El Time-Forbes de la Historia Contemporánea

1869-1948. Mahatma Gandhi

Mahatma, palabra que significa «gran alma» en sánscrito, es el sobrenombre de Mohahdas Karamchand Gandhi. La revista Forbes lo sitúa en la quinta posición de su lista de «Las ocho personas más influyente de la historia», y es la única que no fue un militar o que estuvo al mando de un ejército como presidente. Ante el aumento de violencia en el mundo, quizá no es una cuestión baladí considerar en quién ha ejercido influencia mahatma. Albert Einstein (1879-1955) decía: «Las generaciones del porvenir apenas creerán que un hombre como éste caminó por la tierra en carne y hueso». No le faltaba razón.

Desde el año 1 después de Cristo hasta 1900, haciendo un cálculo moderado, murieron aproximadamente 34,8 millones de personas a causa de las guerras. En el siglo XX, la cifra asciende a 109,7 millones. Sólo en la Segunda Guerra Mundial, las bajas llegaron a 53,3 millones. Para evitar nuevas masacres, el 24 de octubre de 1945 se fundó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero desde entonces han perdido la vida otros 20 millones de personas en todo el mundo debido a más de cien conflictos militares (y eso sin contar las víctimas del hambre y la sed, que en 1990 superaban los 800 millones de personas: más del 14% de la población).

Mahatma fue una de ellas: murió asesinado tres años antes de que se creara la ONU. Medio siglo después, la India es el país con mayor índice de desnutrición: más de 220 millones de indios padecen hambre e inseguridad y sólo entre 1946 y 1947, unas 5000 personas murieron en enfrentamientos entre hindúes y musulmanes. Gandhi habló de tolerancia y reconciliación y fue asesinado en 1948 por un integrista hindú. Hoy el conflicto continúa en el siempre tenso enfrentamiento entre la India, el país de mayoría hindú, y Pakistán, el de mayoría musulmana. Gandhi también quiso acabar con la distinción de clases en la India y, lejos de haber disminuido, ha aumentado. La independencia de la India no ha representado para la clase de los intocables un cambio sustancial en su modo de vida: vivían mal con los ingleses, ¿viven mejor sin ellos? Además de su lucha política, Gandhi fue un ejemplo personal de vida natural («Vive más sencillamente para que otros puedan sencillamente vivir»), y de respeto por los animales como vegetariano convencido («Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales»). No parece que Gandhi haya ejercido mucha influencia tampoco en este sentido.

1883-1971. Coco Chanel

Nacida en un ambiente humilde, Coco puso de moda un nuevo concepto de la mujer dinámica, trabajadora y sofisticada. Ella misma sirvió de modelo. Sin ser reina ni amante de un rey, Coco tal vez fue la primera mujer que triunfó como empresaria, además de como artista. Le dio a la mujer la posibilidad de vestir pantalones y llevar el pelo corto, pero también fue creadora de tendencias unisex, como estar moreno y usar gafas de sol. Muchas de estas propuestas seguían una refinada venganza: hacer codiciado aquello que la clase alta había rechazado durante siglos, como los vestidos negros de los orfanatos para niñas o las camisetas a rayas de los marineros.

Cuanto más nadaba a contracorriente, más mujeres —y hombres— la seguían. Coco no fue sólo una modista, sino que actuó como un verdadero árbitro de la elegancia. Quizá no fue la persona más rica de su tiempo, pero sin duda su influencia fue —y sigue siendo— decisiva para entender la modernidad. Pablo Picasso la definió como «la mujer más intuitiva de Europa», y George Bernard Shaw —muy parco en hacer elogios, y menos a una mujer— la veía como «la maravilla mundial de la moda». Su amigo Jean Cocteau, pintor, escritor y cineasta, llegó a afirmar: «Sin Chanel, ninguno de nosotros habría sido famoso».

Gracias a su aureola, sobrevivió a la caída de ventas tras el crash de 1929, a una huelga de costureras en 1936, al cierre del negocio durante la Segunda Guerra Mundial (sólo permaneció abierta la boutique de perfumes y complementos), a la acusación de colaboracionista con el régimen nazi por un posible romance con un alto oficial de las SS, y al exilio con que sus amigos lograron salvarla de mayores consecuencias.

En 1954, con setenta y un años, Chanel reabrió su tienda y volvió a causar sensación. Tres años más tarde recibió el Neiman Marcus Award, el Oscar de la moda. Consciente de ser una diosa en vida, la anciana Gabrielle —este era su verdadero nombre— vivió sus últimos años dedicada a conservar su propia leyenda, alejándose de la vida social para ocultar la artrosis, la morfina de la que dependía y la soledad. Una mañana de invierno, a la edad de ochenta y ocho años, falleció en compañía de su sirvienta, en su vivienda habitual: una habitación del hotel Ritz de París. Su cuerpo fue enterrado en Lausanne (Suiza). A modo de epitafio, antes de morir había dicho: «La moda pasa, el estilo permanece». No era sólo una frase galante. Su perfume Chanel n.º 5, pese a tener casi un siglo de edad (salió al mercado el 5 de mayo de 1921), sigue siendo el perfume más vendido, y eso que se vende tal cual lo concibió Coco.

1893-1976. Mao Zedong

Bajo el liderazgo del Gran Timonel —el mote más conocido de Mao—, el Partido Comunista se hizo con el poder en China en 1949, cuando se proclamó la nueva República Popular y sus opositores emigraron a Taiwán. Hasta su muerte, en 1976, Mao fue el gobernante absoluto del país más poblado de la tierra. Aún hoy, el culto a la personalidad generado en torno a su figura sigue contando con millones de seguidores.

Si tomamos como referencia la frase que sostiene que quien mata a un hombre es un asesino, quien mata a un millar, un héroe, y quien pudiera matarlos a todos, un dios, nuestro héroe sería, sin duda, Mao Zedong (1893-1976), a quien se le atribuyen entre 10 y 70 millones de muertes, y eso sólo en «tiempos de paz». Ni tan siquiera Stalin o Hitler lograron estar tan cerca de ser un dios. Según las fuentes, Stalin (1878-1953) fue responsable de la muerte de entre 30 y 50 millones de personas, entre purgas, hambrunas, colectivizaciones forzadas y limpiezas étnicas. A Hitler (1889-1945), en cambio, se le atribuyen «sólo» entre 6 y 12 millones de muertos. Cosa curiosa: mientras nadie se atrevería a vender una camiseta o una gorra con el retrato de Hitler o Stalin, la imagen de Mao sigue campeando con libertad por las tiendas, así como en vallas publicitarias y salas de arte.

Andy Warhol (1928-1987) realizó varias pinturas con el retrato de Mao. En internet hay una web donde, por 49 euros, hacen «lo que Andy Warhol hizo con Mao Zedong, con tu foto». Con más o menos gracia, existen centenares de ilustraciones del líder chino. En algunas de ellas ocupa el lugar de Jesús en la Santa Cena de Leonardo da Vinci. En otros conocidos carteles aparece asociado a McDonald’s y a Nike, sin que ninguna de estas marcas haya protestado por la asociación. ¿Se quedarían también cruzados de brazos de aparecer en la misma imagen el retrato de Hitler o de Stalin? ¿Qué habría sucedido si las pinturas de Warhol hubieran tenido como modelo al líder nazi y al estalinista? ¿Quién se ha opuesto a la popularización del traje Mao en Occidente?

En 2008, Citroën España tuvo que retirar un cartel en que celebraba ser líder de ventas 2006 y 2007 con el rostro de Mao, pero la causa de la retirada no fue el recuerdo de las víctimas del maoísmo sino la extraña mueca con que esta marca mostraba al Gran Timonel. Ante la presión de la comunidad china, que lo interpretó como un «insulto» a su identidad nacional, Citroën España acabó pidiendo perdón y retirando el anuncio.

1906-1975. Aristóteles Sócrates Onassis

Izmir, o Esmirna, es una codiciada ciudad que ha tenido muchos amos a lo largo de su historia. En la actualidad es turca. Cuando Onassis era niño, los griegos se adueñaron de ella por un breve período, hasta que Turquía la recuperó, confiscando todas las propiedades de la familia, que debió regresar a Grecia. Con diecisiete años, Onassis se dirigió a Argentina, falsificando su identidad para tener la edad legal de trabajar. Mientras lograba malvivir como telefonista, estudiaba el mercado financiero por su propia cuenta en los ratos libres. Gracias a los beneficios de sus primeras inversiones, se compró ropas elegantes para poder frecuentar la alta sociedad de Buenos Aires. Luego, con la ayuda de una popular actriz, logró poner de moda el tabaco turco y, con ayuda de su padre, que permanecía en Grecia, se aventuró a exportar ese tabaco. Cuando el negocio comenzó a funcionar, compró sus primeros dos barcos, y al cumplir los veinticinco años ya había ganado su primer millón de dólares y era el próspero presidente de una empresa que contaba con buques mercantes, petroleros y balleneros.

Durante la Segunda Guerra Mundial colaboró con su flota de petroleros. Después del conflicto tuvo que pagar una multa de 7 millones de dólares al gobierno norteamericano por haber infringido una normativa del uso de la bandera de Estados Unidos. Aun así, inmensamente rico, se pudo permitir el lujo de fundar Olympic Airlines, la primera línea aérea griega. Mientras otros millonarios han tenido una vida personal bastante discreta, la de Onassis enseguida hizo las delicias de las revistas del corazón: estando oficialmente casado con la hija de un magnate naviero, tuvo un sonado affaire con la diva de la ópera María Callas, también griega, y poco después se divorció, abandonó a Callas de manera abrupta y volvió a pasar por el altar con Jackie Kennedy, la viuda del presidente de Estados Unidos asesinado pocos años antes. El matrimonio, que tantos sacrificios había costado, fue un desastre. Kennedy se pasaba todo el tiempo gastando extravagantes fortunas y la vida de pareja se volvió vacía para Onassis. En 1973, para colmo de males, su hijo Alexander murió en un accidente de aviación, y cuando intentó reconciliarse con Callas, la diva le rechazó repetidas veces. Deprimido y consumido por el tabaco, el gran armador murió a causa de una neumonía a la edad de sesenta y nueve años. Sus restos yacen en Skorpios, una pequeña isla privada situada en aguas del mar Jónico, cerca de la costa occidental de Grecia. Sólo los guardas que protegen la zona de visitas indeseadas habitan la isla sin apenas edificaciones. Los únicos habitantes permanentes son los miembros de la familia Onassis enterrados en ella. A finales de 2009 comenzó a circular el rumor de la venta de Skorpios por 100 millones de euros. Uno de los interesados en comprarla es el magnate informático Bill Gates.

1910-2008. Irena Sendler y pocos como ella

¿Quién recuerda el nombre del segundo hombre que pisó la Luna? Este siglo ha tenido una larga lista de héroes anónimos que por la primera ley del marketing nadie recuerda. Después de Gandhi, ¿quién ha llevado algo de alivio a las víctimas en lugar de dar las órdenes o sencillamente cumplirlas? Haciendo un poco de memoria, quizá salga la madre Teresa de Calcuta (1910-1997) y Vicente Ferrer (1920-2009). Con un esfuerzo mucho mayor, Oskar Schindler (1908-1974), el protagonista de la película La lista de Schindler (1993), dirigida por Steven Spielberg. Mientras muchos propietarios de grandes marcas como IBM, BMW, Bayer, Porsche y Unilever, entre otras, lograban inmensos beneficios gracias a la mano de obra judía en los campos de concentración, Schindler se arruinó. El hecho de que salvara a más de 1200 personas no le da derecho a salir en una lista de personas ricas e influyentes.

Tampoco merecen este honor Varien Fry (1907-1967), quien salvó la vida a más de 1500 personas y a quien su propio gobierno, Estados Unidos, le impidió seguir con sus acciones solidarias; Raoul Wallenberg (1912-1947), diplomático sueco en Hungría que ayudó a miles de judíos y murió en una cárcel rusa acusado de espionaje; Arístides de Sousa Mendes (1885-1954), cónsul portugués en la Francia ocupada que facilitó el visado a cerca de 3000 refugiados que huían de los nazis y que al regresar a su país fue castigado por la dictadura entonces en el poder: sin que se le reconociera su valor, murió en la más absoluta pobreza; Ángel Sanz-Briz (1910-1980), diplomático español en Hungría, y Giorgio Perlasca (1910-1992), comerciante italiano: ambos evitaron la muerte de 5000 judíos. Seguramente la lista es más larga, pero ¿quién va a recordar al quinto o el sexto? Ninguno se hizo rico, ninguno ha dado pie a que su nombre, como el de Gandhi, el Che o Lennon, venda después de muerto, ninguno es una marca.

Tampoco lo logró Irena Sendler (1910-2008), aunque estuvo a punto. Conocida como El Ángel de Varsovia, Irena fue una enfermera polaca que durante la Segunda Guerra Mundial evitó que más de 2500 niños fueran exterminados, aun a riesgo de su propia vida. De hecho, fue detenida por la Gestapo y torturada. Se salvó gracias a un soldado alemán sobornado por miembros de la resistencia polaca; sin embargo, tenía los brazos y las piernas rotas. Durante su cautiverio, nunca reveló su mayor secreto: haber ideado un archivo en el que registró los nombres de los niños y las direcciones de las familias que los acogieron para que, en el futuro, pudieran recuperar su verdadera identidad. Aunque Irena recibió varios reconocimientos del pueblo de Israel y de los niños supervivientes, le faltó el necesario reconocimiento internacional —o la película que la hiciera famosa— para convertirse en un símbolo, requisito indispensable para ser una «marca humana». Un año antes de su muerte, con noventa y siete años, estuvo a punto de conseguirlo: en 2007 fue nominada al premio Nobel de la Paz, pero el preciado galardón se lo llevó el ex vicepresidente Al Gore (n. 1948), rico, famoso y con cincuenta y nueve años. Aquel mismo año, Al Gore también recibió el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

1923. Henry Alfred Kissinger

De acuerdo con la revista Forbes, en la categoría de «Los siete personajes más poderosos de la historia» el número uno lo ocupa Henry Alfred Kissinger (n. 1923), seguido de Julio César y Qin Shi Huang, el primer emperador de China. Una posición curiosa para un político que nunca fue jefe de gobierno. En efecto, Kissinger «sólo» ejerció como secretario de Estado de Estados Unidos durante los mandatos de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford, entre los años 1973 y 1977, y como consejero de Seguridad Nacional para los mismos presidentes entre 1969 y 1975. Kissinger también es uno de los más conocidos miembros del selecto Club Bilderberg, junto con David Rockefeller y la Banca Rothschild.

En 1973, gracias a unas negociaciones de paz para Vietnam, recibieron el premio Nobel de la Paz Henry Alfred Kissinger y Le Duc Tho (1911-1990), revolucionario y político vietnamita. Ahora bien, dado que la guerra no terminó, sino que experimentó una escalada de violencia aún mayor, Le Duc Tho renunció al premio. Por el contrario, Kissinger decidió conservarlo y siguió reteniendo dicho galardón pese a que en los años siguientes apoyó el golpe de Estado de Augusto Pinochet (1915-2006) en Chile, el del régimen indonesio del general Haji Mohammad Suharto (1921-2008) —acusado del genocidio en Timor Oriental—, el de la Junta Militar en Argentina, así como los bombardeos de Laos y Camboya que encumbraron a los jemeres rojos. Kissinger también asesoró y preparó a los marroquíes para la Marcha Verde (1975), que con el consentimiento del gobierno español en los últimos meses del franquismo puso fin a la libertad del pueblo saharaui. Un conflicto, por cierto, todavía sin resolver. Hoy Kissinger sigue reteniendo su premio Nobel de la Paz y el primer puesto en la lista de «Los siete personajes más poderosos de la historia».

1936. Su Alteza Aga Khan IV

Una importante aclaración previa: no se debe confundir ismaelita con ismailí. El primer vocablo designa a todos los musulmanes, por considerarse a Mahoma descendiente —según la tradición coránica— de Ismael, el primogénito de Abraham (su otro hijo, Isaac, se considera el padre del pueblo judío). En contraste, el término ismailí es el epónimo de Ismaíl Ibn Yáfar, príncipe cuya trágica muerte en 765 desató una profunda escisión dentro del islam entre sus partidarios y sus enemigos. Los seguidores del Aga Khan consideran que sólo los descendientes de este príncipe son los legítimos sucesores del Profeta y, en consecuencia, reciben el nombre de ismailíes.

Karim al-Husaini (n. 1936 en Suiza), más conocido como Aga Khan IV, es el líder de los ismailíes, una comunidad dispersa por 25 países con unos 15 millones de seguidores. Si estuvieran todos juntos, formarían una nación mayor que Israel, que sólo cuenta con 12 millones de judíos. En Occidente, la familia de Aga Khan es considerada la cara amable del islam y un amigo de Occidente. De hecho, gran parte de la historia de esta dinastía ha transcurrido en los ambientes más selectos de Europa. Su historia se remonta a los tiempos de Mahoma y las cruzadas. De acuerdo con las creencias ismailíes, Aga Khan es el descendiente de Ismaíl Ibn Yáfar y éste de Mahoma.

Es un mito que los seguidores del Aga Khan cada cumpleaños le entregan su peso en oro. De manera excepcional, cuando el abuelo del actual Aga Khan cumplió cincuenta años como líder, sus seguidores le entregaron su peso en oro. Diez años después, fueron diamantes. Pero las piedras preciosas no sirvieron para su enriquecimiento personal, sino que fueron invertidas en obras benéficas.

En tiempos de las cruzadas, el secretismo en que vivían los ismailíes dio lugar a la leyenda del «Viejo de la Montaña» y de los hashshashín (comedores de hachís), término de donde procede nuestro vocablo «asesino». Una leyenda que hoy en día se considera fantasiosa. El primer Aga Khan fue Hasan Ali Shah Mahallati (c. 1804-1881), quien recibió este título de manos del sha de Persia. Tras establecerse en la India, esta familia ha tenido un importante papel en las relaciones entre el mundo musulmán y Occidente. Ali Solomone Khan (1911-1960), quien sólo fue príncipe y nunca llevó el título de Aga Khan, fue embajador en las Naciones Unidas, representando a Pakistán, y vicepresidente de la Asociación General de las Naciones Unidas entre 1958 y 1960. También fue el miembro más conocido de la familia debido a su fama como propietario de caballos pura sangre, por el hecho de ser un popular play boy y por ser el tercer esposo de la actriz Rita Hayworth.

El actual Aga Khan IV, Karim al-Husaini (n. 1936) —el 49.º descendiente de Mahoma, según las creencias ismailíes— es el principal promotor de Costa Esmeralda —una zona costera de lujo en el norte de Cerdeña—, múltiples negocios en diferentes sectores y países, y la Aga Khan Development Network (AKDN) —Red Aga Khan para el Desarrollo—, la organización privada de ayuda al desarrollo solidario y cultural más grande del mundo (aproximadamente 60 000 personas trabajan para ella). Recordemos que la comunidad a la que representa el Aga Khan suma 15 millones de seguidores.

1954. Oprah Winfrey

«Los comediantes de la época sabían que estaban excomulgados. Ingresar en la profesión era elegir el infierno. Y la Iglesia los consideraba como sus peores enemigos», escribió Albert Camus, el escritor existencialista francés. Tenía en mente a Molière, el actor y comediógrafo que, incluso en su lecho de muerte, renunció a recibir la extremaunción por no renegar de su profesión. Los actores debían ser enterrados fuera del terreno sagrado de un cementerio. Mucho ha cambiado el mundo. En la actualidad, los actores son los nuevos dioses. Su vida es el paraíso en la tierra. Oprah Winfrey es uno de ellos. Por su papel de Sofía en la película El color púrpura (1985), de Steven Spielberg, consiguió una nominación al Oscar como mejor actriz de reparto. También ha compartido protagonismo con Danny Glover en la película Beloved (1998), de Jonathan Demme, y ha puesto su voz en películas animadas, como Bee Movie (2007) y Tiana y el Sapo (2009).

Hasta principios del siglo XX, las únicas mujeres importantes eran reinas, aristócratas o las favoritas de algún rey, como madame Pompadour, y por supuesto, todas eran blancas. Con la llegada del cine, las actrices eclipsaron el final de los cuentos de hadas. Las niñas de nuestra sociedad ya no sueñan con ser princesas: prefieren ser actrices, modelos o cantantes de moda. Oprah ha sido una de ellas, y mucho, mucho más. Pese a ser mujer, negra y haber tenido una infancia traumática, tanto por la pobreza en la que se crió como por los abusos que recibió, ha sido varias veces ganadora del premio Emmy por su espectáculo televisivo The Oprah Winfrey Show, ha escrito libros, edita su propia revista y ostenta varios récords difíciles de superar: persona afroamericana más rica del siglo XX, la única en el mundo de origen negro en poseer más de mil millones de dólares durante más de tres años consecutivos, una de las cuatro personas que han dado forma al siglo XX y el inicio del siglo XXI, la mayor filántropa de origen negro y, por si fuera poco, en 2010 la revista Forbes la coronó como la celebridad más influyente del mundo.

Oprah es, ante todo, un símbolo de los medios de comunicación y cómo estos han cambiado el mundo. Empezó siendo reportera de una emisora de radio con diecinueve años —después de escaparse de casa—, y a los veintidós ya presentaba su primer programa de televisión, People Are Talking (La gente está hablando). En 1986, después de presentar durante unos meses el A. M. Chicago, tuvo tanto éxito que el programa pasó a llamarse como es hoy mundialmente conocido: The Oprah Winfrey Show. Después de veinte años, sigue siendo el fenómeno televisivo más sorprendente de la historia de la televisión. Por sus cientos de emisiones han pasado las personas más famosas de los siglos XX y XXI. Oprah demuestra que quien controla la televisión controla el mundo, y consciente de que el futuro es internet, también ha empezado a editar su propia web. ¿Logrará tener el mismo éxito que ha cosechado en la televisión?

1955. William Henry Gates III

Microsoft no es solo una empresa de software, sino la empresa cuyo producto —el sistema Mircrosoft Windows— es utilizado por más personas en el mundo, después de Coca-Cola. Hasta hace poco, Bill Gates (n. 1955) era el primer hombre más rico del mundo, según la revista Forbes. En 2010 pasó a ser el segundo, pero por una estrecha diferencia. La fortuna de Gates es de 53 000 millones, y la del actual número uno, Carlos Slim Helú (n. 1940), de 53 500 millones de dólares. En realidad, la cifra no es solo de Slim, sino que incluye también las fortunas de sus hijos, que él gestiona y que le sirven de «pantalla» en sus inversiones. Por otro lado, Gates, quien ha ostentado el «número uno» durante catorce de los últimos quince años, sigue siendo el número uno de otra lista que, sin duda, influye a la hora de tener o no tener más patrimonio personal.

El fundador y presidente de Microsoft, Bill Gates, y su esposa Melinda son los donantes caritativos más generosos de Estados Unidos, según la revista Business Week, ya que la pareja donó o prometió dar unos 23 000 millones de dólares, más de la mitad en sus activos netos. De no haberse desprendido de estos millones, o estar a punto de hacerlo, ¿cuál sería el patrimonio total de Gates? Claro que varias voces se preguntan qué intereses creados oculta esta generosidad y de cuántas exenciones de impuestos se beneficia. En cualquier caso, para valorar el importe de las donaciones de Bill Gates conviene tener en cuenta que el segundo filántropo, Gordon Moore (n. 1929), cofundador de Intel junto con su mujer Betty, «sólo» ha donado 7000 millones de dólares, o tiene la intención de hacerlo.

La familia de Bill Gates formaba parte de la elite social y financiera de Seattle, Washington, la tercera ciudad más importante de Estados Unidos, y sus estudios los realizó por todo lo alto: la escuela privada Lakeside, en Seattle —la matrícula costaba 5000 dólares—, y la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts —la matrícula era algo más económica: 1760 dólares—. De muy joven, Gates tuvo acceso a un ordenador, en una época que todavía eran rara avis y, por lo tanto, muy caros. Sin ánimo de restar méritos, conviene recordar que la madre de Gates, Mary Maxwell, era una de las directoras ejecutivas de IBM cuando su hijo vendió a esta empresa el sistema operativo MS-DOS, venta que supuso el meteórico despegue de Microsoft.

1984. Mark Elliot Zuckerberg

De manera excepcional, algunos jóvenes han sido importantes en la historia por ser los herederos de un país o un imperio, como Alejandro Magno. Sin embargo, la mayoría de los líderes y triunfadores han sido adultos. El mismo Julio César accedió al poder siendo ya mayor. En la lista de millonarios es difícil ver un rostro joven. Sin embargo, los tiempos cambian. Ya hemos visto el caso de Oprah Winfrey, una mujer afroamericana que ha logrado sentarse en lo más alto de la cima del mundo. Zuckerberg (n. 1984) es otro ejemplo de estos cambios. Desde septiembre de 2010, con veintiséis años y una fortuna de 6900 millones de dólares, es el multimillonario más joven del mundo según la lista que elabora la revista Forbes (en el extremo opuesto está el suizo de noventa y nueve años Walter Haefner, empresario de software, con 3300 millones de dólares). En consecuencia, el creador de la red social más popular del momento ya es más rico que Steve Jobs, el fundador de Apple, cuya fortuna se valora en 6100 millones de dólares. Dentro de los multimillonarios relacionados con el mundo tecnológico tenemos a las cabezas visibles de Microsoft Corporation, su fundador Bill Gates, con 54 000 millones de dólares, y su actual director ejecutivo, Steve Ballmer, con 13 000 millones, a los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, con 15 000 millones, y Michael Dell, el fundador de Dell, con 14 000 millones. Si Facebook continúa creciendo, ¿llegará a pasar por delante de todos ellos el jovencísimo Zuckerberg?

En cualquier caso, el triunfo de jóvenes como Zuckerberg ha puesto de moda la lista de jóvenes millonarios, una categoría cada vez con más miembros gracias a su control de internet y la nueva religión de las estrellas más jóvenes del cine y la música: los Jonas Brothers, Hannah Montana, los protagonistas de Harry Potter, Kristen Stewart y Robert Pattinson, Ashley Tisdale, Zac Efron…

Zuckerberg entró en Harvard, la prestigiosa universidad norteamericana, para estudiar informática, y abandonó la carrera. En lugar de un título, tenía Facebook, la plataforma de mayor éxito del nuevo medio de internet. A pesar de las controversias por la privacidad y la acusación de haber robado la idea, la fortuna de Zuckerberg no ha dejado de aumentar, y tampoco su influencia en la moderna sociedad. Nadie sabe exactamente cuál es el futuro, pero todo apunta a que Don Tapscott tiene razón: los nuevos triunfadores:

Son millonarios y son muy jóvenes, porque por primera vez es la juventud la más hábil en el cambio de modo de producción y se adelanta a realizarlo. Hoy, si es usted un empresario inteligente, tendrá que preguntarle a su hijo adolescente por dónde van los tiros de la innovación en la red. Si los de la Enciclopedia Británica les hubieran preguntado, hoy serían rentables. (Entrevista a Don Tapscott por Lluís Amiguet en La Vanguardia, 2 de junio de 2007).

Lástima que no sea menos cierto que todos estos jóvenes millonarios ya se están convirtiendo en adultos. Lástima que no sea menos cierto que muchos de ellos se han quedado en el camino como ejemplos de vidas quebradas por el éxito. Lástima que se referirán a los jóvenes del futuro como «viejos». Ya lo había advertido el humorista español Jaume Perich: «La gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad».

1663. Carlisle Cullen: joven, millonario e inmortal

De todas las listas elaboradas por las revistas Forbes, Time y Fortune, seguramente la más fabulosa, en el sentido más literal de la palabra, sea la Forbes Fictional 15 (Los 15 Forbes de ficción), que reúne a los 15 personajes más ricos de la literatura, el cómic y el cine. Si usted está pensando en Scrooge McDuck, el entrañable Tío Gilito, se equivoca. El avaro compañero de aventuras de Donald y sus sobrinos ocupa el segundo puesto, «sólo» con 33 500 millones de dólares. El primer puesto, que es el que todo el mundo quiere conocer, es para Carlisle Cullen, médico con un patrimonio estimado en 34 100 millones de dólares. Su mayor fortuna, sin embargo, es tener trescientos setenta años de edad y aparentar veintitrés.

Debido a su condición de vampiro no suele frecuentar los hoteles de lujo de Mónaco, Marbella, el Caribe u otros soleados lugares de encuentro de la sangre azul y la prensa rosa. De lo poco que se sabe de su vida personal, se ha filtrado recientemente que el verdadero genio de las finanzas es su hija Alice. Ella es quien le lleva los negocios. Se rumorea que posee inversiones en la industria metalúrgica, oro, petróleo y marcas como Wal-Mart y Apple. También se sabe, aunque no podemos estar absolutamente seguros, que conduce un Mercedes S55 AMG y que, posiblemente, tiene una isla privada en Volterra (Italia) y/o en Río de Janeiro (Brasil). Para evitar ser detectado, él y su familia viajan en Virgin Air en lugar de hacerlo en ostentosos jets privados. Sin embargo, cuando viajan por mar lo hacen en un yate privado, aunque también pueden recorrer largas distancias a nado. A diferencia de otros vampiros, Carlisle Cullen se niega a alimentarse de sangre humana, por lo que calma su «sed» con venados, lo que le confiere unos anormales ojos dorados en lugar del color rojo habitual de su raza. Además, tras años de paciente sacrificio, ha logrado convertirse en médico y controlar sus impulsos ante la visión de la sangre de los pacientes que atiende. Este innovador personaje, así como el resto de los protagonistas de la saga Crepúsculo, ha permitido a su creadora, la norteamericana Stephenie Meyer, ganar 40 millones de dólares sólo en 2009, a pesar de no publicar ningún nuevo título ese año. Por supuesto, ha sido muy criticada por su estilo comercial. ¿Qué marca no lo ha sido? Sin embargo, las marcas, como todo relato de éxito, seguramente nunca tendrán fin. Siempre habrá alguien capaz de renovarlas y, a pesar de sus detractores, conservarlas eternamente jóvenes. Al fin, lo que importa, como escribió Oscar Wilde, es que hablen de ti, aunque sea mal. Pero seamos realistas, cuando se habla mucho de alguien, raramente acaba siendo para hacerlo mal. Con el tiempo, como sucede en la vejez, sólo se recuerda lo mejor. La novedad es intensa pero efímera, la nostalgia, en cambio, es eterna.