Primer acto

Las mariposas

(Una colina. Muchas flores y cojines de colores brillantes. En el centro una mesa pequeña o una barra con asientos altos y vasos de colores con refrescos y pajas.)

VAGABUNDO: Digo… digo. Está bastante bien. Paraíso… eso es lo que es… ¡Paraíso! ¡Y no huele bien!

(CLYTIA entra corriendo seguida por OTTO)

OTTO: Te quiero, Clytia.

(Salen)

VAGABUNDO: ¡Mariposas! Eso es lo que son. Mariposas que juegan. Me gustaría quedarme aquí y observarlas si no estuviera tan… Que más da; me pueden echar de una patada si quieren. Me tumbaré aquí cómodamente. ¡Por mi honor que lo haré! (Coge los cojines y los arregla). (Somnoliento). Muy bien… eso es; muy bien. (Entra FELIX, mariposa poeta)

FELIX (En éxtasis): ¡Iris! ¡Iris! ¿Dónde estás, Iris? ¡Si pudiera hallar una rima para ti!

Todo lo que deseo Iris bella…

No, eso es de lo más vulgar.

La estrella a que mis pensamientos van Iris, Iris, radiante Iris…

Esta no es mejor que la otra. Lo sé. Me rechazará y entonces compondré un exquisito lamento. Por ejemplo:

Si al menos estuvieras enferma,

¡dura Iris!,

entonces podría ablandarte con mis dulces preguntas…

(Risas detrás)

¡Escucha! ¡Iris! (Se pone a un lado, escondiendo la cara entre las manos.)

(Entra IRIS, seguida por VICTOR)

IRIS: ¿Qué haces tan solo, Félix? ¿Y tan pintorescamente apesadumbrado?

FELIX: ¿Eres tú, Iris? No creía…

IRIS: ¿Por qué no estás allá? Hay tantas mariposillas…

FELIX: Sabes muy bien, Iris…, que no me interesan.

IRIS: Pobrecillo, ¿por qué no?

VICTOR (Conquistador): Quieres decir que aún no te interesan.

FELIX: Que ya no me interesan.

IRIS: ¿Oíste eso, Víctor? Bonita cosa decir eso delante de mí. Venga usted aquí, maleducadito. Siéntate a mi lado… No, a mi lado. Bien cerca. No le llamarás cerca a eso ¿no? Dime tesoro, ¿de verdad que ya no te interesan las mujeres?

FELIX: No… estoy harto de ellas.

IRIS (Con un suspiro): Oh, los hombres… sois unos cínicos tan grandes. Os divertís todo lo que podéis y después decís (Imitando.) «Estoy harto de ellas». Es horrible ser mujer…

VICTOR: ¿Por qué?

IRIS: Nosotras nunca nos cansamos de amar. ¿Tienes un pasado tremendo, Félix? ¿Cuándo te enamoraste por primera vez?

FELIX: No sé. Se me ha olvidado. Hace tanto tiempo ya. Aún iba a la escuela.

VICTOR: Ah, aún eras una crisálida. Engullendo hojas.

IRIS: Una crisalidita monísima. ¿Y ella era morena y guapa?

FELIX: Tan bella…

IRIS: ¿Como qué?

FELIX: Tan bella como tú.

IRIS: ¿Y ella te amaba?

FELIX: No sé. Nunca le hablé.

IRIS: Santo cielo, ¿qué le hiciste entonces?

FELIX: La miraba de lejos.

VÍCTOR: ¿Sentado en una hoja verde?

FELIX: Y le escribía poemas, cartas… escribí mi primera novela.

VICTOR: Es aterrador el número de hojas que puede estropear una crisálida.

IRIS: No seas antipático, Víctor. Mira, tiene los ojos llenos de lágrimas.

VICTOR: ¿Lágrimas? Pobre niñito llorón.

FELIX: No son, no son.

IRIS: Déjame ver, mírame fijamente a los ojos.

VICTOR: Uno, dos, tres, cuatro… ¡Ah!, ya sabía que no aguantaría nada más.

IRIS: ¿De qué color tengo los ojos, Félix querido?

FELIX: Azules… como el cielo.

IRIS: Los tuyos son pardos, dorados. No me gustan los ojos azules, son fríos. La pobre Clytia tiene ojos verdes, ¿no? ¿Te gustan los ojos de Clytia, Félix?

FELIX: ¿De Clytia? No sé… Sí… tiene ojos bonitos.

IRIS: Bueno, ¡pero tiene las piernas gordísimas! Vosotros, los poetas, entendéis tan poco de mujeres.

VICTOR: ¿Has leído el último poema de Félix? Salió en la Antología de Primavera.

IRIS: Anda, léemelo corriendo.

FELIX: No, no, no le dejo que te lo lea. Es malo… es viejo… Hace mucho que he salido de esa etapa.

VICTOR: Se llama «La Vida Eterna».

FELIX: Pero no lo leas, ¿eh?

VICTOR (Lee):

Nada hay verdadero. La tierra y el cielo ya eran falsos cuando los crearon.

Y tú y yo seguramente estaremos echados cuando el amor sea consumado.

IRIS: Es bueno, ¿verdad Víctor? ¿A ti que te parece? ¿Qué quiere decir consumado, Félix?

VICTOR: Del latín «consummare». Quiere decir que el amor ha… ejem… ha alcanzado su objetivo.

IRIS: ¿Qué objetivo?

VICTOR: Bueno… el normal, el de siempre.

IRIS: ¡Qué horror, Félix! ¡Qué fuerte es eso! Me das miedo. ¿Y el latín es siempre así de inmoral?

FELIX: No, Iris. Es un poema malísimo.

IRIS: ¿Malo? ¿Por qué?

FELIX: No hay en él una verdadera pasión.

IRIS: Víctor, puedes ir a buscarme el abanico que está en el jardín.

VICTOR: ¡Cómo no!, no quiero molestar. (Sale)

IRIS: De prisa, Félix, dime la verdad. A mí me lo puedes decir todo.

FELIX: Iris, Iris… ¿cómo puedes aguantarle? A ese presumido mentecato, a ese sátiro de sombrero de seda.

IRIS: ¿A Víctor?

FELIX: Sólo piensa impurezas del amor, de ti, de todo.

IRIS: Pobre Víctor… es tan tranquilizador. No, Félix, háblame de poesía. Me gusta la poesía…

«ya eran falsos cuando los crearon»

Félix, eres listísimo…

«cuando el amor sea consumado»

Dime, Félix, ¿los poetas sois enormemente, impresionantemente apasionados, no?

FELIX: Iris, hace mucho que ya no tengo nada que ver con lo que decía en ese poema.

IRIS: Si esa palabra latina no fuese tan fuerte. Yo puedo aguantar cualquier cosa, cualquier cosa, pero siempre que no tenga un nombre feo. Félix, tienes que ser tierno y delicado con las mujeres. Si te dejara que me besases, no me llamarías algo feo, ¿no?

FELIX: Iris, yo no me atrevería a besarte.

IRIS: Sé valiente, pequeño. Los que se acobardan nunca van a ningún lado. Dime, ¿a quien le escribiste ese poema? ¿A Clytia?

FELIX: No, no, no.

IRIS: ¿Y entonces a quién?

FELIX: Te juro que a nadie; o mejor, a todas las mujeres del mundo.

IRIS: ¡Dios santo! A todas las mujeres del… Félix eres un tipo terrible. Pero me tienes que decir una cosa… ¿quién es tu (Susurrando.) niña ahora?

FELIX: ¿No se lo dirás a nadie, de verdad, de verdad?

IRIS: No.

FELIX: No tengo ninguna.

IRIS: ¿Qué?

FELIX: Aún no… te lo juro. (Con gran sencillez)

IRIS: ¡Qué cuento! ¿A cuántas mujeres les has contado eso? Te veo, Félix. Eres un hombre peligroso.

FELIX: Iris, querida, no te rías de mí. He tenido experiencias terribles… en mi imaginación. Desengaños horribles. Amores sin número… pero sólo en mis sueños. Los sueños son la vida de un poeta. Conozco a todas las mujeres, y no he conocido ni a una siquiera… te lo juro, Iris.

IRIS: ¿Entonces por qué dices que estás cansado de ellas?

FELIX: Oh Iris, uno siempre se burla de aquello que más desea.

IRIS: ¿Quieres decir mujeres morenas? ¿Quieres a Clytia… la gatita?

FELIX: No… sueños, sueños eternos.

IRIS: Tienes unos ojos tan apasionados, Felix. Eres impresionantemente listo. ¿Qué estabas pensando ahora?

FELIX: En ti. La mujer es un acertijo.

IRIS: Adivínalo, entonces. Pero no demasiado a lo bruto, por favor.

FELIX: No puedo leer en las profundidades de tus ojos.

IRIS (Enfadada): Ah, bueno, entonces mira a otro lado.

FELIX: Iris, yo…

IRIS: Estoy muy rara hoy. ¡Qué rabia ser mujer! Me gustaría ser hombre… besar, tentar, vencer. Ay, Félix, sería un hombre tan temiblemente apasionado. Me apropiaría de todo aquello que quisiera, brutalmente, salvajemente. ¡Qué pena que no seas tú una chica! Vamos a hacer como si tu fueras una chica, ¿eh? Tu eres Iris y yo soy Félix.

FELIX: No Iris…, ser Félix es demasiado peligroso. No te puedo dejar. Ser Félix es desear algo, desear algo, desear algo…

IRIS (En un susurro): Oh, Félix, algo no… ¡todo!

FELIX: Hay algo aún más grande que desearlo todo.

IRIS: ¿Sí? ¿Qué?

FELIX: Desear lo imposible.

IRIS (Fría y enfadada): Ah, claro, tienes toda la razón… ¿Qué la pasará a Víctor que tarda tanto? ¿No te importaría ir a buscarlo?

FELIX: Iris, ¿te he ofendido en algo? ¿He hablado demasiado?

IRIS: No, yo no diría que demasiado.

FELIX: Desear lo inalcanzable. Iris, fue una locura hablar así contigo.

IRIS: O por lo menos poco correcto. La verdad, sabes, eres bastante bruto, pequeño. Cuando estás en compañía de una mujer no debieras actuar como si estuvieras suspirando por algo que no está allí.

FELIX: Lo inalcanzable está allí.

IRIS (Mirando alrededor): ¿Dónde?

FELIX: Tu imagen, Iris.

IRIS: ¿Mi imagen? ¿Te has enamorado de mi imagen? Mira, mi imagen te ha oído. Bésala inmediatamente.

FELIX: Es tan inalcanzable como tú.

IRIS: ¿Yo inalcanzable? ¿Cómo lo sabes?

FELIX: Si no lo supiera no te querría.

IRIS: ¿Pero es que hay que estar siempre distante?

FELIX: No hay verdadero amor que no sea lejano.

IRIS: ¿Tú crees? Y entonces eso de

«Seguramente estaremos echados cuando el amor sea…»

¡ya sabes!

FELIX: No Iris, otra vez no.

IRIS: Hazme un poema, de prisa. Algo apasionado.

FELIX:

Ahora que nos hemos encontrado,

¿crees que me importa lo que ocurra después? Ya puedo caer en una trampa o ser mordido por una golondrina.

Habré probado la felicidad.

Habré volado hacia la dulce Isis.

¡Ay, si pudiéramos morir en un beso Bella, exquisita Iris!

IRIS: ¡Qué perfección!

CLYTIA (Fuera): ¡Iris! ¡Iris!

IRIS: Esa pelma de Clytia… con su horrible admirador… justo en el momento en que nosotros…

(Entra CLYTIA)

CLYTIA: Qué divertido, Iris, Otto dice… Oh, si tienes aquí Félix. ¿Qué tal, Felix? Iris, ¿le has estado tomando el pelo…? se ha puesto colorado.

(Entra OTTO)

OTTO: Te cogí, Clytia… Ay, perdón. ¿Cómo estás, Iris? ¿Qué tal muchacho?

(FELIX se sienta, suspirando)

IRIS: Estás sin aliento, Clytia.

CLYTIA: Otto me ha estado persiguiendo.

OTTO: Ella se escapó y entonces yo tuve que perseguirla.

(Entra VICTOR)

VICTOR: Habéis organizado una fiestecita aquí.

CLYTIA (Bebiendo): Tengo sed.

IRIS: Tienes que cuidarte, pequeña. Víctor, ¿te das cuenta de lo delgada que se está quedando otra vez? Tienes un aspecto fatal, pero fatal.

CLYTIA: Gracias, querida. Vas a ser como una madre para mí, ¿no?

VICTOR: ¿Estuvisteis en el Garden Party de ayer?

CLYTIA: ¿De ayer? Puah, eso es la prehistoria.

VICTOR: Un tiempo maravilloso.

IRIS (A CLYTIA): Un segundo, amiga mía. ¿Qué has hecho? Te has desgarrado el corpiño.

CLYTIA: Gracias, preciosa… Félix, pareces tristísimo. ¿Qué te pasa, cariño?

FELIX: Estoy pensando.

CLYTIA: ¿Pensando? ¿En qué estás pensando tanto tiempo seguido?

FELIX: Al hombre le fue dada la mente para que la empleara.

CLYTIA: ¿Y a la mujer?

FELIX: ¿Para que la desempleara?

IRIS: Eso sí que ha sido bueno, Félix.

CLYTIA: Ese pequeño impertinente me odia.

VICTOR: Andate con cuidado, Clytia… ese es el primer paso hacia el amor.

OTTO: ¡Eh, qué es eso!

IRIS: ¿Félix y el amor?, ¡qué ideas! A ver, si ha escrito algo sobre las mujeres… espera…

FELIX: No, Iris, de ninguna manera, ¿cómo puedes hacerme eso? ¡No!

IRIS: Nada hay verdadero. La tierra y el cielo ya eran falsos cuando los crearon.

Y tú y yo seguramente estaremos echados cuando el amor sea consumado.

CLYTIA: ¿Seguramente qué?

IRIS: «Seguramente estaremos echados», querida.

VICTOR: Qué canalla, Félix… ¿cuántas mujeres has tumbado tú?

OTTO: «Y tú y yo seguramente estaremos echados»… ah, ya, ¡claro!, ja, ja, muy bueno.

IRIS: «Cuando el amor sea consumado».

CLYTIA: Espera… Otto se va a reír otra vez.

(OTTO se ríe)

IRIS: Félix es listísimo. A que ninguno de vosotros podría encontrar una rima para Iris.

CLYTIA: ¡Anda que no!

A veces pareces Iris

una torba nube gris.

FELIX: ¡Basta! ¡Basta! .

OTTO: Ja, ja, ¡estupendo!

IRIS: Queridos, tenéis unas ideas extrañísimas sobre la poesía. Pero a que no acertáis la maravillosa rima que hizo Félix para mi nombre. ¿A ver?

VICTOR: Nos damos por vencidos.

IRIS (Triunfal): Isis.

VICTOR: ¿Qué?

IRIS: «Habré volado hacia la dulce Isis»

OTTO: Ja, ja, ja. «Isis»… qué agudeza.

IRIS: Ah, eres un espanto. No tienes sentido alguno del arte ni de la poesía, ni sentido artístico, ni literario, ni de nada. No puedo soportaros.

VICTOR:

La rima de nuestro amiguito Félix

tan dulce como la miel de la abeja es.

IRIS: Espléndido, Víctor. Eres ingeniosísimo.

CLYTIA: Cielos, Víctor ha conseguido producir una rima.

OTTO: «Félix / abeja es»… muy bueno… pero que muy bueno.

VICTOR: ¿Pero qué es la poesía sino mentira y engaño?

IRIS: Eso sí que no. La poesía conmueve; por lo menos a mí. Me gusta enormemente.

OTTO: ¡Ja! ¡Blotto!

CLYTIA: ¿Quién es Blotto?

OTTO: Rima con Otto. ¿No está mal, eh?

IRIS: Ay, Otto, eres listísimo.

OTTO: ¡Bellísima estrella!

IRIS: ¿Dónde? ¿Qué significa eso?

OTTO: Es el principio de un poema.

CLYTIA (Bostezando): Bueno basta ya de este aburrimiento de literatura. Estoy harta.

VICTOR (Aparte a iris): Pero no tanto como yo de ella.

IRIS: ¿Tú? ¿Estás harto de ella de verdad, Víctor? Me da gana de darte un beso. A que no me coges, a que no me coges.

(Sale corriendo y VICTOR la sigue)

CLYTIA: ¡Qué horror, qué tipo!… Félix.

FELIX: ¿Qué?

CLYTIA: ¿Cómo te has podido enamorar de ella?

FELIX: ¿De quién?

CLYTIA: De ese espanto.

FELIX: ¿A quién te refieres?

CLYTIA: A quién va a ser, a Iris.

FELIX: ¿Yo? ¿Qué te has creído? Eso pasó… hace mucho tiempo.

CLYTIA: Ah, bueno. Es tan ignorante… y tiene unos tobillos tan gordos. Oh, Félix, a tu edad se tienen tantas ilusiones.

FELIX: Yo no, Clytia. Esa época pasó con la edad del pavo.

CLYTIA: No, Félix, tú no conoces a las mujeres. Siéntate aquí, a mi lado. No, más cerca. No tienes ni idea de lo que son… sus mentes, sus almas, sus cuerpos. Eres tan joven.

FELIX: ¡Ay, si lo fuera! He tenido tantas experiencias.

CLYTIA: Tienes que ser joven. Está de moda. Ser joven…, mariposa y poeta… ¿Hay algo más bello en el mundo?

FELIX: No es bello; es una agonía. El destino del joven es el sufrimiento, y el del poeta sufrir doblemente.

CLYTIA: Es el destino del poeta ser terriblemente feliz. Ay, Félix, me recuerdas a mi primer amor.

FELIX: ¿Quién fue?

CLYTIA: Nadie… no me acuerdo. Ninguno de mis amantes fue el primero. ¡Ah, Víctor! Odio a los hombres. Seamos amigos, Félix… como dos chicas.

FELIX: ¿Como dos chicas?

CLYTIA: El amor no significa nada para ti. El amor es una cosa tan vulgar, yo quiero algo especial, algo puro, algo nuevo.

FELIX: Un poema.

CLYTIA (Dubitativamente): Sí, eso servirá… Ya ves lo mucho que me gustas.

FELIX: ¡Escucha!

Llegó el tiempo de la primavera.

Hermosa trepó por mí como una enredadera y nuestros corazones florecieron juntos con flores alegres de todos los difuntos.

CLYTIA: ¿Qué es eso?

FELIX: Un poema, el principio.

CLYTIA: ¿Y cómo sigue?

FELIX: Te traeré el final dentro de un minuto.

Pero yo evoluciono tan rápidamente que es posible que cuando lo concluya tenga que cambiar el principio.

CLYTIA (Con desprecio): ¡Bah! (A OTTO.) Bueno, ¿no te puedes dejar en paz el bigote?

OTTO: Ámame, Clytia.

CLYTIA: Prohibido tocar.

OTTO: Ámame, Clytia.

CLYTIA: Otto, eres irresistiblemente bello.

OTTO: Te quiero con locura.

CLYTIA: Lo sé, lo sé. Di «noventa y nueve».

OTTO: Noventa y nueve.

CLYTIA: Dilo otra vez.

OTTO: Noventa y nueve.

CLYTIA: Cómo te retumba el pecho… como un trueno. Otto, eres fuertísimo, ¿no?

OTTO: Cly-Cly-Cly…

CLYTIA: ¿Qué te pasa ahora?

OTTO: Ámame, Clytia.

CLYTIA: No seas pelma.

OTTO: Quiéreme, quiéreme ahora.

CLYTIA (Sale volando): Espera, espera, espera… no seas impaciente.

OTTO (Tras ella): ¡Quiéreme, Clytia! (Salen)

VAGABUNDO: Mira… ¡el pobre insecto macho! Bueno, soy feliz…

¡Casi idiotizado por esas voladoras!

Y esa clase de hembra…

es una trampa del hombre escondida

entre dos alas de seda.

(CLYTIA entra volando por el otro lado, empolvándose la cara ante el espejo) .

CLYTIA: ¡Uff! Por fin conseguí deshacerme de él.

VAGABUNDO: ¡Uh!

Alta sociedad, ¿qué? —Empólvate la nariz Desnúdate hasta la cintura— y que el resto se deje ver.

Echale violencia —Lord Alf y Lady Rosa Se portan exactamente igual que esos insectos.

CLYTIA: ¿Eres una mariposa?

(VAGABUNDO le echa su gorra como para cazarla)

¿No eres una mariposa?

VAGABUNDO: Soy un hombre.

CLYTIA: ¿Qué es eso? ¿Es algo vivo?

VAGABUNDO: Bueno, en cierto sentido sí, señora.

CLYTIA (Volando hacia él): ¿Eso puede amar?

VAGABUNDO: Sí, claro, Mariposa.

CLYTIA: ¡Qué emocionante eres! ¿Por qué tienes cosas negras por la cara? Y… ¡pinchas!

VAGABUNDO: ¡Abajo! Eso es un matorral. Hace quince días que no me afeito.

CLYTIA: Hay una fragancia especial a tu alrededor.

VAGABUNDO: Tabaco viejo… a eso huele.

CLYTIA: Algo delicioso… ¡Diferente!

VAGABUNDO (Tirándole la gorra): ¡Shh, picara!

CLYTIA (Sale volando): A que no me coges, a que no me coges.

VAGABUNDO: Ay, ay, tu…

CLYTIA (Acercándose): Déjame que me acerque a ti. Eres tan extraño.

VAGABUNDO: He conocido a muchas como tú antes, claro que las he conocido. (Le coge la mano). Le he cogido la mano y le he dicho que si me sonreía le dejaba irse… y la dejé partir. Mejor para mí y mejor para ella, si la hubiera matado rápidamente. (La deja marchar). Anda, toma tu anzuelo. No te quiero.

CLYTIA (Volando al espejo): ¡Qué raro eres!

VAGABUNDO: ¡Ay, ramera! ¡La muy puta!

CLYTIA (Hacia él de nuevo): Dímelo otra vez, otra vez, tan diferente, tan duro… yo…

VAGABUNDO: ¡Anda bruja piojosa! ¿Te basta eso?

CLYTIA: Te quiero, ¡te quiero!

VAGABUNDO: Vete… muévete. No te puedo aguantar ni de lejos.

CLYTIA: ¡Anda, desgraciado! (Vuelve al espejo.).

IRIS (Corriendo, sin aliento): Dame algo de beber… de prisa.

CLYTIA: ¿Dónde has estado?

IRIS: En la cumbre de la montaña… hacía un calor.

CLYTIA: ¿Dónde has dejado a Víctor?

IRIS: ¿Víctor? ¿Quién es Víctor?

CLYTIA: Bueno, tú te fuiste con él.

IRIS: Ah sí, claro… Pero sólo por divertirme. Ya me acuerdo. Ha pasado algo divertidísimo. Te va a hacer chillar. El me iba persiguiendo… ja, ja, ja.

CLYTIA: ¿Dónde le has dejado?

IRIS: Te lo estoy diciendo. Me iba persiguiendo y de repente… ja, ja, ja. ¡Vino un pájaro y se lo trago!

CLYTIA: ¡No me digas!

IRIS: Como lo oyes. Creí morir. (Se echa a reír a carcajadas y esconde la cabeza en los cojines.)

CLYTIA: ¿Pero qué te pasa?

IRIS: Ay, los hombres.

CLYTIA: ¿Te refieres a Víctor?

IRIS: No, a Otto. A Víctor se lo comió un pájaro. Adivina… Inmediatamente después aparece OTTO. Qué miradas… fuego puro… y después… ja, ja, ja.

CLYTIA: ¿Después qué?

IRIS: Se vino detrás de mí: «Quiéreme Iris, quiéreme, quiéreme.»

CLYTIA: Bueno, ¿y tú?

IRIS: Ja, ja. Adivina. «Quiéreme, quiéreme»

FELIX (Volando con una pluma en la mano): Aquí está, Clytia, escucha.

Ella vino en el tiempo leve de primavera alegre como un junco.

(IRIS ríe histéricamente)

¿Qué pasa?

IRIS: ¡Qué tipo tan vulgar! Debiera haberlo estrangulado.

CLYTIA: ¿Otto?

FELIX: Escucha Clytia…

Nuestros corazones rimaron juntos y nuestros labios se unieron en un beso. Ella dijo: «Qué raro descubrir la lección que un beso puede enseñar.

Has hecho de una niña una amante igual que una flor se hace manzana».

IRIS: ¿Estoy muy despeinada?

CLYTIA: Sí, horrible. Déjame, querida… ¡bestia!

IRIS: ¿Estás enfadada, no? (Imitando). Otto ama estupendamente.

(Entra OTTO)

OTTO: Te quiero, Iris.

IRIS: Cógeme, cógeme si puedes (Sale)

OTTO: Te quiero, Clytia.

CLYTIA: Sígueme, sígueme. (Salen)

FELIX: ¡Espera, espera!

VAGABUNDO: ¡Imbécil!

FELIX: ¿Quién habla? Alguien, qué más da. Te leeré el final.

Contesté: «Pero cada recién llegado es supremo sólo una hora»

VAGABUNDO (Pegándole con la gorra): ¡Shh!

FELIX (Revoloteando):

Contesté; «Pero cada recién llegado es supremo sólo una hora.

El fruto puede caer con el estío pero la primavera renovará la flor».

(Entran todas las mariposas revoloteando)

VAGABUNDO: ¡Mariposas! ¡Menudos pájaros esas mariposas!

Telón