Introducción
Hagakure (oculto bajo las hojas), es una obra ya clásica dentro de las artes marciales.
Recoge la filosofía y los códigos de conducta de los Samurái, las llamadas reglas del «Bushido» o código de los Samurái, expresado a través de relatos, anécdotas y reflexiones diversas, cargadas de sensibilidad y conocimiento, recopiladas por el antiguo Samurái; Yosho Yamamoto.
Las enseñanzas que transmite el texto, reflejan una manera de vivir el presente y una aceptación total de la vida, incluida en ella la muerte, bajo unos códigos estrictos de conducta, basados en el honor y la obediencia.
La presente edición ha sido llevada a cabo por el orientalista Norberto Tucci, e incluye una descripción del entorno histórico con referencias a los orígenes e influencias del «Bushido», así como una sinopsis del código del Bushido y del credo del Samurái.
La obra más explícita para conocer el Bushido y la filosofía de las artes marciales.
El entorno histórico
Entre los siglos VIII al XVI el Japón estuvo envuelto en continuas guerras feudales. Este hecho propició una predisposición hacia lo bélico en todas las áreas y facilitó el desarrollo extraordinario de las artes guerreras, las llamadas artes marciales. En este entorno, tuvo lugar el nacimiento y desarrollo de una tipología del guerrero feudal, denominado en Japón «Bushi» o «Samurái» como es más conocido en occidente. La figura del «Bushi» o «Samurái», estaba ligada a un Señor feudal o «Daimyo» que a su vez se encontraba a las ordenes de un «Sogún». Eran guerreros valerosos y caballeros que se regían por un estricto código de honor de tradición oral.
La filosofía que determinaba la forma de vida de los Bushi, era el Bushido. Bu-shi-do literalmente significa: «guerrero-señor-camino», es decir, las prácticas que los nobles guerreros deben observar en su vida diaria y durante el combate.
El Bushido es el producto de una extensa herencia de principios derivados del shintoismo, del budismo, del confucianismo y de preceptos populares japoneses y chinos, que constituyeron el código de los principios éticos que el Samurái estaba obligado a seguir, no puesto por escrito, ni divulgado hasta el siglo XVII, en que aparece el primer escrito del monje zen «Suden», titulado «Bukhe-sho-hatto», aunque hubo que esperar hasta el siglo XVIII, para que salieran a la luz por primera vez los 11 volúmenes de que constó «Hagakure».
Los antecedentes
El término Bushido, aparece por primera vez durante el período Yamato (400-645 d. C.), pero fue más tarde durante período Heian (794-1191 d. C.) cuando se conformó como el soporte moral, filosófico y espiritual de los Samurái, aunque ya existían como profesión e incluso como clase social.
En el período Kamakura (1192-1333) aparecen el Código del Arco y las Flechas, y otros escritos sobre la técnica y estrategia del arte de la arquería o Kyudo que pueden ser considerados como complemento de la filosofía del Samurái.
Solo en el período Edo (1603-1867), aparece por primera vez una mención a la palabra Bushido, aunque hacía siglos que esta práctica ya era un hecho. Es en este período, cuando Yamaga Soko escribe el Bukyo (Código del Guerrero) y el Shido (Camino del Guerrero) que pueden ser consideradas como las primeras leyes escritas del Bushido.
Daidojo Yuzan (1639-1730) fue el Samurái que escribió Budo Shoshin Shu o «Lecturas elementales sobre el Bushido».
Finalmente en el año 1716, Yamamoto Tsunetomo, monje y un viejo Samurái del clan Saga en Kyushu, concluyó los once volúmenes de Hagakure, la más célebre de las obras del Bushido.
Aunque el tratado que puede considerarse como el más completo es el Kojo Gunkan, que se le atribuye a Kosaka Danjo Nobumasa, escrito a principios del siglo XVII, es quizás Hagakure la obra más divulgada y conocida en todo el mundo.
La influencia de otras filosofías
El Budismo imprimió un nuevo espíritu en el camino del Samurái y contribuyó a su desapego por la vida, manteniendo una moralidad en sus principios de actuación. El Zen dio un sentido más profundo a su vida, con una intensa disciplina física y mental y con la meditación que le permitía mantener la mente clara y lúcida, conocerse a sí mismo y superar su inseguridad.
El Shintoísmo le da al Bushido su lealtad y patriotismo, además de la veneración a los ancestros, haciendo a la Familia imperial la fuente de la nación, la representación del Cielo en la Tierra y es por ello por lo que el Samurái se compromete con el Emperador, el Samurái de mayor rango, a través de su Daimyo o señor feudal. El Shintoísmo también proporciona la columna vertebral del patriotismo hacia su país, Japón.
El Confucionismo proporciona algunos elementos para el Bushido, con sus creencias en las relaciones con el mundo humano, su entorno y su familia. No obstante el Samurái no esta de acuerdo con otros muchos de los principios de Confucio, por pensar éste que el hombre que pasa su vida leyendo libros, haciendo poesías y entrenándose para el combate, es un «intelectual especializado» y por lo tanto una especie de inútil a la sociedad. Confucio consideraba que la función del hombre debía de ser algo más genérica.
Del Taoismo obtiene la costumbre de buscar en su interior las soluciones a la hora de resolver las dudas y una visión cósmica del universo y de la vida, basada en los conceptos del Yin y el Yang.
El Bushido cree que el hombre y el universo fueron hechos para ser semejantes tanto en espíritu como en ética y hay que vivir el presente, con una mente clara y fuerte.
Aproximación a la figura del Samurái
El Bushido, no es solo una filosofía para la guerra y una justificación de la violencia, más bien todo lo contrario. Aunque haya surgido en momentos de predominancia de lo bélico, se debe de entender como una aceptación total de la vida, incluyendo en este concepto de vida, la parte correspondiente de la muerte. Todo lo que empieza, acaba. Toda vida, lleva implícita una muerte y esto es algo evidente, que el Samurái asume con naturalidad, para que el acecho de la muerte, que influye y afecta a todos los demás, no influya en sus decisiones, ni le afecte negativamente.
El Samurái tiene respeto por la muerte, pero no miedo de la muerte. Si hay que morir se lanza a morir y si hay que quitarle la vida a alguien o a sí mismo, así lo hace sin especulaciones. Hay otros valores más importantes para él, como el honor y la obediencia al señor, que están por encima de la muerte y que sí son su motivo de vida.
De acuerdo al Bushido, el Samurái debía observar en su vida diaria: ética, rectitud, lealtad, justicia, valor, honor, sentido del deber y autocontrol, bondad, auto-sacrificio, cortesía, fidelidad, sinceridad, sentido de la vergüenza, modales refinados, pureza, modestia, frugalidad, espíritu marcial, y afecto, entre otros aspectos.
La profesión de Samurái tuvo mucho éxito en las etapas de guerra del Japón, pero cuando estas terminaron, parte de su filosofía, la más esencial y no bélica, quedó impresa en la mentalidad colectiva del pueblo japonés, que siempre respetó y consideró a los samuráis como personas superiores.
De entre estos pensamientos se ha plasmado y mantenido presente en el pueblo japonés la idea del aprecio por la vida, incluso como una obligación por preservar la vida. Esta influencia es pues diametralmente opuesta a la que comúnmente se le atribuye a la figura del Samurái. El Samurái apreciaba la vida, aunque no se apegaba a ella llegado el caso de tener que prescindir de ella, pero de ninguna manera la despreciaba, como aparentemente puede parecer con una visión superficial.
Los samuráis apreciaban la vida, porque se enfrentaban a la muerte y eran conscientes de una posible muerte inminente. Vivían cada instante plenamente y consecuentemente a sus ideas y si estas ideas les llevaban a morir, esto no importaba.
Así aprendieron a morir en cada instante de su vida. Esta es otra de las lecciones del Samurái, que nos traslada Hagakure, que también se ha mantenido durante siglos, incluso después de la desaparición de los samurái como profesión.
Amor y Benevolencia son virtudes supremas y son actos dignos de un príncipe. Los Samurái siguen un ceremonial especifico cada día de su vida, y también en la guerra. Sinceridad y Honestidad son tan valoradas como sus vidas. Bushi no ichi-gon o «La palabra de un Samurái» trasciende un pacto de confianza y supera a la fe.
El Samurái tiene un completo auto-control y estoicismo para ser absolutamente honrado. No demuestra dolor o alegría, todo lo soporta interiormente, nada de quejas, gemidos y lloros. Mantiene siempre un comportamiento calmado y una compostura interna y mental que alejan de él toda pasión no deseada. Es un verdadero y completo guerrero.
Luchadores y expertos en las artes marciales, también tenían una notable habilidad con el arco y la espada y eran grandes jinetes.
Eran honestos y de total confianza, mantenían una vida frugal, sin excesos ni interés por las riquezas, solo les interesaba el orgullo y el honor. Hombres de valor verdadero, no temían a la muerte, entraban en batalla sin importar cuales fueran las dificultades, ya que morir en la guerra sería un gran honor para su familia y para su señor.
Preferían mejor luchar solos, uno contra uno, en lugar de hacerlo en multitud. Una vez iniciada la contienda, antes de entrar en la batalla, invocaban el nombre de su familia, su lugar de procedencia, rango y hazañas, buscando un oponente de similar rango para pelear. La batalla termina cuando un Samurái mata a su oponente, y entonces finalmente lo decapita. Volver con las cabezas de los oponentes vencidos, acredita su victoria ante el pueblo y confirma el hecho de haber cumplido con el ritual de la decapitación.
Si se produce la derrota, la única salida honrosa es la muerte propiciada por el enemigo o bien el suicidio ritual: Seppuku, también llamado Hara-Kiri. Seppuku consiste en atravesarse el abdomen a la altura del Hara, lo cual resulta bastante complicado de hacer por las propias luchas internas de actuante y por las fuerzas físicas requeridas para ello. Realizado este suicidio ritual, otro Samurái o bien un amigo lo concluirá cortándole la cabeza.
El Seppuku también era practicado, antes que caer en deshonor y llevar la desgracia al nombre de su familia y su Señor, incluso se practicaba en caso de desacuerdo con las directrices del propio señor feudal. Éste era avisado por el propio Samurái de la desavenencia ocurrida y de la diferencia de opiniones y si ésta actitud proseguía y las diferencias se mantenían, el Samurái se quitaba la vida, antes que tener que llegar a enfrentarse con su señor.
Cuando las luchas en Japón cesaron, con la llegada de la unificación del país, a principios del siglo XIX, los Samurái y su modo de vida fueron oficialmente abolidos y su servicio se tornó innecesario, no obstante su influencia permaneció y aun hoy perduran muchos de sus principios entre el pueblo japonés.
Sobre el autor
Yamamoto, un Samurái retirado, se hace monje y dedica los últimos años de su vida, a plasmar por escrito las normas y recuerdos de su vida marcial. En esta obra expone a la vez sus puntos de vista filosóficos y prácticos sobre la forma de vida de los Samurái, añadiendo sus recuerdos propios y relatando hechos y leyendas de distintos personajes y de los Samurái más relevantes de su época y otros históricos.
En Hagakure se nos expone la vía del guerrero, cuyos preceptos filosóficos y ética de vida conforman al denominado Bushi o Samurái.
Notas a la presente edición
Esta versión ha tratado de ser fiel a los contenidos y mensajes originales. De los 11 bloques originales, hemos agrupado para su fácil localización a través de los titulares, los aspectos más destacados y representativos de su contenido.
Sobre el traductor
Norberto Tucci, es un estudioso del orientalismo y de las artes marciales. Durante más de 20 años, se ha dedicado al estudio de las religiones y filosofías de oriente, principalmente el budismo, el zen y el taoismo.
Ha traducido varias obras relevantes al castellano y ha comentado algunos de los textos más importantes de oriente, como: el «Tao Te King», el «I Ching», destacan también sus versiones de «El arte de la guerra», «Las seis enseñanzas secretas, para vencer sin luchar», «Hagakure», «El libro de los cinco anillos», «El libro del té» e «Historias zen» entre otros.
Desde su infancia ha practicado varios estilos de artes marciales y se ha integrado en los conceptos de vida orientales, tanto en la filosofía como en la práctica.
Su máxima:
«Comprender desde dentro», le ha llevado a conocer e integrarse en los estilos de vida orientales en todas sus manifestaciones.
Sus textos resultan amenos y de fácil comprensión para el lector, por la sencillez y la naturalidad que da a sus expresiones, logrando hacer fácil y asequible, lo difícil.