PRÓLOGO A LA CUARTA EDICIÓN
Esta cuarta edición no la debo por cierto a los críticos sino a los lectores. Quiero creer que éstos estuvieron siempre más cerca que aquéllos de mi intención más honda y más sincera. En realidad, mientras los críticos vapulearon casi unánimemente un tratado de sociología que nunca pretendí escribir, los lectores, en cambio, demostraron interesarse por un libro que es, sobre todo, testimonio y preocupación personales. Confieso que este durable eco ha representado para mí una de las mayores satisfacciones de mi vida literaria, y hoy me sirve para compensar el ácido recuerdo de algunas frases agraviantes que en 1960 me dedicaron algunos comentaristas.
Sé que éste es un libro lleno de imperfecciones y rengueras, pero en cierto sentido me importa más que otras obras, definidamente literarias, que he publicado. Sobre esto le debo una explicación al lector: me importa más, porque en realidad este libro es el reflejo de una estupefacción muy particular, y también porque la simple operación de escribirlo contribuyó a aclarar algunas de mis dudas y me ayudó a tomar decisiones.
Todo ello justifica que ahora, al encarar la posibilidad de esta cuarta edición, me resista a efectuar el menor cambio en el texto original. Si, por una parte, no creo que sea honesto corregir retroactivamente aquellas afirmaciones que el tiempo se ha encargado de rectificar, por otra, tampoco quiero enfatizar ciertas opiniones, o ciertos aspectos de la crisis moral denunciada, que ese mismo tiempo ha ido confirmando. O sea que el libro sigue siendo la misma rebanada que corté para el lector, y para mí mismo, en junio de 1960. Sólo al margen de ella, y en carácter parcial actualización, he agregado una Posdata 1963, que en realidad es la versión grabada de una charla que di en la sede del Partido Socialista en mayo de este año.
Noviembre 1963.
M. B.