Andersonville, en Georgia, fue la sede de una prisión militar confederada entre 1864 y 1865, durante la guerra de Secesión. De infausta fama por sus terribles condiciones, más de una cuarta parte de sus prisioneros unionistas, casi trece mil almas, murieron en ella. En 1865 el capitán Henry Wirz, encargado del reclusorio, fue sometido a juicio por un tribunal militar y ajusticiado en la horca.<<