CUERPO DE PIEDRA

Luna de mármol, rígido calor,

noche de estío cuando el perro es mudo,

cuando un velo de esparto ante los ojos

casi acaricia, sueño o plumón leve.

Luna de piedra, manos por el cielo,

manos de piedra rompedoras siempre,

retorcidas a veces con destellos,

manos de lumbre láctea, ya rígidas.

Cuerpo de piedra, senda de cristales,

mudo siempre o doliente con los soles,

cuando perros de lana flotan quietos

por pantanos de seda acariciada.

Yo no sé si la sangre es roja o verde.

Ignoro si la luna vence o ama,

si su lengua acaricia los desvíos,

axilas que palpitan ya de pluma.

Cielo quieto de fango que ahora gira

dulcemente mintiendo un sol activo,

bella túnica amada por lo dura

sobre muslos de piedra avanzadores.

Dulce careta blanca que ladea

su morado celeste ya sin órbita.

Tibia saliva nueva que en los bordes

pide besos azules como moscas.

Soledad, soledad, calvero, mundo,

realidad viva donde el plomo es frío;

no, ya no quema el fuego que en las ingles

aquel remoto mar dejó al marcharse.