Segunda Sección: Dasein y temporeidad
§ 45. El resultado de la etapa preparatoria del análisis fundamental del Dasein y la tarea de una interpretación existencial originaria de este ente
¿Qué se ha logrado con el análisis preparatorio del Dasein, y qué es lo que se busca? Hemos encontrado la constitución fundamental del ente temático, el estar-en-el-mundo, cuyas estructuras esenciales se centran en la aperturidad. La totalidad de este todo estructural se reveló como cuidado. En el cuidado está contenido el ser del Dasein. El análisis de este ser tomó como hilo conductor lo que anticipadamente fue definido como la esencia del Dasein, la existencia[387]. Formalmente, este término quiere decir lo siguiente: el Dasein es en cuanto poder-ser comprensor al que en tal ser le va este ser como el suyo propio. El ente que es de esta manera lo soy cada vez yo mismo. La elaboración del fenómeno del cuidado proporcionó una mirada al interior de la constitución concreta de la existencia, esto es, a su cooriginaria conexión con la facticidad y la caída del Dasein.
Se busca la respuesta a la pregunta por el sentido del ser en general y, previamente, la posibilidad de una elaboración radical de esta pregunta fundamental[388] de toda ontología. Pero, la puesta al descubierto del horizonte dentro del cual se vuelve inmediatamente comprensible algo así como el ser en general equivale a la aclaración de la posibilidad de la comprensión del ser en general, la cual pertenece, por su parte, a la constitución del ente que nosotros llamamos Dasein[389]. Sin embargo, la comprensión del ser, en cuanto momento esencial del ser del Dasein, sólo podrá ser aclarada en forma radical una vez que el ente a cuyo ser ella pertenece haya sido originariamente interpretado en sí mismo por lo que respecta a su ser.
¿Podemos considerar la caracterización ontológica del Dasein en tanto que cuidado como una interpretación originaria de este ente? ¿Con qué patrón se debe evaluar la originariedad o falta de originariedad de la analítica existencial del Dasein? ¿Qué quiere decir, propiamente, originariedad de una interpretación ontológica?
La investigación ontológica es un posible modo de interpretación [Auslegung], interpretación que fue caracterizada como la elaboración y apropiación de un comprender[390]. Toda interpretación tiene su haber previo, su manera previa de ver y su manera de entender previa. Si como interpretación teorética [Interpretation] ella se convierte en tarea explícita de una investigación, entonces el todo de estos «supuestos», llamado por nosotros la situación hermenéutica, necesita ser previamente aclarado y asegurado en y desde una experiencia fundamental del «objeto» que queremos patentizar. La interpretación ontológica, que debe poner al descubierto el ente en lo que respecta a la constitución de ser que le es propia, se ve obligada a llevar al ente temático, por medio de una primera caracterización fenoménica, al haber previo, al cual deberán ajustarse todos los pasos ulteriores del análisis. Pero, a la vez, éstos necesitan ser dirigidos por la posible manera previa de ver que apunta al modo de ser del ente en cuestión. Haber previo y manera previa de ver bosquejan entonces, al mismo tiempo, el repertorio de conceptos (manera de entender previa) a que deben ser elevadas todas las estructuras de ser.
Pero una interpretación ontológica originaria no demanda, tan sólo, una situación hermenéutica garantizada por su adecuación a los fenómenos, sino que debe asegurarse explícitamente de que ha hecho entrar en el haber previo el todo del ente temático. Asimismo tampoco basta un primer bosquejo, aunque fenoménicamente fundado, del ser de este ente. La manera previa de ver que apunta hacia el ser debe, más bien, alcanzarlo en la unidad de los correspondientes y posibles momentos estructurales. Sólo entonces podrá plantearse y responderse con seguridad fenoménica la pregunta por el sentido de la unidad de la totalidad-de-ser del ente entero.
¿Podemos decir que el análisis existencial del Dasein realizado hasta ahora haya surgido de una situación hermenéutica tal, que garantice la originariedad requerida desde un punto de vista ontológico-fundamental? ¿Se puede, a partir del resultado obtenido —el ser del Dasein es el cuidado—, progresar hacia la pregunta por la unidad originaria de este todo estructural?
¿Qué sucede con la manera previa de ver que ha guiado hasta aquí el procedimiento ontológico? La idea de la existencia ha sido perfilada como un poder-ser comprensor al que le va su ser mismo. Pero, en tanto que cada vez mío, el poder-ser queda libre para la propiedad o impropiedad, o para la indiferencia modal de ellas[391]. Hasta aquí, la interpretación, tomando pie en la cotidianidad media, se ha limitado al análisis del existir indiferente o impropio. Es verdad que por este camino también nos ha sido posible, y hasta necesario, alcanzar una determinación concreta de la existencialidad de la existencia. Sin embargo, la caracterización ontológica de la constitución de la existencia ha adolecido de una falla esencial. Existencia quiere decir poder-ser, pero también, poder-ser propio. Mientras la estructura existencial del poder-ser propio no sea incorporada en la idea de existencia, le faltará originariedad a la manera previa de ver que guía la interpretación existencial.
¿Y qué sucede con el haber previo de la situación hermenéutica en que nos encontramos? ¿Cuándo y en qué forma se ha asegurado el análisis existencial de que, al tomar pie en la cotidianidad, hacía entrar al Dasein entero —a este ente, desde su «comienzo» hasta su «final»— en la mirada fenomenológica tematizante? Hemos afirmado, ciertamente, que el cuidado es la totalidad del todo estructural de la constitución del Dasein[392]. ¿Pero no se renuncia ya en el punto de partida de la interpretación a la posibilidad de poner bajo la mirada al Dasein como un todo? En efecto, cotidianidad es precisamente el ser «entre» el nacimiento y la muerte. Y si la existencia determina el ser del Dasein y la esencia de la existencia está co-constituida[393] por el poder-ser, entonces, mientras exista, el Dasein, pudiendo ser, tendrá siempre que no ser todavía algo. Un ente cuya esencia consiste en la existencia se resiste esencialmente a la posibilidad de ser aprehendido como un ente entero. La situación hermenéutica no sólo no se ha asegurado hasta ahora el «haber» del ente entero, sino que cabe incluso preguntarse si este «haber» es siquiera alcanzable, y si una interpretación ontológica originaria del Dasein no tendrá que fracasar —por el modo de ser del ente temático mismo.
Una cosa se ha vuelto imposible de desconocer: el análisis existencial del Dasein hecho hasta aquí no puede reivindicar para sí la originariedad. En el haber previo estaba siempre tan sólo el ser impropio del Dasein, y éste, en tanto que no entero. Si la interpretación del ser del Dasein, como fundamento de la elaboración de la pregunta ontológica fundamental debe llegar a ser originaria, entonces ella tendrá primero que sacar existencialmente a luz el ser del Dasein en su posible propiedad e integridad[394].
Y así surge la tarea de introducir al Dasein entero en el haber previo. Pero esto significa desarrollar primero, de una vez por todas, la cuestión del poder-estar-entero[395] de este ente. En el Dasein, mientras él es, queda siempre aún algo pendiente que él puede ser y será. Pero a este resto pendiente[396] pertenece el «fin» mismo. El «fin» del estar-en-el-mundo es la muerte. Este fin, perteneciente al poder-ser, es decir, a la existencia, limita y determina la integridad cada vez posible del Dasein. El haber-llegado-a-fin[397] del Dasein en la muerte y, por consiguiente, el estar-entero de este ente, sólo podrá empero ser incorporado en forma fenoménicamente adecuada al examen del posible estar-entero cuando se haya logrado un concepto ontológicamente suficiente, esto es, un concepto existencial, de la muerte. Ahora bien, si hablamos de un modo que sea conforme al Dasein[398], la muerte sólo es en un existentivo estar vuelto hacia la muerte[399]. La estructura existencial de este estar [o ser] se revela como la constitución ontológica del poder-estar-entero del Dasein. Por consiguiente, el Dasein existente entero se deja introducir en el haber previo existencial. ¿Pero puede el Dasein existir entero también propiamente? ¿Cómo deberá entonces determinarse la propiedad de la existencia si no es con vistas a un existir propio? ¿De dónde tomaremos el criterio para ello? Manifiestamente, el Dasein mismo deberá ofrecernos en su ser la posibilidad y el modo de su existencia propia, si es que ésta no ha de serle ónticamente impuesta ni inventada ontológicamente. Ahora bien, el testimonio de un poder-ser propio lo da la conciencia moral[400]. Al igual que la muerte, este fenómeno del Dasein exige una interpretación genuinamente existencial. Ésta nos llevará a ver que en el querer-tener-conciencia se da un poder-ser propio del Dasein. Pero, esa posibilidad existentiva que es el querer-tener-conciencia, tiende, por su sentido de ser, a determinarse existentivamente por medio del estar vuelto hacia la muerte.
Con la exhibición de un poder-estar-entero propio del Dasein, la analítica existencial se asegura la constitución del ser originario del Dasein, pero, al mismo tiempo, el poder-estar-entero propio aparece como un modo del cuidado. Con ello se asegura también el terreno fenoménico adecuado para una interpretación originaria del sentido del ser del Dasein.
Ahora bien, el fundamento ontológico originario de la existencialidad del Dasein es la temporeidad. Sólo desde ella resulta existencialmente comprensible la totalidad estructural articulada del ser del Dasein en tanto que cuidado. La interpretación del sentido del ser del Dasein no puede detenerse en esta averiguación. El análisis tempóreo-existencial de este ente necesita de la comprobación concreta. Las estructuras ontológicas del Dasein ya alcanzadas tienen que ser retrospectivamente puestas al descubierto en su sentido tempóreo. La cotidianidad se revela como modo de la temporeidad. Mediante esta repetición del análisis fundamental preparatorio del Dasein, se volverá, a la vez, más transparente el fenómeno mismo de la temporeidad. Desde ella se hace entonces comprensible por qué el Dasein, en el fondo de su ser, es y puede ser histórico, y por qué puede, en cuanto histórico, desarrollar un saber histórico[401].
Si la temporeidad constituye el sentido originario del ser del Dasein, y si a este ente en su ser le va este mismo ser, entonces el cuidado tendrá que hacer uso del «tiempo» y, por consiguiente, contar con «el tiempo». La temporeidad del Dasein desarrolla el «cómputo del tiempo». El «tiempo» experimentado en éste es el aspecto fenoménico inmediato de la temporeidad. De él brota la comprensión cotidiana y vulgar del tiempo. Y ésta se despliega en el concepto tradicional del tiempo.
El esclarecimiento del origen del «tiempo» «en el que» comparece el ente intramundano, del tiempo como intratemporeidad, pone de manifiesto una esencial posibilidad de temporización de la temporeidad. Con esto se prepara la comprensión para una temporización aun más originaria de la temporeidad. En ella se funda la comprensión del ser que es constitutiva del ser del Dasein. La proyección de un sentido del ser en general se puede llevar a cabo en el horizonte del tiempo[402].
La investigación contenida en la presente sección recorre, pues, los siguientes estadios: la posibilidad del estar-entero del Dasein y el estar vuelto hacia la muerte (capítulo 1); la atestiguación por parte del Dasein de un poder-ser propio y la resolución (capítulo 2); el poder-estar-entero propio y la temporeidad como sentido ontológico del cuidado (capítulo 3); temporeidad y cotidianidad (capítulo 4); temporeidad e historicidad (capítulo 5); temporeidad e intratemporeidad como origen del concepto vulgar del tiempo (capítulo 6)[403].