CAPITULO 9

 

Bruno no esperaba sentir aquello que sintió cuando el doctor mostro en el monitor al pequeño bebe que crecía en el vientre de Monique.

—Él bebe está en perfecto estado, Señora.

Monique por su parte nunca imagino que aquella escena fuera posible, ella y Bruno juntos mirando a su bebe por primera vez. No pudo evitar la emoción y las lágrimas desbordaron sus ojos.

—He, que pasa preciosa — Bruno le coloco un mechón de cabello detrás de la oreja y dejo su mano sobre la mejilla de ella, que ante su contacto sollozo y comenzó a llorar descontroladamente.

Monique no pudo articular palabra y sin más se lanzó a los brazos de Bruno que la recibieron gustosos.

—Los dejare un momento a solas —dijo finalmente el doctor.

Monique no dejaba de llorar y seguía con el rostro hundido en su cuello. Bruno le bajo la bata y la tomo en sus brazos mientras se sentaba con ella en el regazo y la abrazaba como si de eso dependiera su vida.

No dijeron nada, solo se limitaron a estar así, abrazados uno del otro.

Monique desahogo todo ese temor contenido, la tensión de que Bruno descubriera que él bebe era suyo y la rechazara, si no por estar embrazada, si por mentirle ocultándole su paternidad.

Bruno deseaba con todo su corazón poder darla a Monique y al bebe que ella esperaba, la tranquilidad y felicidad que ellos se merecían, deseaba formar una familia con ellos, ahora lo tenía claro. Él estaba seguro de que amaría a ese pequeño como si fuera su propio hijo.

Durante el trayecto de regreso al hotel, Bruno y Monique aun llevaban las manos entrelazadas.

Monique no dejaba de ver la fotografía del ultrasonido y al hombre que tenía a su lado. Deseaba que su bebe fuera un varón, un chico que se pareciera a Bruno, que tuviera sus ojos y su gentileza. De igual manera anhelaba con toda su alma que aquel día no terminara nuca.

Al llegar al hotel ella anuncio que subiría a la habitación a descansar un rato.

—Te acompaño — se oyó decir Bruno. No quería separarse de ella, era como si un lazo invisible lo mantuviera junto a la mujer que llevara tomada de la mano.

Entraron en la habitación sin decir palabra, Monique se sentó en la cama e intentaba quitarse las bailarinas que llevaba puestas ese día. Bruno se agacho y fue el quien término por quitar las zapatillas.

—¿Quieres ponerte algo más cómodo? — la pregunta le sonó de lo más casual, como si fuese algo que compartieran a diario.

—Sí, gracias — respondió mientras intentaba ponerse de pie.

Pero Bruno le coloco las manos sobre los hombros impidiéndoselo.

—Dime donde está el pijama y te lo traigo.

—El segundo cajón de aquel buro. Señalo con el dedo.

Bruno fue hasta el cajón y saco la pijama de Monique, no pudo evitar ver algunas de sus prendas íntimas y una punzada de deseo le atravesó, luego regreso con el pijama hasta donde estaba Monique.

—Permíteme — le dijo y ella se dejó hacer.

Lentamente la puso de pie, tomándola por la cintura hasta tenerla frente a él, mirándole a los ojos. No pudo evitar posar sus labios sobre los de Monique, solo una pequeña caricia pero tan íntima que su cuerpo vibro igual que el de ella.

La giro hasta que ella estuvo de espaldas a él, entonces echo su cabello aun lado y comenzó a deshacer el nudo del vestido corte imperio que Monique había elegido esa mañana.

Desde que se quedó embarazada y su vientre empezó a crecer, ese estilo de vestidos se habían convertido en sus favoritos, además así evitaba ponerse el sujetador que solo servía para torturarla.

Bruno la descubrió desnuda, eso aunado a la tersura de su piel, hicieron mella en su deseo. Bajo la cabeza y beso sus hombros, pasando por la nuca hasta llegar al cuello.

Monique jadeo y emitió un pequeño gemido cuando las manos de Bruno se posaron sobre sus pechos desnudos, que ahora estaban más grandes que cuando la última vez que estuvieron juntos.

Bruno los acaricio lentamente, tomándolos entre sus palmas, para después acariciar los turgentes pisones que se habían henchido para él. Le siguió besando el cuello y masajeando los pechos. La tortura era terriblemente devastadora y deliciosa, hasta que Monique no pudo más y se giró para mirarlo a los ojos.

Antes de que pudiera besarlo, Bruno la tomo en brazos y lentamente la acostó sobre el colchón, donde termino de sacarle el vestido. Monique quedo únicamente vestida con las braguitas.

—Eres tan hermosa.

—Estoy echa un globo — quiso cubrirse, pero Bruno la tomo por las muñecas y se lo impidió.

—Nunca has estado más hermosa que ahora, el embarazo te sienta muy bien. Sonrió.

Bruno se colocó a su lado y comenzó a besarla en los labios, mientras su mano fue descendiendo para acariciar la piel de Monique.

Solo se percató de que estaba acariciando el prominente vientre de esta, cuando el babe se movió bajo su palma.

—Wow — dijo un tanto sorprendido, como asustado — siguió acariciándola mientras él bebe dentro de su vientre seguía dando su aprobación a las emociones que su madre estaba experimentando.

Bruno bajo de la cama y Monique sintió una sensación de vacío que no fue capaz de ocultar.

—Tranquila cariño que solo voy a quitarme la ropa porque no quiero hacerte daño — le beso los labios.

Monique lo contemplo hasta que Bruno se quedó desnudo por completo, sus recuerdos no le hacían justicia, Bruno era muy atractivo, su cuerpo atlético y sobre todo la intensa mirada cargada de deseo, la estaban haciendo humedecer en las zonas más íntimas.

Bruno termino de quitarle las braguitas, hasta dejarla tan desnuda como estaba él. Se colocó entre sus piernas y la beso ahí, donde hasta hace un momento solo sentía un inmenso deseo palpitante.

Bruno la beso, lamio y la degusto tanto y tan dulcemente que Monique pronto alcanzo el cielo.

Aún temblaba cuando Bruno se colocó a su lado y la pego a su cuerpo.

Un tanto inconsciente y otro tanto loco por poseerla, Bruno seguía acariciando a Monique, besándola, sin darle tregua a que su excitación disminuyera.

Ella lo sintió duro contra su espalda baja y gimió cuando el hundió los dedos dentro de su intimidad.

—Por favor — le dijo — te deseo, te quiero dentro de mi.

—Estas segura, no aremos daño al bebe — llevo su mano hasta el vientre y se lo acaricio, mientras a ella la besaba tiernamente en la mejilla.

—Para nada. Es mas puede que el movimiento lo calme, como si lo estuviéramos meciendo. Sonrió para alentarlo.

—Entonces todo sea por ayudar — ambos rieron —  Ponte de lado — pidió un poco más serio y con la voz ronca de deseo. Y Monique así lo hizo.

Bruno se colocó detrás de ella y lentamente la penetro, enterró su cara en el cuello para besarlo a su antojo, lamio su oreja hasta que ella se acostumbró a su invasión y comenzó a mover las caderas lentamente.

Monique gimió de placer, por el deseo contenido tanto tiempo. Su cuerpo anhelante de caricias, pero no las caricias de cualquier hombre, si no del hombre que ahora tenía dentro de su cuerpo haciéndola estremecer, el padre de su hijo, al único hombre que había deseado desde que lo vio por primera vez hacía más de un año.

Bruno se dijo que permitiría que ella estableciera el ritmo de sus penetraciones, aunque Monique lo había negado, él no se sentía de todo seguro sobre si causaría al bebe algún tipo de daño.

Pronto establecieron un movimiento rítmico y profundo. Bruno acariciaba sus senos y de tanto en tanto su mano se colocaba sobre el suave triángulo entre las piernas, para acariciar su hinchado clítoris.

—Por favor Bruno, me estas matando.

Bruno malinterpreto sus palabras y con todo el dolor de su corazón y sobre todo de su entrepierna, inicio la retirada.

—¡NO! — grito Monique al sentir lo que él se proponía y extendió la mano hacia atrás para impedírselo.

—Pero…

—Quiero más — sollozo de deseo — más rápido, más profundo, me estas torturando — gimió al tiempo que movía sus caderas en círculos alrededor de él.

—Oh cariño — fue todo lo que pudo decir.

Para él también estaba siendo una tortura, el sentirla tan suave y prieta alrededor de él, lo estaba volviendo loco. Así que emprendió un ritmo que pronto los llevo al nirvana.

Monique grito su nombre, mientras Bruno la apretaba más contra su piel. Rugió contra su ojera en el momento exacto que ella lo sintió correrse en su interior.

Pese a intentar mantenerse despierta Monique no lo logro. No supo en qué momento se quedó dormida, lo único de lo que era consiente era de estar entre los brazos del hombre al que amaba.

Bruno la contemplo por mucho tiempo antes de caer el también en la inconciencia. Deseo ser el padre de ese niño y se maldijo por no buscarla antes, pero ahora después de pasar la tarde entre sus brazos ella no se negaría a darle por lo menos la oportunidad de ser el hombre que estuviera a su lado y por qué no — se dijo — darle su apellido al niño.

 

Cuando Monique despertó, Bruno no estaba a su lado. Le habría gustado despertar con él, mirarlo dormir, sentirse protegida entre sus brazos, pero no fue así. ¿A dónde habría ido Bruno?, se preguntó,  pero no tuvo tiempo de continuar con sus especulaciones porque sonó el teléfono.

—Diga. Respondió mientras se colocaba el albornoz.

—Hola — respondió la voz del otro lado de la línea.

—Stefan — se alegró tanto de escuchar a su amigo — Estoy tan feliz de que me llames.

—¿Cómo estás? ¿Te has sentido bien?

—Muy bien. — Mejor que nunca quiso añadir.

—Y Alex y él bebe ¿Cómo están?

—Hermosos, y creciendo.

—Lo imagino.

—Sabes ya la fecha en la que darás a luz.

—Aun me falta tiempo.

—Monique sabes que no quiero que estés sola.

No estoy sola, se dijo.

—Bueno Stefan tu sabes que para mí estar sola nunca ha sido un problema, hasta lo disfruto — mintió.

Pero no ahora, se dijo para sí misma.

—Monique, deberías decirle la verdad al padre de tu hijo.

—Stefan, No.

—Si serás terca, mujer.

—Pero así me quieres no, eres el único que me acepta como soy.

—Monique, como hayas llevado tu vida en el pasado, no debe importarle a nadie, eres una mujer maravillosa, inteligente, excelente mejor amiga, y estas hermosa, que más puede pedir el hombre que tú elijas para estar a tu lado.

—Que su mujer no tuviera una lista tan larga de amantes. Torció los labios.

—Sabes que Constanza tiene un dicho para eso, debes besar muchos sapos, antes de encontrar a tu príncipe.

—Yo hice más que besarlos Stefan.

—Es algo literal y lo sabes, así que no te hagas la tonta y dile la verdad a De la Vega.

—No Stefan, no puedo.

—Estas actuando mal Monique, pero ya eres adulta, solo espero que después no te arrepientas.

 

Como Bruno no había querido despertar a Monique, así que fue a su habitación para hacer un par de llamadas al bufete y recoger unas cosas. Regresaba al cuarto con ella cuando la escucho hablar con alguien.

—Bueno Stefan tu sabes que para mí estar sola nunca ha sido un problema, hasta lo disfruto.

Se hizo silencio hasta que ella hablo de nuevo.

—Stefan, No.

Tenía que ser Dunant, siempre metiéndose entre los dos.

—Pero así me quieres no, eres el único que me acepta como soy.

Bruno se llenó de celos.

—Que su mujer no tuviera una lista tan larga de amantes.

Bruno vio como Monique torció los labios y de nuevo silencio.

—Yo hice más que besarlos Stefan.

De qué demonios estaban hablando.

—No Stefan, no puedo.

 

Bruno irrumpió en la habitación.

—No puedes que cariño.

—Stefan hablamos después de acuerdo, y colgó.

—Hola.

—No puedes hacer que cosa, Monique.

—Nada que te interese De la vega.

—Volvemos a los formalismos. Parece una conducta recurrente después de que dejas mi cama.

—Te recuerdo que las únicas ocasiones que hemos estado juntos ha sido MI cama — recalco.

Bruno elimino el espacio que los separaba y la tomo por los hombros.

—Quiero que me digas la verdad, ¿Qué sientes por Dunant?

—¿Qué?, no seas ridículo.

—Que no sea ridículo. Los escuche hablarse de amor la primera vez que nos conocimos, al día siguiente fui a tu hotel y los escuche hablar igual que ahora.

—Así que tienes la desagradable costumbre de espiar a la gente. — Se deshizo de su abrazo.

—No te espiaba. — Se defendió.

—Ah no, entonces como es que no llegaste a toca mi puerta, porque hasta ahora sé que fuiste a buscarme ese día — se puso las manos sobre las caderas — y niega que no te detuviste antes de entrar cuando me escuchaste hablar por teléfono.

—Yo…

—Eres de lo peor De la Vega, vete de mi cuarto, del hotel… vete de mi vida.

—No.

—No te lo estoy pidiendo, lo exijo.

—Soy un cliente de este hotel y no puedes echarme. Acaso no te importa lo que piense Dunant si me corres.

—Lo entenderá.

—¿y si no?

—Pues tampoco me importa, sabes. Quiero que te marches, nunca debiste venir aquí, estábamos tan bien antes de ti.

Monique no pudo evitarlo se llevó las manos al vientre y sollozo.

—Hey.

Bruno intento acercarse, pero ella se lo impidió.

—No quiero que me toques, no vuelvas a tocarme nunca más.

—Monique, ¿por qué? Estábamos tan bien hasta que tuve que levantarme de esta cama, que no lo entiendes, estamos mejor juntos que separados.

—Lo que entiendo es que seguimos siendo compatibles en el sexo, eso es todo.

—¿Y porque lloras, entonces?

—Es por…

Bruno no dio tiempo a que la mente de Monique se inventara algún pretexto que no fuera decirle la verdad, que se había enamorado de él. La tomo entre sus brazos y la beso. Tierna y lentamente al principio hasta que ella le echo los brazos al cuello y abrió los labios para él.

Con un gemido de deseo Bruno la tomo en volantas y la llevo hasta la cama. Aflojó el nudo del albornoz y la desnudo sin dejar de besarla.

Su lengua se arremolinada contra la de ella, la deseaba de una manera tan primitiva, que era doloroso, incluso así de pronto, no estar enterrado dentro de esa mujer, su mujer.

La palpo, porque no podría contenerse ni un minuto más y la sintió lista para él, para recibirlo dentro de su cuerpo. Se desabrocho el pantalón y se lo bajo como pudo  siempre evitando hacerle daño. Cuando la penetro, se sintió morir de pasión, de alegría y de amor.

Monique lloro, pero en esta ocasión las lágrimas no eran de dolor, sino todo lo contrario, era maravilloso unirse de tal manera que fueran un solo cuerpo.

—Te amo. Dijo para sus adentros mientras el clímax la cegaba.