ACTO SEGUNDO

Momentos después de caer el telón del primer acto vuelve a alzarse sobre el escenario oscuro. La luz entra despacio hasta iluminar vivamente el primer término. Dos cortinas negras penden ahora tras los peldaños.

(ELÍAS y GILBERTO, sentados en los peldaños, aguardan. A poco se oyen garrotes; los dos ciegos levantan la cabeza. Emparejados, entran por la izquierda NAZARIO y LUCAS.)

(Pausa.)

(Pausa.)

(Se acerca un garrote. Entran por la derecha ADRIANA, de calle, y DONATO, de su brazo. ADRIANA trae mala cara.)

(Los ciegos vuelven la cabeza hacia ella.)

(Lo conduce. DONATO se sienta.)

(Va hacia la izquierda para mirar, intranquila.)

(Lo hace.)

(DONATO se vuelve a sentar.)

(ADRIANA atiende con gran interés.)

(Mas ella no le atiende, pendiente de lo que hablan.)

(En el rostro de ADRIANA se dibuja una ardiente esperanza.)

(El rostro de ADRIANA se nubla.)

(Un silencio. ADRIANA mira a ambos lados con temor.)

(Esconde el rostro entre las manos.)

(Ella levanta la cabeza y lo mira. Luego mira a ambos lados.)

(Con una exclamación de alegría, GILBERTO bate palmas.)

(Se pone el dedo en los labios. Un silencio. ADRIANA los mira dolorosamente.)

(ADRIANA se levanta.)

(DAVID entra por la derecha. ADRIANA lo ve llegar con profunda decepción e inclina la cabeza.)

(ADRIANA lo mira, descompuesta. La ruidosa carcajada de NAZARIO rompe el silencio.)

(Los ciegos, que iniciaban la marcha, se detienen para escuchar.)

(Tira de DONATO y sale por la izquierda. Los ciegos salen tras ellos. DAVID sale el último. Las cortinas negras se descorren al tiempo y nos muestran el interior de la barraca, donde crece la luz. En el primer término de su lateral izquierdo y junto a los peldaños, una tosca mesa de madera rodeada de cuatro sillas. En el derecho, dos livianas mesitas de patas curvadas y taraceadas, con dos sillas cada una. Otras mesas se pierden por los laterales. Del techo pende una araña de cobre con las velas apagadas. En el centro y al fondo muéstrase la tribuna de madera que ha de ocupar la orquestina. Tiene cerca de dos metros de altura y unos tres de ancho en total. En su extremo derecho, la breve plataforma donde se entronizará el cantor es más elevada y pasa de los dos metros de altura. La plataforma se encuentra separada del resto de la tribuna por una escalerilla frontal de acceso que penetra en el cuerpo de ésta y desde cuyo extremo superior se baja hacia la izquierda, mediante escalones invisibles, a los asientos de los ejecutantes; y, hacia la derecha, se sube por un par de escalones al trono del cantor. Los puestos de los ejecutantes se disponen en dos niveles: en el primero y más bajo se situarán dos violinistas a los que, de pie, les oculta las piernas el frente de la tribuna, y al sentarse, lo hacen sobre el segundo nivel, que es el mismo en que termina la escalerilla de acceso. Detrás de los dos primeros violinistas y sobre ese segundo nivel, se sitúan los otros dos violines y el violoncello, que pueden a su vez sentarse sobre un banco corrido allí adosado. Sobre el borde de la tribuna asoman dos atriles con partituras abiertas; junto a cada uno de ellos hay una palmatoria. Los violines descansan ahora sobre los asientos; el violoncello está apoyado contra la plataforma del cantor. Ésta es larga de fondo y estrecha de frente. El trono que sostiene es la nota más llamativa del conjunto: consiste en un tosco pavo real de pintada madera con la cola desplegada, cuyo triple abanico de plumas verdes y ojos innumerables dibuja un enorme óvalo de más de metro y medio de alto, que es, a su modo, el respaldo del trono. Sobre los lomos del estilizado pavo real, a cuyo cuello se fijó asimismo un atril, se sentará el cantor. La tribuna está pintada de claros colores, con presuntuosos filetes de purpurina. VALINDIN, impaciente, se pasea en chupa y mira su reloj; junto a las mesitas de la derecha corrige la posición de una silla.)

(Aparece presurosa por el lateral derecho trayendo una bandeja con botella y copa.)

(Deposita la bandeja.)

(Le mira.)

(Toma la copa y bebe.)

(CATALINA corre al lateral izquierdo para salir.)

(Sale. VALINDIN va al lateral.)

(DAVID tuerce el gesto.)

(ADRIANA va tras la tribuna para dejar los cayados.)

(Les da las togas.)

(Palpa la de ELÍAS. DONATO y NAZARIO palpan la de LUCAS.)

(LUCAS y ELÍAS se ponen sus togas. ADRIANA les abotona un poco y vuelve corriendo a buscar más ropa.)

(VALINDIN ríe y se interrumpe al ver que DAVID se dirige a la tribuna.)

(Se las da. Todos se visten. DAVID se está palpando su toga. Todas son largas, cerradas hasta la garganta, de vivo color azul y brillantes vueltas de raso naranja en el cuello y las mangas.)

(Entretanto, DAVID se dirige de nuevo a la tribuna.)

(VALINDIN le coloca una túnica corta azul celeste, que se abrocha a la espalda y deja visibles las pantorrillas. Entretanto, ADRIANA deja el manto sobre una silla y sobre una mesa algo que parece una cabellera y un extraño tocado que ostenta dos largas orejas.)

(Va a recogerla.)

(Y sube los escalones laterales para palpar el pavo real.)

(Palpa, presuroso.)

(Comienza a descender.)

(LUCAS se lo pone. ELÍAS y NAZARIO se los encasquetan varias veces para probar.)

(DAVID volvió al grupo bajo la suspicaz mirada de VALINDIN. ADRIANA va a su lado.)

(DAVID lo toma y lo palpa.)

(Va a tomarla.)

(Le hace a ADRIANA una singular seña: una «O» con los dedos sobre un ojo. ADRIANA suspira y va tras la tribuna, de donde vuelve a poco con una cajita que deja sobre la mesa de la izquierda.)

(Ante el triste grupo de adefesios, le hace señas apremiantes de que asienta.)

(DAVID se acercó a GILBERTO y palpa su casco.)

(Murmullos entre los ciegos. GILBERTO se las toca.)

(LUCAS se pone los suyos. ELÍAS y DONATO los palpan, indecisos.)

(Un gran silencio.)

(ADRIANA recoge, asustada, las gafas.)

(NAZARIO se quita sus gafas.)

(Se arranca el gorro y lo tira.)

(Da unos pasos.)

(Los ciegos se rebullen, inquietos, y se agrupan instintivamente.)

(Los ciegos vacilan; el grupo se disgrega.)

(ELÍAS suspira y se pone las suyas.)

(ADRIANA le toma las manos para darle sus gafas. DONATO acaricia las suyas, indeciso.)

(DONATO lanza un grito inhumano y se suelta.)

(Corre, presa de su espanto; tropieza con las sillas; derriba una.)

(Y corre a sujetarlo.)

(Lo busca. GILBERTO lloriquea. Los demás ciegos se rebullen sin saber qué hacer.)

(Cae de rodillas. ADRIANA intenta levantarlo. DAVID llega a su lado.)

(Entre ADRIANA y él lo levantan.)

(Oprime a DONATO contra su pecho.)

(Y vuelve a derrumbarse, sollozando. Larga pausa.)

(Se pone sus gafas. VALINDIN suspira también y recoge las gafas que DONATO dejó caer, tendiéndoselas a ADRIANA. Ella se las arrebata con un seco ademán.)

(Lo aupa y él se deja hacer, dócil. Ella le pone las gafas. VALINDIN saca un pañuelo de hierbas y se enjuga la frente.)

(CATALINA entra por la izquierda y se queda estupefacta al ver a los ciegos.)

(Y rompe a reír. ADRIANA le indica en vano que calle.)

(Los ciegos dan media vuelta y se encaminan, lentos, hacia la tribuna. ADRIANA recoge el gorro caído y se lo da a DAVID, el cual se lo pone, sombrío, mientras camina. Las cortinas negras van ocultando la barraca, al tiempo que la luz crece en el primer término. Suenan cinco campanadas en la lejanía. Rompiendo cortinas, VALINDIN aparece muy sonriente y baja los peldaños. Viste ahora su casaca de ceremonia, verde pálido con bordados de plata, y lleva un suntuoso tricornio galoneado, de lazo rojo y blancas plumas. No ciñe espada, pero en la mano trae un largo bastón de corte. Redoble de tambor.)

«¡Si sois de los que entienden y nada les contenta,

venid y convenceos de la gran novedad!

En ninguna otra parte, salvo aquí, se presenta,

y tan bello espectáculo nunca vio la ciudad.

Ved los músicos ciegos en lo alto de su trono,

que orgullosos y alegres os quieren enseñar

lo bien que rivalizan por dar mejor el tono

¡a las canciones que todo París va a escuchar!»

(Redoble de tambor. VALINDIN da un bastonazo en el suelo.) ¡Pasen las bellas damas y los gentiles caballeros, pasen! (Señala hacia la izquierda. Por la derecha entran LATOUCHE y DUBOIS, dos polizontes en hábito civil. LATOUCHE tiene en su cara algo de zorro; DUBOIS, de dogo. VALINDIN se inclina.) ¡Señor Latouche, cuánto honor para mi pobre café!

(Sale con DUBOIS por la izquierda. VALINDIN vuelve al centro, al tiempo que aparece por las cortinas CATALINA y le sisea.)

(VALINDIN sonríe y va a subir. En ese momento entra por la derecha VALENTÍN HAÜY, y él lo advierte. HAÜY es un mozo de veinticinco años, de agradable fisonomía y aire distraído, que avanza con las manos a la espalda. Su indumento es el de un burgués pulcro y sencillo. VALINDIN le hace una seña a CATALINA para que desaparezca y ella sale por las cortinas.)

(CATALINA vuelve a poco con la bandeja, deposita una jícara ante HAÜY y le sirve de una cafetera, saliendo luego por el lateral. VALINDIN vuelve a dar tres golpes en el suelo y señala a la cortina verde para retirarse al punto hacia la derecha. La cortina se alza. En la tribuna, los ciegos se presentan a plena luz. GILBERTO cabalga el pavo real, con un cetro de madera en la mano, que mantiene levantado; LUCAS sostiene su violoncello y a su lado están ELÍAS y NAZARIO. En la primera fila y de izquierda a derecha, DONATO y DAVID. Menos GILBERTO, todos están de pie, con los instrumentos dispuestos; las gafas dan a sus caras sin luz cierto aire de pajarracos nocturnos. Las dos palmatorias han sido encendidas. Un murmullo de sorpresa corre por el café. Ceremoniosamente, los ciegos se inclinan y luego los violinistas se sientan y empuñan sus instrumentos. Risas. DONATO, NAZARIO, ELÍAS, fingen mirar las partituras.)

(GILBERTO, en sus glorias, da la señal.)

(Arrancan los instrumentos y comienza a cantar. Violines, violoncello y cantor dan exactamente el mismo tono: una viva y machacona melodía a toda fuerza, ejecutada con mecánica precisión y sin el menor sentimiento. ADRIANA y CATALINA cruzan y vuelven a cruzar de un lado a otro llevando servicios en sus bandejas ante la complacida mirada de VALINDIN, que se apoya en su bastón.)

Corina la pastora

enferma está de amor.

El médico le dice

que busque a su pastor.

Los corderitos balan:

—Bee, bee, bee—

(Pizzicato y coreado por los ciegos.)

triscando alrededor.

Corina, suspirante,

—Ay, ay, ay—

(Pizzicato y coreado por los ciegos.)

se enciende de pudor.

(Las carcajadas, los comentarios, arrecian. Menos DAVID y LUCAS, los demás ciegos extremaron sus gesticulaciones grotescas; y es justamente DONATO quien más se esfuerza en ello. Así surgen cuando, tras un segundo de pausa, atacan la segunda estrofa.)

El lindo pastorcito

apenas sabe hablar.

Corina le sonríe

con ganas de llorar.

—¿Quieres ser mi cordero.

tú, tú, tú,

(Pizzicato y coreado por los ciegos.)

y conmigo triscar?

—No entiendo lo que dices.

Yo, yo, yo,

(Pizzicato y coreado por los ciegos.)

yo sólo sé balar.

(VALENTÍN HAÜY da un fuerte puñetazo en la mesa y se levanta, lívido. Las damiselas gritan; los burgueses miran preguntando qué sucede. LATOUCHE lo mira fijamente.)

(GILBERTO, con su sonrisa lela, inicia la tercera estrofa.)

(Los ciegos, desconcertados, no le siguen. VALINDIN se acerca rápidamente a HAÜY, que, presa de la ira, no acierta a hablar. CATALINA y ADRIANA se detienen con sus bandejas.)

(LATOUCHE lo retiene y se levanta él para acercarse despacio.)

(DUBOIS se va acercando a su vez.)

(VALINDIN y LATOUCHE se miran.)

(Arroja una moneda sobre la mesa.)

(Los ciegos cuchichean.)

(Las voces de «Fuera», «Que sigan», arrecian. El BURGUÉS hace gestos consternados. HAÜY se desprende con un irritado ademán y sale por la izquierda.)

(Los ciegos continúan su murga. ADRIANA y CATALINA reanudan sus pasadas. VALINDIN lleva el compás con la cabeza. Crecen las risas; los balidos son coreados por el público.)

Triscan los corderitos

en torno de los dos.

Corina estaba roja

y rojo está el pastor.

Corina se le acerca:

—¡Bee, bee, bee!

(Pizzicato y coreado.)

pregunta con ardor…

Y a poco, muy juntitos

—¡Bee, bee, bee!

(Pizzicato y coreado.)

corderos son los dos.

(Entre las carcajadas delirantes y sobre las muecas, las gafas, los bamboleantes cucuruchos de la orquestina, va cayendo el

TELÓN