Soy una afortunada, lo reconozco. Vivir de lo que uno considera su pasión es maravilloso. Mi imaginación pone el plato de comida sobre la mesa y mucho más. Cuento historias, invento pequeños mundos en los cuáles otros se pierden por momentos, por horas, días, y no voy a mentir, yo me pierdo junto a ellos también. Todos necesitamos una realidad utópica que nos aleje de lo cotidiano, y en lo últimos años, al parecer, he sido muy buena en la construcción de esas realidades.

 

No pretendo dar un curso de escritura en éste momento, pero es imprescindible hacerlo para que conozcan el instante presente de mi vida. En función de ello, sacando lo obvio del ABC de la construcción de una historia: introducción, nudo y desenlace,  nos queda uno de los factores más importantes del tiempo dramático, el punto de giro.

 

Los ejemplos de puntos de giro más claros siempre se hallan en las películas. Pensemos en un largometraje cualquiera, durante los primeros quince o veinte minutos la presentación de los personajes y lo que aparentan ser sus conflictos personales se manifiesta, acto seguido el primer punto de giro se sucede, por H o por B, los personajes comienzan a zambullirse en la historia del otro, de ésta  manera una serie de  acontecimientos de distinto calibre se van desarrollando en crescendo hasta que se detienen de forma definitiva frente al  otro punto de giro, de seguro el más importante, el de mayor relevancia, el que cambia la historia, y éste punto de giro conocido como “game changer” suele presentarse cerca de los cincuenta y tantos de minutos. Si hablamos de un romance, es posible que la reciente y feliz pareja se enfrente a una situación que los obligue a la distancia, si indagamos en un policial, es esperable que para ésta altura las pruebas contundentes de la personalidad del asesino serial más buscado del planeta cobren protagonismo. Así, empujados por una historia bien construida, ingresamos en una carrera a contrarreloj, nos encontramos ante situaciones de introspección, debilidad, inclusive, acción frenética, que nos llevan a la velocidad de la luz al final, un final  que nos deja en la boca el sabor del después de la historia, algo que quedará libre a nuestra imaginación.

Ahora, retomando mi historia, y considerando que soy muy buena captando los indicios que se deslizan en el aire para que el lector presuponga, presupongo que estoy en problemas.

Oh...Oh...¡Maldito game changer!

Serios problemas.

 

 

 

 

 

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