II. Juicio sobre la relación de la física democrítea y la epicúrea

Para poder apreciar la diferencia general entre mi punto de vista y las opiniones anteriores, basta con examinar rápidamente los juicios de los antiguos sobre la relación de la física de Demócrito y la de Epicuro.

El estoico Posidonio, Nicolás y Soción censuran a Epicuro por haber dado como de su propiedad la doctrina democrítea sobre los átomos y la de Aristipo sobre el placer[1]. El académico Cotta pregunta en Cicerón: «¿Qué hay, por cierto, en la física de Epicuro que no pertenezca a Demócrito? Él modificó, en efecto, algunos detalles, pero en general no hace más que repetirlo»[2]. Y Cicerón mismo dice: «En la física, a propósito de la cual mayormente se vanagloriaba, Epicuro no es más que un simple advenedizo. La mayor parte de ella pertenece a Demócrito; cuando se separa de él o quiere corregirlo, lo altera y lo desfigura»[3]. No obstante, si bien muchos autores reprochan a Epicuro haber expresado injurias contra Demócrito, Leoncio, según Plutarco, afirma, al contrario, que Epicuro estimaba a Demócrito puesto que éste, antes que él, había profesado la verdadera doctrina y descubierto con anterioridad los principios de la naturaleza[4]. En el tratado De placitis philosophorum se dice que Epicuro practicó la filosofía según Demócrito[5]. Plutarco, en su Colotes, va más lejos. Al comparar sucesivamente a Epicuro con Demócrito, Empédocles, Parménides, Platón, Sócrates, Estilpón, los cirenaicos y los académicos, se esfuerza en probar «que de toda la filosofía griega Epicuro se ha apropiado lo falso y no ha comprendido lo verdadero»[6], y el tratado De eo quod secundum Epicurum non beate vivi possit abunda en insinuaciones malévolas del mismo género.

Esta opinión desfavorable de los autores antiguos se vuelve a hallar en los padres de la Iglesia. Cito en nota sólo un pasaje de Clemente de Alejandría[7], uno de los padres de la Iglesia, que merece particular mención a propósito de Epicuro, porque al interpretar las palabras en que el apóstol Pablo pone a los fieles en guardia contra los filósofos en general, formula una advertencia frente a la filosofía de Epicuro, ya que éste no se ha permitido fantasear[8] ni una sola vez sobre la providencia. Pero el hábito ya aceptado de acusar a Epicuro de plagio aparece en su forma más sorprendente en Sexto Empírico, quien pretende[9] convertir algunos pasajes absolutamente inadecuados de Homero y Epicarmo en las fuentes principales de la filosofía epicúrea.

Es sabido que, en conjunto, los autores modernos sostienen también que Epicuro, como filósofo de la naturaleza, es un simple plagiario de Demócrito. Las palabras siguientes de Leibniz pueden representar aquí, en general, la opinión de aquéllos: «De ese gran hombre (Demócrito), casi no sabemos más que lo que le ha tomado Epicuro, quien no era capaz de escoger siempre lo mejor»[10].

Así, pues, mientras Cicerón reprocha a Epicuro por desvirtuar la doctrina de Demócrito, mas le deja, por lo menos, la voluntad de mejorarla y el discernimiento de ver sus defectos[11]; en tanto que Plutarco lo acusa de inconsecuencia y de inclinación predeterminada hacia lo peor y llega hasta a sospechar de sus intenciones, Leibniz le niega aún la aptitud de extraer con destreza los pasajes de Demócrito.

Sin embargo, todos concuerdan en decir que Epicuro ha tomado su física de Demócrito.