Prólogo a la segunda edición rusa
(Petrovsky Editor, Kiev, 1879)

Poca duda cabe ya sobre el hecho de que Grushenka vivió realmente a principios del siglo XVIII, y de que su vida está narrada con fidelidad en este libro. Múltiples documentos lo confirman. Grushenka, que era conocida en la sociedad mundana de Moscú como madame Grushenka Pawlovsk, se vio involucrada, en 1743, en la muerte repentina del venerable Yuri Alexandrovich Rubín. Contó entonces la historia de su vida a los funcionarios que llevaban a cabo la investigación. Un registro completo de su testimonio se encuentra todavía en los archivos secretos del Departamento de Policía de Moscú. La persona que escribió la biografía de Grushenka se interesó por ella precisamente al examinar esos expedientes.

Al parecer, Grushenka contó con todo detalle los pormenores de su vida con el fin de demostrar que era totalmente inocente en la muerte de Yuri Alexandrovich. Y también para demostrar que una de sus muchachas, de quien se sospechaba de haber envenenado el vino del occiso, no podía haber cometido semejante acción. Yuri Alexandrovich había sido uno de los mejores clientes del establecimiento de madame Grushenka, por lo tanto, ésta alegaba que tanto ella como sus muchachas tenían el mayor interés en que disfrutara de salud y bienestar.

Es de destacar el que en la declaración de Grushenka no figure la historia de su niñez, su adolescencia, sus padres, ni sus orígenes. Y, por supuesto, también silencia la segunda parte de su vida y su fin. El autor no ha podido encontrar el menor rastro de ella, pero nos asegura que ha localizado y estudiado los expedientes del divorcio de Alexei Sokolov y los documentos familiares de Asantcheiev, y que esos documentos coinciden y corroboran la citada declaración de los archivos policiales. También nos dice que leyó y estudió muchas cartas escritas en la época, así como publicaciones y gacetillas, que atestiguan la exactitud de sus descripciones. Si ha añadido algunos detalles de su propia cosecha, tenemos que reconocer que sólo han servido para trazar un cuadro más realista de la vida de Grushenka y la moral de su tiempo.

Queda la cuestión de saber si la historia de la vida de Grushenka tiene en verdad suficiente interés e importancia como para ser contada. Era, por supuesto, sólo una sierva, una simple esclava, presa fácil de la clase dominante y las instituciones sociales de su época, abocada a todo tipo de aventuras que solían concluir con palizas y abusos sexuales. Pero su historia, en el telón de fondo histórico en que transcurre, demuestra que hasta una sierva, pese a tener en contra suya todas las circunstancias, podía alcanzar cierta seguridad y cierto poder, si poseía las cualidades de carácter de una Grushenka.