CAPÍTULO V
La noche transcurrió tranquila, solo un par de veces Eli se despertó sobresaltada a causa de la pesadilla recurrente que la perseguía. Revivía una y otra vez el momento en el que Dani fue herido por aquel cascote y cuando lo alcanzaba y abrazaba veía como sus manos se llenaban de sangre al igual que su ropa como en el momento en el que dispararon a Cris. Pero por suerte, allí a su lado estaba la fuerte mano de Dani que apretaba la suya con cuidado y así conseguía que se durmiera de nuevo.
El día llegó y los moradores de la casa comenzaron a despertar y a prepararse para otro nuevo día de incertidumbres.
Primero que nada desayunaron y planificaron el día, ya que con la llegada de nuevos huéspedes era necesario buscar más comida y ropa de abrigo para ellos.
Pablo lanzó un nuevo cojín contra su amigo y mientras Dani trataba de alargar el brazo para cogerlo y devolvérselo Eli escapó y entonces Pablo cayó al grito de “Jerónimo” sobre su amigo.
El resto de vecinos de la casa observaban la pelea divertidos.
Pablo consiguió inmovilizar a su amigo con una llave de karate.
Eli se acercó y comenzó a darle a probar su propia medicina. Al cabo de poco Dani acabó rindiéndose desesperadamente.
Aquel momento sirvió para que el enfado que pudiera quedar en Eli se desvaneciera totalmente y para que ambos se relajaran por fin después de tantos momentos de tensión.
Además, se llevaron una gran sorpresa, pues Iván se acercó a Miriam y la besó en los labios. Todos se quedaron boquiabiertos, ¡no se lo esperaban en absoluto! ¿Qué habría sucedido la noche anterior para que esto sucediera?
No pasaron ni dos minutos cuando comenzaron a darles la tabarra a la nueva pareja.
Acabaron de desayunar rápidamente y marcharon hacia el centro comercial que había no muy lejos de allí. Preferían darse prisa y madrugar debido al hecho de que a esas horas los locos solían estar durmiendo la resaca de sus hazañas nocturnas y las posibilidades de encontrárselos y que fueran tras ellos se reducían.
Tan rápido fue todo, que no le dio tiempo a ninguna a tontear con Dani. Pero sí que dio tiempo a que Álvaro se pegara a Eli todo el camino. Cosa que no le hizo ninguna gracia a Dani, que caminó al lado de su amigo Pablo y Lupi sin quitarle el ojo de encima a la competencia ni un instante.
Se detuvieron a la entrada del centro comercial.
La visión de aquella enorme mole desierta daba bastante impresión.
En el parking aún quedaba algún coche mal aparcado y cubierto de polvo. El que no había sido robado había sido víctima del vandalismo de los locos en alguna de sus fiestas.
Antes de salir de la casa se habían formado los diferentes equipos para coger lo necesario una vez llegasen allí. La mayoría iría a por comida a la zona de supermercado, Eli y Dani a por sus sacos y lo que necesitaran de ropa en la planta superior y por último, Iván y Miriam irían a las tiendas de electrónica a ver que podían encontrar.
El supermercado y la electrónica se encontraban en la planta baja y la ropa en la primera, así que Eli y Dani tendrían que subir por las escaleras automáticas, que ahora se encontraban detenidas y bastante desvencijadas.
Quedaron en un par de horas en la puerta. Si alguien tenía problemas debería chillar y dar la voz de alarma al resto.
El centro comercial había resistido por los pelos a la onda expansiva creada en el impacto de la roca. Su techo de cristal se encontraba lleno de grietas y en algunas zonas quebrado en su totalidad, las tiendas saqueadas y todo sin luz ni vida. Era una imagen muy dura que provocó un sentimiento de tristeza y soledad en las almas de Dani y Eli. Se sintieron solos; abandonados en el mundo.
Ambos suspiraron al alcanzar la primera planta.
Justo delante había una gran tienda de deportes. Entraron dentro y no había duda que había sido saqueada anteriormente. Pero los ladrones se habían centrado en llevarse zapatillas, botas de montaña, raquetas y otras cosas de más valor que no unos simples sacos de dormir, debido a aquello tuvieron suerte y pudieron agenciarse uno para cada uno y uno más que cogieron por si acaso. Además, aún quedaban algunas mochilas y algunas cosillas más que les pudieron interesar.
Caminando por el pasillo de la primera planta Eli vio una conocida tienda de ropa interior, pijamas, bañadores y más y se fue allí como una flecha.
Una vez dentro Eli estaba encantada. Un sueño hecho realidad. ¡Podía coger lo que quisiese! Fue directamente a los sujetadores y cogió cuatro de sus perchas para verlos con detenimiento. Luego arrambló con tres cajitas que contenían tres braguitas cada una. Luego encontró ropa de deporte como mallas, sudaderas, camisetas y también cogió algo. Su mochila nueva iba engordando por momentos. Por último se paró mirando un conjunto de camisón y tanga a juego de lo más sexi. Era de color negro y transparente con el escote en pico y la espalda muy descubierta. Sencillo como a ella le gustaba.
Había ido como el mismísimo Atila arrasando por toda la tienda. En unos minutos había arramblado con todo lo que se ponía a su paso. Al detener su saqueo llamó la atención de Dani que la observaba muy divertido.
Eli entró en uno de los cambiadores y comenzó a probarse. Se colocó primero el diminuto tanga que le costó horrores separar de su amigo el camisón.
Dani iba revoloteando por la tienda y se acercó al probador.
Dani se acercó al probador y sin darse cuenta se colocó en una posición desde la cual, y gracias a su altura, podía ver el reflejo de Eli en el espejo y como el ligero camisón resbalaba cubriéndole el pecho desnudo hasta quedar totalmente extendido un par de centímetros más abajo de la altura de las ingles. Dani estaba aguantando la respiración como si el no hacerlo pudiera delatar su posición. Observó cómo se miraba girándose para ver cómo le quedaba por la espalda.
Él sí que tenía claro cómo le quedaba. ¡Perfecto!. Estaba absolutamente perfecta. Cuando volvió a verse de frente Dani consiguió encontrar la fuerza suficiente para apartar la mirada y colocarse en otro lugar para que Eli no le descubriese y se enfadase con él.
Disimuló bromeando de nuevo.
Dani no pudo evitar ponerse algo colorado al verla salir del cambiador. Había sido un niño malo y tenía muy presente lo que acababa de ver hacia unos segundos.
Dani no pudo evitarlo y alargó la mano guardándose aquel conjunto en el interior de su mochila. Era una visión muy bonita y sería una lástima abandonarlo allí y quién sabe si algún día…
Saliendo de allí había una tienda de hombre.
Estuvieron viendo lo que había en la tienda y se pararon delante de un gran perchero circular lleno de camisetas y sudaderas. No eran ninguna maravilla, pero para Dani el que no llevaran el escudo de un equipo rival las hacia preciosas. Cogió una camiseta y una sudadera y se dispuso a ponérselas.
Eli se encontraba a su lado ayudándole a elegir. Dani se quitó la camiseta y ella
observó la enorme magulladura que Dani tenía bajo las costillas de cuando
aquella loca le había herido con la piedra y había caído encima del manillar de
la bicicleta.
Cuidadosamente le pasó las yemas de los dedos sobre el moratón. ¡Era tan
perfecto el cuerpo del futbolista!
Una vez más se acordó de sus amigas, ¡si la vieran tocando a Dani y lo que es
mejor, éste dejándose tocar por ella!
El corazón de Dani comenzó a latir con más fuerza.
¡Eso era lo último que le faltaba después de haberla visto en camisón!
De repente un enorme estruendo hizo que el suelo temblara y que se
agazaparan bajo el gran perchero circular abrazados y aterrorizados.
La muchacha se había abrazado tan fuerte a él que aquella magulladura se quejaba por la presión.
Dani acarició suavemente el brazo de la muchacha con un movimiento ascendente hasta llegar a su hombro. Sus miradas se encontraron de nuevo y por unos instantes se les olvidó todo y todos. Parecía que al fin se habían decidido a dar un paso más. No habían avanzado ni un par de centímetros el uno hacía el otro cuando fueron sobresaltados por unos gritos que les llamaban sin cesar interrumpiendo aquel momento mágico. Ambos se separaron rápidamente como si no hubiera pasado nada. Dani se colocó la camiseta y la sudadera y salieron para unirse al resto.
El grupo les estaba esperando donde deberían estar las escaleras por donde habían subido.
Recorrieron de nuevo parte de la primera planta en busca de la escalera de emergencia. El pasillo que conducía a los aseos y a la escalera era interior y estaba oscurísimo. La verdad es que imponía bastante.
Dani inspiró profundamente y dijo:
Comenzaron a bajar aquella estrecha escalera o puede que no lo fuera tanto, pero a ellos eso les parecía. Al ser un centro comercial, de la planta baja a la primera no había solo una vuelta de escaleras, sino dos. Ya que la altura entre la planta baja y la primera era elevada.
Bajaron bastante rápido aquellos dos rellanos, pero para ellos habían pasado horas. Cuando salieron a la luz lo hicieron corriendo y asustados como si salieran del pasaje del terror de algún parque de atracciones.
Los tres se echaron a reír.
Todos reunidos en la entrada del centro comercial y una vez comprobado que tenían todo lo que necesitaban, se encaminaron de nuevo a su guarida.
Por el camino de vuelta a casa las chicas, menos Miriam que estaba con Iván, se colocaron como satélites alrededor de Dani. Pero esta vez Eli no se mosqueó. Sabía que no estaba interesado por ninguna. Ahora el mosqueo lo llevaba con ella misma.
¿Sería capaz de superar su miedo y estar a su lado? El ver a Miriam y a Iván juntos le había animado un poco, pero aún sentía pánico a que la cosas se torcieran y se quedase más sola que nunca. Por lo menos hasta ahora lo tenía como amigo.
Caminaban con mucho cuidado escondiéndose en las sombras de las casas.
Lupi caminaba en cabeza, pues su olfato era una gran ventaja.
Toda precaución era poca cuando aparecía una horda de locos afectados por la radiación del día del impacto.
Pablo caminaba girándose de vez en cuando pero más a menudo que a la ida, cosa que inquietó a Dani.
En efecto, la perrita también iba girándose de vez en cuando y levantaba su hocico, pero llevaba ya un rato mirando hacia atrás de manera insistente.
Al fin llegaron a la casa a lo largo de un camino que para dos de ellos había parecido más largo de lo habitual. Entraron en ella y cerraron la puerta con los dos pasadores del interior.
Pablo dudó un momento en contestar.
Todos se miraron. No hacía falta hablar, Martina había dado en el clavo.
Para tratar de evadirse un poco de lo que acababan de hablar y después de comprobar que todas las puertas y ventanas de la casa se encontraban cerradas tal y como ellos las habían dejado, pusieron en común las compras.
Había bastante comida para no tener que salir de la casa en por lo menos tres días o más siempre que no se atiborrasen.
Por su parte, Miriam e Iván se habían hecho con un par de radios y algún artefacto con los que Miriam trataría de hacer magia. Dani y Eli pusieron en común las dos esterillas que habían cogido de sobra y el saco de más que habían traído lo que despertó las risas de sus compañeros porque dos de los tres sacos eran dobles, es decir, para dos personas.
El clima empeoraba por momentos. Cada día era más fresco que el anterior y las noches para que decir. La madrugada anterior había estado lloviendo y la humedad del ambiente había dejado un frío realmente desagradable.
No había mucho que hacer ya que no podían salir a la calle y dejarse ver y tampoco organizar una fiesta porque si se pasaban de ruidosos podían ser descubiertos.
Organizaron lo que habían conseguido y se fueron sentando por el salón. Iba a ser otro aburrido día si no fuera porque alguien de ellos había tenido una gran idea… o una nueva idea.
Por su parte, Miriam sacó todo el material que había requisado del centro comercial, al final había ido incluso a la sección de bricolaje. Tenía varios aparatos electrónicos, cables, alicates, destornilladores y aún seguía sacando más cosas.
Sólo ellos tres estaban entretenidos mientras el resto ya no sabía que hacer, ni cómo colocarse sumidos en la apatía.
Cuando mostró su gran secreto, todos se quedaron petrificados.
Había pasado por la tienda de juguetes que había en el centro comercial y había conseguido un parchís de viaje diminuto. Pero no uno cualquiera…Era un parchís infantil en el que cada color no eran fichas circulares y punto, eran caras de enanitos y el resto del tablero estaba adornado en conjunto con sus enanitos.
Al final se animaron todos, eso del sumun ganador les hizo gracia. Comenzaron a organizar las rotaciones y una vez establecidas las reglas comenzaron.
No les dio tiempo a finalizar la partida cuando oyeron el sonido de un claxon y luego otro, y otro más.
Estaba todo planeado. Escondieron el parchís debajo del sofá y se metieron todos en la habitación del fondo de la planta baja que estaba totalmente oscura con las persianas completamente bajadas. Álvaro, entreabrió la puerta de la entrada para que pareciera que ya había sido asaltada y no quisieran tratar de entrar.
No había llegado Álvaro aún al escondrijo cuando comenzaron a oír los gritos, frenazos y derrapes de por lo menos cuatro vehículos.
Eli y Dani se habían acurrucado juntos pegados a una pared. No habían casi intercambiado palabra desde que habían salido del centro comercial, solo alguna miradita furtiva. ¿Qué hubiera pasado si les van a buscar solo un par de minutos más tarde? Ahora eso no importaba. Pablo estaba abrazando a Lupi pegado a Dani y los cuatro estaban temblando de miedo. Ahí a oscuras, sin saber que ocurría en el exterior y con el temor de que entrasen en la casa y les sorprendieran.
Entonces oyeron como varios coches se detenían cerca de la casa y como discutían varios hombres, pero por mucho que se esforzaron no pudieron oír la causa de la disputa. Luego un disparo seguido de un silencio y al poco comenzaron de nuevo los gritos pero esta vez junto con una lluvia de tiros.
Una de las balas alcanzó uno de los ventanales del salón haciendo que el cristal, ya magullado por el meteorito, acabara desmoronándose por completo.
Aquellos coches aceleraron y siguieron con su riña lejos de ellos.
Todos pensaban como Dani y así lo expusieron. Todos menos una. Miriam.
Sus palabras hicieron reflexionar al resto, pero aun así no dejaban de considerarlos unos locos repulsivos.
¿Por qué había reaccionado Miriam así? Era algo que se preguntaba Eli. ¿Por qué defenderlos si aquel tiro fortuito que había roto el cristal de la ventana podría haber acabado con cualquiera de ellos? ¿Por qué defenderlos si casi acaban con su vida y con la de Dani? No había duda de que la misteriosa Miriam escondía algo. ¿Qué oscuro secreto escondería?
Después de aquel altercado el día transcurrió tranquilo y aburrido. Aunque ya todos tenían el susto metido en el cuerpo y les parecía oír ruidos extraños en todo momento. Hay que señalar que el que por la ventana rota entrara el viento silbando no ayudaba mucho a relajarse. Y encima la persiana de aquella ventana sólo bajaba hasta la mitad.
Acabaron con el torneo de parchís en el que Martina de proclamó “Sumun Ganadora”.
Gracias al torneo y al altercado Dani y Eli no habían tenido ni un segundo para estar solos y poder hablar con tranquilidad, ni si quiera del tiempo. Además, Eli le estuvo evitando todo lo que pudo y lo dejó a la merced de Rania, “la tentáculos”, Sara y Martina.
Llegada la noche, Dani colocó las dos esterillas la una junto a la otra y extendió los sacos encima. Cuando Eli bajo del aseo todo estaba ya preparado. Estaban casi en penumbra y poco se veía, así que Dani no pudo ver como ella torcía un poco el gesto al ver lo juntos que había colocado los sacos, pero no hizo comentario alguno. Cada vez le costaba más contener sus impulsos amorosos hacía Dani y éste no hacía nada por ayudarla.
Todos se prepararon para dormir. Hacía un frío horrible. Parecía mentira toda la corriente que entraba por aquella ventana a pesar de tener la persiana hasta la mitad.
Podía haber sido por culpa del frío de la noche o de lo ocurrido con aquel tiroteo lo que le producía el insomnio a Dani, la cuestión era que no paraba de revivir el momento en el que había visto a Eli con aquella ropa, ¿o era tal vez esa visión la que no le permitía conciliar el sueño?
Sin pensarlo dos veces se giró hacia donde dormía la muchacha. Ella estaba apoyada sobre uno de sus hombros de cara a él. No es que la viera con mucha claridad pero lo justo para atravesar en dirección correcta el minúsculo espacio que separa sus labios de los de ellas y unirlos en un cálido y suave beso.
Eli, que tampoco estaba dormida aún, abrió los ojos de par en par al sentir aquello. Su primer instinto fue separarse, pero enseguida se dio cuenta de lo que era y respondió a aquel delicado beso.
Se besaron en la oscuridad de la noche a salvo de las miradas ajenas, pero cuando aquel beso se volvió más intenso. Eli se separó bruscamente, lo miro a los ojos y le susurro con voz temblorosa:
Dani hubiera querido hablar del tema, explicarle que no tenía que tener miedo, que estaba loco por ella y no quería separarse de su lado nunca en la vida, pero claro, se tuvo que aguantar las ganas. No era el momento.
Se colocó mirando al techo y con sus dedos se rozó los labios recordando el calor de los labios de Eli. No era el momento, no, pero mañana hablaría con ella. Debían de aclarar ya de una la situación.
Eli, apoyada sobre su otro hombro y dándole la espalda sentía el impulso de girar de nuevo hacía él y besarle como si no hubiera un mañana. Al igual que él, se tocaba los labios con sus dedos dudando sobre si dejarse llevar o no.
“Uno, dos,…” y cuando iba a llegar al tres y saltarle encima una lejana explosión despertó a todos.
-¿Qué ha sido eso?- preguntó Eli.
- ¡Vamos arriba!- dijo Dani.
Todos corrieron escaleras arriba para asomarse desde la terraza superior de la casa a ver si conseguían ver algo. Se asomaron con muchas precauciones, no podían dejarse ver por los posibles vecinos.
Una vez allá arriba pudieron ver las llamas a unos veinte kilómetros. No sabían cómo se había producido. Podían ser varias las causas de la explosión desde un depósito de fuel existente, a una acción de los trastornados que rondaban el país.
Unas casas más allá vieron varias personas observando la explosión desde la azotea de una de ellas.
Uno a uno fueron bajando y volviendo a acostarse. Parecía que el día no les iba a dar paz, ni siquiera una tregua durante la noche, pero al fin todo se calmó y, aunque con dificultades, todos se durmieron.
La humedad junto con una corriente helada les despertó al amanecer. El tiempo era plenamente otoñal y cada día que pasaba se volvía más fresco.
Pablo inspeccionó la garganta de la chica con la linterna.
Por supuesto Lupi era la quinta integrante de la expedición médica.
Desayunaron tranquilamente y se fueron preparando para salir a la calle.
Dani no encontró el momento para hablar con Eli. Cada vez que se quedaban más o menos solos e iba a sacar el tema alguien aparecía y él se echaba atrás.
Eli por el contrario le huía disimuladamente. Sabía que no se iba a poder resistir más tiempo a él, y sabía que él lo sabía.
“¿Por qué se tenían que haber conocido en esta situación?” se preguntaba la muchacha, a lo que ella misma se respondía, “¡Ni de coña le hubiera conocido si no hubiera habido un cataclismo!”
Llegó la hora de partir hacia la farmacia. Como siempre, darían un rodeo para ir a ella, y otro rodeo al volver para evitar que les vieran pasar por el mismo camino y descubrieran su guarida los posibles espías.
Moviéndose con todas las precauciones del mundo callejearon hasta alcanzar su objetivo, el cual, había sido saqueado y se encontraba todo lo que quedaba por el suelo desparramado. Les costó trabajo encontrar la amoxicilina y un termómetro, y ya de paso cogieron alguna cosa más por si a alguien le dolía la cabeza o se resfriaba.
Una vez conseguido su nuevo botiquín se encaminaron de nuevo hacía la casa.
Lupi miraba hacia atrás enseñando los dientes.
Prosiguieron su camino atentos a cualquier movimiento. Pudieron ratificar que efectivamente les estaban siguiendo y eran tres.
Antes de llegar a la casa opuesta a la suya, Eli que iba en cabeza con Dani, tiró de él doblando una esquina y todos les siguieron.
Cada uno se había pertrechado con algo para usarlo como un arma, que con todo en ruinas era muy fácil de conseguir. Pablo sujetaba a Lupi del collar.
Unos minutos después hicieron su aparición los tres extraños.
Dani y Eli saltaron encima de uno. Otro de ellos fue reducido por Pablo y Lupi, el último por Álvaro. No opusieron resistencia.
Al oír estás palabras les soltaron pero sin levantarles la vista de encima ni dejar el arma. Lupi seguía mirando enseñando los dientes a uno de ellos cosa de la que Dani y Pablo se percataron. Pablo le estiró del collar hacía él y la perrita se le colocó detrás sin parar de observar al nuevo individuo.
Aquellos tres muchachos les contaron que lo que pretendían era unirse a ellos, pues llevaban vagando y huyendo solos mucho tiempo.
Efectivamente como presintieron, les habían observado desde que salieron del centro comercial y al comprobar que su comportamiento no era extraño, decidieron unirse a ellos ya que la unidad hace la fuerza y más si el peligro te acecha.
Aquellos muchachos eran Liam y Alex, dos estudiantes de intercambio que iban de mochileros y no les dio tiempo a volver, y Sergio, un muchacho que se habían encontrado en su huida de un grupo de desquiciados por los túneles del metro.
Los tres fueron aceptados en el grupo y conducidos al “fuerte”.
Una vez allí atendieron a la enferma y presentaron a sus nuevos compañeros al resto de habitantes de la casa. Ver caras nuevas, de gente que no estuviera mal de la olla, era muy agradable, así que enseguida entablaron una amistosa conversación. Después de unas cuantas banalidades Miriam se puso algo más sería.
Escucharon la historia sin poder controlar las carcajadas de ver a los dos pobres guiris irse por la pata abajo en un sucio baño del metro.
De nuevo estallaron las risas y las de los propios protagonistas.
El grupo se puso a comentar lo ocurrido. Miriam tenía una extraña mirada. Algo de lo que había dicho Sergio no le gustaba.
Ambas muchachas tenían un carácter muy parecido, y aunque Eli la acababa de conocer, habían conectado perfectamente.
Eli siguió a la chica hasta el jardín de la casa. Los demás estaban muy metidos en la conversación y no se percataron de su disimulada huida, tan sólo Dani e Iván pero éstos no las delataron.
Una vez a salvo en la calle comenzamos a caminar buscando gente. Todas las personas que aún quedaban por el barrio salieron corriendo a la calle como nosotras.
Una mujer había conseguido un coche y nos llamó para que subiéramos. Entonces le dije que fuéramos, que estaríamos más seguras con ella y cuando tiré de su mano, María me saltó encima y me tiró al suelo. Yo la llamaba y le pedía que parase pero ella solo me golpeaba contra el suelo como una loca. Al principio no reaccioné pero luego era mi vida o la suya. Traté de quitármela de encima y ella me araño en la cara tratando de arrancarme los ojos. ¡Estaba loca! Al final conseguí voltearla y quedando yo arriba. Sin pensarlo cogí un cascote del suelo y la golpeé y golpeé…- Miriam se echó a llorar.
Sergio dice que entraba en el metro. Pero no estaba dentro de un vagón como Rania, o en un baño como Liam y Alex.
La verdad es que Sergio no daba confianza. Tenía algo extraño. Se encontraba allí sentado, observando con una sonrisa o más bien una extraña mueca y sin hablar. Eli y Miriam estarían alerta.
Les dio tiempo de sobra para hablar del tema en cuestión y para que Eli cotillease la historia de Miriam con Iván. Con la nueva conversación Miriam consiguió serenarse de nuevo y decidieron unirse al resto.
Con la venida de los nuevos el día pareció ir un poco más deprisa que de costumbre. Cualquier cosa que se saliera de lo habitual, si era bueno, era bienvenido. Cabe decir que, cuando los nuevos inquilinos vieron a Dani lo reconocieron y, éste fue por un buen rato el centro de la conversación, cosa que aprovecharon las chicas de la casa para continuar con su interrogatorio aunque ya se habían dado cuenta que el sólo tenía ojos para una de ellas.
Toda la conversación había sido muy amistosa entorno a los futbolistas de élite y a la vida de Dani. Cualquier periodista hubiera pagado por asistir a tantas revelaciones gratis.
Sólo hubo una nota discordante. Sergio.
Había tratado de esconder sus celos por la vida de Dani pero no lo había logrado, había quedado más que latente que estaba corroído por la envidia. Que si ganaban demasiado dinero, que si sus casas eran un insulto para el resto de los mortales, que si ellos se pensaban que podían hacérselo con cualquiera, y mil cosas más que había ido soltando poco a poco.
Cada vez que decía algo, Miriam y Eli se daban un estironcillo de la sudadera. Realmente su mirada entonces daba grima. Eli comenzó a sospechar que podría estar afectado por la radiación, y si no tanto como para matar o hacerle daño a alguien, si podría estar afectado su carácter.
“Una persona que se dedicaba a cuidar perrillos abandonados, ¿debería de haber sido distinta?” se preguntaba Eli.
Tan nerviosas se estaban poniendo Miriam y ella que decidieron volver al trabajo y subieron a colocar la antena en la azotea de la casa.
Muy agachadas para evitar ser vistas colocaron la antena en la parte más elevada y la anclaron con bridas. Una vez ya estaba bien sujeta comenzaron a tirar cable desde ella hacía el interior de la casa. Miriam había calculado muy bien la cantidad de cable que iba a necesitar y pudieron llegar con él hasta el salón. Cuando aparecieron tirando de él por las escaleras Dani se levantó y se acercó a ellas para ayudarlas.
Sergio no tardó en darse cuenta que el interés del futbolista recaía sobre todo en dos personas y un can. Pablo, Eli y la pequeña Lupi, que iba del regazo de Pablo al de Dani sin dejar de vigilarle ni un instante.
Llegó la hora de la cena y esta vez no fue tan apacible como de costumbre.
Todos fueron pasando sus platos uno a uno sin ninguna incidencia. Dani pasó su plato y lo recogió con su ración de patatas, acto seguido le tocó el turno a Sergio, el cual, acusó a Pablo de favorecer a su amigo.
Dani fue interrumpido por Eli cuando ya iba a saltar.
Sergio estaba conteniendo su ira. Se pasó toda la cena en silencio mirando hacia su plato con la mandíbula contraída. A nadie le pasó por alto el extraño comportamiento del nuevo individuo.
Una vez concluida la cena se dispusieron a recoger todo lo que habían usado y fue entonces cuando Alex se acercó disimuladamente a Eli y Pablo. Dani se encontraba guardando lo que no se habían comido con Álvaro.
Pablo y Eli se habían quedado sin conocer todos los detalles y no sabían si daba más miedo eso o saber toda la historia. Pero eran muchas las señales que les indicaban que aquel muchacho no era trigo limpio. El comportamiento que había tenido, lo que les había tratado de contar Alex, y Lupi, que calaba perfectamente a la gente.
¿Qué habría pasado con Sergio? ¿Cuál sería su verdadera historia?
Llegó la hora de dormir y pusieron en común las “compras” con los nuevos. Si hubieran sabido que iban a haber tres más hubiera cogido más sacos. Ahora faltaban otra vez.
Sara y Martina compartían un colchón y las únicas mantas que habían en la casa. Rania, dormía sobre el sofá con saco. Miriam, en un colchón en el suelo con saco. Y Pablo, Álvaro e Iván, que a la llegada se habían hecho los machitos y habían declinado la posibilidad de sortear el sofá y los colchones insistiendo en lo acostumbrados que estaba ellos a salir al monte, dormían sobre esterilla con saco. Eli y Dani finalmente habían conseguido su saco y esterilla. Ahora quedaba un solo saco y tres inquilinos.
Con las bajas temperaturas y la corriente que entraba por la ventana del salón era imposible dormir allí sin estar protegido por algo. Para postre, había empezado a llover suavemente.
Pablo la miraba y le insistía con la mirada que dijera que sí. Tenía en la mente la conversación con Alex. Estaba realmente asustado, si a él no le hubiera dado vergüenza hubiera pedido dormir con alguien.
Eli aceptó de mala gana. Aquello le pareció una encerrona aunque en el fondo estaba encantada pues ella también tenía miedo.
Se colocaron para dormir como todas las noches. Los nuevos se tuvieron que conformar con el peor sitio de todos, casi en el recibidor de la casa.
Apagaron las velas y se metieron en los sacos.
Dani fue el primero en meterse, y allí dentro estaba, con una gran sonrisa mirando a Eli. No lo estaba haciendo aposta, pero no podía borrar aquella sonrisa entre pícara, burlona y feliz, cosa que a Eli no le sentó nada bien, pues le entró una vergüenza terrible.
Se oyó una risilla. Era Pablo que estaba oyendo la conversación.
Al fin el silencio reinó de nuevo en el salón.
Eli abrió los ojos como un sapo. ¿Era real o se había quedado dormida y estaba soñando? Esperaba que le dijera que estaba siendo antipática, o sólo que le gustaba, ¡pero una declaración de amor! Acababan de caerle todos los escudos. Estaba totalmente desprotegida y a merced de sus palabras.
Eli tiritaba de nervios en el saco y se giró dando la espalada al sitio de Dani. Se acurrucó y trató de controlar aquel tembleque histérico antes de que volviera el muchacho y a planear que era lo que le iba a decir. Las palabras se agolpaban en su mente desordenadamente y un montón de preguntas acudían en busca de respuesta. Al poco noto que Dani se volvía a meter en el saco. No le dio tiempo a girarse cuando notó la mano del chico acariciándole el muslo. Ella se dejó y poco a poco aquella mano fue tornándose más agresiva. Sus movimientos resultaban bruscos y desagradables. Eli se sorprendió y apartó la mano, cuando iba a voltearse hacía él oyó unos gemidos de los que no había duda que no pertenecían a Dani. Consiguió darse la vuelta y vio con horror que era Sergio que se había enfurecido con el rechazo de la muchacha y se había colocado sobre ella intentando inmovilizarla, entonces ella comenzó a chillar pidiendo auxilio.
Justo en ese momento Dani había alcanzado el salón y pudo ver entre sombras como Pablo estaba tratando de liberar a Eli con la ayuda de Álvaro e Iván mientras Alex y Liam sujetaban del collar a Lupi. Les costó bastante pues Sergio estaba como poseído. Totalmente desquiciado y no paraba de farfullar insultos y obscenidades. Tenía las comisuras de los labios llenas de espuma provocadas por su farfulleo y los ojos enrojecidos parecían salírsele de sus cuencas oculares. ¡Causaba realmente espanto!
Mientras todas las chicas se acercaron a socorrer a Eli, los chicos lo sacaron al jardín a palos dejando la puerta de cristal cerrada para que Lupi no saliera a atacar a Sergio, pues ya le había dado un buen bocado en le pierna llevándose medio pantalón. Dani lo cogió del cuello para levantarlo y lo tumbó de un puñetazo. Iba a saltarle encima pero Pablo le detuvo.
Alex y Liam se colocaron junto con Pablo para ayudarle detener a su amigo.
Consiguieron calmar a Dani y con unas cuerdas que se habían agenciado del centro comercial, ataron a Sergio y lo amordazaron para que no les delatase con sus gritos. Estaba muy magullado pero no había perdido la conciencia. En su rostro aún estaba dibujada una mueca de locura.
Eli estaba llorando y temblando abrazada a Miriam. Sara le acercó un vaso con agua pero ni lo probó. Era incapaz de hacer otra cosa que no fuera llorar y temblar.
En seguida que se calmó Dani se acercó a Eli y la abrazó con fuerza.
Un instante después entraron a Sergio al salón.
Eli levantó su rostro del hombro de Dani y lo vio entrar. Un fuego le brotó en su interior impulsándola hacía él. Se desprendió del abrazo de Dani y se colocó delante de Sergio. Liam y Alex, que eran los que lo llevaban cogido se detuvieron frente a ella.
Todos la observaban sin saber que era lo que pretendía.
El indeseable le sonrió y ella con toda la ira contenida le espetó un rodillazo en la entrepierna provocando que se retorciera y gimiera de dolor mientras las lágrimas rodaban por su desagradable rostro.
Alex y Liam lo colocaron al lado de la puerta de la calle, atado sobre un banco que había en la entrada de la casa mientras seguía retorciéndose de dolor.
Miriam reunió el valor para contar su historia. La historia de cómo su mejor amiga había acabado trastornada por las radiaciones del maldito meteorito y como había pasado de ser la mejor persona del mundo a una asesina sin control.
El rostro del pobre irlandés mostraba un abatimiento total.
Se quedaron prácticamente toda la noche hablando. Estaban demasiado nerviosos para poder cerrar los ojos sin más. Faltaba poco más de tres horas para el amanecer cuando cayeron derrotados por Morfeo.
El día amaneció nublado, con lo que el sol no pudo despertarlos y durmieron hasta bien entrada la mañana.
Eli había dormido abrazada a Dani el cual, la tenía rodeada con sus brazos como si fuera su muñequita para dormir. Los ojos de Eli se veía claramente hinchados por las lágrimas de anoche, también tenía algún arañazo que otro por la cara fruto del forcejeo con Sergio.
Primero despertó Dani y observó a la muchacha durmiendo. Sentía una rabia interior que le carcomía hasta los huesos. Acarició suavemente con su dedo pulgar el arañazo que aquella bestia había dejado en su frente y la estrecho junto a él con suavidad. Eli comenzó a despertar. Lo primero que vio cuando abrió los ojos fueron los enormes y verdes ojos de Dani mirándola como nunca la habían mirado. Ella quedó embelesada mirándose en sus ojos. En aquellas verdes profundidades que apaciguaban su alma al mismo tiempo que aceleraban su corazón. Hubiera estado todo el día entre sus brazos contemplando aquellas largas pestañas que se le antojaban suaves como las alas de un ave y aquellos ojos que iluminaban su rostro, mientras él acariciaba su frente.
El resto del grupo también fue despertando. Eli no era la única con algún arañazo o moratón que otro. Algunos de los chicos tenían también alguna marca de la pelea con Sergio, el cual permanecía echado donde lo habían dejado.
Por su parte, Rania, estaba reaccionando muy bien al antibiótico y ya no tenía fiebre. Poco a poco iba siendo la misma chica alegre de siempre.
Como todos los días, prepararon el desayuno y en ese momento se inició el debate: “Qué tenían que hacer con Sergio”.
Era una decisión difícil. ¿Tendrían que tenerlo atado para siempre? ¿Se merecía comer lo mismo que los demás? ¿Sería mejor echarle? Muchas dudas y preguntas sobrevolaban al grupo que trataba de hablar de forma silenciosa para que el interesado no les escuchara.
Todo el grupo se giró hacía él espantado esperando que no se hubiera liberado de sus ataduras. Tuvieron suerte, la cuerda permanecía como acabada de poner.
El grupo le dio la espalda para hablar.
Sergio seguía con sus desagradables gritos. Los dos muchachos lo levantaron y se dirigieron con él al baño de la planta de arriba. Antes de subir las escaleras se paró y miró a todos deteniéndose en Dani y Eli, para luego acabar en Miriam.
Dani cogió rápidamente a Iván del brazo que se disponía a responder a la provocación de Sergio.
Aunque parecía que Sergio había abandonado su punto álgido de locura, aquella acción de darle la espalda había despertado de nuevo a la bestia.
Llegaron delante de la puerta del baño y lo entraron.
Ambos chicos se miraron con cara de disgusto y repulsión.
Todo fue muy rápido. Cuando Liam soltaba el último nudo de la mano de Sergio, éste le dio un cabezazo con toda su furia y lo lanzó hacía atrás tropezándose con el váter y cayendo al suelo. Esto sorprendió a Alex que aflojó la presa. Sergio cogió la cuerda y trató de rodearle el cuello con ella a Alex. Liam estaba turbado por el golpe pero aun así trató de auxiliar a su amigo, pero la locura del muchacho y su sed de sangre podía con aquellos dos muchachos a pesar de ser los tres de tamaño similar. Sergio le dio un codazo a la altura del cuello que casi lo asfixia impidiendo que ayudara a su amigo.
En el forcejeo, el espejo del baño se rompió al estampar Alex a Sergio sobre él, esto facilitó que se zafara de la cuerda que le ahogaba con tan mala suerte que Sergio cogió un trozo del espejo roto a modo de puñal y se lo colocó bajo las costillas.
Aquellos ruidos alertaron a todos los de abajo pero cuando llegaron ya era tarde y el trastornado tenía a Alex como rehén. Su mano estaba llena de sangre de sostener fuertemente el pedazo de espejo y se podía ver una pequeña mancha de sangre en la camiseta del cautivo.
Estaban todos fuera del baño observando y no les quedó otra que obedecer.
Martina aterrorizada siguió sus órdenes dejando la puerta de la entrada abierta de par en par.
Sergio estaba disfrutando de lo lindo con aquella situación.
Aquel loco se quedó mirando a Dani con una sonrisa maléfica que le hubiera erizado el vello al más valiente. Su odio por el futbolista iba in crescendo. Con una mirada de ira y locura le dijo:
Y unos segundos antes de que hundiera el cristal en el cuerpo del belga, Álvaro le lanzó una azucarera de metal que le dio en toda la frente provocándole un corte profundo sobre su ojo derecho desestabilizándolo e impidiendo su acción.
Cayó al suelo y antes de que pudieran apresarle salió huyendo de la casa. Dani, Pablo y Álvaro trataron de seguirle pero les fue imposible dar con él. Era muy fácil ocultarse entre tanta ruina.
El resto del grupo se quedó en la casa curando a los dos heridos. Ambos se encontraban bastante bien para lo sucedido pero aun así, el pobre Alex no pudo contener las lágrimas mientras le curaban el corte que aquel cristal le había provocado. No eran lágrimas de dolor, sino de rabia por lo sucedido.
Volvieron los chicos a la casa sin haberlo encontrado.
Nada más entrar al salón Dani se encaminó hacía Eli y está lo abrazó.
Aquellas palabras le llegaron al alma. Tal y como estaban las cosas se sentía mal porque parecía que ella fuera un imán para los peligros. La vida de Dani sería más sencilla si solo dependiera de él mismo.
El chico pudo ver en los ojos de la muchacha la duda. Tenían una conversación pendiente y esta vez no iba a dejar que se escapara. Esa noche tendría que darle una contestación.
Varias veces fueron las que, a través de las ventanas de la casa, trataron de vigilar la posible vuelta de Sergio.
Durante la cena estuvieron barajando la posibilidad de cambiarse de casa pero no todos estaban de acuerdo. Algunos encontraban mínima la posibilidad de que Sergio volviera a por ellos. Otros, temían las represalias del loco, pues él conocía todos sus secretos y rutas. Después de mucha discusión gano el “si”. Mañana irían a buscar una nueva casa donde esconderse.
Revisaron la casa concienzudamente para no dar lugar a ningún error y que se pudiera colar alguien indeseado en mitad de la noche. El día transcurrió entre curas, discusiones y preparativos. Después de toda la excitación del día se fueron a dormir pues al día siguiente era mucho lo que tenían por hacer.
Eli se metió en el saco sabiendo que Dani le iba a sacar el tema inconcluso de la noche anterior. Y así fue. Cuando la mayoría de la gente estaba ya durmiendo y los ronquidos de Pablo ahogaban cualquier murmullo, Dani susurro:
Aquellas palabras hicieron que Dani consiguiera relajar sus músculos, pues desde que había comenzado a hablar, y más aún al recordar lo de la noche anterior, había estado totalmente contraído.
Dani tomó una de las manos de Eli y la colocó sin soltarla sobre su corazón, el cual latía con fuerza casi atravesándole el pecho. Entonces, tras unos segundos la muchacha tomó la otra mano de él con su mano libre y se la colocó sobre su propio corazón desbocado. Se miraron a los ojos mientras sentían sus corazones acelerarse más y más.
A aquel frenético ritmo cardiaco comenzaron a unirse sus respiraciones. Sin dejar de mirarse atravesaron los escasos milímetros que separaban sus labios hasta que se aunaron en un suave beso que fue haciéndose cada vez más apasionado.
Eli apretaba la mano que tenía colocada sobre el pecho de Dani agarrándose a su camiseta y acercándolo hacia ella. Él mantenía una mano sobre el corazón de Eli mientras que la otra cruzó el precipicio que separaba sus cuerpos hasta posarse sobre las caderas de ella y estrecharla hacia su cuerpo.
Eli fue la primera en romper la barrera de la ropa. Soltó una de sus manos de la camiseta de él y bajo cuidadosamente hasta encontrar una entrada hacía su hermoso dorso. Dani se dejó hacer mientras la apretaba junto a él. Poco después Eli pasó a su musculada y suave espalda abrazándolo con fuerza y acabó descendiendo por ella hasta llegar al trasero del muchacho. Entonces Dani no se pudo contener más y comenzó sus exploraciones mientras Eli no cejaba en las suyas.
En algunos momentos, mientras las manos de ambos volaban por aquel saco, hasta se olvidaron de que no estaban solos. “¡ Ojalá no hubiera nadie más!”, pensaron ambos mientras se recorrían silenciosamente ahogando sus gemidos y tratando de controlar el ritmo de sus respiraciones.
Al llegar la madrugada, estaban empapados en sudor y exhaustos. Mantener el sigilo les había resultado muy complicado y aun así temían haber sido descubiertos por alguien. Pero se sentían pletóricos y felices.
Se abrazaron dispuestos a dormir lo que quedara de noche. Al fin todo estaba claro y ya no tendrían que esconder sus sentimientos nunca más. Cuando Eli creyó que Dani dormía le susurro “Te quiero”. El chico esbozó una enorme sonrisa en la oscuridad pero no se delató, escuchar eso era algo maravilloso.