El Rastro de Tranicos

El Rastro de Tranicos

por L. Sprague de Camp

Cuando descubrí en 1951 tres historias de Conan al parecer inéditas, las modifiqué para su publicación en revistas, y algo más para su lanzamiento como novelas. Las retoqué una vez más para su aparición en la serie Ace. Además, descubrí que el propio Howard había reescrito dos de ellas, de modo que estas historias han visto muchas formas.

De las tres, «La Hija del Gigante de Hielo» era uno de los primeros relatos de Conan escrito por Howard, y el primero de una serie similar que envió a Farnsworth Wright, de Weird Tale, alrededor de 1932. Wright aceptó «El Fénix y la Espada» —la primera historia publicada del bárbaro— y, el 10 de marzo de 1932, rechazó el resto. Unos dos años después, Howard retocó «La Hija del Gigante de Hielo» y cambió el título por «Dioses del Norte», cambiando también el nombre del héroe, que de ser Conan pasó a ser Amra de Akibitana. El resto del relato permaneció igual, y fue enviado para su publicación a la revista pionera de Charles D. Hornig, The Fantasy Fan.

Howard quería ver publicada la historia, pero no tenía esperanzas de venderla comercialmente, ya que solo Weird Tales compraba relatos de ficción de ese estilo en aquella época. Además, cambió el nombre del héroe porque entonces las historias de Conan funcionaban bien, y creyó imprudente entregarlas gratuitamente. Desde entonces, el relato se ha reimpreso en sus dos versiones.

«El Extraño Negro» era una historia aún más laberíntica, por lo que creí que podría interesar más a los aficionados. A juzgar por el aspecto del manuscrito, Glenn Lord cree que Howard escribió la historia (30.000 palabras) alrededor de 193334. Evidentemente, Farnsworth Wright la rechazó. Un año más tarde, Howard la reescribió como un cuento sobre un pirata español de 25.000 palabras, «Las Espadas de la Hermandad Roja». Lo envió a Otis Kline Associates el 28 de mayo de 1935 (hay motivos para pensar que la «versión pirata» fue publicada antes que la de Conan).

No se conoce el rumbo que tomó el manuscrito durante los tres años siguientes. Kline terminó enviándoselo a Golden Fleece, una revista de ficción histórica de aventuras, publicada desde octubre de 1938 hasta junio de 1939. Golden Fleece se canceló poco después de recibir el manuscrito de Howard, que fue devuelto (el autor ya había muerto para entonces). No se guarda ningún otro registro al respecto.

En esta reescritura inédita, Howard eliminó la mayor parte de los elementos sobrenaturales y cambió el nombre de casi todos los personajes, introduciendo mosquetes de fulminante y otros elementos propios de una historia de comienzos del siglo XVII. El escenario es la costa oeste de América, a donde huye el Conde Henri d’Chastillon para escapar del mago africano al que había estafado en una compra de esclavos. En realidad, el escenario y los indios son los de los bosques de la Norteamérica aborigen, no los de California, con sus grandes montañas y sus tímidos nativos agricultores. Además, queda claro que Howard no sabía mucho francés, ya que «d’Chastillon» es un nombre imposible.

El Conan de la historia original fue transformado en otro de los dobles ficticios del bárbaro: Terence Vulmea, un gigantesco irlandés obligado a huir de su país por la persecución de los ingleses, dándose a la piratería. El personaje aparece en otra historia de Howard, «La Venganza de Vulmea el Negro» (15.000 palabras), publicada en Golden Fleece en noviembre de 1938. La trama tenía mucho en común con la de «El Extraño Negro». Vulmea conduce a un enemigo, un capitán inglés, a una caza del tesoro en la costa peruana, en un juego de traiciones constantes y hordas de salvajes listos para saltar. Este héroe es llamado simplemente «Vulmea el Negro» en «Las Espadas de la Hermandad Roja», pero recibe su nombre completo en «La Venganza de Vulmea el Negro». Los nombres «Tranicos» (que aparece en «El Extraño Negro») y «Villiers» (de «Las Espadas de la Hermandad Roja») pertenecen a famosos piratas.

En febrero de 1952 reescribí «El Extraño Negro». No estaba seguro de poder vender la historia sin mejoras drásticas, de modo que la edité de forma concienzuda. Para acelerar la narrativa la reduje en más de un 15%, realizando pequeños cortes en párrafos que parecían demasiado densos. Como la historia original tenía una relación tangencial con el resto de la saga, añadí referencias a los reyes numedidas, Thoth-Amon y la posterior revolución en Aquilonia.

Según Howard, la amenaza en la cueva era un gas volcánico mortal. El asesino del Conde Valenso era un demonio negro enviado por un brujo anónimo al que el conde había engañado. Puse al demonio en la cueva en lugar del gas, llamé al mago vengativo Thoth-Amon y lo hice aparecer en escena para liberar al demonio de la cueva y lanzarlo contra Valenso. Al final, Howard hace que Conan abandone la búsqueda de las joyas en la cueva y haga señales al Mano Roja, proponiendo a la tripulación partir con él como capitán hacia otra orgía de piratería. Como esto podía haber entrañado serias dificultades cronológicas, convertí al barco en una galera llena de rebeldes aquilonios que buscaban a Conan para dirigir su revuelta.

Pensando en que demasiados relatos de Howard contenían la palabra «negro», cambié el título a «El Tesoro de Tranicos». Por diversos motivos, también cambié el nombre de varios personajes.

Envié el manuscrito a Lester del Rey, editor de Fantasy Magazine, revista en la que apareció en el número de marzo de 1953. Lester también participó en la mejora de la historia. Prefería el título original, «El Extraño Negro», y así apareció. También añadió un nuevo comienzo de cuatro párrafos, así como la lucha con el demonio. Borró mi referencia en el relato de Conan al filósofo Alcémides.

Cuando Greenberg publicó esta historia en Rey Conan, empleó intacta la versión de del Rey, pero con mi título, «El Tesoro de Tranicos».

Cuando hice un manuscrito para Lancer (ahora Ace), Conan el Usurpador, escribí una nueva versión trabajando con el relato original de Howard y mi propia versión de 1952. Como ya no me preocupaba vender la historia y deseaba dar al lector algo lo más cercano posible al original, edité el texto de Howard con menos intensidad, dejando toda la paja. Tampoco tenía necesidad de reducir el tamaño, de modo que solo cambié lo que parecía más urgente. Omití los cambios de Lester (que nunca me convencieron, espero que no por vanidad), pero mantuve todas las referencias que ligaban la historia al resto de la épica. Conservé mi título, «El Tesoro de Tranicos», no solo por el comentado gusto de Howard por «negro», sino también porque el «extraño» ya no era un demonio, sino el brujo estigio Thoth-Amon, que era más marrón que negro. Recuperé los nombres originales de Howard, con dos excepciones: Strombanni, al que el autor había llamado «Strom», y Gebellez, que era «Gebbrelo». «Strom» es un nombre real, pero del norte de Europa (por ejemplo, el senador Strom Thurmond). Además, todos los habitantes de Argos bautizados por Howard tenían nombres italianos, como «Tito» y «Demetrio». Por tanto, conservé «Strombanni». «Gebbrelo» se parecía demasiado a «Galbro», el nombre de otro personaje de la misma historia.