Este es el final

Ça va monsieur? Tout va bien?

El jefe del SDECE movió una mano, para tomar una e Brigitte, que apretó suavemente.

—Esto no podré pagártelo nunca, Brigitte.

—En efecto, porque sólo tiene usted una vida.

—Que ahora es de usted.

—Tonterías… ¿Qué haría yo con su vida, Monsieur?? Me conformo con la mía.

—Es una inteligente actitud —sonrió Nez, mirando las flores que Brigitte había dejado en su cama de la clínica privada del SDECE—… ¿Han quedado solucionados… todos los problemas?

—Absolutamente todos. Su suplantador tenía razón: había una carta que significaba mi vida o mi muerte. Fue muy astuto: escribió una carta dirigida a nombre de Gerard Noisy, a la dirección de la casa de Marsella, y cuyo remitente era un agente de la MVD, conocido de él, que estaba trabajando normalmente en Marsella. Si cuando un amigo suyo cursase la carta, él estaba vivo y en la casa, diría ser Gerard Noisy y se haría cargo de la carta. Pero, si a él le había ocurrido algo, nadie recogería la carta a nombre de Noisy, y entonces la carta iría a parar a manos del remitente, es decir, el agente soviético que, sin saber de qué iba el asunto, se encontraría con una carta que él no había enviado, pero en la que constaba como remitente. Naturalmente, abriría la carta, y entonces vería dentro un papel, en el que, en ruso, simplemente ponía: Brigitte Montfort, residente en Nueva York, es la agente Baby… Y de este modo, la MVD habría sabido quién era yo.

—Pero no lo sabe —exclamó Monsieur Nez.

—Santo cielo, no… ¡Ni lo sabrá! A menos que a usted vuelvan a cazarlo los rusos, Monsieur

—Lo siento de veras… Creo que tendré que adoptar… más medidas de seguridad.

—No se torture; a cualquier espía puede pasarle lo mismo que a usted.

—Supongo que sí. Respecto al plan ZCZ 7.000…

—¿Qué plan? —se sorprendió Brigitte.

—Bueno, el plan que…

—No sé de qué me habla, Monsieur. Es cierto que cierto caballero fue tan amable de decirme en qué consistía cierto plan, pero no recuerdo en qué consiste. A decir verdad, no sé nada de nada.

—Sin embargo, ese plan existe, y Estados Unidos y la CIA forman parte de él.

—Estoy un poco sorda —sonrió la divina espía—. Esta semana de espera, mientras sus muchachos del SDECE aguardaban en la casa de Marsella para hacerse cargo de la carta que yo estaba convencida de que llegaría, yo he estado tomando el sol, y nadando… Y me parece que me ha entrado en los oídos una gran cantidad de mar Mediterráneo.

—¿Ha estado usted por el Mediterráneo? ¿Dónde?

—Adivine, adivine… Una isla, el sol, el mar…

—Ha estado en Malta, con Número Uno…

—Como le digo, Monsieur —Brigitte se hurgó graciosamente una orejita—, me ha entrado tanto Mediterráneo en los oídos, que no oigo nada…

FIN