CAPÍTULO 6

Mai empezaba a pensar que el mejor lugar para estar ahora mismo era en su casa y no en una habitación a solas con dos hombres que tenían testosterona suficiente como para hundir el Titanic.

Esos dos eran como una deliciosa y masculina apisonadora cuyos mandos pasaban de unas manos a otras y amenazaba con aplastarla con su presencia. Juraría que estaban jugando con ella a poli bueno y poli malo; mientras uno la presionaba, el otro fingía apoyarla, empujándola al mismo tiempo a cooperar.

Tenía que admitir que la situación era tan absurda como divertida y también, muy, pero que muy caliente. Esos dos formaban un tándem de lo más extraño. Tan moreno uno como rubio el otro, sus diferencias eran claras. Mientras Casio era una montaña de hombre, con una envergadura y musculatura digna de la WWE, Wolf era más delgado, con una complexión fibrosa y un aire de elegancia que le recordaba al lobo al que homenajeaba su nombre. Él era el poli malo, el que empujaba, el que la acechaba y la acusaba. Casio era su apoyo y el poli bueno, su presencia la envolvía, le ofrecía una imaginaria seguridad que la hacía más receptiva a responder a sus preguntas.

Juntos formaban un equipo increíblemente bueno, su complicidad era perfecta, completándose el uno al otro y, de manera absurda, empezó a preguntarse si serían igual en la cama.

Ahora sí que he perdido la cabeza por completo.

No estaba allí para fantasear con el sexo y mucho menos con el que podría obtener de dos hombres como aquellos, miembros de un club erótico en el que lo más clásico era un empotramiento contra la pared.

No, estaba allí para conseguir pruebas que hicieran que Ellie abriese los ojos de una buena vez.

—Por enésima vez, no soy detective privado, ni una esposa vengativa, ni una novia celosa… —enumeró con un resoplido. Había pasado la línea de la paciencia y, cuanto más insistían, más se irritaba.

—Pero tampoco eres miembro del Triple Trouble, has entrado como invitada…

Miró a Wolf, quién se había inclinado sobre ella, buscando sus ojos.

—Quizá deba preguntarle a la pareja a la que estabas espiando…

—No les estaba espiando.

—…y preguntarles a ellos.

Resopló, ¿por qué tenía que ser tan sexy e irritante?

—No.

Sus labios se curvaron en una divertida y sonrisa. Ese hombre era demasiado seguro de sí mismo para su propio bien.

—Sabemos que no eres una delincuente, encanto, pero tienes que admitir que tu manera de actuar resulta sospechosa —añadió Casio a sus espaldas.

Puso los ojos en blanco y ladeó la cabeza para mirarle.

—¿Sospechosa? ¿En serio? —resopló y señaló la puerta que llevaba a la sala principal del club—. ¿Habéis visto bien lo que estaba ocurriendo? Creo que hay cosas mucho más sospechosas ahí dentro…

—Desde mi punto de vista no hay nada sospechoso en un club erótico privado y sí bastante en el que alguien se cuele solo para sacar unas fotografías con el móvil a una pareja —insistió Wolf, quién no parecía dispuesto a ceder ni un solo segundo—. ¿O acaso te va el voyerismo?

Enarcó una ceja y se llevó las manos a la cadera, tocando la tela del disfraz, recordando la guisa que tenía. Al contrario que ellos, los cuales no seguían el código de vestimenta de la fiesta, ella seguía embutida en ese vestidito indecente.

—¿Y a ti los interrogatorios?

Escuchó una risita a su espalda, Casio parecía estar pasándolo muy bien.

—De hecho, sí —contestó Wolf acercándose todavía más a ella, deslizando la mirada con abierta sensualidad, sin ocultar el hecho de que la encontraba atractiva—, pero suelo llevarlos a cabo en otro tipo de circunstancias, unas mucho más… eróticas.

Tragó, sintió como el calor la inundaba inmediatamente y no pudo evitar apretar los muslos.

Dios, ese hombre la aceleraba tan solo con sus palabras, su voz era tan demandante que estaba segura de que, si ahora le dijese que saltase con ese tono grave, lo haría.

—¿No me digas?

Demonios, ¿qué le pasaba? ¿Por qué lo desafiaba de esa manera?

Los ojos claros del hombre se entrecerraron sobre ella, su mirada era penetrante y muy sensual.

—Dímelo, Mai —pronunció su nombre con una cadencia que la hizo estremecer—, dime porqué debería devolverte el móvil y dejar que te marches ahora mismo.

No pudo evitar temblar, notó como su sexo se humedecía al instante y sintió la imperiosa necesidad de retroceder, de alejarse de Wolf, porque la alternativa era darle con algo en la cabeza y dudaba que se atreviese a tanto.

—Habla, dulzura, díselo —escuchó al mismo tiempo la voz de Casio, la cual le provocó otro escalofrío—, dinos lo que queremos saber.

Si Wolf la ponía nerviosa con su presencia y ese tono de voz que la derretía y empujaba a obedecer sus órdenes, Casio la descolocaba por completo con su actitud despreocupada y esos inesperados momentos de apoyo. El hombre era, además, realmente atractivo, de una forma más luminosa que Wolf.

Se lamió los labios, cerró los ojos y dejó escapar un agotado suspiro. La única manera que tenía para salir de esta era decir la verdad.

—Es el novio de mi prima —murmuró con un mohín—, y es un completo gilipollas, cosa que ella se niega a ver.

—Esa es la excusa que ponen la mayoría de las mujeres hacia los hombres que nos les caen bien, querida.

Fulminó a Casio con la mirada.

—Como también es típico de los hombres solaparse entre ellos.

—Mai, la verdad.

Se giró para encontrarse con los ojos de Wolf fijos en ella.

—Os he dicho la verdad —rezongó—. Ese Neanderthal de ahí fuera es el novio de mi prima, lleva casi un año viviendo con ella. Un año en el que el hijo de puta ha estado visitando el club, a juzgar por los pagos puntuales de su membresía. Por no mencionar el pequeño detalle de que me ha estado acosando desde el primer día en que Ellie me lo presentó y ella es tan estúpida y está tan enamorada que no ve lo que tiene delante de sus narices.

Acabó soltándolo todo de carrerilla, enfadándose consigo misma ante la realidad que había en esas palabras.

—Y, obviamente, yo soy lo bastante estúpida como para preocuparme por una persona, a la que quiero como a una hermana, a pesar de que ella no cree una sola de mis palabras con respecto a ese idiota. Tan tonta que no he dudado en venir a este lugar, sabiendo que me estaba metiendo en terreno fangoso, solo para obtener pruebas de que ese mentecato le está poniendo los cuernos desde antes de que el hombre inventase la rueda.

Wolf le sostuvo la mirada durante un momento más, algo en sus ojos cambió, así como la manera en que la observaba. De repente, su fija atención decreció, la ignoró y sacudió la cabeza.

—Sí, eres estúpida —declaró entonces en voz alta, sorprendiéndola con el tono crítico que adoptó su voz.

—Wolf… —Un aviso de parte de Casio.

—Lo suficiente como para querer ayudar a una persona que debería abrir los ojos por sí misma —continuó sin más. Entonces se llevó la mano al bolsillo superior, sacó el móvil y se lo devolvió—. Yo que tú, no conservaría muchas esperanzas de que me creyese, ni siquiera con pruebas gráficas. El amor hace que la mayoría de la gente se vuelva cegata y no vea la verdad que ven todos los demás… hasta que ya es demasiado tarde.

Y la manera en que lo decía, la amargura que subyacía en su voz, le dijo a Mai que estaba hablando por experiencia.

—Sigue ocultándote tras la máscara y vete, pequeña Mai —le dijo, resbalando los dedos sobre su mejilla en una suave caricia—. El Triple Trouble no es lugar para almas tan nobles.

Dicho aquello, bajó sobre ella y le acarició los labios en un breve beso para luego darle la espalda y marcharse, dejando a Casio maldiciendo en voz baja.

—Y elige precisamente este momento para meter la cabeza en el culo —chasqueó y se giró hacia ella—. Le gustas… le gustas demasiado y posiblemente tenga razón. Eres demasiado cálida y luminosa para este mundo, bajo esa máscara… No, no se esconde el pecado.

Mai se quedó sin palabras, no sabía cómo reaccionar a sus palabras o a la sensación que le había provocado el beso de Wolf.

Tenía que estar perdiendo la cabeza por completo, porque el beso de ese hombre la había dejado anhelante y temblorosa.