LA CIRCUNCISIÓN

La circuncisión es una operación quirúrgica por la cual se despoja al monje de una parte de su hábito —el capuchón— para demostrar que el hábito no hace al monje.

Cuando la operación se practica en un niño, basta con distraerlo un poco. En cambio, para privar a un adulto de esta arandela es preciso privarlo del sentido: con anestesia y todo.

En ciertas religiones, como la árabe y la judía, la circuncisión reviste un carácter litúrgico. Se supone que el varón que carece de prepucio es más puro que los demás. En realidad, no se sabe si será más puro, pero sí más limpio.

La circuncisión comenzó a practicarse en los alrededores de Jerusalén. De ahí el origen de la palabra: «Circun Sión».

Al principio era muy diferente de la actual: consistía en el agregado de más prepucio. La condición económica del paciente determinaba el tamaño del implante.

Luego se practicó de otra manera que consistía en conservar intacto el prepucio y extirpar el resto de la persona. Fue abandonada por poco práctica, pues hizo que en Palestina descendiera mucho el nivel demográfico mientras aumentaba enormemente el número de prepucios.

Entre los judíos el encargado de circuncidar a los recién nacidos es el rabino; de allí aquel viejo adagio sefardí que dice: «Si no temes a Dios, témele a un rabino con mal de Parkinson».

Los rabinos pertenecen a distintas sectas que demuestran su radicalismo en la circuncisión. Los más extremistas son los rabinos de Capadocia, que extienden la circuncisión hasta el peroné del niño. Es verdad que estos rabinos gozan de poca popularidad, pero hay que reconocer que jamás se ha dado el caso de que sean demandados por los descendientes de una de sus víctimas.

Después de la II Guerra Mundial se extendió la circuncisión en Estados Unidos y Europa. Prácticamente todos los niños eran sometidos al recorte del prepucio. A algunos, incluso, les cortaban también el pucio y el postpucio. Uno podía saber si un adolescente era nacido antes o después de 1945 con sólo bajarle los pantalones, despojarlo de la ropa interior y observar lo que quedaba. Si quedaba mucho, era de la preguerra; si quedaba poco, era de la postguerra; si quedaba en duda, era de 1945.

En los últimos lustros, no obstante, se ha revisado la práctica indiscriminada de la circuncisión y la comunidad médica propone recortar el número de recortes.

¿Circuncidar o no circuncidar? Resulta dificil saber quién tiene la razón en este dilema, pues se trata de un tema polémico, de antigua data y sobre el cual hay todavía mucha tela que cortar.

En Estados Unidos, mientras tanto, el doctor Oliver Prick, de la Universidad de Stanford (Palo Alto, naturalmente), ha patentado el Circumciser, un aparato quirúrgico de notable precisión para practicar esta clase de operaciones.

Dice el doctor Prick: «Pensamos que era hora de que estas intervenciones no se hicieran a ojo de buen cubero, sino con la exactitud que ofrece una máquina».

A su turno, el doctor Stephen Gutenberg, presidente de la fraternidad Klur (Kappa Pi Pi), ha anunciado la versión doméstica do-it-yourself Dice el doctor Gutenberg: «Muy pronto los padres podrán ahorrarse los costos médicos de la circuncisión y hacerla ellos mismos a sus pequeños hijos. La caja traerá diversos adornos para mayor variedad en el trabajo final: siluetas de superhéroes, personajes de Disney, etc.».

Se trata, de todos modos, de un debate muy delicado, por lo cual es bueno consultar lo que opina la otra cara de la moneda: la mujer.

La doctora suiza Heidi Braun afirma que los varones circuncisos pierden sensibilidad. «Muchos dejan de dar limosna, y algunos incluso se burlan de los mendigos», dice.

A pesar de la controversia, la circuncisión es hoy más popular que nunca. Hay actualmente mucha gente que, por coquetería o por seguir una moda, se realiza más de una circuncisión a lo largo de su vida.