CAPÍTULO VI
EL MONOPOLIO MONETARIO DEL BCE
Reflexionemos por un momento acerca de la tremenda influencia que el BCE ejerce sobre las vidas de todos los ciudadanos de la Unión Monetaria Europea (UME). En una sociedad libre, ninguna institución llegaría a acaparar semejante poder. Pese a que la inmensa concentración de poder de la era soviética es cosa del pasado, el BCE acapara hoy el control total del ámbito económico. Al tener la facultad de crear dinero, el BCE es capaz de ayudar a moldear el futuro de una sociedad.
Imagine que usted tiene el mismo poder que el BCE y es la única persona que puede crear dinero. Digamos que pudiera imprimir billetes desde su ordenador personal o, mejor aún, que pudiera acceder a su cuenta bancaria por internet e ingresar la suma que se le antojase. Además, todos tendrían que aceptar el dinero que usted creara. Su poder sería comparable al del anillo de Tolkien. ¿Lo usaría? La tentación sería casi irresistible. Podría emplearlo para hacer el bien, pero la consecuencia sería que a usted, a su familia y a sus amigos afluiría un caudal interminable de bienes y servicios a cambio del dinero de nueva creación. Esto haría que los precios tendieran a subir. Si usted quisiera comprar un BMW, le bastaría con crear dinero nuevo. Luego, tendría que ofrecer más por él que la persona que se lo hubiese llevado si usted no hubiera producido el dinero extra. Los precios subirían. Usted se queda con el BMW. Con el dinero, el dueño del concesionario le compra a su esposa un abrigo, lo que hace que los precios de los abrigos suban. Los ingresos del fabricante de abrigos aumentan y este empieza a gastar. Poco a poco, el dinero nuevo se extiende por toda la economía, haciendo que suban los precios y orientando el flujo de bienes y servicios hacia los primeros receptores del dinero nuevo.
Si bien es verdad que el poder de imprimir dinero a placer es casi irresistible, hay que ser cuidadoso y no abusar por varios motivos.
La gente puede oponerse a lo que usted hace e intentar acabar con su poder. Cuando vean que le basta con imprimir dinero y que usted se enriquece mientras ellos se empobrecen, algunos puede que se subleven. Antes de que eso pase, a lo mejor decide usted crear menos dinero. Pero existen otras formas de camuflar esta fuente de malestar y descontento. Podría diseñar una estrategia que ocultase la creación de dinero y crease distracciones. Podría optar por transferir los nuevos fondos a lo largo de varias etapas con un sistema muy intrincado cuyo mecanismo fuera difícil de comprender. (Más adelante veremos cómo el BCE hace esto mismo). También podría intentar convencer a la gente de que lo que usted hace es bueno para todos. Podría asegurar que está ayudando a estabilizar el nivel de precios, o que está intentando estimular el empleo por amor al prójimo. (Estos mismos son, por cierto, los objetivos oficiales del BCE).
Pudiera ser que la gente empezase a decir que usted les gusta y que sin usted el sistema financiero se hundiría. A usted le convendría centrar su argumentación en alguna consecuencia importante del dinero, en lugar de en su producción; diga que usted controla los tipos de interés por el bien de la sociedad. O sea, subraye el efecto de sus políticas (por ejemplo, los cambios en los tipos de interés) y no lo que está haciendo para manipularlos (crear dinero). Diga que usted está bajando los tipos de interés para facilitar la inversión y la creación de empleo. Utilice metáforas: su producción de dinero es el aceite lubricante que la economía necesita para funcionar bien. Desarrolle teorías que apoyen sus acciones. Pague a economistas para que lo apoyen y desarrollen las correspondientes teorías monetarias, aunque sus extravagancias (aviones, coches y fiestas) le cuesten unos cuantos euros (nuevos)[102]. Uno de los argumentos que usted puede plantear es que lo que está haciendo es necesario para evitar un desastroso descenso de los precios. Otro es que el sistema bancario necesita dinero nuevo y de lo contrario se colapsaría, lo cual tendría consecuencias apocalípticas. Habrá conseguido sus objetivos cuando las víctimas y los perdedores de su plan empiecen a creer que usted les está haciendo un bien al producir dinero.
Con todo, tiene que procurar que el dinero que usted cree no altere demasiado la economía. No le conviene que el caos sea muy grande. Usted querrá seguir pudiendo comprar BMWs y disfrutando de los avances tecnológicos. Si la gente empieza a dejar de ahorrar y de invertir por culpa de la inflación, se detendrá la fabricación de coches. Si la incertidumbre crece demasiado, usted tendrá que renunciar a muchas de sus ventajas. Si su dinero de nueva creación causa demasiadas perturbaciones y distorsiones, y estas se manifiestan en forma de ciclos económicos, la productividad se resentirá, y a usted esto no le vendrá bien. Procure que no haya hiperinflación y que el sistema monetario no se hunda. De lo contrario, todos dejarán de aceptar el dinero que usted imprima y se esfumará su poder.
Como señalé antes, a usted le conviene cubrir su rastro. Para ello, levante un complejo sistema financiero que sea difícil de entender. Conceda privilegios a algunos a cambio de su amistad y ayuda eterna. El privilegio consistirá en permitirles participar en su monopolio otorgándoles una especie de franquicia para la creación auxiliar de dinero. Estas personas —que denominaremos banqueros con reserva fraccionaria— no pueden imprimir dinero, pero si mantienen reservas con usted recibirán el privilegio de imprimir sustitutos monetarios (depósitos a la vista, por ejemplo) por valor superior al de sus reservas. Veamos un ejemplo sencillo de cómo funcionaría esta franquicia. Supongamos que usted (el banco central) imprime 100.000 euros para comprarse un BMW. Tras la compra, el dueño del concesionario deposita el dinero en el banco A. El balance del banco A muestra lo siguiente:
Debe | Haber |
Caja 100.000 € | Depósito realizado por el dueño del concesionario de la BMW 100.000 € |
El banco tiene en reserva el cien por cien del depósito que hizo el dueño del concesionario BMW con la intención de mantenerlo a su disposición. De acuerdo con los principios generales del Derecho, la entidad tiene la obligación de custodiar el dinero y de garantizar su plena disponibilidad. En el ejemplo, la oferta monetaria es la suma en efectivo creada por el banco central y que el dueño del concesionario mantiene, mediante un sustituto monetario, en forma de depósito a la vista por un montante de 100.000 euros. Imagine que ahora al Banco A se le concede el privilegio de operar solamente con una reserva del 10% en lugar del 100% de la cantidad entregada en guarda y custodia. Gracias a esto el Banco A podrá comprar activos (préstamos, viviendas, etc.) y pagar con depósitos de nueva creación. O sea, que la entidad puede conceder créditos a otra persona y colocarle el nuevo dinero en su cuenta.
Debe | Haber |
Caja 100.000 € | Depósito realizado por el dueño del concesionario de la BMW 100.000 € |
Préstamo al Sr. Pérez 90.000€ | Depósito al Sr. Pérez 90.000€ |
Por arte de magia, el banco ha creado dinero nuevo por un montante de 90.000 euros que ha traspasado a la cuenta del señor Pérez. Cuando, a continuación, este lo gaste por completo comprando bienes al señor López, las reservas del Banco A habrán descendido hasta los 10.000 euros. El depósito del señor Pérez se esfuma y el Banco A mantiene un coeficiente de caja del 10%. El balance de la entidad no presenta cambios:
Debe | Haber |
Caja 100.000 € | Depósito realizado por el dueño del concesionario de la BMW 100.000 € |
Préstamo al Sr. Pérez 90.000€ | Depósito al Sr. Pérez 90.000€ |
Imaginemos ahora que el señor López es cliente del Banco B, donde deposita los 90,000 euros. Ahora, será esta entidad la que expanda el crédito. Manteniendo un coeficiente de caja del 10%, el Banco B puede conceder un préstamo por un importe de 81.000 euros al señor Rodríguez.
Debe | Haber |
Caja 90.000 euros | Depósito realizado por el señor López 90.000 euros |
Préstamo al Sr. Rodríguez 81.000 euros | Depósito al Sr. Rodríguez 81.000 euros |
Ahora, el señor Rodríguez puede retirar el dinero de su cuenta y dárselo al señor González en pago por la compra de un bien o servicio. Tras esta operación, el balance del Banco B es el siguiente:
Debe | Haber |
Caja 9.000 € | Depósito realizado por el señor López 90.000 € |
Préstamo al Sr. Rodríguez 81.000 € |
El señor González es cliente del Banco C, donde ingresa su dinero (81.000 euros). Con las nuevas reservas en efectivo que recibe, el Banco C crea dinero nuevo para conceder un préstamo a la señora Ruiz. Manteniendo un coeficiente de caja del 10%, el préstamo asciende a 72.900 euros. Esto se refleja así en el balance del Banco C:
Debe | Haber |
Caja 81.000 € | Depósito realizado por el señor González 81.000 € |
Préstamo a la Sra. Ruiz 72.900 € | Depósito a la Sra. Ruiz 72.900 € |
Y de esta manera continuaría el proceso de creación de dinero. Suponiendo que no existe fricción (préstamos no utilizados) y que el coeficiente de caja se mantiene en el 10%, el sistema bancario es capaz de multiplicar por diez el depósito original de 100.000 € (Tabla 1).
El rentable negocio de producir dinero ha sido posible únicamente gracias al privilegio del gobierno, que en este ejemplo es usted. En cierto sentido, es como si el gobierno fuera el jefe del sistema bancario y el Sr. Pérez fuera el propio gobierno. Usted concedió a los bancos el privilegio de crear dinero y, a cambio, los bancos lo financian a usted concediéndole préstamos o comprando bonos emitidos por usted. De hecho, si se obvian todas las maniobras de distracción y las complicaciones, es más fácil pensar que el dueño de la máquina de imprimir billetes —usted (el gobierno)— y el sistema bancario son una única institución. El sistema de franquicia de la banca con reserva fraccionaria potencia el poder de la creación de dinero. A partir de 100.000 euros de billetes de nueva creación, el sistema produjo 1.000.000. Al comprar los bonos que usted emite, los precios de estos suben y su interés baja, y usted se beneficia de los tipos de interés más bajos.
Las conexiones entre los bancos centrales, los banqueros y el gobierno no son superficiales. Forman un grupo elitista que trabaja en equipo. Los banqueros y los políticos raramente se critican unos a otros. Con frecuencia se reúnen para comer y conversar. El gobierno establece su propia máquina de imprimir billetes (llamada “banco central”). El banco central compra gran parte de los bonos emitidos por el gobierno, ayudándolo así a financiarse. El gobierno abona los intereses de estos bonos, lo cual aumenta los beneficios del banco central. A continuación, estos beneficios se transfieren al gobierno. Al vencimiento de los bonos, el gobierno tampoco tiene que pagar el principal, puesto que el banco central compra un bono nuevo con el que se paga el viejo; la deuda se vuelve renovable. El sistema de franquicia entra en juego en un nivel inferior. Los bancos poseen el privilegio de crear dinero, pero también compran deuda pública o la usan como garantía para obtener créditos del banco central. Pero la banca no solo financia al gobierno con el dinero nuevo. Una parte importante de su negocio consiste en conceder préstamos a consumidores y emprendedores. Con todo, el sistema bancario nunca traiciona al gobierno, sino que financia sus deudas y es recompensado por ello por el banco central, que compra bonos directamente del sistema bancario o los acepta como garantía de los nuevos préstamos a la banca.
Al final, el sistema es simple. La máquina de imprimir billetes es fuente de enormes tentaciones. Por ejemplo, la de comprar votos o cumplir cualquier sueño político. Utilizarla provoca un efecto de redistribución que beneficia al gobierno y a los que primero reciben el nuevo dinero, en perjuicio de todos los demás. La maniobra queda convenientemente oculta porque el gobierno separa los flujos de dinero institucionalmente. El banco central es supuestamente “independiente”, pero aun así compra deuda pública y devuelve los beneficios al gobierno. En el sistema de franquicias los bancos participan de las ventajas de la creación de dinero y, a su vez, ayudan a financiar al gobierno. Aunque las conexiones son complicadas, al final todo se resume en que una persona tiene una máquina de imprimir billetes y la usa en beneficio propio.