CAPITULO VII
Tercer extracto del diario de Juhan Manresa: vuelta a casa.
I
3/6/1631 "Hoy ha sido un día malo para mí. Desde que le dije a Vilda que quería volver a mi tierra, para ver a mi familia, ella desconfía de mí. No le dije nada de Letisia, pero de todas formas algo se le pasa por la cabeza. Pienso incluso que ha podido leer este diario, así que ahora lo guardo con especial cuidado para que no pueda encontrarlo.
Nuestra relación se ha enfriado y ella me sigue tratando como a un esclavo. Digamos que se salda la deuda de salvarme la vida, porque ahora sé que sin su ayuda nunca me habría levantado más de le cama, con esa vida.
El dinero que gano se lo da mi jefe directamente a ella. Realmente el dinero mueve y compra mucho, y ese hombre no es una excepción.
Ella me da toda la “monedería” que necesito para lo que quiera, pero si la cantidad es grande, o al menos suficiente como para comprar un carro o un caballo, que sabe ya que al mar no puedo ni acercarme, por auténtico pavor a ver mi vida desvanecerse de nuevo, no me lo da. Cree que voy a escapar, y si pudiera seguro que lo haría.
Hasta el mejor de mis amigos tendría un precio y, pagado por Vilda, él mismo me delataría en mi escapada.
Me siento en una jaula de oro, y estos días mucho más. No me deja ni salir de casa, y si lo intento cuando ella no está, los sirvientes me ruegan que no lo haga, porque sino recibirían un castigo que no olvidarían.
Sospecho algo, pero no puedo saber qué es. La noche pasada, oí cómo Vladimir hablaba con la señora Petroslova sobre lo que estaba haciendo su hija. No pude escuchar oculto demasiado tiempo, porque podía ser visto, pero me pareció que hablaban como si me estuvieran escondiendo, y que eso no estaba bien.
La madre de Vilda defendía a su hija insistentemente, pero el padre dudaba, mas luego callaba. Estaba dominado por su esposa y por su hija, y su dinero ya no era más que de aquellas dos maliciosas personas. Me siento perdido".
4/6/1631 "Esta noche he hablado con mi buen amigo Winston que ha venido a visitarme en mi encierro. Siempre sabe cuando la respuesta que espero es un silencio, y nunca me habla en tono hiriente o de cosas que no me gustan demasiado. Simplemente, creo que nos comprendemos mutuamente. El caso es que me ha dicho que me anda buscando una chica. La verdad es que no tengo idea de quién puede ser, pero según me ha dicho no es de aquí. También me ha pedido que no diga nada de esto a los de la casa. Ni mi esposa mi mis suegros querían que yo me enterase de ello por alguna razón especial que desconozco, y así deben creerme: aislado.
Por lo visto, unos hombres habían amenazado a Winston con cortarle la lengua si me decía algo hoy, pero confía en que nadie sabrá que me he enterado de que Letisia, mi bella y dulce Letisia, a quien el tiempo me llegó a engañar diciéndome que la había olvidado, me buscaba. Al parecer, lo que me había dicho "el africano" de que aquella joven cuyo hermano le pidió ayuda, era cierto, y tenía que estar realmente loca y obsesionada conmigo. Habló conmigo, yo le conté algo de mi vida, quizá demasiado por el baño en alcohol que me estaba dando cuando me preguntó.
Y lo cierto es que yo también estoy algo loco. Al poder compararla con las demás mujeres que han pasado por mi vida, me doy una y otra vez cuenta de que el roce de sus labios no paraba ni mucho menos en lo carnal. Cuando mi barco atracaba en puerto, sus brazos siempre estaban abiertos. Con la más sincera sonrisa en su cara y lo mejor maquillada de lo que había sido capaz, para lo cual se notaba que había empleado mucho tiempo, aunque los resultados no fueran espectaculares, ella me abría las puertas de su casa. Haríamos el amor y me bañaría en su fragante aroma a un perfume que sólo usaba conmigo. Supongo que nunca lo llegó a saber, pero me encantaba aquel olor".
5/6/1631 "Lo que me dijo mi fiel y gran amigo ha despertado mi yo valiente que tanto tiempo llevaba latente pero dormido en mis adentros. Me dijo que ya hablaríamos y que no podía estar demasiado tiempo en mi habitación, porque luego tendría que explicar lo que habíamos estado hablando, y la verdad es que Win no era demasiado imaginativo. Mejor ahorrarse problemas y andar con pies de plomo.
He decidido marcharme en su búsqueda. Saldré la noche del domingo y la buscaré. Espero que mis conocidos sigan siendo leales a la amistad, a la que creo que he entregado lo mejor de mí, pero por si acaso no me dejaré ver mucho, que el dinero mueve con fuerza. He pedido a Winston que busque a Letisia, y que intente que nos veamos dicho día.
Los domingos, el servicio se reduce a la mitad y, aunque mi puerta seguirá estando cerrada a cal y canto, he descubierto que la ventana se puede abrir quitando el pequeño clavo que une las dos piezas de cada una de las tres bisagras de acero, que la sujetan a la pared. Podría esperarme unas horas antes del amanecer bajo la casa con un carro lleno de heno que amortiguaría mi caída desde la ventana de mi habitación.
Estos días, fingiré que estoy durmiendo hasta tarde y así el domingo por la mañana no tendrán prisa en entrar en mi habitación, lo que me dará algo de tiempo para hablar con mi amada y buscar una forma de volver a estar junto a ella. Cuando se enteren de mi desaparición, estaré al menos cerca de Riga, donde Letisia y yo nos montaremos en el primer barco que salga hacia donde sea. Ya no hay miedo a las olas, ni a enfermedades".