CAPÍTULO VI

 

 

Llegó la mañana despertando a todos los inquilinos de la casa. Cuando Dani despertó se colocó sobre un hombro y besó a Eli que estaba tumbada mirando hacia él. Ella le devolvió el beso. Un beso largo y dulce como la miel. En cuanto la gente de la casa lo vio comenzó a vitorearles.

¡Por fin!- decía Pablo.
Estaba claro- decían algunas de las chicas un poco picadas.- Al final iban a acabar juntos.
¡Eso sí que es despertarse!- decía con risas Álvaro.
¡Bravo!- aplaudía Iván.

Al cabo de un rato dejaron de ser el centro de atención pero aun así, cada vez que se miraban o se besaban, que fueron varias veces, se oía un murmullo y risitas como cuando comenzaron Iván y Miriam.

Pero no podían entretenerse con chorradas, pues la noche anterior decidieron buscar una nueva guarida y tenían mucho por hacer.

Antes de recoger nada irían en busca de un nuevo escondrijo. Estuvieron debatiendo hacía que zona les convendría más mudarse.

Él sabe que vamos al centro comercial a por las provisiones. Nos puede estar esperando allí- les recordó Sara.
Eso es cierto. Si supiéramos donde puede haber algún sitio más en el que haya supermercado- dijo pensativo Liam.
Si cruzamos la autovía o lo que queda de ella veremos otro centro comercial- les informó Rania.
Pero está bastante lejos y estaremos muy a la vista. Allí hay mucha ruina- comentó Pablo.
¿Entonces?- preguntó Martina.
Lo mejor será salir a inspeccionar un pequeño grupo. Así es más fácil ocultarse. ¿No creéis?- sugirió Miriam.
Yo creo que sí- respondió Álvaro.
Echemos a suertes quien sale o ¿hay alguien voluntario?- preguntó Miriam.
Yo voy- se ofreció voluntaria Eli.
Pues está claro que yo también- dijo Dani mirando a su chica.
Y yo- se apuntó Miriam.
Pues ya sabéis quien más- rio Iván.- Ya somos cuatro. Bastantes, ¿verdad?
Si, cuatro está bien- asintió Dani.
Pero no os despistéis haciendo manitas, ¿eh?- rio Rania.
¡Una cita doble!- reía Alex.

Después de la cháchara se marcharon con todas las precauciones del mundo.

Como siempre, la calle estaba desierta. Sólo algún animalillo corría a esconderse en cuanto los veía. Habían llegado a ver animales que habían bajado de la sierra, seguramente querrían averiguar que era todo el silencio que reinaba donde antes solo había caos e infinidad de personas. Además, parecía que a ellos no les había afectado la radiación.

Se dirigieron en dirección contraria a la casa que habían visto habitada un par de noches atrás cuando se produjo aquella explosión. En aquella zona, las construcciones eran distintas de las que se encontraban por donde ellos se escondían y estaban la mayoría derruidas.

Quisiera saber quiénes construyeron estas casas para nunca comprarme una hecha por ellos- bromeaba Dani.

No había nada por allí. La única solución era cruzar la autovía como había dicho Rania. Era la única zona en la que se veían casas en pie y cabía la posibilidad de encontrar comida. Sería muy peligroso cruzar al otro lado, pero no les quedaba otra alternativa si estaban decididos a mudarse.

Tendremos que hacerlo con el alba. Es el único momento en el que toda la gentuza está durmiendo la mona y no nos pueden sorprender- pensó Eli en voz alta.
Entonces no nos queda otra que esperar hasta mañana. Yo no me arriesgo a salir más avanzada la mañana que pueden estar rondando y por la noche es peligroso que está lleno de ruinas. Además nos pueden pillar en medio de una de sus fiestas y eso sería terrible- comentó Iván.
Volvamos a la casa e informemos al resto- dijo Miriam.

El camino a casa resultó sin incidencias. La verdad es que ya llevaban casi

24 horas sin que se les presentara ningún problema. ¡Estaban en racha!

Al llegar a la casa informaron de sus averiguaciones y todos estuvieron de acuerdo en no partir hasta la madrugada. Aquel día se dedicarían a recoger todo lo que pudieran y dejar las cosas listas para partir de allí en cuanto les fuera posible.

Miriam trataba de hacer funcionar sus cachibaches antes de desmontarlo para trasladarlo a su nuevo escondrijo. Todos la observaba alucinados como conectaba un cable aquí y el otro allá, giraba una rueda, le daba a un botón y otro. ¡Menudo lío! Parecía una niña jugando con aquel montaje extraño que había ideado.

¡Qué ganas tengo de que acabe esto!- suspiró Eli sentada junto a Miriam-. ¿Coges alguna señal?- Miriam movía una rueda con unos auriculares puestos muy concentrada y muy, muy despacio.
Nada por el momento. Me parece extrañí…- no llegó a acabar la frase.
¿Qué ocurre?- la interrogó Eli incorporándose excitada. Miriam levantó la mano indicándole que callara.
¡Creo que hay algo!.

Al oír aquello todos se agolparon alrededor de Miriam que se encontraba concentradísima con los auriculares puestos y tocando aquel extraño aparato que se había construido con lo que había traído del centro comercial.

Miriam captó una conversación:

“Esos hijos de perra no nos cogerán con vida. Antes me mato”

“¡Ya han llegado!”

Lo último que oyó fueron un montón de disparos.

¡Oh, Dios!- soltó los auriculares. Sara los cogió y se los colocó.
¿Qué sucede?- insistían todos.
Creo que es una guerra de bandas. Decían que no les cogerán con vida y se oían un montón de tiros. Había metralletas.

Liam al oír aquello subió corriendo las escaleras hasta la azotea de la casa, a los pocos minutos bajo blanco como la nieve.

Se oyen muy lejos los tiros pero se ve una columna de humo hacía el sur de aquí. ¿Y si vienen?
Están hablando.- dijo Sara- dicen dirección norte, o evacuación norte. No se oye bien.

Todos escuchaban aterrorizados las palabras de la muchacha.

¡Vienen hacia aquí!- gritó Rania.
No tienen por qué descubrirnos. No lo han hecho hasta ahora. Permaneceremos ocultos y en silencio- trató de calmarla Pablo.
¿Oís eso?- preguntó Álvaro-. Son coches. Oigo frenadas.

Era verdad. Tres coches llenos de tarados se aproximaban a ellos.

¡Ocultémonos!- dijo Iván, pero una voz les sobresaltó.
¿Hay alguien en casa?- la voz burlona venía de la calle.
¡Es Sergio!- exclamó Eli.
¡Salid todos aquí ahora mismo si no queréis que dejemos la casa como un queso gruyere!
Todos al suelo- dijo Pablo.
Vayamos arriba- sugirió Iván.
No, nos puede alcanzar subiendo por las escaleras si abren fuego. Metámonos en el baño de aquí abajo. Da a la otra parte de la casa y estaremos menos a tiro- propuso Eli.

Reptaron por el suelo hacia el baño mientras Sergio y sus compinches continuaban amenazándoles y soltando burradas.

Cuento hasta diez. El que no haya salido que se prepare para ser puré.

Aquellos psicópatas comenzaron a contar. Desde el interior de la casa se olía el alcohol que llenaba los cuerpos de aquellos trastornados. Antes de llegar al cinco comenzó la lluvia de balas.

No cabía ni un alma más en aquel diminuto baño. Estaban realmente aterrorizados, tanto que no podían ni llorar.

Eli y Dani se abrazaban fuertemente. Ella se puso de puntillas y le dijo al oído:

Te quiero.

El la miró con los ojos empantanados como los de ella y la besó. Ambos sabían que ese podía ser su final. Después de tanta espera habían disfrutado de muy poca felicidad, pero pasara lo que pasase no se separarían más.

El tiroteo parecía no cesar nunca. “¿Cómo es posible que no se les acaben las balas?” llegó a pensar Eli.

Un par de proyectiles atravesaron la puerta del baño hiriendo a Alex en una pierna y a Sara en la clavícula. El baño se llenó de sangre. Pablo fue a socorrer a Sara que al parecer algo le había tocado pues aparte de la sangre estaba muy mal.

Alex necesitaba un torniquete urgentemente, Dani se quitó la sudadera y la camiseta rompiendo ésta última en tiras y se la colocó en la pierna fuertemente.

Tranquila- acariciaba Pablo la frente de Sara tratando de calmarla.
Voy a morir- dijo la chica.
Imposible. No sin que antes tengamos una cita- le dijo Pablo.

La muchacha sonrió pero estaba muy grave.

¡No te duermas, Sara!- le pedía Pablo-. ¿Dónde quieres que vayamos en nuestra primera cita?- trataba de mantenerla despierta.

Martina lloraba sin consuelo ocultándose bajo su larga cabellera para que su amiga no la descubriera mientras le apretaba la mano.

Estaba todo perdido. Habían resistido en aquella casa a salvo pero parecía que esa seguridad tocaba a su fin para siempre.

De repente el tiroteo se intensificó pero extrañamente no contra ellos. Se oyeron más vehículos y entonces ocurrió.

Un megáfono del ejército les pedía que se rindieran y entregasen sus armas. Pero aquellos locos no estaban por la labor y continuaron disparando hasta que el último de ellos cayó.

La puerta de la casa se abrió y se oyeron pasos por toda ella. Unas pisadas se detuvieron delante de la puerta del baño. No podían ni respirar del pánico. Sus corazones latían fuertemente hasta que el bombeo de su propia sangre les provocó dolor en los oídos.

La puerta se abrió de un golpe. Un soldado completamente equipado les iluminaba con la luz de su casco mientras les apuntaba con su arma. Al verlos lo bajó.

Ya ha pasado el peligro. ¿Están todos bien?- enseguida vio a los heridos-. ¡Rápido, aquí hay heridos!

Un montón de soldados les ayudaron a salir de la casa, ahora medio derruida por el ataque. Gracias a que habían recogido todo para mudarse, la mayoría consiguió llevarse la mochila con sus pocas pertenencias.

Los heridos fueron llevados a unos camiones mientras que el resto fue subido en otro.

Ya están a salvo- les dijo el soldado que les encontró.

Se subieron en aquel camión junto con más personas que por la pinta habían debido estar ocultos en sitios peores al suyo.

Fueron conducidos en aquellos transportes durante más de dos horas. Por el camino siguieron recogiendo gente y fueron testigos de alguna escaramuza más.

Al final llegaron a lo que parecía un campo de refugiados aunque por sus enormes dimensiones parecía más una ciudad. Toda ella estaba vigilada por decenas y decenas de soldados. Había torres de vigilancia como en las cárceles pero dirigidas hacia el exterior para poder impedir que ningún demente pudiera entrar o aproximarse a ella.

Bajaron del camión y los acompañaron a unas oficinas en las que tenían que hacer cola y registrarse.

Había muchísima gente instalada allí y la zona de hospital, donde llevaron a Sara y Liam, era enorme.

Al fin llegó su turno. Primero dio sus datos Eli y le dieron un número de registro. En cuanto Dani pronuncio su nombre el soldado que estaba tomando nota levantó la vista de la pantalla con los ojos como platos.

Señor Teca, espere aquí un segundo, por favor- el soldado tecleó algo en su ordenador y a los pocos minutos aparecieron dos soldados a su lado.
Disculpe señor, haga el favor de seguirnos.
¿A dónde?- preguntó él-. ¿Qué ocurre?
Nada que le pueda preocupar señor, si es tan amable de seguirnos.

Dani tomó de la mano a Eli cuando uno de ellos se giró hacia ella y le dijo:

Disculpe señorita. Usted no puede venir.
Entonces yo no voy – les dijo Dani.
No se preocupe señor, luego podrán reencontrarse.

Se abrazaron y de mala gana se separaron.

Volveré a por ti. Te lo juro- le dijo Dani dándole un rápido beso en los labios. Y volviéndose a Pablo le dijo-, cuida de ella por mí- su amigo asintió.

Eli sintió que le faltaba el aire mientras veía como se alejaba con aquellos hombres. Volvía a estar sola y aunque ahora no lo estaba, pues tenía a todos sus compañeros de la casa, esta vez se sentía mucho más abandonada que cuando estuvo dando tumbos por la terminal.

Pablo la rodeó con el brazo.

Volverá. Es el tío más cabezota de la Tierra y está loco por ti.

Una lágrima rodo por el suave rostro de Eli.

¿Podrían alguna vez estar juntos? ¿Se habría forjado ilusiones con algo que desde el principio era un imposible?

Todo el grupo menos los heridos y Dani fueron asignados a una de las tiendas junto con otras personas con las que Eli no tenía ganas ni fuerzas de entablar amistad. La tienda estaba llena de literas, no quedaba mucho sitio para más y aquello le provocaba una sensación de claustrofobia.

El tiempo era fresco y aquella especie de barracón no parecía lo más acogedor del mundo en esas condiciones. Pero el saber que iban a estar protegidos de los psicópatas era un sentimiento maravilloso que hacía que aquel lugar pareciera mejor de lo que era.

A la hora de la cena, un camión pequeño fue dejando en cada una de las tiendas las bandejas de comida para los inquilinos.

Eli, sentada en su cama no tenía ánimos para comer. Se sentía desgraciada y estaba sumamente preocupada por el destino de Dani. ¿Por qué se lo habían llevado? ¿Cómo era posible que nadie le contara nada sobre él? Había interrogado a todo soldado que había caído cerca de ella y ninguno pudo darle respuestas.

No te preocupes Eli. Estará bien- trataba de consolarla Miriam-. Intenta cenar algo. No sabemos cuántas veces ni cuando nos volverán a traer comida. Esto parece un campo de concentración- bromeó.
Es que no me pasa ni el agua. Me guardaré algo por si luego estoy más tranquila.

Otro camión como el de la cena paró delante de la tienda-barracón. Todos miraron a ver de qué se trabada. La puerta del pasajero se abrió y salió Dani.

Eli se puso de pie y corrió hacia él. El resto de amigos también acudieron a su lado.

Creía que no te volvería a ver. ¿Qué ha pasado?- preguntó Eli feliz.
Vamos dentro y os cuento a todos.

Pasaron a su rincón de la tienda y se sentaron todos juntos para oír el relato de Dani.

Pues resulta que están buscando a deportistas de élite. Especialmente de fútbol.
¿Y eso?- preguntó Pablo.
Se ve que no soy el único que anda perdido por el mundo- rio-.Tratan de animar a la gente de alguna manera. Están intentando reunir a los internacionales para jugar un campeonato. Nada que ver con los que ya hay. Es uno especial con el fin de levantar el ánimo de la gente y que tengan algo de qué hablar.
Eso quiere decir que no vienes a quedarte- afirmó Eli que ya había borrado por completo su sonrisa de unos minutos atrás.
No- respondió Dani con un gran peso en su voz-. He tratado de negarme pero han sido muy, muy insistentes. ¡No sé yo si entre ellos hay algún afectado por la radiación!- bromeó con desgana-. El caso es que me he escapado para despedirme y contaros lo que ocurre. Espero que no sean muy severos conmigo si me pillan- bromeó de nuevo-. En cuanto vuelva el camión a recoger los restos debo regresar con él. Los de los camiones son muy enrollados y me están ayudando.

Una vez acabó de hablar hubo silencio. Las caras de todos mostraban tristeza sobre todo la de Eli. El camión llegó.

Pues ale tío. ¡A ganar!- le chocó la mano Iván.
Eso, tío. Deja el pabellón bien alto y utiliza tus influencias para que nos pongan una pantalla bien grande para verte- lo abrazó Pablo y Dani aprovechó para volverle a decir al oído que cuidara de Eli.

Uno a uno se fue despidiendo quedando Eli para el final.

Seguro que te va genial- se forzó a hablar.

Dani estiró de la camiseta de la chica hacia él.

Ven aquí, pequeñaja- y la abrazó. Eli casi no se veía oculta entre los brazos del futbolista-. Te quiero. No lo olvides, por favor. Este donde este no dudes que estaré pensando en ti. Tan pronto como pueda vendré en tu busca y no consentiré que te vuelvan a separar de mi lado.

Eli lloraba sin consuelo. Había tratado de hacerse la dura pero era imposible. Estaba totalmente enamorada de él y con su marcha, una parte de su alma se iría con él dejándola incompleta.

Te quiero- consiguió decir.

El soldado tocó la espalda del muchacho.

Dani, no podemos tardar más. Lo siento.
Sí, gracias- se separó de Eli con los ojos llenos de lágrimas-. Cuidaros, ¿vale?- dijo a todos y rápidamente se metió en el camión y despareció por las calles del campamento.