Lucila comprendió que hasta su llegada a Ecuador, su vida había sido desolada y triste.
En su hogar, ubicado en Inglaterra, era casi una doncella para su hermosa y temperamental hermana mayor, Pero una vez en Ecuador, su vida se transformó en un sin fin de aventuras, que se iniciaron desde que rescató a un apuesto oficial español.
Al presente, no sólo el destino del ejército rebelde de Simón Bolívar estaba en manos de Lucila, sino también la vida del hombre que amaba.