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EL DHARMA30
DE RDT
EN los años setenta y ochenta
era muy común entre los intelectuales y también en los círculos de
la comunidad de cooperación internacional intentar clasificar los
diferentes tipos de ONG. Básicamente, las dividían en grandes y
pequeñas ONG: las «pequeñas» estaban muy bien consideradas y las
«grandes» suscitaban desconfianza. En general, las ONG, con sus
aspectos positivos y negativos (como todo en esta vida), están
integradas por personas comprometidas, dispuestas a desplazarse
hasta el último rincón del mundo para trabajar por el progreso de
los pobres y oprimidos. A las ONG también se las reconoce por sus
propuestas innovadoras y arriesgadas, que muchas veces los
gobiernos acaban por aceptar e incluir en sus programas oficiales
de desarrollo.
Pero lo extraño en aquella época era que en
cuanto una ONG alcanzaba una cierta dimensión, se consideraba que
perdía de forma automática todas sus cualidades admirables, y
pasaba a ser juzgada únicamente por su tamaño.
A nosotros nos parecía que se trataba de una
clasificación bastante extraña, porque si una organización disponía
de más recursos y una mayor capacidad para ampliar su trabajo, lo
único que en realidad estaba cambiando era que en lugar de ayudar a
diez aldeas, ahora pudría ayudar a den y a unos cuantos miles de
personas más. Todo lo demás era en esencia lo mismo: el compromiso,
la relación con las comunidades y la capacidad para plantear
iniciativas significativas con las que contribuir al desarrollo y
progreso de las personas.
¿QUIÉNES SOMOS Y
CÓMO SOMOS?
Recuerdo un pequeño incidente que ocurrió en
aquellos días, a finales de los setenta. Habíamos recibido la
visita de un especialista alemán en medicina tropical. En aquel
momento, financiábamos parte de nuestro programa de salud
comunitaria con fondos procedentes de Alemania. Durante su
estancia, se me ocurrió preguntarle cuál era su opinión sobre un
hospital muy conocido del sur de la India, considerado como uno de
los mejores del país, que contaba con su propia facultad de
medicina, y que su organización también estaba apoyando. Me acuerdo
perfectamente de su respuesta, porque se puso muy nervioso y con su
cara muy cerca de la mía, me gritó: «¡Más pequeño! ¡Más pequeño!
¡Tiene que ser más pequeño!».
Sobra decir que el tamaño del hospital nunca
se redujo y que hoy por hoy es uno de los mejores del país. Supongo
que, al igual que d especialista germano, lo que muchas personas
pensaban era que cuando una organización crece, pierde su identidad
y que la misma necesidad de mantener una organización tan grande
hace que el objetivo de servir a los más pobres acabe
diluyéndose.
Desde luego no es nuestro caso. Es cierto
que gestionar y mantener una gran organización no es lo mismo que
dirigir una pequeña, y naturalmente hay que llevar a cabo muchos
cambios, pero en lo esencial puedo asegurar que mantenemos el mismo
compromiso, la misma motivación y determinación de trabajar al lado
de la gente más desfavorecida del distrito de Anantapur.
También se solía clasificar a las ONG según
su ideología: podían ser de izquierdas, de derechas, de centro,
religiosas o laicas. Incluso en esto, había una preferencia
implícita por la izquierda (y cuanto más a la izquierda, mejor). En
RDT nunca hemos estado de acuerdo con estas clasificaciones, aunque
durante varios años nos referimos a nosotros mismos como una
organización «laica».
Entre 1993 y 1994, cuando ya habíamos
cumplido casi veinticinco años de trabajo en el distrito de
Anantapur, pensamos que había llegado el momento de detenemos y
reflexionar sobre nuestras propias ideas y creencias, sobre nuestra
filosofía y motivación, y sobre cómo nos veíamos a nosotros mismos
como organización, cuál era nuestra naturaleza social, nuestro
papel en aquel momento y cuál debía ser en el futuro.
El punto de partida de este ejercicio, que
queríamos llevar a cabo con todos nuestros trabajadores, iba a
tener como base nuestro trabajo e intervenciones de los últimos
veinticinco años, y, sobre todo, nuestra relación con las personas,
sus ideas, su grado de desarrollo y sus opiniones sobre RDT. Se
puede decir que íbamos a centrarnos en nuestra experiencia más que
en alguna ideología o filosofía establecidas.
Para iniciar este proceso de reflexión
organizamos un taller e invitamos a un reconocido especialista, el
doctor N. C. G. Nath, miembro de una ONG que operaba a nivel
nacional, a quien pedimos que actuara como moderador. Participamos
treinta y cinco personas: los compañeros más experimentados,
directores y coordinadores que nos habían ayudado a levantar la
organización, Vicente y yo.
En el taller se habló de la motivación en
general y de cuáles habían sido las razones que nos impulsaron a
cada uno de nosotros a trabajar en RDT. La mayoría de nuestros
colaboradores, todos naturales de la zona y procedentes de los
mismos pueblos de Anantapur, dijeron con toda franqueza que cuando
se unieron a RDT su principal motivación había sido «tener un
trabajo». Con el paso de los años aquella idea inicial había
experimentado un cambio, y ahora su principal estímulo era «formar
parte de un proceso dinámico destinado a erradicar la pobreza en la
India y trabajar por una mayor igualdad para todos». Para muchos de
los asistentes a aquel taller su motor era Vicente, o éramos
Vicente y yo, para otros su inspiración era un dios concreto, su
religión u otras grandes personalidades de la India, como Mahatma
Gandhi.
También se debatió sobre la «misión» de la
organización y sobre lo que, basándonos en la experiencia,
considerábamos las principales metas y objetivos de nuestro
trabajo. El taller prosiguió con numerosas reuniones con el resto
de nuestros colaboradores y también en los pueblos. La idea era
conocer la opinión de los habitantes de las aldeas sobre cómo
creían que había sido su propio desarrollo durante los últimos
veinticinco años y qué consideraban más importante de la labor de
RDT a lo largo de todo ese tiempo. Fue entonces cuando la gente nos
empezó a dejar muy claro lo trascendental que fue nuestra apuesta
por la educación. Dondequiera que fuéramos nos repetían lo mismo:
«Antes de que RDT empezara a trabajar en nuestras aldeas,
pensábamos que la educación era solo para los ricos y para las
castas altas. Ahora creemos que es un derecho».
La esencia de todos aquellos talleres,
reuniones y discusiones quedó resumida en un documento que escribió
Vicente y que yo reelaboré junto a algunos de nuestros
colaboradores. Se titulaba Rural Development Trust: Reflections
ofits Present and Future Perspectives (Consorcio para el Desarrollo
Rural: Reflexiones sobre sus perspectivas presentes y futuras). Se
escribió en 1994, pero hoy sigue siendo igualmente válido y es un
texto fundamental para todos nuestros análisis en torno a la
motivación, filosofía y naturaleza de RDT.
Me gustaría citar algunos fragmentos de este
documento porque deja muy claro cómo entendemos nuestra
organización y el papel que desempeña en la sociedad:
RDT como parte
integral de la sociedad de Anantapur. RDT se considera a sí misma
histórica y socialmente parte integral de la sociedad de Anantapur,
comprometida con la causa de su pobreza y la consecución de su
regeneración ecológica. RDT no es una institución temporal, sino
una fuerza operativa permanente en esta sociedad dinámica, junto a
otras instituciones como las entidades gubernamentales, las
empresas privadas, las asociaciones, las ONG, los partidos
políticos y los medios de comunicación. RDT cree que estos grupos
de voluntariado son necesarios para compensar las distintas fuerzas
sociales, para favorecer a los pobres y preservar el medio ambiente
de la región.
RDT cuenta con
personal especializado, bien formado y con amplia experiencia en
las diferentes áreas del desarrollo, que vive y trabaja con la
población. Asegurarse de que la motivación y la misión de RDT sean
internalizadas desde las bases de la organización hasta la
dirección tiene que ser un proceso continuo. Hoy RDT es una
combinación de trabajadores y colaboradores competentes y
comprometidos que cuentan con un fuerte apoyo de la
población.
Sobre la filosofía, la
misión y motivación de RDT. Misión de RDT: RDT está fuertemente
comprometida con la transformación de las actuales condiciones de
pobreza y sufrimiento de la población y en convertir las
comunidades en comunidades autosuficientes capaces de ofrecerse
apoyo mutuo para que sus habitantes puedan vivir con dignidad y en
igualdad; RDT pretende transformar la tierra semidesértica de
Anantapur en una tierra capaz de abastecer a su población, en la
que la gente y la tierra puedan subsistir en armonía.
.El objetivo de RDT es
consolidar una organización dinámica y creativa que procure
participar de forma constante en los esfuerzos encaminados al
desarrollo, siendo estas sus características: ser de motivación
espiritual, basarse en el conocimiento y las capacidades técnicas,
comprometida a compartir las aspiraciones y las luchas de los más
desfavorecidos, de carácter permanente y con capacidad de adaptarse
a los tiempos y a las necesidades cambiantes de la población. RDT
considera a las personas actores principales de su destino y a ella
misma como una parte integral y permanente de la estructura social
de la zona, en su viaje histórico hacia una sociedad más humana,
compasiva y justa.
Sobre la motivación de
RDT y su fuente de inspiración. La humanidad, a lo largo de su
historia, ha estado luchando contra poderosas fuerzas para
transformar la sociedad en una más justa y humana. Nosotros
formamos parte de este esfuerzo permanente que continuará hasta el
final de los tiempos. En esta batalla, consideramos que hay
principios y valores más elevados que preceden e influyen en la
filosofía de la vida y, en consecuencia, en los principios de
cualquier proceso de desarrollo. Estos principios y valores
garantizan la sensatez y la salud intelectual de todas las
filosofías y, en consecuencia, de sus procesos de
desarrollo.
Algunos de estos
principios son: la dignidad y el valor independiente de cada ser
humano, sin los cuales el marginado queda desprotegido y está en
peligro de ser ignorado; la sacralidad de la vida; la igualdad
fundamental de todos los seres humanos; el destino común de la
humanidad; que el fin no justifica los medios; el sencillo valor de
decir la verdad; no hacer daño a los demás y ayudar a quien lo
necesita.
Esencialmente todos y
cada uno de estos principios universales tienen un denominador
común expresado por el interés humano por los demás. Esta
preocupación o interés por los demás ha sido transmitido como
herencia de las generaciones pasadas a través de los grandes santos
de Oriente y Occidente.
Y este interés por el
prójimo ha adquirido un lugar tan preeminente en los corazones y en
los pensamientos de las personas que ha configurado y estructurado
todo el conjunto de los movimientos políticos y sociales, llegando
a convertirse en la medida por la que se evalúan.
RDT ha asumido ese
interés humano por los demás como el fundamento espiritual y la
legitimación de su existencia.
RDT es hoy una reserva
de valores, tradiciones, sistemas y experiencias de desarrollo
nacidos a lo largo de los veinticinco años de su existencia. Es una
conciencia colectiva de experiencias teóricas y vitales acumuladas
por el hecho de llevar a cabo la labor de servir a nuestros
hermanos y hermanas desfavorecidos. En los años venideros este
proceso de vida continuará para enriquecer la herencia y la
efectividad de este instrumento humano.
Nuestra aproximación a
las realidades sociales actuales. El marco legal y social en el que
trabajamos es fundamentalmente la Constitución de la India. Las
ideas y objetivos expresados en el preámbulo de la Constitución
convergen con nuestros propios ideales y objetivos. Estamos
convencidos de que el marco democrático en la India proporcionará
un amplio margen y estímulo para promover el avance hacia la
creación de una sociedad más humana y justa. Para lograr este
objetivo estamos comprometidos en desempeñar nuestro papel en este
rincón de la India. Para nosotros es evidente que estos valores
existen y avanzan solo en una sociedad democrática. Y que cualquier
ideología debería estar al servicio de la ciudadanía y no la
ciudadanía al servicio de una ideología. Por lo demás, el nuestro
es un compromiso laico al servido de la humanidad.
No somos ni una
organización específicamente política ni apolítica. Por política,
entendemos una actividad propia del poder político, reservado a los
partidos políticos en la sociedad. Tampoco somos apolíticos en el
sentido de que sabemos que todas nuestras intervenciones pertenecen
a la esfera de un proceso político de más amplitud.
Somos conscientes de
que el futuro presentará nuevos retos a nuestra organización, y que
las nuevas condiciones sociales requerirán nuevos enfoques para
resolver los problemas de la India. Confiamos en que la filosofía
que nuestros trabajadores han heredado les guíe a través de los
tiempos difíciles que puedan llegar, y que continúen manteniendo
los mismos valores fundamentales que mantenemos hoy. En este
intento, Rayalaseema es el espacio para nuestra acción
inmediata.
VOCACIÓN DE
PERMANENCIA
En aquellos primeros tiempos existía también
otra clasificación de las ONG. Bueno, en realidad no se trataba de
una verdadera clasificación, era más una característica que el
grupo de intelectuales suponía que debían tener todas las ONG. Esa
particularidad no era otra que la de dar por sentado que estas
organizaciones eran de naturaleza temporal. Parecían creer que el
deber de las ONG era ir a algún lugar donde hubiera pobreza y
opresión, permanecer allí durante un breve período de tiempo, unos
cinco años, y luego, cuando la población pudiera seguir adelante,
trasladarse a otro lugar necesitado y pasar otros cinco o seis
años. Vicente siempre se opuso a esta idea y decía: «¿Qué piensan
que somos? ¿Nómadas?».
Cito a continuación el documento que Vicente
escribió en 1994:
Sabemos por
experiencia que el concepto de «organizaciones temporales»
entorpece su desarrollo interno y externo, y su papel en la
sociedad.
Nosotros creemos que
hay —y debería haber— otra categoría de organizaciones que, sin ser
percibidas como eternas, se consideran a sí mismas entidades
sociales permanentes, que completan la inacabada estructura de la
sociedad y se comprometen al largo plazo preciso para el desarrollo
de la zona en la que están trabajando.
La acción del
voluntariado es permanente, porque en el curso del tiempo hay
necesidades cambiantes que las ONG pueden atender en cualquier
sociedad desarrollada o subdesarrollada. Entendemos que el
desarrollo es un proceso dinámico y continuado, no limitado en el
tiempo y mucho menos a periodos de cinco o diez años.
La sociedad está
compuesta de organismos sociales diversos, complejos y plurales,
entre los cuales se encuentran las ONG, que tienen relevancia en un
tiempo y espacio determinados. Estas organizaciones desempeñan unas
funciones sociales que ninguna otra forma de organización ni el
estado pueden llevar a cabo de modo efectivo. Hay carencias en los
organismos socio-políticos y económicos de la sociedad que
requieren la existencia de organizaciones de voluntariado para
rellenar los vacíos que existen a diferentes niveles de la
sociedad.
Estas organizaciones
de voluntariado tienen características humanitarias y sociales
especiales. Son, por una parte, independientes de los estados y, en
segundo término, están de parte de la gente, en especial de parte
de los pobres y marginados en el torbellino de cualquier sociedad.
Amnistía Internacional, Greenpeace, Médicos sin Fronteras, la Cruz
Roja o la Media Luna Roja son ejemplos de estas organizaciones de
voluntariado a nivel internacional. En el ámbito nacional hay una
miríada de diferentes organizaciones de voluntariado que
constituyen la expresión popular del espíritu de las sociedades
democráticas.
Y es por esto por lo
que consideramos a RDT como parte permanente e integral del amplio
tejido social de la zona de Anantapur, siempre del lado de los
marginados y sabiéndose adaptar dinámicamente a las necesidades
sociales cambiantes de las personas.
El significado del
voluntariado. Decíamos que una característica esencial de una ONG
es estar del lado de las personas, y particularmente de los pobres.
Hay una segunda característica implícita en la palabra
voluntariado. Esto no significa trabajar sin la necesaria
remuneración para el mantenimiento de sí mismos y sus familias.
Para nosotros el término ‘voluntario’ encuentra su sentido en el
fuerte compromiso de trabajar más allá de los requerimientos del
deber. Ello implica una dedicación absoluta de nuestro tiempo, de
nuestras energías y nuestros conocimientos al servicio ele las
personas y su causa. La preocupación por los demás, arriba
mencionada, se verifica en la práctica mediante el compromiso de
trabajar más allá del deber.
EL DHARMA DE RDT
EN NUESTRO DÍA A DÍA
De acuerdo a todo lo dicho, los cuatro
principios que resumen la motivación interna y la naturaleza de RDT
son: el interés humano por los demás, el trabajo más allá del
deber, la búsqueda de la excelencia y ayudar al mayor número de
pobres posible.
Una vez finalizamos todos los talleres y
reuniones, mientras Vicente estaba escribiendo el documento sobre
el dharma de RDT, decidimos difundir entre todos los trabajadores
la filosofía, motivación, misión y objetivos de RDT, y sus
implicaciones en nuestra labor diaria.
El dharma de RDT es hoy uno de los puntos
del orden del día en todas nuestras reuniones. Siempre reservamos
un tiempo para hablar de nuestros orígenes, de cómo empezamos, de
cuál era entonces nuestra motivación y de cuál es ahora el dharma
de RDT. Y de cómo cada uno de nosotros puede llevarlo a la práctica
en nuestra vida diaria y nuestro trabajo.
Hace ahora trece años que hicimos estos
talleres y reuniones. Es posible que la mayoría de nosotros haya
olvidado parte del proceso que condujo a la redacción del documento
final, pero no hemos olvidado el resultado: el dharma de RDT. Todos
y cada uno de los miembros de RDT, e incluso algunos de los
miembros de nuestras familias de los pueblos, conocen su misión y
objetivos. Todos intentamos aplicarlos a las diferentes esferas de
la vida y hacemos un esfuerzo constante por mejorar y renovar
nuestra motivación y nuestra determinación de servir a las familias
más pobres de Anantapur.