CATULO VII

 

El coche se detuvo a cierta distancia del edificio. Baxter se apeó a la vez que lo hacía

Nellie, quien arrugó la nariz al ver el aspecto poco agradable de los edificios.

Un panorama deprimente dijo.

Propio de estos barrios contestó Baxter, Vamos.

Las luces se habían encendido ya, Baxter y Nellie entraron en la casa. Momentos después, se detenían ante una puerta en la que todavía estaba la placa del doctor Curliz.

—No haga ruido aconsejó él, con un susurro, a la vez que hacía girar el pomo de la puerta.

Empujó lentamente, poco a poco. Había luz en el interior de la casa y, al fondo, se oían ligeros ruidos. Nellie entró después que Baxter y ambos se detuvieron en lo que había sido sala de espera para los pacientes del médico asesinado.

De pronto, se abrió la puerta del despacho. Una mujer aparecen el umbral y se detuvo en seco al ver a los dos visitantes.

— ¡Hola, Emma Drove! saludó Baxter.

La falsa Nellie Stoddard se puso rígida. Su mano izquierda se crispó en torno a la correa del bolso en que solía llevar el «Colt» 45. En la derecha llevaba una maleta pequeña y un tanto desvencijada.

Ahí van los quinientos mil dólares que Culver escondió en casa de su buen amigo, el doctor Curliz añadió Baxter. ¿Tardaste mucho en adivinar el escondite?

Un poco admitió Emma, con voz inexpresiva.

Estás muy cambiada desde hace algunos meses, cuando te enteraste de que Culver estaba irremisiblemente sentenciado y. seguramente escuchando tras la puerta, supiste sus propósitos de dejar medio miln a su hija. Seguramente, también aguardaste a que Culver hubiese dado su golpe, con la ayuda de Haddock, ¿no es cierto?

Era un buen plan, me parece.

Para ti, desde luego, y empezaste a poner el tuyo en práctica, al dejar el empleo y mudarte de barrio, iniciando una transformación gradual en tu aspecto. Dijiste que ibas a tomarte unas vacaciones y que luego ibas a trabajar en un hospital de lujo. Más tarde, en lugar de las gafas que usabas habitualmente, te pusiste lentillas de contacto. De este modo, resultas totalmente irreconocible..., sobre todo, si usas un falso acento tejano y te haces pasar por una chica multimillonaria, a la que no le importa el dinero en absoluto. ¿Lo hiciste para impresionar a Catheby o para impresionarme a mí, con la escena del cementerio?

—No sé para qué necesitas tantas explicaciones. Puedo darte la mitad de lo que contiene la maleta...

Eso es lo que se dice siempre, en ocasiones semejantes, Pero ahora, Emma Drove, te encuentras en una difícil situación.

Lo dudo mucho...

Hemos encontrado muerto a Catheby, Yo te vi entrar con él, en el Waldorf.

—Nadie puede probar...

Solías enseñar mucho el «cuarenta y cinco», pero, en realidad, utilizabas el «treinta y ochde cañón corto y con silenciador. Haddock fue tu primera víctima, cuando, seguramente, te dijo que ignoraba dónde estaba el dinero. No querías que te comprometiese posteriormente y le disparaste un tiro.

»Lo mismo le pasó a Curliz, quien debía de ignorar que la maleta que le había confiado su buen amigo Alfred Culver contenía medio millón de dólares. Curliz debde adivinar tu plan y lo eliminaste de otro disparo, porque, además, podía ponerte en un compromiso, ya que sabía que habías asesinado a Culver, tapándole la cara con una almohada. Eres fuerte y hasta pudiera ser que le propinases un ligero narcótico que facilitase tu tarea. Lo que, sin embargo, no acabo de comprender, es por qué tuviste que matar a Creed.

En los labios de Emma aparecuna sonrisa burlona.

Era un tipo listo y adivinó muy pronto mi comedia. Quiso una participación en el botín y me amenazó con delatar mi verdadera personalidad. Fue al Waldorf en una ocasión, me supo reconocer y presintcuál era mi plan, porque sabía de mis relaciones profesionales con Curliz. No tuve otro remedio que eliminarle.

Sí, y te mostrabas un tanto esquiva conmigo, cuando quise saber los verdaderos motivos por los que tenías tanto interés en recuperar ciento cincuenta mil dólares..., claro que era una estafa inexistente, porque Culver jamás estuvo en Dallas. ¿Me equivoco, Nellie?

—Nunca conocí a ese tipo declaró la interpelada.

buscabas desesperadamente ese dinero, Emma continuó Baxter. Tenías algunos ahorros y habías invertido ese dinero en una operación que podía darte a ganar medio millón. Incluso te pusiste en contacto con Catheby, ¿no es cierto?

Emma sonrió despectivamente.

Había llegado a dominarle contestó.

Eso explica muchas cosas —dijo el joven. Los tipos que me atacaron, en más de una ocasión, seguían tus instrucciones en lugar de obedecer a Catheby. Pero éste, seguramente, decidcortar por lo sano, lo cual introducía una nota de riesgo en tus planes. Una muerte más, poco podía importar, ¿no es cierto?

Tengo aquí medio miln, Budd —dijo Emma, con voz tensa. El cincuenta por ciento puede ser para ti.

¿A cambio de...?

A cambio de que me dejes sacar el revólver, con silenciador, que tengo en el bolso.

Para matar a Nellie, ¿no es cierto?

A ella no le impresiona en absoluto un cuarto de millón.

Si te dejo sacar el revólver, dispararás contra mí tambn.

Los labios de Emma se contrajeron. Aún seguía en la misma postura: la maleta con el dinero en una mano y la otra cerrada en tomo a la correa del bolso. Si dejaba la maleta en el suelo, Baxter saltaría hacia ella, impidndole sacar el arma.

Prometo que te respetaré la vida —dijo.

—Deja el bolso en el suelo ordenó Baxter.

—No.

Hubo un instante de silencio. De súbito, Baxter aprecuna chispa de triunfo en los ojos de Emma,

Velozmente, se echó a un lado, en el mismo instante en que alguien lanzaba un cuchillo. El arma relampagueó, una fracción de segundo, antes de enterrarse en el pecho de Emma.

Nellie lanzó un chillido de horror. Emma gimió. Soltó la maleta y el bolso y se llevó ambas manos al mango del cuchillo.

Mientras, Baxter giraba en redondo. Johnny Hoo, desconcertado por el fallo, permanecía como petrificado. Pero, de pronto, alzó la mano derecha y trató de alcanzar a Baxter en la frente, con el filo.

Baxter elevó el brazo izquierdo y desvió el golpe. Avanzó la mano, con los dedos rígidos, y golpeó el costado de su adversario.

Hoo se quedó sin respiración. Antes de que pudiera recuperarse, Baxter ejecutó un fulgurante Tate hiji ate, el golpe del codo contra la mandíbula. Hoo puso los ojos en blanco y se desplomó sin sentido.

Baxter volvió a girar. Emma yacía en el suelo, con la cabeza doblada a un lado. Nellie se había puesto las manos ante los ojos, para no contemplar aquella horrible escena.

Hubo un instante de silencio. Luego, Baxter se acercó al teléfono.

Esperaba que funcionase. Si Emma, simulando ser un inexistente hermano del doctor Curliz, había pagado el alquiler del piso, habría pagado igualmente la cuota del teléfono.

Había línea, advirtió, con gran alivio. Unos segundos más tarde, la policía estaba enterada de lo sucedido.

 

* * *

 

—De modo que eso es todo —dijo Denis Gray, cuantío Baxter le relató el final de la historia.

En efecto, así es.

Has estado gastando dinero a mansalva,..

— ¡Tacaño! Nicholson me ha pagado doce mil quinientos dólares y Marylou Watson, que ha recuperado sus ochenta mil, dieciséis mil.

Gray blandun libro.

Sí, pero aquí veo un cheque de veinticinco mil a nombre de Diana Culver rugió.

— ¡Pobre chica! —dijo Baxter, Se va a casar... Aun así, sobra algún dinero, me parece.

Gray remolonun poco,

Te crees un caballero andante en pleno siglo XX.

—Diana merecía que alguien la ayudase, creo.

Si tú no hubieses metido las narices en el asunto ella se habría vuelto a su colegio, sin más, y nadie la habría molestado.

Sí, pero su padre había sido asesinado. Aparte.de eso, ¿te gustaría que alguien escupiese, un día, sobre tu sepultura?

— ¡No digas tonterías! Eso es de muy mal gusto...

Por eso me decidí a intervenir, porque no me gustó aquel funeral por un supuesto canalla..., porque, en realidad, algunos de los que escupieron sí eran verdaderos canallas.

Baxter apagó el televisor y salió del cuarto de comunicaciones. Entonces vio a Koye que saltaba hacia él, con el pie derecho dirigido a su mandíbula, al mismo tiempo que lanzaba un penetrante grito:

— ¡Kiai!

Baxter elevó ambas manos en el aire y golphacia arriba, con el resultado de que Koye dio una voltereta completa en el aire. Al caer, Koye lo hizo de píe, pero, en lugar de volverse para continuar la fingida pelea, se inclinó profundamente.

Bien venida, señorita saludó.

—¡Nellie! exclamó Baxter.

La joven de Texas parecía estupefacta.

¿Necesitas mi revólver? —preguntó. Baxter hizo un gesto negativo.

—Mi criado y yo nos entrenábamos, simplemente contestó. Nellie, te presento a

Tim Koye. Tim, la auténtica señorita Stoddard.

Koye estudió a la visitante durante unos breves segundos y sonrió.

Sí, la auténtica dijo, al cabo. Se nota la clase; eso es algo que se advierte de inmediato.

Halagada, Nellie sonrió.

Gracias, Tim dijo, ¿Quieres venir conmigo? Koye movió el brazo izquierdo.

—Dígale eso al señor contestó, malicioso.

Yo sólo quería contratarte... —Nellie se echó a reír. ¡Oh, ya comprendo! Miró a Baxter—, Has conseguido limpiar mi nombre de un asunto sucio y desagradable.

¿Cómo podría pagártelo?

Baxter se rascó la mejilla, un momento.

Bueno..., puedes invitarme a cenar...

— ¡Hecho!

...en tu suite...

— ¡De acuerdo!

Con luz de velas y champaña...

— ¡Sí!

Koye tosió discretamente. Baxter se volvió hacia él.

—Dime, Tim.

Con el permiso del señor... Si el señor me lo permite, les ahorraré el esfuerzo de viajar hasta el Waldorf...

Koye descorrió la puerta que daba al comedor íntimo, en el qué ya se veía la mesa puesta y las velas encendidas.

Cena fría, champaña y velas —dijo—. Yo, con el permiso del señor, iré a visitar a mi tía Susie, que está muy enfermita la pobre...

Baxter y Nellie quedaron a solas.

Ese criado es una joya —dijo ella.

Sin precio. Baxter avanzó hacia la visitante. Pero me parece que tú vales más. Y voy a demostrtelo muy pronto.

Estoy ansiosa por conocer la forma en que vas a hacerme esa demostración — suspiró Nellie, sin oponer la menor resistencia a que los brazos de Baxter rodeasen su cintura.

 

 

 

F I N

 

 

BRIGITTE «BAB MONTFORT

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