromeando!
-El coronel Flood murió en un accidente automovilístico hace dos días, les dije.
Ellos se miraron entre si.
-¿Así que, estaban allí bastantes personas en esa fiesta? -preguntó Jack Leeds. Estuve segura de que tenía una lista completa de las personas que habían estado en la sala de Pam para lo que había sido esencialmente un consejo de guerra.
-Ah, sí. Unos cuantos. Yo no los conocía a todos. Eran gente de Shreveport. Había visto a las tres brujas esa tarde por primera vez. Conocía ligeramente a los lobos. A los vampiros, si los conocía.
-¿Pero usted había conocido a Debbie Pelt antes de eso?
-Sí.
-¿Cuándo salió con Alcide Herveaux?
Bien. Ellos seguramente habían hecho su tarea.
-Sí, -dije-. Cuando salí con Alcide. Mi cara estaba tan suave e impasible como la de Lily, había tenido muchos años de práctica manteniendo secretos.
-¿Se quedó con él una vez en el apartamento de Herveaux en Jackson?
Comencé a decir que nos habíamos quedado en dormitorios separados, pero realmente no era de su incumbencia.
-Sí, -dije con cierto filo en mi voz-.
-¿Ustedes dos tropezaron con la Srita. Pelt, una noche en Jackson en un club llamado Josephines?
-Sí, ella estaba celebrando su compromiso con algún tipo llamado Clausen, -dije-.
-¿Ocurrió algo entre ustedes aquella noche?
-Sí. Me pregunté con quienes habían estado hablando; alguien les había dado a los detectives mucha información que ellos no deberían tener.
-Ella vino a la mesa, y nos hizo algunos comentarios.
-¿Y usted también fue a ver a Alcide en su oficina de Herveaux hace algunas semanas? ¿Usted dos estuvieron en una escena de un crimen esa tarde?
Ellos habían hecho demasiado bien su tarea. -Sí, -dije-.
-¿Y dijeron a la policía en aquel lugar que usted y Alcide Herveaux estaban comprometidos?
La mentira volverá para atraparte.
-Pienso que fue Alcide quien dijo esto, -dije-, intentando parecer confundida.
-¿Y su declaración era verdadera?
Jack Leeds pensaba que yo era la mujer más errática que alguna vez había conocido, y no podía entender como alguien podría ser tan diferente a la sensata y trabajadora mesera que había visto el día anterior.
Ella pensaba que mi casa era muy limpia. ¿(Extraño, no?) También pensaba que yo era bastante capaz de matar a Debbie Pelt, porque había descubierto que las personas eran capaces de las cosas más horribles. Ella y yo compartimos más de lo que alguna vez sabría. Yo también tenía el mismo y triste conocimiento dado que yo lo había escuchado directamente de sus cerebros.
-Sí, dije. En ese momento, eso era verdad. Nos sentimos atraídos por digamos, como, diez minutos. “Solo llámame Britney”. -Odiaba mentir-. Yo casi siempre sabía cuando alguien más mentía, así que sentía que tenía impreso la palabra, MENTIROSA, en grandes letras sobre mi frente.
La boca de Jack Leeds hizo un mohín, pero la referencia al matrimonio de 55 horas de la cantante de pop, no hizo mella en Lily Bard Leeds.
-¿La señorita Pelt objetó que se estuviera viendo a Alcide?
-Oh, sí. Me alegré de haber tenido años de práctica para ocultar mis sentimientos. -Pero Alcide no quería casarse con ella.
-¿Ella estaba enfadada con usted?
-Sí, -dije-, ya que indudablemente ellos sabían la verdad de esto. Sí, usted podría decir eso. Ella me llamó por algunos nombres. Probablemente ha escuchado que Debbie no era partidaria de esconder sus emociones.
-¿Así que cuándo la vio por última vez?
-La vi por última vez… (Con la mitad de su cabeza desaparecida, tirada sobre el piso de mi cocina, con sus piernas enredadas entre las piernas de una silla) -Deja de pensar en ello-…
-Cuando ella abandonó la fiesta aquella noche. (Se fue sola en la noche, no de casa de Pam, si no de otro lugar; un lugar lleno de cadáveres, con sangre salpicada sobre las paredes).
-Creí que regresaría a Jackson. -Me encogí de hombros-.
-¿No se dirigió a Bon Temps? Estaba justo en la carretera interestatal en su ruta de regreso.
-No puedo imaginarme por qué lo haría. -No llamó a mi puerta-. Había entrado por la fuerza.
-¿Usted no la vio después de la fiesta?
-No la he visto desde esa noche. -Ahora, esto era la verdad absoluta-.
-Usted ha visto al Sr. ¿Herveaux?
-Sí, lo he hecho.
-¿Están comprometidos ahora?