CAPITULO 6: EL LENGUAJE SECRETO
Muchas personas han enfermado y han sentido la necesidad de intercambiar su salud por un sacrificio, por las llamadas ofrendas a la Inteligencia Divina o Ser Superior y así algunas de ellas se han recuperado de enfermedades catalogadas como incurables, otras han dejado de fumar, de comer carne, de beber alcohol, coca cola o café y algunas más han entrado en algún grupo religioso o han iniciado una dieta específica. Y aunque estos intercambios en su momento les han ayudado a superar los síntomas y las causas de la enfermedad la fuerza transformadora siempre fue el sentimiento que evoca la creencia depositada en el intercambio y no el intercambio en sí mismo. Es decir, estas personas creyeron ciegamente en lo que estaban pidiendo y ese nivel de creencia es la razón por la cual ha funcionado. Estas ofrendas, intercambios, sacrificios o “pago de mandas” (como usualmente le llamamos) tienen su valor aunque existan métodos más sencillos para ver realizados los sueños. Lo importante aquí es que todo este ritual conlleva a una aceptación, a una rendición que permite que sea la Inteligencia Divina quien defina los tiempos y las condiciones para que se manifieste un sueño o un deseo.
El sistema de creencias que te fue implantado por tus familiares y antepasados controla la gran mayoría de tus actitudes frente a la vida, cada acción tuya va determinada por algo que en tu interior consideras una ley. Así es como trabajas duro para obtener dinero a cambio, sufres porque crees que así lograrás tus objetivos, enfermas porque piensas que a tu alrededor hay amenazas contra las que no puedes hacer nada, envejeces porque crees en el tiempo y finalmente mueres a determinada edad porque supones que así debe ser.
Aunque la creencia y la fe son ingredientes importantes en tu viaje por la vida, la curación por medio de las frases sanadoras utiliza un mecanismo muy simple que silencia las voces del ayer en la conciencia y pone un alto a la lluvia de pensamientos que usualmente te acompañan, por medio del acto de “no pensar”. La diferencia entre las palabras sanadoras y los pensamientos radica en que las primeras son claves cortas o llaves que van directo a tu sistema, abriendo las puertas que se encontraban bloqueadas por los pensamientos que están determinados por tu sistema de creencias, implantes o legado de las generaciones anteriores a ti. Los pensamientos ya sean positivos o negativos se encuentran atrapados en los tiempos de tu mente, o bien en lo que ya sucedió que puedas recordar o no, o bien en el futuro planificando lo que vendrá, temiéndole o creando estrategias para dominarlo.
Pensar es crear. Tus pensamientos crean. Eso tal vez ya lo sabes. Un pensamiento es el producto final del trabajo incesante de la mente. La intención es el deseo de hacer algo y es la que motiva al ser humano para emprender sus tareas. Cuando tienes la intención de mejorar tu salud, aprobar un examen, ser ascendida en tu trabajo, conocer al amor de tu vida, etc., diriges y enfocas tus pensamientos hacia las actividades que te permitirán lograr tu objetivo, lo cual en esencia es correcto; pero es muy importante aprender que el acto de pensar te desvía del momento presente y es algo delicado; es preciso conocer de dónde provienen los pensamientos para hacer de ellos tus aliados en el proceso de curación.
La palabra “pensar”, simboliza al mecanismo que utiliza tu intelecto para traer situaciones o imágenes a la realidad que vives. El hecho de “pensar” (como usualmente acostumbras) te ancla en el tiempo pasado impidiéndote sentir felicidad porque casi siempre tus pensamientos hacen referencia a un tiempo inexistente que es el ayer y eso te quita mucha capacidad creativa ante las situaciones que la requieren. El ser humano piensa por naturaleza, así crea dolor y miedo desde siempre, de manera que no es tan fácil dejar de hacerlo. Hay una gran diferencia entre pensar como acostumbras hacerlo y en el hecho de pronunciar conscientemente algunas palabras que te invitan a sentir amor por ti. Cuando piensas normalmente, lo haces por medio de una gran cantidad de imágenes, ideas o palabras que te distraen y cuando pronuncias una frase o palabra de manera continua, no tienes oportunidad de pensar, sino que estás llevando a tu interior el significado de lo que crees interiormente con el fin de penetrar un universo totalmente desconocido para la mente pensante. Las 4 palabras que curan son más que un pensamiento, son algo similar a las afirmaciones positivas y actúan como llaves que abren los viejos candados en la conciencia colectiva.
El pensamiento positivo está conformado por tus creencias, por lo que crees que deberías hacer en el futuro, por quien crees que tendrías que llegar a ser en algún momento dado y piensas de esta manera porque supones que conoces perfectamente tu camino así que crees saber qué es lo perfecto para ti. Por esto es importante estar pendiente del trabajo mental que se realiza, no hay que dejar que la mente divague sin control porque es cuando entra el miedo de lo que está por suceder y un pensamiento que en apariencia es positivo puede ir cargado de miedo. Y el pensador positivo espera algo, espera un resultado, así que si no se produce se decepciona creyendo que nada funciona para él/ella.
Es claro que pensar positivamente está en un rango superior que pensar sin rumbo, sin control y a expensas de la mente, pero eso no lo es todo, hay que ir un paso adelante para aprender a no pensar. Sólo tú puedes decidir cómo guiar a tu mente porque eres tú quien está a cargo y pasarás por muchas etapas interesantes en tu aprendizaje, una de ellas es la de los pensamientos positivos, es preciso que los pruebes para que así puedas decidir qué es lo mejor para ti. Pensar positivamente da resultados bajo determinadas condiciones y por eso hay que saber hacerlo; esto es lo que hace frágil y vulnerable a este esfuerzo de la mente es que casi siempre huye desesperadamente de otro pensamiento para embarcarse en la búsqueda de aquellos tesoros que aún no tiene y su sentimiento de carencia es tan intenso que pocas veces se detiene para agradecer lo que posee en el instante presente; de modo que si en algún momento no se llegan a dar las metas trazadas, si no se llegan a realizar sus sueños, el pensador positivo tiende a entristecerse porque cree que las cosas van mal; su máximo deseo es llegar a un lugar que no existe llamado futuro donde supuestamente será feliz por haber adquirido un yate, haberse casado o por haberse sanado de alguna enfermedad; así que este pensador vive de un engaño del cual sólo podrá salir habitando este espacio desde donde está leyendo justo ahora, para sentir todos los tiempos a la vez dentro de su ser (pasado, presente y futuro). No hay un lugar a donde el pensador pueda llegar porque el futuro cambia sólo en el presente y lo hace constantemente, el futuro jamás llegará. Sin embargo es posible crear afirmaciones positivas apoyadas en la esencia de las 4 palabras que curan, de manera que por medio de ellas se reconozca lo que se tiene, excluyendo el deseo de que las cosas sean diferentes a como son en este preciso instante. Las afirmaciones positivas son más que pensamientos positivos porque también son llaves que abren puertas hasta el momento cerradas.
Considero importante que pruebes todas las formas de pensamiento que hay y así establecerás tu propia verdad, tomarás conciencia de que el amor te va guiando y suavemente desarrollarás lo que necesitas.
Yo he sido flexible conmigo misma en cuanto al uso de frases positivas en mi vida cotidiana, me gusta conocerme, saber qué es lo que mejor me hace sentir, así que sumérgete en todo esto y disfrútalo. Nada es malo porque todo lo que existe pertenece al mundo que con tus pensamientos has creado para poder vivirlo.
Si en algún momento del día te desconectas del sentimiento que evocan las 4 palabras que curan, puedes sintonizar con ellas nuevamente afirmando frases cortas que las contengan. Esto es mejor que traer a tu presente todo ese cargamento de dolor otra vez. Puedes pronunciar frases cortas que expresen perdón, amor o gratitud y así estarás utilizando de manera especial las 4 palabras sanadoras y podrás mantenerte en paz independientemente de los resultados, apreciarás cada instante por lo que es y es así como notarás la quietud interior que vive en ti. El beneficio más evidente del acto de “no pensar” es tu conexión con la Inteligencia Divina, con la fuente universal de donde emana toda la luz y por lo tanto el conocimiento; entonces en cuanto estás conectada llega a ti la inspiración, la creatividad y en ese instante eres alma, espíritu, conciencia pura.
Por otra parte, no se trata sólo de tener fe en las palabras sanadoras (aunque este bello sentimiento nunca está de más), porque las personas que se consideran ateas o no creyentes, también pueden lograr el estado de paz por medio de la práctica de las mismas. Es oportuno tratar sobre este punto, porque la manera en que yo desarrollé este proceso fue simplemente llenando mi vida y mi ser con gratitud, con perdón y con amor, por lo tanto no sentí necesidad alguna de tener fe; para mí significaba algo parecido a probar una comida extranjera, ante lo cual sólo tenía que dejarme guiar por mis sentidos. En mis prácticas sucedió eso mismo, reconstruí mi relación conmigo misma hablándome como si fuera mi propia madre, amándome por mis errores, por todo lo que consideraba equivocado en mí, apoyándome en mis caídas. Tiempo después la fe apareció.
El acto de eliminar los recuerdos que se logra pronunciando las frases sanadoras, trasciende el tiempo porque aparte de regenerar tu sistema celular, te ancla en el momento presente, te ubica en el espacio, impidiendo así la reproducción de la vieja película de tu vida, que es la causa de todos tus problemas. Te sugiero que conectes con tu ser internalizando las 4 claves hasta que sientas su eco en ti, hasta que sientas que estás en casa, lo cual significa que estás comunicándote con tu Ser Superior. A esto se le llama “no pensar”. Y a las palabras que permiten el “no pensamiento” se les llama claves o llaves porque viajan hacia el adn humano transformando completamente su estructura y su respuesta.
El libro llamado “Un curso de milagros” dice: “La oración es el vehículo de los milagros”.
Y la oración está conformada por palabras y por ese lenguaje tan tuyo que nos permite comunicarnos, un lenguaje que tal vez hemos subestimado para poder valorarlo ahora que una vez más vuelve reestructurado para cambiar nuestros esquemas preestablecidos y contribuir así con el equilibrio universal.