CAPITULO 4

 

Monique llamo a la puerta y espero. Después de un par de minutos toco nuevamente un poco más recio esta vez, enseguida escucho ruido tras la puerta y para su sorpresa la que atendió a su llamado fue precisamente Alex, la única persona a la que no quiera ver en ese momento, hasta que no descubriera el significado de la visita del amigo de esta, en Italia.

—Oh buenos días Alex, ¿Esta Stefan despierto? Es urgente que hable con él.

—Aún está dormido — Alex entre abrió la puerta un poco más para que Monique pudiese confirmas sus palabras.

—Es de verdad muy urgente que hable con él, ¿Podrías llamarlo por favor?

—De acuerdo — Alex nerviosa a Monique y se inquietó un poco — Monique — dijo — ¿acaso alguien ha venido a buscarme?

La rubia no es esperaba la pregunta tan directa de Alex, y se sobre salto un poco.

—No — dijo después de unos segundos, aunque no de manera muy convincente.

—Está bien iré a despertar a Stefan, pasa por favor.

Monique entro en la gran habitación, estaba muy nerviosa y esperaba que Alex no se hubiera percatado de ello, o lo echaría todo a perder. Después de unos instantes salió Alex con un bolso colgado de su hombro y de tras de ella Stefan, que únicamente vestía el pantalón del pijama.

Monique ni se asombró, ni lo miro como un mortal miraría a un adonis, en ella Stefan no causaba ningún afecto físico. Alex deseo que para ella tampoco causara ese efecto, y en el fondo sintió envidia ante el claro desinterés con el cual la despampanante rubia miraba a su hombre.

 

Cuando Alex, salió de la habitación para bajar a uno de los restaurantes a desayunar y a esperar a Bruno, Monique rezo para que no se encontraran.

En cuanto Alex cerró la puerta, Monique hablo.

—Bruno está aquí

—¿Bruno?

—Bruno de la Vega el amigo de Alex o mejor dicho su enamorado.

—Estás loca Monique, que puede estar haciendo él aquí.

—No lo sé, es por eso que he venido directamente a informarte, lo he dejado en el restaurante que da a la playa, el más alejado y quede de verlo dentro de — consulto su reloj — 15 minutos, debo darme prisa.  Busca a Alex y ve a hablar con ella, intentare retenerlo lo más que pueda.

 

Stefan fue tras Alex y Monique salió corriendo hasta su suite, se ducho súper rápido, nunca en su vida se había bañado con tanta urgencia, pero el tiempo apremiaba. Se estaba cambiando ya cuando el teléfono sonó, era de la recepción, le informaban que en uno de los restaurantes se estaba un formando un escándalo de gran magnitud, y que uno de los involucrados era el Stefan, así como los detalles de la discusión. Se dirigía hasta el lugar cuando, recordó que su jefe andaba vestido solo con el pijama, así que fue hasta su habitación y agarro algo más decente con que vestirlo.

 

Monique llego hasta ellos llevando consigo una muda de ropa para Stefan.

—Imagine que no querrías ir al hospital con el pijama puesto.

—Gracias — respondió y le do un sonoro beso en la mejilla

Por supuesto ya estaba vestida y arreglada como si acabase de salir del salón de belleza, Bruno no pudo evitar mirarle y desearla al instante, aunque los celos hicieron acto de presencia casi de manera inmediata cuando vio a Dunant besarla frente a todos.

—Desgraciado — murmuro por lo bajo — ni siquiera le importa que Alex este presente y que la madre de su hijo este rumbo al hospital.

—Nos vamos — Alex se acercó a Bruno esperando que este la acompañase.

Monique se percató de ello y de inmediato se acercó hasta él.

—Aquí estas — le dedico una sensual sonrisa y se colgó de su brazo — listo para desayunar, muero de hambre.

—¿No vas a ir al hospital? — quiso saber Alex

—No — dijo con total desenfado — estoy segura de que es solo otra de las tretas de Hannah para llamar la atención de Stefan.

—¿Entonces tu tampoco crees que el niño sea de Stefan? — estaba ansiosa por conocer la respuesta.

—No es algo que yo pueda asegurar Alex, pero si Stefan dice que él bebe no es suyo, yo le creo — Monique la miraba directamente a los ojos — él no será capaz de abandonar a su sangre, te lo aseguro.

—Lo dices porque eres su amiga — intervino Bruno

—Lo digo porque es la verdad  — respondió molesta por que dudaran de su palabra — y si buscas en tu corazón  Alex, sabrás que lo que estoy diciendo es cierto.

—Alex — la llamo Stefan cuando regreso de la oficina ya vestido con la ropa que Monique trajo para él — Vámonos.

 

Monique acompañaba a Bruno hasta una de las habitaciones, para que este pudiese refrescarse.

—Entonces, tú aseguras que el hijo de esa mujer no es de tu jefe.

—Stefan dice que no y yo le creo, nos conocemos hace muchos años y lo conozco muy bien como para saber si miente o dice la verdad.

Bruno se la quedó mirando, intentando leer en ella. Debido a su trabajo como abogado siempre tendía a ser muy suspicaz con todo y con todos, más aun con Monique. Ella era obvio que estaba enamorada de Dunant, así que lo defendería contra quien sea.

 

Receloso se acercó hasta Monique, quien trago visiblemente, entonces Bruno sonrió. Monique se percató de la sensual sonrisa, la mirada penetrante y de sus manos grandes y bien cuidadas, la mandíbula cuadrada le daba un aire de arrogancia sensual que le erizo la piel, ella no podía dejar de mirarlo.

Bruno sentía el ambiente cargado de deseo, pudiera ser que Monique estuviese enamorada de Dunant, pero en ese momento lo deseaba a él.

—Si no te molesta me gustaría tomar una ducha — estaba tan cerca de ella que pudo sentir el aliento de su agitada respiración.

—Adelante — logro decir y dio media vuelta para marcharse.

Bruno la tomo del brazo para impedir que se alejara

—Monique — susurro ronco

—¿Si? — en su interior ella deseaba que la invitase a tomar la ducha con él

—Podrías mandar a que lavasen mi ropa lo más pronto posible, con las prisas del viaje no he traído maleta y la verdad no esperaba quedarme.

—Claro que sí, pero no te aseguro que vaya a estar lista antes de un par de horas — le gustaba la idea de que Bruno deambulase desnudo por la habitación, sería un espectáculo que le encantaría ver — otra opción es mandarte ropa de alguna boutique, ¿playera mediana y Jeans talla 32? — Se aventuró a decir — ¿o prefieres algo más formal?

—La playera y el pantalón estarán muy bien, ¿pero cómo lo has sabido?

—Cuando estudiaba en la universidad solía trabajar en una tienda de ropa masculina, además tienes el tipo de Stefan, de hecho son de la misma talla.

Stefan, Stefan,  — gruño — acaso ella no podía dejar de hablar o pensar en él por más de cinco minutos, pensó.

—Podrías hacer que también me mandasen un par de medias

Monique se percató que la actitud de Bruno cambio de manera radical, pero no entendía el porqué.

—Por supuesto.

 

Cuando volvió a la habitación Bruno estaba únicamente cubierto de la cintura para abajo con una toalla, estaba de espaldas a ella y Monique pudo apreciar el firme trasero.

En ese momento Bruno alzo la mirada y la vio a través del espejo, con una toalla se limpió el resto de jabón y se acercó hasta ella.

—Pensé que enviarías a alguien más

—Eres amigo de Alex, por lo tanto un invitado para la cadena Royale

—Y como buena anfitriona te ocupas de sus invitados

—Exacto.

Bruno volvió a sentir la carga sexual que los envolvía y o pudo evitar excitarse ante la sola idea de tener a Monique desnuda bajo su cuerpo.

—Espero que la ropa sea de tu agrado.

—Lo será, estoy seguro — con cada palabra se fue acercando más a ella.

—Te he comprado también una loción

—¿Es la que usa Stefan? — no pudo evitar decir aquello

—No, es la que usas tu — la mirada sensual se deslizo desde sus ojos marrones hasta clavarse en los labios de Bruno como si fuese una caricia.

Con un gruñido que salió desde lo más profundo de su ser, Bruno la tomo entre sus brazos y la beso. Monique respondió con la misma pasión mientras echaba los brazos al cuello. Como si no pesara nada, Bruno la cargo hasta la cama donde la deposito pero sin separarse de ella ni dejar de besarla.

—No sabes como he deseado este momento.

La desnudo poco a poco, tomándose el tiempo más que necesario para desvestirla, besando cada parte de su piel expuesta a las caricias de su boca.

Bruno la seducía de a poco tomado su tiempo, era irresistible. En veces sus caricias derrochaban ternura y en otra, sensualidad y erotismo, la hacía sentir tan bien y al punto de ebullición. Termino de quitarle hasta la última pieza de ropa y después de deshizo de la toalla, quedando tan desnudo como estaba ella. Con un cálido gesto y para su sorpresa, Bruno le quito la horquilla que sujetaba su cabello.

La mirada llena de deseo termino por arrojarla al abismo del orgasmo, nunca en toda su vida había estado tan apunto por alguien.

Cuando Bruno la penetro, Monique alcanzo la tan anhelado satisfacción. Pronuncio su nombre una y otra vez mientras Bruno la llevaba nuevamente por el camino del clímax.

La calidez con Monique lo envolvía, el goce, la pasión y la voluptuosidad de ella, lograron que Bruno no pudiera contenerse más, la beso de manera salvaje y comenzó una rápida embestida logrando que ella llegara a la cima junto con él.

 

Estaban abrazados, Bruno había rodado de tal manera que quedo de espaldas pero sin salir de su cuerpo, aún no se sentía capaz de romper su unión.

—Me complace informarle que la atención a los invitados de este hotel es esplendida.

—Es de mi total agrado que usted este complacido, señor.

Ambos rieron ante su juego.

—Eres maravillosa — la miro embelesado.

—Tú también eres un amante extraordinario, sabes cómo complacer a una mujer.

—Y tú eres una mujer difícil de complacer — enarco una ceja.

—No tanto difícil como inusual, pero tú has sabido como procurarme una enorme dicha.

Monique hizo intento de levantarse y finalmente Bruno salió de su cuerpo, sintiéndose de inmediato vacío. La miro dirigirse hasta la ducha, la desnudes de su cuerpo le permitió deleitarse con la visión de su trasero, aun así Monique caminaba con la cabeza erguida como si se retratase de una reina vestida con sus mejore ropas.

Monique disfrutaba de los placeres de su cuerpo y a leguas se veía que era una mujer que se gustaba a sí misma. La sensualidad con que se movía, la hacía ver más femenina y a Bruno eso le gusto y mucho, Monique era diferente a todas las mujeres que él conocía.

Dejo de gozar del espectáculo de contemplar el cuerpo de la mujer con la que acababa de acostarse, cuando Monique entro en el  cuarto baño, escucho que se abría la llave de agua y segundo después apareció ella, nuevamente en todo su esplendor.

—Hace calor y voy a tomar un baño, ¿me acompañas?

Bruno no se lo pensó dos veces y salió de la cama inmediatamente.

 

Después de hacer nuevamente el amor en la tina, Bruno recordó que en ninguna de las dos ocasiones había usado preservativo y así se lo hizo saber a Monique.

—Descuida, estoy tomando a píldora. Así que despreocúpate que dentro algunos meses yo intente atraparte como Hannah a Stefan, diciendo que estoy esperando a tu hijo.

Ahí estaba nuevamente Dunant interponiéndose hasta en los momentos de intimidad. Bruno se sintió un idiota y contesto la primer cosa que se le vino a la mente.

—Me alegro, tener hijos no está en mis planes.

—Tampoco en los míos.

Algo en la manera de hablar de Bruno hizo que se sintiera humillada, como si el la quisiera culpar de algo ¿pero de qué?

 

Alex salió corriendo del hospital y tomo un taxi, no podía parar regresar al hotel, Stefan nunca la dejaría marchar y ella no podía permitir que más inocentes sufrieran por su causa.

—Al aeropuerto por favor. — después llamo a Bruno al celular.

—De la Vega — Bruno se encontraba vistiéndose nuevamente después de haber hecho el amor con Monique.

—Te veo en el aeropuerto — dijo Alex — estoy saliendo para allá, ahora mismo.

—Pero…

—No puedo hablar ahora — sollozo — no puedo —  y corto la llamada.

Bruno no quería dejar a Monique,  los momentos que había pasado con ella le habían parecido un sueño, pero Alex se escuchaba muy alterada y él estaba ahí por ella, porque su amiga lo necesitaba.

—Debo irme, cariño — le beso los labios mientras cerraba los ojos y enterraba una punzada que le atravesó el corazón.

—¿Vas al hospital?

Bruno quería despedirse de ella, decirle la verdad pero Monique estaba enamorada de Stefan a tal grado que no le importaba que él fuera feliz con otra, aunque eso no le había impedido compartir con él la pasión que habían experimentado hacia unos momentos.

—Yo… — titubeo — No — respondió al fin y se metió las manos en los bolcillos del pantalón — me voy Monique, me regreso a California.

—¿Vuelves tu solo? — de pronto se sintió nerviosa.

—Me llevo a Alex conmigo.

Una fugaz ráfaga de dolor cruzo la mirada de Monique, fue tan rápido que Bruno no estuvo seguro de haberla visto, y para cuando él quiso reaccionar, ella ya se había colocado la máscara de profesionalismo con la que siempre atendía a los huéspedes más importantes.

—¿Por qué no les permites solucionar a ellos solos sus problemas? — le soltó en un tono que lo dejo helado de lo frio e impersonal que este era.

—Por qué… diablos — lanzo el juramento y le dio la espalda, no podía decirle la verdad por más que quisiera — Alex es  — comenzó a andar por la habitación — ella es muy importante para mí, la conozco de toda la vida… — le era muy difícil expresar su sentimientos en voz alta, aun por la chica que consideraba su hermana —la quiero y no soy capaz de verla sufrir nuevamente, simplemente no podría soportarlo — confeso.

 

Para Bruno también fue muy difícil, haber encontrado a Alex en aquel estado en que la encontró aquella vez, había sido muy duro para él, además la perdida de Adam su mejor amigo, aunado a eso la muerte de sus padres cuando era niño y ahora la de la familia a que él consideraba como suya, también había sido desgarrador, pero a diferencia de Alex, él tuvo que ser fuerte por ella, tuvo que tomar el papel de hermano mayor ahora que Adam ya no estaba.

—He aquí la verdad, finalmente salió a la luz. — Monique se dejó caer en la orilla de la cama que acababan de compartir —Bruno está enamorado de Alex y yo no significaba nada en su vida, se dijo. —La pasión que compartimos fue muy placentera pero no fuera más que sexo. Maravilloso, mágico, grandioso pero al final no ha habido nada más profundo entre nosotros, pensó.

—Te tomas un papel que no te corresponde — le dijo al final en voz alta.

—Tú no tienes idea de que papel me corresponde o no en la vida de Alex.

—¿La quieres mucho verdad? — pregunto aunque ya conocía la respuesta, él la amaba.

—Sí, ella es…

No termino de decir que ella era como su hermana porque sonó su celular´.

—De la Vega.

—¿Dónde estás?

—Estoy saliendo del hotel.

—Por favor apresúrate, tenemos que irnos antes de que Stefan se dé cuenta de que me he ido.

—No debes temerle.

—No le temo a él — sollozo — temo por mi misma, de no tener el valor de irme de su lado, a pesar de todo.

—Tranquila cariño, en un momento llego contigo, solo tranquilízate.

Monique escuchaba la ternura con que Bruno hablaba con Alex, estaba celosa, dolida por no haber sido más que solo una aventura de unas cuantas horas para él, cuando saltaba a la vista que Alex era el amor de su vida. Se sentía una tonta por haber preguntado si la quería, rio para sus adentros por lo ingenua que había sido, por regla los hombres tardaban más tiempo en romperle el corazón pero Bruno, sí que había impuesto un nuevo record.

—¿Puedo llamarte? — pregunto sacándola de su tristeza.

—¿No le veo el sentido? — Cínico, pensó.

—Solo para escuchar tu voz, es lo único que podré hacer desde tan lejos.

—Es mejor que no —Bruno intento abrazarla, pero Monique no se lo permitió — dejemos las cosas como están, lo nuestro fue solo una aventura para pasar el rato — le sonrió, pero era una sonrisa profesional, para nada sentida y menos reflejada en sus ojos.

—Pero no puedes negar que fue un rato muy agradable. — Estaba molesto por la actitud distante de ella.

—Sí, lo fue. Pero seamos honestos, no volaras desde California hasta Italia y tampoco pretenderás que sea yo quien haga el recorrido, solo para pasar otro rato agradable.

—¿No te gustaría? — de pronto la necesidad de saber si la intimidad compartida había sido igual de importante para ella como para él.

—Es mejor dejar las cosas como están señor De la Vega.

—Me dice adiós, señorita Caruso — intento bromear.

—No — respondió lacónica — le digo hasta nunca.

Monique camino hasta salir de la habitación igual como lo había hecho hace unas horas, como una reina. No volteo a verlo, no hubo un apasionado beso de despedida ni siquiera un apretón de manos, solo un frio y escueto hasta nunca. ¿Pero, porque? No lo entendía.

—Mujeres — se dijo y salió rumbo al aeropuerto a encontrarse con su amiga.