HERMANO

Clifford D. Simak

Es posible que al comenzar este relato de Simak, el lector erudito se diga: «Ya estamos otra vez con la consabida mecedora chirriante en el porche de la consabida casita rural». Pero en esta ocasión el bucólico e inolvidable autor de Ciudad, sin dejar de ser coherente con su producción habitual, nos sorprende con un relato insólito e inquietante.