CAPÍTULO IV

 

 

 

Aún estaba muy oscuro pero ya comenzaba ligeramente a vislumbrarse el nuevo día.

Cada uno en un extremo de la manta dormía ajeno a todo lo ocurrido cuando un extraño ruido les sobresaltó.

-¿Qué es eso?- preguntó Eli medio dormida mientras buscaba con sus manos el cuerpo de su amigo.
¡No sé, no sé...!- contestó Dani tratando de despejarse lo más rápido posible.- ¡Dios, es un maldito gato loco!

Hasta los gatos estaban desquiciados y se estaban peleando. Aquello les perturbó el sueño, y el ruido de sus tripas les acabo de despertar.

Tenemos que encontrar comida. Hace ya más de veinticuatro horas que no pruebo bocado. La comida se acabó en el aeropuerto.
Si, busquemos algo y salgamos de aquí. Con suerte los locos estarán aun durmiendo después de la” fiesta” de ayer noche.

Se levantaron sin hacer ruido. Ya que a esas horas y con todo tan silencioso cualquier ligero sonidillo parecía mayor.

Habían encontrado un par de linternas en el cuarto de la niña. No es que alumbrasen mucho debido a que debían de pertenecer a un juego infantil, pero lo justo para alumbrar sus pasos en la oscuridad de la casa y no tropezar con todo lo que cubría el suelo.

Rebuscaron entre lo que quedaba en la cocina pero poco encontraron.

Aquí hay latas. Berberechos, navajas, atún, calamares en su tinta…
Uy, no sigas Dani. Me está dando angustia. ¿No hay nada más…?
¿Más típico de desayuno?
¡Sí!

- ¡Vas a tener suerte! Un paquete de biscotes y mermelada. Oh no, es       salsa de tomate casera.

Da igual, me comeré los biscotes y algo más- decía ella mientras rebuscaba en otro armario.
¡Un salchichón!- a Dani se le iluminó el rostro.
¡Yo también!- corrió Eli.

Ambos se comieron su ración de embutido con gran avidez. Les supo a gloria. Acabaron con todos los biscotes y con un paquete de galletas saladas que surgieron en su última búsqueda.

Creo que es buena idea que cojamos ahora la moto - comentaba Dani-.Ahora está todo en silencio y salir tan temprano puede darnos ventajas. Si vamos con ella adelantaremos y así puede que evitemos ver el despertar de alguien que no nos interese.
Sí, tienes razón- asintió Eli.

Salieron de la casa y se encaminaron sigilosamente hasta el lugar donde la noche anterior habían escondido su bien más preciado. Pero cuál fue su sorpresa al ver que había sido destrozada por completo.

¡Esos asquerosos, borrachos, locos...!- Eli no pudo controlar dos lagrimones que rodaron por sus mejillas a toda velocidad impulsados por la rabia.
¡Malnacidos!
¡Espera!- por un momento se quedó pensativa-. ¿Y si encontrásemos un par de bicis? Tienen una foto en el salón con toda la familia montada en bici. Hasta el bebé va en una sillita con su padre. Seguro que no se las han llevado.
Eso no estaría mal. Podemos ver si están disponibles.

Así pues, permaneciendo todo lo alerta que podían se dirigieron de nuevo hacía su escondrijo. La puerta que comunicaba la casa con el garaje estaba atrancada debido a la onda expansiva de la roca que había dejado la zona del garaje un tanto peligrosa.

Con un par de estirones bien fuertes Dani consiguió abrirla sin poder evitar hacer un poco de ruido que, debido al silencio que reinaba, a ellos les pareció un estruendo.

“Qué sexy estaba marcando músculo…” pensó Eli como si fuera una adolescente que no se diera cuenta del peligro que les rodeaba.

El garaje de la casa estaba medio derruido pero aun así tuvieron suerte de que las bicis estuviesen colocadas nada más entrar desde la casa y aquella pared había quedado en pie. Una vez más, Dani tuvo sacar todas sus fuerzas para poder sacar dos de las bicicletas de aquel lio en ruinas.

Primero sacó la que estaba más a mano que debía ser por el tamaño la del padre, con un poco más de esfuerzo consiguió sacar otra que menos mal que fue la de la hija, porque la de la madre hubiera resultado demasiado grande para Eli.

Estaban en bastante buen estado. No había ruedas pinchadas y sólo parecían estar cubiertas de polvo del derrumbe.

Comprobaron que estaban más o menos a su medida y así era, salvo el sillín de la de Eli, que cogió la de la niña y hubo que subirlo un poco, pero por lo demás no había ningún problema.

Sin más dilación salieron de la casa por donde habían entrado la noche anterior ya que seguía siendo la entrada más oculta y por lo tanto más segura aún a la luz del día.

Totalmente en silencio, incluso controlando la propia respiración se encaminaron hacia la calzada principal. El corazón de ambos comenzó a latir. Sabían que el día anterior habían pasado mucho, pero el no tener ni idea de lo que les deparaba el futuro inmediato les aterrorizaba.

El cielo comenzaba a nublarse más y más, y eso no les hacía presagiar nada bueno.

Ya en la avenida principal montaron en sus bicicletas y justo antes de comenzar a pedalear Eli preguntó a Dani entre susurros.

¿Sabes qué dirección tomar?
Creo que estoy bastante bien orientado, no te preocupes- ya iba a girarse y comenzar a guiar cuando se detuvo y mirando a la muchacha fijamente le dijo-. Espero poder decírtelo más veces, pero por si no pudiera….- titubeó-, me ha encantado conocerte. Ojalá hubiera sido en otras circunstancias.
Ojalá- contestó Eli con un nudo en la garganta.

Eran tantas la emociones que estaban viviendo que era imposible no verse superado por ellas y estar completamente hipersensible.

Comenzaron su viaje de nuevo hacia un destino incierto, amenazados por las nubes, el viento y todos aquellos peligros que sabían se escondían tras las sombras y las ruinas.

Estaban llegando al final de la avenida cuando se dieron cuenta que no podían pasar por allí. Un derrumbe enorme ocupaba toda la calzada y el fuego que brotaba de una gasolinera situada a varios metros de ellos les dio un poco de miedo. No les quedó otra que volver sobre sus rodadas y encontrar un nuevo camino. La verdad es que a veces resultaba realmente complicado. Cuando no eran derrumbes, eran coches o autobuses cruzados en la calzada. E incluso alguna vez se encontraron con perros abandonados de muy malas pulgas y mucha más hambre que les despidieron persiguiéndolos a ladrido limpio y con muy malas intenciones.

Eli solo pensaba “¡Por favor, que no me caiga de la bici huyendo de algo, que las piernas me aguanten!”. Sentía sus cuádriceps hinchados por la sangre que fluía sin cesar recorriendo el interior de sus piernas.

Otra vez más el camino apareció cortado y esta vez parecía que estaban en un callejón sin salida. Se detuvieron delante de aquel amasijo de ladrillos, cemento y desgraciadamente esta vez cadáveres, sin saber qué camino tomar.

Tendremos que volver de nuevo atrás- dijo Dani con pesar.
No veo otra solución… ¡Espera!- dijo la muchacha alzando una mano-. Huelo algo…
¡Gas!

Una tubería de gas rota debería de encontrarse muy cerca pues el olor era bastante fuerte.

Medio intoxicados dieron la vuelta buscando otro camino. Aun no estaban repuestos de aquello cuando salió una mujer de la nada y comenzó a tirarles trozos de escombros de tamaño de piedras grandes como un puño. Una de ellas le dio a Dani en la cabeza tirándolo de la bici y dejándolo traspuesto.

Eli paró a socorrerlo y a protegerlo de la mujer que corría hacia ellos con los ojos fuera de las órbitas y un cascote en la mano. La muchacha cogió la piedra que aquella misma mujer le había lanzado a Dani y sin pensárselo dos veces se la lanzó acertándole en el cuello. Eso hizo que se tambalease y cayera al suelo. Pero cual ave Fénix resurgió de sus cenizas enfurecida. Ya quedaban apenas dos metros para que les alcanzara y Eli se afanaba por buscar algo que le sirviera de arma cuando se comenzaron a oír tiros de nuevo. La mujer paró en seco y dio media vuelta para desaparecer sin dejar rastro.

Eli ayudó como pudo a Dani a ponerse en pie ya que éste se encontraba totalmente desorientado y se metieron en la primera casa que vieron junto con sus bicis.

A Dani le costaba coordinar sus movimientos así que Eli llegó exhausta a la casa de la que solamente les separaban unos cinco metros aunque a ella le parecieron cinco kilómetros.

¿Dani, estás bien?
Muy mareado…

Un montón de tiros se continuaban escuchando y agachados en el suelo del salón de la vivienda pudieron ver a través de un boquete en la pared como aquel nuevo grupo de locos iban dando tiros al aire y bebiendo sin parar.

Dani pudo reconocer a Tomás y su compinche, más sucios y más grasientos que cuando los vieron por primera vez en el vestíbulo del hotel donde mataron a aquel muchacho. Pero no le dijo nada a Eli esperando que ella no los viera o no los reconociese.

La mujer loca que casi acaba con ellos salió de repente a tirarles piedras a Tomás y sus amigos. Pero estos no se lo pensaron dos veces, una lluvia de balas cayó sobre la pobre loca que no soltaba el último cascote que había cogido. Aquellos coches llenos de gentuza se reían y decían obscenidades mientras seguían su ruta a donde les llevara el alcohol.

Estas sangrando mucho. Vamos a ver si hay agua y te lavamos la herida. Hay que curártela.

La sien de Dani sangraba abundantemente anegándole el ojo. Ayudado por Eli llegó hasta la cocina.

Era una casa realmente enorme. Había sido saqueada hasta los topes, pero se notaba que aquel barrio era de más poder adquisitivo que el anterior. Las casas eran mucho más grandes y lujosas y la zona ajardinada mucho mayor. Si hubieran indagado más, podrían haber visto la piscina cubierta y el jacuzzi exterior del jardín trasero.

Le dio a la manilla del agua y ésta comenzó a salir con pereza. Con sumo cuidado lavó la herida de Dani con un paño limpio que encontró en uno de los cajones que ahora estaba tirado por el suelo tras el saqueo.

Tendrías que ponerte algo en esa herida. Voy a buscar algún botiquín por la casa.
¡No!- le tomó la mano con fuerza-. No me dejes solo. Aún estoy mareado.
No tardo nada. Te lo prometo- y le dio un suave beso en la mejilla.- Apriétate bien el paño hasta que vuelva y quédate aquí escondido. Si oigo algo vendré enseguida- le dijo con tono maternal mientras le acaricia el mentón.

“Si salgo de aquí y les cuanto a mis amigas con quien he estado, ¡se mueren de la envidia!” Pensaba Eli mientras caminaba por la casa y se acariciaba los labios recordando el roce de la piel del muchacho.

Llegó a pensar que no encontraría botiquín alguno, pues los asaltadores habían hecho muy bien su trabajo y apenas quedaba nada en el lugar. Tuvo que ir habitación por habitación buscando meticulosamente. Al fin en la gigantesca habitación principal encontró tirado en el suelo un pequeño estuche de primeros auxilios.

Bajó hasta la cocina y allí estaba Dani cogiéndose la cabeza entre las manos.

¿Cómo vas?
Bien, bien. Sólo que ahora tengo un dolor de cabeza tremendo, pero ya no estoy mareado. ¿Has encontrado algo?
Sí- le mostró el estuche y comenzó a rebuscar en él-. Espero que haya algo para el dolor de cabeza

Bañó unas vendas en povidona yodada y le limpió bien el corte. Luego le colocó unas pequeñas tiritas a modo de puntos, ya que aquel corte era de campeonato. Tuvieron suerte pues había unas cuantas aspirinas sueltas en aquella bolsa. Lo que no tenían muy claro era la caducidad de las mismas.

Lo que no te mata te hace más fuerte- dijo Dani bromeando mientras tragaba las pastillas.
Jo, esta casa es una pasada. Tiene un baño que es más grande que mi piso.

Dani se quedó mirándola con una leve sonrisita.

¡De verdad!- Eli lo miró y cayó en la cuenta de que seguro que toda la casa en la que se encontraban sería más pequeña que el cuarto de baño de él-. ¡Ahhh…! Para mí esto es enorme. No has visto mi piso…
Seguro que no está tan mal.
¿Es muy grande tu casa?
¡Mi cuarto de baño es más grande que toda esta casa!
¡Lo sabía!- dijo Eli triunfadora.
Es broma-rio a gusto el muchacho-. Es grande. Creo que a ti te parecería muy grande de hecho…- dijo mirándola con risilla mientras ella ponía los ojos en blanco pasando de él-. No, en serio. Es grande pero no es ninguna horterada. Mi familia y amigos ya se encargan de mantenerme los pies en el suelo si alguna vez se me va un poco la olla- sonrió con aquella sonrisa que casi hace suspirar a Eli y que la dejó con cara de tonta absoluta.
Bueno,- dijo ella despertando rápidamente del letargo para que él no se diera cuenta de lo evidente- algún día nos enseñaremos la casa- después de pensar un poco concluyó-. La mía después de unos cuantos litros de cerveza, vino y algún licor muy fuerte.

Dani soltó una carcajada al oír aquello.

Ojalá, seguro que es preciosa- le dijo cuando paró de reírse.

“Lo ha vuelto a hacer, esa sonrisa… Seguro que la tiene estudiada.” Suspiraba Eli en su interior.

Lo que no sabía ella, es que aquel enorme muchacho, con una enorme casa, tenía un enorme corazón del que ella se estaba haciendo dueña con más rapidez de lo que ni él mismo se podría haber imaginado jamás.

El cielo comenzó a gruñir y un montón de enormes nubarrones lo oscurecieron por completo. Poco a poco el verano iba tocando a su fin y esa noche lo haría acompañado de vientos, truenos y relámpagos, y como no, de una fina lluvia que se colaba por cualquier posible grieta.

Tengo dos noticias. Una buena y otra regulete.
Dime la regulete primero que no podrá ser peor que el dolor de cabeza que tengo- rogó Dani.
La regulete es que deberemos buscar un lugar dentro de la casa resguardado del frío y la lluvia. Hay trozos que están como un colador y empieza a refrescar. La buena es, que la loca que nos vio meternos aquí ya no está, con lo que creo que estamos más o menos seguros. Creo que los asaltadores están ya muy lejos de aquí y no pienso que vuelvan por el barrio.
Creo que tienes razón en las dos. Vamos pues.

Eli le ayudó a levantarse. Nada más tratar de erguirse se tambaleó de nuevo un poco mareado.

¡Menuda pedrada me ha metido esa loca!
Me llega a alcanzar a mí y me mata. Menos mal que estás hecho un toro- bromeó Eli.

Y era verdad, si le hubiera dado a ella no lo hubiese contado. Al decir aquello, Dani, que la tenía agarrada por los hombros para ayudarse la apretó más fuertemente contra él. De este modo, el cuerpo de Eli cesó de temblar al pensar en aquello.

No dejaré que nada te pase. Te debo una.
No me debes nada. Tranquilo.
¡Claro que sí! Me has salvado la vida. Si no te hubieras quedado a mi lado y le hubieras lanzado lo que quiera que le lanzaste, hubiera saltado sobre mí y me habría matado. Te quedaste a mi lado y te lo agradeceré siempre.
Le lancé su propia piedra. La que te hirió.
¡Muy bien hecho!- dijo Dani con satisfacción apretando el puño de su mano libre.
Venga, guerrero vengador. Vamos a buscar un huequecito para nosotros.
Guerrero Vengador… ¡Oye, me gusta!
Creo que esa piedra te ha dado muy fuerte…- rieron los dos.

Después de mirar y remirar acabaron en una de las habitaciones, supuestamente la de invitados ya que no estaba en absoluto personalizada como las del resto de la casa.

Tenía una cama de más de cuerpo y medio y un baño privado de buen tamaño.

Por alguna razón, era la única que conservaba las ventanas intactas.

Serían las primeras horas de la tarde, pero con aquella oscuridad parecía más el final del día.

Después de dar la habitación por buena pasaron al siguiente punto importante de la lista. La comida.

Aquella casa debería de esconder grandes tesoros culinarios, o por lo menos eso pensó Eli. Después de lo que habían comido para desayunar cualquier cosa podría considerarse un manjar.

Pero que decepción cuando no encontraron apenas nada por ningún rincón.

No me lo puedo creer, ¿se lo habrán llevado todo los bandidos?
Espera, - dijo Dani misterioso.- ¡lo sabía!

Se acercó a una pared y… ¡magia! Se abrió y y apareció un pequeño cuarto repleto de comida desde el suelo hasta el techo ,¡era la despensa!.

¿Cómo lo sabías?
Tengo una igual. Es la última moda. Una despensa enorme y que no se ve.
Me metería contigo en este momento por pijo, pero en vez de eso te voy a dar un beso por ello mismo.

La muchacha se acercó y le espetó un beso en los labios girándose acto seguido para introducirse en aquella despensa misteriosa. Dani, después de aguantarse las ganas de estirarle de la sudadera de nuevo hacia él, la siguió resoplando por lo bajo.

¡Allí sí!, estaba lleno hasta los topes de comida. Dulce y salada. Bebidas de todos tipos. Cualquier capricho estaba allí presente.

¡Madre mía! No sé por dónde empezar. Me apetece todo. Tengo un hambre. ¿Qué cogemos?
No sé- contestó el muchacho-. Yo empezaría por ese lado y acabaría en ese otro.
Bueno, es hora de comer-merendar-cenar, así que yo creo que nos podemos permitir un poco de todo. Empecemos con algo salado y luego…- se calló por unos segundos y abrió muchos los ojos y dijo-. ¿Has visto leche y chocolate en polvo?
Sí, allí la leche y aquí el chocolate instantáneo.
¡Viva! De postre me voy a tomar un vaso de leche con chocolate y todas esas galletas que tienes a tu espalda.
Hay por lo menos cinco paquetes. ¿Crees que te cabrán todos en ese mini-cuerpo que tienes?
Ponme a prueba. Cuando se trata de galletas y leche soy devastadora.- le dijo guiñándole un ojo.
Pues ale. Empecemos que nos espera la leche con galletas.

Aquello fue un verdadero banquete después de lo pobre que había empezado el día. Había queso, lomo, cecina y muchas más cosas al vacío. Tartaletas de hojaldre, rosquillas, pan de molde, panes especiados. Galletas, mermeladas, miel, chocolates. Toda clase de latas. Y un sinfín de cosas más.

Por fin parece que tenemos un rato para hablar y conocernos. Aquí, en nuestra pequeña “habitación del pánico”- comenzó Dani.
Sí, es verdad. Parece una habitación del pánico bien surtida. Por lo menos por lo que se ve que es una habitación del pánico en las películas. ¡No me digas que tú también tienes en una en tu casa!… da igual no contestes…- Dani sonrió.
Y dime, ¿conocías mucho a Cris?
No. La conocí en el aeropuerto. Subimos juntas al autobús que nos llevaba a Madrid. Tuvimos que unirnos para poder meternos en él, pues ahí se daban de tortas por subir. Ya viste que ninguna de las dos éramos muy grandes.
¿Llevabas mucho en el aeropuerto?
Casi tres días. Vivo en Inglaterra, pero vine por negocios.
¿Eres Inglesa? Vaya… ¡Hablas el castellano mejor que yo!
¡Qué va! Soy española como tú. Es un poco rollo de contar, la verdad. La cuestión es que, ahora que mi empresa podría prosperar y podría volver a España, se ha ido todo al garete. No sé siquiera si quedará empresa…
Lo siento mucho. ¿Y de que es o era la empresa?
De chocolates. La montamos uno de mis hermanos y yo.
Ahora lo entiendo- Y señalo todas aquellas pastillas que había ido poco a poco probando mientras comían.
Soy una apasionada del chocolate- se rio tímidamente.
A mí también me encanta. Y como hago mucho deporte y mi constitución me lo permite, siempre me como algo.
Sabes que dicen, ¿no?- preguntó burlona.
¿El qué?- dijo dubitativo.
Que es un sustitutivo del sexo.
¡Y me lo dice la que se ha montado una fábrica para que nunca le falte!
¡Qué mala leche!- rio ella–. Mi vida sexual es muy satisfactoria. Aunque no sea conocida por la humanidad como la tuya.
¿Qué dices?- protestó sonrojado.
Yo leo las tapas de las revistas de cotilleo en las librerías sabes…

Claro que no le dijo que cuando había una noticia suya incluso entraba a ojearla a la tienda. Y si no había quedado satisfecha, hasta lo buscaba en internet o incluso compraba la revista.

No te creas ni la mitad de lo que lees en esas revistas. Muchas veces son mentiras o medias verdades. Una foto o un cometario se puede interpretar de muchas maneras y no todos los periodistas del corazón son buenos profesionales que contrastan las noticias.
Entonces, ¿lo tuyo y lo de esa modelo es mentira?
Salí con ella un par de veces, pero había más gente. Ella sí que está interesada pero yo no lo tenía claro. Y ahora sé que no hubiera durado. No es el tipo de chica que me gusta. No es lo que busco.- sonrió por lo que iba a decir a continuación-. Ya me lo decía mi madre.
¿No me digas que eres un niño de mamá?
¡Qué va! Más le gustaría a la pobre…Me refiero que en mi casa, incluidos mis amigos de toda la vida, son muy escépticos con las relaciones entre famosos. Es cierto que la gran mayoría están un poco en las nubes, pero también hay gente muy normal que no se les olvida de donde vienen y quiénes son. Y la verdad es que esta chica era de las que ya habían perdido por completo el rumbo.
¡Vaya qué desilusión! Todo el mundo esperando tu boda…- dijo en tono socarrón.
El día que yo me case, será con una mujer de verdad. Que valga para todo y que si las cosas vienen bien este allí conmigo para disfrutarlas y si vienen torcidas, que no le caigan los anillos y que arrime su hombro al mío para trabajar- se notaba que había pensado sobre ello pues lo dijo en tono serio y convencido.
Seguro que la encontrarás.
¿Y tú?
Pues yo no quiero una mujer así- bromeó Eli.
Espero que prefieras un hombre...- sonrió Dani expectante.
¡Y a ti que más te da!- y sin darle tiempo a la réplica continuó-. Sí, un hombre, eso es lo que más claro tengo en esta vida. Desde que tengo uso de razón que me encantan los chicos. Los guapos, claro. Tengo una amiga lesbiana y lo tiene clarísimo hacia el otro lado. Qué curiosa es la naturaleza, ¿eh? - rio Eli.
¿No hay nadie esperándote entonces?
No. Lo había hasta hace poco pero la cosa se enfrió. Teníamos prioridades distintas. Yo trabajo para vivir, y él vivía para trabajar. Soy una persona ambiciosa que le gusta superarse, pero tengo muy claro que vida solo hay una, y que hay que disfrutar por si un día te cae una teja, o un meteorito…- acabó diciendo entristecida.
No sabía lo que se perdía- le dijo tomándola de la mano y mirándola con aquellos ojos cautivadores.
Gracias- le respondió en un susurro y recobrando su voz trató de zafarse de aquella mirada que le llegaba hasta el alma-. Le dejé yo, ahora ya está superado. ¿Y tú amigo? El que se fue por, ¿Pupi?
Lupi- le corrigió Dani mientras se soltaban las manos-. Se llama Pablo. Es uno de mis amigos de toda la vida, el mejor, es como mi hermano. Yo debía de estar lejos y a salvo de la roca, pero él me necesitaba. Su hermano pequeño está metido en cosas de drogas y estuvimos buscándolo para llevarlo con nosotros. Lupi es su perra, la dejó en su piso mientras buscábamos a su hermano.
Y, ¿lo encontrasteis?

El silencio lleno la estancia.

Sí…- respondió muy serio mirando hacia el suelo-. Fuimos al cuchitril donde estaba malviviendo y lo encontramos con una sobredosis. Muerto.
¡Oh, Dios! Lo siento muchísimo.
Últimamente se había metido en una secta y esa era su forma de evitar las catástrofes del fin del mundo. Pablo, mi amigo, quedó destrozado. Nuestro plan era pasar por el hotel, que era donde estaba alojado, coger mis cosas e ir en busca de Lupi para escapar de Madrid, pero ya era tarde. Estuvimos en ese hotel donde nos encontramos desde que cayó la roca. Cuando os vimos era el momento que habíamos elegido para salir de allí.
Menudo momento…
El mejor. Así pude conocerte. Me has salvado la vida. Eres la mejor compañera que podía haber encontrado.

Esta vez fue Eli la que sonrió y él el que se quedó embelesado en sus ojos del color de la miel, plagados de oscuras pestañas infinitas.

Tú hubieras hecho lo mismo por mí.

Ambos se quedaron mirándose a los ojos durante unos segundos. En ellos se podía leer la total entrega y confianza del uno al otro. La situación lo había forzado y el destino así lo había decidido.

En aquel lugar en el que no sabían si alguien más, que aún conservase el juicio, seguía con vida y en el que se encontraban rodeados de peligros, ambos sabían a ciencia cierta que el otro iba a estar al 100% a su lado. Eran sus únicos amigos, su única familia.

Continuaron devorando el resto de la comida hablando de tonterías y cuando se sintieron más que saciados y después de hacer una ronda de vigilancia se dirigieron al dormitorio seguro.

Era absurdo tratar de hacer guardias. Ambos estaban agotados y se hubieran quedado dormidos y además, el pobre Dani no se había recuperado del todo del impacto de su propio meteorito.

Estaba oscurísimo, no se veía nada en la calle ni dentro de la casa. La lluvia comenzó a arreciar y el ambiente fue quedando cada vez más húmedo y frío.

Daría lo que fuera por una ducha y ropa limpia- dijo Dani cuando al fin llegaron al dormitorio.
Yo también. Lo digo más que nada por ti. Hueles muy mal- dijo muy seria evitando reírse para que pareciera realista.
¿Sí? Lo siento es…
Es broma. Supongo que harás la misma peste que debo de hacer yo después de la sudada de hoy con la bici y el miedo que hemos pasado. Si hueles o no, no me he dado cuenta. Ahora la verdad es que huelo a lluvia. Podemos ver si el baño funciona.
Seguro que no, y si va seguro que el agua está fría. ¡Odio el agua fría!.

Eli sonrió al oír aquello y la forma en que lo había dicho. Como un niño grande. La verdad es que el pobre estaba lleno de sangre.

Si está fría podemos lavar solo la ropa y nosotros como los gatos. Poco a poco- le dijo ella.
Es una solución…

Entraron en el baño de la habitación de invitados y bajaron la persiana para que desde fuera nadie pudiera ver la luz de sus linternas, aunque en aquella noche de perros tenían la seguridad de que ni el más malo entre los malos iba a salir a hacer de las suyas.

En aquella enorme casa el baño de invitados no era exageradamente grande, pero si lujoso. Contaba con una bañera de dos cuerpos de hidromasaje, una enorme ducha con mampara de cristal, un lavabo doble y como no, un inodoro.

Rodaron la llave del agua y empezó a salir lentamente. Tuvieron la gran suerte de que aquella enorme y lujosa casa conservara intacto y en funcionamiento su calentador y el agua caliente brotó.

“Cómo son las casas de los ricos” pensaba Eli, “qué hasta en medio de una catástrofe tiene agua caliente”.

Mientras se llenaba la enorme bañera buscaron más linternas en la casa pero no dieron con ninguna. Eso sí, se hicieron con un arsenal de velas de todo tipo que distribuyeron por todo el baño dejándolo muy bien iluminado y perfumado, y así ahorrar la batería de las linternas. Además, como era interior, no había peligro de ser descubiertos por la luz de las velas.

Bueno, ahora el único riesgo que corremos es el de incendiar la casa con tanto cirio, ¿no crees?- comentó Dani encendiendo la última de las velas.
Con lo que está cayendo ahí fuera antes nos ahogamos.

Y era casi cierto, el otoño había llegado pisando fuerte.

La bañera estaba prácticamente llena y Dani frotaba afanosamente su sudadera en el lavabo para eliminar la sangre de su herida.

Eli hacía lo mismo con la suya ya que, menos manchada de sangre también estaba muy sucia y no habían podido dar con más ropa en aquella enorme casa. Y la pequeña mochila que llevaba con sus cosas y con algo más de ropa se la había tenido que quitar en la calle para llevar a Dani hasta la casa, ya que con el peso de los dos le era casi imposible.

Lástima que no haya nada que nos podamos poner. Seguro que aquí había un montón de ropa- comentó Eli mientras retorcía su sudadera para eliminar la máxima cantidad de agua.
No creo que te hubiera gustado.
¿Por?
He visto una foto que debe de habérseles olvidado. Eran un matrimonio de lo menos cien años.
Quién sabe. A lo mejor iban a la moda.
No, créeme- sonrió Dani -. Bueno, parece que no ha quedado mal del todo. Menos mal que por lo menos se dejaron los jabones.

Eli estaba cerrando el grifo de la bañera y echándole unas sales que había en un tarro de cristal.

Ya está lista.
¡Vaya qué bien! – exclamó Dani quitándose la camiseta.

En ese momento Eli se giró y se quedó mirándolo apurada mientras el muchacho iba ya a lanzarse a los pantalones.

¡Uy! Perdona, no lo he pensado. Casi me despeloto como si estuviera solo- rio.

Eli tragó saliva para hablar por que ver aquel torso moldeado y esa sonrisa al mismo tiempo era demasiado para su pobre corazón.

No pasa nada. Me salgo- dijo dulcemente.
¿No te vas a bañar?
Es que no podemos bañarnos con ropa interior porque con lo que cae y la humedad que hay puede que no seque. Y ya puede que llevemos parte de las sudaderas húmedas. Por lo menos lo de bajo que esté seco.
No había caído en ello. Tienes razón. Pues nos quitamos toda la ropa.

Un sofoco acaloradisimo recorrió a Eli desde los pies hasta golpearle en la cara y dejársela esta vez roja como un pimiento. Parecido al sofocón que le dio a Dani al ver la cara de la chica y caer en lo que había dicho, pero a este se le alegró el alma al pensarlo.

No te preocupes. Tú necesitas el baño más que yo después de la pedrada. Relájate- volvió a hablarle dulcemente mientras se dirigía a la puerta del baño tratando de forzarse a respirar y relajarse.
¡No, espera!- saltó Dani agarrándola por el brazo y provocando uno de esos momentos en los que se quedaban mirándose en silencio por unos segundos auto-convenciéndose de que saltar sobre el otro no era buena opción. Si se producía un desengaño amoroso entre ellos quedarían solos en aquel lugar. Mejor intentar ser solo amigos.- echemos mucho jabón y hagámoslo de espuma. Primero me meto yo y cierro los ojos para que te puedas meter tú. Es lo más justo. Me has salvado, te lo mereces más que yo.
Está bien. Entonces te metes tu primero, luego cierras los ojos y entro yo. ¿No es así?
Exacto.
Vale, eso quiere decir que yo sí que puedo mirar. ¿Verdad?- dijo Eli recobrando la picardía.

Dani le soltó el brazo y se quedó pensando un par de segundos en la trampa de la chica.

Por supuesto- dijo mientras se acercaba a la bañera andando despaldas sin quitarle la vista de encima-. Pero luego no trates de besarme ni acosarme- dijo risueño.
No temas. No eres mi tipo- contestó burlona Eli y en cosa de segundos él se quitó la poca ropa que llevaba y sin prisas se metió en el agua dejando a Eli con la boca abierta.
Te toca, pequeña- y cerró los ojos quedándose recostado en uno de los reposacabezas de la bañera.

El corazón de Eli se agitaba como loco. Se había quedado sin palabras pero no quería que el fuera el que saliera triunfador avergonzándola a ella, así que se quitó la ropa y se metió en el agua a la velocidad del rayo. Eso sí, sin quitarle el ojo a Dani por si trataba de hacerle trampa.

Ya estoy aquí, y no te estoy atacando.

El chico abrió los ojos y la miró con aquella sonrisa pícara del que se cree ganador.

¿Me pasas el jabón?- preguntó coqueta.

Entonces Dani cayó en la cuenta que con la broma no habían echado el jabón al agua y ésta estaba totalmente cristalina. Podía ver el hermoso cuerpo de la joven que lo miraba con mirada vencedora.

¡El jabón!- repitió ella.
El jabón…- susurró el mientras trataba de coger la botella y pasársela sin saber si mirarla o no.
Gracias- le contesto la ganadora del asalto mientras vertía el jabón en el agua bajo el chorro.

La espuma fue creciendo lentamente hasta cubrirlo todo. En aquel breve e intenso espacio de tiempo en el que la espuma crecía no se habían dirigido ni una sola palabra. Solo alguna mirada de refilón del uno al otro se escapaba de la contemplación de la espuma.

Voy a cerrar el agua ya, ¿vale? Comienza a salir fría- dijo él.

Permanecieron unos segundos más en silencio hasta que al final Eli rompió el hielo.

Y dime. ¿Te asaltan muchas? ¿Tienes admiradoras secretas?
Muchas. Una en cada esquina- bromeó Dani relajándose todo lo que podía.
En serio. ¿Nunca te han mandado una carta de amor o algo de eso?
Algo.
¡Venga! No te hagas el misterioso. A las lectoras nos gusta saber esas cosas.
¿No dijiste que tú no leías prensa rosa?
Sólo las portadas en el kiosco. Del resto me informo en la peluquería.
Ah. ¿Quieres una exclusiva?
Pues no estaría mal. ¿Tienes alguna?- preguntó ansiosa lo que disgustó a Dani, pero disimuló.
Bueno, pues me caso en breve. Tu tenías razón- La cara de la muchacha no pudo esconder el disgusto, cosa que esta vez le agradó muchísimo a él.
¿Con la modeluqui esa?- preguntó sin ser capaz de esconder su disgusto.
Estas invitada. Si es que se celebra…
Gracias. Será maravilloso. Así me puedes presentar a tus compañeros de equipo que más de uno esta como quiere- contestó mirándole fijamente a los ojos.
Era coña. No me caso- imaginársela en brazos de alguno de sus compañeros no le había gustado nada-. Y no creo que sean tu tipo.
Eso lo juzgaré yo, ¿no crees?- ahora estaba enfada por darle aquel susto de muerte con su boda y los demonios le revolvían el pelo de la rabia.
Juzga lo que quieras. Con no presentártelos…- el también seguía picado.
Ni falta que hace. Saldré en la tele y diré que me he estado acostando contigo y eso me dará vía libre a todos los jugadores de primera división del mundo.
¿Ah, sí?- dijo el lleno de ira acercándose hacia ella.
¡Pues si!- se acercó ella también hasta estar cara a cara.

Una vez allí, con ella mirándolo tan indignada, su enfado se esfumó. Estaba preciosa con el reflejo de la espuma y las velas sobre su piel.

Pues por lo menos acuéstate conmigo y así contarás la verdad. No me gustaría que quedaras como una mentirosa- Le dijo tratando de parecer aún enojado y aquello hizo que el enfado de Eli desapareciera como una pompa de jabón.
Más te gustaría, Romeo- le dijo mientras se alejaba de él hasta su rincón de la bañera.

Aun habiéndose alejado ambos, la bañera no era lo suficientemente grande como para que sus cuerpos no se rozarán sin intención de vez en cuando, lo que hacía que un cosquilleo les recorriera el cuerpo.

Después de aquello el baño se relajó y trataron temas más banales. Donde habían viajado, lo que más les había gustado, que les gustaba leer y mil chorradas más.

Ya es hora de que salgamos. ¡Estoy quedándome helada!
Y yo.
¿Cómo lo hacemos?- preguntó Eli.
Lo más justo sería que salieras primero y yo pudiera mirar ya que antes lo has hecho tú.
Yo no te lo he pedido. Ha sido regalo de la casa.- dejo bien claro la muchacha.
Qué injusticia y que poco agradecida la casa conmigo- bromeó Dani.
Anda, cierra los ojos que salgo.
Está bien…

Salió de la bañera y se enrollo en una toalla, pero para variar Dani no había podido evitar hacer trampas y como sabía que estaría despaldas yendo a por la toalla entreabrió los ojos para verla. No tendría que haberlo hecho. Ahora mil pensamientos recorrían su mente y ninguno casto.

Eli salió a vestirse al cuarto y mientras Dani salía del agua y hacía lo mismo en el baño.

Cuando salió, ella ya estaba dentro de la cama comiendo unas galletas.

Pásame un par, por fa- le pido él-. Puede que sea un poco pronto para irse a dormir pero yo es lo único que quiero- mientras decía eso su voz exterior su voz interior le gritaba otras cosas bien distintas y subidas de tono.
Yo también. Debe ser el nerviosismo del día pero estoy molida. ¿Queda mucho para llegar a dónde quedaste con tu amigo Pablo?
Estamos al lado. Pero ya sabes que las distancias aquí se multiplican por tres. Entre los derrumbes y los locos no sé cuánto tardaremos.
Vale. Pues durmamos.

Habían apagado todas las velas del baño y se habían quedado prácticamente a oscuras oyendo la lluvia que aún arreciaba con fuerza mientras disfrutaban del maravilloso olor a hierba mojada que venía del jardín. La temperatura había caído en picado y la humedad no ayudaba en nada. En la cama solo había una finísima colcha y las sábanas, que no eran suficientes en aquella tormentosa noche.

¿Puedes dormir?- susurró Dani.
No. Estoy helada, no me siento los pies.- contestó ella.
Ven, acércate a mí.

Dani la estrechó junto a su pecho firmemente. Al principio les costó relajarse y conciliar el sueño por la proximidad de sus cuerpos. El estar así, abrazados, era una sensación fantástica para los dos y al mismo tiempo inquietante. Ahora tenían menos frío y se sentían más protegidos y menos solos en el mundo. No se separaron en toda la noche, a parte de todo, la atracción que sentían el uno por el otro hacía que incluso en la inconsciencia del sueño aprovecharan para estar lo más cerca posible.

No paró de llover hasta la madrugada lo que produjo derrumbes en algunas casas de la zona. Por suerte su casa resistió a la lluvia y al viento. El fuerte sonido de las gotas al caer amortiguaba cualquier ruido que pudiera venir de afuera con lo que por fin pudieron dormir y descansar aquella noche.

Al alba se despertaron los dos como si hubieran puesto el despertador. Permanecían pegados el uno al otro como siameses. La noche había sido muy fría y habían echado de menos un buen edredón.

Buenos días- susurró Dani mirando el rostro de la joven que luchaba por abrir los ojos.
Buenos días- respondió ella de manera casi inteligible.
Tenemos que marcharnos ya, dormilona.
No puedo moverme. Estoy agarrotada.
¿Te quieres perder la leche con chocolate y galletas?

Aquello hizo que la muchacha consiguiera abrir por completo sus ojos.

Volvieron a la gran despensa y desayunaron hasta casi reventar. No sabían cuánto tiempo pasaría sin que volvieran a encontrar un lugar tan bien provisto. Luego cogieron toda la comida que les entró en tres bolsas del pan de tela que encontraron y con unas cuerdas de tender las transformaron en unas rudimentarias mochilas.

La noche anterior, habían improvisado un tendedero para colocar las sudaderas lavadas en uno de los pasillos de la casa donde debido a los agujeros producidos en la fachada por la onda expansiva de la roca, corría una corriente de aire bastante fuerte. Aquel aire no había conseguido secar en su totalidad las prendas que aún continuaban bastante húmedas, pero como era lo único que tenía confiaron en que sus respectivos calores corporales acabaran de secarlas.

Había muchísimo silencio fuera en la calle, lo que les hizo pensar que nadie más debería estar por aquella zona y que podían salir sin temor de la casa.

Se dirigieron hacía la puerta por la que habían entrado y antes de tocar el pomo de las misma ésta se abrió de un golpe, entrando por ella un grupo de cuatro hombres hediondos. Ni las fuertes lluvias del día anterior habían sido capaces de barrer la suciedad de aquellos individuos.

A parte de la suciedad que les cubría, iban armados hasta los dientes.

¡Alto!- chilló el primero de ellos al entrar mientras los encañonaba con su arma.

Eli y Dani dieron un paso atrás quedando petrificados, pero peor fue cuando vieron a los otros tres y uno de ellos era un viejo conocido. El indeseable Tomás. Aquel ser repulsivo con el que habían tenido la mala suerte de cruzarse en el vestíbulo del hotel.

A Eli le cogieron náuseas nada más verlo y un pánico que era totalmente plausible en su rostro.

Aquel ser despreciable se abrió paso entre sus compañeros hasta ponerse en cabeza. Iba armado con un par de pistolas y un cuchillo de caza a la cintura. Y eso sólo a la vista, que quizá llevase algo más oculto a sus ojos.

¡Vaya! Menuda sorpresa.- sonreía Tomás.
¡Ostia, tíos! ¡Pero si este es Dani Teca!

Un revuelo se formó entre los hombres al reconocer al joven. Pero Tomás no se inmutó, su locura había ido en aumento y sólo tenía ojos para la joven.

Tomás, ¿has visto?- le preguntó uno de los hombres al ver que este no se inmutaba-. ¿No eras tan futbolero?
Ahora me apetece más otra cosa…- e hizo un gesto hacia la muchacha-. Vosotros jugad con él, que yo jugaré con ella. Ya se me escapó una vez y una segunda es algo que no puedo consentir.

Iba a empezar a caminar hacia ellos cuando Dani se interpuso protegiendo con su cuerpo el de la chica.

No seas necio. Tú ya te has divertido con ella. No hay que ser egoísta. ¡Dámela! Tú seguirás vivo. No queremos acabar con uno de los pilares de nuestra selección.
Si la quieres ven a buscarla. Sin armas. Como un hombre.
¡Por Dios! ¿Me lo quitáis de en medio? No quiero llevarme la fama de ser quien mató a una de las estrellas de nuestro firmamento deportivo- rio Tomás hacia sus compañeros.
No, tío. No nos perderíamos una pelea así en la vida. Suerte y no dejes que te rompa los huevos de una patada- rieron los tres hombres.
Bueno, parece ser que te voy a tener que dar una paliza- rio autosuficiente el tiparraco mientras les entregaba a sus hombres las armas y les decía por lo bajo-, si la cosa se pone fea, os lo cargáis. ¡Pero ojo, ella es mía!

Los dos hombres estaban encarados como animales antes del enfrentamiento esperando a ver quién hacía el primer movimiento para saltar sobre el otro. A pesar de que había refrescado un sudor pegajoso bañaba la frente de Tomás haciéndole brillar y parecer más temible. Eli también sudaba, pero era un sudor frío que le recorría las manos y le ponía el vello de punta.

Tomás reía, insultaba y decía barbaridades mientras sus compinches le seguían las gracias. Al final, como un tigre al que le hubieran pisado la cola saltó encima de Dani. Los dos se revolcaron por el suelo en medio de una marea de puñetazos y patadas.

El fuerte estallido de un trueno presagió lo que venía.

Un fuerte granizo comenzó a caer con unas piedras del tamaño de pelotas de golf y mayores. Aprovechando la distracción Dani consiguió gritarle a Eli.

¡Corre!.

Ella quedó de momento paralizada, después tomo conciencia de lo que le había dicho y se giró para huir por las ventanas traseras.

¡Cogedla!- gritó Tomás.

Pero no les dio tiempo pues la casa, que había soportado bastante bien la lluvia de la noche anterior, no pudo con el granizo que se le acumulaba y empezó a emitir quejidos. Los tres hombres trataron de escapar mientras Dani y Tomás seguían a puñetazo limpio cuando la entrada de la casa cedió a la naturaleza sepultando a dos de ellos. El tercero había acabado con una de sus piernas atrapada bajo los escombros y pidiendo a gritos la ayuda de Tomás.

Eli volvió a entrar donde estaba Dani y se acercó para tratar de ayudarle a zafarse de Tomás y huir de allí antes de que se desplomara toda la casa por completo.

Cogió una lámpara de mesa y esperó el momento oportuno para darle un buen golpe a Tomás. Este quedó aturdido y soltó a Dani, el cual, se levantó rápidamente y salió de la mano de Eli. Cuando llegaron al jardín trasero echaron la vista atrás y pudieron ver como Tomás se tambaleaba yendo tras ellos y como la casa se venía abajo haciéndolo desaparecer bajo el polvo, los escombros y el granizo.

Dani y Eli, protegiéndose del granizo con las tapas de unos cubos de basura que había en el jardín huyeron del lugar antes de que apareciera alguien más.

Se ocultaron como pudieron detrás de unos setos, pues con aquellas piedras de hielo no se podía avanzar. La tormenta duró poco y enseguida pudieron oír las voces de unos hombres que chillaban como animales y luego el rugido de un motor alejándose.

¿Estás bien?- Susurró Eli al oído del muchacho
Sí, pero creo que se me va a poner un ojo morado. Menos mal que le rompiste esa lámpara en la cabeza o acabo hecho papilla. ¡Menuda fiera!

Y seguro que así hubiera sido. Eli limpio con sumo cuidado la sangre que le brotaba de la ceja y del labio. Por lo menos no le había alcanzado en la herida de la piedra del día anterior.

Lo siento. Estas hecho un Cristo por mi culpa. Es lo que te faltaba después de la pedrada de ayer.
No digas eso. ¿Qué crees que me hubieran hecho a mí de no haber ido contigo?
Un altar- dijo ella con una sonrisa triste-. Te adoran como un Dios, Dani Teca. Y por mi culpa casi te matan.

Dani cogió la cara de la muchacha entre sus manos y le habló acercando su rostro al de ella para que le prestase atención.

¡Escúchame! Tú no tienes culpa de nada. La culpa es de esos animales que están trastornados por los efectos de la roca, a decir verdad la culpa es del maldito meteorito que nos ha metido en esto- se acercó un poco más a ella-. Prefiero arriesgar mi vida por ti mil veces que cualquiera de sus altares.

No fue pensado ni premeditado pero los cálidos labios de Dani abrazaron los suaves labios de Eli fundiéndose en un beso que hizo que a ambos les diera un vuelco en la barriga lo mismo que cuando uno está en una atracción de feria. Solo duró unos segundos, pero transmitió muchos sentimientos entre ambos. Por unos instantes el tiempo se detuvo. Se quedaron mirándose a los ojos cuando el maullido de un gato rompió la magia.

Vámonos- Dani se levantó muy alerta por si alguien seguía merodeando por allí-. No veo a nadie. Salgamos de aquí.

Actuaron como si aquel beso jamás hubiera ocurrido y se afanaron por llegar a su destino lo más rápido posible.

¡Mira!- le dijo Dani al cabo de un par de horas-. ¿Ves ese centro comercial allá abajo?
Sí, ¿es allí?
Muy cerca de allí. A diez minutos a pie.

La alegría y la esperanza inundo sus corazones. ¿Estaría allí Pablo? ¿Habría alguien más?

Sus piernas comenzaron a moverse más rápido sin pensarlo y en un par de horas más ya estaban alrededor del centro comercial. Se notaba que había sido saqueado, y por ello aumentaron las precauciones para evitar toparse con algún grupo de asaltadores que hubiera decidido volver al lugar del crimen.

Por suerte no se toparon con nadie y llegaron a la urbanización en la que habían quedado.

¿Cuál es?
Está al final de esta calle. La catorce A- respondió Dani.
Parece que aquí han resistido mejor el impacto. Se ven más casas en buen estado.
No tanto, mira hacia allí.

Entre dos casas se veía la calle de atrás y lo único que se apreciaba eran cascotes y polvo.

Deben de estar como en la que estuvimos. Solo bastante bien en apariencia- comentó Eli con pesar.

Se sentían observados y giraron sobre si mismos para observar a lo lejos una manada, de lo que ahora eran perros salvajes, los cuales les observaban fijamente.

Dani…
Lo veo…

Trataban de no moverse y de hablar en susurros.

Estamos al lado ya…- susurró Dani.

Los perros comenzaron a gruñir mostrando sus desarrollados colmillos, cada vez más y más fuerte. Ellos podían oír los gruñidos claramente aun estando a bastante distancia. Estaba claro que aquello pintaba muy mal. Aquellos animales estaban afectados por las radiaciones y sus instintos asesinos se habían multiplicado por cien.

Los gruñidos cesaron para dar paso a un galope frenético que les hizo comenzar a correr como posesos.

¡Mierda!
¿Qué ocurre?
¡La casa no está, no está!

El lugar donde debería estar la casa estaba totalmente asolado. Una puerta se abrió a sus espaldas y de allí salió un hombre con un arma que los encañonaba.

¡Ey, vosotros!- gritó la voz.

Los dos se giraron despacio con el pánico dibujado en el rostro identificando de dónde venía aquel sonido. Corrieron hacía la voz que salía de la casa sin pararse a pensar si era amigo o enemigo y casi tiran al suelo al que les llamaba.

La jauría de canes se estampó con la puerta de la casa justo cuando la cerraban.

¡Dani!- dijo la voz.
¿Pablo? ¡Pablo!- ambos muchachos corrieron a abrazarse.- Por fin…
Me temía lo peor. ¿Falta una chica?
La perdimos nada más separarnos. Un loco jugó con nosotros al tiro al blanco. ¿Pero cómo conseguiste llegar?

En eso Lupi salió y saltó a los brazos de Dani besándolo como una loca.

¡Tranquila, Lupi! Ya estoy contigo- le decía a la perrita.- Sigues siendo mi chica, pequeña. ¿No me dices nada, bonita?
No ladra
¿Cómo que no ladra? Si es una escandalosa.
Desde que la recogí no ha ladrado. Creo que lo pasó fatal con todo el follón.

La perrita seguía saltando y correteando feliz alrededor de Dani.

Pobrecilla- la acarició Dani con ternura.

Pablo se acercó a Eli y le dio un abrazo.

Me alegro de volver a verte. Siento lo de tu amiga. Por cierto, me llamo Pablo. Creo que entonces no nos presentamos.
Yo me llamo Eli, me alegro mucho de verte de nuevo sano y salvo y poder conocer a la famosa Lupi- la perrita se acercó a hacerle la fiesta a Eli también y ella se la siguió.
Pasemos dentro. Aunque por aquí no hemos visto apenas locos, salvo a la patrulla de recibimiento canino que os habéis encontrado, no quiere decir que no haya la posibilidad de ver alguno.
¿Hemos?- se sorprendió Eli.
Sí, somos varios. Entremos.

Entraron en el interior de uno de los chalets que parecía estar en buen estado. En su interior había varias personas. Cuatro chicas y dos chicos más.

Este es mi amigo Dani y ella es Eli.

No hizo falta dar más explicaciones. Todos se acercaron como moscas a la miel a ver a Dani de cerca. Los chicos por admiración y las chicas más por pasión. Aun con la cara hecha un mapa estaba realmente guapo.

Eli parecía no existir y se sentía un poco abandonada. No solo por el hecho de que los únicos seres humanos normales hubieran pasado de ella totalmente, sino porque hasta ese momento no había habido ninguna chica más al lado de Dani excepto ella, y ahora había cuatro más babeando como locas por él.

Por la pinta que traéis debe de haber sido duro el camino, ¿verdad?- se dirigió Pablo a Eli mientras los fans rodeaban a su amigo.
La verdad es que sí. ¿Qué tal tú? ¿Te costó mucho llegar?
Lupi y yo tuvimos suerte. Encontramos un coche que nos trajo directos casi sin encontrar locos. Digo casi porque pasando por un barrio casi nos vuelcan el coche una panda de descerebrados. Pero aquí no estamos encontrando apenas, como ya os he dicho. Sí que oímos sus fiestas. Cuando se ponen a chillar y a hacer carreras con los coches, pero en la lejanía. Aun así, siempre estamos alerta.
¿Y la comida? Sois muchos.
Vamos de compras al centro comercial- rio-.
¿De compras? ¿Hay algo abierto?- Eli se sorprendió.
No, no, está abandonado. Por ahora estamos encontrando de todo y vamos almacenando en la casa. Seguro que te sentirás mejor si te duchas y te pones ropa limpia. ¡Estáis cubiertos de polvo! Y dime ¿qué le ha pasado a Dani en la cara? Parece que le hayan dado una paliza.
Tuvimos varios encontronazos y el último fue con el hombre del hotel. El que…- la voz se le apagó y el gesto le cambió.
Sí, lo recuerdo. No temas. Aquí nos protegemos los unos a los otros.
Ya no hará falta. Se le desplomó una casa encima.
Ahora entiendo lo del polvo. Casi os pilla en medio, ¿verdad?- hizo una pausa.- Pero sabes qué, uno menos. Esa roca ha dejado mucho loco suelto.
Sí, eso es cierto.
Ah! El baño de aquí abajo no se puede usar, no tiene agua. Solo usamos el de arriba. Ven te enseño toda la casa.

Subieron al piso de arriba y le mostró donde estaba la ducha. No había agua caliente y el agua salía bastante débil pero eso era mejor que nada.

Pablo dejó a Eli en el baño y volvió a echarle un cable a su amigo.

Cuando bajo a la planta baja Dani tenía una sonrisa que él conocía muy bien. Era la de, “¿por qué no se largan ya?”.

Venga, dejadle respirar un poco- dijo en tono alegre cogiendo a su amigo del hombro y llevándolo hacia el otro lado de la sala-. Tienes un aspecto horrible.
Digamos que no estoy en mi mejor momento para salir en las revistas del corazón.
¡Qué dices! Es el mejor, más morbo, más dinero- dijo Pablo bromeando y guiñándole un ojo a su amigo-. Ya me ha contado Eli que habéis tenido dificultades para venir y que os encontrasteis con el tío del hotel.
Sí, él me ha dejado esta facha esta misma mañana.
¿Protegiéndola?
Sí.
¿Llegó a tocarla?
¡No!- dijo tajante y luego para quitarle seriedad-. ¡Con la cara que me ha dejado habría sido el colmo! Por cierto, ¿dónde está ella?
Está duchándose. No es que nosotros vayamos muy limpios pero es que vosotros dais asco- rio Pablo-. Te mola esa chica, ¿eh?

Dani puso cara de no saber que le decía, aunque sabía bien que para Pablo era un libro abierto.

No hay nada entre nosotros. Esta situación de mierda…
Bueno, no hay mal que 100 años dure. Anda, acompáñame y te daré ropa limpia para que te puedas duchar también, y le pediremos ropa a las chicas para ella.

Consiguieron la ropa y Dani se ofreció para subírsela a ella lo que originó miraditas entre las chicas. Dani las vio pero hizo caso omiso. Saliendo del cuarto en el que se encontraban pudo oír como las muchachas interrogaban a su amigo. Sería él el encargado de aclarar la situación, pensó riéndose en su interior.

El agua aún corría cuando llegó a la puerta del baño. Llamó con los nudillos un par de veces.

¿Eli? Soy Dani, te traigo ropa limpia.
¡Un segundo! - le gritó ella y el agua dejó de correr. Unos segundos después abrió la puerta.
¿Qué tal la ducha?
¡Congelada! Con lo que yo odio el agua fría…- tiritaba mientras se refugiaba bajo una toalla que le había dado Pablo.
Por lo menos la ropa pinta bien. Lleva hasta las etiquetas.
Ya me han contado que van de “compras al centro comercial” – la muchacha cogió la ropa-. Gracias Dani.
De nada, no iba a dejar que murieses congelada después de lo que nos ha costado llegar hasta aquí- ambos se sonrieron.

Dani salió del baño para dejar que se vistiera tranquila y al poco salió ella.

¡Todo tuyo!- le ofreció el baño a Dani que esperaba en la puerta su turno.
No creas que estoy muy ansioso. Sin agua calentita no me apetece mucho…
¡Anda guarrete! Es sólo la primera impresión. Tienes el pelo blanco del polvo, pareces un vejete canoso- mentía como una bellaca. El agua salía fría como si procediera de un glaciar, era terrible al principio y horrible al final.

Se esperó en la puerta y oyó los grititos y las maldiciones de Dani al contacto con el agua congelada y muerta de risa bajo a la planta baja donde, esta vez sí, fue el centro de atención.

Los dos chicos eran altos como campanarios y bastante guapos. El rubio se llamaba Álvaro y el moreno Iván. Pertenecían a un equipo de baloncesto, de ahí su altura. Volvieron a Madrid a por sus familias ya que cuando pasó todo se encontraban concentrados muy lejos de allí con su equipo pero cuando llegaron no encontraron ni a sus familias ni a nadie. El impacto les pilló en casa de uno de ellos dentro del ascensor. Estuvieron cerca de diez horas encerrados, lo que les protegió de las radiaciones de locura. Cuando salieron de allí, a uno de sus compañeros, pues en el inicio eran tres, le acertó un tiro de uno de los ladrones que huían tras el saqueo a una joyería por la que pasaron.

De las chicas, dos de ellas eran amigas. Sara y Martina, ambas trabajaban en un asilo de ancianos y no quisieron huir y dejarlos solos. Cuando ocurrió el impacto se encontraban revisando los sótanos del asilo mientras los ancianos dormían para bajar allí a todos los que pudieran para protegerlos el día del impacto. La onda expansiva consiguió derribar el edificio de cuatro plantas acabando con la vida de todos los ancianitos que allí quedaron abandonados. Ellas pudieron salir después de varias horas cuando consiguieron encontrar y abrir la puerta que comunicaba los sótanos con el exterior.

La más bajita de todas, Rania, era profesora de guardería, iba en el metro camino del aeropuerto para tratar de escapar, ya que sus intentos de huir por otros medios habían fallado. El tren descarriló. Estuvo encerrada en el vagón del metro hasta que amaneció. Las puertas no se podían abrir, ni tampoco se atrevieron a romper las ventanas y nadie iba en su ayuda ni en la de los cinco pasajeros más que allí había con ella. Cuando consiguieron salir el panorama era terrible. Eran los únicos supervivientes de todo el tren. Al salir de la estación cada uno corrió hacia un lado presos del pánico, ya que la ciudad estaba en llamas y las explosiones no se detenían. Había muertos por todas las esquinas.

La última de las chicas se llamaba Miriam. Era una chica muy guapa, no era modelo, pero podría haberlo sido. De ella poco sabían y poco contó. Algo muy fuerte le pasó, de eso estaban seguros. Cuando la encontraron vagando por el barrio estaba cubierta de sangre, con bastantes heridas y arañazos. Fue la primera a la que ayudaron Álvaro e Iván el mismo día del impacto.

Pablo llegó a la mitad, cuando fue al punto de encuentro, que se había volatilizado, lo vieron y al comprobar que no estaba afectado por la radiación lo aceptaron en el grupo.

Todas las historias eran horribles.

Dani hacía ya un rato que se había unido a ellos. La ducha había sido de record por la rapidez. Además, su aparición no había pasado desapercibida esta vez tampoco, ya que la única sudadera que habían podido cederle era del acérrimo rival de su nuevo equipo, cosa que provocó las risas entre todos los allí presentes.

Pusieron en común la comida que habían traído de la casa. Sólo la mochila de Eli, pues la de Dani se al final quedó allá bajo los escombros.

Era agradable poder hablar con más personas y sentir algo parecido a la seguridad dentro de aquella casa.

¿Sabéis algo del resto del mundo?- preguntó Eli.
No. Nada de nada- contestó Álvaro-. No va nada. Ni tele, ni radio, ni móviles…
Si alguno fuera electrónico…- suspiró Pablo-. Tenemos un colega que es ingeniero electrónico y muy manitas y siempre está trasteando. Si él estuviera aquí y hubiera la más mínima posibilidad de contactar con alguien de algún modo, la encontraría.
Es verdad- confirmó Dani-. Es una máquina. Con unos palos de polo y cinta aislante te construye un helicóptero.

Al decir aquello todos rieron, en especial las chicas. Cosa que irritó algo a Eli aunque lo ocultó perfectamente.

Yo he estudiado electrónica. No soy tan fantástica como vuestro amigo pero puede que se me ocurra algo- comentó la misteriosa Miriam.
Pasemos mañana por la tienda de electrónica del centro comercial, ¿vale?- le dijo Pablo, y Miriam asintió.

Pasaron la tarde contándose cosas, conociéndose y hablando de lo que tenían que hacer.

Salieron al jardín de la casa que aunque el tiempo estaba algo fresco era agradable salir un poco al exterior, sobre todo para la pequeña Lupi.

Los chicos se dedicaron a tratar de colgar de nuevo una canasta de baloncesto que había caída en el suelo aprovechando las últimas luces del día.

Las chicas no perdieron el tiempo y sometieron a Eli a un interrogatorio en plena regla. Sólo faltaba un foco de luz apuntándole al rostro.

¡Qué suerte has tenido!- comentó Sara.
¿Por?- se sorprendió Eli.
De todos los chicos que te podían haber tocado te toca él.
¡Madre mía! Yo firmaba ya. Media semana a solas con Dani Teca sólo para mí. Y sus noches…- recalcó esta última parte Rania.
Sólo han sido un par de noches. En otras condiciones pudiera ser. Pero sólo hemos sobrevivido juntos. Nos hemos salvado la vida mutuamente. No ha habido tiempo para más.
Un par de noches muy intensas. Después de lo que habéis pasado debe de haber algo entre vosotros seguro- afirmó con seguridad y envidia Martina.
Claro que lo hay. Somos como de la familia. Para él soy como su hermanita pequeña que debe cuidar. Nunca arriesgaría nuestra amistad.
Con eso quieres decir que está libre para el resto, ¿no?- preguntó interesadísima Rania.
Es libre- dijo ella con una sonrisa en los labios controlando el impulso de darle un puntapié en la boca a cada una de ellas.
¿No se iba a casar con una modelo? No recuerdo su nombre…- Miriam se daba golpecitos en el labio mientras trataba de recordar- Camila o Candela. Algo así era.
¡Coralina!- recordó Sara.- Es de no sé dónde de sur América.
Pues no sé nada al respecto – mintió Eli con una falsa sonrisa.- Entonces no será libre. Ya os dije que no teníamos nada y no me he molestado en informarme. Mi prioridad era sobrevivir.

Y dicho esto se levantó de la silla mientras el resto seguía debatiendo la nacionalidad de la presunta futura esposa de Dani. Hubiera salido corriendo al exterior si no tuviera tanto miedo de encontrarse de nuevo con un loco o con los perros. Pero no le quedó otra que volver con el grupo después de fingir que iba al baño.

Cuando regreso, Rania se había puesto a tontear descaradamente con Dani, el cual, trataba de ser educado pero para los que le conocían como era el caso de Pablo, se veía claramente agobiado por aquella chica. Lo que realmente quería Dani ahora era jugar con su recién restaurada canasta.

Pero para Eli que jamás lo había visto en aquella situación fue una puñalada en el estómago. Se sentó con el resto y trató de reír con los comentarios de las otras chicas.

Al fin llegó la noche y con ella la cena que era casi la única distracción agradable del día.

Dani se sentó al lado de ella, ya que no le había pasado desapercibida la cara de perro que había puesto al verle con Rania, o “la tentáculos” como la había rebautizado Eli para sí misma.

Estaban sentados en el suelo del salón, el lugar donde hacían todas las comidas, se reunían y dormían. De ese modo se sentían más protegidos. No tenían luz, pero se habían hecho con velas y linternas que utilizaban con mucha precaución para evitar que fueran vistas desde fuera de la casa

La cena fue bastante amena y distendida. Cuando hubieron terminado, recogieron todo y colocaron sobre el suelo un par de colchones que tenían de píe sobre la pared, que habían bajado de las dos habitaciones de la planta superior, y unas cuantas esterillas de acampada.

Todo tiene dueño ya, colchones, sofá y esterillas pero por lo menos hay una esterilla de sobra. Mañana iremos al centro comercial a coger cosas. Pasaremos por la tienda de deportes a ver que podemos coger. ¿Vale?- les comentó Pablo.
No te preocupes. Estaremos bien- le contestó Eli con una sonrisa encantadora.
Quédate la esterilla tú- le dijo Dani.
No, no. Estás muy magullado y necesitas descansar y recuperarte. Yo no la quiero.
Lo que si tenemos de sobra son sábanas – dijo Pablo señalando hacía un armario en el que una de las chicas sacaba unas-. No hay mantas como tampoco hay casi muebles como habréis visto. Deberían de estar mudándose, o es que se lo llevaron todo en la huida porque casi no hay de nada.
Con las sábanas me bastará- dijo Eli y se dirigió hacia el armario.
Cierra la boca, Dani. Se te cae la baba- le susurró Pablo a su amigo con sorna mientras observaban a la muchacha. Dani le espetó un codazo entre risas a su amigo. A él no podía ocultarle nada. Sabía leerle la mente.

Cada uno pertrechado con lo que necesitaba ocuparon sus posiciones habituales. Era bastante amplio el lugar con lo que estaban juntos para poder protegerse en caso de necesitarlo y lo bastante lejos para no oler la respiración de otro y tener un poco de intimidad durante el sueño. Dani se colocó cerca de su amigo y Lupi, y Eli como era ya costumbre junto a él.

Cuando la luz se hubo apagado y el silencio reinó, no tardaron en oírse los ronquidos de Iván y Pablo junto con otras respiraciones profundas. Entonces Dani aprovecho para acercarse sigilosamente a Eli y susurrarle en el oído.

Eli, ¿estás dormida?
Casi lo estaba. Dime- dijo susurrando también y acompañándolo de un bostezo.
Es que quería que supieras…- no sabía cómo decirle que las otras chicas no le importaban ni un pimiento sin parecer muy directo-. Bueno, no querría que te enfadaras conmigo.
Dani, ¿qué demonios me quieres decir?- dijo controlando la voz ya que estaba que se la llevaban los demonios de los celos.
Pues que son ellas las que hablan conmigo y tontean. Yo no quiero nada y no quiero que pienses que estoy de ligoteo.
Mira Dani, tú eres libre de hacer lo que quieras. No tienes que darme explicaciones de nada. Tú y yo únicamente somos amigos, más que amigos, como de la familia, ¿o no?

Dani asintió. No tenía el valor para declararle su amor a los cuatro vientos. Podía notar algo de irritación en la voz de Eli, pero estaba demasiado cansado para distinguir si aquella irritación se debía al tema en concreto, lo cual era bueno para él, o por el contrario, si era porque tenía sueño y quería que se callara ya de una. Así que zanjaron el tema y dejó a la muchacha descansar.

Eli por su parte estaba con los ojos como platos. Aquella conversación la había desvelado ligeramente, a los pocos minutos volvió a cerrar los ojos y se quedó profundamente dormida.