Capítulo 14
Ethan y Sunny me dejaron solo. Me era difícil socializar con los demás invitados sin conocer a nadie, aunque siempre he sido algo tímido para romper el hielo. Admiro a las personas con personalidad desinhibida que pueden entablar contacto fácilmente, y hablan hasta con las paredes; más aún, encuentran rápidamente un tema en común para conversar sin hablar del clima o temas usuales y aburridos.
El vestíbulo de la recepción conectaba a un cuarto contiguo, que también tenía techos de doble altura y una enorme chimenea de piedra en el centro.
En un nicho amplio, se encontraba una pequeña filarmónica formada por doce músicos, me dirigí hacia ellos para pasar el rato viéndolos y escuchando melodías clásicas, pero también modernas. Al corto tiempo, se comenzaron a escuchar aplausos en la recepción, por lo que los invitados salían del vestíbulo con chimenea para ver de qué se trataba.
El motivo de los aplausos era Vilma bajando las escaleras plena de confianza y con resplandeciente sonrisa. Se veía fabulosa y no llevaba pantimedias, lo cual tomé como un cumplido. Al buscarme en la multitud con su mirada, le sonreí. Una vez abajo, se entretuvo saludando a sus huéspedes con una adorable cordialidad.
Al observarla, me di cuenta de un interesante detalle; sólo ella vestía en tonos cereza, en el resto de las invitadas predominaba el color blanco, combinado con encajes plateados o negros. Más interesante aún, era que absolutamente todas venían peinadas con cola de caballo… ¡y de qué estilos!, definitivamente no de las que se hacen las chicas apuradamente para irse al gimnasio, sino hechas con sumo cuidado y refinamiento. Las había voluminosas dando un aspecto sofisticado; otras largas, cortas, o extra largas bien arriba de la nuca; algunas con una parte del cabello enrollado al comienzo para luego caer espléndidamente, o con listones de colores entrelazados inspirando los años noventa, las había también rizadas con hermosos bucles, o combinadas con trenzas en el frente, coletas bajas en la nuca, despeinadas, extravagantemente lisas jalando el cabello lustroso hacia atrás; todas ellas en lindas mujeres rubias, morenas, pelirrojas o trigueñas llevando maquillaje dramático.
Era difícil creer que cada una tuviera un estilo tan individual, a pesar de seguir el mismo estilo, pero las mujeres tiene tan vasta creatividad cuando se trata de peinados, y vestidos, que lo que escogen las hace verse únicas.
Dos chicas con ojos curiosos se me acercaron, una de ellas traía en su mano un Martini blanco, y la otra uno rojo.
―Hola, ¿así que tú eres el chico misterioso? ―me preguntó la rubia sorbiendo su Martini blanco. Su coqueta cola de caballo era larga y caía de lado frente a su hombro izquierdo.
―Bueno, pues espero cambiar eso de misterioso, mi nombre es Alexander, ¿y tú eres…?
―Disculpa si fui un tanto hostil, mi nombre es Natasha, y ella es mi amiga Dalilah. Corre el rumor que tú serás el próximo novio de Vilma, por lo que decidimos darte una revisada, para dar nuestro punto de vista sobre el chico misterioso.
―Alexander, ¡mi nombre es Alexander!
―No lo tomes a mal, »chico misterioso« suena a una aventura fascinante. Nosotras tuvimos una buena relación con Lars, el exnovio de Vilma, y queríamos presentarnos contigo. No estás nada mal… trigueño, guapo, joven, y totalmente diferente en apariencia y estilo. Pero, es que ¿quién no se vuelve loco por probar una deliciosa piel morena? Mírame a mí, soy una víctima de ello como te puedes dar cuenta.
Se refería a su amiga Dalilah, que volteó a mirarla besándola en los labios intercambiando ambas un bello toquecito con la punta de su lengua.
Traté de ignorar la seca bienvenida de Natasha y continué observándolas; ambas chicas tenían su encanto al estar juntas, ya que daban un impacto visual tipo cookies and cream.
Natasha de figura delgada, y piel extremadamente blanca, llevaba pintados sus labios de un atractivo color violeta mate, en tono berenjena. Su maquillaje estaba perfecto al mantener sus ojos y mejillas en tonos neutrales evitando el verse muy dominante. Dalilah en cambio, era una chica Afroamericana con piel color chocolate, finas facciones, sonrisa cautivadora y bellos ojos negros. Su coleta era idéntica a la de su novia, pero caía coquetamente al lado contrario.
―Tienes toda la razón Natasha, tu amiga no solo es muy bonita sino atrevidamente sexy ― le dije molestándola, haciendo que se pusiera notoriamente nerviosa tintineando la copa de Martini con sus anillos.
―¡Hey! ¡No seas tan atrevido! No he podido convertirla en una auténtica lesbiana. De cuando en cuando necesita aún saciar su apetito con hombres y tu bien podrías ser uno de ellos. No quiero poner en peligro mi relación, así que mantente alejado, ¿está claro?
―¿Y porque no dejas que ella hable por si misma?
Al sentirse aludida, Dalilah abrió sus largas pestañas y ojos negros, mirándome al sorber su Martini. Ella tenía sin duda uno de los mejores looks de la noche, que contrastaba fenomenalmente con su tez morena. Portaba un vestido ajustado de Alexander McQueen que realzaba su figura. La tela Jacquard en tonos blancos, y un gris gélido era una selección perfecta con efecto póntelo-y-resplandece-de-inmediato. Las mangas cortas permitían ver sus torneados hombros mientras lo tableado del vestido a la rodilla le daba una elegante armonía junto con el delicado ornamento floral.
―Tienes buena estrella Alexander, apuesto que Vilma va a disfrutar intensamente el tenerte; sin embrago no creo que estés buscando un morenaza como yo, pero ya veremos más tarde… Seguiré muy detenidamente tu actuación esta noche, ¿y quién sabe?, tal vez se me antoje estar contigo. ―dijo Dalilah, mostrando interés en mí.
―Puedes estar segura que haré lo mejor que pueda para provocar tu interés Dalilah pero, ¿puedes contarme más a cerca de esa actuación?
―¿Cómo puede ser que no lo sepas? ―me preguntó Natasha.
―Aún no he hablado al respecto con Vilma ―contesté.
―Se trata de hacer realidad una fantasía que Vilma tiene en mente desde hace mucho tiempo. Se suponía que finalmente la llevaría a cabo con Lars, con el cual pensaba tener una relación estable. Desgraciadamente con los hombres no se puede contar, y él se encargó de destrozar sus planes. Me alegra que tú hayas aparecido; le tengo un gran cariño a Vilma, así que llevémosla en paz, y disculpa mi fría bienvenida
Natasha había suavizado su tono, tal vez calculando que era mejor ser amigable al ver mi interés y el de su novia.
―Me parece muy bien Natasha, pero dime ¿de qué trata la fantasía?
―Vas a tener sexo en público, Alexander.
―Creo que no te escuche bien, ¿me lo puedes repetir por favor?
―Te vas a mostrar teniendo sexo con alguien mientras te vemos ―dijo, y ambas se dieron la vuelta perdiéndose entre la multitud.
¡Ay carajo! Más me vale averiguar sobre los planes de Vilma, esto excede cualquier cosa que haya hecho anteriormente, ¡maldición!
Mientras pensaba en ello, sentí como alguien me tomaba de la mano.
―¡Alexander, ven conmigo vamos a abrir el banquete y te quiero junto a mí!
―¡Ay qué bueno que te encuentro, Vilma! Me gustaría hablar contigo.
Los invitados se reunieron en el salón del banquete en el que Vilma declaró el inicio de la cena. Había una gran variedad de comida exótica y deleitable. El espacioso salón había sido renovado a fondo. Los casi noventa comensales cupieron sin ninguna dificultad en él. Alrededor del salón había grandes ventanales con salida a la terraza, la cual daba al jardín proporcionando una vista espectacular de toda la propiedad. El amueblado tenía un estilo moderno, con sofás bajos y cómodos, llenos de cojines, mesas altas, alfombras. Contaba con un discreto acceso directo a la cocina, desde la cual, el personal de servicio despachaba a todo vapor cualquier capricho de los huéspedes.
―Vilma, ¿es que no piensas decirme que tienes pensado para esta noche?
―Tienes toda la razón, de hecho lo he querido hacer desde que llegamos, pero suceden tantas cosas a la vez, que cuando trato de hablar contigo, alguien me aborda para conversar, impidiéndomelo. A ver, los planes que tengo son: Después de cenar, iremos a otro salón, en el que he creado una opulenta atmosfera de club nocturno, ¡me estoy muriendo de ganas por bailar!; el DJ es muy cool y voy a hacer que la casa se estremezca. ¿Vamos a bailar juntos, cierto?
―¡Para que esperar! Bailemos aquí mismo, estoy impaciente por ver cómo te mueves, apuesto que te ves muy sexy.
―¡No digas tonterías!―rio―Tendremos una atmosfera de club nocturno. No sólo en la decoración, la iluminación y el amueblado, sino que también habrá enormes fotos sugestivas y sensuales que ayudarán para que la fiesta vaya subiendo de tono. Por si esto fuera poco habrá un show tipo Coyote Ugly. Ahora, a pesar de haya muchos invitados, la mayoría no aguantarán hasta las tres de la mañana, y a esa hora, y sin importar los que estén presentes, quiero hacer realidad mi fantasía.
―¿Y de que se trata esa fantasía, Vilma?
―Antes de responderte, déjame decirte algo Alexander. Dos eventos han estado presentes en mi mente por largo tiempo, de hecho se trata de dos películas; la primera mostraba uno de esas fiestas organizadas en las secciones VIP de un club nocturno en el que las chicas, todas vestidas sensualmente y muy chic, terminaban participando en una tremenda orgía, mostrando sus increíbles cuerpos con un deseo sexual tan gigantesco que me impresionó desde entonces. Fue tan real… se podía leer en sus rostros lo libidinosas que estaban con un deseo desesperado de tener más y más sexo aún después de haber sido satisfechas por uno o varios compañeros sexuales, y sin importar si habían sido mujeres, hombres o ambos. La segunda película era de esas fiestas universitarias que se salen de control. Me fascinó ver como las chicas permitían que las desvistieran para tener sexo en la sala de estar, piscina o recámara mientras los demás miraban como eran penetradas y disfrutaban el momento voyerista. Una de ellas era totalmente cachonda, y gozaba ser observada, así que se la metieron en todas las posiciones imaginables...
―¿Y?―le pregunté.
―Cuando llegue el momento haré una señal y los invitados se reunirán con nosotros en la biblioteca, la cual está arreglada y organizada para tal evento. Lo único que te pido, Alexander, es que tengas relaciones sexuales conmigo frente a mis invitados, los cuales no tienen ni la más remota relación contigo. Estoy obsesionada y calientísima de esperar tanto tiempo para hacerlo una realidad y no quiero seguir envejeciendo con una fantasía frustrada, ¿qué dices?
―¿De cuanta gente estamos hablando, Vilma? ¿Cinco, ocho personas?
―Tja… tal vez un poquitín más, tengo muchos amigos, ¿sabes?
―¿Diez?
―Digamos que unos cuarenta y tantos.
―¡Santísima Maria de las Mercedes! ¿En qué me has metido? ¿Cuarenta personas? Para mí una escena de éste calibre se vuelve pública con dos personas observándonos, ¿y tú necesitas medio estadio de fútbol? ¿Sí entiendes que ni siquiera sé si podré tener una erección con tantos espectadores y la presión de estar expuesto? ¡Jamás he hecho algo semejante, Vilma!
―Querido, indagué sobre tu curriculum extraoficial, y la información proporcionada por Giselle, fue que las erecciones no son precisamente un problema para ti; además estoy dispuesta a hacer todo lo que sea necesario para mantener tu espíritu muy en alto. Te prometo encargarme de eso, no te preocupes.
Hmm, interesante… Al parecer Giselle ha estado en contacto con Luna, de lo contrario, ¿cómo pudo decirle eso a Vilma?
―No sé qué responderte, ¿por qué no mejor escogiste un estríper o a un escort boy?
―Porque un escort boy de una de las múltiples agencias de Fráncfort arruinaría completamente la belleza de mi fantasía Alexander, debe ser alguien real. Mira, mi sueño inicial era el de culminarlo con el amor de mi vida, pero debo de ser realista, eso ya no existe para mí. Entonces, en lugar de ponerme a llorar seis meses como una adolescente, y ponerme melancólica por todo un año, necesito continuar con mi vida. No me estoy haciendo más joven, así que, ¿por qué no maximizar los buenos momentos del presente y futuro, en lugar de ser esclava del pasado? Tú eres ahora parte de este formidable momento, lo cual me hace inmensamente feliz, uno nunca sabe cómo la vida jugará sus cartas.
―Y que lo digas, Vilma, a veces me siento como una de esas cartas.
―Me siento muy afortunada de tenerte aquí conmigo Alexander, el que estés aquí, es para mí invaluable y no reemplaza a todos los acompañantes de las agencias que hay en Frankfurt.
―Lo voy a hacer, ¿y sabes por qué?, para ser la envidia de todos cuando me vean deslizando mi mano en ese escote tan dramático que muestras tan despreocupadamente. En fin… nunca he estado en una situación así, pero espero que todos los sistemas funcionen.
Vilma sonrió complacidamente al escuchar mi respuesta.
―¡Estoy muy entusiasmada, apuesto que vamos a estar mejor que en las películas! Como te decía, preparé una atmosfera especial para nosotros dos, y lo más me excita es el hecho de que vas a descubrir mi personalidad y cuerpo por primera vez estando directamente en el campo de batalla, me pone muy caliente de pensarlo.
Me miro tímidamente, acariciándome la mejilla, como dudando si era apropiado besarme. Finalmente se acercó y beso arrebatadoramente, jalando mis labios con sus dientes y labio inferior. A los pocos segundos nos separamos manteniendo la cercanía, mirándonos a los ojos y estudiando nuestros rostros.
―¡Uy, uy, uuy! ¿Vieron a esos dos? Si me permiten decirlo, ese no fue un beso normal, caballeros ―dijo Ethan a una pareja con la que conversaba.
Una mesera con una charola llena de copas con champaña se nos acercó, Vilma cogió dos copas y brindamos por el éxito de nuestra actuación.
―Alexander, no vayas a empezar a comentar con otras personas de lo que hablamos. Únicamente personas seleccionadas y cercanas a mí saben lo que va suceder en la biblioteca, ¿está bien?
―No te preocupes, que lo que menos quiero es tener a más personas. Solo espero que se emborrachen y que no asistan.
―Voy a dar otra ronda a mis invitados, ¿me acompañas?
―¿Te molestaría si me quedo aquí digiriendo lo que me acabas de decir?
―No hay problema.
―Y Vilma… trata de no beber mucho, te quiero bien despabilada para que vivas y goces tu sueño ―le dije con mucho optimismo, pero en realidad estaba temblando de miedo; sobre todo sabiendo lo que esperaba de mí.
Deslicé la gran puerta de cristal y salí a la terraza a beber mi champaña contemplando la iluminación del jardín mientras tomaba un poco de aire fresco.
Si los invitados más allegados de Vilma incluían a Natasha, entonces era probable que los vecinos de los vecinos atendieran al show. ¿Y qué tal si me desapareciera? No era difícil marcharme, aunque Vilma ya me había echado a andar con su coqueteo. Además no la iba dejar plantada con todo el paquete, ¿o me atrevería a hacerlo?
―Buonasera Alexander ―me dijo una voz a mis espaldas.
―F… Fr… Fra… ¡Francesco! Pero que agradable e inesperada sorpresa…
―¿Es ese el modo tan frío en que vas a saludar al hombre que te permitió pasar tres días con su esposa para hacerle lo que desearas?
―Fueron solo dos días, Francesco. Habla más bajo que alguien puede oírte.
―¡Yo hablo tan fuerte como se me dé la gana!, ¿entiendes?
―Sí, sí, lo siento, no te enfades, ¡por favor!
―Ven a mis brazos giovanotto, en verdad te aprecio ―me beso las dos mejillas y me abrazo con sus brazos robustos.
―Bene, bene, así está mucho mejor. Esta es la manera como los buenos amigos se saludan en Calabria y, tú y yo tenemos más que una relación íntima, ¿cierto?
―Definitivamente, Francesco. Lo que tú digas.
―¿Qué haces aquí ragazzo?
―Oh… bueno… verás… eh… fui invitado por una de las amigas de Vilma. ¿Está Luna aquí contigo?
―¡Ah la Vilma, Mamma mia! Sí que es una rubia ardiente, ¿no es verdad? ¡Se ve estupenda! ¿Te fijaste en su vestido y el despampánate escote que luce? Desearía ver a Luna con él, ¿te la imaginas? ¿Sabes a quién lleva puesto?
Francesco ignoró mi pregunta que me era crucial saber.
―Luna se vería asombrosamente bella portando ese escote, Francesco; el vestido es de Alexander McQueen.
―Oh, un diseñador británico, ¡maldición! Jamás compraría moda de un inglés, ¡soy un nacionalista italiano!
―Si sirve para calmar tu nacionalismo, los vestidos son fabricados en Italia, y el diseñador murió hace como dos años.
―¡Ay Dios mío! ―Francesco se santiguó, mostrándose como un creyente católico.
―Alexander, la Luna te extraña muchísimo, realmente la cautivaste profundamente. Por lo que a mi concierne, tienes la apariencia de un gatito, pero en realidad, ¡eres un tigre hambriento!
―Yo me veo más bien como un sobreviviente, Francesco.
―No tengo ni idea de tu vida privada Alexander, pero me gustaría pedirte que te concentraras un poco más en Luna. Ella es una mujer muy sensible, y desde que te fuiste, la mia Luna se sienta a ver los videos que te hicimos; incluso la he visto tocarse íntimamente viéndolos.
―Espera un segundo, Francesco, ¿de qué videos estás hablando?
―¡Películas, video! ¿Qué parte no está clara ragazzo? ―Enfatizó con ese típico lenguaje corporal italiano, gesticulando exageradamente al mover brazos, manos y alzando la voz ―. Te filmé en el salón del placer, en la piscina, en la sala de estar, ¡y hasta en las escalinatas del frente de la casa! Luna y tú parecían adolescentes cogiendo como conejos durante cuarenta y ocho horas! Utilizaron todos los rincones de la casa, al menos te agradezco que hayas respetado el Bugatti, pues si encontrará una manchita insignificante, te cortaba las pelotas y haría que te las tragaras.
―¿Estuviste en la casa todo el tiempo? ―le pregunté.
―¡Por supuesto que no! ¿Qué hubiera hecho allí? Antes de irme hice un último ajuste a una cámara de video colocada en uno de los cuartos del segundo piso con vista a la piscina y me marché. Luna pensó que no estaba, aunque tengo el presentimiento que tú me viste. Pero volviendo a ella, insisto que destrozaría su corazón el saber que eres un mujeriego rodeado continuamente de mujeres. Así que espero ese no sea el caso, se prudente en ese aspecto, ¿de acuerdo? No te estoy pidiendo mucho mi amigo, simplemente presta atención en no anunciar tus conquistas, en especial en nuestro círculo de amistades y asociados al que pertenecemos.
―Oh… ni te preocupes Francesco, soy una persona humilde y sin mucha vida social.
Mieeeeerda, esto sí que se está poniendo feo, ya lo veo venir…
―Hubieras visto a Luna a su regreso de Fráncfort, Alexander. Se veía diferente, ¡era una mujer que hace mucho tiempo no veía! Y eso que no es una mujer que sufra de baja autoestima, pero en esta ocasión estaba resplandeciente, irradiando vitalidad, era fácil notar lo fuerte que se sentía. No hay cumbre o montaña lo suficientemente alta que una mujer no pueda conquistar al sentirse con el vigor que Luna desplegaba amigo mío, y todo ello por pasar un fin de semana a tu lado. Eres una persona interesante, tienes don con las mujeres, no sólo en el área física, sino que las dominas mentalmente. Únicamente porque te conocí antes, te creo que no eras consciente de ese poder, pero ahora que lo sabes, me sorprende tu ingenuidad y sencillez. ¿Puedes imaginarte a una Luna regresando a casa desplegando tal enorme bonanza sexual, para encarar a un esposo desvalido en ese campo? Fue duro para ambos afrontar la cruda realidad. Lo que nos ayudó, es el tener aún buena comunicación y poder enfocarnos en otros temas. Sin embargo, no deja de estremecerme el estado en el que la dejaste; la liberaste después de años de tener el rol, responsabilidad y yugo de proporcionar placer. No dudo que por ello, se sintiera frustrada. ¡Qué calamidad!, ¿no? Puedo comprarle cualquier cosa que desee, Alexander; menciónala y la tendrá, pero soy incapaz de proporcionarle esa mezcla tan explosiva que tú le das: el ser delicado y dulce con sus emociones, combinado con el descontrolado estímulo sexual que puedes propiciar en una mujer. En cualquier caso, antes de que llegaras tú a nuestras vidas, no podía hacer nada para remediarlo, pero ahora te tenemos a ti ragazzo y me satisface mucho. Estamos planeando pasar una semana en la bella Italia, ¿por qué no te tomas un tiempo libre y vienes con nosotros? Podrías conocer a toda la familia y a las amigas de Luna, las cuales son bellísimas como mi Luna.
―Es muy generosa tu invitación, Francesco; voy a organizarme y te lo haré saber, gracias.
Su propuesta sonaba interesante, aunque arriesgaba el no volver a caminar, si es que llegaba a estar rodeado de las amigas de Luna y eran igual de ambiciosas en la cama. La posibilidad de verla era una oferta muy tentadora que tomé muy en serio. Sentía un fuerte anhelo de estar nuevamente cerca de esos sutiles ojos avellana y su atrayente sensualidad.
―Si me permites la pregunta, Francesco; ¿cómo es que te encuentras en esta fiesta?
―Vilma tiene uno de los negocios de bienes raíces más respetables en toda Europa. Mi familia ha hecho tratos muy ventajosos con ella, de hecho el ministro Italiano se encuentra entre su clientela gracias a su discreción y profesionalismo. Vilma no solo es atractiva, sino una mujer inteligente en los negocios; no tienes una idea de lo buena que es haciéndolo, esta es una de las razones por la que la conocí. La otra razón se dio a través de Giselle, porque las dos tienen grandes contactos en el negocio del arte. Ellas te pueden conseguir las mejores réplicas de alta calidad de casi cualquier pintura de los grandes maestros de la antigüedad. ¿Pusiste atención a las pinturas del salón de la chimenea?
―Sí, lo hice. A mí también me gusta el arte; pude reconocer cuatro réplicas de los doce originales pintados por el maestro Francisco Goya. Ese grupo de doce pinturas, es conocido como »Las Pesadillas de Goya« creadas en sus últimos años.
―Muy bien ragazzo, en ese salón hay otras dos réplicas, y si fuiste capaz de reconocer esas cuatro, doy casi por seguro que conoces las otras dos.
Antes de responderle, le sonreí. ―Imagino que no hay invitado que no reconozca a la Maja Vestida y a la Maja Desnuda. Son dos replicas bien logradas, debo decir, y ha de ser muy costoso y difícil encontrar un trabajo tan detallado como ese.
No podía parar de hablar por ser uno de los temas que me fascinaban. Me gusta mucho compartir mis pensamientos acerca del arte, aprender de las opiniones de otros y discutir con personas que conocen del tema.
―¿Cuál es la pintura que más te gusta de las Pesadillas de Goya? ―me preguntó.
Sin duda me estaba probando para estar seguro que mi pasión por el arte no era simulada.
―Por mucho, la de Saturno devorando a sus hijos. Encuentro espeluznante la intensidad del canibalismo y expresión sumamente salvaje lograda por Goya, en contraste con el triste futuro que esperaba a Kronos, su nombre griego como has de saber, Francesco. Si conoces el mito, recordarás que Cronos sería castrado por uno de sus hijos y de los despojos arrojados al mar, nacería Venus de la espuma emergente.
―Muy impresionante.
―Siento que no pueda parar de hablar, Francesco; Giselle me motivó aún más para estudiar mitología y me ha ayudado para entender mejor el contexto de muchas pinturas.
―Cambiando de tema Alexander, ¿sabes lo que Vilma se trae entre manos para la madrugada? Me han dicho que es algo que no debo perderme, aunque no estoy muy seguro de quedarme tan tarde.
¡Ay caramba, lo sabía! ¡Ya se corrió la voz entre los invitados!
―Mmh… no lo sé Francesco probablemente algo que no vale la pena asistir; yo mañana tengo que levantarme temprano, ¿y tú?
―Certo, certo, necesito tomar mi vuelo de regreso a París. Hice la escala en Fráncfort porque no encontré vuelo directo desde Italia y además para tener la oportunidad de asistir a esta fiesta. Luna lamentó no haber podido venir, probablemente por querer visitarte en Fráncfort. Vilma es una excelente anfitriona y estoy tentado en asistir al misterioso evento, aunque ya lo decidiré después, tengo curiosidad de saber de qué se trata.
―¡Francesco, ahí estás tú travieso duendecillo! ―un tipo muy amanerado se aproximó a nosotros.
―¡Ah… pero ya veo porque te escondes! Te encuentras muy bien acompañado, ¿eh pillo?―colocó su mano en la cintura― ¿Quién es esta deliciosa criatura con look latino vistiendo un traje de Emenegildo Zegna? ¿Que no me vas a presentar, cariño? No seas groserote.
―Es un buen amigo de Luna, Marco. Te presento a Alexander Löwe.
―¡Ooh… un Löwe, grrroaar!
Marco simuló una garra con sus dedos, doblando sus rodillas, imitando según él a un León, el cuál es el significado de mi apellido.
―No seas irrespetuoso, Marco; y deja de estar haciendo tantos aspavientos ―le dijo Francesco irritado.
―Alexander, me dio gusto verte. Por favor ven pronto a casa, y recuerda que harías muy feliz a Luna si aceptaras la invitación de venir a Italia; de no poder, estoy seguro que algo se te ocurrirá para que podamos reunirnos de nuevo. Si gustas puedes visitarla en casa incluso cuando yo no esté presente, te tengo confianza ragazzo, y sé que Luna estará encantada con tu compañía.
―El placer fue mío Francesco, algo me dice que pronto nos reuniremos, cuídate.
Marco se llevó prácticamente marchando a Francesco hacia adentro de la casa y, sabiendo que los observaba, le dio un buen pellizco en una nalga. Francesco se alarmó y volteó a verme.
―Shhh… ―me hizo, poniendo el dedo índice sobre sus labios, en un gesto para que mantuviera el secreto.
Francesco está loco, ni siquiera dudo que tenga un problema de múltiples personalidades. ¡Prefiero no pensar que engaña a Luna con otro hombre! El hecho de ser varonil, no le da el derecho de engañarla, vamos ¡Luna es un encanto! Simplemente no lo entiendo.
―Alexander, ¡te llevo buscando no sé cuánto tiempo, ya dio comienzo el club nocturno! Ven conmigo, la gente ya está bailando ―Vilma salió por mí a la terraza.
Estaba muy emocionada y mostraba gran entusiasmo. Fue un gesto muy lindo de su parte el hacerme saber que deseaba mi compañía.
Atravesamos el salón de banquetes y entramos a otro en donde se habían colocado múltiples reflectores de colores y hasta una esfera de cristal tipo discoteca, colgada en el centro. Los vestidos blancos de las chicas se encendieron gracias a las luces color neón, transformando su apariencia en electrificartes y brillantes cuerpos moviéndose sensualmente, con coletas de caballo meciéndose de un lado al otro de sus cabezas.
En un costado del salón, se encontraba un bar iluminado, con una gran selección de botellas. El ambiente fue subiendo de tono y el efecto del alcohol se empezaba a hacer presente en algunas chicas que comenzaron a besarse, desatando una enorme reacción en cadena. Los invitados se desinhibieron y un sentimiento libidinoso se fue apoderando de todos.
Las chicas no escatimaron mostrando piel y vestían atrevidos escotes, frontales o en la espalda terminando algunos hasta el coxis. Sus siluetas eran hermosas y resaltaban con lo extravagante de los peinados, inyectando a la atmosfera un toque por demás estrafalario. No faltaba la presunción en cuanto a joyería se refiere, cada accesorio era único en su tipo y venia de todos los rincones del mundo, con el fin de acentuar los vestuarios de las damas. Había de todos los estilos, desde joyas diseñadas por grandes nombres europeos, hasta joyería inusual encontrada en mercados asiáticos o africanos, increíblemente originales.
Bailando frente a mí, tenía a un glamoroso ángel que no podía más que agradecer el momento en el que decidí seguir a Giselle en San Francisco. A ella, le debía la posibilidad de acudir a eventos tan raros, locos y pomposos, los que empezaba a disfrutar enormemente.
Vilma portaba como accesorio adicional un chal elaborado a base de plumas negras diseñado por Julie Fagerholt dando un impacto visual extra, a su ya de por sí magnifica apariencia. La alegría que reflejaba acentuaba su radiante personalidad. En verdad que su actitud tan positiva era asombrosa, tomando en cuenta que iba saliendo de una decepción amorosa, la cual no reflejaba. Ella se encontraba sólida como una roca, y era una mujer de fuertes convicciones.
Poco a poco me dejé llevar por la encantadora atracción de sus movimientos y sonrisa, hasta no poder resistir un segundo más sin tocarla, la tomé por la cintura y la jalé hacia mí.
―Vilma, me está volviendo loco el ver cómo se asoman las curvas de tus senos en tu escote ―le dije mientras sentía su pelvis pegada a la mía, sintiendo el calor de nuestros cuerpos.
La giré de espaldas haciendo contacto con su trasero, apretándolo contra mí. Cobijado por las sombras y luces intermitentes deslicé mi mano dentro de su escote, sintiendo su piel desnuda bajo sus senos. Una vez ahí, recorrí mi mano hacia arriba palpando el nacimiento de su curva, y continué hasta llegar al pezón. Vilma ni respingó, por lo que seguí adelante exponiendo su deliciosa aureola fuera de la abertura del escote en V, hasta ver su pezón expuesto, el cual jalé cuidadosamente.
―¡Auch, Alexander!, cálmate o voy a empezar a desvestirte aquí mismo! ―me advirtió.
El DJ tocó la canción Cat-daddy, causando que todas las chicas se alborotaran gritando y haciendo los famosos pasos del baile. Vilma se movía muy sexy, incitándome traviesamente. La recorrí toda detenidamente con la mirada, sus impresionantes botines Gucci, sus piernas desnudas bien formadas, su escote impotente de cubrir sus senos al agacharse mientras bailaba, los hermosos rasgos de su rostro y ojos maquillados estilo smokey-eyes, así como su sedoso cabello rubio… Deseaba seguir tocándola, así que la tomé nuevamente por detrás, asomándome a su escote y besé su cuello. Su firme cadera tocaba mi pelvis, y Vilma se arqueó hacia atrás recargándose en mí, cogiéndome por la nuca mientras nos balanceábamos al ritmo de la música.
―Uy, uy, Alexander, vamos a tratar de enfriarnos un poquito, porque estoy por desvestirte en lugar de esperarme hasta más tarde; ven, vamos al bar, me muero de sed. ¿Qué se te antoja tomar, tal vez un cóctel?
―No gracias Vilma, mejor otra copa de champaña, no me gusta mezclar y me siento bastante estable por ahora.
―Mmm… déjame pensar, yo tomaré algo dulce… ¡una Margarita de fresa! ―dijo haciendo una señal a la chica encargada del evento.
La iluminación cesó, dejando el salón a obscuras, salvo algunos reflectores buscando su objetivo para iluminarlo. Los decibeles de la música se incrementaron, y aparecieron cinco hermosas chicas animando, y aplaudiendo hasta el centro del hall, donde comenzaron a bailar al tiempo que se despojaban de algunas prendas de su vestimenta.
En cuanto terminaron se dirigieron al bar. Las chicas con un estilo Coyote Ugly se subieron al bar y continuaron con su fenomenal show, motivando a los huéspedes a beber más champaña del que probablemente debían. No hubo uno, ni mujer ni hombre, que se negara a beber el trago que las preciosas chicas les ofrecían directamente de las botellas, derramando el líquido en sus bocas de modos muy originales.
El grupo consistía en dos rubias, dos chicas de cabello castaño y una pelirroja; las cuales prendieron la fiesta aún más, con sus lindas sonrisas, energía, sensualidad y asombrosos cuerpos.
Tres de las chicas llevaban coloridos tops sin tirantes, los que fueron mojando durante el show hasta hacer evidente la redondez de sus senos y sus erguidos pezones; las otras dos vestían sólo un sujetador. Todas ellas traían puestos los famosos shorts tipo Daisy Duke mostrando sus largas piernas. La parte más curiosa, y a solicitud de Vilma, fue que no usaban botas vaqueras, sino stilettos de diseñador, como sandalias de plataforma en piel con lazos enrolladas a sus tobillos y Pumps. En cuanto terminó el show, las chicas se retiraron en medio de calurosos aplausos. Su actuación causo el impacto esperado, pues todo mundo lucía un estado fiestero, incrementándose el número de personas acariciándose íntimamente sin importarles la vista de los demás.
―¡Fiuuu, fiuuuu! ―les silbó Vilma.
―Dime una cosa Vilma, ¿por qué hay tantos gays en la fiesta? No me lo tomes a mal, no tengo nada en contra de ellos, pero me pregunto si hay alguna razón en especial detrás de ello.
―Hay toda una historia detrás, Alexander. Hace muchos años no era yo tan exitosa como ahora, y el momento en el que todo cambió fue cuando contraté a una pareja gay. Verás, después de varios meses trabajando, logramos una cuota inesperada de ventas. Intrigada, realicé una auditoría, que me indicó un punto de extrema relevancia que gustó mucho a nuestros exigentes clientes en el negocio de lujosos Bienes Raíces. Ellos buscan a alguien que se encargue de sus deseos y que lo resuelva todo, no para hoy, sino para ayer. Además de que buscan mucha discreción. Desde luego que hay otros puntos que cubrir, o todo sería muy fácil. También aprecian mucho el que seamos abiertos al aconsejarlos. Cuando contraté a mí adorada pareja gay, toda la arrogancia que teníamos con los anteriores asesores y ejecutivos de ventas desapareció en su totalidad y en su lugar, emergió un sello de confianza en la empresa. A partir de ese momento he seguido esa fórmula exitosa. ¿Quieres saber otro punto clave del que me percaté después de cerrar muchos negocios con mi equipo?
―Pero por favor, dímelo.
―Existen una gran cantidad de clientes que no han salido del closet.
―Te refieres a que no han admitido…
―Exacto, muchos de ellos, no han mencionado dentro de sus familias o sus círculos sociales, que son gays, y esa circunstancia les causa un enorme stress y presión; pero cuando nos contratan, se sienten aliviados por nuestro trato y apertura, estableciéndose una conexión importante. De hecho muchos de mis clientes terminan saliendo con algunos de mis asociados, hay varias parejas de lesbianas y homosexuales que trabajan para mí, y llevan ahora relaciones con clientes distinguidos, a veces extraoficiales, debo decirlo.
―Vaya que es una historia interesante, nunca hubiera imaginado que esa fuera la razón de esta comunidad gay en tu fiesta.
En ese momento entendí que no sólo llevaba una vida acaudalada, sino tenía una sexualidad indiscriminada.
―Mi querida Vilma, nos retiramos, gracias por esta magnífica velada, todo salió perfecto, querida. Eres una magnifica anfitriona.
―El placer fue mío, cuídense.
―¿No te lo dije Alexander?, algunos de los huéspedes empiezan a irse, y son las dos de la mañana. Te apuesto que después de ellos, otros le seguirán. No me tomes mi comentario negativamente, disfruté mucho la noche en su compañía pero también quiero pasar tiempo con los que son más cercanos a mí, en especial tú, por ejemplo. Por favor discúlpame un momento déjame acompañar a un par de ellos a la puerta.
Es increíble pensar que en casi una hora seré yo uno de los principales actores de la noche… Esta es mi segunda aventura loca en la que participo, pero me está comenzando a gustar esto de sentir adrenalina por todo mi cuerpo. ¿Cómo evitarlo? Todas ellas resultan ser mujeres fenomenales, que después de conocer sus personalidades y enorme energía que ponen para conseguir sus fantasías sexuales, me siento cautivado, y ya no puedo salir huyendo. Además, la arrebatadora belleza de las amiguitas de Giselle es irresistible; al fin de cuentas tengo mi corazoncito masculino bien integrado, que late con rapidez ante estos bombones. Ya quisiera entrar en acción esta noche, ¡espero hacerlo bien caray!
Cuando sabes que tomarás parte en una fantasía, te sientes halagado por ser elegido, pero al mismo tiempo hay mucha presión, ya que se comparte la responsabilidad de llevarla a cabo exitosamente y no frustrarla.
Todo se hace más crítico en una fantasía sexual pues la contraparte lo ha imaginado durante largo tiempo como algo perfecto, llevando a tener altísimas expectativas, no solo de llevarla a cabo, sino de superarla. La moraleja aprendida el fin de semana pasado con Luna, fue la de ser yo mismo y olvidarme de lo demás. Sé que puede sonar un poco irónico usar la palabra “moral”, pero, ¿quién decide que es inmoral y que no, en una fantasía? Esta noche planeaba como siempre ser yo, Alexander Loewe. Todos estos eventos me estaban sirviendo para encontrarme otra vez a mí mismo. Un Alexander diferente estaba surgiendo en mí, y me sentía complacido de observar cómo se iba dando esta compleja metamorfosis.
―¡Hey Alexander! ¿Qué tal un poco de champaña antes de pasar a la biblioteca? ―Vilma regresó.
―Seguro, ven acá, bonita.
Me encontraba sentado en una silla
alta directamente en el bar, así que la tomé de la cintura y la
acerqué a mí, situándola entre mis piernas. Al principio titubeé un
poco al adoptar esa posición frente a los huéspedes, pero el pensar
que en menos de media hora todo el mundo me vería las pelotas, me
ayudo a despreocuparme.
―¿Estás nervioso? ―me preguntó.
―¡Claro que lo estoy!, ¿y tú?
―¿Te estás burlando? Yo me siento tranquila de tener a la persona adecuada, y lo que voy a hacer es dejarme ir. Después de ver cómo me has excitado en las últimas horas, ¡estoy más que dispuesta a empezar antes de tiempo! Percibo mucha energía dentro de ti, buscando ser liberada y eso me provoca curiosidad y aumenta mi deseo.
―¡Pues hagámoslo ya! ―le dije.
Vilma le paso una nota a una mesera pidiéndole se la entregara a Ethan, quien no se encontraba en ese momento en el club nocturno, así que requería buscarlo en los diferentes salones.
El guapo y corpulento Ethan estaba sentado en uno de los rincones con vista al jardín. Tenía los dos brazos extendidos a lo largo del respaldo del sofá; a su izquierda reposaba en uno de sus hombros Sunny, acariciándole el pecho moviendo su mano bajo su camisa desabotonada. En su lado derecho, un chico le acariciaba sus fuertes muslos. La mesera solo se atrevió a interrumpirlos porque llevaba un mensaje de Vilma.
―Disculpe la interrupción, pero tiene un recado importante de Vilma.
Ethan recargó su cabeza en el respaldo del sofá inclinándola hacia donde se encontraba la mesera, y extendió su mano para tomar la nota.
“Es hora, Ethan.
Vilma”
―¡Es tiempo del show, amigos! Debemos dirigirnos hacia la biblioteca e invitar a los demás a hacer lo mismo. Al fin podré confirmar los comentarios que me hiciste en el auto sobre Alexander, Sunny.
El mensaje se difundió rápidamente, los huéspedes se empezaron a dirigir hacia la biblioteca. Varios ya se habían marchado, y los que aún permanecían, tuvieron la impresión de que todos se iban, al tomar dirección hacia la entrada. Lo que no sabían es que la biblioteca se encontraba en esa dirección.
―¿Nos vamos yendo? ―me preguntó Vilma dándome la mano.
―Después de ti, V.
La llame por la primera letra de su nombre. Algunas personas prefieren usar diminutivos o adjetivos, pero yo lo uso para enfatizar mi cariño y pareció no molestarle.
―¿Me llamaste, V?, me gusta Alexander.
En lugar de tomar la misma dirección de los demás, caminamos por un amplio corredor situado detrás del salón del club nocturno, el cual conectaba a toda la casa. Estaba iluminado con luces indirectas y estaba decorado con grandes jarrones artesanales, así como valiosas pinturas. El corredor terminaba en dos puertas de madera gigantes con agarraderas de hierro en forma de cruz.
Vilma jaló ambas agarraderas y me quedé perplejo, al aparecer ante nosotros una inmensa biblioteca semicircular de dos pisos de altura. En el segundo piso, un pasillo con barandal daba vista a la estancia de abajo. Cada ventanal tenía un sitial de lectura con sillones bordados a mano estilo Inglés, y junto a ellos libreros y entrepaños de ébano. Coronando el techo había un hermoso vitral circular de al menos tres metros de diámetro, con el dibujo de un mapa de la Tierra antiguo.
―¡Uau Vilma! Esto no es normal, ¿a quién contrataste para lograr este ambiente? Le da un lujoso toque de refinamiento a la Villa.
―No está mal, ¿eh?, ¡adoro mi biblioteca! Sabía que te gustaría, tienes buen gusto como lo sospechaba.
El amueblado, en una exquisita variedad de tonos de piel, le daba al salón un carácter pomposo; los sofás de Belgravia con tres y dos asientos, o los Chaises con sus taburetes en piel de Etna en piel rojiza y blanca. El icónico estilo Chesterfield se encontraba increíblemente bien representado en las sillas, y sofás en color nuez y hermosos tonos de gamay, clásicos Ingleses.
Directamente debajo del vitral y dominando el centro del cuarto, se encontraba un hermoso Recamier Chesterfield en piel, de tres asientos en tono blanco viejo. Tenía la particularidad de no tener el usual respaldo bajo y curvo que todos tienen; más bien consistía en una mezcla híbrida de una acolchonada superficie extra larga, con brazos en cada extremo, bellamente remachados con escudos de plata. La presencia de este mueble era una verdadera excentricidad para una biblioteca.
Ya imaginaba yo que ese sofá, sería el escenario principal, pues estaba bien iluminado por reflectores colocados en el barandal del segundo piso, aunque mejor dicho, era la única parte iluminada de toda la biblioteca, el resto eran luces tenues repartidas por todo el recinto semicircular.
Me encontraba de alguna manera más relajado sabiendo que tenía buenas oportunidades de enfrentar la situación exitosamente, había aprendido con Luna; ahora me sentía diferente, después de aquella vergonzosa retirada con Giselle y Jahra, cuando me habían pedido que me quedara y yo salí cobardemente huyendo.
El amueblado inglés con sus bordados a mano no era la única excentricidad, también lo eran las numerosas réplicas de las obras maestras de la pintora polaca Tamara de Lempicka, que armonizaban excelentemente con la decoración art-deco, evocando un ambiente aristocrático.
La cuidadosa selección de las pinturas con figuras desnudas, provocativas, así como la extravagancia de los temas, me hicieron sospechar que Vilma había escogido cada una de ellas teniendo ya en mente que este sería el escenario para su fantasía. Los cuadros de: La Niña con el Guante, La Bella Rafaela, Cuatro desnudos, Dos Amigos, La Túnica Rosa, y los retratos de Madame Allan Borr y el del Marques D´Afflitto, igualaban el erotismo y el suspenso de la situación.
―Dame tu mano Alexander, caminemos al centro del salón.
Una vez que nuestros ojos se adaptaron a la oscuridad fue posible reconocer entre sombras a la gente sentada en los diferentes sillones. Algunas parejas se sentaron cómodamente en algunos chaises, otros prefirieron la vista superior y estaban al borde del barandal. Bandejas de plata enfriando botellas de champaña se encontraban distribuidas por doquier, y la música tocaba suavemente. La fuerte tensión erótica llegaba a su clímax y estaba dominaba por lo que sucedería en los próximos minutos.
Al llegar al Recamier, Vilma tomó asiento en el centro sorbiendo su bebida. La luz de los reflectores iluminándonos, no nos permitía distinguir a alguien, siendo así un telón natural facilitando las cosas al no poder ver a los numeroso espectadores, con lo que esperaba poder concentrarme mejor en los deseos de Vilma.
―¿Todo bien Alexander? ―me preguntó Vilma.
Se arrodilló sobre el acolchonado Recamier mientras gateaba sobre el hacia uno de los extremos del sillón, inclinando su cintura para llenar su copa de champaña. Su pregunta me hizo volver de mis pensamientos al ver la excitante posición de su cuerpo, pues al recostarse, la parte inferior de su vestido se subió descubriendo la parte de atrás de sus muslos hasta la entrepierna mostrando su firme trasero. Al frente, la inclinación de su torso mostró un tanto de sus estupendos senos, lo que provocó murmullos ente los espectadores.
Me hinqué tras de ella asiéndola de la cintura con ambas manos, para luego acariciar sus caderas e ir subiendo mi mano por su espalda rasguñándola hasta alcanzar su nuca. Me incliné al igual, tomándola por debajo de su barbilla y cuidadosamente la levanté hacia mí, arqueándola hacia atrás. Al sentir mi rostro cerca, giró su cabeza sacando la lengua tratando de alcanzar mis labios; al no poder lograrlo, me tomó de la nuca jalándome hacia ella.
―¿Andabas de cachonda deseando exhibir tu cuerpo, verdad? ―le susurré al oído antes de que nuestras lenguas se tocaran jugueteando en un beso prolongado.
―Aja…―es lo único que logró articular, expulsado aire al contestarme.
―Bien, pues es ahora de sacarte uno de tus redondos y suculentos senos que me muero por probar…
Pasé mi mano por debajo de su brazo hasta alcanzar el nacimiento de sus pechos, haciendo a un lado el vestido, revelando uno de sus senos, mientras continuábamos besándonos.
El pecho expuesto causó cierto alboroto entre los invitados que veían encantados, y eso que era sólo el principio. Vilma se enardeció al escucharlos sintiéndose exhibida. Pasé mi mano por debajo tocando ese seno, gozando sus curvas y continué hasta abarcarlo todo con mi mano. Ella recargó su trasero contra mi pelvis dando discretos vaivenes. Colocó una mano en mi cadera y la otra en el brazo del sillón para tener más soporte y empujar con más fuerza para sentir como se iba dando mi erección. Aproveché la ocasión para deslizar su vestido hacia abajo por el hombro izquierdo, dejando visible su clavícula. Vilma sacó su brazo quitándose completamente la manga de ese lado y así terminar con medio cuerpo desnudo; al verla así, me excite aún más y le di pequeñas, suaves mordiditas, en el cuello, trapecio y hombro.
Saboreaba su cuello y con mis manos acariciaba no sólo su costado desnudo sino también la parte aún cubierta, deslizando mi mano por debajo para delicadamente tocar su pezón.
―¡Ay, esto se siente muy rico! ―exclamó.
―Y espera a que sientas dentro de ti el paquete que sientes creciendo detrás de tus nalgas… vas a llorar de placer, bonita.
―Arghhh… Alexander, ¡que me estás diciendo!
El modo sucio de hablarle surtió efecto, excitándola tanto que me miró sobre su hombro con un destello diabólico en sus ojos azules.
―¿Y por qué no te la sacas de una vez y me la metes por atrás, uhm? ―me dijo alzando su vestido, mostrándome su tanga perdiéndose entre sus nalgas, invitándome a hacerla a un lado para metérsela―. ¿No piensas que ya fue suficiente manoseo y agasajo? Vamos ¡déjame verlo! Penétrame toda hasta llegar al tope, Alexander, quiero sentirla toda deslizándose dentro de mí.
¡Spank! ¡Spank!
Se dio dos manazos en el trasero, sabiendo perfectamente lo que me ofrecía.
Vilma alcanzó una alta excitación sexual relativamente rápido, y aunque no había nada que deseara más que meter mi pene en su lubricada vagina; mantuve el control sin acceder a sus demandas.
―¡No vas a sentir nada dentro de ti hasta que te lo tragues todo! ―le dije.
Probablemente no cuidé mucho mis palabras, porque al oírlas, Vilma se giró dándome un empujón violento, que me mandó de espaldas sobre el amplio sofá. Antes de darme cuenta, Vilma me estaba desabrochando el pantalón.
―¡Vilma espera un segundo!
―¿Y ahora qué carajos?, ¡te la voy a mamar y me vale madres lo que me digas! No es hora de negociar, ¿entiendes?
Ah cabrón… ahora sí que desaté a la bestia que lleva dentro… Miré sus ojos azules, diciéndole: ―En menos de un minuto vas a tener el reto de acomodar mi pene dentro de tu boca, pero hagámoslo de un modo más erótico, vamos a ponernos de pie.
No quedaba mucha racionalidad dentro de mí, pero quería hacer su fantasía más vívida. No sólo se trataba de que tuviéramos relaciones sexuales, la gente mirando, jugaba un rol importantísimo y por ello quería lograr cierta interacción para causar una fuerte impresión en sus invitados, haciendo que Vilma recordara esta noche especial para el resto de sus días. Seguramente los asistentes le describirían detalladamente el cómo se veía, y con esto, ella volvería a vivir su fantasía en su mente.
Nos pusimos de pie, Vilma se acomodó su vestido mientras yo servía dos copas de champaña, brindamos tomando un pequeño sorbo. La tomé de la mano y nos dirigimos hacia el perímetro entre la iluminación del centro y la penumbra; mientras nos aproximábamos, pudimos ir distinguiendo las siluetas y ciertos rostros. Era obvio que mucho más gente de lo esperado se encontraba en la biblioteca. Yo trataba de distinguir, a alguna pareja heterosexual, pero era difícil debido a que me encontraba deslumbrado por la luz, además de que no quería salirme de ese telón natural que nos imposibilitaba ver a los demás.
Finalmente me detuve cerca de un sofá Chesterfield, donde me pareció ver a una pareja.
―Dame tu copa, Vilma.
La bebimos de un solo trago, y extendí mi brazo traspasando el velo de sombra, donde una mano femenina las recibió.
Nos encontrábamos de pie, en el límite de la penumbra. Vilma me besó e iba bebiendo del champaña que yo vertía en su boca; le sentí los visibles y duros pezones bajo la delgada tela del vestido, la besé en el cuello murmurando:
―Agáchate Vilma, espero que tengas una garganta profunda…
―Eres un maldito perverso, Alexander; me vuelves loca con tus comentarios morbosos.
Vilma se acuclilló sostenida por sus botines Gucci, abrió el zipper de mi pantalón y me lo sacó.
―Mmm… exactamente del modo en que lo quería probar… guuualp…
Al sacármelo, mi pene apenas crecía, así que lo devoró de abajo hacia arriba. Eso era lo que ella deseaba, sentir el cómo se expandía dentro de su boca, hinchándose hasta alcanzar su dureza total, que cuando llegó, le forzó a retirar la boca ahogándose, viéndolo ahora en toda su extensión.
La escena fue puro alto voltaje. Era excitante ver a una rubia tan deseable acuclillada con piernas ligeramente abiertas, mostrando su braga transparente al levantársele el vestido hasta la cadera por la postura, y teniendo su escote abierto, revelando sus senos. Por si fuera poco, daba sexo oral de una manera tan lascivia, mostrando sed de seguirlo chupando.
―Puaff… mira nada más que miembro tan rico tienes... ―Lo frotó antes de volverlo a meter en sus labios con una controlada succión, engolosinándose con él.
La acción provocó algunos comentarios entre las parejas reunidas en la biblioteca: ―Cariño, ¡quiero probar uno de ese tamaño! ¿Hay algo que podamos hacer al respecto?
Se trataba de una chica exótica de veintisiete años con acento de la India. Estaba sentada junto a un elegante caballero que casi le doblaba la edad.
―¿Y qué es lo que quieres hacer, Nay? ―Así la llamaba, pero su nombre completo era Nayna―. ¿Es que quieres pasar al centro y arruinarle el espectáculo a Vilma, ¿o qué? ―le contestó él irónicamente, esperando una respuesta negativa, pero ella guardo silencio, asintiendo con la cabeza muy segura de lo que deseaba―. ¡Pero es que de verdad que ya estás muy occidentalizada, Nayna!
―No es que sea el mundo occidental Deepak, en nuestro país también solíamos alocarnos, no te hagas el santurrón.
El suspiró… ―¡Nunca imaginé que alguien fuera a invitar a un tipo con el pito de Goliat y peor aún, lo fuera a enseñar en toda su extensión! La naturaleza no pudo haber hecho más por él. No es sólo la pequeñez de mi pajarito, sino mi lucha contra la impotencia, no tengo la más mínima oportunidad junto a ese chico.
La ironía y sarcasmo de las palabras de su marido hicieron sonreír a Nayna. Fue evidente que abordaban ya el tema con bromas y buen humor.
―Deepak, baja la voz, ¡estás hablando muy alto! Mira, se preparan para hacer el siguiente movimiento.
Vilma acababa de bajarme los pantalones, afortunadamente no llevaba puestos mis adorados bóxers de cuadros de Gap.
―¡Arghhh Vilma! ―me clavó sus largas uñas en mi trasero desnudo, al tiempo que me miraba traviesamente y ponía mi pene dentro de su garganta.
―¡Santísimo!, ¿en dónde enseñan a meterse algo de ese tamaño a la boca? ―dijo Nayna impresionada con las habilidades guturales de Vilma. No pudiendo resistir más y, cobijada por las sombras, se alzó su sedoso vestido blanco, deslizando discretamente su mano entre las piernas para acariciarse.
―Es tiempo de sentirlo dentro de mí Alexander, ¡lo necesito adentro ahora mismo! ―me dijo Vilma incorporándose, y apoyando sus dos manos sobre el descansabrazos del sofá en el que Nayna se encontraba.
Bueno, pues llego la hora… no hay oportunidad de retrasar más la penetración… la chica ya tiene cuarenta años y sabe lo que quiere… ―pensé.
Sin titubear alcé su vestido exhibiendo sus bragas, pero en lugar de bajárselas, las hice a un lado, haciendo espacio para entrar en ella. Vilma separó las piernas poco más allá de sus hombros y se inclinó preparándose para sentirme. La posición hacia que mantuviera su cadera erguida, y formaba un arco con su espalda. Estaba expectante del momento en que colocaría la cabeza de mi pene en su entrada.
Su pecho erguido se encontraba a escasos treinta centímetros del rostro de Nayna, la cual intensificó su masturbación secreta. Al tener a Vilma desnuda enfrente, le dijo:
―Srita. Allmayer, nunca había sido testigo de algo semejante, ni visto algo tan libidinoso, ni… cómo decirlo…? …¡tanta carne dentro de la boca de una mujer! necesita por favor enseñarme como lo hace. Usted es tan sexy y glamorosa… El chico es un modelo, ¿cierto? Esta tan fabulosamente bien dotado, ¡que apostaría que le va a atravesar todo el cuerpo!
―¿Cuál es tu nombre, linda?
―Me llamo Nayna, Srita. Allmayer.
―Escúchame bien Nayna, mis senos están casi tocando tu nariz; me estás viendo desnuda a punto de que me la metan en un acto morboso de sexo en público, ¿y te diriges a mí de usted? ¿Srita. Allmayer? ¡No me jodas!, llámame Vilma, ¿quién eres, cariño?
―Soy la esposa de Deepak.
―Oh, la modelo exótica… el tono de tu piel es envidiable, y mira lo terso que son tus piernas…
Vilma tocó las rodillas de Nayna, prolongando su caricia hasta los muslos que eran visibles por lo corto del vestido. Continúo hasta que sus manos se encontraron en la entrepierna. Vilma la desplazó con la suya, siendo ahora ella quien la masturbaba con uno de sus dedos. Nayna se estremeció echando la cabeza para atrás, cerrando los ojos. Vilma estaba deslumbrada por la exótica belleza de la modelo. Se inclinó y la besó ardientemente en sus abultados labios pintados en tono chocolate.
Ahora es el momento de penetrarla, reaccioné, la vista de las dos chicas besándose me había excitado mucho.
―¡Hmpf!… está deslizando su pene dentro de mi… ashh! se siente tan grande…
Vilma tuvo que interrumpir el apasionado beso al sentirme. Su vagina estaba muy bien lubricada por lo que seguí introduciéndome despacio hasta que mi pelvis se impactó con su trasero. Una vez que Vilma se sintió llena, elevó su cabeza arqueando sus senos ofreciéndoselos a una sobrexcitada Nayna quien no resistió abrir sus carnosos labios para chupar golosamente esos pezones rosados.
»¡Ay que rico se siente chuparle los pezones a otra mujer! Siempre había deseado hacerlo, es muy cachondo…¡Uau!, ésta va a ser una gran noche…« ―Pensaba Nayna.
La idea de habernos movido al borde del área iluminada, estaba causando efecto, ya que las personas en el pasillo superior bajaron, y sentaron en el sofá blanco del centro, justo el que era para nosotros. En su momento no supe decir si eso era bueno o malo, pero en cualquier caso, la energía en el ambiente se estaba tornando muy picante.
Lo que empezó como un mero espectáculo, se convirtió en una interacción al incluir más gente, lo cual no era la intención inicial. Sin embargo, no quise imponer nada en específico y preferí dejar que Vilma me mostrara el camino a seguir, después de todo, era su fantasía.
Nayna se encontraba recostada con el vestido levantado hasta las caderas, ya que la mano de Vilma le daba placer dentro de su blancas braguitas.
―Vilma regresemos al Recamier, quiero desnudarte completa frente a todos ―le dije.
Retiró su mano de la entrepierna de Nayna, que se quedó temblando después del delicioso trabajo que le propinó Vilma.
―¿Dijiste mostrar mi cuerpo desnudo?, ¿pues qué es lo que estás pensando hacerme ahora, Alexander? ―Vilma se aproximó a mí, rodeó con su pierna mi cadera y jugó con mis cabellos―. ¿Sabes una cosa, querido?, eres en verdad una presa deseable de atrapar, ni siquiera me interesa saber lo que vas a hacer con mi cuerpo. Me entrego a ti, ¡tómame! Tienes acceso libre a cualquier rincón que desees explorar…
Me besó, y obedientemente caminó al centro del salón, sentándose en el borde del sofá. Inclinó la cabeza entre las piernas y con sus manos se sujetó del tacón de sus botines Gucci, permaneciendo así durante unos instantes, tal vez reflexionando en lo que acababa de decir. De repente, alzó la cabeza rápidamente, haciendo volar su cola de caballo hacia atrás, y me envió una mirada de ven-y-devórame que con su cabello rubio, ahora ligeramente despeinado, le daba una apariencia un tanto salvaje.
Era difícil de ignorar lo que acababa de oír, y si hay algo que me excite, no solo es el ver a una chica sexualmente motivada, sino que además te confiese: Haz conmigo, todo aquello que siempre has soñado hacerle a una mujer, ¡pero empieza a hacerlo YA!
Caminé hacia ella con la camisa desabotonada, cuando de repente me insinuó a que probara sus dedos.
¿Quieres saborear la esencia intima de una modelo exótica, Alexander? ―movió los dedos de su mano izquierda.
―Mejor recuéstate que voy a probar la esencia intima ¡pero de una rubia loca! ―se recostó manteniendo sus botines en el suelo, yo me hinqué frente a ella.
¡Pero, qué hermosa franjita de pelo rubio!, ¡tú conchita rubia se ve deliciosa!
Vilma tenía un incitante jardín femenino, no solamente por la franja tan bien arreglada, sino porque fuera de ella, no había señales de vello púbico por ningún otro lado, ni arriba, ni abajo, ni a los lados, nada de nada. Todas las áreas estaban deliciosamente lisas, salvo esa tira de vello rubio en el centro. Disfruté mucho el probarla, metiendo mí lengua en todos los modos que podrían provocarle placer, mientras se estremecía al sentir dentro mi lengua húmeda.
Vilma no solo tuvo placer físico, sino que se puso muy caliente al mirarme como le chupeteaba su delicado clítoris. Para ello se apoyó en codos y antebrazos para tener una mejor vista. En la parte de arriba de la biblioteca, una chica se encendió al ver a Vilma gimiendo de ese modo, y comenzó a juguetear con otros dos chicos que no conocía. Uno le estaba ya chupando los senos y el otro le acariciaba las piernas.
―Alexander, métemela de nuevo, o me vas a producir un orgasmo en los próximos treinta segundos, con esa lengüita tuya…ah… ―dijo gimiendo. Me detuve, ella continuó recostada.
―Dame tus manos Vilma, es tiempo de presumir tu hermoso cuerpo ―la levanté y le quité el vestido dejándola sólo con sus botines, esta vez, le quité la tanga.
Nos acostamos a lo largo del Recamier, Vilma dando la cara hacía donde se encontraba el mayor número de invitados. Estábamos de lado, uno junto al otro, su espalda daba a mi pecho. Atrás de nosotros había un par de caballeros que se mostraban interesados en mi trasero.
Levanté su pierna, los labios de su vagina se abrieron y entré en ella. La posición desató murmullos más intensos que la vez anterior, pues ahora estábamos bien iluminados y era posible admirar en todo su esplendor el cuerpo completamente desnudo de Vilma, mientras nuestros cuerpos se encontraban conectados.
―¡Puaaff… no sé si estoy siendo bendecida, o condenada al tenerte conmigo en esta fantasía! estas alcanzando zonas jamás antes exploradas… hmpf… ―jadeó.
―Pues yo veo que te fascina que te la metan hasta adentro, ¡eres una golosa deliciosa!
―¡Oh sí… más… más hondo… awk… maldición, ¡me voy a venir!
―Oh no nena, no tan rápido.
―Déjame venirme, por favor Alexander, no puedo retenerlo más estoy ahogándome en placer― me rogó para dejarla alcanzar su clímax.
―¡Dije que no y me vas a dar mucho más que sólo esto! ―Dramaticé un poco, pero es que la fantasía no podía terminar tan rápido―. No tengo ni idea cómo va a terminar esto, ¡pero debe ser de manera gloriosa. Vilma!
No sabía ni porqué, pero me sentía con poder y dominio del momento, además apenas comenzábamos. Se me ocurrió una posición que podía intensificar el roce de mi pene, y con la cual pudiera noquearla. No era nada sofisticado, pues no era yo una estrella porno, ni es que tuviera gran experiencia, ni muchas posiciones bajo la manga, por lo que me decidí por algo clásico.
Lo clásico siempre da resultado. Me arrodillé, Vilma abrió las piernas ampliamente esperando sentirme de nuevo. Me miraba, me puse sobre su cuerpo color nieve adoptando la posición del misionero, aunque con mi cuerpo más hacia el frente para aumentar el roce, sosteniéndolo con mis manos y oscilando mi pelvis de arriba hacia abajo, como haciendo lagartijas, sacado mi pene hasta la punta y volviéndolo a meter todo, repitiendo una y otra vez la acción.
―¡Bendito sea! ―dijo Ethan a Sunny―, estabas en lo cierto, ¡tiene un pito hermoso!, mira nada más ese divino pene erecto, ¡piuff, piuff! ―silbó.
―No sólo es su gran torpedo, Ethan; también tiene buen cuerpo y es un tipo bien parecido. Al principio estaba cohibido y se escondía, pero veo que ha encontrado la salida, ¡ha estado fenomenal! ―le contestó Sunny.
―Sí, estoy de acuerdo contigo, es tímido, pero en cuanto se le pone un reto enfrente, sabe lo que tiene que hacer; ¡estamos presenciando el nacimiento de una estrella!―le contestó Ethan.
Yo continuaba teniendo sexo con Vilma, manteniendo mi cuerpo paralelamente y otras veces rotándolo incrementando así el rozamiento de su clítoris, haciéndola gemir escandalosamente.
―¡Dale duro Alexander, es toda tuya! ―gritó Ethan dándose cuenta que Vilma no iba a aguantar mucho más.
Vilma aumentó la intensidad de la escena y de la posición sexual, en un movimiento perverso, abriendo sus piernas ampliamente, cogiéndose los tobillos con las manos y alzando la cabeza con un gesto extremadamente lujurioso, rechinando los dientes y disfrutando en grande de mi pene. Intensifiqué el ritmo, controlando el momento, hasta que temblores de éxtasis invadieron todo su cuerpo.
―Me… me voy… me voy a venir, Alexander; ¡empújalo, empújalo todo dentro… argh!… está tan rico, que parece irreal… ayy…
No retiré mi pene, sino que lo mantuve dentro, viendo la intensidad de su explosión.
Una vez que sus músculos dejaron de contraerse en cortos espasmos, me separé de su cuerpo. Sus manos aún temblaban, pero yo no tenía la mínima intención de detenerme. Buscaba también el alcanzar mi orgasmo, así que pasé mis manos bajo sus rodillas, agarré sus muslos y jale su cuerpo hacia mí.
―¿Qué me haces Alexander? ―Vilma abrió ampliamente sus ojos azules, al darse cuenta de lo que me traía entre manos―. ¿Es que no terminaste?
Sostuve mi pene erecto con mi mano, listo para volver a metérsela. Ethan y Sunny tragaron saliva.
―¡Ay no puede ser, me la metes una vez más, ¡estás loco! ―Vilma puso sus ojos en blanco, moviendo su cabeza hacía atrás.
―¿Qué pasa Vilma, que no aguantas más, o qué? ―No contestó, se encontraba en un placentero e intenso trance.
La jalé hasta que sus nalgas quedaron sobre mis rodillas flexionadas, alcanzando así el punto máximo de la penetración. Mantuve esa posición por un par de segundos porque la maniobra resultó en una inesperada reacción en cadena, Vilma empezó a contorsionarse.
―Puff… me vengo otra vez… ¡ahhhh!
En esta ocasión me moví suavemente dentro y fuera de ella, siendo testigo de cómo su cuerpo era invadido por torrentes de satisfacción.
―Han pasado siglos desde que tuve un doble-O, pero nunca antes con esta intensidad ―me dijo.
Le retiré mi pene, ella se giró hacia un lado metiendo sus brazos entre sus piernas, ―ese fue un delicioso doble orgasmo… fue como dejarse caer en un abismo que termina en el placer más intenso que una mujer puede experimentar… ―suspiró.
Todos los invitados presentes, irrumpieron en gritos, aplausos y chiflidos.
―¡Vilma esa fue pura adrenalina hirviendo!
―¡Eso es tener sexo y no mamadas!
―¡Ustedes dos son la definición de cachondo, qué bárbaros!
Vilma gateó hacia mí deslizándose sobre la suave piel del sofá. Traía una amplia y blanca sonrisa que mostraba a una mujer realizada, feliz y satisfecha.
Irradiaba alegría y agradecimiento por haberle ayudado a llevar a cabo su fantasía después de tantos años de espera. Fue un momento especial, me hubiera gustado congelar ese instante, su expresión facial mostraba una sonrisa traviesa, maliciosamente alegre con una mezcla de gran plenitud.
Me abrazó, tiró de mis cabellos y acarició cariñosamente mi rostro, nuestros cuerpos se rozaban sintiendo lo caliente que aún estaban.
―¡Alexander, mi querido, Alexander!, quiero que sepas que hiciste explotar mi mente y cuerpo a través del techo, para hacerme llegar a las estrellas. ¡Eres una persona fantástica! Lo digo en serio.
Lágrimas de felicidad corrían por sus mejillas. El momento me conmovió profundamente. Compartía en mi interior, la alegría de haber contribuido a esa felicidad que brotaba de su corazón, el cual sólo trataba de encontrar el verdadero amor.
―Bueno… me imagino que tus palabras están un poquitín influenciadas por tu doble orgasmo Vilma ―le sonreí.
―Ashh, nada más de acordarme de la intensidad, siento como mi puntito-G trata de comunicarse conmigo enviándome vibraciones a todo mi cuerpo, ¡uau!, ¡te juro que me dan escalofríos!, mira mis manos. ―Sus dedos aún temblaban. La estreché con fuerza y le di un abrazo de oso.
―Ni se te ocurra pensar que esta noche va a terminar con un Alexander insatisfecho, ¡no señor! Yo me encargaré de eso. En mi fantasía todos tienen su dosis de placer, y no te voy a dejar con tus pelotas moradas, doliéndote, ¡definitivamente no!
―Oh, ni te preocupes por ello, te disfrute muchísimo, muñeca.
Vilma levantó su vestido del suelo, poniéndoselo, yo me puse los pantalones.
―Alto ahí, Alexander; tengo algo que anunciar.
Nos encontrábamos en el centro del salón. Aproximadamente un tercio de los invitados se había ya marchado, el resto estaban acariciándose, o manoseándose con otras parejas.
―Queridos amigos, este es uno de los momentos en que la realidad supera a la fantasía. Como se pudieron dar cuenta, y por increíble que parezca, Alexander que no ha alcanzado la explosión de su elixir, y algo me dice que habrá más de uno interesado en mí propuesta… ¿quién sigue?
―¿Cómo que quien sigue?, ¿qué estás haciendo, Vilma?
―Es obvio que necesitas otro round para alcanzar una eyaculación, espero no hagas un hoyo a la casa cuando eso pase, querido. Estoy segura de que más de una chica se estará muriendo por hacerlo. ¿Tienes algún capricho de cómo quieres que sea tu compañera o compañero? Solo dímelo y te lo consigo.
Me quedé sin palabras, pero después de un par de segundos empecé a jugar con la idea de escoger a alguien. Por alguna extraña razón me sentía con potencia y había mujeres hermosísimas. Me encontraba en una situación muy privilegiada por lo que decidí ser egoísta y arrogante aceptando la propuesta.
―¿Entonces? ¿Quién se anima a probar a este toro pura sangre? Pasen a la zona iluminada ―volvió a insistir Vilma.
―¡Ethan!, ¿a dónde crees que vas?, no creo que Alexander quiera estar con un hombre, además, piensa que serás la parte pasiva, lo que significa que al amanecer estarás en una silla de ruedas y ¡tendrás un agujero del tamaño de una lata de Pepsi en el culo, no seas pendejo! ― le dijo Sunny a su adorado Ethan que muy animado se dirigía al centro.
―Estoy extremadamente caliente Sunny, no me es posible el observar tanta promiscuidad y permanecer como un tempano de hielo, ¿qué crees que no tengo sentimientos?
―No me vengas con pendejadas Ethan, no estás preparado para esto, Alexander te destruiría tu hermoso asterisco que tienes detrás. En cambio yo estoy ahora en mejor forma y sería una gran prueba para mi nueva vagina. ―le contestó Sunny.
Los segundos pasaban y no había respuesta, sólo se escuchaban cuchicheos… tal vez de parejas entrando en algún arreglo o calculando el impacto que semejante aventura tendría en caso que alguno de ellos se decidiera en pasar al frente. Me sentí como Aquiles, en la Ilíada, cuando esperaba a Héctor antes de matarlo brutalmente.
Un pensamiento pavoroso paso por mi mente durante estos momentos de espera. Empecé a sudar frío al imaginar un escenario de horror, anulando toda mi arrogancia. Este miedo tenía un nombre: S-u-n-n-y…
¿Cómo reaccionaría yo en el caso de que Sunny pasara al frente? ¿Me atrevería a llegar tan lejos en este tipo de aventuras en las que Giselle me manipulaba como a un títere? ¿Lo consideraría como una rebaja a mi dignidad o sería capaz de tomarlo como una experiencia fuera de serie? Ni siquiera podía imaginarme lo que sería besar a un andrógino, por no mencionar el tener contacto sexual con él. Pensándolo bien, no estaba dispuesto a explorar, ni tenía interés, ni curiosidad de hacerlo, ¿pero qué hacer si pasaba al frente?
Una silueta se levantó, dirigiéndose hacia el frente. Su identidad estaba protegida por la luz difusa del penumbroso ambiente. Sólo se podía distinguir el tono claro de su minivestido. La figura emergió de las sombras, con paso seguro. Una mirada coqueta en tonos café claros me miró. La seda blanca de su vestido era tan suave como mantequilla derritiéndose, amoldándose a su cuerpo y resaltando su figura, así como el movimiento de su busto al caminar. El bordado en mangas y falda, junto con la apertura en hombros imprimían un toque delicadamente femenino a su vestido de Patrizia Pepe. Al caminar se remojaba sus labios carnosos de puchero, siendo este un rasgo facial que la distinguía.
Haciendo juego con su vestido, llevaba un accesorio exquisito, un chal de seda blanca con borlas, dando un incomparable contraste con su piel morena y definiendo su apariencia.
Me sentí c-o-m-p-l-e-t-a-m-e-n-t-e aliviado al ver que mis temores acerca de Sunny no pasarían a convertirse en pánico. Sobre todo, estaba complacido de estar cerca de materializar mi deseo de tener sexo intercultural, el cual no aparecía aún en mis récords, los que se encontraban en aumento dramáticamente, gracias a la intervención de Giselle en mi vida.
―Hola me llamo Nayna ―me dijo.
Este sencillo detalle de identificarse con su nombre antes de iniciar con nuestra empresa, me indicó que tenía clase y educación.
―Mi nombre es, Alexander.
Me cogió por la nuca, levantó una de sus cejas y con fulminante mirada, me murmuró al oído:
―Te voy enseñar cómo domamos tigres salvajes en la India, pero antes me voy a disfrutar de tu trozo de carne, tanto como me plazca.
Se colgó de mí, abrazando mi cintura con sus dos piernas, presionando con fuerza. Una vez que me equilibré, me miró con ojos llenos de lujuria. Caminé hacia atrás hasta alcanzar el Recamier, tomé asiento, y me recosté sobre mi espalda con los pies plantados en suelo de madera de la biblioteca.
Nayna quedó sentada encima de mí, apoyando las rodillas en la tersa piel del sillón. Se deslizó lentamente sobre mi cuerpo, hasta que alcanzó mi cuello quedando mi cabeza entre sus muslos; toqué sus senos haciéndolos más evidentes al hincharse bajo la tela. Estando casi inmovilizado decidí echarme un clavado entre sus muslos, ensalzándome en un sabroso sexo oral. Fue fácil de lograr pues solo tuve que mover a un lado el sedoso cordel blanco de su tanga para deleitarme con un trigueño jardín femenino, rasurado en forma de una punta de flecha.
Antes de meter mi lengua, la miré de soslayo admirando su modernidad y elegante estilo. Al sentirme, Nayna balanceó rítmicamente su pelvis hacia adelante y hacia atrás, incrementando su oscilación. Yo quería irla desvistiendo pero no podía hacerlo en la posición en la que me encontraba.
―Quítate el vestido ―le pedí.
―Chúpame más mi clítoris ―me contestó.
―Te voy a lamer el hoyito de atrás y no te alcanzo, quítate el vestido y levanta tus rodillas un poco más.
No se desvistió, pero al escucharme sus ojos irradiaron brillo como los de una pantera, mostrando su delirante deseo sexual, alzándose ligeramente, como le había pedido, dándome, acceso a cualquier rincón que me apeteciera probar.
El satisfacer mi sed de ese modo la estremeció. Gemía tan cachondamente que era obvio que ese número no estaba incluido en su rutina sexual y menos que le lamieran tan intensamente ese pequeño hoyito de atrás. Decidí concederle su primer deseo, y me concentré en su palacio del placer, el clítoris.
Nayna se quitó el vestido en un solo movimiento, jalándolo de la bastilla hacia arriba, para mostrar una cintura estrecha y unas caderas deliciosamente curvilíneas. Al verla desde mi posición aún entre sus muslos, vi unos senos que rebotaban al ritmo del movimiento de su cuerpo.
El admirar su exótica belleza, me estímulo y sentí como mi erección aumentaba, aunque no podía vérmela, pero sabía que estaba bien firme. La posición de Nayna me impedía ver alguna parte de mi cuerpo, solo tenía el panorama de su cuerpo, lo cual era inmejorable.
Su hermoso cuerpo desnudo, sus gritos de placer, y mi dura erección deben de haber sobreexcitado a algunos de los asistentes, porque de repente sentí la presencia de alguien arrodillado entre mis piernas.
La visita, quien fuera que ésta fuera, desplazaba mis rodillas hacia los lados, dándose más espacio para caber entre ellas. Sin mayor preámbulo sentí el calor de una mano tocando mi pene erecto, un instante después estaba siendo golosamente devorado de un solo golpe. Se me ocurrió pensar que era Vilma que venía por más, pero el tacto y la técnica al succionar, diferían totalmente, además que Vilma no lo había podido acomodar todo en su garganta. Me causó cierta inquietud, y era difícil concentrarme en Nayna, debido a la mega mamada que me estaban dando. Hasta me hizo gemir de placer, al sentir que mis testículos estaban dentro de una boca que jugueteaba con ellos deliciosamente, y con una habilidad impresionante, lamiendo todo lo que podía.
Mi curiosidad llego a su límite, ¡tenía que ver a la formidable chica dándome esa mamada celestial! Miré sobre los muslos de Nayna, pensando que encontraría una linda cara femenina con atractivo peinado en cola de caballo, pero lo que descubrí fue al Ethan dándose vuelo, y puliendo mi hermoso miembro con su boca, ¡y de qué forma! Mostraba tanta energía y entusiasmo en succionar, que parecía una boa engolosinándose. Sólo le faltaba succionarme las pelotas hasta la campanilla de su garganta. El suceso me hizo perder mi excitación sexual e irremediablemente mi erección.
―¡Hey Ethan! Lo lamento pero soy heterosexual, ¡cabrón! Disculpa, si lastimo tus sentimientos, pero aún no descubro el placer de estar con un hombre ―le dije.
―¡Oh, pero lo vas a descubrir, Alexander. Gualp… gualp… ―no se detenía― a algunos hombres les lleva más tiempo que a otros, en especial a los que tienen una fuerte masculinidad; eso fue lo que me paso a mí, pero una vez que sientes la comprensión, la conexión y el placer que un hombre te puede brindar y traer en tu vida, cualquier prejuicio queda en el olvido. Me tendrás que disculpar, pero no me voy a mover de aquí hasta que ver cómo explota tu santa miel. ¡Estoy emocionadísimo!, ¡nunca había tenido un calibre de esta magnitud en mi boca!
―¡Maldición, con este necio! ¡Hey Nayna! , estas teniendo una competencia desleal ―giró su cabeza para darse cuenta de la situación y se deslizo hacia abajo de mi cuerpo hasta que su trasero estaba por tocar la cara de Ethan, haciéndolo retirarse.
―Ethan, en caso de que quede algo de Alexander, después de mí, tú serás el que sigue, pero por el momento te pido que me des espacio para estar con él ―le pidió Nayna.
―Pero por supuesto Nayna, perdón por la interrupción pero es que, por horas, he estado tratando de poner un dedo en este precioso miembro ―le sonrió enseñando los dientes.
La interrupción nos permitió tomar unos tragos de champaña antes de continuar. Perdí la cuenta del número de posiciones que adoptamos durante nuestra batalla sexual, tampoco puedo decir si éste era el modo usual de tener relaciones, de una mujer de la India; pero esta exótica modelo, me enseñó muchísimo durante la hora en la que estuvimos juntos.
Antes de cambiar a otra posición sexual, ella mencionaba el nombre. Todas siguiendo las reglas del Kamasutra. En ocasiones le sonreía porque parecía que Nayna esperaba que yo le contestara: “Ah sí, seguro, déjame adoptar la posición que me dices” lo cual, me hubiera sido imposible. Excepcionalmente en algunas me era posible imaginar lo que la postura sugería de nosotros, pero francamente, qué posición adoptas cuando te dicen:
”Hagamos el Bambú Cuarteado” o, “Te sorprenderás de la intensidad del Loto Reclinado,” por no mencionar algo como, “No vas a poder resistir El Tigre Agazapado.”
A pesar de las adaptaciones culturales que íbamos haciendo sobre la marcha, le agradecí mucho la manera de como transformó nuestra interacción sexual en algo personal e íntimo. No le daba importancia a los mirones, y evitaba tratarme como un simple objeto sexual. Al contrario, Nayna interactuaba con una delicadeza y dulzura única en su tipo. Comentábamos como se mezclaban nuestros sudores, fundiéndose al tocarnos nuestros rincones más íntimos. Me acariciaba reconociendo los pequeños detalles de mi cuerpo; un rasguño, un lunar, un músculo bien torneado; demostraba una hermosa curiosidad al besar estos detalles que iba descubriendo durante el encuentro.
La adorable modelo se vino intensamente mientras realizábamos la posición de La Rueda de Catalina. Más tarde descubrí por qué su excitación sexual se había disparado hasta el cielo. En primer lugar, cosechamos lo que habíamos sembrado anteriormente, ya que habíamos hecho varias posiciones sexuales y coqueteado intensamente. La segunda razón era debido a la naturaleza misma de la posición, que consistía en estar sentados uno frente al otro mientras la penetraba. En mi opinión, ella se excitó en extremo al ver a otro compañero sexual que no era su esposo; esta imagen se debió haber intensificado al estar disfrutando del cuerpo de un perfecto desconocido, con el que ni siquiera compartía las mismas raíces culturales.
―Uf... ¡Eso estuvo maravilloso, Alexander! ―Nayna recobraba el aliento, recostada con los brazos abiertos―. No voy a abandonar esta casa hasta hacerte llegar al clímax; en cuanto recobre un poco de energía, seguiré.
Me agradó escuchar su espíritu de lucha, pues temía que Ethan pudiera regresar.
―Piuf… ya estoy lista, ¡eres un hombre incansable!
Nayna me guío para adoptar la postura del Clip; posición en la que me tumbaba boca arriba con las piernas estiradas y juntas para que se sentara sobre mí, viéndonos de frente y sirviéndose así a su gusto. Similar a nuestro primer round, se entregó con gran energía e intensidad sexual. Se arqueó hacia atrás apoyándose en los brazos, mostrándome así, su vagina abierta, la que yo estimulaba con mis dedos, mientras disfrutaba de la vista.
Me pareció que había alcanzado su segundo clímax ya que observé que tuvo algunos espasmos incontrolables en todo su cuerpo, pero no dijo nada, y de modo disciplinado, continuó sirviéndose de mi pene.
Cambiamos de posición preparándonos para El Delfín en el que finalmente mostró signos de fatiga, pero siempre gozando intensamente de ser penetrada una y otra vez.
―Simplemente no logro comprender como es que resistes tanto, ¡hasta me da pena admitir las veces que me he venido!
―No tengo la menor idea Nayna, me imagino que por estar concentrado en proporcionar placer, en lugar de dejarme llevar por la pasión.
Mis palabras me recordaron cuando Giselle me confesó su poder de dar placer, pero tener dificultad en disfrutarlo. ¿Me estaría sucediendo algo similar? En cualquier caso, no era el lugar ni el momento para filosofar sobre ello.
―Si es que llegas a resistir La Supernova, Alexander; admitiré mi imposibilidad de llevarte a una eyaculación, para hacerme a un lado, y llamar a alguien más, ¿está bien? Es que te juro que ya no puedo… estoy físicamente exhausta y seca por dentro… Me has hecho pedazos.
―¡No me digas eso!
Miré alrededor de la biblioteca. Quedaba poca gente aparte de Vilma, Ethan, Sunny y Deepak. Las parejas que quedaban estaban semidesnudas. En el balcón la chica con los dos desconocidos ya hacían un trio, ella agarrándose del barandal con firmeza mientras uno la penetraba por atrás y el otro le chupaba los senos, para luego cambiarse de posición con el otro chico.
Afortunadamente, Nayna logró su propósito con la dichosa Supernova. No pude resistir el efecto de la llamada inversión-erótica. Comenzamos con la posición teniendo mi cabeza al borde del sillón, ella se subió en mí, acuclillándose, colocando sus pies sobre el sofá. Cuando entré nuevamente, ella comenzó a moverse de arriba hacia abajo. Nayna se inclinó hacia atrás apoyando sus manos en el sofá y comenzó a montarme más enérgicamente, usando el resto de sus energías, hasta que nos llevó al punto previo del orgasmo, sin embargo, inesperadamente se detuvo…
―¡Nayna, que diablos estás haciendo, estaba por llegar!
―Shh, sé lo que hago, ahora vas a sentir el poder de la Supernova.
Diciendo esto y sin desconectar nuestros cuerpos, ella me ayudó que me fuera deslizando poco a poco al borde del sofá, hasta que mi cabeza, hombros, y brazos colgaron hacia atrás. En este momento la sangre se me fue a la cabeza causándome hormigueos. Nayna continuó moviéndose de arriba hacia abajo y para sazonarlo, me masajeo los testículos tan rico, ¡que alcancé una eyaculación fuera de este mundo! Fue tan completo que aún me dan escalofríos cada vez que recuerdo ese episodio de mi vida.