Pasos en el camino de ampliación del conocimiento
Es difícil para los biógrafos describir el desarrollo interior ciertamente dramático de Steiner, porque él guardó silencio sobre sus vivencias más personales. Tal vez ese desarrollo es también más complejo y estratificado de lo que suele suponerse. Así pues, el verdadero giro hacia el Cristianismo comienza en un estrato anímico preconsciente con el ensayo sobre el “Cuento” de Goethe, mientras que Steiner, simultáneamente, de una manera mentalmente consciente sigue hablando en términos negativos sobre el Cristianismo. En un cuaderno de notas de 1924 se encuentra la siguiente nota autobiográfica: En 1903 amanecen los Misterios cristianos.37 Eso no puede significar otra cosa que el hecho de que recién en 1903 Steiner se hizo consciente de que su verdadero camino lo llevaba a la experiencia de Cristo. Eso explica también el juicio todavía ambivalente del Cristianismo en el libro escrito en 1902 El Cristianismo como hecho místico que en su nueva edición de 1910 fue revisado y dotado de otro acento.
Rudolf Steiner, 1904
En algunos pasajes de su autobiografía, Steiner se manifiesta claramente sobre sus propios pasos en el conocimiento. Así pues, en octubre de 1900 concluyó el segundo volumen de sus Concepciones del mundo y de la vida en el siglo XIX, y al respecto señala: Durante ese período todavía tenía frente a mi mirada anímica la concepción científico natural del mundo que había surgido del pensamiento darwinista,2 y por eso dediqué ese libro a Ernst Haeckel. Steiner comenta esos hechos mirando cuál fue su evolución ulterior: Al contrario de lo que muchos creen, yo no avanzaba inmerso en contradicciones. Si ese hubiera sido el caso lo admitiría de buena gana. Pero no sería la realidad de mi progreso espiritual. Yo avanzaba de tal manera que, a lo que vivía en mi alma se agregaban nuevos ámbitos. Y un elemento especialmente vivo que se agregó en los ámbitos espirituales tuvo lugar muy poco después de trabajar en “Las concepciones del mundo y de la vida”.2 Los estímulos exteriores, no los interiores, para esa ampliación de sus concepciones los recibió Steiner por la tarea de hablar sobre mística y sobre los Misterios en el círculo de los teósofos. Después de que en octubre de 1902, Steiner tuvo que constatar, en la práctica, que no se entendía su intención de fundamentar sobre el conocimiento individual de uno mismo la Teosofía que él representaba, esa situación se convirtió para él en el desafío de exponer la Teosofía de una manera de la que él pudiera responsabilizarse. Pero personalmente le parecía imposible vincularse con las sabias y a la vez confusas revelaciones de Blavatsky, él tenía que fundamentar su Teosofía de un modo independiente. Y como entonces no podía conectarse con el autoconocimiento que cada uno hubiera alcanzado realizando un camino de desarrollo, el segundo mejor camino era partir de un conocimiento general del ser humano que, expuesto de una forma objetiva, no dejara de ofrecer constantes estímulos para un conocimiento individual del ser humano y de uno mismo. Esa labor ocupó a Steiner hasta abril de 1904, y acabó viendo forma escrita en su libro Teosofía3
Lo nuevo en esa obra puede verse en el intento de describir el contenido espiritual del ser humano que se muestra en la biografía. Descripciones de ese tipo tienen siempre el elemento desagradable de que sólo pueden ser formas de observación y que sólo le dicen algo a quien quiera sumergirse en las observaciones de las que se habla. Por eso Steiner, en ocasión de nuevas ediciones sucesivas del libro, lo reelaboró y revisó cuatro veces, añadiendo nuevas indicaciones de observación y considerando posibles objeciones: pero el texto básico del libro se mantuvo inalterado. Steiner parte del sencillo hecho de que cada ser humano guarda el pasado en la memoria para el recuerdo38, y con su actuar obra en el mundo. Por eso la forma espiritual individual se caracteriza en principio por lo que ha acogido del mundo y por lo que se ha convertido en tesoros de la experiencia. Esos tesoros de ningún modo permanecen inalterados para el espíritu. Las representaciones que el ser humano adquiere de los conocimientos desaparecen paulatinamente en el recuerdo, pero no así sus frutos.38 Así por ejemplo, las vivencias que uno tiene al aprender se olvidan y se transforman en facultad. Y esa es la transformación que realiza el espíritu con los recuerdos. Abandona a su destino las imágenes de las vivencias y extrae de ellas únicamente la fuerza para incrementar sus facultades.3 Por otra parte, el ser humano se sitúa en el mundo como ser que actúa: de él surgen efectos que siguen viviendo en el mundo. Lo que hice hoy sigue existiendo mañana. Se ha hecho duradero por el acto, igual como las impresiones que tuve ayer se hicieron permanentes para mi alma por la memoria. En mi relación con el mundo yo soy distinto después de haber dejado mi impresión en el entorno.38 Naturalmente, lo que ha surgido del individuo no vive en la consciencia del individuo como lo hace el recuerdo, pero está en la consciencia de otra manera y está totalmente presente en las actitudes de sus semejantes. Desde los ojos de mis semejantes me observa lo que yo les hice ayer.
De ese modo describe Steiner primero la figura espiritual del ser humano individual que se halla inmersa en una doble corriente. Por un lado desde fuera afluye constantemente experiencia del mundo en su interior y ésta es parcialmente transformada en facultades por el espíritu humano, por el otro lado el quehacer humano constantemente ejerce su influencia en el mundo exterior y allí sigue viviendo el efecto de esa influencia. Por un segundo paso del autoconocimiento se puede constatar que las facultades son totalmente individuales, e incluso hasta puede observarse que el ser humano no viene al mundo como tabula rasa, sino con facultades muy determinadas. Naturalmente, esas facultades están más marcadas en unas personas que en otras, y, si uno lo observa más de cerca, se descubre que esas facultades, aunque necesiten bases corporales hereditarias para poder realizarse, como facultades específicamente espirituales no proceden de la corriente hereditaria. Si no queremos considerar esas facultades que se hallan presentes en sus predisposiciones como un milagro, es que hay que considerarlas como frutos de vivencias pretéritas que el yo espiritual, es decir, el espíritu individual, tuvo a través de su alma. Han sido grabadas en el yo espiritual. Y como no han sido plantadas en esta vida, es que lo fueron en una anterior... En una vida, el espíritu humano aparece como repetición de sí mismo con los frutos de sus vivencias anteriores en vidas precedentes.38 Solo podemos convencernos de la verdad de esa idea cuando reconocemos la naturaleza independiente del espíritu humano e investigamos, cada vez con más precisión -por ejemplo en uno mismo-, la forma individual de las propias predisposiciones. Si uno llega a comprender esos vislumbres, ese mismo hecho constituye ya el primer portal de entrada en un mundo espiritual.
El segundo portal se abre cuando investigamos cómo nuestras facultades y nuestra acción determinan nuestras experiencias. Mis facultades específicas me conducen a determinadas situaciones de la vida y me excluyen de otras. Algunas consecuencias de mis actos me vienen más tarde al encuentro desde fuera. Pero eso puede darme el motivo para ver la vida consecuentemente, y ver cómo emergen en la vida los procesos del destino. Algo golpea al ser humano. En principio tiende a considerar ese golpe como algo que le ha sucedido casualmente en la vida. Pero él puede darse cuenta de cómo él mismo es el resultado de esas casualidades. Quien se contempla a sí mismo a sus cuarenta años y con la pregunta sobre su ser anímico no quiere permanecer en una representación esencialmente abstracta de su propio yo, puede llegar a decirse: yo no soy otra cosa que lo que he llegado a ser gracias a lo que hasta hoy me ha sobrevenido por el destino. ¿Acaso no sería yo otro si, a los veinte años, no hubiera tenido vivencias distintas que las que en realidad tuve?38 Si con la observación uno investiga ese interrogante, puede llegar a convencerse en qué alta medida, como persona, ha sido afectado y marcado por el destino y sus desafíos, y de qué manera más significativa se relacionan mis predisposiciones internas con eso que me sobrevino desde fuera. De ese modo uno ya no buscará su yo únicamente en los impulsos evolutivos que provienen del interior, sino también en lo que configura su vida interviniendo desde fuera.38 Al destino que de ese modo el ser humano “recuerda” en sí mismo, se le da el nombre indio de “karma”.
Para Steiner, las experiencias de reencarnación y karma, que en los años noventa había rechazado,39 se convierten así en los dos portales que conducen a ingresar en el mundo espiritual: la entrada interior y la exterior a un abarcante mundo de leyes en el que se desarrolla el ser humano individual. Los ulteriores contenidos del libro Teosofía se basan en los vislumbres de los mundos superiores que se derivan de la reencarnación y el karma. Por esa razón, Steiner describe el “mundo anímico” y el “mundo espiritual” desde la perspectiva de las experiencias que tienen el alma y el espíritu en su recorrido por esas regiones, en su camino de encarnación a encarnación. Incluso si uno no está de acuerdo con las ideas del libro Teosofía, se hace evidente que ahí Steiner retoma, de forma transformada, su intención original de convertir el autoconocimiento en punto de partida del camino hacia el conocimiento superior. Con ese planteamiento se distingue radicalmente de los teósofos anteriores y contemporáneos, que se entregaban a todo tipo de prácticas ocultas o utilizaban procedimientos espiritistas.
Para el propio Steiner, con la Teosofía se cerraba una primera etapa de su desarrollo de la Antroposofía. En 1925, describe esa etapa: En origen, mi plan consistía en agregar a la Teosofía el contenido esencial del libro La Ciencia Oculta, que describe la evolución del ser humano y del cosmos. Pero la cosa no funcionó, pues en la época en que expuse la Teosofía ese contenido no se completó en mí en la misma forma que en Teosofía. En mis imágenes suprasensibles tenía ante mi alma el ser espiritual del ser humano individual y podía exponerlo, pero en ese entonces todavía se me presentaban las condiciones cósmicas que había que exponer en la Ciencia Oculta. Estaban presentes en sus diversos elementos, pero no en su imagen global.4
Al principio, Steiner todavía confiaba en tener concluida la Ciencia Oculta en 1904. A partir del año 1905 se fue anunciando que el libro “aparecería en breve”. Un fragmento manuscrito remanente muestra que Steiner quería exponer el contenido de la obra de una manera totalmente distinta a la que luego resultó.41 Por otra parte existen declaraciones de Steiner que permiten reconocer que muchas cosas en ese caso empezaron a aclarársele paulatinamente. De modo que en otoño de 1905, cuando se le preguntó sobre la figura de Noé, respondió: La pregunta sobre Noé se relaciona con mis más recientes investigaciones ocultas... He aprendido a entender algo que entonces (1904) ya habría introducido, si en ese momento ya lo hubiera entendido. El pasaje sobre Noé lo tomé entonces de una manera meramente alegórica. Para mí era una imagen que tenía que ver con el alma.42 Una indicación dicha así de paso merece interés por dos razones. Por una parte, a diferencia de lo que erróneamente se supone en ciertos círculos antroposóficos, muestra que Steiner no lo sabía todo de antemano; y por otra, ahí admite Steiner que al principio también utilizó métodos de explicación “alegóricos”. Por eso no hay que extrañarse que cuando publicó esbozos para la Ciencia Oculta, hiciera la advertencia introductoria: Para prevenir un posible error, hay que decir que en la visión espiritual tampoco existe infalibilidad. Esa visión también puede errar, puede equivocarse, y ver erróneamente o con imprecisión. En este campo ningún ser humano, por elevado que sea, está libre de errar.43 Steiner resumió concisamente sus vivencias, seguramente difíciles y extremadamente complejas, de la época en la escribía Teosofía y Ciencia oculta: Para mí, los años 1901 a 1907 o 1908 fueron un período en el que me hallaba con todas mis fuerzas anímicas bajo la impresión de los hechos y entidades del mundo espiritual que se me acercaban. De la vivencia del mundo espiritual general fueron emergiendo los conocimientos especiales.2
Rudolf Steiner, 1908
Para alcanzar seguridad suficiente en la visión interior, a Steiner le hicieron falta años de vida y relación con las experiencias espirituales. Años en los que a las primeras visiones fundamentales fueron agregándose muchas más. Por otra parte, aquello que espiritualmente se presenta en formas totalmente distintas de visión tenía que verterlo en representaciones e ideas que pudieran ser acogidas y entendidas por los contemporáneos. Ese proceso de conformación duró hasta el año 1909: En 1909 sentí que con estos elementos previos podía publicar un libro que: en primer lugar, hasta un determinado, o al menos hasta un mínimo grado, incorporara el contenido de mi visión espiritual vertido en forma de pensamientos; y en segundo lugar, que pudiera ser entendido por cualquier persona pensante que no se ponga a sí misma obstáculos para la comprensión.40 Podemos hacernos una idea de la investigación y estructuración del trabajo mediante dos comparaciones, por un lado cuando vinculamos la exposición de Steiner con antiguas cosmogonías, por ejemplo, las de Blavatsky; y por el otro, cuando leemos los primeros esbozos de Steiner para una cosmogonía43 con la mirada a lo que falta interiormente. Y entonces descubrimos que los primeros esbozos son exposiciones esquemáticas en forma de imagen, en las que suelen faltar los elementos constitutivos y aclaratorios que se exponen en la Ciencia Oculta. En conjunto, con la Ciencia Oculta, Steiner concluyó una época. El logro de esa época consiste en que Steiner purificó, amplió y puso en forma de pensamientos bien estructurados los contenidos reiteradamente confusos del ocultismo existente en aquella época, en los que se mezclaban profusamente ciencia y error. Con ese despliegue, originalmente no previsto, de los contenidos del conocimiento teosófico en un gigantesco panorama de verdades ocultas, Steiner también se expuso a malentendidos: para el ciudadano y el científico normales todo el conjunto se presentaba como una locura, y para los ocultistas con tendencia a lo místico sus exposiciones les parecían demasiado racionalistas, y hasta presuntuosas, y una gran parte de los teósofos partidarios de Steiner concebían sus exposiciones como meras descripciones de hechos y querían saber siempre más, sin ver con ello que, para Steiner, lo importante era el razonamiento que había que seguir para llegar a comprender los nexos. Sólo pocos se dieron cuenta de que la Ciencia Oculta estaba escrita como libro de formación interior para el desarrollo de nuevas formas de pensamiento y que ese estudio ha de ser el primer paso en el proceso de desarrollo espiritual.