Prólogo

Encontré la nota pegada en mi puerta cuando llegué de trabajar. Tuve el turno durante el almuerzo en Merlotte´s, pero como estábamos a finales de Diciembre, el día oscurecía antes. Así fue como Bill, mi antiguo novio-ese es Bill Compton, o Vampiro Bill, como la mayoría de los parroquianos en Merlotte´s lo llaman-pudo haber dejado el mensaje una hora antes. Él no puede salir antes del anochecer.

No había visto a Bill durante más de una semana, y aquella vez tampoco había sido una reunión agradable. Pero, tocar el sobre con mi nombre escrito, me hizo sentir miserable. Ustedes pensarán-aunque tenga veintiséis-que nunca antes he perdido o terminado con un novio.

Tendrían razón.

Los tipos normales no quieren salir con alguien tan singular como yo. La gente ha estado diciendo que tengo un embrollo mental en la cabeza desde que empecé la escuela.

Tienen razón.

No estoy diciendo que no ligo en el bar ocasionalmente. Los tipos se ponen borrachos. Yo luzco bien. Ellos olvidan los rumores acerca de mi extraña reputación y mi siempre presente sonrisa.

Pero sólo Bill ha podido acercase a mí de una manera íntima. Separarme de él me lastimó muchísimo.

Esperé para abrir la carta hasta que estuve sentada en la vieja y maltratada mesa de la cocina. Todavía tenía puesto mi abrigo, aunque me quité los guantes.

Querida Sookie, quiero venir a charlar contigo, ahora que de alguna manera te has recuperado de los infortunados eventos de principios del mes.

–Infortunados eventos -y mi trasero es redondo. Los moretones finalmente se habían desvanecido, pero todavía tenía una rodilla que me dolía cuando hacía frío, y sospechaba que siempre lo haría. Cada herida que había recibido la había obtenido durante el rescate de mi infiel novio durante su encarcelamiento por un grupo de vampiros que incluía a su nuevo amor, Lorena. Todavía me seguía preguntando por qué Bill había estado tan cautivado con Lorena que respondió su llamado en Misisipí.

Probablemente, tengas muchas preguntas acerca de lo que pasó.

Condenadamente cierto.

Si quieres hablar conmigo cara a cara, ven hacía la puerta principal y déjame entrar.

Caray. No había previsto esto. Lo consideré durante un minuto. Decidiendo que, a pesar de no confiar más en Bill, tampoco creía que él fuera capaz de lastimarme, me dirigí hacía la puerta de enfrente. La abrí y dije:

–Muy bien, puedes entrar.

Él surgió del bosque que está alrededor de mi vieja casa. Me dolió el verle. Bill era amplio de hombros y fuerte, gracias a la vida de granja que había vivido en la casa vecina a la mía. Él era rudo y duro, debido a los años que había sido soldado Confederado, antes de su muerte en 1867. La nariz de Bill era igual que las que se ven en los vasos griegos. Su cabello era marrón oscuro y recortado muy cerca de su cabeza, sus ojos eran igual de oscuros. Él lucía exactamente igual como se había visto cuando estábamos saliendo juntos, y él siempre se vería así.

Él se detuvo antes de cruzar el marco de la puerta pero, como le había dado mi permiso, me moví a un lado para que pudiera pasar al cuarto de estar que estaba amueblado de manera agradable con viejos y confortables muebles.

–Gracias, – dijo con su voz chula y tranquila, una voz que todavía me provocaba un embate de deseo. Muchas cosas habían ido mal entre nosotros, pero no habían comenzado en la cama. – Quería hablar contigo antes de irme.

–¿A donde vas? – Intenté sonar igual de calmada que él.

–A Perú. Por órdenes de la reina.

–¿Todavía estás trabajando en tu, ah, base de datos? – No sabía nada acerca de computadoras, pero Bill había estudiado muchísimo para hacer de sí mismo un literato de la computación.

–Sí. Tengo que hacer más investigaciones. Tengo una cita para charlar con un vampiro muy antiguo en Lima que tiene una gran cantidad de conocimientos acerca de los de nuestra raza en ese continente. Haré un poco de turismo mientras estoy allá.

Luché contra el urgente deseo de ofrecerle a Bill una botella de sangre sintética, que habría sido la cosa hospitalaria de hacer.

–Toma asiento, – dije escueta, y señalé hacía el sofá. Me senté en el borde del viejo sillón reclinable. Luego cayó un silencio, un silencio que me hizo más consciente de lo infeliz que era.

–¿Qué tal está Bubba? – Pregunté finalmente

–Ahora mismo él esta en Nueva Orleans, – dijo Bill. – A la reina le gusta mantenerlo alrededor de tiempo en tiempo, así que como él se dejó ver demasiado durante el mes pasado, nos pareció una buena idea mandarlo a otro lugar. Él volverá pronto.

Ustedes reconocerían a Bubba si lo vieran; todos conocen su cara. Pero él no había sido “traído sobre” [1] de manera muy exitosa. Probablemente el empleado de la morgue, que había sido un vampiro, debió haber ignorado la pequeña llamarada de vida que le quedaba. Pero como él era un fan del cantante, no pudo resistirse a realizar el intento, y ahora la completa comunidad sureña de vampiros se pasaban los unos a los otros a Bubba, para mantenerlo fuera de la vista del público.

Cayó otro silencio. Había planeado quitarme los zapatos y mi uniforme, ponerme un abrigador albornoz, y mirar televisión junto con una Freschetta pizza a mi lado. Era un plan muy pobre, pero era mi propio plan. En lugar de eso, aquí estaba, sufriendo.

–Si tienes algo que decir, es mejor que empieces y lo digas, – le dije a él.

Él asintió, casi para sí mismo.

–Tengo que explicarte, – dijo. Sus blancas manos se mantuvieron en su regazo. – Lorena y yo…

Me contraje de manera involuntaria. No quería oír de nuevo ese nombre. Él me mandó por un tubo por Lorena.

–Tengo que decírtelo, – me dijo, casi enojado. Él me había visto saltar. – Dame la oportunidad. – Después de un segundo, hice un gesto con la mano para que continuara.

–La razón por la que fui a Jackson cuando ella me llamó, es que no pude impedírmelo, – él dijo.

Mis cejas se elevaron. Ya había escuchado eso antes. Significaba: “No tengo autocontrol” o, “Parecía lo mejor en ese momento y no era yo mismo cuando lo hice”.

–Fuimos amantes hace mucho. Como Eric te comentó, las uniones entre vampiros no tienden a perdurar mucho, a pesar de que son intensas mientras duran. Como sea, lo que Eric no te dijo es que Lorena fue la vampiro que “me trajo sobre”.

–¿Sobre el Lado Oscuro? – Pregunté, y me mordí el labio. Esto no era algo para ser frívola.

–Sí, – Bill estuvo de acuerdo de manera seria. – Y estuvimos juntos después de eso, como amantes, lo que no siempre es el caso.

–Pero ustedes terminaron…

–Sí, hace como ochenta años, llegamos al punto donde no nos podíamos tolerar más el uno al otro. No había visto a Lorena desde entonces, aunque sabía lo que ella hacía, por supuesto.

–Oh, seguro, – dije inexpresiva.

–Pero debía obedecer su convocatoria. Esto es absolutamente imperativo. Cuando tu creador te llama, tú debes responder. – Su voz era urgente.

Asentí, intentando lucir comprensiva. Supongo que no hice muy buen trabajo.

–Ella me ordenó dejarte, – él dijo. Sus oscuros ojos me perforaban. – Dijo que te mataría si no lo hacía.

Comenzaba a perder mi temperamento. Mordí el interior de mi mejilla, muy fuerte, para obligarme a mi misma a mantenerme concentrada.

–Así que sin una explicación o discusión conmigo, tu decidiste lo que era mejor para tí y para mí.

–Tenía que hacerlo, – él dijo. – Tenía que seguir su mandato. Y sabía que ella sería capaz de lastimarte si no lo hacía.

–Bueno, en eso tenías razón. – De hecho, Lorena había hecho su mejor intento para mandarme directo a la tumba. Pero yo la envié primero-ya, fue por mera casualidad, pero funcionó.

–Y ahora ya no me amas, – dijo Bill, con una suave pregunta en su voz.

No tenía ninguna respuesta clara.

–No lo sé, – dije. – No había pensado que tú quisieras regresar conmigo. Después de todo, yo maté a tu mami. – Y allí también había una suave pregunta en mi voz, pero mayormente hubo amargura.

–Entonces necesitamos estar mas tiempo separados. Cuando regrese, sí tú lo quieres, hablaremos de nuevo. ¿Me das un beso de despedida?

Para mi vergüenza, habría adorado volver a besar a Bill. Pero era tan mala idea, que incluso desearlo parecía erróneo. Nos pusimos de pie, y le di un rápido roce con mis labios en su mejilla. Su blanca piel resplandeció con ese pequeño brillo que distinguía a los vampiros de los humanos. Había estado sorprendida de saber que no cualquiera podía verlo como yo lo hacía.

–¿Estás viendo al lobato[2]? – Preguntó, cuando casi estaba fuera de la puerta. Él sonaba como si le hubieran arrancado las palabras de la garganta.

–¿Cúal de todos? – Pregunté, resistiendo la tentación de agitar mis pestañas. Él no se merecía una respuesta, y él lo sabía. – ¿Cuanto tiempo estarás fuera? – Pregunté de manera breve, y él me miro de manera especulativa.

–No es algo seguro. Quizás dos semanas, – respondió.

–Hablaremos entonces. – Dije, girando mi cara hacía otro lado. – Déjame regresarte tu llave. – Pesqué mis llaves dentro de mi bolso.

–No, por favor, guárdalas en tu llavero, – él dijo. – Quizás la necesites mientras estoy fuera. Ve a la casa cuando quieras. Mi correo lo recogerá la oficina postal hasta que les dé la noticia de mi regreso, y creo que mis otros asuntos están arreglados.

Así que yo era su último cabo suelto. Maldije el chispazo de ira que estaba listo para saltar desde los últimos días.

–Espero que tengas un buen viaje, – dije fríamente, y cerré la puerta inmediatamente después. Me dirigí hacía mi recamara. Tenía que quitarme mi ropa de encima y ver algo de televisión. Por diosito que me iba a atener a mi plan original.

Pero mientras estaba poniendo mi pizza en el horno, tuve que limpiarme algunas veces las lágrimas que corrían por mis mejillas.

Capítulo 1

La fiesta de Nochevieja en el Bar Merlotte´s al fin había terminado. Aunque el dueño del bar, Sam Merlotte, hubiera pedido a todo su personal trabajar esa noche, Holly, Arlene, y yo, fuimos las únicas que habíamos respondido. Charlsie Tooten había dicho que ella era demasiado vieja para soportar el follón que teníamos durante la Nochevieja, Danielle tenía proyectos existentes desde hacía mucho tiempo de asistir a una fiesta de fantasía con su novio estable, y una nueva mujer no podía comenzar durante dos días. Adivino que Arlene, Holly y yo, necesitábamos más el dinero que pasar un buen rato.

Y yo no había recibido ninguna invitación para realizar algo más. Al menos cuando trabajo en Merlotte´s, soy parte del escenario. Esto es una especie de aceptación.

Mientras limpiaba el papel triturado, me recordé otra vez no comentarle a Sam sobre la mala idea que habían sido los bolsos de confeti. A todos nos había quedado bastante claro este hecho, y hasta el bueno de Sam mostraba signos de desgaste. No pareció justo dejar todo aquello para que lo limpiara Terry Bellefleur, aunque el barrido y lavado de los suelos fuera su trabajo.

Sam contaba el dinero y lo empaquetaba, así podría ir a dejarlo en el depósito nocturno del banco. Parecía cansado, pero complacido. Con un chasquido abrió su teléfono celular.

–¿Kenya? ¿Lista para llevarme al banco? Bien, te veré en un minuto en la puerta de atrás. – Kenya, una policía, a menudo escoltaba a Sam al depósito de la noche, sobre todo después de una entrada tan grande como la de esta noche.

Yo también estaba contenta con el dinero que conseguí. Había recibido un montón en propinas. Calculé que podría haber ganado trescientos dólares o más-y necesitaba cada penique. Habría disfrutado de la perspectiva de hacer una pila con la pequeña cantidad de dinero cuando llegará a casa, si no hubiera estado segura que no me había quedado suficiente cerebro para hacerlo. El ruido y el caos de la fiesta, el constante corre para acá y para allá del bar sirviendo a todos, el lío tremendo que habíamos tenido que limpiar, la cacofonía estable de todos aquellos sesos… todo ello se había combinado para agotarme. Al final de la fiesta había estado demasiado cansada para mantener mi pobre mente protegida, y muchos pensamientos se habían filtrado dentro.

No es fácil ser telepática. Muy seguido, no es divertido.

Esta noche había sido peor que la mayoría. No sólo tenía a los parroquianos del bar, casi todos conocidos míos de muchos años, sabiendo sus humores sin inhibición, sino que también había algunas noticias que mucha gente sencillamente se moría por decirme.

–Escuche que el novio se fue para Sudamérica, – un vendedor de autos, Chuck Beecham, había dicho, la malicia brillaba en sus ojos. – Tu vas a estar muy solitaria en tu casa sin él.

–¿Te estás ofreciendo para tomar su lugar, Chuck? – el hombre al lado de él en la barrra había preguntado, y ambos tuvieron una carcajada de somos-los-hombres.

–No, Terrell, – dijo el vendedor. – No me interesan las sobras de los vampiros.

–Usted es cortés, o usted sale por la puerta, – dije calmadamente. Sentí calor en mi espalda, y supe que mi jefe, Sam Merlotte, los veía sobre mi hombro.

–¿Algún problema? – él preguntó.

–Ellos estaban a punto de disculparse, – dije, mirando a Chuck y Terrell en los ojos. Ellos vieron hacía sus cervezas.

–Lo siento, Sookie, – Chuck masculló, y Terrell movio su cabeza de acuerdo. Asentí con la cabeza y di vuelta para tomar otra orden. Pero ellos habían tenido éxito en lastimarme.

Lo que era su objetivo.

Tuve un dolor alrededor de mi corazón.

Estaba segura que la población general de Bon Temps, Luisiana, no sabía sobre nuestro distanciamiento. Bill seguramente no tenía el hábito de andar por ahí parloteando sus asuntos personales, y yo tampoco. Desde luego, Arlene y Tara sabían un poco sobre ello, ya que una tiene que decirle a sus mejores amigas cuando ha roto con su chico, aun si tiene que excluir todos los detalles jugosos. (Como el hecho que una había matado a la mujer por la que él la abandonó. Lo que no pude evitar. En serio.) Así que cualquiera que me dijera que Bill había salido del país, asumiendo que yo aún no lo sabía, estaba siendo solamente malévolo.

Hasta la visita reciente de Bill a mi casa, la última vez que lo había visto fue cuando yo le había llevado los discos y la computadora que él había escondido conmigo. Había llegado al oscurecer, así la máquina no se quedaría sobre su porche delantero mucho tiempo. Había puesto todas sus cosas recargadas contra la puerta en una gran caja a prueba de agua. Él había salido fuera justo cuando yo me iba, pero no me detuve.

Una mujer traicionera habría dado los discos al jefe de Bill, Eric. Una mujer rencorosa habría guardado aquellos discos y aquella computadora, habiendo rescindido a Bill (y Eric) la invitación de entrar en la casa. Me había dicho orgullosamente a mi misma que no era una mujer, ni traicionera ni rencorosa.

También, pensando prácticamente, Bill podría haber alquilado sencillamente a algún humano para meterse en mi casa y tomarlos. No pensé que él lo haría. Pero él los necesitaba muchísimo, o estaría en serios problemas con el jefe de su jefe. Tengo carácter, tal vez hasta mal carácter, una vez que lo provocan. Pero no soy vengativa.

Arlene me dice a menudo que soy demasiado dejada para mi propio bien, aunque yo le asegure que no lo soy. (Tara nunca dice esto; ¿tal vez ella me conoce mejor?) Me percaté con desánimo que, en algún momento durante esta agitada noche, Arlene oiría sobre la partida de Bill. En efecto, veinte minutos después de que Chuck y Terrell se mofaran, ella cruzó a través de la muchedumbre para palmearme en la espalda.

–De todos modos, tu no necesitabas a aquel bastardo frío, – dijo ella. – ¿Qué fue lo que hizo por ti?

Asentí débilmente hacía ella para mostrarle cuánto apreciaba su apoyo. Pero entonces una mesa pidió dos rondas de whiskys, dos cervezas, y una ginebra con tónica, y tuve que moverme, lo que realmente fue una distracción bienvenida. Cuando les dejé sus bebidas, me hice la misma pregunta. ¿Qué había hecho Bill por mí?

Entregué unas jarras de cerveza a dos mesas antes de que pudiera terminar de añadir todo.

Él me había introducido en el sexo, lo cual realmente disfruté. Introducido con un montón de vampiros, lo cual no disfruté. Salvado mi vida, aunque cuando pienso en ello, no habría estado en peligro si no hubiera estado saliendo con él en primer lugar. Pero yo había salvado su espalda un par de veces, de modo que esa deuda estaba saldada. Él me había llamado “amor”, y en aquel tiempo él lo decía en serio.

–Nada, – refunfuñé, cuando fregué una piña colada derramada y le di una de nuestras últimas toallas limpias del bar a la mujer que la había tirado, ya que mucho de la bebida estaba todavía en su falda. – Él no hizo una sola cosa por mí. – Ella sonrió y asintió con la cabeza, obviamente pensando que me compadecía de ella. El lugar era demasiado ruidoso para oír algo de todos modos, lo que era una suerte para mí.

Pero me alegraría cuando Bill regresará. Después de todo, él era mi vecino más cercano. Sólo el cementerio más viejo de la comunidad separaba nuestras propiedades, que estaban sobre el camino de la región al Sur de Bon Temps. Yo estaba ahí sola, sin Bill.

–Perú, según escuche, – mi hermano Jason, dijo.

Él tenía un brazo alrededor de su chica para la noche, una morena, bajita, delgada de veintiun años, salida de algún sitio en el quinto pino. (Había checado su identificación). Le di un vistazo más cercano. Jason no lo sabía, pero ella era una adaptoformas de alguna clase. Ellos son fáciles para detectar. Ella era una muchacha atractiva, pero se cambiaba en algo con plumas o pelaje cuando la luna era llena. Noté que Sam le dirigió una mirada fulminante cuando la espalda de Jason estaba girada, recordándole comportarse bien en su territorio. Ella le devolvió una penetrante mirada con interés. Tuve el sentimiento que ella no se cambiaba en un gatito, o una ardillita.

Pensé echar un cable sobre su cerebro y tratar de leerla, pero las cabezas de los Adaptos no son fáciles. Los pensamientos de los Adaptos son una especie de enredo rojizo, aunque de tanto en tanto puedo conseguir un buen cuadro de sus emociones. Lo mismo me pasa con los Lobatos.

Él mismo Sam se convierte en un collie cuando la luna es brillante y redonda. A veces él trota todo el camino rumbo a mi casa, y lo alimento con un tazón de restos y le dejo dormir la siesta sobre mi porche trasero, si el tiempo es bueno, o en mi sala de estar, si el tiempo es malo. No lo dejo en el dormitorio más, porque se despierta desnudo-un estado en el cual él se mira buenísimo, pero sencillamente no necesito estar siendo tentada por mi jefe.

Esta noche la luna no era llena, así que Jason estaría seguro. Decidí no decirle nada sobre su cita. Cada uno tenemos un secreto o dos. Su secreto era solamente un poco más vistoso.

Además de la cita de mi hermano, y Sam desde luego, había otras dos criaturas sobrenaturales en Merlotte´s aquella Nochevieja. Una era una mujer magnífica de al menos seis pies de alto, con oscuro pelo largo y ondulado. Vestida para ligar con un enterizo naranja muy ceñido de manga larga, ella había entrado sola, y estaba en proceso de conocer a cada tipo en la bar. No sabía que era ella, pero sabía por su modelo cerebral que ella no era humana. La otra criatura era un vampiro, que había entrado con un grupo de gente joven, la mayoría a principios de sus veintes. No conocía a ninguno de ellos. Sólo un ocasional vistazo lateral de otros parrandistas marcó la presencia del vampiro. Esto demostraba el cambio de actitud en los pocos años desde la Gran Revelación.

Hace casi tres años, durante la noche de la Gran Revelación, los vampiros habían ido a la TV en cada nación para anunciar su existencia. Esta había sido una noche en la cual muchas de las asunciones del mundo habían sido sacudidas de un golpe y reorganizadas para siempre.

Esta fiesta de introducción fue detonada por el desarrollo Japonés de una sangre sintética que puede mantener a los vampiros nutricionalmente satisfechos y alimentados. Desde la Gran Revelación, los Estados Unidos han experimentado numerosas agitaciones políticas y sociales en el proceso desigual de acomodar a nuestros ciudadanos tan nuevecitos, que resultan solamente estar muertos. Los vampiros tienen una cara pública y una explicación pública de su condición-ellos claman que un virus y alergia a la luz del sol y el ajo es lo que causa severos cambios metabólicos-pero yo he visto el otro lado del mundo vampiro. Mis ojos ahora ven muchas cosas que la mayor parte de los seres humanos no verán nunca. Pregúntenme si este conocimiento me ha hecho feliz.

No.

Pero tengo que confesar, que ahora el mundo es un lugar más interesante para mí. Estoy sola mucho tiempo (ya que no soy exactamente Norma Normal), así que algo suplementario en qué pensar ha sido bienvenido. El miedo y el peligro no lo han sido. He visto la cara privada de los vampiros, y he aprendido sobre Lobatos, Adaptos y otras cosas. Los lobatos y adaptos prefieren quedarse en las sombras-por ahora-mientras observan como les funciona a los vampiros el recibir publicidad.

Se dan cuenta, tenía todo esto para rumiar mientras recogía bandeja tras bandeja llena de vasos y tazas, descargando y cargando el lavavajillas para ayudar a Tack, el nuevo cocinero. (Su verdadero nombre es Alphonse Petacki. ¿Les sorprende que prefiera llamarse “Tack”?) Cuando nuestra parte de la limpieza estuvo más o menos terminada, y esta larga noche finalmente acabó, abracé a Arlene y le deseé un feliz año nuevo, y ella me abrazó de vuelta. El novio de Holly la esperaba en la entrada de los empleados detrás del edificio, y Holly agitó una mano hacía nosotras cuando se puso su abrigo y se apresuró hacia fuera.

–¿Cuales son sus deseos para el Año Nuevo, señoras? – Sam preguntó. Durante ese tiempo, Kenya se apoyaba contra la barra, esperándolo, su cara calmada y alerta. Kenya toma su almuerzo aquí con bastante regularidad junto con su compañero, Kevin, que era tan pálido y delgado como ella era oscura y robusta. Sam estaba poniendo las sillas sobre las mesas así Terry Bellefleur, quién llegaría muy temprano en la mañana, podría fregar el suelo.

–Buena salud, y el hombre adecuado, – dijo Arlene dramáticamente, sus manos revolotearon sobre su corazón, y nos reímos. Arlene ha conocido muchos hombres-y ella ha estado casada cuatro veces-pero todavía busca al Sr. Correcto. Pude “oír” a Arlene pensando que Tack podría serlo. Me quedé sorprendida; ni siquiera sabía que ella lo estaba viendo.

La sorpresa se mostró sobre mi cara, y con una voz incierta Arlene dijo;

–¿Piensas que debería rendirme?

–Demonios, no, – dije propiamente, reprendiéndome por no guardar mi expresión mejor. Era solamente que estaba tan cansada. – Será este año, seguro, Arlene. – Le sonreí a la única policía femenino negra de Bon Temp. – Tu tienes que tener un deseo para el Año Nuevo, Kenya. O un propósito.

–Siempre deseo que haya paz entre hombres y mujeres, – Kenya dijo. – Hace mi trabajo mucho más fácil. Y mi propósito es ponerme la talla catorce.

–Guau, – dijo Arlene. Su pelo teñido rojo contrastó violentamente con el rizado tono natural rubio-rojizo de Sam cuando ella le dio un abrazo rápido. Él no era mucho más alto que Arlene-aunque ella es al menos cinco pies ocho, dos pulgadas más alta que yo. – Voy a perder diez libras, este es mi propósito. – Nos reímos. Había sido el propósito de Arlene durante los cuatro años pasados. – ¿Y tú, Sam? ¿Deseos y propósitos? – ella preguntó.

–Tengo todo lo que necesito, – dijo, y sentí una onda azul de sinceridad proveniente de él. – He decidido seguir por esta ruta. El bar va viento en popa, me gustan las rutas con dos extensos caminos, y la gente aquí es tan buena como la gente en todas partes.

Di vuelta para ocultar mi sonrisa. Había sido una declaración bastante ambigua. La gente de Bon Temps estaban, en efecto, tan buenas como la gente en todas partes.

–¿Y tú, Sookie? – él preguntó. Arlene, Kenya, y Sam, todos me veían. Abracé a Arlene otra vez, porque me gusta hacerlo. Soy diez años más jóven-tal vez más, a pesar de que Arlene diga que ella tiene treinta y seis años, tengo mis dudas-pero hemos sido amigas desde que comenzamos a trabajar en Merlotte´s juntas, después de que Sam compró el bar, hará tal vez cinco años ahora.

–Venga ya, – dijo Arlene, lisonjeándome. Sam puso su brazo alrededor de mí. Kenya sonrió, pero se dirigió hacía la cocina para tener unas palabras con Tack.

Actuando por impulso, compartí mi deseo.

–Solamente no deseo ser golpeada y magullada, – dije, mi cansancio y la hora combinándose en un inoportuno estallido de honestidad. – No quiero ir al hospital. No quiero ver a un doctor. – No quería tener que ingerir más sangre de vampiro, tampoco, que puede curar de manera apresurada, pero tiene varios efectos secundarios. – Así que mi propósito es quedarme fuera de los problemas, – dije firmemente.

Arlene pareció bastante impresionada, y Sam pareció-pues, no podría decir sobre Sam. Pero ya que yo había abrazado a Arlene, le di un gran abrazo, también, y sentí la fuerza y el calor de su cuerpo. Ustedes pensarían que Sam es un peso ligero hasta que no lo vean sin camisa descargando cajas de provisiones. Él es realmente fuerte y bien construido, y tiene una temperatura corporal naturalmente alta. Lo sentí besar mi pelo, y luego todos nos dimos las buenas noches los unos a los otros y salimos por la puerta de atrás. La camioneta de Sam estaba aparcada delante de su remolque, que está detrás de Merlotte´s, en ángulo recto al bar, pero él subió en el auto patrulla de Kenya, quién lo conduciría hacía el banco. Ella le traería a casa, y luego Sam podría sufrir un colapso. Él había estado sobre sus pies durante horas, como todos nosotros.

Cuando Arlene y yo abrimos nuestros autos, noté que Tack esperaba en su vieja camioneta; quise apostar que él iba a seguir a Arlene a casa.

Con un último “¡Buenas Noches!” dicho a través del frío silencio de la noche de Luisiana, nos separamos para comenzar nuestros años nuevos.

Me enfile sobre Hummingbird Road para dirigirme a mi casa, que está aproximadamente tres millas al Sudeste del bar. El alivio de estar finalmente sola fue inmenso, y comencé a relajarme mentalmente. Mis faros iluminaron al pasar los pinos apelotonados que forman la columna vertebral de la industria maderera de aquí.

La noche era extremadamente oscura y fría. No hay ninguna luz de farolas sobre los caminos vecinales, desde luego. Las criaturas silvestre no se moverían, ni de broma. Aunque me repitiera a mi misma que debía mantenerme alerta por los ciervos que cruzan los caminos, yo conducía como si tuviera el piloto automático. Mis pensamientos estaban saturados con la idea de lavar mi cara, ponerme mi camisón más calientito y meterme en mi cama.

Algo blanco apareció enfrente de los faros de mi viejo auto.

Jadeé, despabilándome de la soñolienta anticipación de calor y silencio.

Un hombre corriendo: A las tres de la mañana el primero de Enero, corría por el camino vecinal. Por lo visto estaba corriendo por su vida.

Reduje la velocidad, tratando de pensar en un curso de acción. Yo era una solitaria mujer desarmada. Si algo horrible lo perseguía, también podría atraparme. Por otra parte, no podía dejar a alguien sufrir si yo podía ayudar. Tuve un momento para notar que el hombre era alto, rubio, y vestido sólo con jeans, antes de que me aproximara a él. Detuve el auto en el acotamiento y me incliné para hacer bajar la ventanilla sobre el lado del pasajero.

–¿Puedo ayudarle? – Llamé. Él me dirigió un vistazo lleno de pánico y siguió corriendo.

Pero en aquel momento reconocí quién era. Salté del auto y salí corriendo tras de él.

–¡Eric! – Grité. – ¡Soy yo!

Él giró alrededor entonces, siseo con sus colmillos totalmente hacia fuera. Me paré tan repentinamente que me balanceé sobre un pie, mis manos hacia fuera y delante de mí en un gesto de paz. Desde luego, si Eric decidía atacarme, era una mujer muerta. Esto me pasa por ser una buena Samaritana.

¿Por qué no me reconocía Eric? Yo lo conocía desde hace muchos meses. Él era el jefe de Bill, en la complicada jerarquía vampiro que comenzaba a comprender. Eric era el sheriff del Área Cinco, y él era un vampiro en ascenso. Él era también magnífico y podía besar hasta hacerte estallar en llamas, pero en este momento, ese no era el lado más pertinente que estaba viendo de él. Lo que yo veía eran unos colmillos con fuertes manos encorvadas en garras. Eric estaba en estado de completa alarma, pero él pareció tan asustado de mí como yo lo estaba de él. No saltó para agredirme.

–Quédate donde estás, mujer, – me advirtió. Su voz sonó rasposa como si su garganta estuviera desgarrada y dolorida.

–¿Qué haces aquí fuera?

–¿Quién eres tú?

–Sabes condenadamente bien y bonito quién soy. ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás aquí fuera sin tu auto? – Eric conducía un estilizado Corvette, lo que era simplemente Eric.

–¿Me conoces? ¿Sabes quién soy yo?

Bien, esto me golpeó como un mazo. Él no sonó como si bromeara. Dije cautelosamente;

–Desde luego que te conozco, Eric. A menos que tengas un gemelo idéntico. No tienes uno, ¿cierto?

–No lo sé. – Sus brazos cayeron, sus colmillos parecieron retraerse, y él se enderezó de su postura de ataque, entonces sentí que existía una mejora definida en la atmósfera de nuestro encuentro.

–¿No sabes si tienes un hermano? – Estaba más o menos dando palos de ciego.

–No. No sé. ¿Eric es mi nombre? – Bajo el resplandor de mis faros, él pareció lastimosamente perdido.

–Guau. – No pude pensar en nada más provechoso que decir. – Eric Northman es el nombre que usas en estos días. ¿Por qué estás aquí fuera?

–No sé esto, tampoco.

Yo sentía el punto aquí.

–¿De verdad? ¿No recuerdas nada? – Traté de eliminar la seguridad de que en cualquier momento me sonreiría abiertamente y me explicaría todo riéndose, embrollándome en algún lío que terminaría conmigo… siendo golpeada y magullada.

–En serio. – Él dio un paso más cerca, y su blanco pecho desnudo me hizo comprensivamente temblar, poniéndome la carne de gallina. También percibí (ahora que no estaba aterrorizada) cuán abandonado él se veía. Era una expresión que nunca antes había visto sobre la cara del confidente Eric, y me hizo sentir incomprensiblemente triste.

–Sabes que eres un vampiro, ¿cierto?

–Sí. – Él pareció sorprendido que preguntará. – Y tú no lo eres.

–No, soy una humana real, y tengo que saber que no me harás daño. Aunque ya podrías habérmelo hecho ahora. Pero créeme, aun si no lo recuerdas, somos una especie de amigos.

–No te haré daño.

Me recordé que probablemente cientos y miles de personas habían oído aquellas mismas palabras antes de que Eric desgarrara sus gargantas. Pero el hecho es que los vampiros no tienen que matar una vez que ellos pasan de su primer año. Un sorbo aquí, un sorbo allí, esto es la norma. Como él pareció tan perdido, era difícil recordar que podría desmembrarme con sus manos desnudas.

Ya le había comentado a Bill una vez, que la cosa lista de hacer por los aliens (cuando ellos invadieran la Tierra) sería llegar con aspecto de conejitos de orejas gachas.

–Ven entra en mi auto antes de que te congeles, – dije. Tenía otra vez aquel sentimiento me-estoy-metiendo-en-líos, pero no sabía que más hacer.

–¿Te conozco realmente? – él dijo, como si estuviera dudoso sobre entrar a un auto con alguien tan formidable como una mujer diez pulgadas más corta, muchas libras más ligera, y unos siglos más jóven.

–Sí, – dije, incapaz de retener un filo de impaciencia. No estaba muy contenta conmigo, porque todavía a medias sospechaba que estaba siendo engañada por alguna razón insondable. – Ahora, venga ya, Eric. Me congelo, y tu también. – No es que los vampiros parecieran sentir temperaturas extremas, por regla general; pero hasta la piel de Eric se miró como de gallina. Los muertos pueden congelarse, desde luego. Ellos sobrevivirán-ellos sobreviven a casi todo-pero tengo entendido que es bastante doloroso. – Ah, Dios mio, Eric, estás descalzo. – Lo acababa de notar.

Tomé su mano; él me dejó acercarme bastante para esto. Me dejó guiarlo hacía el auto y meterlo en el asiento de pasajeros. Le dije que subirera la ventanilla cuando subí de mi lado, y después de un largo minuto de estudiar el mecanismo, él lo hizo.

Alcancé del asiento trasero una vieja manta que guardo allí durante el invierno (para juegos de fútbol, etc.) y lo arropé con ella. Él no temblaba, desde luego, porque era un vampiro, pero sencillamente no podía estar de pie y ver toda esa carne desnuda expuesta con esta temperatura. Giré la calefacción a su máxima potencia (que, en mi viejo auto, no es mucho).

La piel expuesta de Eric nunca jamás me había hecho sentir frío-al menos cuando antes había visto la mayor parte de Eric, no había sentido nada de eso. Estaba lo suficiente atontada como para reírme en voz alta antes de que pudiera censurar mis propios pensamientos.

Él se sobresalto, y me miró de reojo.

–Eres la última persona que esperé ver, – dije. – Recorriste todo esté camino, de algún modo, ¿para ver a Bill? Porque él no está.

–¿Bill?

–¿El vampiro que vive aquí también? ¿Mi ex-novio?

Él sacudió su cabeza. De nuevo volvió a estar absolutamente aterrorizado.

–¿No sabes cómo llegaste hasta aquí?

Él sacudió su cabeza otra vez.

Estaba haciendo un gran esfuerzo para pensar con rapidez; pero era solamente eso, un esfuerzo. Me encontraba desgastada. A pesar del flujo de adrenalina que había recibido cuando había divisado la figura corriendo por el camino oscuro, aquel influjo se evaporo rápido. Llegué a la curva rumbo a mi casa y di vuelta a la izquierda, serpenteando por los negros y silenciosos bosques sobre mi agradable y nivelada calzada-que, de hecho, Eric había hecho arreglar para mí.

Y era por eso que ahora mismo Eric se sentaba en mi auto, en vez de correr a través de la noche como un gigantesco conejo blanco. Él había tenido la inteligencia de darme lo que realmente quería. (Desde luego, él también había querido que yo me acostara con él durante meses. Pero él me había dado la calzada porque la necesitaba.)

–Hemos llegado, – dije, rodeando mi vieja casa por la parte trasera. Apagué el auto. Gracias al cielo, me había acordado de dejar las luces exteriores prendidas cuando me había ido para el trabajo esa tarde, así no estábamos allí en total oscuridad.

–¿Aquí es dónde vives? – Él echó un vistazo alrededor del claro donde se alzaba mi vieja casa, aparentemente inquieto acerca de salir del auto a la puerta de atrás.

–Sí, – dije, exasperada.

Él simplemente me dirigió una mirada que mostró lo blancas que eran sus córneas alrededor del azul de sus ojos.

–Ah, venga ya, – dije, sin ninguna gracia en absoluto. Salí del auto y subí los escalones hacía el porche trasero, que no dejo cerrado porque, ¡eh!, ¿para qué ponerle una cerradura a un porche trasero cubierto? Lo que realmente cierro es la puerta interior, y después de hurgar un segundo, conseguí abrirla, así la luz prendida que dejé en la cocina podría iluminar lo demás. – Puedes entrar, – dije, para que pudiera cruzar el umbral. Él correteó después de mí, con la manta todavía enredada alrededor de él.

Bajo la deslumbrante luz en la cocina, Eric se miraba lamentable. Sus pies desnudos sangraban, lo que no había notado antes.

–Oh, Eric, – dije tristemente, saque una palangana del gabinete, y comencé a dejar correr el agua caliente en el fregadero. Él se curaría verdaderamente rápido, como sucede con todos los vampiros, pero lo menos que podía hacer era lavarlo y limpiarlo. Los jeans estaban asquerosos alrededor del dobladillo. – Quítatelos, – dije, sabiendo que solamente se empaparían si mojaba sus pies mientras él estaba todavía vestido.

Sin una mirada de soslayo, ni una indirecta o cualquier otra indicación de que él disfrutaba de esta situación, Eric se desabrocho y quitó los jeans. Los lancé en el porche trasero para lavarlos por la mañana, tratando de no mirar de reojo a mi invitado, que ahora estaba vestido con una ropa interior que iba más allá de mi imaginación, un estilo biquini en brillante rojo cuya calidad elástica estaba siendo definitivamente puesta a prueba. Vaya, otra gran sorpresa. Yo había visto la ropa interior de Eric sólo una vez antes- que fue una vez más de lo que debí ver- y él había sido un tipo con boxers de seda. ¿Los hombres cambian estilo así nada más?

Sin limpiarse, y sin un comentario, el vampiro se abrigó de nuevo su cuerpo blanco con la manta. Hmmm. Ahora estaba convencida que no era él mismo, cuando ninguna otra prueba podría haberme convencido. Eric era un espécimen de más de seis pies de pura magnificencia (sí, una magnificencia blanca de mármol), y él lo sabía muy bien.

Señalé hacía una de las sillas en la mesa de cocina. Obedientemente, él la sacó y se sentó. Me puse en cuclillas para poner la palangana sobre el suelo, y suavemente dirigí sus grandes pies en el agua. Eric gimió cuando el calor tocó su piel. Adivino que hasta un vampiro podría sentir el contraste. Conseguí un trapo limpio del fregadero y algo de jabón líquido, y lavé a sus pies. Tomé mi tiempo, porque trataba de pensar que hacer después.

–Tu estabas fuera por la noche, – observó él, en una especie de tentativa de charla.

–Venía a casa del trabajo, como puedes verlo por mi ropa. – Llevaba puesto nuestro uniforme de invierno, una blusa blanca de cuello redondo y manga larga con “Merlotte´s Bar” bordado sobre el pecho izquierdo y la llevaba metida dentro de unos pantalones negros.

–Las mujeres no deberían estar solas fuera tan tarde por la noche, – dijo él con desaprobación.

–Dímelo a mí.

–Bien, las mujeres son más susceptibles de ser sometidas por un ataque que los hombres, por tanto ellas deberían estar más protegidas…

–No, no lo decía de manera literal. Quería decir que estoy de acuerdo. Qué estás predicando en vano. No quiero trabajar tan tarde por la noche.

–¿Entonces por qué estabas fuera?

–Necesito el dinero, – dije, limpiando mi mano y sacando el rollo de cuentas de mi bolsillo y dejándolo caer sobre la mesa mientras pensaba en ello. – Conseguí esta casa para mantener, mi auto es viejo, y tengo impuestos y seguros que pagar. Como todos los demás, – añadí, por si él pensaba que me quejaba excesivamente. Odié lloriquear sobre mi pobreza, pero él había preguntado.

–¿No hay ningún hombre en tu familia?

De tanto en tanto, sus años se muestran realmente.

–Tengo un hermano. No puedo recordar si ya conociste alguna vez a Jason. – Un corte en su pie izquierdo lucía particularmente mal. Puse un poco más de agua caliente en la palangana para calentar el resto. Entonces traté de sacar toda la suciedad. Él se estremeció cuando suavemente froté el trapo sobre los bordes de la herida. Los cortes más pequeños y las contusiones parecieron desvanecerse justo cuando yo miraba. El calentador de agua hizo ruido detrás de mí, el familiar sonido de alguna manera me tranquilizó.

–¿Tú hermano te permite realizar este trabajo?

Traté de imaginarme la cara de Jason cuando le dijera que esperaba que él me mantuviera por el resto de mi vida porque yo era una mujer y no debería trabajar fuera de casa.

–Oh, por Dios, Eric. – Alcé la vista hacía él frunciendo el ceño. – Jason tiene sus propios problemas. – Como ser un egoísta crónico y un verdadero semental.

Puse la palangana del agua a un lado y le froté una toalla seca a Eric con suaves movimientos. Este vampiro ahora tenía pies limpios. Más bien rígidamente, me puse de pie. Mi espalda me dolía. Mis pies me dolían.

–Escucha, creo que mejor le hago una llamada a Pam. Ella sabrá probablemente lo que esta pasando contigo.

–¿Pam?

Era como tener alrededor a un niño de dos años particularmente irritante.

–Tu segundo en comando. – Él iba a hacer otra pregunta, ya lo veía venir. Alcé una mano. – Espera solamente un momento. Déjame llamarle a ella y saber lo que esta ocurriendo.

–Pero, ¿que tal si ella se ha vuelto contra mí?

–Entonces tenemos que saber esto, también. Mientras más pronto mejor.

Estiré mi mano hacía el viejo teléfono que colgaba sobre la pared de la cocina directamente al final del contador. Un taburete alto estaba debajo de él. Mi abuela se sentaba siempre sobre ese taburete para mantener sus larguísimas conversaciones telefónicas, con papel y lápiz a la mano. La echaba de menos cada día que pasaba. Pero en este momento no tenía ningún espacio en mi paleta emocional para la pena, o incluso la nostalgia. Miré en mi pequeña libreta de direcciones para el número de Fangtasia, el bar vampiro en Shreveport que proporcionaba el ingreso principal de Eric y le servía como base para sus operaciones, que tenía entendido eran de amplio espectro y alcance. No sabía cuán amplios o rentables eran los otros proyectos, y no tenía ningún interés especial por saberlo.

Había leído en el periódico de Shreveport que también Fangtasia, tenía planeado un Gran reventón para la noche-“Comiencen Su Año Nuevo con un Mordisco”-así que yo sabía que alguien estaría allí. Mientras el teléfono sonaba, abrí de golpe el refrigerador y sacé una botella de sangre para Eric. La metí dentro del microonda y puse el temporizador. Él siguió cada uno de mis movimiento con ojos ansiosos.

–Fangtasia, – dijo una acentuada voz masculina.

–¿Chow?

–Sí, ¿cómo puedo servirla? – Justo a tiempo él acababa de recordar su personaje telefónico de vampiro atractivo.

–Soy Sookie.

–Ah, – él dijo con una voz mucho más natural. – Escucha, Feliz Año Nuevo, Sook, pero estamos algo ocupados aquí.

–¿Buscando a alguien?

Hubo un silencio largo y cargado.

–Espera un minuto, – él dijo, y luego no oí nada.

–Pam, – dijo Pam. Ella había recogido al receptor tan silenciosamente que brinqué cuando oí su voz.

–¿Tienes todavía un maestro? – No sabía cuánto podría decirle por teléfono. Quise saber si ella había sido quién había puesto a Eric en este estado, o si ella todavía le debía lealtad.

–Lo tengo, – dijo ella calmadamente, entendiendo lo que quería saber. – Estamos bajo… tenemos algunos problemas.

Rumié esto hasta que estuve segura que había leído bien entre líneas. Pam me decía que ella todavía le profesaba lealtad a Eric, y que el grupo de seguidores de Eric estaba bajo una especie de ataque o en una especie de crisis. Así que dije;

–Él está aquí. – Pam apreciaba la brevedad.

–¿Está vivo?

–Ahá.

–¿Dañado?

–Mentalmente.

Una larga pausa, esta vez.

–¿Significa un peligro para tí?

No es que a Pam le preocupase si Eric decidiera dejarme seca, pero adivino que ella se preguntó si podría acoger a Eric.

–No pienso que sea eso, – dije. – Parece ser una cosa de la memoria.

–Odio a las brujas. Los humanos tuvieron una buena idea, quemándolas en una pira de leña.

Ya que los mismos humanos que había quemado a las brujas habrían estado fascinados de hundir aquella misma leña en los corazones de los vampiros, encontré este comentario algo divertido-pero no mucho, considerando la hora. Inmediatamente olvidé de lo qué ella había estado hablando. Bostezé.

–Mañana por la noche, iremos, – dijo ella finalmente. – ¿Puedes mantenerlo allí durante hoy? El alba llegará en menos de cuatro horas. ¿Tienes un lugar seguro?

–Sí. Pero ven aquí al anochecer, ¿me oyes? No quiero enredarme en su mierda de vampiros otra vez. – Normalmente, no hablo tan sin rodeos; pero como ya dije, este era el final de una larga noche.

–Estaremos allí.

Colgamos simultáneamente. Eric me miraba con sus ojos azules sin parpadear. Su pelo estaba hecho un asco, una especie de masa enredada, de ondas rubias. Su pelo es exactamente del mismo color que el mío, y también tengo ojos azules, pero hasta allí acaban las semejanzas.

Pensé cepillarle su pelo, pero ya estaba demasiado cansada.

–Bien, aquí está el trato, – le dije. – Tu te quedas aquí el resto de la noche y la mañana, y luego Pam y los demás vienen por ti al anochecer y te dicen lo que pasa.

–¿No dejarás que nadie entre? – preguntó. Noté que había terminado la sangre, y que no se veía tan desmejorado como se había visto antes, lo que era un alivio.

–Eric, haré todo lo posible para mantenerte a salvo, – dije, muy suavemente. Froté mi cara con mis manos. Iba a quedarme dormida sobre mis pies. – Ven conmigo -dije, tomando su mano. Agarrando la manta con la otra mano, él avanzó rumbo al pasillo después de mi, un gigante blanco como la nieve en diminuta ropa interior roja.

Mi vieja casa ha sido ampliada y modificada durante años, pero no deja de ser más que una humilde casa de granja. Una segunda planta fue añadida a principios del siglo, y dos dormitorios más y un corredor que conduce al desván de arriba, pero raras veces voy allá arriba. Lo mantengo cerrado, para ahorrarme el dinero de la electricidad. Hay dos dormitorios abajo, uno grande y el más pequeño fue el que yo había usado hasta que mi abuela murió, ambos a través del pasillo. Me había movido en el grande después de su muerte. Pero Bill había construido su “hoyito secreto” en el dormitorio más pequeño. Conduje a Eric allí, encendí la luz, y me aseguré que las persianas estuvieran cerradas y las cortinas corridas a través de ellas. Entonces, abrí la puerta del armario, quité unas pocas cajas, y retiré la tapa de la alfombra que cubría el suelo del armario, exponiendo la puerta secreta. Debajo, había un espacio oscuro que Bill había construido unos meses antes, de modo que él podría quedarse durante el día o usarlo como un escondrijo si su propia casa fuera insegura. A Bill le gustaba tener un refugio, y estaba segura que él tenía algunos más que yo ni sabía. Si hubiera sido una vampira (Dios no lo permita), yo misma los habría tenido.

Tuve que limpiar de mi cabeza los pensamientos de Bill cuando mostré a mi reacio invitado como cerrar la puerta secreta encima de él y que la tapa de alfombra cayera de nuevo sobre su lugar.

–Cuando me levanto, acomodo de nuevo las cajas en el armario, así parece natural -lo tranquilicé, y sonreí animosamente.

–¿Tengo que entrar ahora? – él preguntó.

Eric, haciendome una petición: el mundo realmente estaba girado al revés.

–No, – dije, intentando sonar como si me importara. En lo único que yo podía pensar era en mi cama. – No tienes que hacerlo ahora. Solamente entra antes de la salida del sol. No hay ningún modo que se te pueda pasar esto, ¿cierto? Quiero decir, ¿no puedes quedarte dormido y despertarte en el sol?

Él pensó durante un momento y sacudió su cabeza.

–No, – él dijo. – Sé que esto no puede pasar. ¿Puedo quedarme en el cuarto contigo?

Oh, Dios, ojos de cachorrito perdido. Esto, viniendo de un antiguo vampiro Vikingo de seis-pies-cinco. Era sencillamente demasiado. No tenía bastante energía para reírme, así que solamente emití un triste suspiro.

–Ven conmigo, – dije, mi voz tan débil como mis piernas.

Apagué la luz en aquel cuarto, crucé el pasillo, y encendí la luz en mi propio cuarto, amarillo y blanco y limpio y caliente, y doblé el sobrecama y la manta y la sábana. Mientras, Eric se sentó desmadejadamente en una silla con antebrazos del otro lado de la cama. Me saqué mis zapatos y calcetines, conseguí un camisón de noche de un cajón, y me retiré al cuarto de baño. Estuve fuera en diez minutos, con cara y dientes limpios y envuelta en un camisón de noche muy viejo, de franela muy suave, que era del color de la nata, con flores azules dispersadas alrededor. Sus cintas estaban desgastadas y la pechera alrededor del fondo estaba bastante deslavada, pero me acomodaba mucho. Después de que había apagado las luces, recordé que mi pelo estaba todavía en su habitual cola de caballo, entonces tiré la cinta que lo sostenía y sacudí mi cabeza para hacerlo caer suelto. Incluso mi cuero cabelludo pareció relajarse, y suspiré con felicidad.

Cuando subí en la vieja cama alta, mi gran mosca personal hizo lo mismo. ¿Le había dicho yo que él podría entrar en la cama conmigo? Bien, decidí, cuando me arrebujé dentro y bajo las viejas sabanas suaves y la manta y el cubrecama, si Eric tenía alguna expectativa sobre mí, estaba demasiado cansada como para preocuparme.

–¿Mujer?

–¿Hmmm?

–¿Cómo te llamas?

–Sookie. Sookie Stackhouse.

–Gracias, Sookie.

–Sé bienvenido, Eric.

Como él sonó tan perdido-el Eric que yo conocía nunca había sido alguien que hiciera otra cosa más que asumir que los demás debían servirlo a él-manoseé alrededor bajo las sabanas para acariciar su mano. Cuando la encontré, deslicé mi propia mano sobre ella. Su palma se elevó para encontrar mi palma, y sus dedos se entrelazaron con los míos.

Y aunque nunca hubiera pensado que era posible irse a dormir sosteniéndole la mano a un vampiro, esto fue exactamente lo que hice.

Capítulo 2

Me desperté lentamente. Descanse acurrucada dentro de mis mantas, mientras me desperezaba y estiraba un brazo o una pierna, gradualmente recordé los pasados eventos surrealistas durante la noche anterior.

Bueno, Eric ya no estaba en la cama conmigo, así que podía suponer que él estaba instalado de manera segura en el hoyito secreto. Me dirigí a través del corredor. Y tal como había prometido, puse las diferentes cajas de nuevo en el armario para hacerlo lucir normal. El reloj me dijo que era pasado el mediodía, y fuera el sol relucía brillante, aunque el aire era frío. Para Navidad, Jason me había dado un termómetro que podía leer las temperaturas afuera y mostrarlas en una pantalla digital dentro. Él también lo había instalado para mí. Ahora sabía dos cosas: era tarde y afuera teníamos 34 grados Fahrenheit.

En la cocina, todavía estaba en el suelo la palangana con agua que había usado para lavar los pies de Eric. Mientras tiraba el agua en el fregadero, me di cuenta que en algún momento él había enjuagado la botella de la sangre sintética. Tenía que conseguir algo más para tener cuando él se levantará, ya que una no quiere tener a un vampiro hambriento en su casa, y sería también educado tener algo de sangre extra para ofrecerle a Pam y quienquiera que viniera con ella desde Shreveport. Me explicaran las cosas-o no, ellos se llevarían a Eric y resolverían cualesquiera de los problemas que estuviera afrontando la comunidad vampiro de Shreveport, y ellos me dejarían en paz. O no.

Merlotte´s estaría cerrado el primer día del Año Nuevo hasta las cuatro de la tarde. Para el día de Año Nuevo, y el siguiente día, Charlsie, Danielle y la nueva chica estaba programado que trabajarían, porque el resto de nosotras habíamos trabajado en la Nochevieja. Así que tenía libres dos días completos… y al menos uno de ellos lo tenía que pasar sola en la casa con un vampiro mentalmente enfermo. La vida, simplemente no mejora.

Me tomé dos tazas de café, puse los jeans de Eric en la lavadora, leí por un rato mi romance, y estudié mi recién estrenado Calendario de la Palabra del Día, un regalo de Navidad de Arlene. Mi primera palabra para Año Nuevo era “transfusión”. Probablemente este no era un buen presagio.

Jason llegó un poquito después de las cuatro, volando a través de mi calzada en su camioneta con flamas rosadas y púrpuras a los lados. Ya me había bañado y vestido para entonces, pero mi pelo estaba todavía mojado. Lo había rociado con acondicionador y por ello me cepillaba despacio, sentándome delante de la chimenea. Había prendido la TV en un juego de fútbol para tener algo que ver mientras me cepillaba, pero había mantenido el volumen bajo. Estaba ponderando el predicamento de Eric mientras lujuriosamente sentía la calidez del fuego en mi espalda.

No habíamos usado la chimenea mucho desde hacía algunos años, porque comprar una carga de leña era demasiado caro, pero Jason había cortado un montón de árboles que se habían caído el año pasado debido a una tormenta de nieve. Estaba muy bien abastecida, y estaba disfrutado de las flamas.

Mi hermano pisó muy fuerte los escalones delanteros y tocó descuidadamente antes de entrar. Igual que yo, él había crecido y sido criado en esta casa. Ambos habíamos venido a vivir con Abue cuando nuestros padres habían muerto, ella rentó nuestra otra casa hasta que Jason dijo que estaba listo para vivir de manera independiente, a la edad de veinte. Ahora Jason tenia veintiocho y era el jefe de una cuadrilla de carreteras para el municipio. Esto era un gran paso para un chico local sin mucho nivel académico, y yo había pensado que era suficiente para él hasta que durante el pasado mes o dos, él había comenzado a actuar como si deseará un cambio.

–Bien, – dijo, cuando miró el fuego. Él se detuvo directamente de frente para calentar sus manos, accidentalmente bloqueándome el calor. – ¿A qué hora llegaste a la casa anoche? – Dijo sobre su hombro.

–Creo que me fui a la cama alrededor de las tres.

–¿Qué piensas de la chica con la que estaba?

–Creo qué sería mejor que la dejaras de ver.

Eso no era lo él que esperaba escuchar. Sus ojos me miraron de reojo.

–¿Qué cosa fue lo que le descubriste? – Preguntó con una voz resignada.

Mi hermano sabe que soy telepática, pero él jamás lo ha discutido conmigo, o nadie más. Lo he visto meterse en peleas con algunos hombres que me han acusado de ser anormal, pero él sabe que soy diferente. Todo mundo lo sabe. Sencillamente ellos escogen no creerlo o ellos creen que no es posible que yo pueda leer sus pensamientos-más bien, los de los demás. Sólo Dios sabe que yo intento actuar y hablar como alguien que no está recibiendo una indeseada frecuencia de emociones e ideas, de arrepentimientos y acusaciones, pero a veces eso solamente se filtra.

–Ella no es tu tipo, – dije mirando hacía el fuego.

–Seguro que no es una vampira, – él protestó.

–No, no es una vampira.

–Entonces está bien. – Él me miró de manera beligerante.

–Jason, cuando los vampiros salieron a la luz-cuando nosotros supimos que ellos eran reales después de todas estas décadas de pensar que ellos era una leyenda tenebrosa-¿nunca te preguntaste si existirían otros cuentos que fueran verdaderos?

Mi hermano pensó acerca de este concepto durante un minuto. Yo sabía (por que podía “escucharlo”) que Jason quería negar completamente está clase de idea y llamarme chiflada-pero sencillamente no pudo.

–Es como sí tú lo dieras por hecho, – él dijo. No era propiamente una pregunta.

Me aseguré que él me estuviera viendo directo a los ojos, y asentí enfáticamente.

–Mierda, – él dijo, disgustado. – En serio me gustaba la muchacha y ella fue una tigresa en la cama.

–¿De verdad? – Pregunté, completamente chocada de que ella hubiera cambiado enfrente de él cuando no había luna llena. – ¿Te encuentras bien? – En el siguiente segundo me estuve maldiciendo por mi propia estupidez. Por supuesto que ella no se había transformado.

Él jadeó durante un segundo, antes de partirse de la risa.

–Sookie, ¡estás más loca que una cabra! Parecía como sí creyeras que ella realmente podría… -Y su cara se congeló. Pude sentir como la idea perforó un agujero en la burbuja protectiva que la mayoría de la gente infla alrededor de sus cerebros, la burbuja que repele cualquier signo e idea que no cuadra con sus expectativas diarias. Jason se dejó caer pesadamente en el sillón reclinable de Abue. – Desearía no haber oído esto, – dijo él con un hilo de voz.

–No necesariamente eso es lo que le pasa a ella-la cosa del tigre-pero créeme, algo le sucede.

Le tomó un minuto a su cara para volver a recobrar su expresión familiar, pero lo logró. Típica actitud de Jason: Como no había nada que él pudiera hacer acerca de su nuevo conocimiento, lo sepultaba en lo más recóndito de su mente.

–Escucha, ¿viste a la chica de Hoyt anoche? Después de que ellos dejaron el bar, Hoyt se metió de lleno en una zanja por Arcadia, tuvieron que caminar dos millas para conseguir un teléfono porque a él se le olvido recargar la batería de su celular.

–¡No me digas! – Exclamé, en el confortable estilo de los chismosos. – Y ella llevando esos tacones altos. – El equilibrio de Jason se restauró. Él me estuvo contando los chismes locales durante unos minutos, aceptó mi oferta de una Coca, y me preguntó si necesitaba algo del pueblo.

–Sí, necesito algo. – Había estado pensando mientras él hablaba. La mayoría de sus noticias ya las había escuchado de los otros sesos las noches pasadas cuando no estaba cuidado mi guardia mental.

–Uyyss, – él dijo, pareciendo burlonamente asustado. – ¿Qué se te ofrece?

–Necesito diez botellas de sangre sintética y ropas para un hombre grande, – le dije, y lo volví a sorprender de nuevo. Pobre Jason, se merecía una zorra tonta por hermana que tuviera y criara lindos sobrinos que lo llamarán Tío Jase y se subieran en sus rodillas. En lugar de eso, me tenía a mí.

–¿Qué tan grande es esté hombre, y donde está él?

–Mide como seis pies con cuatro o cinco, y él está dormido, – dije. – Calculo que será cintura treinta y cuatro, y tiene las piernas muy fuertes y es de hombros amplios. – Me recordé a mi misma revisar la etiqueta de los jeans de Eric, que todavía estaban en la secadora del porche trasero, para confirmar la talla.

–¿Qué tipo de ropas?

–Ropas de trabajo.

–¿Alguien que conozco?

–Yo, – respondió una voz profunda.

Jason volteó como si estuviera esperando recibir un ataque, lo que demuestra que sus instintos no están del todo mal, después de todo. Pero Eric se miraba tan poco amenazante como un vampiro de su tamaño se puede mirar. Y él se había puesto amablemente el albornoz de terciopelo marrón que yo había dejado en el segundo dormitorio. Era uno que guardaba allí para Bill, y me dio una punzada el vérselo a alguien más. Pero tenía que ser práctica; Eric no podía vagar alrededor con ropa interior tipo biquini rojo-al menos, no con Jason en la casa.

Jason miró a Eric con los ojos desorbitados y me echó un vistazo sobresaltado.

–¿Esté es tu nuevo hombre, Sookie? No dejaste siquiera que creciera el pasto en tu jardín. – Él no sabía si sonar admirado o indignado. Jason todavía no se había dado cuenta que Eric era un vampiro. Siempre me ha sorprendido que un montón de gente no pueda percibirlo hasta después de algunos minutos. – Y, ¿necesito conseguirle a él ropa?

–Sí. Su camisa se rompió anoche, y sus jeans azules todavía están sucios.

–¿Me vas a presentar?

Inspiré profundamente. Habría sido muchísimo mejor sí Jason nunca hubiera visto a Eric.

–Mejor no, – dije.

Ambos se lo tomaron muy mal. Jason se miró herido, y el vampiro se vió ofendido.

–Eric, – él dijo, y estiró su mano hacía Jason.

–Jason Stackhouse, el hermano de esta damita tan grosera. – Jason dijo.

Ambos se estrecharon las manos, y yo tuve ganas de retorcerles a los dos el cuello.

–Asumo qué existe alguna razón del por qué ustedes dos no pueden ir afuera y comprar la ropa, – dijo Jason.

–Existe una muy buena razón, – dije. – Y existen cerca de veinte muy buenas razones por las que tú debes olvidarte que alguna vez viste a este tipo.

–¿Te encuentras en peligro? – Jason me preguntó directamente.

–Todavía no, – dije.

–Sí haces algo que pueda ocasionar que se lastime a mi hermana, te vas a encontrar en un mundo de problemas conmigo, – Jason le dijo a Eric el vampiro.

–No esperaría menos, – dijo Eric. – Pero desde el momento que tú estás siendo franco conmigo, yo también lo seré contigo. Pienso qué deberías mantener a tu hermana, y tomarla bajo tu resguardo dentro de tu casa, así ella se encontraría mejor protegida.

La boca de Jason cayó abierta de nuevo, y yo tuve que cubrir la mía para no reírme en voz alta. Esto era muchísimo mejor de lo que me había imaginado.

–¿Diez botellas de sangre y una cambio de ropas? – Jason me preguntó, y supe por el cambio de su voz que él finalmente se había percatado de la condición de Eric.

–Exacto. La tienda de licores vende la sangre. Y las ropas cómpralas en Wal-Mart. – Eric mayoritariamente era del tipo jeans y playeras, que al fin y al cabo, era lo único que podía pagar. – Ah, también necesita zapatos.

Jason se dirigió para estar junto a Eric y puso su pie paralelo al del vampiro. Él lanzó un silbido, lo qué hizo dar un salto a Eric.

–Pies grandes, – Jason comentó, y me echó un vistazo. – ¿Es cierto el viejo dicho?

Le sonreí. Sabía que él estaba intentando aligerar la atmósfera.

–Quizás no me lo creas, pero no lo sé.

–Difícil de tragar… lo digo, sin doble sentido. Bueno, me voy, – Jason dijo, cabeceando en dirección de Eric. Después de unos segundos, lo escuché maniobrar su camioneta en las curvas de mi calzada, rumbo a los oscuros bosques. La noche había caído por completo.

–Lamento haber salido mientras él estaba aquí, – Eric dijo tentativamente. – No querías que él me conociera. – Él se acerco al fuego y pareció que disfrutaba del calor igual que yo lo había hecho.

–No es qué me avergüence de tenerte aquí, – le dije. – Es sólo que tengo el presentimiento que estás metido en un mundo de líos, y no quiero que mi hermano se vea envuelto dentro de ellos.

–¿Es tu único hermano?

–Sí. Y mis padres ya murieron, también mi abuela. Él es todo lo que me queda, a excepción de una prima que ha estado metida en drogas desde hace años. Supongo que está perdida.

–No te entristezcas, – él dijo, como si no pudiera impedirse decirlo.

–Estoy bien. – Hice que mi voz sonará enérgica y concreta.

–Tú has tenido mi sangre, – él dijo.

Ups. Me quede de piedra.

–No podría haber estado en condiciones de saber como te sientes si tú no tuvieras mi sangre, – él dijo. – Somos… ¿hemos sido amantes?

Esa, seguramente, era una manera muy linda de ponerlo. Eric por lo general era muy crudo y franco sobre el sexo.

–No, – dije recatadamente, y estaba diciendo la verdad, aunque no había sucedido sólo por un margen de nada. Nos habían interrumpido a tiempo, gracias a Dios. No soy casada. Tengo momentos de debilidad. Él, es esplendido. ¿Necesito decir más?

Pero él estaba mirándome con ojos intensos, y sentí que el color inundó mi cara.

–Esté no es el albornoz de tu hermano.

Ay, hombre. Me quedé observando el fuego como si de él fuera a surgir una respuesta para mí.

–Entonces, ¿de quién es?

–Es de Bill, – dije. Esa estuvo fácil.

–¿Él es tu amante?

Asentí.

–Lo fue, – dije honestamente.

–¿Él es mi amigo?

Pensé acerca de eso por un momento.

–Bueno, no exactamente. Él vive en el área donde tú eres el ¿Sheriff? ¿Área Cinco? – Volví a cepillar mi pelo y descubrí que ya se había secado. Crujía electrizado cuando le pasaba el cepillo. Sonreí por el efecto en mi reflejo del espejo arriba de la chimenea. También podía ver a Eric en el reflejo. No tengo ni idea de porque la historia gira en torno a qué los vampiros no pueden ser vistos en espejos. Allí, ciertamente había mucho Eric para ver, porque él era tan alto y no se había cerrado el albornoz muy bien… Cerré mis ojos.

–¿Te hace falta algo? – Eric preguntó inquieto.

Más autocontrol.

–Estoy muy bien, – dije, tratando de no rechinar mis dientes. – Tus amigos estarán aquí pronto. Tus jeans están en la secadora, y estoy deseando que Jason regrese en unos minutos con algunas ropas.

–¿Mis amigos?

–Bueno, los vampiros que trabajan para ti. Supongo que Pam cuenta como amiga. No sé acerca de Chow.

–Sookie, ¿dónde trabajo? ¿Quién es Pam?

Está era realmente una conversación muy cuesta arriba. Intenté explicarle a Eric acerca de su posición, su propio negocio de Fangtasia, sus otros intereses comerciales, pero honestamente, no tenía los suficientes conocimientos acerca de eso como para informarlo completamente.

–Tú no sabes demasiado acerca de lo qué hago, – él observó exactamente.

–Bueno, sólo voy a Fangtasia cuando Bill me lleva, y él me lleva allá cuando tú quieres que haga algo para ti. – Me golpeé a mi misma con el cepillo cuando terminé de decir esto. ¡Estúpida, estúpida!

–¿Cómo puedo hacer qué hagas cualquier cosa? ¿Me prestas el cepillo? – Eric preguntó. Lo miré de reojo. Él se miraba todo macizo y pensativo.

–Seguro, – dije, decidiendo ignorar su primera pregunta. Le pasé el cepillo. Él comenzó a usarlo en su propio pelo, moviendo rítmicamente sus músculos del pecho al hacerlo. Aaah, caray. ¿Quizás debería regresar a la ducha y meterme dentro con agua fría?

Me abalancé dentro de mi recamara para sacar una banda elástica y estirar mi pelo dentro de la cola de caballo más apretada que pude hacerme, hasta la cima de mi cabeza. Utilicé mi segundo mejor cepillo para dejarla bien alisada, y me aseguré que me la hubiera hecho centrada girando mi cabeza de lado a lado.

–Tú estás tensa, – Eric dijo desde el marco de la puerta, y yo solté un quejido. – ¡Lo siento, lo siento! – dijo a toda prisa.

Le lancé un vistazo, lleno de sospecha, pero él parecía sinceramente contrito. Sí hubiera sido él mismo de siempre, Eric se habría reído. Y maldición sino extrañaba al verdadero Eric. Una sabía donde estaba parada con él.

Escuché un golpe en la puerta de entrada.

–Quédate aquí, – le dije. Él pareció muy preocupado, y se sentó en la silla de la esquina de mi recámara, como un buen niño. Me alegré de haber recogido mi ropa tirada de la noche anterior, así, mi cuarto no lucía tan personal. Fui a través del cuarto de estar hacía la puerta de entrada, deseando que no hubiera más sorpresas.

–¿Quién es? – Pregunté, pegando mi oreja en la puerta.

–Ya estamos aquí, – respondió Pam.

Comencé a girar la perilla, me detuve, luego recordé que de todas maneras ellos no podían entrar, y entonces abrí la puerta.

Pam tiene pelo lacio de un rubio muy pálido y una piel tan blanca como un pétalo de magnolia. Fuera de eso, ella luce como una joven ama de casa suburbana que mantiene un empleo de medio tiempo en la escuela primaria del barrio.

Aunque realmente no creo que ustedes quieran en serio que Pam se encargue de cuidar a sus nenes, nunca la he visto hacer nada extraordinariamente cruel o vicioso. Pero ella está definitivamente convencida que los vampiros son mejores que los humanos, es muy directa y no mide palabras. Estoy segura que si Pam viera que alguna acción inmediata fuera necesaria para garantizar su bienestar, ella la realizaría sin que se le moviera un pelo. Ella parece ser una excelente segundo en comando y no demasiado ambiciosa. Sí ella quiere tener su propio distrito u área, se guarda muy bien de mostrar ese deseo.

Chow es harina de otro costal. No quiero conocer a Chow más de lo que ya lo conozco. No confió en él, y nunca me siento cómoda con él alrededor mío. Chow es asiático, de complexión delgada, pero es un poderoso vampiro con pelo largo y negro. No medirá más de cinco pies con siete, pero cada pulgada visible de piel (excepto la cara) está cubierta con intrincados tatuajes que son un verdadero trabajo de arte, digno de admirar en su piel. Pam dice que son tatuajes Yakuza. Chow trabaja en Fangtasia como cantinero algunas noches, y las otras veces se sienta en el bar solamente para que los parroquianos del bar se le aproximen. (Qué es el verdadero propósito de los bares vampiros, dejar que los humanos normales sientan que están cabalgando por el lado salvaje al estar en el mismo cuarto con los no-muertos de carne y hueso. Es muy lucrativo, según me ha dicho Bill.)

Pam estaba vistiendo un vaporoso suéter color crema y pantalones de pinza color bronce, y Chow iba vestido con su chaleco usual y unos pantalones sueltos. Él raramente lleva camisa, así, los parroquianos de Fangtasia pueden recibir el completo efecto de su arte corporal.

Llamé a Eric, y el entró al cuarto lentamente. Estaba visiblemente alerta.

–Eric, – dijo Pam, cuando ella lo vió. Su voz llena de alivio. – ¿Estás bien? – Sus ojos ansiosamente fijos en Eric. Ella no se inclinó, pero le dirigió una especie de profunda cabezada.

–Maestro, – Dijo Chow, y se inclinó.

Traté de no sobre-interpretar lo que estaba viendo y oyendo, pero asumo que la diferencia entre los saludos significaba la clase de relación existente en cuanto a los tres.

Eric se miró inseguro.

–Te conozco, – él dijo, intentando que sonará más como una afirmación que como pregunta.

Los otros dos vampiros intercambiaron una mirada.

–Trabajamos para ti, – dijo Pam. – Te debemos lealtad.

Comencé a salir del cuarto, porque estaba segura que querrían hablar de las cosas secretas de vampiros. Y si había algo que yo no quería saber, eran más secretos.

–Por favor, no te vayas, – Eric me dijo. Su voz estaba atemorizada. Me congelé y miré hacía atrás de mí. Pam y Chow estaban mirándome por encima de los hombros de Eric, y ambos tenían expresiones muy diferentes. Pam lucía casi divertida. Chow lucía abiertamente desaprobador.

Intenté no mirar directamente a los ojos de Eric, así podría dejarlo con la consciencia tranquila, pero simplemente no funcionó. Él no quería ser dejado a solas con sus dos compinches. Saqué tanto aire fuera, que mis mejillas se abultaron. Vale, maldición. Anduve con dificultad de nuevo al lado de Eric, fulminando con la mirada a Pam el camino entero.

Hubo otro golpe en la puerta, y Pam y Chow reaccionaron de manera dramática. Ambos estaban listos al instante para luchar, y vampiros en esa condición son muy, muy atemorizantes. Sus colmillos salieron fuera, sus manos se curvaron como garras y sus cuerpos se encorvaron en completa alarma. El aire pareció electrizarse alrededor de ellos.

–¿Sí? – Dije a través de la puerta. Tengo que conseguir instalar una mirrilla de seguridad.

–Soy tu hermano, – dijo Jason bruscamente. Él no sabía lo afortunado que había sido por no meterse sin tocar la puerta.

Algo había puesto a Jason de malhumor, sonaba apurado, y me pregunté si habría alguien con él. Casi abrí la puerta. Pero me detuve. Finalmente, sintiéndome como una traidora, giré hacía Pam. Silenciosamente le indiqué ir por el pasillo hacía la puerta trasera, haciendo un gesto de abrir y cerrar para que ella no se confundiera con lo que estaba pidiendo. Hice un círculo en el aire con mi dedo-Ve alrededor de la casa, Pam-y apunté a la puerta de entrada.

Pam asintió y corrió por el pasillo rumbo a la puerta trasera. No pude oír sus pies en el suelo. Asombroso.

Eric se movió lejos de la puerta. Chow se puso enfrente de él. Lo aprobé. Esto era exactamente lo que un subordinado se suponía debería hacer.

En menos de un minuto, oí el bramido de Jason a menos de seis pulgadas de distancia. Brinqué lejos de la puerta, asustada.

Pam dijo;

–¡Abre!

Tiré de la puerta completamente para ver a Jason apresado entre los brazos de Pam. Ella lo estaba sosteniendo alejado del suelo sin ningún esfuerzo, a pesar de que él luchaba salvajemente, haciendo su mejor esfuerzo para liberarse, Dios lo bendiga.

–Eres solamente tú, – dije, el alivio era la máxima de mis emociones.

–¡Por supuesto, maldición! ¿Para qué la mandaste a ella por mí? ¡Bájame!

–Es mi hermano, Pam, – le dije. – Por favor, déjalo en el suelo.

Pam bajó a Jason, y él giro hacía ella para mirarle.

–¡Escucha, mujer! ¡No se alza a un hombre así por qué sí! ¡Eres afortunada de que no te haya golpeado en la cabeza! – Pam volvió a mirarse nuevamente divertida, y Jason se miró avergonzado. Él tuvo la gracia de sonreír. – Supongo que eso habría sido muy difícil, – admitió, recogiendo las bolsas que había soltado. Pam lo ayudó. – Qué suerte que conseguí la sangre en botellas de tamaño familiar, – él dijo. – De otra manera, está adorable dama tendría que haber partido hambrienta.

Él le sonrió cautivadoramente a Pam. Jason ama a las mujeres. Con Pam, Jason estaba de alguna manera yendo más allá de su cabeza, pero él no tenía sentido común para verlo.

–Gracias. Ahora ya te puedes marchar, – dije abruptamente. Tomé las bolsas de plástico de sus manos. Él y Pam estaban mirándose a los ojos. Ella estaba poniendo su encanto sobre él. – Pam, – dije agudamente. – Pam, esté es mi hermano.

–Ya lo sé, – ella dijo calmadamente. – Jason, ¿tienes algo que decirnos?

Me olvidé qué Jason había sonado como si apenas se pudiera aguantar él mismo cuando estaba en la puerta.

–Sí, – él dijo, difícilmente fue capaz de arrancar sus ojos lejos de la vampira. Pero cuando él me echó un vistazo, agarró una vista de Chow, y sus ojos se agrandaron. Al menos, tenía el suficiente sentido como para temer a Chow. – ¿Sookie? – dijo. – ¿Te encuentras bien? – él dio un paso dentro del cuarto, y podía sentir como la adrenalina dejada por el susto que Pam le había dado comenzaba a bombear por su sistema otra vez.

–Sí. Todo está bien. Estos, son solamente amigos de Eric que han venido a ver como se encuentra.

–Bueno, sería mejor que fueran a buscar y quitar estos carteles.

Eso obtuvo la plena atención de todos. Jason disfrutó de eso.

–Hay carteles colgados en Wal-Mart, Grabbit Kwik y el Bottle Barn, y en casi todos los lugares del pueblo, – él dijo. – Todos dicen: “¿Ha visto a este hombre?” y cuentan acerca de que él ha sido secuestrado y sus amigos están muy preocupados, y ofrecen una recompensa inmediata de cincuenta mil dólares, a quién proporcione información de su paradero.

No procese demasiado bien esto. Mayoritariamente estaba pensando ¿Eh?, cuando Pam entendió el meollo del asunto.

–Ellos esperan verlo y cacharlo, – ella dijo a Chow. – Funcionará.

–Tendremos que encargarnos de esto, – él dijo, señalando con la cabeza en dirección de Jason.

–No te atrevas a ponerle ni una sola mano encima a mi hermano, – dije. Y me interpuse entre Jason y Chow, mientras mis manos buscaban una estaca o martillo o cualquier cosa que sirviera para mantener lejos a este vampiro de tocar a Jason.

Pam y Chow se enfocaron en mí con firme atención. No lo encontré para nada adulador, como Jason. Lo encontré mortal. Jason abrió la boca para hablar-pude sentir la ira creciendo dentro de él, y el impulso de enfrentarlos-pero mi mano se cerró sobre su muñeca, él gruñó, yo dije;

–No digas una sola palabra. – Por un milagro él no lo hizo. Pareció percatarse que los acontecimientos se estaban precipitando rápidamente hacía una dirección muy grave.

–Tendrán que matarme primero, – dije.

Chow se encogió de hombros y dijo:

–Gran cosa.

Pam no dijo nada. Si venía la opción entre mantener los intereses de los vampiros y ser mi compañera de juerga… bien, adiviné que íbamos a tener que anular nuestra fiesta de pijamas, y yo que había estado planeando la trenza francesa para su pelo.

–¿De qué se trata todo esto? – Eric preguntó. Su voz fue considerablemente potente. – Explica… Pam.

Fue un minuto dónde las cosas parecieron pender de un hilo. Luego, Pam volteó a ver a Eric, y quizás se vió suavemente aliviada de no tener que matarme en ese momento.

–Sookie y este hombre, su hermano, te han visto, – ella explicó. – Son humanos. Necesitan el dinero. Ellos te entregarán a las brujas.

–¿Cuáles brujas? – Jason y yo dijimos simultáneamente.

–Muchas gracias, Eric, por meternos dentro de esta mierda, – Jason refunfuñó injustamente. – Y, ¿podrías soltarme mi muñeca, Sookie? Eres más fuerte de lo que te ves.

Era más fuerte de lo qué debería ser, por que había tenido sangre de vampiro-más recientemente la de Eric. Los efectos deberían durar alrededor de otras tres semanas, quizás más. Ya sabía esto por experiencia pasada.

Desafortunadamente, necesité aquella fuerza extra en un momento determinado. El mismo vampiro que ahora se encontraba envuelto en el albornoz de mi antiguo novio, había donado esa sangre cuando me encontraba seriamente herida, pero tenía que seguir adelante.

–Jason, – dije en un nivel de voz-que esperaba lo vampiros no pudieran escuchar. – Por favor, manténte alerta. – Esto fue lo mas cercano que pude decirle a Jason de ser cauteloso por una vez en su vida. De alguna manera, él se enorgullecía de ser una bestia.

Muy lenta y cuidadosamente, como si estuviera un león suelto en el cuarto, Jason y yo nos fuimos a sentar en el viejo sillón a un lado de la chimenea. Eso hizo bajar unos cuantos grados de temperatura la situación. Después de un momento de indecisión, Eric se sentó en el suelo y descansadamente se recargó en mis piernas. Pam se ubicó en la orilla del sillón reclinable, cercano a la chimenea, pero Chow decidió permanecer de pie (en lo que yo calculé sería una distancia para embestir) cerca de Jason. La atmósfera se volvió menos tensa, a pesar de que no significaba que estuviera relajada-pero, aún así, era una mejora sobre los momentos pasados.

–Tu hermano debe quedarse y escuchar esto, – dijo Pam. – No importa cuanto desees qué él no sepa nada. Él necesita entender por que no debe intentar ganar ese dinero.

Jason y yo asentimos rápidamente. Difícilmente estaba en posición de decirles algo. Esperen un momento, ¡sí que puedo! Puedo decirles a todos ellos que su invitación para estar en mi casa quedaba rescindida, y entonces ¡poof!, todos caminando hacía fuera de la puerta. Me descubrí a mi misma sonriendo. Rescindir una invitación era extremadamente satisfactorio. Ya lo había hecho antes una vez; envié a dos, Bill y Eric, en cámara rápida fuera de mi sala de estar, y me había sentido tan bien que rescindí la invitación a cada vampiro que conocía. Pude sentir como mi sonrisa se esfumaba mientras pensaba más detenidamente.

Si me daba a esté impulso, tendría que permanecer en mi casa cada noche por el resto de mi vida, por que ellos regresaría al oscurecer del día siguiente y el día después, y así hasta que me atraparan, por que yo tenía a su jefe. Fulminé con la mirada a Chow. Estaba dispuesta a echarle toda la culpa de esto a él.

–Hace algunas noches, nosotros escuchamos-en Fangtasia, – Pam explicó para el beneficio de Jason, – que un grupo de brujas habían arribado a Shreveport. Una humana nos lo dijo, una que deseaba a Chow. Ella no sabía por qué estábamos tan interesados en esta información.

Eso no sonaba muy amenazante para mí. Jason se encogió de hombros.

–¿Y? – él dijo. – Caramba, todos ustedes son vampiros. ¿Qué pueden hacerles un puñado de chicas vestidas de negro a ustedes?

–Brujas verdaderas pueden hacernos mucho a los vampiros, – Pam dijo, con notable contención. – Las “chicas de negro” que te estás imaginando son solo clichés. Las brujas verdaderas pueden ser hombres y mujeres de cualquier edad. Son formidables y muy poderosos. Ellos controlan las fuerzas mágicas, y nuestra existencia está cimentada en la magia. Este grupo parece ser más… -Ellas se detuvo, intentando encontrar la palabra.

–¿Peliagudo? – Jason sugirió acomedido.

–Peliagudo, – ella estuvo de acuerdo. – No hemos descubierto que es lo que los hace tan fuertes.

–¿Cuál fue su propósito de venir a Shreveport? – Pregunté.

–Una buena pregunta, – dijo Chow aprobadoramente. – De hecho la mejor pregunta.

Lo miré frunciendo el ceño. No necesitaba su condenada aprobación.

–Ellos querían-ellos quieren-apoderarse de los negocios de Eric, – Pam dijo. – Las brujas quieren dinero como nadie más, y ellas se imaginaron que podían quedarse con los negocios, o hacer que Eric les pagará para que lo dejarán en paz.

–Dinero a cambio de protección. – Esto era un concepto familiar para cualquiera que viera la TV. – Pero, ¿como los pueden forzar a hacer algo? Chicos, ustedes son demasiado poderosos.

–No tienes ni idea cuantos problemas puede tener un negocio cuando las brujas quieren un pedazo de él. Cuando nos reunimos por primera vez con ellos, sus líderes-una pareja de hermana y hermano-lo insinuaron en voz alta. Hallow nos dejó claro que ella podía embrujar nuestro negocio, volver amargas nuestras bebidas alcohólicas, y ocasionar que los parroquianos se patinen sobre la pista de baile y nos demanden, ni que decir de los problemas de la plomería. – Pam alzó sus manos con disgusto. – Convertiría cada noche en una pesadilla, y nuestros ingresos caerían de un plumazo, quizás al punto de que Fangtasia no valdría nada.

Jason y yo nos dirigimos el uno al otro miradas cautas. Naturalmente, los vampiros estaban muy metidos dentro del negocio de los bares, dado que era lo más lucrativo en la noche, y de todas maneras estaban despiertos. Ellos le hacían a todo durante la noche; toda la noche tintorerías, toda la noche restaurantes, toda la noche cines y teatros… pero, el bar pagaba la mejor plata. Sí Fangtasia cerrara, la principal base financiera de Eric sufriría un descalabro.

–Así que ellos quiren dinero a cambio de protección, – dijo Jason. Él había mirado la trilogía de El Padrino mínimo unas quince veces. Pensé acerca de preguntarle si quería dormir con los peces, pero Chow estaba luciendo mosqueado, así que me contuve. Ambos estábamos solo a un paso con salto de una indeseada muerte, y sabía que no era momento de hacerme la simpática, especialmente con el tipo de humor que se aproximaba demasiado a la realidad.

–Así que, ¿como terminó Eric corriendo en la noche a lo largo de mi calzada sin camisa o zapatos? – Pregunté, pensando que era tiempo de lanzar toda la carne al asador.

Intercambios varios de miradas entre los dos subordinados. Mire hacía bajo a Eric, presionado contra mis piernas. Él parecía estar tan interesado en la respuesta como nosotros mismos. Su mano firmemente sobre mi rodilla. Me sentí como si estuviera cubierta por una gran manta de seguridad.

Chow decidió ser quién comenzará la narración.

–Les dijimos a ellos que debíamos discutir la amenaza. Pero la noche pasada, cuando fuimos a trabajar, una de las brujas de menor rango estaba esperando en Fangtasia con una propuesta alternativa. – Él se vio algo incómodo. – Durante nuestra primera junta con el aquelarre[3], Hallow, decidió que ella, ah, deseaba a Eric. Tal unión es altamente reprobada entre brujas, tú entiendes, ya que estamos muertos y la brujería, como se supone, es algo… orgánico. – Chow escupió la palabra como si fuera algo desagradable pegado a la suela de su zapato. – Por supuesto, la mayoría de las brujas nunca harían lo que este aquelarre estaba intentando. Toda esa gente esta guiada por el poder mismo, más que una religión detrás de ellos.

Esto era interesante, pero quería escuchar el resto de la historia. Igual que Jason, quién le hizo un gesto con la mano de «continúa». Con una sacudida a si mismo, como sí se sacará de sus propios pensamientos, Chow continuó.

–Esta cabecilla de las brujas, Hallow, le dijo a Eric, a través de su subordinada, qué si él iba a entretenerla durante siete noches, ella sólo demandaría el quince por ciento de su negocio, en lugar de la mitad.

–Debes tener cierta clase de reputación, – mi hermano le dijo a Eric, su voz llena de sincero respeto. Eric no tuvo mucho éxito tratando de ocultar su complacida expresión. Él estaba halagado de escuchar que era una especie de Romeo. Hubo una pequeñísima diferencia en la manera que él miró hacía mí al momento siguiente, y yo tuve un horrible sentimiento de algo inevitable-como cuando ves tu auto deslizarse colina abajo (aunque estés segura de haberlo dejado puesto en aparcado), y sabes que no hay manera de que puedas alcanzarlo y meterle el freno, no importa cuanto lo deseas. Ese auto va a chocar.

–A pesar de que algunos de nosotros pensamos que sería inteligente hacerlo, nuestro maestro se negó, – Chow dijo, disparándole a “nuestro maestro” una mirada muy poco amorosa. – Y nuestro maestro se rehusó en términos tan insultantes que Hallow lo maldijo.

Eric se vio avergonzado.

–¿Qué sería lo que te haría rechazar un trato tan placentero como esté? – Jason preguntó, honestamente confuso.

–No me acuerdo, – dijo Eric, moviéndose una fracción más cerca a mis piernas. Fracciones era lo más cercano que él podía obtener. Él se miraba relajado, pero yo sabía que no lo estaba. Podía sentir la tensión en su cuerpo. – Ni siquiera sabía mi nombre hasta que está mujer, Sookie, me lo dijo.

–¿Y como terminaste fuera en el bosque?

–No lo sé tampoco.

–Él simplemente se desvaneció de allí, – Pam dijo. – Estábamos sentados en la oficina junto con la joven bruja, y Chow y yo estábamos discutiendo con Eric acerca de su negativa. Y luego ya no lo estábamos.

–¿Suena alguna campana, Eric? – Pregunté. Y me descubrí a mi misma alcanzando su pelo para acariciarlo, como lo haría con un perro que se arrimara cerca de mí.

El vampiro se miró confundido. A pesar de que el inglés de Eric era excelente, de tanto en tanto una locución lo podía desconcertar.

–¿Te acuerdas de algo acerca de esto? – dije, más explícita. – ¿Tienes alguna memoria?

–Yo nací en el momento que estaba corriendo a lo largo del camino entre la oscuridad y el frío, – él dijo. – Hasta que tú no me ayudaste, yo estaba vacío.

Puesto de esa manera, sonaba terrorífico.

–Algo simplemente no concuerda, – dije. – Esto no iba a pasar así como así, sin ninguna advertencia.

Pam no se vió ofendida, pero Chow hizo su mejor esfuerzo en parecerlo.

–Ustedes dos hicieron algo, ¿no es cierto? Ustedes lo arruinaron. ¿Qué fue lo que hicieron? – Ambos brazos de Eric se enredaron alrededor de mis piernas, así quedaba afianzada en el lugar. Suprimí una pequeña espiral de pánico. Él solo se sentía inseguro.

–Chow perdió el control con la bruja, – Pam dijo, después de una significativa pausa.

Cerré mis ojos. Incluso Jason pareció percatarse a qué se estaba refiriendo Pam, por qué sus ojos se agrandaron. Eric giró su cara para frotar su mejilla a lo largo de mi muslo. Me pregunté por que estaría haciendo eso.

–Y en el momento que ella fue atacada, ¿Eric se desvaneció? – Pregunté.

Pam asintió.

–Entonces ella era con un señuelo embrujado.

–Aparentemente, – dijo Chow. – Aunque nunca había escuchado nada por el estilo, y no puedo ser acusado de ser el responsable de lo que pasó. – Su mirada penetrante me desafió a decir algo.

Volteé hacía Jason y puse los ojos en blanco. Tratar con la equivocación de Chow no era mi responsabilidad. Estaba más que segura que si la historia completa se le contará a la reina de Luisiana, el jefe supremo de Eric, ella quizás tendría algunas cositas que decirle a Chow acerca del incidente.

Hubo un pequeño silencio, durante el cual Jason se puso listo para abrir fuego verbal.

–Ustedes ya han estado en Merlotte´s antes, ¿no es verdad? – Él preguntó a los vampiros. – ¿Donde trabaja Sookie?

Eric se encogió de hombros; no recordaba. Pam dijo;

–Yo he estado, pero Eric no. – Ella me miró para confirmarlo, y después de hacer algo de memoria, asentí.

–Así que nadie va a asociar instantáneamente a Eric con Sookie. – Jason lanzó esta observación casualmente, pero se veía complacido y casi satisfecho.

–No, – Pam dijo lentamente. – Quizás no.

Allí definitivamente había algo que presentía debería comenzar a preocuparme en ese mismo momento, pero no podía discernir muy bien lo que era.

–Entonces está a salvo al menos en lo que a Bon Temps se refiere, – continuó Jason. – Dudo que alguien más lo haya visto anoche, a excepción de Sookie, y que me maldigan si puedo entender por qué él terminó corriendo en ese camino en particular.

Mi hermano tenía un segundo punto excelente. De verdad que esta noche estaba operando con todas sus baterías al máximo.

–Pero un montón de gente de por aquí maneja a Shreveport para ir al bar, Fangtasia. Incluso yo mismo he ido. – Jason dijo. Esto era nuevo para mí, y le dirigí una mirada asesina. Él se encogió de hombros y se vió algo avergonzado. – Bueno, ¿qué va pasar cuando alguien trate de obtener la recompensa? ¿Cuando ellos llamen al número de teléfono en el cartel?

Chow decidió contribuir un poco más a la conversación.

–Desde luego, el “amigo preocupado” que responda vendrá primero que nada a charlar con el informante. Sí el que llamó puede convencer al “amigo preocupado” que vió a Eric después de que la perra bruja le lanzó el embrujo, las brujas comenzarían a buscar en esta área en específico. Tendrían la seguridad de encontrarlo. Intentarían contactar a las brujas locales, para ponerlas a trabajar en esto también.

–No hay brujas en Bon Temps, – Jason dijo, mirándose sorprendido de que Chow pudiera siquiera sugerir esa idea. Allá iba de nuevo mi hermano, dando las cosas por sentado.

–Oh, apostaría que si las hay, – dije. – ¿Por qué no? ¿Te acuerdas de lo que te comenté? – A pesar de que había estado pensando en Lobatos y Adaptos cuando lo había prevenido de que existían cosas en el mundo que él no querría ver.

Mi pobre hermano está noche estaba siendo sobrecargado con información.

–¿Por qué no? – Él repitió débilmente. – ¿Quiénes podrían ser?

–Algunas serían mujeres, otros serían hombres, – dijo Pam, sacudiendo y juntando sus manos como si ella estuviera hablando de alguna clase de peste infecciosa. – Son como cualquier otro que lleva un vida secreta-la mayor parte de ellos son muy agradables, aparentemente inofensivos. – Aunque Pam no sonó muy convencida cuando dijo esto. – Pero lo malo tiende a contaminar lo bueno.

–Como sea, – dijo Chow, mirando pensativamente a Pam, – este es un rincón tan olvidado que quizás aquí haya muy pocas brujas en el área. No todas ellas están en aquelarres, obtener la cooperación de una bruja sin aquelarre sería muy difícil para Hallow y sus seguidores.

–¿Por qué no pueden estas brujas de Shreveport lanzar un embrujo para encontrar a Eric? – Pregunté.

–No pueden encontrar nada de él que les sirva para preparar ese embrujo. – Pam dijo, y ella sonó como si supiera muy bien de lo que estaba hablando. – No pueden ir a su lugar de descanso durante el día para obtener pelo o ropa que lleve su esencia. Y no hay nadie alrededor que tenga la sangre de Eric dentro.

Ah-oh. Eric y yo nos miramos de reojo el uno al otro por un momento. Allí estaba yo; y esperaba ardientemente que nadie más supiera esto aparte de Eric.

–De todas maneras, – Chow dijo, cambiando de pie en pie, – en mi opinión, desde el momento en que estamos muertos, esa clase de cosas no podría funcionar para realizar un embrujo.

Los ojos de Pam se entrecerraron al mirar a Chow. Estaban intercambiando ideas de nuevo, y no me gustó. Eric, la causa de toda esta mensajería mental, estaba mirando de uno hacía otro a sus dos compis vampiros. Incluso para mi él se veía bastante despistado.

Pam se dirigió a mí.

–Eric deberá quedarse aquí donde está. Moverlo a otro lugar lo expondría a más peligro. Con él fuera del camino y seguro, podremos tomar medidas preventivas contra las brujas.

–Irán contra el patriarca, – Jason susurró en mi oído, todavía adherido a la terminología de El Padrino.

Ahora que Pam lo había dicho en voz alta, pude ver claramente porque debía haber empezado a preocuparme cuando Jason comenzó a enfatizar cuán imposible era que alguien asociará a Eric conmigo. Ninguno creería que un vampiro con el poder y la importancia de Eric estaría aparcado con una camarera humana.

Mi amnésico invitado lucía desconcertado. Me incliné hacía él, consintiéndome brevemente el impulso de acariciar su pelo, y luego sostuve mis manos sobre sus oídos.

Él me permitió esto, incluso puso sus propias manos sobre las mías. Iba a intentar pretender que él no podría oír lo que estaba por decir.

–Escuchen, Chow, Pam. Esta es la peor idea que jamás escuche. Les diré el por qué. – Me costó sacar las palabras bastante rápido, de manera enérgica. – ¿Cómo se supone que lo voy a proteger? ¡Ustedes saben como va a finalizar esto! Voy a terminar golpeada. O quizás incluso hasta muerta.

Pam y Chow me miraron con expresiones idénticas en blanco. Igual podrían haberme dicho: “Y, ¿cual es el punto?”

–Sí mi hermana va a hacer esto, – Jason dijo, descartándome por completo, – ella merece recibir un pago por ello.

Hubo lo que se llamaría un silencio incómodo. Me atraganté al mirarlos.

Simultáneamente, Pam y Chow asintieron.

–Como mínimo, la misma cantidad que hubiera obtenido el informador que llamara al teléfono impreso en el cartel, – Jason dijo, sus brillantes ojos azules iban de una cara pálida hacía otra. – Cincuenta mil.

–¡Jason! – Finalmente pude encontrar mi voz, y le tapé aún más fuerte con mis manos las orejas a Eric. Estaba avergonzada y humillada, sin estar en condiciones de saber exactamente por qué. Por otro lado, mi hermano estaba arreglando mis asuntos como si fueran de él.

–Diez, – dijo Chow.

–Cuarenta y cinco, – Jason respondió.

–Veinte.

–Treinta y cinco.

–Hecho.

–Sookie, iré a traerte mi escopeta, – dijo Jason.

Capítulo 3

–¿Cómo ocurrió esto? – le pregunté al fuego de la chimenea, cuando todos ellos se habían ido.

Todos a excepción del gran vampiro Vikingo que se suponía, debía preservar y proteger.

Estaba sentada en el tapete de frente al fuego. Acaba de lanzar una pieza más de madera y las flamas eran realmente deliciosas. Necesitaba pensar acerca de algo placentero y confortable.

Vi un gran pie desnudo con la esquina de mi ojo. Eric se sentó abajo para reunirse conmigo enmedio del tapete.

–Creo que esto ocurrió porque tienes un hermano avorazado, y porque tú eres la clase de mujer que se detendría por mí, a pesar de tener miedo, – Eric dijo acertadamente.

–¿Cómo te sientes acerca de todo esto? – Nunca le hubiera preguntado esto a Eric en su sano juicio, pero él todavía se veía tan distinto; tal vez no el desbarajuste completamente aterrorizado que él había sido la noche anterior, pero todavía muy no-Eric. – Quiero decir-es como si tú fueras un paquete que ellos acaban de meter en un almacén de deposito, siendo yo el almacén.

–Me alegra que ellos me teman lo suficiente para asegurarse de cuidarme bien.

–Umh, – dije inteligentemente. No era la respuesta que había esperado.

–Debo ser una persona atemorizante, cuando soy yo mismo. ¿O inspiro tanta lealtad por mis buenas obras y maneras amables?

Me reí disimuladamente.

–Creo que no.

–Tú estás bien, – dije tranquilizadoramente, aunque puestos a pensar, Eric no lucía como alguien que necesitara mucho consuelo. De todos modos, ahora yo era responsable de él. – ¿No tienes frío en tus pies?

–No, – él dijo. Pero ahora estaba en el negocio de cuidar a Eric, quién no necesitaba que lo cuidarán. Y yo estaba siendo pagada con una cantidad de dinero asombrosa para hacer solamente esto, me recordé a mí misma duramente. Me estiré para agarrar el viejo edredón de la parte trasera del sillón y le cubrí sus piernas y pies en cuadros verdes, azules y amarillos. Me eché de espaldas en el tapete junto a él.

–Esto es realmente horrible, – dijo Eric.

–Eso es lo que solía decir Bill. – Rodé sobre mi estomago y me descubrí sonriendo a mi misma.

–¿Donde se encuentra este Bill?

–Está en Perú.

–¿Él te aviso que se iba?

–Sí.

–¿Puedo asumir que tu relación con él se acerca a su fin?

Esa era una muy buena manera de ponerlo.

–Hemos dejado de vernos. Parece que será de modo permanente, – dije, mi voz llana.

Él estaba sobre su estomago junto a mí ahora, apoyado sobre sus codos para que pudiéramos hablar. Él estaba un poquito demasiado cercano de lo que me hacía sentir cómoda, pero tampoco quería hacer una montaña de un grano de arena, o escabullirme. Él se dio la media vuelta para cubrirnos con el edredón a ambos.

–Cuéntame acerca de él, – dijo Eric inesperadamente. Todos ellos, él, Pam y Chow, había tomado un vaso de TrueBlood antes de que los otros vampiros se retirarán, y él se veía rozagante.

–Ya conoces a Bill, – le conté, – Él trabajó para ti un tiempo. Supongo que no puedes acordarte, pero Bill es-bueno, él es del tipo calmado y reservado, es muy protector, y no parece conseguir entender algunas cosas a través de su cabeza. – De todas las personas que conozco, nunca pensé que estaría con Eric desmenuzando mi relación con Bill.

–¿Él te ama?

Suspiré y mis ojos se llenaron de lágrimas, como seguido me pasa cuando pienso en Bill-una Chica Chillona, esa soy yo.

–Bueno, él decía que sí, – murmuré tristemente. – Pero luego cuando esta vampira mandamás lo contactó de alguna manera, él salió corriendo tras ella. – Según creía ella, le había mandado un email. – Él había estado enredado con ella antes, y ella resultó ser su, no sé como le llaman ustedes, quién lo convirtió en un vampiro. Lo trajo sobre, él decía. Así que Bill regresó con ella. Él dice que tenía que hacerlo. Y luego él descubrió… -miré de reojo hacía Eric con las cejas significativamente alzadas, Eric se miraba fascinado. – …que ella trataba solamente de atraerlo al lado muchísimo más oscuro.

–¿Perdón?

–Ella estaba intentando conseguir que él fuera a otro grupo de vampiros en Misisipí y traer consigo la (realmente valiosa) base de datos de computadora que él había estado reuniendo para tu gente, los vampiros de Lusiana, – dije, simplificando un poquito como cortesía a la brevedad.

–¿Qué ocurrió?

Esto era tan divertido como charlar con Arlene. Quizás hasta más, porque nunca había podido contarle a ella la historia completa.

–Bueno, Lorena, ese era su nombre, ella lo torturó a él, – dije, y los ojos de Eric se agrandaron. – ¿Puedes creerlo? ¿Qué ella fuera capaz de torturar a alguien que le había hecho el amor? ¿Alguien con quién había vivido durante años? – Eric movió su cabeza incrédulo. – De todas maneras, tu me dijiste ir a Jackson para encontrarle, y como una especie de levanta-pistas fui a un bar exclusivo para los Supes. – Eric asintió. Evidentemente, no tenía que explicarle que los Supes significaban los seres sobrenaturales. – Su nombre real es Josephine´s, pero los Lobatos lo llaman Club Muerto. Tú me pediste ir allá con un Lobato muy lindo que te debía un gran favor, y me quedé en su apartamento. – Alcide Herveaux todavía figura en mis fantasías dormida y despierta. – Pero termine siendo herida gravemente, – concluí. Muy dañada, como siempre.

–¿Cómo?

–Me clavaron una estaca, lo creas o no.

Eric se miró apropiadamente impresionado.

–¿Tienes cicatriz?

–Ahá, a pesar de… -Y me detuve de improviso.

Él hizo una indicación que estaba esperando a que continuara.

–¿Qué?

–Tú conseguiste que uno de los vampiros de Jackson me arreglara la herida, así que sobreviví… y luego tú me diste sangre para que sanara más rápido, así podría buscar a Bill durante el día. – Recordar la manera que Eric me había dado su sangre hizo que mis mejillas se pusieran rojas, lo único que podía desear es que Eric atribuyera mi rubor al calor del fuego.

–¿Y luego salvaste a Bill? – Él dijo, pasando de largo la parte delicada.

–Sí, lo hice, – dije orgullosamente. – Le salvée su culo. – Rodé sobre mi espalda y mire hacía él. Caramba, era lindo tener alguien con quien hablar. Alzé mi playera y me incliné parcialmente de lado para enseñarle a Eric la cicatriz del costado, y él se vio impresionado. Él tocó la brillante área con la yema del dedo y sacudió su cabeza. Me volví a arreglar la ropa.

–¿Y qué le pasó a la vampira mandamás? – Preguntó.

Lo miré con recelo, pero él no pareció estarse burlando de mí.

Bueno, – dije, – uhm, de hecho, fue una especie de… Ella llegó en el momento que estaba desencadenando a Bill, y me atacó, y yo tuve que protegerme… matándola.

Eric me miró atentamente. No pude descifrar su expresión.

–¿Habías matado alguna vez a alguien antes? – Preguntó.

–¡Por supuesto que no! – Dije indignada. – Bueno, herí a un tipo que estaba intentando matarme, pero él no se murió. No, yo soy humana. No tengo que matar a nadie para vivir.

–Pero los humanos matan a otros humanos todo el tiempo. Y ellos ni siquiera necesitan comérselos o tomar su sangre.

–No todos los humanos.

–Tienes razón, – él dijo. – Nosotros los vampiros somos asesinos.

–Pero de cierta manera, ustedes son como los leones.

Eric se miró sorprendido.

–¿Leones? – Dijo débilmente.

–Leones y esas cosas de matar. – En ese momento esa idea surgió como una inspiración. – Así que ustedes son depredadores, como los leones y las aves rapaces. Porque ustedes necesitan lo que matan. Tú tienes que matar para comer.

–Aferrarse a esta teoría consoladora hace que nos veamos casi igual a ti. Y solíamos serlo. Y también nosotros podemos amarte, así como alimentarnos de ti. Difícilmente podrías decir que el león quiere acariciar al antílope.

De repente hubo algo en el aire que no existía momentos antes. Me sentí un poco como el antílope que estaba siendo acechado-por un extravagante león.

Me sentí más cómoda cuando había estado cuidando a una víctima aterrorizada.

–Eric, – dije, de manera cauta, – tú sabes que eres mi invitado aquí. Y tú sabes que si te digo que te vayas, lo que haré si no te comportas conmigo, te encontrarías fuera en algún lugar a mitad del campo con un albornoz que es demasiado pequeño para ti.

–¿He dicho algo que te ha hecho sentir incomoda? – Él estaba (aparentemente) completamente contrito, sus ojos azules reluciendo con sinceridad. – Lo lamento. Estaba intentando seguir el tren de tus comentarios. ¿Tienes algo más de TrueBlood? ¿Qué ropas consiguió Jason para mí? Tu hermano es un hombre muy astuto. – Él no sonó cien por ciento admirativo cuando me dijo esto. No lo culpo. La astucia de Jason podría costarle a él treinta y cinco mil dólares. Me fui a traer la bolsa de Wal-Mart, esperando que a Eric le gustara su nueva sudadera del Tecnológico de Luisiana y sus jeans baratos.

Cerca de medianoche me fui acostar, dejando a Eric absorto con mis cintas de video de la primera temporada de Buffy the Vampire Slayer. (Que, aunque bienvenidas, de hecho habían sido un regalo de coña por parte de Tara.) Eric pensó que el programa era hilarante, especialmente la manera en que las frentes de los vampiros se hinchaban hacia fuera cuando ellos se veían afectados por el ferviente deseo de sangre. De tanto en tanto, mientras me dirigía hacía mi cuarto, pude escuchar a Eric riendo. Pero el sonido no me molestó. Encontré reconfortante el escuchar a alguien más en la casa.

Me tomó un poco más de lo normal caer dormida, porque estaba pensado acerca de las cosas que habían ocurrido ese día. Eric estaba en un programa de protección para testigos, de cierta manera, y yo estaba proveyendo la casa de seguridad. Nadie en el mundo-bueno, excepto por Jason, Pam, y Chow-sabía donde estaba en este momento el sheriff del Área Cinco.

Quién también se estaba deslizando dentro de mi cama.

No quería abrir mis ojos y pelear con él. Ya estaba en aquel punto para dormir entre la consciencia y la inconsciencia. Cuando él se había subido en la cama la noche anterior, Eric había estado tan asustado que me yo me había sentido casi maternal, confortándolo al tomarle su mano y reasegurándolo con eso. Esta noche no se veía así como, bueno, neutral, el tenerlo en la cama conmigo.

–¿Frío? – murmuré, cuando él se arrimó mas cerca.

–Um-hum, – él susurró. Estaba sobre mi espalda, tan cómoda, que no contemplaba siquiera moverme. Él estaba de lado estudiándome, y puso un brazo alrededor de mi cintura. Pero no se movió una pulgada más, y se relajó por completo. Después de un momento de tensión, yo también lo hice, y luego estuve… muerta para el mundo.

***