1
Yo tengo un collar de perlas
enfilado para darte:
de perlas hacen mis besos
y de hilo mi anhelarte.
2
Si ayer al rozar tu puerta
más triste el viento pasó,
mira: llevaba un suspiro;
tú sabes quién lo envió.
3
Yo te entregué el corazón,
y tú, ¡qué trato le diste!
Será por estar dañado
que aún no me lo devolviste…
4
La tierra está muerta, y nada
vive más que el corazón…
¡Te envuelve la tierra fría,
pero mi saudade no!
5
Deja que un momento piense
que tú aún vives a mi lado…
¡Triste de quien por sí mismo
precisa ser engañado!
6
Muerto, he de estar a tu lado
sin sentirlo ni saberlo…
Incluso así, eso me basta
para querer estar muerto.
7
No sé si el alma pervive…
¡Moriste! ¡Quiero morir!
Si sí, te veré; si no,
te podré olvidar así.
8
Oh tiempo, tú que nos traes
cuanto en nuestra vida viene,
¿por qué no vienes y matas
a quien ni saudades tiene?
9
¡Ay, quién me llevara al tiempo
en que el amar era un bien!
¡Ay, el amor de mi padre
y los besos de mi madre!
10
Verdes campos, verdes campos,
verdura perecedera,
aún vais a ser verdes campos
mucho después que yo muera.
11
Caja que no tiene tapa
queda siempre destapada.
Dame una sonrisa tuya
y ya no te pido nada.
12
Fui de paseo al pomar,
fui al pomar porque lo vi.
No fui allí por ir allí,
sólo por no estar aquí.
13
Desplegaste el abanico
pero no te abanicaste.
Amor que piensa y que piensa
o empieza o ya va a acabarse.
14
Te esperé dos horas largas,
dos años te esperaría.
Dime: ¿debo esperar más?
¿No vienes porque es de día?
15
Toda la noche en la pila
oí al agua gotear.
Y en mi alma toda la noche
que no me puedes amar.
16
De día es día, y de noche
noche, y no puedo dormir…
De día si no te veo,
de noche pensando en ti.
17
En tu mano va una rosa,
la cogiste distraída…
¿Y qué hay de mi corazón,
que lo cogiste advertida?
18
Tus ojos tristes, parados,
y mirando al infinito…
¡Ay amor mío, amor mío,
si yo fuera ningún sitio!
19
Después del día, la noche,
después de la noche, el día,
y después de las saudades
las saudades que ya había.
20
Vi a lo lejos un navío,
sólo tenía una vela.
Iba solo por el mar…
pero ésos no dan pena.
21
Comí rajas de melón
y bebí vino después.
Cuanto más te miro a ti,
que no somos dos más sé.
22
Llevas un pañuelo nuevo
al desgaire en la cabeza;
si te beso en la esquinita
lo ha de saber quien nos vea.
23
Hay una imagen de Cristo
en la cama en que te acuestas,
pero no me crucifican
las miradas que me echas.
24
Tía Anica, de la feria
trajo un bote para el té,
una fresa, e igual curda
que llevaba cuando fue.
25
Y al acabar estos versos
hechos en modo menor
hay que rendir homenaje
a la curda del cantor.
26
Toda una noche, una noche,
una noche sin pensar…
una noche sin dormir
y sin que vaya a acabar.
27
Ese tiesto en tu ventana
¿fue una señal? ¿no fue nada?
¿O es para que piense en ti
el que no te importa nada?
28
Llevas el cabello corto
y antes lo llevabas largo.
De cualquier modo quien te ama
piensa que lo haces por algo.
29
Oh pastora, pastorcilla,
que ovejas tienes y risa;
su eco se escucha en el aire
y nada más se precisa.
30
Abanicando el fogón
la ruborizó el calor.
¡Ay, quién la ruborizara
de una manera mejor!
31
Albahaca, te la dieron,
amor, te lo quieren dar.
Te quedaste la albahaca,
el amor se va a esperar.
32
Doña Rosa, doña Rosa,
¿de qué rosal viene usted,
que no tiene más que espinas
para quien la quiere bien?
33
El lazo que hay en tu pecho
parece dado a fingir.
Oculta que es lazo falso,
lo mismo que tu reír.
34
Doña Rosa, doña Rosa,
cuando aún eras un botón
¿quién te dijo que las flores
no han de tener corazón?
35
Aunque no puedo decirlo,
te he de decir un secreto.
Con esto, ya te lo he dicho;
harta estabas de saberlo.
36
Las cuadrillas de las mozas
pasan por la calle y cantan.
Aunque no oigo sus cantares
siento una pena por nada…
37
Rezas porque otros rezaban,
vistes a la moda ajena…
cuando ames, a ver si amas
sin ser por ideas previas.
38
La Virgen de las Angustias
tiene imagen en la iglesia.
El dolor que a mí me angustia
no tiene ni quien lo vea.
39
Están tocando a rebato
y en seguida te levantas.
Tu pecho sólo no late
por aquel que por ti arda.
40
Mal me quisiste tratar,
tu desprecio me dolió,
pero no lo puedo odiar
por ser tú quien despreció.
41
¡El corazón es pequeño,
el pobre, y trabaja tanto!
Pensando en llorar, de día,
y de noche con su llanto…
42
Me dieron un clavel rojo
diciéndome: «Así es la vida»,
pero me olvidé el clavel
a la hora de la salida.
43
Hice estallar un cartucho
contra la pared de al lado.
Lo mismo haría a la vida,
que al soñar soy muy lanzado.
44
Cogiste una margarita,
no la trajiste al entrar,
no quisiste ver la suerte
que ella te podía dar.
45
Cuando te arreglas el pelo
con la mano, distraída,
se me enreda por completo
lo que pienso de la vida.
46
Tus ojos de quien no mira
vagan, quedan a distancia.
Si fueses menos bonita
no tendría eso importancia.
47
Tú no eres quien yo creía
pero eso no es un problema,
tampoco soy quien pensaba
y eso no me causa pena.
48
Por los caños corre el agua
siguiendo su propia ley.
Pareces, vista de lado,
aquella que imaginé.
49
Aunque veas que te miro,
no es que me suelas gustar.
A mí el sol me gusta mucho
y no lo puedo mirar.
50
Te diste la vuelta cuando
iba a decirte, al llegar,
que si te dabas la vuelta
a mí no me iba a importar.
51
La finca que nunca tuve
tiene un pozo que no está
donde ha de ir a buscar agua
alguien que te entenderá.
52
Somos débiles y errados
como hojas que el aire avienta…
Ya sé, aunque echemos los dados
es Dios quien echa la cuenta.
53
Ay arroyuelo, arroyuelo
de tan susurrante hablar,
enséñame tu camino
de pasar sin desear.
54
De la torre de la iglesia
se ve el campo a la redonda.
De lo alto de la esperanza
se ve bien la vida toda.
55
Dame una sonrisa alegre,
di algo que me haga reír.
Sólo con verte y oírte
ya me tengo por feliz.
56
Te apretaste el cinturón
con el clavel en la boca.
No sé decir lo que siento
si lo que siento me toca.
57
Con un gesto de tu cuerpo
hecho sin darle importancia
haces más mal que el demonio
en días de malandanza.
58
Ese chal que te agenciaste
para parecer más alta
le da a tu cuerpo ese brío
que a mis palabras les falta.
59
Tiene un escote pequeño,
aire tranquilo y modesto,
¡pero a ver quién sabe de algo
que sea peor que esto!
60
Tus ojos miran al suelo
por no mirarme de frente.
¿Qué pretendes, sonreír
o reír? Es diferente.
61
Fui a pasear al jardín
sin saber si había flores.
Pasea así por la vida
quien tiene o no tiene amores.
62
Por la noche oí a los perros,
por la mañana a los gallos.
Tristezas… sé que vendrán.
Placeres… ira buscarlos.
63
Me dieron, para reírse,
una corneta de barro
para tocarla a la entrada
en el Castillo del Diablo.
64
Cuando te apreté la mano
de aquel modo, así así,
sentí que mi corazón
me preguntaba por mí.
65
Ibas con vestido negro
aquel día de alegría…
¡Qué propia! Se pone luto
todo aquel que en ti confía.
66
El día en que tú te cases
he de ir a verte a la iglesia
para que en tu sacramento
haya alguien que te quiera.
67
¿Quién hizo que te quisiese
como si fuera una flor?
Mejor fuera que me hiciese
nada querer del amor.
68
En baile en que bailan todos
alguien queda sin bailar.
Mejor será no ir al baile
que estar en él sin estar.
69
Margarita, Margarita,
tu nombre es nombre de flor,
porque, en lo que hace a tu vida,
ésa es un poco peor…
71
Cuando es la época del trigo,
época es de cosechar.
La verdad es un postigo
al que nadie acude a hablar.
72
Giran los bailes de rueda
porque es de rueda el rodar.
Yo no te conozco entera
ni quiero en ello pensar.
73
¿Ser discreto es conveniente?
No sé si vale la pena.
Lo mejor es estar quieto
y con la cara serena.
74
Romero que a mí me dieren,
Romero que yo daré;
todo el mal que a mí me hicieren
va a ser el bien que yo haré.
75
Un reloj parado tengo,
por él siempre me he guiado.
Es un préstamo el reloj,
las horas son al fiado.
76
Tus zapatillas golpean
el suelo con el talón.
Antes quiero que me maten
que oír pararse ese son.
77
Tu falda no es de batista,
tu falda es mucho mejor.
Con cualquier cosa estás guapa,
y es lo guapa lo peor.
78
Vuelves la cabeza y se echan
tus pendientes a bailar.
Son igual que golondrinas
que no saben aún volar.
79
La rosa que hay en tu mano
tal vez me la pienses dar.
Las rosas que hay en tu cara
bien las sabes tú guardar.
80
De paseo por la finca,
por la finca de paseo,
siempre me ando haciendo un lío
con aquello que yo siento.
81
¡Arcaduces de la noria
que dan vueltas sin parar
para adentro, para afuera,
y no saben acabar!
82
Ay mi chiquilla la rubia,
ay mi rubia, mi chiquilla,
¡dile a quien te vea ahora
que antes eras una niña…!
83
Llevas al pecho una rosa
y como tu andar no hay dos…
¡Si tuvieras el detalle
de amar a alguien, que soy yo!
85
Tienes libros que no lees,
y flores, y las deshojas;
y a tu lado un corazón
que ni lo ves ni lo tocas.
86
No dices si te ha gustado
aquello que te callé.
Bien sé que lo adivinaste.
Lo que pensaste, no sé.
88
El tiesto que le di a aquella
que ignora quién se lo dio,
que lo ponga en la ventana;
nadie sabrá que fui yo.
89
Tuve una flor para dar
a quien no llegué a decir
que le pretendía hablar.
La flor tuvo que morir.
90
Cuando miraste hacia atrás
pensé que no era por mí.
Pero miraste; eso hace
que fuese mejor así.
91
Todos los días me acuerdo
de aquel gesto tan salado
con que cogiste el pañuelo
que se te había olvidado.
92
En la salvilla de plata
colocas los alfileres…
pero en ninguna colocas
aquello que tú prometes.
93
Adiviné lo que piensas
sólo con saber que no era
una de esas cosas grandes
que mi alma siempre espera.
94
Te he oído cantar de día,
de noche te oí cantar.
¡Ay de mí, si es de alegría!
¡Ay de mí, si es de pesar!
95
En un botijo de barro
se bebe el agua más fría.
El que está triste no duerme.
Vela quien tiene alegría.
96
La margarita arrancaste;
nada te dio con su fin.
El amor que me arrancaste,
a quien nada dio, fue a mí.
97
Tu chal, el de seda oscura,
va puesto en tal posición
que cuelga con alegría
dentro de mi corazón.
98
La rosa que no se corta
no por eso vive más.
No hay nadie que no te vea
que no te quiera cortar.
99
Perejil que se compró
no es mejor que el regalado.
Deja el perejil a un lado
y toma mi corazón.
100
Rosa verde, rosa verde…
¿rosa verde es algo que hay?
Es un algo que se pierde
cuando la gente no está.
102
Hay verdades que se dicen
y otras que nadie dirá.
Algo tengo que decirte
mas no sé dónde estará.
103
Cuando el domingo paseas
llevas un vestido claro.
No es aquel que te conozco,
pero es en ti en quien reparo
104
Llevabas en el paseo
un vestido aceituní.
No es el que yo te conozco…
¡no me conozco ni a mí!
105
De verte tengo intención
pero no sé cómo acierte.
Paseas por donde no ando,
andas sin que yo te encuentre.
106
Golondrina que pasaste,
¿quién es quien te esperaría?
Sólo quien te vio pasar
y te esperó al otro día.
107
Cuanto quieren que parezcas,
nube del cielo, pareces.
¡Si al menos me dieses tú
lo que no puede tenerse!
108
El murmurillo del agua
en un regato se pierde;
la ilusión se vuelve pena
si la verdad la revuelve.
109
Leve sombra, vas al suelo
a caminar aun sin ser.
Igual que mi corazón,
que siente sin poseer.
110
Yo no pedí tu cariño
cuando podía rogarte.
Tengo el cariño del vino,
que no puede traicionarme.
111
Dos veces sonó la hora:
los relojes eran dos…
Así mi alma, señora,
repite lo que sois vos.
112
Dejaste caer la liga
porque no estaba apretada…
Por más que la gente diga,
la gente no dice nada.
113
No hay verdad en esta vida
que no se diga mintiendo.
Hay quien corre a la subida
para bajar sonriendo.
114
En el día de San Juan
hay hogueras y folias.
Unos gozan y otros no,
igual que los demás días.
115
San Antonio de Lisboa
era un gran predicador,
pero es por ser de Lisboa
que ellas le tienen amor.
116
Aquel loro del palacio
no hablaba, sólo silbaba.
Sabía que la verdad
no es asunto de palabra.
117
Te echaste la toca negra
que al volver te quitarás.
La que en el alma me echaste
no se va. ¡Déjala estar!
118
Llevas los pendientes largos,
esos pendientes que son
como saudades que quedan
pendientes del corazón.
119
Alta va nube que pasa,
alto va mi pensamiento,
que es esclavo de tu gracia
como la nube del viento.
120
Haces trabajos de punto
por no aburrirte y pensar.
Quien trabaja en hacer punto,
¡si trabajase en amar!
121
Tú y yo a la vera del pozo
comprobamos que es profundo.
Se echa una piedra, y lo que oigo
es tu mirar, que es mi mundo.
122
Aquella señora vieja
que se expresa con esmero
es parecida a una abeja
que dijera: «No molesto».
123
María, cuando te llame,
María, a decirme vente
que acudir te es imposible.
Así conseguiré verte.
124
La boca, encima los ojos,
y a ambos veo sonreír…
Ya sé dónde está la rima
de lo que no oso pedir.
125
La del pañuelo quitado
llegó de la feria ahora
y se ríe sin sentido,
pero no vi dónde mora.
126
Quien borda piensa que borda,
pero borda lo ocurrido…
No me das una palabra,
la palabra que no olvido.
127
Llevas peineta española
en tu pelo portugués,
pero cuando el sol te da
eres tú misma otra vez.
128
Boca de risa escarlata
y sonrisa de reír…
Mi corazón late, late
al verte y oírte a ti.
129
Has encendido una vela
con ese aire con que engañas.
Ya no es de noche en el pueblo
ni en el cielo, si te callas.
130
Yo te pedí por dos veces,
por dos veces, bien lo sé,
que por fin me respondieses
a lo que no pregunté.
131
No digas mal de ninguno,
porque dices mal de ti
cuando dices mal de alguno.
Todo en el mundo es así.
132
Todas las cosas que dices
al final no son verdad.
Mas, si nos hacen felices,
eso es la felicidad…
133
El reloj de tu muñeca
lo enseñas sin ton ni son.
Y al mirarlo, sé que me echas
de ese tu mal corazón.
134
Haces nudos en el hilo
para que se pare al fin.
Por más que yo piense y sueñe,
nunca te anudas a mí.
135
Cuando me cogí la curda
en que te intenté besar,
la verdad tenía entera:
la de no lo desear.
136
Yo no sé qué cosas piensas
cuando coses sosegada…
Puede que en esas ofensas
que dices sin hacer nada.
137
Las gaviotas, tantas, tantas,
vuelan por el río al mar…
También sin querer encantas,
no te hace falta volar.
138
Las olas de la marea
nadie las puede contar.
Si pasas y no se fijan,
fíjalos con tu mirar.
139
Hay un sosiego en la playa
que a la marea sosiega.
Tu pañuelo de cambrai
hasta cuando llama, niega.
140
Todos los días que pasan
sin que pases por aquí,
son días que me desgracian
porque me privan de ti.
141
Quién pudiera, cuando pasas
por la calle y no me ves,
pensar que hay cosas mejores
y que las pueda tener.
142
Cuando cantas, disfrazando
con la canción el cantar,
parece más suave el viento
y el aire, en su suavidad.
143
Ay, qué tristeza más grande
desearte sólo a ti
cuando ya estaba seguro
de amarte porque te vi.
144
Ni la mantilla española
que llevabas por llevar
te hacía parecer loca,
pues no lo puedes estar.
145
Boca de risa escarlata,
dientes blancos en el medio,
mi corazón late, late,
late porque tiene miedo.
147
¿Tú por qué sales el jueves
si el domingo es el que es mío?
No, no es esa la manera
de saber que yo soy tuyo.
148
Cuando le digas a alguien
otra vez lo que no he dicho,
puedes decirle también
que eso ha sido un desatino.
150
Cuando pasa alguna nube,
una sombra también pasa.
Nadie llama una desgracia
a no tener lo que falta.
151
Al borde de la ventana
alguien te vio sonreír.
¿Por qué al borde, si no es esa
posición propia de ti?
152
Si el domingo me sonríes,
el lunes me acordaré.
Ya sabes que yo te sigo
aunque siempre quieto esté.
153
Tus ojos de quien no quiere
buscan a quien yo no sé.
Si el amor te llega un día
mirarás cual yo miré.
154
¡Pobre de aquél que es él mismo
en vez de ser quien fingió!
Por más que vele, la gente
descubre que se durmió.
155
No me digas que me quieres,
que no lo sé comprobar,
pues son muchas las mujeres
y mienten todas igual.
156
Agua que no está en el cántaro
es como si no estuviese.
Tal la madre, tal la hija…
mejor Dios no las hiciese.
157
Rubia de los ojos tristes
que no me quiso escuchar…
yo quiero saber si existes
por ver si te voy a amar.
158
Había sombra en la huerta
cuando llevé allí a mi amiga…
¡Ser feliz es lo que importa
y no cómo se consiga!
159
Mi corazón incompleto,
¿a ti qué te incompleto?
¿Fue la rubia esa de negro
o Dios, porque la creó?
160
Muele café el molinillo,
de los granos hace polvo.
Este polvo que es mi alma
molió quien me deja solo.
161
El Rey de Ninguna Cosa
por ser causante de todo
decretó que hubiese espuma
y el mar hablase a su modo.
162
Dicen que no eres aquella
que te creían aquí.
Pero eres alguien y bella,
pues ¿qué más querrán de ti?
163
Tiene una tapa una caja,
tiene un pico una tetera…
Lo mejor que cree la gente
¿si fuese de otra manera?…
164
Tengo un librito en que escribo
cuando me olvido de ti.
Un libro de tapa negra
en el que aún nada escribí.
165
Ojos tristes, grandes, negros,
que nos dicen sin hablar
que no habrá ni hijos ni nietos
por no querernos amar.
166
Mi corazón al latir
me está siempre recordando
que si algún día te olvido
será porque se ha parado.
167
Cuántas veces la memoria
para fingir que aún es alguien
nos cuenta una gran historia
donde no hay presente nadie.
168
Has doblado el mantel blanco
con una calma vulgar.
Ya nadie de ti me salva.
Verte a ti en torno es amar.
169
Llevas el vestido nuevo,
sabes muy bien cómo vas.
¡Qué bonita entre la gente,
aunque te quedes atrás!
170
Tu boca con mucho juicio
mirar parece a la gente
con la mirada precisa
para saber qué se siente.
171
La naranja que escogiste
no era la mejor que había
El amor que tú me diste
cualquiera me lo daría.
172
Si ahora tocan a difuntos,
ya dejarán de tocar.
¡Dame tus ojos negados,
deja a la vida matar!
173
Por mucho que piense y piense
en lo que nunca dijiste,
tu silencio no convence.
Faltaste cuando viniste.
174
Llegabas pensando en nada
por la calle; te miraba
y hallaba muy bien pensada
la ausencia que así mostrabas.
175
Tómalo, chiquita mía,
el ramo que te hice a ti.
Cada flor es pequeñita,
pero el conjunto es feliz
176
La vida es bien poco a tragos.
Amor es vida a soñar.
Yo miro para ambos lados
y nadie me viene a hablar.
177
La besé junto a la boca
porque la boca esquivó.
Tal vez la idea fue loca,
no acertar fue lo peor.
178
Boquita de fresón fresco
con ojos de amor al bies,
qué frío soy y grotesco
si escribo sólo lo que es.
179
Compra jureles por cientos,
sardinas al cuarterón.
Yo sólo tengo en la mente
que me dijiste que no.
180
Un par de horas te esperé,
un par más esperaría.
Si te gusto, no lo sé…
Algún día será el día…
181
Llevo un deseo conmigo
que me trae fuera de mí
y es saber si a ti te pasa
lo que no te pasa a ti.
182
Suave llega la ola suave
que nos hace dormitar,
oh ola suave, ola suave,
antes enseña a olvidar.
183
Al despuntar la mañana,
dicen, nace la alegría.
Sería si Ella viniese.
Aun de noche, fuera día.
184
Altas nubes, altas nubes,
¿por qué tan altas pasar?
¿Tenéis el amor que busco?
Bajad un poco, bajad.
185
Tu cariño, que es fingido,
me da el gusto de saber
que aún no se te ha olvidado
lo que el fingir ha de ser.
186
El guante que te quitaste
tu mano libre dejó.
Con ella me hiciste señas,
sin querer, al corazón.
187
El delantal que al cajón
fuiste a buscar, ¿no tendrá
un bolsillo en que me meta
para estar contigo ya?
188
Te vi volver de la fiesta
muy cansada y sonriente.
Ahora, mi pregunta es ésta:
¿por la fiesta o por la gente?
189
Ruiseñor que no cantaste,
gallo que no cantarás,
¿me prestaréis vuestro canto
para ver lo que ella hará?
190
Al salir a tu ventana,
los que estaban en la calle
dijeron: mira, es aquélla,
¡tanta es la gracia que tienes!
191
Nube que en el cielo pasas,
dile a quien no preguntó
si es bueno, a quien dio, decirle:
«Lo que diste, no te doy».
192
Ven y dime ya que sí
o ven y dime que no,
porque vienes siempre así
juntito a mi corazón.
193
Cortaste con las tijeras
el paño de lado a lado.
¿Por qué cada gesto tuyo
está de gracia marcado?
194
¡Ay, platos de arroz con leche
con dibujos de canela!
¡Mano blanca que los trajo!
¡Mano blanca que es la de ella!
195
¡Frescura de lo regado,
por donde el agua aún se vierte…!
Quiero decirte un poquito
de lo que no oso decirte.
197
Queda el corazón pesado
con el llanto que vertí.
Es un quedar divertido,
quedarse con lo que di…
198
Esta es la risa de aquella
en quien nadie se fijó.
Si la gente se resguarda
ve que no se resguardó.
199
«Mientras el tamiz meneo
voy pensando para mí:
yo no nací para monja,
gusto que gusten de mí».
200
Rosal que sólo da rosas
cuando las rosas le llegan,
hay muchas que son hermosas
sin que el amor les convenga.
201
«Riachuelo, riachuelo,
que vas corriendo a lo lejos,
tu destino es correr solo,
igual que yo, riachuelo».
202
«Estrené la ropa nueva
y calcé zapato bajo
para andar entre la gente
y buscar a quien no hallo».
203
Tu boca me dice sí,
tus ojos me dicen no.
¡Ay, con que yo te gustara
aun sin saber la razón!
204
¡Yo quisiera saber dónde
has andado todo el día!
Nunca hace bien quien se esconde…
¿Dónde estuviste, María?
205
El tiesto de la albahaca
se cayó ventana abajo.
Ve a buscarlo; yo me quedo
a ver si sin ti te hallo.
206
El clavel que me entregaste
era de papel rosado,
pero aún era más bonito
el amor que me has negado.
207
Llevas los zapatos negros
grises por la polvareda.
¡Feliz el que tenga nietos
de los que seas abuela!
208
El negro es el color de ella…
No digas: ¡qué admiración!
Por ser tu corazón negro
negro está mi corazón.
209
¿Por quién doblan las campanas?
¡Dan tanta pena al doblar!
No será por tus pecados:
de vivos, van a saltar.
210
Me trajo un vaso de agua
pero de aquella manera.
Yo quiero llevar conmigo,
sin exhibirlas, mis penas.
211
¡Olvidaste el abanico!
¡Llevas el pelo revuelto!
¡María, ten más sentido!
¡María, si no, no vuelvo!
212
Un par de veces te he dicho
que nunca más te diría
lo que te vuelvo a decir
y queda para otro día.
213
Lavandera, lavas ropa
junto al agua, en una piedra.
¿Piensas que mi pena es poca?
Siempre es mucha, cuando es pena.
214
Llega desde el monte verde
un cantar que yo no entiendo:
buen sonido que se pierde
mientras uno va viviendo.
215
Morenita, morenita
de ojos negros que se ríen,
aunque nunca serás mía
quiero ver cómo sonríes.
216
Pusiste el agua en la lumbre
con un gesto de desdén.
¡Que el diablo te lleve antes
que aquel que te quiere bien!
217
Ahí va el hombre de la capa
que nadie sabe quién es…
Si el paño tus ojos tapa,
veo tus ojos por fe.
218
Rubia con ojos azules
pálidos y adormilados,
te peinaría el cabello
si fuesen peines mis manos.
219
Miras sin notar que miras
lo que hay donde nada hay.
Yo en ese mismo lugar
buscaré lo que no está.
220
Vieja silla arrinconada
en aquella casa antigua,
quién viera en ella sentada
a algún alma amiga mía.
221
Va el cántaro en tu cabeza
lo mismo que si no fuese.
Andas sin prisa deprisa
como si yo no estuviese.
222
Lavas la ropa en la tina
con sosiego apresurado
y el pendiente de tu oreja
acompaña a tu cuidado.
223
Dos veces hablé contigo
de que te quería hablar.
Cuatro veces te encontré
sin palabra que te dar.
224
Chiquilla de falda negra
y blusa de otro color,
¿qué ha sido de aquella flecha
que le disparé a mi amor?
225
Llevas una cruz al pecho.
No sé si es por devoción.
Mejor sería si, en cambio,
tuvieras un corazón.
226
Cuando hay música parece
que duermes; por eso callas.
Pero si muere la música
me despierto, y no me hablas.
227
La servilleta doblada
indica que no se vuelve.
Tengo el corazón atado:
que tu mano me lo suelte.
228
«Hay barro frente a tu puerta,
amor mío, ¿quién lo puso?»
Así es la vieja cantiga
de comienzo igual al tuyo.
229
Llevas mal puesto el pañuelo
que te pusiste apurada.
Peor puesto está mi disgusto
porque entre tú y yo no hay nada.
231
Ojos de velludo falso
que miran con intención,
vosotros sois mi cadalso
y a él subo con afición.
232
Por dos veces intenté
decirte que te quería,
y las dos veces vi que
sólo hablabas y reías.
233
Mi corazón: una barca
que no sabe navegar.
Yo guardo el paño en el arca,
ahí lo puedo acariciar.
234
Llevo un deseo conmigo
y hoy te lo vengo a decir:
yo quisiera ser tu amigo
con una amistad sin fin.
235
La vida es un hospital
donde casi todo falta.
Por eso nadie se cura
y al morir nos dan el alta.
236
Las saudades sólo pueden
sentirlas los portugueses,
porque tienen la palabra
para decir que las tienen.
237
«¡Malo, María!» dijiste.
La trenza se te caía.
¡Cómo que «Malo, María»!
«¡Mala!» sí. «¡Mala, María!»
238
Casi riendo me dijiste:
«¡Que te conozco muy bien!»
Dicho por quien no me quiere,
¿tiene mucha gracia, o qué?
239
Cantigas de portugueses
son como barcos del mar;
navegan de un alma a otra
con riesgo de naufragar.
240
Que yo tengo el alma negra
dices, y encima te alegras.
Ya sé que la tengo negra:
negra está de manchas negras.
241
¡La playa de Monte Gordo!
Allí, amor, te conocí.
Y por ir a Monte Gordo
es por lo que enflaquecí.
242
Péinate con raya en medio,
la del cabello a los lados.
Es la entrelinea en que leo
que voy a ser engañado.
243
Ese cumplido tan frío
me resulta chusco a mí
porque con el mismo gesto
la gente dice que sí…
244
Veo lágrimas lucir
en tus ojos de fingida;
como cuando a la ventana
te asomas, algo escondida.
245
Mordiste, para partirlo,
el hilo con que cosías.
Cualquiera diría al verte
que besarlo pretendías.
246
Dejaste sobre la mesa
el dedal mientras salías…
Y que no tengo conciencia,
si te lo robo, dirías.
247
Dame una sonrisa de esas
que no te sirven de nada
como se les da a los niños,
si está vacía, una caja.
248
El canario ya no canta.
No canta el canario ya.
Aquello que en ti me encanta
tal vez no me encantará.
249
Rezas a Dios por la noche
pidiéndole no sé qué.
Si rezases al demonio
sabría muy bien el qué.
250
Como si esa boca tuya
floreciera al sonreír,
tus ojos llenos de juicio
le echan rocío al reír.
251
Una muñeca de trapo
no se destroza al caer.
Dejaste mi alma hecha harapos…
bien: no se puede romper.
252
Lo que siento y lo que pienso
de ti está bien y está mal.
Es como cuando una taza
tiene el plato desigual.
253
Te llevas la mano al pelo
con gesto de no creer.
Aunque no te he dicho nada,
tú dudas de mí. ¿Por qué?
254
Comprenderse el uno al otro
es un juego complicado
pues quien engaña no sabe
si antes no ha sido engañado.
255
Mientras la cinta enrollabas
no parabas de reír.
Corazones no son cosas
que se puedan discutir.
256
Te llaman buena; el sentido
no es el que yo suponía.
Buena no es un apellido,
es mote que te ponían.
257
María de los Dolores,
te llaman sólo María.
Bien está, pues los dolores
son de quien de ti se fía.
258
Si vas con vestido nuevo,
tu andar mismo es quien lo anuncia,
y al pasar entre la gente
hasta tu cuerpo disfruta.
259
Anillo de imitación
que a ti te gusta tener…
Tu amor sé muy bien que es falso;
y aun así, me da placer.
260
Yo conservo en el recuerdo
como algo que estoy viendo
cuando aún eras una niña.
¡Ya nunca me das un beso!
261
Aquella que no me deja
la memoria sosegada,
acaricia aún la madeja
con que en mi alma es recordada.
262
Cuando se puso el sombrero
como si acabase todo,
no supe decirle nada
que la retrasase un poco.
263
¿Quién te dio el anillo aquel
que ayer aún no tenías?
¡Ay, cómo fuiste de infiel
a ciertas ideas mías!
264
Cosiendo allí en la ventana
con la cabeza inclinada
me di cuenta de que era ella
la que el corazón ansiaba.
265
Suave es el aire del campo,
un aire que sueño da.
Yo no sé si estoy soñando
ni de qué sirve soñar.
266
Va golpeando el arroyo
las piedras que hay en su hondón,
pero no hay dónde golpee
este pobre corazón.
267
Nunca hubo una romería
en que pensasen en mí…
aunque ¿quién se acordaría
de quien se lamenta así?
268
Comes melón a mordiscos
porque no ha de hacerse así.
No sé si esas carcajadas
me hacen reír o sufrir.
269
Dos días ya sin que vea
modo de volverte a ver.
Si tampoco otros te vieran,
deseaba sin padecer.
270
Rubia con ojos azules
que vi un día por acaso,
¿por qué te recuerdo ahora?
¿por qué el amor tiene un plazo?
271
Eras aún una niña
cuando primero te vi.
Aún eres la misma niña
pero ahora estás aquí.
272
El pelo que te has cortado
a la manera de un chico
no justifica del todo
este amor que me ha venido.
273
Si te quieres despedir,
no te despidas de mí,
que no puedo consentir
que tú me trates así.
274
Quien te hizo tan bonita
no lo hizo por demostrar
que se es aún más bonita
con aire de despreciar.
275
La guitarra del marino
toca de noche sin canto…
De sentir lo que yo siento
no sería eso, ni tanto.
276
Con sus rosas trepadoras
ya ha florecido el rosal…
Tú, aunque vas dando bandazos,
te sabes equilibrar.
277
Por dos veces te pedí
que al menos dijeses «no».
Sólo sonríes, ¿quién sabe
lo que esas sonrisas son?
278
Morena de ojos trigueños
velados de no sé qué,
no hay en este mundo brazos
para aquello que tú ves.
279
¿De mí te ríes? No importa.
Reír no hace daño a nadie.
Te ríes con tanta gracia
que, al hacer daño, bien haces.
280
Me escuchas sin entenderme.
Ríes sin saber de qué hablo.
Ese es tu modo de ser.
Lo sé bien, y no me callo.
281
Si te pudiese decir
lo que nunca te diré,
tú tendrías que entender
lo que ni yo mismo sé.
282
Bailaste de noche al son
de una música tirada.
Bailar así sólo es bueno
si se está alegre por nada.
283
¿Qué flores te daré yo
los días de la semana?
Hay tanta sombra en tus ojos
que tus ojos siempre engañan.
284
Al pelar el camarón
quité la cabeza toda.
Cuando no tiene razón
el amor nos incomoda.
285
Luna de plata de leche
que a la vista amarilleas,
¿quién te puso ahí en el cielo
de adorno, sin ser estrella?
286
Vas pasando de puntillas
por el pasillo de casa.
Así mismo es como eres:
hablas y no dices nada.
287
Sacaste el paño del arca,
del arca sacaste el paño.
En mi corazón, la marca
que le hiciste con amaño
288
Al doblar la servilleta
para meterla en el aro
me hiciste ver la manera
de, al corazón, enrollarlo.
289
Son las once de la noche,
¿por qué no vas a acostarte?
Si de nada sirve verte,
mejor será no mirarte.
290
Cabeza de oro apagado
con ojos de azul de cielo,
¿quién te ha enseñado el hechizo
de hacerme ser yo y no serlo?
291
Media vuelta, vuelta entera,
muchas vueltas al bailar…
A quien le escoltan los sueños
es incapaz de parar…
292
Cuando yo era pequeñito
cantaban para dormirme.
Canto y niño ya se fueron.
¡Vuelvo a sentir si sonríes!
293
Llevas pañuelo con nudo
por detrás, bien apretado
Lo que a mí me cansa es
otro nudo nunca atado.
294
Te vi diciéndole adiós
a alguien que se despedía
y casi imploré a los cielos
marcharme yo cualquier día.
295
Dejaste caer al suelo
el paquete de quesadas;
te reíste, ¿por qué no?
La vida está hecha de nadas.
296
Me diste un cordel muy largo
para atar bien un papel.
Quedé tan agradecido
que aún conservo ese cordel.
297
El día de San Antonio
todos ríen sin parar.
¿De qué modo se reirán
por San Pedro y por San Juan?
298
Tengo una pluma que escribe
siempre aquello que yo sienta.
Si es mentira, escribe leve;
si es verdad, no tiene tinta.
299
Nieve en lo alto de los montes,
pareces sol desde abajo.
Tengo un sueño de a quién quiero;
si la busco, no la hallo.
300
Hiciste ramos de flores
y no se los diste a nadie.
Son como ramos de amores
que le haces hacer a alguien.
301
Si hay alguno que me diga
que tú hablaste bien de mí,
escribiré otra coplilla,
porque ésta no es así.
302
Baila el trigo si hace viento,
baila si el viento lo toca,
también baila el pensamiento
si el corazón lo provoca.
303
Cuando haya Luna de queso
con ocasión del Entruejo,
he de decir que te veo
aunque no todo he de verlo.
304
El culantrillo es barato
y fresco si hace calor.
Voy a robarte el retrato;
no tengo nada mejor.
305
Ay albahaca, albahaca,
albahaca que te di,
la tristeza con que quedo
seguirá mañana en mí.
306
Yo me volví para atrás
para ver si te girabas.
Hay quien da habas a los burros,
y ellos se comen las habas.
307
Cuando pasas por la calle
sin fijarte ni en quién pasa,
la alegría es toda tuya,
mía toda la desgracia.
308
Ver cómo dabas limosna
no me hizo tener más fe,
pues la que estoy esperando
no es limosna que se dé.
309
Cayó al suelo la naranja
y rodando se perdió.
Vamos a cogerla juntos,
que ahora viene lo mejor.
310
Cuando te vas a acostar
no sé si rezas o no.
Siempre debías rezar,
siempre pidiendo perdón.
311
Limpio es el atrio en la iglesia,
amplio el ancho de la plaza,
y no hay nadie que te vea
que no te encuentre la gracia.
312
Cuando ahora me sonreíste,
¿fue de alegría por verme,
o porque me hallaste triste,
o ya estabas sonriente?
313
Boca que la risa suelta
con alegría y con gracia
es como plata labrada:
más la labor que la plata.
314
Abajo, una falda azul,
arriba, blusa encarnada,
y más arriba unos ojos
que nunca me dicen nada.
315
Haces encaje de día
y haces encaje de noche.
Si no haces más que encaje,
con el corazón ¿qué haces?
316
Todos te dicen bonita.
Todos lo dicen en serio.
Cómo es que aún no lo sabes
agradecer, qué misterio.
317
Ya sé que tú me desdeñas;
me gusta que sea así,
que el desdén que por mí sientes
hace que pienses en mí.
318
¿A tu hermana la pequeña,
cuando ella tenga tu edad,
le transferiré mi pena,
o te quedas la mitad?
319
Me diste los buenos días
como se dan a cualquiera.
Más vale no decir nada
que hacerlo de esa manera.
320
Tengo una idea conmigo
de la que no quiero hablar.
Si, en cambio, fuese un postigo,
por él te viera pasar.
321
Golondrina que vas alta,
¿no puedes hacer venir
una cosa que me falta
y que no te sé decir?
322
Tengo un paño que olvidó
la que se olvidó de mí.
De ella no es, mío tampoco,
y no es principio ni fin.
323
Dos horas van ya pasadas
sin que te vea pasar.
¡Qué cosas mal combinadas
son el amor y esperar!
324
Entre tú y yo hubo un momento
en que no hablaba la gente.
Juntos, estábamos solos.
¡Solo así uno bien se siente!
326
«De entre las flores del campo
la del romero reina es…»
Es una vieja cantiga…
Ya lo sé, Dios, ya lo sé.
327
Molino que muele trigo,
o viento o agua lo mueven,
el que yo llevo conmigo
sólo penas lo remueven.
328
Aquella que tenga pobre
la única falda que tenga,
por muchas ropas que doble
nunca llegará a ser reina.
329
Tus pendientes poco valen,
tu pañuelo casi nada,
pero quién tuviera el día
del que eres la madrugada.
330
Rubia, tus ojos de cielo
son de un azul que es fatal.
Ya sé que Dios te los dio,
¿pero hizo al dártelos mal?
331
Alta sobre la montaña
va una nube sin razón.
A mi corazón acércate,
o no tienes corazón.
332
Dicen que las flores son
de la tierra las palabras.
Si no me hablas, me molestas;
me haces infeliz si me hablas.
333
Todos se van a la fiesta,
claro está y azul el cielo.
Nada queda, nada queda…
Queda, sí, que yo me quedo.
334
Anduve solo en la playa,
solo en la playa pensando
en el aire de tu falda
cuando allí estuviste andando.
335
Ola que vienes y vas,
mar que vas y luego vienes,
yo ya no sé si me atraes
o, si me atraes, si me tienes.
336
Dos veces juré que era
lo que no creo que soy,
sólo por desconocer
que no sé por dónde voy.
337
De pescar viene contento
el pescador de alta mar.
Yo, cuando prometo, falto:
siempre temo no gustar.
338
Llevas un mantón bien largo
que no es chal de presumir.
Yo llevo en ti mi sentido
y no sé qué he de decir.
339
Hacia mí miras a veces
como quien sabe quién soy.
Después pasan días, meses,
y no vas por donde voy.
340
Cuando sacaste del cesto
los higos que prometiste
se me hizo un día de fiesta,
pero a todos se los diste.
341
Aquella que vive allí
y que está allí en la ventana
si un día viviera aquí,
no fuera ella, si callara.
342
¡Qué tremendo disparate
lo que pienso y lo que siento!
Mi corazón late, late
y, si sueño mucho, miento.
343
Cuando el domingo te vistes
con otro modo de ser,
eres como eres; son estos
tus modos de entristecer.
344
Te pusiste como juego
la toquilla de tu hermana.
Oh cuerpo de bailarina,
toda noche acaba en alba.
345
Tu carro de ir a por leña
cayó y rodó por el suelo.
Lo cogí, te lo di, estaban
mis sentidos en ti puestos
346
Me dices que nunca sueñas
y que duermes de un tirón.
Dime qué cosas risueñas
sueñas tú por afición.
347
Era ya de madrugada
y desperté sin razón.
Sentí la vida pesada,
pesado mi corazón.
348
Tu boca es una granada
cuando al comer la entreabres;
¿qué hechizo es el que me espera,
si te ríes al mirarme?
349
Tengo un secreto conmigo
que siempre me hace pensar.
Y es si quiero estar contigo
o quiero contigo estar.
351
Miras sin remordimientos.
No es que no debas notarlos.
Es porque hoy no es entonces.
Vivir es ir olvidando.
352
Vienes con el cinto aquel
que compraste el otro día.
Yo, con lo que siempre siento
y contigo va, María.
353
María de la Piedad,
te bautizaron así.
María, sélo a tu gusto,
pero ten piedad de mí.
354
Eres María de Gracia,
pero ¿qué gracia le ves
a esa gracia que desgracia
a quien tu gracia no des?
355
Se cayó al suelo el ovillo
y se fue desenrollando.
Tú te acaricias el pelo;
no sé en qué estarás pensando.
356
En tu hombro, cuando pasas,
se ve un desprecio forzado…
La vida abunda en desgracias,
y una es no estar engañado.
357
Esa falda, que es tan corta,
hace que la pierna enseñes:
mi corazón a hurtadillas
siente ya aunque yo no piense.
358
Mi corazón es barquero
y yo le hago de barcaza.
Hay quienes siguen el rastro
y quienes van en reata.
359
Salazar es medallero,
las chicas vienen a verlo,
por fuera barro vidriado,
por dentro cuero y cabello.
360
Lejos, por la sierra alta,
pasa la nube y la toca…
Dame aquello que me falta,
dame besos de tu boca.
362
Hay dolor en nuestra voz
y al hablarnos lo entendemos:
es este malestar mutuo
que nace de comprendernos.
363
Tu vestido, por ser tuyo,
no es de raso ni batista.
Es de que somos tú y yo
y de ser tú tan bonita.
364
Aquella rubia de negro
con la flor blanca en el pecho
es el retrato completo
de cómo alguien es perfecto.
365
Tu ventana está bien alta
y tu casa es blanca toda.
Nada le sobra o le falta
fuera de que vives sola.
366
Había una muchachita
que no sé aún quién es
que cantaba una cantiña
de la que nació mi fe.
367
Tienes ganas de comprar
lo que ves porque lo viste.
Yo las tengo de llorar,
pues sólo compro el ser triste.
368
Baila en tu brazo delgado
la pulsera que heredaste…
Si amar a alguien es pecado,
tú eres santa, no pecaste.
369
Tus ojos decir quisieran
lo que no se ha de decir…
Yo tengo mucho que hacer…
¡No quiero ser infeliz!
370
Agua que pasa y que canta
es agua que hace dormir…
Soñar es cosa que encanta,
pensar es ya no sentir.
371
Me diste un adiós antiguo
como si yo sólo fuera
el amigo del amigo
que tal vez tener pudieras.
372
Linda noche, linda luna
y linda luz la que está
haciendo sombra en la calle
por donde ella no vendrá.
373
El cesto me lo volcaron
al venir por el camino.
No se me quebró la loza
porque ya estaba vacío.
374
Recé equivocado adrede
el rosario del deseo.
Si a decir la verdad vienes,
cuida no te ocurra eso.
375
Castañetas, castañuelas…
barullo hasta reventar.
Las que al negar son más locas,
son más expertas al dar.
376
La albahaca y la bandera
en el clavel de papel
me llenan, la noche entera,
la boca de sangre y miel.
377
La hija de la casera
tiene rosas en su haber.
Toda ella es una rosa
y nadie la viene a oler.
378
La moza que hay en la fonda
ríe, le gusta reír.
Me ha hecho olvidarme del viaje
la moza con su existir.
379
Paño negro de orla blanca…
lo ataste mal porque sí
en torno de esa garganta
que se lo debe decir.
380
Tapa de la cafetera…
cayó y al suelo saltó.
¡Ay qué bonita manera
para decirme que no!
384
Ya no me quiere mi amor,
ya me olvida y me desama.
¡Poco tiempo a la mujer
le lleva probar que no ama!
385
Cuando paso un día entero
sin que vea a mi amorcito,
recorre un frío de enero
el junio de mi cariño.
386
Dame, amor mío, dos besos
para así darme un tercero
sólo por tener un cuarto
antes del quinto y primero.
388
El amor mío es pequeño,
pequeñito no lo encuentro.
Le dio una coz una pulga,
lo echó de la cama al suelo.
390
Casi anónima sonríes
y el sol dora tu cabello
¿Por qué para ser feliz
hace falta no saberlo?
392
Mi sentimiento es ceniza
que da mi imaginación.
Y echo la ceniza en el ce-
nicero de la Razón.
393
Ay, Asunción, Asunción,
Asunción, Asuncionilla…
Que mi mano esté en tu mano
y tu mano esté en la mía…
394
Tienes pálidos los labios
y finges al sonreír.
Quién vengaría a los pobres
que hacías no sonreír.
395
«Es lo contrario a su hermana
ese chaval» — «Eso es
porque él es José María
y ella es María José».
396
Tú no me gustas, José.
Si hay razón, no sé cuál es.
El gusto es como la fe.
Tú ten paciencia, José.
397
Un par de montes iguales
son el paso hacia el placer.
Quien llega allí, ver más quiere.
¿Ve más? Más no quiere ver.
398
Cuando canté tu mirada
tú bien puedes calcular
que yo no estaba pensando,
Lucía, en tu mirar.
399
Labios rojos en capullo
donde el amor va a dormir,
bebed de mi corazón
el amor que sé sentir.
400
Ojos que tientan y miman,
si pudiesen mis deseos
escaldaros en mi fuego
con un torrente de besos.
401
Únicamente sé amarte,
para quererte nací.
¡Ay, quién me diera besarte
y besarte hasta morir!
402
Le pregunté al corazón
por su latir y llorar.
Y entonces pasaste tú
y lo sentí latir más.
403
Yo siento un amor tan grande
que no lo puedo contar
sino a aquella por quien siento
ese amor. Te voy a hablar.
404
Quien me leyó mi destino
me dijo que te he de amar;
pero no me dijo, niña,
en qué ese amor iba a dar.
405
Me patiné en tu mirada
y al ir perdiendo pie en mí
resbalé sobre tu seno.
El caso sucedió así.
406
Leí el libro de amores,
lo leí bien, dice así:
Miradas, sonrisas, besos…
(falta la hoja del fin).
407
Que esos tus ojos son lindos
es cosa que nadie niega;
tan cierto es como que está
mi alma de mirarlos ciega.
408
Dijo un andaluz que hay dos
soles en Andalucía.
Es verdad y no lo es:
tú estabas allí ese día.
409
Me dijo uno que vio en Francia
ojos cual los tuyos, raros…
Pero allí nunca estuviste…
Era mentira — está claro.
410
En Cádiz antes (dijo uno)
había estrellas de día.
Si las había no hay nada
más cierto que las había.
411
Te besé; tú me besaste —
¡y qué pobres nos supimos!
No por lo mucho que dimos…
por qué poco recibimos.
412
Ciertas cosas — dijo uno
(de qué, mis versos no cuentan)
son como latas de atún:
abiertas, abiertas quedan.
413
Por no poder dar limosna
a un pobre, quedaste triste.
Pedí limosna de amor,
tenías, no me lo diste.
414
Ya no sé más que querer,
sólo sé quererte a ti;
cayó mi alma en tus ojos,
no la sé sacar de allí.
415
Diógenes no lo encontró
a aquel hombre que buscaba;
yo pensaba que en Atenas…
No importa lo que pensaba.
416
¿Sabes en lo que pensaba
hoy cuando contigo iba?
En que te iba a dar disculpas
mañana… No, al otro día.
418
Me besaba, y a besarme
a su perro le enseñó…
Su perro sigue besándome,
ahora es ella la que no.
419
Si cuando muera me acabo
y nada queda de mí,
no te olvides de acordarte
que sólo te olvidé así.
420
Muerto, no espero saber
lo que sucede en la vida.
Aun así, nunca me olvides,
oh amante mía querida.