Bloody Mary (Charlotte)

 

 

 

Cuando me propusieron hacer un relato para este libro, me encantó el desafío y, cuando me dijeron que la historia tenía que inspirarse en un cóctel, solo pensé en el bloody mary, ¿por qué?, porque es muy inglés.

Este cóctel lo creó un barman francés, en París, en 1921, y tuvo la brillante idea de bautizarlo con el apodo que los ingleses daban a la reina María Tudor en el siglo XVI, María la Sanguinaria, simplemente porque llevaba zumo de tomate (además de salsa Worcestershire, nada más británico). Esta osada idea de Fernand Petiot le confirió al cóctel un atractivo histórico muy novedoso que se entrelazaría varias décadas después con dos de las pasiones que han marcado firmemente mi trabajo como escritora: Inglaterra y la historia inglesa del siglo XVI. Soy una apasionada de la Inglaterra Tudor y, si existe un cóctel que hace referencia a ella de forma tan directa, ese cóctel es mío y, si alguien me propone escribir un relato con un cóctel como inspiración, no cabe la más mínima duda, solo podía ser el bloody mary.

Pietot quiso darle un aire histórico a su bloody mary y siguiendo su estela yo quise escribir un relato histórico ambientado en los intensos años veinte, década del nacimiento del cóctel. Ahora cóctel y relato están entrelazados para siempre y esta mágica circunstancia me parece una verdadera fortuna.

 

Claudia Velasco