Notas
[1] Frazer, Totemism and exogamy, tomo I, pág. 53: «La relación creada por el tótem es más fuerte que la de sangre o de familia, en el sentido moderno de la palabra». <<
[2] El sucinto resumen que antecede del sistema totémico exige algunas aclaraciones y reservas. La palabra totem fue introducida, bajo la forma «totam», en 1791 por el inglés J. Long, que la tomó de los pieles rojas de América del Norte. El objeto mismo ha despertado poco a poco en la ciencia un vivo interés y provocado abundantes trabajos, entre los cuales citaremos, como los más importantes, el titulado Totemism and exogamy (1910), obra en cuatro volúmenes de J. G. Frazer, y las investigaciones y publicaciones de Andrew Lang (Secret of the totem, 1905). Al escocés J. Ferguson Mac Leenan (1869-1870) se debe el mérito de haber reconocido la importancia del totemismo para la historia de la humanidad primitiva. Entre los pueblos australianos, los del archipiélago oceánico, los de la India oriental, muchos de los de África y los indios de América del Norte se han encontrado instituciones totémicas. Pero determinadas huellas y supervivencias difíciles de interpretar permiten suponer que el totemismo existió igualmente en los pueblos arios y semitas primitivos de Europa y de Asia, de manera que los sabios se inclinan a ver en él una fase necesaria y universal del desarrollo humano.
¿Cómo llegaron los hombres primitivos a darse un tótem, esto es, a basar sus obligaciones sociales y sus restricciones sexuales en su descendencia de un animal? Sobre este problema existen numerosas teorías, cuya síntesis podrá hallar el lector en la Psicología de los pueblos, de Wundt (tomo II, «Mito y Religión»), teorías que aún no han logrado ponerse de acuerdo ni parece cercano el momento en que lo logren. En la presente obra me propongo someter el problema del totemismo a un estudio especial, recurriendo al método psicoanalítico. (Cf. el capítulo 4).
Si es cierto que existen divergencias por lo que respecta a la explicación teórica del totemismo, también lo es que no resulta posible enunciar sus hechos por medio de proposiciones generales, como lo hemos intentado en los párrafos que anteceden. No hay interpretación alguna que no comporte excepciones y objeciones. Pero no debe olvidarse que incluso los pueblos más primitivos y conservadores son, en un cierto sentido, pueblos antiguos y tienen detrás de sí un largo pasado, en el curso del cual lo que en ellos era primitivo ha sufrido un desarrollo y una deformación considerables. De este modo, en pueblos que presentan todavía actualmente el totemismo se nos muestra éste bajo los aspectos más variados de descomposición, fragmentación y transición a otras instituciones sociales y religiosas, o también en formas estacionarias, pero que deben apartarse considerablemente de Ja primitiva. Todo esto hace muy difícil determinar lo que en la situación actual constituye la fiel imagen de un pasado vivo y lo que, por el contrario, no es sino una deformación secundaria. <<
[3] Esta prohibición no impide, en cambio, al padre, que es canguro, tener relaciones incestuosas con sus hijas, que son emúes. En la transmisión paterna del tótem, el padre y los hijos serían canguro, y el padre no podría, por lo tanto, tener relaciones incestuosas con sus hijas, pero sí el hijo con la madre. Estas consecuencias de las prohibiciones totémicas demuestran que la herencia materna es más antigua que la paterna; pues tenemos más de razón para admitir que tales prohibiciones van dirigidas contra los impulsos incestuosos del hijo. <<
[4] Geschichte der menschlichen Ehe, segunda edición, año 1902. <<
[5] The native tribes of central Australia, Londres, 1899. <<
[6] Artículo «totemismo», en la Enciclopedia Británica, undécima edición, 1911 (A. Lang). <<
[7] Storfer ha llamado particularmente la atención sobre este punto en su estudio «Zur Sonderstellung des Vatermordes» (Schriften zur angewandten Seelenkunde, Viena, 1911). <<
[8] R. H. Codrington. «The Melanesians», en Frazer, To temism and exogamy, tomo I, pág. 77. <<
[9] Frazer, l. c., pág. 124, según Kleintitochen: Die Kuestenbewohner der Gazellen-Halbinsel. <<
[10] Frazer, l. c., pág. 131, tomo II, según P. G. Peckel en Anthropos, 1901. <<
[11] Frazer, l. c., tomo II, pág. 147, según el reverendo L. Fison. <<
[12] Frazer, l. c., tomo II, pág. 189. <<
[13] Frazer, 1. c., tomo II, pág. 388, según Junod. <<
[14] Frazer, l. c., tomo II, pág. 424. <<
[15] Frazer, l. c., tomo II, pág. 76. <<
[16] Frazer, l. c., tomo II, pág. 117, según C. Ribbe: Zwei Jahre unter den Kannibalen der Saloman Inseln (1905). <<
[17] Frazer, l. c., tomo II, pág. 385. <<
[18] Frazer, 1. c., tomo II, pág. 461. <<
[19] Crawley, The mystic rose, pág. 405, Londres, 1902. <<
[20] Crawley, l. c., pág. 407. <<
[21] Crawley, l. c., pág. 401, según Leslie: Among the zulus and amatongas, 1875. <<