La Escuela Libre Waldorf

En algunos asuntos Steiner recalcó que se tiene muy poco en cuenta que el movimiento de la Trimembración y lo que resultó de él no había surgido de él. Al principio de dicho movimiento se hallaba el hecho de que un grupo de personas vinieron a mí y querían que les dijera cómo pensaba yo sobre la marcha de la vida social humana. Se me preguntó, la gente vino a mí... e insisto en ello.83 De manera aún más drástica se expresa otra vez sobre el libro Los puntos centrales de la cuestión social:... no lo escribí como impulso que partiera de mí, más bien se me exigió que lo hiciera.84 Pero la cosa es distinta con la fundación de la Escuela Libre Waldorf. En el acta de una entrevista del 27 de enero de 1919 que tuvo Steiner con Molt y Boos se encuentra una frase en la que Steiner no responde a las preguntas que le hicieron, sino que está diciendo algo que él mismo quería: Con el dinero que todavía tenemos, primero hemos de crear escuelas libres para ofrecer a la gente lo que necesita.85 Esa frase, que se halla en el acta como un bloque errático, cayó en terreno fértil en Emil Molt. Por el trato cotidiano con sus trabajadores sabía que en el corazón de los trabajadores, latía la preocupación por el futuro de sus hijos. El 23 de abril, a sugerencia de Emil Molt, el Comité de Empresa de la Fábrica de Cigarrillos Waldorf-Astoria tomó la decisión de solicitarle a Steiner que dirigiera una escuela que iba a fundar la fábrica Waldorf-Astoria. En los meses siguientes se pudo obtener el permiso ministerial, se adquirió el edificio y el terreno de la escuela -Molt los pagó de su propio bolsillo- y se logró convocar el núcleo de los futuros maestros. El 19 de Agosto de 1919 Molt recogió a Steiner en Freiburg. Al día siguiente habían de empezar los cursos del Seminario para Maestros. Molt describe: “Nunca más he visto a un Steiner tan alegre y satisfecho como en aquel momento en el primer viaje”.85

De hecho, desde 1906, una y otra vez Steiner había intentado dar sugerencias sobre cuestiones escolares y educativas,86 ahora podía caminar él mismo hacia su realización. Los maestros que él convocó no sólo eran personas cultivadas en el mejor sentido, científicos y artistas, sino que, en su gran mayoría, también estaban ligados a la Antroposofía. De modo que en los siguientes catorce días que duraría el Seminario podía hablar de la manera más amplia y abarcante sobre el conocimiento del ser humano, sobre metodología de la enseñanza y sobre el plan de estudios, haciendo que a su vez realizaran determinados ejercicios. Steiner dio las líneas directrices ya en la primera tarde: La Escuela Waldorf no ha de ser una escuela ideológica o confesional en la que a ser posible atiborremos a los niños con dogmas antroposóficos... Lo que queremos es convertir lo que hemos adquirido en el ámbito antroposófico en verdadera práctica docente... Hemos de tener vivo interés por todo lo que pasa hoy en día, de lo contrario seríamos malos maestros para esta escuela. No debemos prepararnos sólo para nuestras tareas especiales.87 En los siguientes cursos Steiner mostró cómo toda enseñanza puede basarse en el conocimiento del ser humano, en una verdadera psicología y en una comprensión de las etapas evolutivas; y aclaró en qué sentido los contenidos de clase no se impartían por aprender los contenidos mismos, sino que eran simplemente medios para educar.88 En relación con la biografía de Steiner no volveremos a explicar esas ideas de la pedagogía Waldorf que están expuestas extensamente en múltiples publicaciones.

Primera Escuela Waldorf en 1919, Stuttgart

Las exigencias al profesorado eran enormes. Steiner había previsto que se dieran clases de inglés y francés desde el primer curso, para ello no dio ningún modelo. Los maestros tenían que aprender a configurar libremente los contenidos de clase y a arreglárselas sin el corsé de un libro de texto. Había que encontrar formas nuevas para las clases por épocas y para la formación artística del enseñar y del aprender; y, por otro lado, el profesorado debía ir familiarizándose en la penosa labor de la autogestión colegiada. Pues aunque Steiner fuera el director de la escuela, respetaba la autonomía de los diferentes maestros y del profesorado en sí, y, además, a menudo pasaba muchas semanas fuera de Stuttgart. Bajo la rigurosa dirección temporal de Steiner el profesorado empezó finalmente a practicar la autogestión. Steiner percibía su tarea de dirección de una manera muy característica suya. En primer lugar lo hacía ofreciendo nuevas propuestas de tareas y sugerencias. E hizo de la observación y descripción psicológica de los alumnos una constante conversación colegiada. En sus visitas frecuentes a las aulas seguía la evolución de los alumnos que le llamaban la atención y de aquellos niños con problemas que le presentaban los profesores, y los caracterizaba una y otra vez. De ese modo, los maestros aprendieron a ver a los niños cada vez mejor. En segundo lugar, en el ulterior crecimiento de la escuela, se desarrollaron nuevos métodos y contenidos docentes en conversación con los profesores. En tercer lugar, corregía continuamente sus planteamientos. Así por ejemplo, al comienzo de la escuela había decidido que no hubiera tareas o deberes para la casa por razones salutíferas. Pero cuando, en el curso del tiempo, constató que no se estaba enseñando con la suficiente economía y que los niños no retenían lo suficiente, comentó que habría que llegar a una especie modificada de tareas o deberes para la casa. En aritmética no hace falta que los niños rellenen cuadernos enteros de tareas, sino que también les daremos a los niños, en el ámbito de la historia de la literatura e historia del arte, problemas a resolver en casa, donde individualizamos algo.89 En cuarto lugar, se preocupó de que no se difuminaran las líneas directrices frente a las exigencias necesarias (que venían desde fuera). Ya cuando se inauguró el colegio quiso dejar claro: Es evidente que hay que conducir a los niños en los diferentes grados de tal modo que puedan corresponderse con las demandas que hoy exigen las concepciones actuales.11 Ahora bien, en ese punto, el profesorado a veces corría el riesgo de perder contacto con la realidad. Eso se vivenció cuando, al cabo de dos años, un comité de inspección escolar visitó la escuela Waldorf y escribió un informe en el que se criticaban una serie de carencias. Algunos maestros se quejaron a Steiner de ese informe y declararon que estaba hecho con mala voluntad, pues el informe no veía cuáles habían sido sus logros. Después de que Steiner leyera el informe escolar, le dijo al consejo de profesores: El informe del comité escolar fue para mí algo oprimente. Por lo que ustedes me han comunicado tenía la opinión de que estaba escrito con mala voluntad. ¡Pero ese informe está escrito con la mejor voluntad! He de constatar que me pareció necesario todo lo que estaba escrito en él... Lo triste es que las cosas que dice son ciertas.89

Curso de primero básico (primaria) Stuttgart 1920

En ese sentido, también se lamentaba de que los maestros en la clase enseñaban demasiado, que se había producido una cierta distancia frente a la materia de enseñanza y que los alumnos no podían seguir interiormente la clase. Steiner se opuso de una manera especialmente dura a cualquier tipo de cursilería pedagógica. Luego levantó la voz, más o menos cuando tuvo que hablar sobre la frase en boga de que los niños tenían que aprender jugando. No puede hacerse cosa peor que hacer que el niño aprenda jugando. Si uno realmente consigue artificialmente que los niños aprendan jugando, lo único que se logrará será que los niños, cuando sean adultos, conviertan la vida en un juego.90 En este sentido se opone vehementemente contra la palabrería cuentística y el discurso90 de que los niños han de disfrutar la clase. El hecho es sencillamente que ciertas cosas precisamente no les gustan a los niños, pero que, a pesar de ello, esas cosas hay que hacerlas. Si el educador quisiera hacer que los niños estuvieran siempre alegres, entonces, por ejemplo, no podría desarrollarse en el niño el sentido del deber que sólo puede desarrollarse superándose a sí mismo. No sería pues ninguna ventaja. Se trata más bien de que, mediante nuestro arte pedagógico, nos ganemos el amor de nuestros niños, de modo que, bajo nuestra guía, también hagan aquello que no les causa placer, sino que incluso les causa cierto disgusto y hasta un ligero dolor.91

A pesar de las grandes dificultades económicas, y después de superar una crisis interior en el año 1922, la Escuela Waldorf fue un éxito. El número de alumnos ascendió de 256 en 1919 a 784 en 1924. La fama de la escuela se expandió rápidamente. Ya en 1920 se le pidió a Steiner que impartiera cursos sobre su Pedagogía en Suiza. En 1922, 1923 y 1924 le siguieron cursos en Inglaterra y Holanda. Fuera de Alemania tuvieron lugar un total de ocho cursos sobre el nuevo arte de educar. En Alemania, en abril de 1924, el Congreso sobre Educación organizado por la Sociedad Antroposófica y la Escuela Waldorf, al que asistieron 1700 personas, se convirtió en una ovación para Rudolf Steiner. El éxito de esa primera Escuela Waldorf, que trabajaba en condiciones más difíciles que las escuelas Waldorf actuales, se basaba especialmente en la máxima de Steiner de convocar como maestros Waldorf a personas productivas. Hay que poner talentos al servicio de la causa, no repelerlos. Si realmente se intenta hacer eso en la Escuela Waldorf hay que atribuirlo únicamente a la circunstancia de que yo mismo me he reservado el derecho de proveer los puestos.91 El acierto que tuvo Steiner en la elección de los maestros se hizo evidente después de su muerte, cuando, en los siguientes decenios, un sorprendentemente alto número de maestros Waldorf empezó a presentar obras totalmente originales sobre los diversos temas en los que, en su conjunto, uno buscaría inútilmente una cosa: la ejecución dogmática de una concepción terminada del mundo.