CAPÍTULO 3
—Si has perdido algo, quizá pueda ayudarte.
Mai dio un respigo, girándose de golpe a punto de perder el equilibrio si Casio no la hubiese sujetado.
—Cuidado, gatita.
Su azoramiento le pareció tierno y sexy, esos enormes ojos, que ahora veía eran de un castaño claro, se abrieron desmesuradamente y se vio obligada a levantar la cabeza para mirarle a él y luego a su acompañante.
—Lo siento… me habéis sobresaltado —respondió alternando la mirada de uno a otro—, err…
—Soy Wolf y él es Casio. —Se presentó, señalando a su amigo, quién se había inclinado sobre ella para apartarle un mechón de la cara—. Parecías un poquito perdida…
—¿Solo un poquito? —replicó y, al darse cuenta de que lo había hecho en voz alta, se sonrojó.
—No te preocupes, ni siquiera se te ha notado.
Esos labios se curvaron lentamente en una especie de sonrisa, cambió el peso de uno a otro pie y permaneció entre ellos a pesar de que era palpable su nerviosismo.
—Tú ya sabes nuestros nombres, pero todavía no he escuchado el tuyo —le recordó, inclinándose hacia ella sin llegar a moverse. Su presencia la descolocaba—, y me gustaría poder dirigirme a ti apropiadamente…
—Mai —respondió. No pudo evitar una sonrisa al ver como las palabras habían vertido de sus labios voluntariamente—, Mai O´Connor.
—¿Y qué te ha traído hasta el club, pequeña Mai? —Hizo la pregunta de manera despreocupada, dándole su espacio, dejando que se acostumbraba a su presencia.
—Pues tú seguro que no…
La inesperada y sincera respuesta lo dejó descolocado e hizo que Casio soltase una carcajada.
—Y a eso le llamo yo, sinceridad en estado puro —aseguró su amigo entre risas—. Además de sexy, refrescante… una combinación interesante.
Su mirada vagó de uno al otro y, muy sutilmente, empezó a retroceder.
—Sí, bueno… gracias, creo —murmuró y dio un nuevo paso atrás—. Si me disculpáis, tengo… algo que hacer.
Y, sin esperar una sola palabra, se escurrió entre ellos para mezclarse al momento con el resto de los miembros del club.
—¿Soy yo o acaba de dejarnos con un palmo de narices? —preguntó su amigo con gesto divertido.
Su sorpresa no podía ser mayúscula.
—Lo ha hecho —aceptó entrecerrando los ojos al tiempo que la seguía con la mirada—. Esa gatita me ha ignorado y nos ha despachado.
Su diversión no podía ser mayor. Por regla general no tenía ningún problema para conseguir una mujer, solo tenía que elegir y en un abrir y cerrar de ojos era suya. Si le ponía trabas o le daba mucho trabajo, sencillamente la ignoraba y pasaba a la siguiente, pero ella… No, a ella la deseaba y punto.
—Te ha pinchado el ego, amigo.
Hizo una mueca, entrecerró los ojos y chasqueó la lengua.
—A la mierda mi ego —rezongó y señaló en la dirección en que se había ido ella con un golpe de la barbilla—. Peores cosas le han hecho en los últimos años, ella sencillamente… Demonios. ¿Has visto la forma en la que se mueve? Está nerviosa, no encaja y sin embargo… ha sido capaz de darme con un no en las narices.
Casio sonrió de soslayo.
—Tiene un aire de dulzura y timidez que no encajan con el Triple Trouble y eso, amigo mío, la hace realmente interesante.
Asintió y le dio una palmada en el brazo.
—Lo suficiente como para desear ver que más hay debajo de esa dulce fachada.
Su amigo se frotó la barbilla.
—Parece que esta va a ser una noche realmente interesante.