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Ed Kelly sacudió la cabeza, apurando un nuevo whisky. Luego, miró a sus interlocutores.

—No acabo de creerlo. He visto otra vez su representación. Y sigo pensando que es el auténtico Bob Ford...

—Es que Mal es buen actor —rió suavemente Stella.

—¿Mal? —repitió Ed—.¿Qué nombre es ese?

—Malcolm —sonrió el supuesto Bob Ford del teatrillo de Durango—. Me llamo Malcolm Cárter. Soy inglés de nacimiento. Pero odio mi nombre. Lo encuentro presuntuoso y difícil. Por eso prefiero ser solamente Mal.

—En esas carteleras ni siquiera es Mal. Es Bob Ford.

—Un truco comercial, amigo —le guiñó el joven un ojo, riendo—. Supe que el auténtico Bob Ford andaba por todo el Oeste representando esa obra en que reproduce su criminal acción sobre Jesse James. Me dije que no todo el mundo sabe quién es o cómo es Bob Ford, el auténtico. Y que un joven de su edad aproximada, podía pasar por él fácilmente. La verdad, nunca pensé que ese juego inocente para engatusar al público, pudiera servir para hacerme perder la vida.

—Lo cierto es que le fue de muy poco.

—De no ser por Stella... —resopló Malcolm—. Usted nunca me hubiera creído si le juro que no soy Bob Ford.

—Es posible que no. Ya me sorprendía tener tanta suerte y tan pronto. Tal vez otros muchos imiten su truco, y tengamos todo el Oeste lleno de Bob Ford por doquier.

—Podría ocurrir. Hay que ser ingenioso para sobrevivir hoy en día, amigo.

Stella Masters terció en la conversación:

—Que yo sepa, no existe otro imitador del auténtico Ford. Cuando formamos la compañía, tan sólo el que usted busca andaba por ahí representando la obra.

—Y supongo que ignoran dónde se encuentra ahora..

—Por completo—suspiró Stella—. Recuerdo que estuvimos a punto de coincidir con él y nosotros en un mismo sitio. De eso hace ya dos meses largos.

—Dos meses... —frunció el ceño Ed—. ¿Dónde fue eso?

—En Cedar City, en Utah. Tuvimos que dar marcha atrás y largarnos para Boulder y Hanksville. A la gente no le hubiera gustado que hubiera dos Bob Ford a la vez. Y al verdadero Bob Ford, menos aún

—Sí, es posible —Ed no tuvo más remedio que sonreír—. ¿Saben si iba hacia el Este o el Oeste, hacia el Norte o el Sur?

—No, no lo sabemos —confesó ella.

—Yo recuerdo que en Cedar City anunciaba su partida para debutar en Arizona fechas más tarde...

—Arizona... Es un territorio muy amplio. Puede que aún siga por allí.

—Pues no me gustaría, la verdad —confesó el joven Cárter.

—¿Por qué? —indagó curioso.

—Porque nosotros vamos ahora hacia allá. Recorreremos varios pueblos de Nuevo México, para ir más tarde a Tucson, Tombstone y Nogales, en Arizona. Supuse que él no bajaría tan hacia el Sur.

—Mal, usted además de actor, ¿qué es realmente? —quiso saber Ed.

—Actor, simplemente —confesó el joven—. Mis padres eran actores. Vinieron de Inglaterra cuando yo era niño. Murieron aquí, víctimas de una epidemia. Entonces conocí a una curiosa mujer que curaba apestados. Se llamaba Juana Calamidad. Y ella me enseñó tres cosas: a beber whisky, a decir groserías y a disparar un arma de fuego. Tenía sólo diecisiete años por entonces. Salí buen discípulo en todo. A Juana le caía bien. Me cuidó durante varios años. Y cuando juzgó que era todo un hombre, me dejó ir solo por el mundo. La sangre del teatro me hizo volver a la escena, siguiendo el ejemplo de mis padres. Pero aquí a la gente no le gustaba ver «Hamlet», «Romeo y Julieta» o «Macbeth». Bostezarían apenas empezado el primer acto. Supe lo de Bob Ford e imaginé este juego de la imitación, haciéndome pasar por él. Por ahora, nos ha ido bien.

—Sí, usted es un chico de suerte, en medio de todo —confesó Ed meneando la cabeza.

—Háblenos de usted mismo —apuntó Stella curiosa. ¿Realmente fue amigo de Jesse James?

—Sí, lo fui.

—¿Amigo personal?

—Muy personal.

—¿Eso quiere decir que... perteneció a su banda?

—Exacto —sonrió Ed—. ¿Le asusta pensar que he sido un bandido y que tuve mi cabeza a precio?

 —No, en absoluto. Estoy curada de espantos.

—Pasé años en la cárcel, acusado de robo, asalto a mano armada y algunos homicidios. Pero nunca por asesinato, desde luego. Al final me indultaron.

—¿Y ahora es un hombre honrado? —terció Malcolm.

—¿Quién es realmente un hombre honrado hoy en día? —se encogió de hombros Ed—. Pero puede decirse que ya no vivo al margen de la Ley, si es lo que pregunta.

—¿En qué trabaja, entonces? No vivirá del aire, mientras busca a Bob Ford...

—No trabajo en nada. Ahorré un dinero, sirviendo de vigilante armado de la Well&Fargo y del ferrocarril. Ironías de la vida. Hace años les robaba. Luego evitaba que otros les robasen a ellos. Hice buenos ahorros. Gané dos recompensas. Y ahora vivo de ese dinero.

—Dedicado solamente a buscar a Bob Ford...

—Eso es.

—¿Lo matará cuando lo encuentre?

—Claro. Para eso le busco.

Stella y Malcolm cambiaron una mirada. Finalmente, fue la joven quien preguntó a Ed Kelly:

—¿Cree que Ford está ahora en Arizona?

—Es posible, sí. Iré a verlo de todos modos.

—¿Por qué no hace el viaje con nosotros?

—¿Con ustedes? Son una compañía teatral. ¿Qué pinto yo en eso?

—Podría servirle de cierta ayuda para dar con él. Nadie imaginaría que un actor anda buscando a otro para matarlo.

Y nos haría un favor a nosotros.

—¿Qué clase de favor?

—Verá —Malcolm se inclinó hacia él—. Nuestro segundo actor, Bill Masón, se queda en Durango. Ha conocido a una chica rica y ella le ha convencido para casarse. Bill interpreta el papel de Jesse James. Usted podría representar perfectamente ese personaje. Además, conoció bien a Jesse. Puede incluso darle más vida, hacerlo más real...

—¿Yo... actor? ¿Representando a Jesse James en escena? Dios mío, no —rechazó Ed con asombro—. Eso nunca, amigos. ¡Nunca!

Su negativa fue rotunda, tajante. No admitía réplica.

Pero una semana más tarde, en Tierra Amarilla, territorio de Nuevo México, Ed Kelly interpretaba a Jesse James en escena, con la anunciada «Compañía de Bob Ford».

Y su interpretación era todo un éxito.

 

* * *

 

Stracy Braddock engrasó cuidadosamente su rifle. Luego, miró a los tres hombres que, limpiaban así mismo sus armas con todo mimo.

—Apresuraos —indicó—. Salimos dentro de una hora hacia el Oeste, muchachos.

—Sí, patrón —asintió uno de los tres, montando el cilindro en el revólver—. Estaremos a punto en unos minutos, no se preocupe.

—Me ha llevado demasiado tiempo dar con Zack Killian para permitir ahora que se me escape de entre las manos. De no ser por ese periodicucho de Albuquerque, nunca hubiera dado con él... Ha sido providencial que llegara a mis manos.

Dejó el rifle reluciente y pulcro, una vez repleta su recámara de proyectiles, para tomar un ejemplar arrugado de Albuquerque Herald, parte de cuyas hojas habían servido para limpiar la grasa del sistema de percusión del arma.

Una página se mantenía intacta, la que tanto interesaba a Braddock. Y en ella, aparecía remarcado con lápiz rojo un recuadro en concreto, junto al anuncio recuadrado de un teatro local de Albuquerque.

El texto marcado era breve:

«La hija del ganadero Zack Killian, la bella Anna Killian, cumplirá la próxima semana los dieciocho años, siendo presentada en sociedad en el Casino local de Albuquerque, apadrinada por el alcalde Fergunson...»

Seguían unas pocas palabras más de aquel acto social de la localidad, al parecer nada importante para gente que, como Tracy Braddock, residía a tantas millas de distancia del Territorio de Nuevo México.

Sin embargo, los ojos del hombre relucían al fijarse en esa gacetilla en concreto. Era una luz de rabia, de afán de revancha, de una serie de encontradas pasiones, la que animaba aquellos ojos helados e implacables.

—¿Será el mismo Zack Killian que usted busca patrón?

—puso en duda un subordinado.

—No creo que exista otro en el mundo. Además, su sueño de siempre era ser ganadero algún día. Y éste lo es. No, no puede ser coincidencia. Es Killian, seguro...

Sus ojos resbalaron por la página, fijándose en el anuncio inmediato. Lo había leído ya antes. Pero volvió a leerlo^ con expresión curiosa.

 

«TEATRO EMPORIUM»

¡PRONTO!

ACTUACIONES EXTRAORDINARIAS DE LA

COMPAÑÍA DRAMÁTICA DE BOB FORD, CON SU OBRA REALISTA

 

«YO MATÉ A JESSE JAMES»

 

TRES SESIONES DIARIAS.

ÉXITO IMPRESIONANTE EN TODO EL PAÍS

LA MUERTE DEL LEGENDARIO FORAJIDO CONTADA EN ESCENA,

POR EL MISMO HOMBRE QUE ACABÓ CON SU VIDA.

 

Dejó el periódico, meneando la cabeza.

—Es curioso... —murmuró.

—¿Qué es lo curioso, patrón? —indagó su subordinado.

—Ese anuncio... La casualidad, el destino, une en Albuquerque, por unos días, a dos personas que pertenecieron a la banda de Jesse James. Por un lado, Bob Ford, que fue el hombre que lo mató. Por otro, Zack Killian, que escapó tras quedarse con todo el botín del último golpe de Jesse, en el Banco de Northfield...

—¿Northfield? —el hombre que limpiaba el revólver mostró cierta sorpresa—. Siempre creí que ese fue el principio del fin para la banda de James... y que no robaron allí ni un solo dólar...

—En cierto modo, tienes razón. Fue su tumba. Allí murieron los mejores miembros del gang: Clell Miller, Bill Chadwell... Los Younger fueron capturados. Pero uno de los que no pasaron a la historia, porque llevaba poco tiempo con nosotros, fue Zack Killian. Logró apoderarse de una saca de dinero en la confusión de la batalla entablada en Northfield. Y escapó con ella. Había más de cinco mil dólares en aquella saca. Nunca más se supo de Zack. James ni siquiera intentó dar con él, estaba acabado, y lo sabía. Pero yo nunca lo olvidé. Tras lo de Northfield, me largué de la banda, dejando solos a Jesse y Frank, entregados a su suerte ya inminente, la muerte. El otro, la prisión... aunque luego llegara el indulto.

—Pero ahora Zack ya no tendrá ni un dólar de aquel dinero robado...

—Te equivocas. Zack invirtió bien ese dinero, a lo que se ve. Adquirió tierras, ganado y se estableció como un hombre decente en Nuevo México, lo bastante lejos de su escenario de fechorías como para no ser reconocido por nadie. Por eso dije que es casual que Bob Ford y él coincidan ahora en Albuquerque... donde por rara casualidad, también estará un tercer ex-miembro de aquella histórica banda: yo, Stacy Braddock.

—¿Vamos a por el dinero de Killian? —sonrió su esbirro.

—Exacto. Nos tendrá que pagar bien si quiere salir con el pellejo bien librado del lío en que vamos a meterle, eso seguro. Pero si no paga, nos quedaremos con todo. Sea de un modo o de otro, saldremos ricos de allí, os lo prometo.

—¿Y en cuanto a Bob Ford?

—Bah, ese no me preocupa. Sólo es un charlatán, un; comediante ridículo, un traidor cobarde, cuya única hazaña fue matar por la espalda a un hombre que Confiaba en él. Pero es posible que, sólo por diversión sea bonito ir a ver la representación, aplaudir su actuación... y meterle un poco de miedo en el cuerpo.

—Braddock soltó una carcajada—. Y se acabó la charla, muchachos. Acabad ya con eso. Nos largamos enseguida. Según ese periódico, actuará Ford la misma semana en que se presenta en sociedad la hija de Killian. Acudiremos a ambos eventos. De modo que tendremos que cabalgar duro para estar allí dentro de cuatro días a lo sumo...