PRÓLOGO
Realmente tienen las obras de la divina arte no sé qué de primor como escondido y secreto, con que, miradas unas y otras muchas veces, causan siempre un nuevo gusto.
J. JOSÉ DE ACOSTA, S. J.
(Historia natural y moral de las Indias)
CUANDO SALÍ, por primera vez, del campo de concentración de Vernete y llegué a Toulouse, en los últimos meses de 1940, encontré en mi maleta un cuaderno que no había puesto allí.
Jacobo había desaparecido días antes y no se sabía nada de él, ni, según supe luego, se volvió a tener noticias suyas. Jacobo era un cuervo amaestrado cuya mayor habilidad consistía en posarse en las tapaderas de las tinas repletas de las evacuaciones, propias y ajenas, que llevábamos a vaciar y limpiar al río, con regularidad y constancia dignas de mucha mejor causa. Paseábase luego, dándose importancia, entre los barracones y aun volaba del A al B y al C, cuarteles que nos dividían al azar, aunque en principio correspondiera el primero a los denominados detenidos «políticos», el último a los delincuentes comunes y el otro a la morralla de las más variadas índoles: judíos, españoles republicanos, algún conde polaco, húngaros indocumentados, italianos antifascistas, soldados de las Brigadas Internacionales, vagos, profesores, etc.
Ignoro quién colocó aquel cuaderno en mi equipaje. Yo no tenía relaciones personales con Jacobo. Estas páginas dieron vueltas por el mundo, en un ídem, al azar de mis azares, y si las doy ahora a la imprenta es únicamente como curiosidad bibliográfica y recuerdo de un tiempo pasado que, a lo que dicen, no ha de volver, ya que es de todos bien sabido que se acabaron las guerras y los campos de concentración.
Es evidente que el propósito de Jacobo fue escribir un tratado de la vida de los hombres, para aprovechamiento de su especie. Por lo visto no tuvo tiempo de acabarlo; o no se trata más que del borrador del libro publicado en lengua corvina. El índice, que va al frente del cuaderno, promete más de lo que el texto da; lo que no es, por otra parte, achaque puramente corvino: el que no haya trazado índices sin mañana, que levante la mano.
DESCRIPCIÓN DEL MANUSCRITO: 34 páginas de un cuaderno de 48, tamaño 18 x 24, escritas con letra extraña (véase facsímil), no muy difícil de descifrar. Las cubiertas son de color rosa y llevan impresas atrás la tabla de multiplicar. Al frente se lee L’Incomparable, y, abajo, 48 pages.
CRITERIO GENERAL PARA ESTA EDICIÓN (siguiendo, como es natural, las Disquisiciones, de Cuervo):
Sobre el proceso de las sustituciones ver los MSS. de la catedral de Sevilla.
SIGNOS COPULATIVOS: El ángulo se imprime E.
ABREVIATURAS: Se han deshecho en cuanto me ha sido posible.
Doy las más expresivas gracias a Su Excelencia, monsieur Roy, ministro del Interior, socialista como yo, que en 1940 tuvo a bien ayudarme a dar con el manuscrito y me proporcionó tiempo y solaz necesario, y aún alguno de más, para descifrarlo.
J. R. B.
Marsella, julio de 1946.