[1] Voelkerpsychologie, tomo II, «Mythus und Religion», II, pág. 308, 1906. <<

[2] Este fin especial del tabú no puede ser considerado como primitivo y presenta, por lo tanto, para nosotros un menor interés. <<

[3] Voelkerpsychologie, tomo II,«Mythus und Religion», II págs. 300 y siguientes. <<

[4] L. c., pág. 237. <<

[5] L. c., pág. 307. <<

[6] L. c., pág. 313. <<

[7] Frazer: The golden baugh, II, Taboo and the perils of the soul, 1911, pág. 136. <<

[8] Tanto el placer como la prohibición se referían al tocamiento de los propios genitales. <<

[9] En la relación con las personas amadas por el niño, de las que emanaba la prohibición. <<

[10] Tercera edición, segunda parte: Taboo and the perils of the soul, 1911. <<

[11] Frazer, l. c., pág. 166. <<

[12] Frazer, Adonis, Attis, Osiris, pág. 248, 1907 según Hugh Low, Sarawak, Londres, 1848. <<

[13] J. O. Dorsay, citado en Frazer, Taboo…, pág. 181. <<

[14] Frazer, Taboo…, págs. 169 y ss. y pág. 174. «Tales ceremonias consisten en entrechocar los escudos, gritar, aullar y producir toda clase de ruidos con todos los instrumentos posibles». <<

[15] Frazer, Taboo…, pág. 166. Según Mueller, Reizen en Onderzoekingen in den lndischen Archipel, Amsterdam, año 1857. <<

[16] A propósito de estos ejemplos véase Frazer, Taboo…, págs. 165-190, «Manslayers taboed». <<

[17] Frazer, Taboo…, pág. 132: «He must not only be guarded, he must also be guarded against». <<

[18] Frazer, The magic art., I, pág. 368. <<

[19] Old New Zealand, by a Pakeha Maori, Londres, 1884, citado en Frazer, Taboo…, pág. 135. <<

[20] W. Brown: New Zealand and is aborigines, Londres, 1845; Frazer, ibíd. <<

[21] Frazer, Taboo…, «The burden of royalty». <<

[22] Kaempfer, History of Japan, citado por Frazer, l. c., página 3. <<

[23] A. Bastian, Die deutsche Expedition and der Loangokueste, Jena, 1874, en Frazer, l. c., pág. 5. <<

[24] Frazer, 1. c., pág. 13. <<

[25] Frazer, l. c., pág. 11. <<

[26] A. Bastián, Die deutsche Expedition an der Loangokueste, en Frazer, l. c., pág. 18. <<

[27] L. c., pág. 18, según Zweifel y Monstier, Voyage aux sources du Niger, 1880. <<

[28] Frazer, The magic art and the evolution of kings, año 1911. <<

[29] Frazer, Taboo…, págs. 138 y ss. <<

[30] W. Mariner, The natives of the Tonga Island, 1818. <<

[31] La enferma cuyas «imposibilidades» he comparado antes a las impuestas por los tabúes confesaba que se indignaba siempre que encontraba en la calle a una persona de luto. «Tales personas —decía— no deberían salir a la calle». <<

[32] Frazer l. c., pág. 353. <<

[33] Frazer 1. c. pág. 352. <<

[34] Frazer, 1. c., pág. 57. (Tomado de un antiguo investigador español, 1731). <<

[35] Frazer, l. c., pág. 360. <<

[36] Stekel, Abraham. <<

[37] Frazer cita a este respecto las declaraciones de los tuaregs del Sabara; L. c., pág. 353. <<

[38] Conviene formular aquí la reserva siguiente: «Mientras subsiste aún algo de sus restos corporales». Frazer, l. c., pág. 372. <<

[39] En las islas de Nicobar. Frazer, l. c., pág. 382. <<

[40] Wundt, «Mythus und Religion», II, pág. 49. <<

[41] Westermarck, l. c., tomo II, pág. 424. El texto de esta obra y las notas anejas contienen numerosos testimonios, a veces muy característicos, en apoyo de este punto de vista. Así, creían los maoríes que los parientes más próximos y amados cambiaban de naturaleza después de su muerte y se convertían en enemigos mal intencionados de sus familiares supervivientes. Los negros australianos creen que los muertos son temibles durante mucho tiempo, y su miedo a ellos es tanto más grande cuanto más próximo era su parentesco. Los esquimales poseen el convencimiento de que os muertos no se apaciguan sino al cabo de muy largo tiempo, siendo de temer, al principio, como espíritus maléficos que vagan a través de la aldea para sembrar en ella la enfermedad, la muerte y otras calamidades (Boas). <<

[42] R. Kleinpaul, Die Lebendigen und die Totem im Volksglauben, Religion und Sage, 1898. <<

[43] L. c., pág. 426. <<

[44] Las creaciones proyectivas de los primitivos se enlazan con las personificaciones por medio de las cuales exterioriza el poeta, bajo la forma de individualidades autónomas, las tendencias opuestas que luchan en su alma. <<

[45] «Mythus und Religion», tomo II, pág. 129. <<

[46] La investigación psicoanalítica de persona neuróticas que padecen o han padecido en su infancia el temor a los aparecidos nos descubre con frecuencia y sin gran dificultad que tales aparecidos, tan temidos, no eran otros que los padres. Véase sobre este tema el trabajo de P. Haeberlin titulado Sexualgespenster (Sexualprobleme, febrero 1912). <<

[47] Véase mi crítica de la obra de M. Abel: Gegensinn der Urworte, en el Jahrbuch fuer psychoanalyt, und psychopathol. Forschungen, tomo I, 1910. <<